Capítulo Veinte
Bostezo.
Mirar al techo.
Más bostezo.
El sueño no parecía venir a mí, estaba acostada, mirando el techo oscuro. A pesar de estar agotada después de la larga noche, no pude conciliar el sueño. Muchos pensamientos vagaban alrededor de mi cabeza en un ciclo incesante que parecía interminable.
Mi mente viajó desde los extraños gemelos Sullivan, el extraño de los mensajes de textos, la situación de Lau y Jason y finalmente terminaba en Evan y lo feliz que veía esa noche.
Me pregunto que estará haciendo en este momento...
Me moví para quedar sobre mi costado, y eche un vistazo a la ventana. El viento frío movió las cortinas lentamente, haciendo que se vieran como pequeñas olas. Por un momento, dejé mi mente vagar en el pasado. Me acordé de los mensajes de Evan en Wattpad, sus textos, sus llamadas, la llamada de Skype y cuando lo vi por primera vez en el parque.
El sexy y misterioso poeta oscuro.
Sonreí, cerrando los ojos. Aunque, habíamos estado saliendo durante un tiempo, se sentía como si hubiera sido mucho más tiempo. Lograr que Evan confiara en mi y abriera su corazón había sido duro y agotador, pero Dios, había valido la pena. Su sonrisa apareció en mi mente, calmándome.
Me encantan los huequitos que se forman en sus mejillas cuando sonríe.
Pensé en sueños. Mi teléfono vibró bajo mi almohada, lo saqué y la luz de la pantalla me cego por un momento. Era un texto.
De: Evan <3
¿Despierta?
Sonreí como un tonta y escribí una respuesta:
Puede ser. ¿Por qué?
Él: No puedo dormir.
Yo: Lo mismo digo :(
Él: ¿Por qué? ¿No puedes dormir sin mí? ;)
Yo: Yo podría decir lo mismo :)
Él: Touché. ¿Qué estás haciendo?
Yo: Mirando por la ventana. ¿Tu?
Él: Pensando en colarme en su habitación.
Yo: ¡Oh! ¡Que comportamiento tan vergonzoso, Sr. Woods!
Él: Perdóneme, mi señora pero verte es lo que necesito para encontrar la paz y el sueño.
Yo: ¿Esa es tu forma poética de decirme que quieres venir a besarme esta noche?
Él: Tal vez;)
Me reí.
Yo: No sé...
Él: ¿Me vas hacer rogar?
Yo: ¿Tal vez? Las mejores cosas de la vida no se consiguen fácilmente.
Él: Lo sé, es por eso que estoy dispuesto a arriesgar mi vida por ti.
Fruncí el ceño.
¿Que?
Él: Espérame. No te duermas.
Yo: Evan, ¿Qué quieres decir con arriesgar tu vida?
No hay respuesta.
Oí algo fuera de mi ventana y me puse de pie rápidamente. El camisón que llevaba puesto cayó a mis rodillas, mientras me dirigía a la ventana y movía las cortinas. Observé con horror a través del cristal, cómo Evan estaba subiendo por un lado de la casa. ¿Qué demonios? Me asomé a la ventana, asustada.
—¡Evan!— susurre en secreto, —¿Qué demonios estás haciendo?
Evan me miró, sosteniéndose precariamente, —Arriesgar mi vida por ti.
—Este es un segundo piso! ¿Estás loco? —Yo temblaba, imaginando los peores escenarios en mi cabeza. Evan solamente llevaba sus pantalones de pijama, su torso pálido estaba a la vista. Sus brazos temblaban ligeramente mientras la fría brisa soplaba por delante de él. El tiempo no era el más apropiado para hacer esto.
—Dios, ¡Qué frío!— Se quejó, mordiéndose el labio inferior.
—Por supuesto que hay frío, idiota!— Quería golpearlo en la cabeza. Podía lastimarse seriamente si él perdía el equilibrio. Se detuvo a mitad de camino para mirarme, —¿Qué?
—Te ves preciosa desde aquí— susurró, robándome una sonrisa, —Justo como una princesa.— me sonrió. Sus ojos oscuros brillaban con honestidad.
—Gracias— me sonrojé un poco, —Ahora date prisa— mi corazón estaba en mi garganta. Estaba demasiado asustada.
Evan negó con la cabeza: —Estoy tratando de ser romántico.
—Inténtalo de nuevo cuando tu vida no este colgando en el aire, literalmente.
Empezó a subir de nuevo, —A Julieta le pareció muy romántico.
—Bueno, ella murió y Romeo, también. Por lo tanto, no quieres usar ese ejemplo— Evan rió, casi perdiendo el equilibrio,—¡Evan!— reprendí con miedo.
—Estoy bien.— Él dijo, terminando su camino hacia arriba.
Cuando llegó a mi ventana, lo ayude a entrar a la habitación. Apoyé la espalda contra la pared, con un suspiro de alivio. Evan suspiro mientras cerraba la ventana.
—Estás loco— murmuré, mirándolo fijamente. El estaba sonriendo diabólicamente, su cabello oscuro desordenado sobre sus orejas y frente.
—Tu me estás volviendo loco— me miraba fijamente, sus ojos evaluaron el camisón que llevaba puesto, —Sólo verte así hizo que la subida valiera la pena.
Me sonrojé, —Gracias, Sr. Woods.
Él arqueó una ceja, —Estamos de nuevo con lo Sr. Woods, ¿eh? Me gusta como suena.
Crucé los brazos sobre mi pecho, —¿Qué hace en mi habitación a estas horas, señor?
Pasó su pulgar por su labio inferior, con sus ojos fijos en mí, —Oh, yo creo que sabes porque estoy aquí.
—¿Oh si?— Fingí inocencia. Dio un paso más cerca, casi predatoriamente. La luz de la luna iluminaba su pecho y abdomen definido, sus pantalones de pijamas colgaban demasiado bajo. Pude ver la sexy V en la parte baja de su abdomen. Todo en él gritaba peligro, la forma en la que se movía, la forma en la que me miraba. El era la promesa en carne viva de sexo salvaje y apasionado.
Mi garganta estaba seca y me lamí mis labios en anticipación. Se acercó a mí lentamente, dándome tiempo para contemplar la forma en la que sus músculos se flexionaban mientras se movía.
Él no dijo nada, no tenía por qué. Estábamos hablando a través de nuestros ojos. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, enterró su cara en mi cuello, dejando pequeños besos húmedos en él. Mi corazón se aceleró en mi pecho, mientras su boca se movía hasta mi oído. Su respiración pesada rozo el lóbulo de mi oreja, robándome un suspiro. Sus manos acariciaron mis brazos tiernamente hasta que nuestros dedos quedaron entrelazados.
Él tomó una de mis manos y la apretó contra su pecho, —¿Puedes sentir lo que me haces?— Si podía, su corazón latía tan rápido, si no más, que el mío.
Se inclinó hacia atrás, nuestras frentes se tocaron. Mi respiración era irregular en este punto. No podía soportarlo más. Presioné mis labios contra los suyos, besándolo con todo lo que tenía. Me recibió con tanta desesperación que mis rodillas se debilitaron. Nuestras bocas se movían en sincronía, lamiendo, chupando y mordisqueando con pasión. Su lengua entro en mi boca intensificando nuestras sensaciones.
Sus manos fueron a mis muslos levantándome, y no perdí tiempo en envolver mis piernas alrededor de sus caderas. Mi espalda se estrelló contra la pared mientras se apretaba contra mí. Gemí en su boca, mi cuerpo palpitando. No me importaba donde tocara o lamiera. Sólo quería sentirlo, todo de él.
Él me llevó a la cama y me acostó. Empujó mi camisón tipo pijama hasta que llegó mi estómago. Me lo quite por encima de la cabeza quedando solo en ropa interior. Observé como Evan empezaba a bajar mis bragas hasta que me las quito y las lanzo a un lado. Apreté mis piernas en vergüenza.
—Evan— empecé con preocupación.
Empujó mis piernas para abrirlas, —Shhh— se arrodilló en el medio, —Muero por probarte.— Me mordí el labio inferior, —¿Confías en mí?— Asentí con la cabeza.
Y luego procedió a llevarme al cielo con su lengua. No hicimos el amor, pero fue sin duda una de las mejores noches de mi vida.
A la mañana siguiente me desperté sintiéndome rejuvenecida y feliz. Ni siquiera me molesto el sol caliente rozando mi cara cuando abrí los ojos. Sentí el calor presionado a mi cuerpo desde atrás, miré hacia abajo y vi el fuerte brazo envuelto alrededor de mi cintura. Mi corazón se derritió en mi pecho.
Así es que me quiero despertar cada mañana de mi vida...
Con cuidado, me di la vuelta para mirar al hombre dormido detrás de mí. Evan parecía angelical con los ojos cerrados, sus largas pestañas tocando sus pómulos. Se veía tan tranquilo. Le acaricie la mejilla con cariño.
Un golpe en la puerta me sacó de mi momento mágico —¿Señorita Jones?— La voz de Héctor fue como un balde de agua fría.
¡Oh mierda!
Salté de la cama, presa del pánico.
Evan abrió los ojos perezosamente, —Vuelve a la cama— murmuró. Le hice un gesto de que se callara y frunció el ceño.
—¿Señorita. Jones?—Héctor gritó una vez más y los ojos de Evan se abrieron como platos.
¡Nos van a descubrir!
—¿Sí?—, Le contesté, dando un paso dentro de mi ropa interior y poniéndomela. Evan estaba fuera de la cama poniéndose sus boxers.
—¿Puedo entrar?— Héctor preguntó mientras me estaba poniendo mi camisón.
—¡Dame un minuto!— Grité, armando mi cabello enredado en un moño desordenado. Cogí los pantalones de pijamas de Evan del suelo y su teléfono y luego los empuje contra el en dirección de la ventana, —¡Tienes que irte!"
Evan fingió estar dolido, —Me siento usado, Srta. Jones.
Puse los ojos en blanco, —¡Fuera!"
Evan miró por la ventana, —¿Cómo? ¡Esto está demasiado alto!
—Pues, anoche no tuviste problema con eso,— le dije apresuradamente.
—Me sentía romántico anoche— explicó, —y con ganas.
Me provoco darle una palmada allí mismo, —¡Sólo sal!
—¡Bien! ¡Muy bien!— Exclamó, trepando por la ventana, pantalones de pijama en mano. Una vez fuera, cerré la ventana y las cortinas.
—¡Adelante!— dije, metiéndome en la cama de nuevo. Héctor entró, en toda su elegancia de mayordomo. Se veía radiante y limpio.
—La señora. Woods, se preguntaba si le gustaría compartir el desayuno con ella— dijo, explorando la habitación con sus ojos. ¿Sospechaba algo?
—Claro.— Le di una sonrisa.
—También quiere que usted use esto— él puso una bolsa en la cama, —Puesto que van a ir a caballo después de comer.
El color desapareció de mi cara —¿Montar a caballo?
—Sí, es su deporte favorito— Héctor parecía orgulloso de ello.
—No estoy seguro de que puedo montar un caballo, pero estaré allí. Sólo dame diez minutos. —Dije segura.
Héctor me sonrió, —Está bien, que tenga un buen día, señorita Jones— Él desapareció por la puerta.
Inmediatamente, corrí a la ventana para ver si Evan había llegado a la tierra de forma segura. Dejé escapar un largo suspiro de alivio cuando lo vi caminar a través de los arbustos. Se veía demasiado cómico en ropa interior, deambulando por el jardín.
Abrí la ventana, y me asome, —¡Pssst, Romeo!—Evan me miró, —Te ves guapo en esos arbustos, sexy.
Evan me miró, —Sí, sí, disfrútalo mientras puedas.
—Oh, vamos, sabes que te amo, ¿no?—, Le estaba dando una amplia sonrisa.
Él me dio una mirada escéptica, —Me usaste, y luego me tiraste por la ventana, literalmente y ¿A eso le llamas amor?— negó con la cabeza.
Le lance un beso, —Te recompensare, lo prometo.
Levantó una ceja, —Que bueno, porque quiero darle uso a esos lindos labios tuyos.
Mi boca formó una O, —¡Evan!
—Nos vemos más tarde, fresita— me guiñó un ojo.
Y allí estaba yo en la ventana, viendo a mi Romeo alejarse en su ropa interior, maldiciendo mientras pisaba espinas.
Romántico ¿no?
Bueno, el amor no tiene que ser romántico, sólo tiene que ser real.
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Nota de la autora: Tengo una gripa fatal, fin.
No, en serio la mudanza y el cambio de clima han sido fuertes pero sobrevivo, soy más fuerte que el odio. Tengo un té de limón y miel al lado de la compu mientras escribo esto. Estoy trabajando en recuperar las actualizaciones todos los viernes. Vamos a ver cómo me va.
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Abrazos,
Ariana.