ALÉJATE DE MÍ

By Cristina_maxiel

752K 24.4K 1.8K

Siempre creí que todo lo malo que pasaba en mi vida era culpa de mi mala suerte o producto de las malas decis... More

SINOPSIS
BOOK TRÁILERS
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29

CAPÍTULO 16

13.6K 724 85
By Cristina_maxiel

Los pasos firmes estrepitosos de una persona acercándose con rapidez terminan por despertarme, y fueron costar de segundos antes de que la misma se detuviera y hablara. Estaba cerca, no podía verla, pero sentía su presencia.

— Tus bestias me sacaron a rastras. Si alguien se entera de que deje el quirófano. Si tan solo algo le sucede a mi paciente estaré acabo. ¿Lo sabes cierto? ¿Tomarás la responsabilidad? —Está alterado y la preocupación y angustia en su voz está presente.

En seguida un silencio se apoderó del lugar. Estoy consciente, al menos eso creo, sin embargo no puedo moverme o articular nada. Una sensación rara recorre mi cuerpo, pero no siento dolor o molestia, es como si estuviera flotando o acostada sobre alguna nube. ¿Estoy sedada o he muerto? No estoy segura de lo que sucede, sin embargo si de lo incómodo que se siente ese silencio que nos ha rodeado. Podría sentir la incomodidad y sus respiraciones, unas aceleradas y otras pausadas.

Al cabo de unos segundos escucho al hombre aclararse la garganta y hacer un sonido que solo confirma mi pensamiento y lo desagradable del silencio que nos arrolla.

— ¿Qué fue lo que le sucedió? ¿Qué le hicieron? —Inquiere luego de unos minutos y puedo sentir como la persona empieza a caminar hasta que se detiene a mi lado derecho.

—No lo sé, para eso te traje para que lo averigües y la trates. —Finalmente la voz familiar de Aidan se hace presente y por alguna razón eso me tranquiliza. No estoy muerta, al menos eso espero, ya que no quiero pensar que él sí lo está.

Los minutos pasan y nuevamente un silencio se torna entre todos, pero esta vez no es incómodo. Algo dentro de mí se sobresalta al sentir a alguien con aparentemente unos guantes empezar a tentar mi cuerpo. Intento moverme y gritar, pero aparentemente solo lo hago en mi subconsciente. La sensación es rara, sus manos tocando mi brazo mis piernas, mi abdomen..., me asusta aunque la profesionalidad y delicadeza con el que lo hace me relaja un poco. De repente siento como hace mi cabeza a un lado para entonces inspeccionar mi cuello.

— ¿Y bien? —El tono de impaciencia era tan obvio así como su voz. La tan reconocible gravedad de la voz de Edwin se hace presente.

— ¿Vas a dejarme revisarla? —Recrimina el extraño con enojo al hacer una pequeña pausa. Estoy segura de que ha girado a verlo.

—No me gusta el color que tiene. Mira su cuello.

—A ti y a nadie. Es obvio que alguien le ha introducido algo, pero ¿El qué?, es la pregunta. Así como la de ¿Por qué la han traído aquí? ¿Por qué no la llevaron directamente al hospital? —Inquiere el señor con frustración, no obstante pasan largos segundos antes de escuchar respuesta, esta vez por lado de Aidan.

—Me puse nervioso. Me bloqueé y no quería ir a un hospital, porque sabía que me estresaría más.

—Entonces, ¿Si le hubieran disparado o proporcionado un golpe mortal la habrías traído aquí a qué se desangre porque no quieres "estresarte" en un hospital? —Inquiere con escepticismo y evidente sarcasmo el hombre y al instante siento y escucho un alboroto.

—No lo digas ni de broma. —Gruñe Aidan con rabia. Creo que Aidan se ha abalanzado contra él, ya que escucho a Edwin decir que lo suelte.

—No era una broma sino una verdad. —Sostiene el hombre con voz firme. No tengo idea de lo que sucede exactamente, pero sus voces alteradas no me están haciendo nada bien. —Debes dejar de traer a tus heridos aquí y salir a buscarme como si fuese tu médico privado, yo ya te pague con creces la ayuda tan desgraciada que me diste. —Manifiesta el señor antes de volver tentar mi cuello.

— ¿Desgraciada? —Repite Aidan con amargura mientras suelta una pequeña risa con aire. —Gracias a mí estás dónde estás, y gracias a mí continúas vivo Christopher, no lo olvides. Me debes más que tu simple vida.

—Para ti nunca es suficiente. Eres como una sanguijuela. No sé qué más quieres de mí. Maldito el momento que acepte tu ayuda.

—Que rogaste, imploraste y suplicaste de rodillas mi ayuda querrás decir. —Lo corrige. Aidan se está acercando. Escucho sus pasos y su aroma lo siento más cerca. —Pero no tengo problema, no me sirves Chris si deseas puedo cobrarme lo que me debes ahora mismo contigo. Y ya los recargos me lo cobro con tus hijas, ya que no te da la vida para pagarme. —Amenaza, y estoy casi segura que escuché el sonido del seguro de una pistola quitarse.

—Mátame si quieres, pero no te metas con mi familia Aidan, o si no...

— ¿O si no que?...

—Aidan basta. Él está aquí por Madison no para arreglar sus deudas contigo Aidan. —Bufa Edwin.

—Tienes razón. Sánela. Haga que despierte y esté perfecta. Porque si algo le pasa a esa mujer, le aseguro que la seguridad de su familia es lo que menos le va a importar y el deseo de que lo mate es lo que me rogará.

Nuevamente nos vemos rodeados de un incómodo silencio acompañado de una tensión inquebrantable, pero no perduró por mucho porque tan solo un par de minutos después Aidan dice.

— ¿Y bien? ¿Qué tiene? —Indaga. — ¿No sabe? —Preciosa con frustración luego de unos segundos al no obtener respuesta.

— ¿Hace cuánto está así y que exactamente le estás suministrando? Es un simple suero o... —Pregunta Christopher al momento de tomar mi brazo.

—Ha pasado alrededor de una casi una hora ya. Y bueno, la cede porque aparentemente estaba sintiendo dolor. —Revela Edwin. ¿Estoy sedada? ¿Dolor? ¿Qué hora es? ¿Qué me ha pasado?

— ¿Esta es su sangre? Cuéntame lo que sucedió exactamente. —Pide y al momento siento suelta mi mano, y como una pieza fría de metal o algo similar se posa sobre mi pecho del lado izquierdo, cómo este se va deslizando poco por todo mi pecho y costado.

—No lo sabemos... Y sí, estuvo regurgitando antes de desmayarse. —Cuenta Edwin.

— ¿Qué le han inyectado en el cuello?

— ¿Por qué no le preguntas también que comió su madre cuando la tuvo? —Gruñe Aidan con evidente enojo. —Si lo supiera crees que te hubiera traído imbécil, estás aquí para que lo descubras y la sanes.

— ¿Y cómo se supone voy a saberlo? Necesito hacerle pruebas y aquí no tengo nada para trabajar. Debes llevarla al hospital. —Insiste al momento de alejar aparentemente el estetoscopio de mi cuerpo.

— ¡Solo nos has hecho perder tiempo valioso! —Gruñe Aidan.

—Espera, déjame quitarle la intravenosa. —Dice Christopher, y entonces siento como toma mi mano y me quita está con evidente profesionalismo y facilidad, no sentí dolor alguno.

De repente siento como alguien me alza en brazos, y casi al instante empiezo poco a poco a sentir una extraña sensación abrazarme todo mi cuerpo. Estoy despertado, no obstante el hormigueo que ha comenzado a recorrerme el cuerpo prontamente empieza a incomodarme, no me duele, pero sé que pronto estaré agonizando de dolor. Pequeñas punzadas, parecidas a la sensación de que alguien estuviese picándome constantemente con un lapicero en el mismo lugar, empiezan a concentrarse en mi cuello y estómago por lo que inevitablemente comienzo a sentir dolor e incomodidad.

Aún no puedo abrir los ojos, sin embargo débiles quejidos logro emitir de mis labios mientras trato de retorcerme.

— ¡Madison! ¡Madison! ¿Qué le pasa doctor? —Pregunta angustiado Aidan. Estoy en sus brazos.

De la nada un teléfono empieza a sonar justo en el momento que Aidan me coloca nuevamente en la cama.

—No es el momento...  —Podía escuchará a Edwin hablando a lo lejos. — ¿Cómo lo sabes?... —Silencio— Usted...

Hubo un tosco silencio por unos segundos quizás minutos antes de que de la nada sintiera a alguien acercarse y empezar a tentarme los bolsillos delanteros de mi falda, su tacto me estremeció.

— ¿Qué haces? —Inquiere Aidan confundido, siento como me quita algo de mi bolsillo derecho. — ¿Qué es eso?

—Colóquele el suero. —Ordena Edwin. No sé lo que pasa, pero empiezo a escuchar el sonido de un papel desdoblarse.

—Llevémosla al hospital Aidan antes de que empeore. —Insiste el doctor.

—Quítese. —Gruñe Edwin, y enseguida lo siento colocarme nuevamente el suero, al menos eso es lo que creo.

— ¿Qué es esto?

— ¿Confiaremos realmente en papi?

No tengo idea de lo que sucede, todos empiezan a hablar de una manera muy baja y despacio por lo que no soy capaz de entenderlos. Mi cuerpo ha empezado a temblar, pero no tengo frío, me siento extraña, y ya no puedo escuchar más, todo se torna en silencio.




Una mano rasposa acariciando mi rostro es la causante de que empiece a despertar. Suelto un pequeño gruñido de flojera mientras intento estirar mi cuerpo, pero me veo cohibida al sentir como al extender mis brazos mi brazo izquierdo golpea a lo que sentí como un rostro, a pesar de ello nadie se quejó más que yo, sin embargo eso fue lo suficiente para que abriera los ojos. Otro quejido se escapa de mis labios al ser cegada por el resplandor de la luz, intento abrirlos nuevamente y me resulta más fácil, ya que por alguna razón está ya no pega a mi rostro con tanta brusquedad. Parpadeo varias veces hasta que finalmente puede acostumbrarme y ver todo con claridad.

Sobre mis ojos a una distancia considerable, pero certera se posa una mano, la cual está colocada a modo de sombrilla frente a mis ojos para que la luz de la habitación no me golpeara de lleno. Frunzo el ceño y tomo su mano y la bajo, colocándola sobre mi estómago y aún con mis manos arropando la misma, fijo mi vista al lado encontrándome con Aidan, quien me observa de una forma que no puedo describir. Inmediatamente me trato de incorporarme, pero este me detiene.

—No te levantes aún —Ordena aunque se escucha más como una súplica — ¿Cómo te sientes? —Indaga al momento de posar su mano derecha en mi cabeza y empezar a acariciar mi cabello con esta.

Me siento aturdida, por más que pienso no logro acordarme que ¿me paso?, o ¿por qué estoy aquí?, o más bien ¿dónde estoy? es la verdadera pregunta, no obstante concentrándome en lo que me acaba de cuestionar tardo en responderle, ya que dedico unos segundos a comprobar mi estado. Muevo sutilmente mis pies así como mis brazos, me inclino ligeramente a un lado y luego al otro, escucho a Aidan soltar una fuerte exhalada y al elevar un poco mi rostro lo veo sonreír, sabe lo que estoy haciendo, pero no hace ni dice nada, solo espera a que termine mientras me observa con una cálida sonrisa. Con mis manos tiento mis brazos y me detengo al percatarme que llevo un suero puesto en mi antebrazo, luego de examinar este continuo mi recorrido esta vez por mi abdomen hasta donde llegue de mi torso y piernas sin incorporarme. Al llegar a mi cuello me detengo al sentir este un poco raro, como si estuviera algo hinchado, pero me relajo al moverlo y no sentir dolor. Estoy bien.

— ¿Todo en su sitio? —Curiosea Aidan con cierto tono de gracia.

—Creo que sí. —Respondo correspondiéndole la sonrisa, al mismo tiempo que intento incorporarme, Aidan me ayuda a sentarme en la cama.

Me tomo un momento para examinar el lugar donde me encuentro. Es una habitación de tamaño promedio, no es enorme, pero tampoco pequeña, es quizás un poco más grande que mi recámara. El decorado es muy minimalista, pero moderno, altas paredes blancas, un par de lámparas de cristal que cuelgan en medio del techo iluminando a la perfección la habitación, un juego de sofás pequeños y una pequeña mesita en medio de estos colocados a la izquierda del cuarto, la cama donde me hallo acostada y una cómoda frente a esta, todo está pintado de un blanco idéntico al de las paredes, el parecido es tal que una persona con un poco menos de vista o enfoque que yo podría lograr confundir todo los muebles del lugar con las paredes. Además de eso, no hay nada más que un plasma enorme y un olor a hospital intenso. Realmente si cerrara los ojos pensaría que estoy en uno. Al lado derecho de la cama se encuentra lo que sostiene el suero, con solo verlo siento que ya me come la mano por lo que inconscientemente empiezo a rascarme donde tengo la intravenosa, pero no por el tiempo que me gustaría, ya que Aidan al verme rodea mis manos atrapándolas dentro de las suyas para que dejada de hacerlo.

— ¿Puedes quitármela? —Pido mirándolo.

—Lo recomendable es que no lo hiciera —Inicia y frunzo los labios. Este me observo fijamente unos segundos, pero luego asiente y toma mi muñeca para empezar a quitármelo, con sumo cuidado y en mí pensar con bastante conocimiento sobre ello.

— ¿Qué hora es? —Indago sin poder dejar de observarlo.

—A de faltar un cuarto ya para la cinco. —Responde sin mirarme, su vista está muy centrada en lo que está haciendo.

— ¿De la madrugada? —Sugiero provocando que esté ría.

—De la tarde. —Me corrige. Y esto solo hace me sobresalté.

— ¿De qué día? —Indagó con preocupación.

—Domingo. No has dormido tanto. A decir verdad esperaba que despertaras mañana. —Comenta al momento de quitarme por fin el suero y abrazar mis manos con las suyas.

—Hanna va a matarme. —Murmuro en voz alta pero para mí misma. Con mi mirada perdida al frente empezaba a imaginar todos los reproches que recibiría de ella cuando llegar. Las cinco de la tarde. Eso es demasiado hasta para ella.

—Perdóname Madison, fue mi culpa, nunca debí dejarte sola, o más bien no debí llevarte a ese lugar. —Se disculpa Aidan de repente, giro a verlo y no puedo evitar fruncir el ceño. Sus ojos están fijos en nuestras manos, pero aun así puedo ver la expresión de pesar en su rostro.

—No te preocupes, estoy bien, de verdad. Además no tuviste opción. —Digo con tono comprensivo sonriendo.

—Siempre hay opción solo que realmente pensé que estando conmigo estarías más segura, pero me equivoqué. —Murmura esto último con algo de enojo.

— ¿Qué fue lo que sucedió? —Curioseo y por fin lo observo elevar su rostro y mirarme. Parece sorprendido.

— ¿Cómo? ¿No recuerdas? —Inquiere y por alguna razón la preocupación era notoria en su voz.

—No lo que al parecer debería recordar. —Inicio al mismo tiempo que intento hacer memoria. —Lo último que transcurre en mi mente es una conversación que mantenía con Edwin en una habitación del segundo piso luego de que te marcharas. —Comento luego de unos minutos. Realmente no recuerdo más de ahí. — ¿Qué fue lo qué pasó? —Inquiero esta vez bastante curiosa.

—Esperaba que eso me explicaras a mí, ¿qué fue lo qué pasó realmente? Yo te había dejado con Edwin ¿Cómo fue que terminaste sola en tan mal estado en el lobby? —Inquiere.

—No sé de qué me hablas —Confieso aturdida.

De repente la puerta del cuarto se abre y Edwin aparece por esta, lleva puesta una ropa distinta de la de anoche, su rostro está serio y su mirada no se despega de mí. Parece molesto, pero no le prestó atención, ya que por lo general nunca, al menos cuando estoy, parece felizmente.

— ¿Qué quieres? —Pregunta Aidan, su voz se ha escuchado tan tosca y seria que me es imposible no despegar mi vista de Edwin y fijarla en él.

—Beto está afuera, dice que necesita contarte algo. —Informa Edwin con sequedad, lo veo y su mirada aún sigue fija en mí.

Una pesadez e incomodidad parece rodearnos, era obvio que había tensión entre ambos. Aidan ni siquiera se digna a mirarlo y por alguna razón su rostro se ha oscurecido en cuento llegó y al escuchar su voz parece enojarlo aún más.

—Volver pronto. Descansa. —Anuncia incorporarse. Lo detengo del brazo antes que se disponga a marcharse.

—No estoy cansada Aidan, ya es tiempo de irme a casa, he estado fuera mucho tiempo, debo volver. —Establezco. Aidan asiente para luego inclinarse y darme un repentino y corto beso en la frente seguido de un "Ahora vuelvo." Su acto me estremeció todo el cuerpo, y por unos segundos permanecí inmóvil, viéndolo marchar.

Observo cómo se aproxima a la puerta, y como al pasar al lado de Edwin golpea el hombro de este con el suyo, con tal fuerza que lo hace tambalearse hacia un lado. No puedo evitar fruncir el ceño confundida, pero al mismo tiempo sonreír al ver la expresión de molestia que ha colocado Edwin. ¿De qué me he perdido?

— ¿Qué fue eso? ¿Están molestos? —Curioseo mientras arrasco suavemente mi cabeza. — No tengo nada que ver en eso ¿cierto? —Pregunto al ver la expresión que me ha mostrado.

—Te equivocas, tienen todo que ver. Es toda tu culpa. —Gruñe cerrando la puerta y aproximándose a mí con rapidez, su rostro serio y tenso más de lo habitual provoca que me ponga nerviosa. Inconscientemente me enderezo aún más mientras trago en serio. —Estoy en grandes problemas por tu culpa Madison, así que más te vale explicarme con precisión y sin rodeos que fue lo que sucedió exactamente. —Amenaza con voz roca al mismo tiempo que se sienta en la cama.

—No sé qué de me habl... —Dejó de hablar al fijar mi mirada en él y por primera vez ver los golpes que adornan su rostro. La comisura de su labio izquierdo está cortada, una gran rojez viste su pómulo izquierdo y un moretón se ha empezado a formar en su mejilla derecha. Lo observo estupefacta sin poder decir nada por unos segundos. Edwin entiende mi sorpresa, pero no hace más que un gesto de desagrado. — ¿Qué te pasó? —Pregunto por fin, luego de unos minutos al momento tomar su rostro con mis manos y tentar suavemente sus heridas. — ¿Te duelen? ¿Qué sucedió? ¿Qué bestia te dejo así? —Pregunto preocupa. Puedo sentir su cuerpo tensarse y estremecerse bajo mis manos, mi atrevida acción y acercamiento lo deja inmóvil unos segundos.

Con ambas manos sostengo su rostro y acaricio con suavidad sus heridas, no entendía que había pasado y por más que intentaba recordarlo nada llegaba a mi mente. Paso suavemente mi dedo pulgar derecho en la comisura de su labio herida entonces lo escucha suspirar.

—No me toques, por favor. —Su voz se escuchó tan baja que fue como una súplica.

Lo observo fijamente aún con mis manos sosteniendo su rostro, intento que sus ojos se fijen en mí para poder examinarlo, pero se niega a mirarme, por lo que me inclino un poco hacia él y al hacerlo finalmente puedo verlo bien, sus ojos verdosos me observan de una manera indescriptible, no comprendo su mirada.

Edwin se inclina un poco hacia mí, sus ojos se posan en mis labios por unos cortos segundos antes de volver posarse en mis ojos, y por un momento lo observo dudar y negar, mueve ligeramente la cabeza en negación para luego levantarse bruscamente y alejarse de mí.

—No te me acerques. —Advierte en el momento que me quito las sabanas que arropan mi cuerpo y me pongo de pie. —Madison. —Gruñe mi nombre dando dos pasos en retroceso, cuando intento aproximarme a él.

Confundida y completamente desconcertada por su extraña aptitud asiento y vuelvo a sentarme en la cama esta vez con mis piernas colgando hacías la puerta.

— ¿Qué te pasó? ¿Quién te hirió de esa manera? —Insisto mirándolo.

— ¿Tú quién crees? —Arremete con fastidio mirándome. No digo nada. —Me lo merecía, solo me pido que te cuidara y te deje sola. Si te hubiera pasado algo peor, Aidan no sé lo hubiera perdonado nunca y a mí tampoco. —Establece al momento de sentarse en el sofá de la esquina.

—Lo siento. —Es lo único que sin capaces de pronunciar mis labios. Edwin solo se encoge de hombros.

—Estoy molesto conmigo, pero reconozco que fue mi culpa, no sé cómo pude subestimarte y dejarte sola, sabiendo que eres un imán para atraer problemas, tu curiosidad, impaciencia y revendía solo puede llevarte a eso. —Manifiesta mirándome.

—No sé qué pasó, pero estoy segura de que nada tuvo que ver, el hecho de que sea un poco curiosa, no soy rebelde y te aseguro que nadie tiene más paciencia que yo. —Me defiendo mirándolo, Edwin arquea las cejas con incredulidad. —Aun así me disculpo. Aidan no tenía que agredirte, estuvo muy mal por él.

—Aidan hizo lo que tenía que hacer.

— ¿Lo estás defendiendo? —Pregunto con escepticismo. Él solo se encoge de hombros.

—Me dio una orden y no solo la desobedecí sino que mira como término. Ahora Aidan está metido en un problema, que puede arruinar todo sus planes, por el solo hecho de que no le hice caso.

—Por mi culpa. —Digo lo que él ha pensado, pero no ha dicho.

—Así es. Pero no le des mucha importancia a eso en sí. Mejor tómalo como muestra de lo que te puede pasar si sigues empeñada de estar con Aidan.

—Yo no...

—Escúchame Madison, lo que digo no es por mal. Te gusta y está bien lo entiendo, le gustas no sé por qué, pero lo respeto, sin embargo eso no cambia nada. Aidan no es un hombre para ti y tú no eres una mujer para él. —Comenta y nuevamente no puedo evitar mi molestarme.

— ¿Y quién eres tú para definir qué tipo de hombre necesito yo, o que tipo de mujer es la indicada para Aidan?

—No voy a discutir contigo de eso ahora Madison, ya te darás cuenta tu misma a lo que me refiero, y yo estaré ahí para decirte "te lo dije", pero está bien, lo que me interesa ahora es que me expliques qué fue lo que sucedió anoche.

—No me...

—Luego de que Aidan se marchó, permanecimos un tiempo en el lobby esperando, pero luego nos fuimos a una de las habitaciones del segundo piso a seguir esperándolo. —Inicia interrumpiéndome. —Hablamos un rato y luego te quedaste dormida, te lleve unos de los cuartos para que descansaras mejor, luego del paso de una hora y media, decidí ir a buscar a Aidan, supongo que te despertaste quizás una hora después de que me marche, al hacerlo no me viste y obviamente saliste de la habitación, ¿Por qué lo hiciste? —Indaga y al escucharlo narrar lo sucedido empiezo acodérame un poco.

—Pensé que se habían olvidado de mí —Confieso luego de unos minutos, Edwin frunce el ceño.

—Ni siquiera yo te hubiese dejado abandonada en ese lugar, ¿realmente crees que Aidan se hubiese marchado olvidándose por completo de ti?

—Quizás no a propósito, él se había marchado arreglar un asunto, pensé que estuvo tan ocupado que se le pasó no sé. —Digo encogiéndome de hombros. —Me arrepentí al instante de haber salido, pero ya era tarde, la puerta se había cerrado y no tenía modo de entrar así que me fui a buscar la salida, pero creo que me perdí. —Finalizo mientras masajeo suavemente mis cien, siento como me empieza a palpitar la cabeza por lo que arrugo la cara.

— ¿Y qué pasó después de que te hallabas perdida? —Insiste Edwin en que le explique a pesar de todo.

—Empecé a desesperarme, el miedo y la angustia me consumía, temía que si avanzaba más me perdería de modo que nunca pedirán encontrarme. Quería llorar, pero entonces vi una puerta abierta y a pesar de saber que probablemente no era de la cual salí, decidí echar un vistazo, cualquier cosa era mejor que seguir perdiéndome entre pasillos idénticos mientras me estaba muriendo de frío. —Reveló y de solo acordarme siento como todos los vellos de mi cuerpo se encrespa y como una sensación de frío abraza mis huesos provocando que me abrace a mí misma.

— ¿Por qué si sabías que no era la habitación entraste? ¿A quién con su sano juicio se le ocurre semejante idea, y peor aún, luego de lo que te dije de ese llegar? —Exclama totalmente receloso. Me encojo de hombro mientras agacho mi vista y frunzo los labios.

—Madison...

— ¿Qué otra opción tenía?, además solo me asomé un poco, pero luego, como vi que la habitación era exacta a la que había estado antes, entre... —Señalo, para luego guardar silencio, no recuerdo nada más allá de haber entrado a esa habitación.

— ¿Y qué pasó después? ¿Qué viste? ¿Qué te encontraste al entrar? —Interroga no le respondo más que con una negación de cabeza y una encogida de hombros. No te tengo idea. Lo siento ponerse de pie y acercarse para luego sentarse a mi lado. —Madison —Me llama. Elevo lentamente mi rostro hasta fijar mi mirada en él, sus ojos se encuentran con los míos, y me sorprendo, pero no me inmuto en el momento que este posa su mano izquierda sobre mi hombro derecho. —Lo que sea que viste o escuchaste no importa, puedes contárnoslos a Aidan o a mí, debes hacerlo.

—De verdad no me acuerdo. —Reiteró y por alguna razón mi voz sale quebrada y unas inmensas ganas de llorar se apoderan de mí al punto que sin darme cuenta mis ojos se han cristalizado.

—Está bien. —Susurra Edwin para luego pegarme a él. Hundo mi rostro en su pecho correspóndele al abrazo, no sé qué me pasa, pero empiezo a llorar sin razón alguna, me siento avergonzada, pero no puedo hacer nada para evitar que mis lágrimas continúen saliendo.

Edwin acaricia con suavidad mi cabello, y esa sensación de confortación y seguridad que siento me ayuda a sentirme mejor, a veces solo hay que dejarlo salir. Él no dice nada y se lo agradezco.

Pasan aproximadamente unos veinte minutos hasta que finalmente me siento liberada. Las ganas de llorar han abandonado mi cuerpo, solo queda el residuo de lágrimas deslizándose por mi rostro y la sensación de pesadez en mi pecho. Suspiro e inhalo hondo antes de finalmente alejarme.

—Gracias. —Susurro tanto agradecida como a penada. Odio de verdad cuando mis hormonas le dan por ponerse sentimental.

—Eres increíble. Entre a esta habitación dispuesto a comerte viva por todo los problemas que provocaste y mírame ahora. —Murmura mirándome con admiración. No hago más que limpiar las lágrimas que se hallan en mis mejillas con mis manos. —Tus recuerdos volverán, y es importante que en cuanto lo hagan nos dejes saber. —Asegura alejándose nuevamente al ponerse de pie, solo asiento.

Edwin me pasa mis botas, las cuales se halla en una esquina, le agradezco para luego empezará a colocármelas. Una vez hecho esto me pongo de pie y lo sigo fuera de la habitación.

Al llegar la sala de lo que parece un departamento, me encuentro con Aidan hablado con un señor que ha de cruzar sus cincuenta, medio panzón, pelo negro, su rostro está adornado con una barba corta cuadrada y un ceño fruncido prominente, no ha de medir más de un metro setenta y ocho a comparación de Aidan. En cuanto ambos notan nuestra presencia, al menos la mía, se callan.

Aidan quien se encontraba de espalda a Edwin y a mí, gira y al verme me da una cálida sonrisa la cual correspondo, siento como si una cálida brisa sacude mi ser al verlo sonreír, completamente opuesta a la sensación que me invade al ver cómo el señor a su lado me examina de arriba abajo sin ningún disimulo. Su ceño fruncido, sus ojos oscuros y cejas gruesas unidas por la expresión de mal genio que carga hacen que su mirada me inquiete.

No sé si es el desprecio o desagrado con el cual me examina, pero ya sea una o la otra no me gusta para nada, además de incomodarme si me intimida, trato de ignorarla, pero me es imposible.

—Veré que puedo averiguar y hacer al respecto señor. —Establece el mayor, con su mirada en fija en mí, su voz ronca se escuchó bastante correcta.

Aidan solo asiente como respuesta. El señor inclina un poco la cabeza como despedida, no sé si lo ha hecho para mí o para Edwin quien se encuentra detrás de mí, pero inconscientemente hago lo mismo. El señor se marcha y todo se vuelve silencio.

Nuevamente la tensión qué hay entre Aidan y Edwin es evidente, pero no me animo a decir nada. Aidan me extiende su mano indicándome que me acerque, por un momento fijo mi mirada en Edwin, pero este la evita con indiferencia.

—Vamos. —Me indica Aidan, asiento, me acerco a él y tomo su mano. El tacto me estremece, pero le sonrío así como él a mí. Sin decir una palabra salimos del departamento.




Todo el camino a casa fue bastante silencioso, Aidan no pronuncio palabra y yo por mi parte trataba de recordar que fue lo que sucedió, pero no tuve éxito alguno. Sentía que algo había cambiado entre ambos, pero no sabía el que exactamente.

Aidan acaba de estacionar el coche y no puedo evitar sorprenderme al ver Arturo estacionado donde de costumbre. Salgo rápidamente del coche y me acerco a examinarlo, al comprobar que efectivamente es el, giro a ver a Aidan aturdida. Lo observo salir del coche, y acercarse a mí.

—Le pedí a unos de mis muchachos qué te lo trajera hace rato. —Explica al momento de buscar algo en su bolsillo delante y de extendérmelo, es mi llavero. Al verlo inconscientemente reviso mi bolso y lo miro sorprendida pero agradecida.

—Gracias. —Digo al momento de tomar las llaves. —Está es la segunda vez que dejo a mi bebé abandonado a su suerte. —Señaló en tono de reproche para mí misma, al mismo tiempo que acarició la puerta del copiloto.

Aidan me observa con una expresión graciosa. —Al menos no le falta una rueda. —Plantea un poco burlón y asiento sonriendo.

Subimos al edificio. Al quedar frente al departamento tomó una bocanada de aire mientras me preparó mentalmente a los reproches de Hanna, mi teléfono se ha descargado, pero me imagino todas las llamadas que me ha hecho durante toda la noche de ayer y el día de hoy. Suelto con fuerza todo el aire que he acomunado resignada aunque no prepara para lo que puede venirme encima y abro la puerta.

Nos adentramos a la casa, y para mi sorpresa el silencio qué hay en esta me desconcierta.

—Adelante, puedes tomar asiento. —Invito a Aidan al girar y darle una mirada veloz.

Me adentro aún más a la sala. No está en el balcón tampoco, por lo que echó un vistazo rápido a los cuartos y al baño, pero para mi sorpresa Hanna no está. ¿Acaso no ha llegado? ¿Dónde estará metida? El paradero de Hanna me intriga, me adentro a su habitación y reviso esta con un poco más de profundidad, no parece que haya llegado aún, ya que no veo la ropa que llevaba puesta anoche la última vez que la vi.

Salgo nuevamente a la sala encontrándome con Aidan de pie en una esquina esperándome. Colocó mi cartera en la isleta de la cocina al acercarme al él.

—Al parecer serás tú quien le reprochara a tu amiga. —Dice con algo de gracia al verme. Tal vez mi cara lo dice todo.

—Mira la hora que es... Me vas a decir que Hanna aún no ha llegado. ¿Dónde estará metida a estas horas? —Indago preocupada así como molesta, observando el reloj de la sala. Escucho a Aidan reír así que fijo mi mirada en él. — ¿Qué es tan gracioso? —Inquiero sería, colocando mis manos a la altura de mi cintura.

—No te estreses, ve el lado bueno, tu amiga no podrá reclamarte la hora, eso te tocará a ti. —Comenta con desdén.

— ¿Y...? Eso es irrelevante, ahora como sabré dónde está... —Inicio—. Mi teléfono. —Chillo al acordarme, rápidamente busco mi teléfono en mi bolso y lo pongo a cargar con el cargador que acostumbramos Hanna y yo a dejar conectado en la pared pegada a la esquina del sofá. — ¿Quieres algo de tomar?... Toma asiento por favor. —Pido apenada señalándole el sofá, al verlo aún parado en la esquina. — ¿Quieres algo? —Inquiero en el momento que este toma asiento. —Disculpa la ausencia de Hanna me ha descontrolado. —Admito aún sosteniendo el celular mientras pulso el botón de encendido.

Finalmente mi teléfono empieza a subir y me siento en el sofá a esperar que lo haga. Tardan aproximadamente tres minutos hasta que finalmente terminan de cargar todos los mensajes y llamadas. Tengo diez llamada perdida de Hanna. Dos de mis padres, una de mamá y otra de papa, varios mensajes del grupo del trabajo, así como otros de algunos grupos y chat, pero me voy directo a los de me había enviado Hanna. Su último mensaje fue enviado hace una hora y en este me indicaba que estada en una villa, pero que iba a salir de camino a la casa, que llegaría en dos horas o más, pero que no me preocupara y que me explicaría todo al llegar. Inevitablemente al leerlo suelto un suspiro de alivio, le respondo el mensaje con varios emojis de pistola y carita muerta, para luego dejar el celular para que cargue, está en un uno por ciento.

— ¿Todo bien? —Curiosea Aidan en el momento de que el celular en el sofá.

—Aparentemente. —Digo soltando otro suspiro. —Perdón. —Vuelvo a disculparme. Aidan niega.

—No te preocupes.

— ¿Quieres algo de comer? —Indagó poniéndome de pie. — ¿Y algo de beber? —Insisto mirándolo.

—Eso debería de preguntarte yo a ti. —Dice deteniéndome del brazo, en el momento que me disponía a ir a la cocina. — ¿Quieres algo de comer o de tomar? Puedo ordenarte...

—No tengo hambre. —Digo interrumpiéndolo.

—Yo tampoco. —Arremete deteniéndome para que no vaya a la cocina. —Sin embargo, tú debería de comer algo.  —Insiste.

—Ya luego comeré algo. —Prometo. De repente Aidan me hala hacia él para que tome asiento, sin embargo pierdo el equilibrio y termino cayendo sentada sobre sus piernas. —Perdón. —Es lo primero que sale de mis labios. Aidan sonríe y me impide levantarme, al rodear mi cintura con sus manos y sostenerme cerca de él.

De repente Aidan me da un costo beso en los labios sobresaltándome y helando todo mi cuerpo a la vez. La rigidez de mi cuerpo parece sorprenderle porque libera mi cintura de sus manos.

—Madison...

— ¿Te importa esperarme un momento? —Inquiero al ponerme de pie y alejarme. Lo observo fruncir el ceño confundido. —Es que me pesa el cuerpo, realmente quiero darme un baño y quitarme esta ropa. —Explicó y entonces lo veo relajarse. — ¿Te importa esperarme unos minutos? —Preguntó y este niega. —Gracias. —Es lo último que digo antes de salir prácticamente corriendo de la sala.

Había pasado toda la noche con esta ropa, y no había dado un baño desde entonces, a diferencia de Aidan quien obviamente se había arreglado. Necesitaba lavar mi rostro, mi cuerpo, mis dientes.




Me doy una ducha, la más rápida, pero eficiente que puedo. Me visto con un vestido azul con flores hasta las rodillas, muy cómodo y ligero, de esos para estar en casa, pero lindo a la vista. Ato mi cabello en una coleta, para luego empezar a colocarme crema corporal. Me encuentro sentada en la cama, terminando de colocármela en las piernas cuando de repente siento una brisa entrar en la habitación. Me sobresalto al ver a Aidan de pie en la puerta mirándome fijamente.

—Perdón. —Dice en cuanto me pongo de pie de un brinco. —Acabo de entrar, te juro que no he visto nada. —Asegura, y al decirlo se escuchó tan adorable, como un niño que quiebra sin querer una tasa. —Me aburrí así que quería ver si estabas lista. —Continúa al momento de adentrarse a la habitación. La puerta se cierra sola detrás de él. —He venido a despedirme. —Confiesa mientras me observa fijamente de arriba abajo. —Pero ahora ya no quiero irme. —Finaliza acercándose aún más a mí. Un destello ilumina sus ojos celestes los cuales me observan con anhelo.

—Pues no te vayas. —Pido sin más. Aidan se acerca aún más hasta el punto que empiezo a retroceder al menos hasta que termino acorrálalas entre él y una de las mesitas de noche al lado de la cama.

Siento mi corazón latir con fuerza, mis piernas empiezan a temblar por su cercanía, sin embargo, afortunadamente se detiene a una distancia oportuna, al menos lo suficiente para que mi corazón no intente escapar por mi boca.

Permaneceremos en silencio unos segundos, observándonos fijamente, sus ojos celestes observando los azulados míos, los cuales lo ven con el deseo de poder ver más allá de su alma. Su respiración está acelerada la igual que la mía, puedo escucharlo respirar con fuerza, siento mi boca seca, y su mirada solo me hace sentir sed. Sus pupilas están tan dilatadas que apenas el celeste de sus ojos se nota en una delgada línea. El aire está encendido, pero siento calor, no sé cuánto más pueda aguantar la situación, pero entonces cuando creo que perderé los estribos y me abalanzara a él para besarlo, su vista se desvía, y ahora sus ojos recorren mi habitación con curiosidad.

— ¿Demasiado azul no crees? —Comenta de la nada y se lo agradezco, porque pensaba que iba a morir de la tensión.

Entiendo el porqué de su comentario. El bombillo que ilumina mi recámara es azul, las sábanas que adornan mi cama es del mismo color, y varios adornos y cuadros poseen el mismo color azul, y para remarcar mi vestido también es azul. Aidan se muestra en espera de una respuesta de mi parte y no puedo decir más que—: El azul es mi color favorito. —Confieso encogiéndome de hombros.

— ¿Azul? —Repite sorprendido.

—Sí, a las chicas no solo le gusta el rosa. Es más, a muchas ni siquiera le gusta.

—No he dicho nada. —Se defiende riendo.

—Pero lo has pensado.

—Realmente no, pensé que te gustaba más el rojo, no sé, quizás por Arturo, pero el azul es un color bonito. Prefiero el blanco, pero no está mal. —Dice con aprobación.

—Pensé que eras más de negro. —Confieso mirándolo.

—Y lo soy. —Afirma y sonrío. — ¿Te ayudo? —Propone de la nada señalando mi hombro, lo observo confundida. —A subirlo. —Explica y entonces caigo a lo que se refiere. Me encojo de hombro, pero este se acerca decidido a ayudarme a subir el corto zipper que posee este vestido en el medio de la espalda, un poco más abajo de los hombros. Me giro para que pueda hacerlo.

Aidan se acerca mucho más de lo necesario para poder subirme la cremallera, lo que provoca que mi cuerpo se tense y todo mi vello se erice al sentir sus manos subir este. Tras hacerlo, no se aleja, al contrario se pega aún más a mí, sus manos se deslizan de mi espalda hasta mi cintura y empiezan a acariciar esta, colocó mis manos sobre las suyas, pero no soy capaz de alejar sus manos, un pequeño jadeo se escapa de mis labios en el momento que Aidan hunde su rostro en mi cuello y empieza a inhalar y besar este.

—Aidan. —Pronuncio su nombre casi en un gemido, al mismo tiempo que inconscientemente hecho mi rostro para atrás dándole más espacio.

—Hueles exquisito Madison. —Murmura en mi oído izquierdo, su voz más ronca de lo habitual provoca que todo en mí se estremezca.

Aidan continúa aspirando mi aroma mientras me besa y mordisquea el cuello, pequeños gemidos se escapan de mis labios por la sensación apetencia que me invade.

Sus mansos pasan de acariciar mi cintura a deslizarse suavemente por mis piernas hasta levantar mi vestido y empezar a acariciar mi piel. Una de sus manos acaricia mi abdomen y cintura mientras la otra caricia mi pierna.

Poco a poco siento como sus manos empiezan a subir hasta posarse en mis senos y empezará a acariciar estos por encima del sostén, sin embargo no por mucho tiempo, ya que pronto eleva estos para poder masajear y apretar mis pezones. Gemidos de placer se escapan de mis labios, cierro fuertemente los ojos y muerdo mi labio inferior para tratar de moderar mis quejidos, con mi cabeza completamente echada hacia tras, pegada a su pecho Aidan continúa lamiendo y chupando mi cuello sin dejar de frotar mis senos. Arqueada de placer me pego aún más a él y otro gemido se escapa de mis labios al asentir su entrepierna dura pegada a mi trasero.

—Aidan...

Gimo su nombre, y entonces en un movimiento rápido me gira y me hace sentar en la pequeña mesita de noche para entonces tomar mi rostro entre sus manos y pegar su frente contra la suya.

Durante unos segundo permanecimos así, nuestras respiraciones agitadas, nuestros cuerpos temblando en deseo del otro. El ansia de seguir me gobernaba, el anhelo de sentir sus manos acariciando mi cuerpo me resulta insoportable.

—Por favor. —Suplico y es suficiente para que finalmente una sus labios con los míos.

Aidan me pega a él con fuerza. Me besa con un deseo inhumano, es un beso intenso, pero se lo correspondo con toda el hambre que puedo, rodeó su cuello con mis manos y lo pego más a mí. Siento sus mandos deslizarse por mi espalda y bajar el cierre que hace nada había subido.

— ¿Realmente querías ayudarme a subirlo? —Pregunto con voz entre cortada, jadeante al finalizar el beso por falta de aire.

—No. Solo quise quitártelo. —Confiesa con voz ronca y burlona, dándome una sonrisa con malicia para luego tomar de los estrenos mi vestido y subirlo hasta despojarme del lanzándolo lejos, hago lo mismo con su camisa. Lo ayudo a desabrochársela y la lanzó al suelo.

Por primera vez contemplo de cerca todos los tatuajes que adornan todo su torso, Es impresionante, sin embargo no tengo tiempo de dedicarme a ello, ya que Aidan me levanta. Enrollo mis piernas en su cintura hasta que este me deposita en la cama con cuidado.

En un segundo me desabrocha el sostén y lo lanza al suelo para luego empezar a besarme y acostarme en la cama. Mientras me besa sus manos juegan con mis senos lo que provoca que suelte gemidos entremedios del beso.

Sus labios se deslizan desde mis labios hasta mi cuello y ahí permanece unos segundos antes de posarse en mis senos, me arqueo de placer al sentir su boca chupar y masajear estos. Con mis ojos cerrados llevo mis manos a mis labios para tratar de controlar mis gemidos, pero un grito se escapa en el momento que siento como una de sus manos se ha deslizado hasta mi entrepierna y ha empezado a acariciar está por encima de mi braga.

—Aidan... —Chillo retorciéndome de placer, pero no se detiene, su mano derecha sostiene mi seno izquierdo el cual se encuentra en posesión de su boca, mientras su mano izquierda acaricia mi ya húmeda femineidad.

Mis gemidos inundan la habitación. En un momento se detiene para despojarse de su pantalón y me estremezco al sentir su miembro duro rozar mi pierna y luego mi braga en el momento que se posiciona sobre esta y empiece a deslizarse provocando que ambos jadeemos de placer. Aidan me besa, pero no puedo correspóndele, su mano acariciando mi seno mientras se desliza suavemente sobre mí no me deja hacer más que jadear, arquearme y abrazarlo con fuerza mientras imploro que se acerque más. Lo deseaba. Finalmente desliza su mano libre a su bóxer, estaba apuntó de quitarse este cuando la puerta se abre de repente sobresaltándonos a ambos.

— ¡Madison, Sé que vas a matarme, pero déjame contarte antes lo que... oh... perdón...!

Continue Reading

You'll Also Like

13K 1.6K 46
Ainoah Sellers, mejor conocida como el bicho raro del instituto. Usa ropa ancha, una talla o dos más grande que ella, es tímida y su círculo de amigo...
216K 15.6K 43
Ella Sandoval y Josh Devine han sido novios por 4 años y su relación al principio solía ser perfecta, pero él ha cambiado y ella sufre las consecuenc...
147K 17.8K 97
Bilogía. Sinopsis. Estoy casada con un engreído hermoso, resultado de ese amor tenemos una mini versión de ambos. Nuestra vida es perfecta, entre dr...
586K 48.6K 34
Nora y Tayler han superado los obstáculos que el padre de Nora ha puesto en sus vidas y aunque parece que podrán continuar con su historia de amor, a...