Más que un error

By MireSM

341K 17.8K 1.6K

Dime una cosa, si el peor error de tu vida, pudiera hacerte suspirar, y hacerte sentir lo que nadie ha hecho... More

Prólogo
Capítulo 1. Buen Viaje
Capítulo 2. Azul cielo
Capítulo 3. Es pura curiosidad
Capítulo 4. Pequeños juegos
Capítulo 5. Una tarde confusa
Capítulo 6. Siempre lo fuiste
Capítulo 7. Cómo un pájaro
Capítulo 8. Un deseo
Capítulo 9. Solo ella y yo
Capítulo 10. Te escuchan a ti
N/A: Pido vuestra opinión
Capítulo 11. Sin frenos
Capítulo 12. La boda
Capítulo 13. Nuestro perfecto desastre
Capítulo 14. Un vuelo eterno
Capítulo 16. Montreal (1a Parte)
Capítulo 17. Montreal (2a Parte)
Capítulo 18. No te arrepientas
Capítulo 19. Problemas
Capítulo 20. No hay nada de malo
Capítulo 21. Cometamos un error
Capítulo 22. La manzana prohibida (1a Parte)
Capítulo 23. La manzana prohibida (2a Parte)
Capítulo 24. Mordisco
Capítulo 25. Little Bird
Capítulo especial: Buen Viaje (Nico)
Capítulo 26. Frío
Capítulo 27. Calidez
Capítulo 28. Pájaro y Cielo
Epílogo

Capítulo 15. Dos podemos jugar

9.7K 602 44
By MireSM

N/A: No me odieis. Siento mucho la tardanza, he estado ocupada. Hoy he escrito el capítulo entero para que podáis leerlo, e intentaré no tardar tanto con el siguiente. Un saludo a todos mis lectores. Gracias por los votos y comentarios que dejáis.

—¡Carla!

—¡Eva! Maldita sea, sigues igual de fea que antes —rodé los ojos con una sonrisa divertida. Nunca podía decirme algo bonito en su vida.

—Gracias, querida.

Me dejé caer en el sofá, dejando mi portátil en la mesita que había en frente. Por primera vez desde que llegué, podía volver a ver a una de mis mejores amigas. La diferencia horaria era bastante grande, pero logramos coincidir. En mi mañana ella podía tener tiempo para vernos por Skype. Además, justamente hoy me había quedado sola. Mi tío y Gina se habían ido por unos encargos, y decidieron dejarme descansar. Nico no estaba en casa, pero ni idea de qué estaría haciendo.

—¿Qué me cuentas, Evita?

—Prometiste no llamarme así —ella rió dejándose caer en su cómoda cama—. Pero en fin, todo bien en realidad.

—¿Ya te han dicho que mientes fatal? —rodé los ojos.

—Más de lo que puedo contar... —dejé a mi espalda caer en el cómodo sofá, recordando los anteriores días.

Si alguien me hubiera dicho qué estaría a punto de pasarme al venir aquí, seguramente... seguramente no hubiese sabido qué hacer. Pero ahora eso daba igual. Estaba en Canadá, me había fijado en Nicolette y había descubierto mi amada sexualidad.

—Espero que recuerdes que aún sigo aquí.

—Sí. Relájate, ahora te cuento, impaciente.

Y fue lo que hice. Por largos minutos le expliqué lo ocurrido. Desde el principio hasta ahora, con cada detalle. Carla escuchaba con atención mis palabras, dejando que me explayase todo lo que necesitase. En algún momento daba algún indicio de vida, diciendo tonterías o avergonzandome por mis estupideces con Nicolette; riéndose en unas ocasiones o recordándome lo tonta que podía llegar a ser.

Ciertamente, hasta ahora me daba cuenta de la verdadera necesidad que había estado teniendo por hablar de esto con alguien. Me alegraba haber dicho mis dudas en voz alta, sintiéndome escuchada, sabiendo que ella no me juzgaría en absoluto. Mucho menos me prohibiría la cercanía con Nicolette. Esa rubia, esa tonta rubia había logrado hacerse un hueco en mi corazón. Si bien antes podía hablar de atracción, ahora no estaba segura de si tal palabra describía mis sentimientos hacia ella.

—Pero lo peor de todo, es que intenta que caiga. Los días después de la boda estuvo buscando desarmarme —Nico sabía jugar sucio. Era consciente de su atractivo, de su cuerpo, de sus ojos, de su belleza en sí—. Es... frustrante.

—¿Y por qué no intentas algo con ella? —parecía una pregunta sencilla, con una respuesta sencilla. Pero para mí no lo era.

—Te lo he dicho. Ahora somos primas y así nos considera todo el mundo. Sería extraño.

—¿Sabes qué? Me gustaría conocerla.

—Ni loca, eres capaz de avergonzarme —me crucé de brazos cual niña pequeña.

—Vale, vale... Está bien, pues enséñame la casa —eso ya era una mejor idea.

Sonreí divertida y asentí. Me bajé del sofá y cogí el portátil. Era hora de ser una guía turística.

Le enseñé el salón, que era donde me encontraba. Después pasé al pequeño comedor, y la cocina. Ella notó lo mismo que yo, ese típico estilo americano era visible. Después subí las escaleras. Quería enseñarle la pedazo bañera que había para el invierno. Bien sabido era que Canadá era jodidamente helado.

Después de salir para enseñarle el exterior, volví a entrar a casa. También notó lo mismo que yo. La zona tenía ese aire americano, y aunque pareciera absurdo, me encantaba tenerlo delante de mis narices para verlo.

Dejé el portátil en la mesa del comedor, mientras yo me sentaba en una de las sillas, frente a la pantalla. Carla me explicaba las novedades que estaba perdiéndome. Algunas noticias me hacían reír, otras me sorprendían, pero sobre todo, provocaban cierta melancolía en mí. Sabía que un par de meses volvería a estar ahí, sin embargo, me sabía mal no poder vivir locuras con mi grupo de amigos.

—Que envidia, ojalá pudiera estar ahí —decía Carla con un encantador puchero, cosa que me hizo sonreír.

—Te encantaría, lo sé —y fue entonces cuando recordé algo—. Oh, Carla, tengo que enseñarte una cosa. Me vas a odiar.

—Venga va, rapidito. De aquí no me moveré —me levanté y me fui directa al sótano.

Busqué en mis cosas lo que tanto me había estado molestando. Si bien en un principio pensé en quedármelo, recordé lo pesada que llegaba a ser sobre el tema. Por eso, decidí que aquel sería un regalo para Carla.

Cuando lo encontré, volví a subir las escaleras, saliendo directamente en la cocina. Pensé que el ordenador seguiría en la mesa, maldita sea, el portátil no tiene patas, ¿dónde narices estaba?

La respuesta llegó pronto. Oí risas, y podía escuchar la voz de mi amiga. Alguien había cogido mi portátil, y no sólo eso, había empezado una conversación con Carla. Avancé unos pocos pasos, hasta que me encontré con Nicolette, sentada en el sofá con mi ordenador en sus piernas. Cuando notó mi presencia me dedicó una pequeña sonrisa, pero luego siguió con la charla que estaba teniendo en esos momentos.

Por mi parte no podía creerme tal confianza. Ambas hablaban como si se conocieran de toda la vida. Dejé el regalo en la mesa.

¿Se puede saber qué estás haciendo? Nico volvió a levantar la mirada. Pareciera que no supiera de qué le estaba hablando.

Por Dios, Nicolette, eres guapísima, Eva tenía razón —sí, esa era mi mejor amiga jodiendome.

Gracias Carla, de verdad te agradezco el hecho de hacer reacción en mi corazón. Y no sólo eso, la mirada celeste de Nico fue a parar a la mía, dedicándome una sonrisa llena de picardía. Con estas dos me iba a dar un ataque. Me acerqué con rapidez a mi prima, arrebatándole al instante mi ordenador. Ni siquiera quise mirar a Nicolette, no era bueno estando solas. Así que fui directa a la mesa, y de nuevo me senté, frente a la pantalla.

—No tienes mal gusto, Eva —comentó Carla con una sonrisa traviesa.

—Callate —pedí en un susurro, deseando que Nico no escuchase nuestra conversación—. No le subas más el ego.

—Vamos, dudo que sea una creída —en eso llevaba razón, pero desde aquel día, pareció darse cuenta de su belleza y no dudó en usarla contra mí.

—Carla, no hace más que intentar... provocarme y es condenadamente preciosa y yo no sé cómo contenerme. Es... —suspiré mientras veía a mi amiga, quien aún me sonreía, y fue entonces que logré ver en la pequeña pestaña a Nicolette detrás de mí.

Antes de poder siquiera hacer algo, uno de sus brazos rodeó mi cuello, mientras que su mano restante tapaba la cámara. Su rostro avanzó a escasos centímetros del mío. Podía sentir su respiración rozando mi mejilla, podía sentir mi corazón a punto de salirse de mi pecho. Seguía sin poder acostumbrarme a esto. Cada roce, cada mirada celeste era capaz de alterarme en un segundo. Por un momento creí ser la única, pero tan pronto sentí su cuerpo contra el mío, me di cuenta de los mismos nervios que vivían en ella.

Me encanta que me halagues, Eva sus labios se movían con tortuosa lentitud, rozándolos contra mi oreja de un modo delicado. Me mordí el labio sin ser consciente de ese gesto, escuchando con gran atención cada palabra surgida de su boca. Su voz, Dios mío su voz me transportaba al mismo paraíso—. Pero prefiero que me mires y me lo digas a mí...

Dicho esto, mantuvo una distancia moderada entre las dos, dejándome sitio para poder verla. No pude contenerme, mi mirada buscó la suya, la cual esperaba por mi llegada. Su cielo me recogió, dejando que mis alas batieran por su vuelo. Nicolette esperaba que me dirigiera a sus labios, y admito mi deseo por cumplir su propósito. Pero, el destino prefirió romper ese perfecto instante.

Ambas oímos la puerta de entrada abrirse, y ambas volvimos aquel comedor. Nico se separó de mí, y cuando miré a la pantalla recordé con quién había estado hablando hacía escasos minutos. Aún seguía en trance, mi mente aún seguía en lo más profundo de aquel penetrante cielo.

Lo que decía, esto es una tortura.

Finalmente, después de intentar evadir las preguntas de Carla, y de saludar a mis tíos, terminé la conexión con mi mejor amiga. No sin antes prometer que le contaría cualquier novedad.

Como se acercaba la hora de comer, mi tío decidió invitarnos a algún lugar. Pero antes de poder aceptar, su hija intervino. Habló con él por unos instantes, en francés por supuesto, y después Daniel me explicó las cosas. Nico quería cocinar conmigo, preparar la comida para todos. Por otro lado, mi tío estaba de acuerdo, aunque la condición era sencilla: él también debía cocinar.

Bien, debo decir de lo torpe que puedo llegar a ser. Normalmente no soy de las que está en la cocina, siendo una buena hija, ayudando a su madre con la cena. Más bien al contrario. Por ese motivo, Nicolette quiso enseñarme antes. O esa era su excusa para mantenerse cerca de mí. Sin embargo, su estrategia no le salía tan bien como ella seguramente pensaba.

Desde lo ocurrido en la boda, y el hecho de tener a Daniel, un hombre observador e inteligente, Nicolette debía pensarse las cosas antes de hacerlas. Mi tío no era estúpido, podía notar su atención en ambas cuando estábamos juntas. Pero lo bueno de todo, que su hija sabía cómo manejar la situación. Mentía mucho mejor que yo, actuaba mucho mejor que yo, y lograba parecer indiferente hacia mi persona.

Mi tío debía pillarla de lleno para poder separarnos. Espera un segundo, ¿acababa de decir eso? Maldita sea, era tan...

—¡Ouch! Joder, mierda.

¿Te has cortado? asentí mientras miraba la pequeña herida. Todo por estar pensando en cosas que no debía con un cuchillo en la mano.

Podía sentir ese leve pero molesto escozor en el corte. No dolía mucho, debo decirlo, pero era irritante. En ese momento, antes de que Daniel se acercase, Nicolette dejó lo que estaba haciendo y con sus cálidas manos, rodeó la mía, mirando con cuidado mi dedo.

No es nada, estoy bien.

Ven conmigo.

Pero me ignoró, como no. Nico me llevó al baño de la primera planta. Me obligó a entrar y cerró la puerta tras de sí. Me dijo que me mojase un poco la herida, mientras ella buscaba unas tiritas. Hice lo dicho, y cuando estuve lista ella empezó hacer lo propio. El silencio inundó el lugar. No era incómodo, pero podía notar perfectamente la tensión que había entre ambas. Recordaba lo ocurrido hacía unos minutos, y de nuevo el deseo de besarla surgió. Sin embargo, desesperaba por acallar tal hecho, hablé.

¿Dónde has estado? —pregunté sin mucho interés.

Fui a ver a Fréderic contestó ella del mismo modo que yo. Pero tan pronto pronunció esas palabras, mi atención fue a parar completamente en ella.

¿De qué habéis hablado?

De lo nuestro rodeó la tirita en mi corte, y cuando estuvo lista, tiró los pequeños papeles en un cubo de basura que había en un rincón.

¿No vas a darme más detalles? por un momento creí que aquel tema empezaba a ser serio.

Pero estaba equivocada. Sus labios dibujaron una traviesa sonrisa. Atrapó con sus perfectos dientes uno de ellos. Su estúpido juego había vuelto a empezar. Negué, evitando por todos los medios evitar el contacto visual, pero de nada sirvió. Ella rozó mi mejilla con sus dedos, cosa que logró conseguir su objetivo. Mis ojos fueron a parar a los suyos, pero duró poco, ya que mi mirada buscaron sus labios.

Admitelo, no puedes más, quieres hacer esto susurró de un modo victorioso.

Me estás subestimando, Nico claro que, dos podíamos jugar a esto. Me mentalicé tan rápido como pude, y finalmente hice mi primer movimiento. Me incliné, quedando a escasos centímetros de su rostro. Nicolette parecía creer haber ganado aquel juego, pero nada más lejos de la realidad. Rocé mis labios con los suyos, provocando una tímida reacción de su parte. Su mirada, antes segura, ahora mostraba debilidad—. Además, quien no puedes más eres tú. Me buscas, intentas encontrarme, intentas que caiga, porque eres tú quien necesita de mí. Piénsalo bien, Nicolette. Yo también sé jugar.

Y dicho esto, me separé de ella. Salí del modo más tranquilo que pude del baño, aunque en el fondo mi corazón no dejaba de pedirme que diera media vuelta y perdiera del modo más delicioso posible.

Continue Reading

You'll Also Like

190K 13.7K 25
"Saihara chan, Saihara chan, lo sé todo, no importa."
19K 2K 11
Lee Felix y Hwang Hyunjin fueron amigos desde cachorros, ¿qué pasó con esa linda amistad? Hyunjin se presentó como Alfa y cayó en el triste estereoti...
6.6M 319K 104
El prominente abogado Bastian Davis conocido como "El Lobo de Minnesota" ha decidido casarse con unas de las hijas de Rob Walton y todo para unir fue...
969K 26.3K 31
Cuando las personas que más amas, te rompen, es difícil volver a unir esos pedazos. Victoria Brown, creía que cuando amas, la brecha para perderte a...