Diario de un femboy.

By KoryWoltz

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Femboy: adj. Chico joven que, generalmente, actúa de manera femenina y se viste como tal representando una ac... More

Prólogo.
Capítulo I.
Capítulo II.
Capítulo III.
Capítulo V.
Capítulo VI.
Capítulo VII.
Capítulo VIII.
Capítulo IX.
Capítulo X.
Capítulo XI.

Capítulo IV.

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By KoryWoltz

30 de enero

Hola de nuevo, querido diario.

Lamento haberte dejado así, tan abruoptamente ayer, pero de verdad estaba muy cansado. Ahorita sabrás por qué.

Bueno, después de salir de casa de Noah ambos llegamos al entrenamiento de football. Me sentía seguro y tranquilo estando ahí. Era como si fuera mi habitat natural: olor a pasto recién cortado, silbatos sonando todo el tiempo, el sol en la nuca y el arrastrar de los tacos contra el pavimento mientras camino. Noah me prestó unos under armour suyos de hace un par de años para que no tuviera que regresar a mi casa. Me quedaron bien, un poco grandes, pero nada grave. Me pareció un poco extraño porque yo suelo... o solía ser mucho más grande que él en todo.

En fin...

Noah cargaba su equipo en la mano. Yo lo había dejado en los casilleros del gimnasio, así que fui por él.

Al entrar reconocí la música que ponen para motivarse. Se mezclaba con el sonido metálico de pesas golpeando el suelo y placas de acero en las máquinas golpeándose entre sí. Reconocí varias caras, pero no quise llamar mucho la atención. Me sentía hasta cierto grado... intimidado. No sé, diario. O sea, yo era el capitán del equipo, yo era el que dirigía las jugadas y nadie me cuestionaba, yo era al que todos seguían, pero ahí, parado en el gimnasio me sentí pequeño, rodeado de tantos hombres.

O sea, sé que pensarás: "Pero tú también eres un hombre". Sí, pero no sé, sentía que ya no pertenecía a ese mundo. No es que fuera menos hombre ni mucho menos, pero sentí miedo y un poco de... ¿suciedad? O sea, todos los chicos del gimnasio estaban sudando, y fue de Ew.

Como sea. Tomé mi equipo del casillero y salí lo antes posible. Comencé a caminar hacia el campo donde iba a comnezar mi entrenamiento, pero Sebastian, un corredor, me interceptó.

-¡Qué onda, Alex! No inventes, siento que no te veo desde hace siglos –me saludó golpeando mi hombro con el suyo. Me dolió-. ¿Cómo te fue en la cosa esa a la que fuiste?

-Ehm... bien. Fue un campamento –comencé a decirle, pero mi voz se escuchaba tierna y baja, no uqería decir afeminada porque siento que es la palabra que más escribo en ti, diario-, me divertí mucho y apredí varias cosas que...

-¿Estás más bajo? –me interrumpió Sebastian sin prestarme atención. El año pasado le hubiera dado un zape o le hubiera reclamada, pero por alguna razón ahora no podía hacer eso. Sebastian se veía muy grande y no me atrevía a golpearlo.

Bajé la mirada.

-Un poco. La... humedad hizo algo extraño en mi cuerpo. El doctor dijo que es normal –mentí.

-¿También la humedad te hizo más debil y delgado? –dijo en tono de burla-, además, ¿qué traes puesto? ¿Por qué no traes un jersey normal? Te ves como el mariquita de Noah con eso puesto.

-¿De verdad? –pregunté emocionado.

Noah es lindo.

-Sí, todo femboy y además se te ve el ombligo. En el momento en que un jugador rompa la línea y te atraviese, no quiero imaginar como te va a doler.

-El mío se perdió y fue lo único que tenía a la mano.

-Bueno –dijo mirándome de arriba abajo-, no creo que pase nada por que lo uses una vez. Nos vemos en el campo, tengo que checar unas cosas –chocó hombros de nuevo y me pasó no sin antes darme una nalgada. Es un gesto que hacemos en el football. Es como decir "Bien hecho" o "Suerte" o "Pon tu trasero a trabajar". Pero yo la sentí como algo más allá.

Vas a decir que soy un loco obsesivo o que estoy mal de la cabeza, pero no sé por qué nunca habia visto a Sebastian guapo sino hasta ese momento.

Sacudí la cabeza y regrese a los campos.

Varios amigos me saludaron, pero seguí sintiendo esa sensación de ya no pertenecer a ese ambiente, la cual no me gustaba para nada. O sea, bien, soy un... femboy, un mariquita, pero eso no quita que sea el quarterback.

Me alejé un poco del equipo y me tiré al pasto a calentar. Me senté cerca de Noah a propósito.

A pesar de ser gay y femboy, Noah tiene una hablidad incréible para atrapar balones en el aire con una sola mano. Es asombroso ver como brinca y como con la punta de los dedos jala el balón hacia su pecho. Se ve casi casi angelical.

-Wow, te volviste mucho más flexible. ¡Bien ahí! –me dijo con su dulce voz.

-¿Eh? –fue entonces cuando me di cuenta que mi pecho estaba tocando mis muslos y mis manos alcanzaban hasta la planta de mis pies. No recordaba haber sido tan flexible nunca. Quise ver hasta donde podía llegar, así que empuje mi cuerpo y noté que mis ligamentos se sentía muy suaves, haciéndome llegar más abajo que ningún otro chico.

-¿Puedes hacer un split? –me preguntó Noah con una sonrisa.

-No sé, supongo que no.

Abrí las piernas aun sentado lo más que pude. Después giré mi cuerpo hacia enfrente ¡y ahí estaba el maldito split! No me costaba trabajo alguno. Sentía como las fundas se estiraban y rozaban la piel de mis piernas, provocándome un ligero cosquilleo que me hacia sentir un hormigueo en el estómago.

Varios de mis compañero voltearon a verme. Murmuraron entre ellos, pero no dijeron nada. Deshice el split y fingí estirarme con dificultad.

El entrenador llegó y nos pidió que corrieramos alrededor e hicieramos ciertos ejercicios. Después nos dividimos en ofensiva y defensiva. Yo capitaneaba la ofensiva. Golpeé varias veces mi casco para espabilarme. Aun no me sentía del todo concentrado en lo que estaba haciendo.

Junté a mi equipo en un teamback.

-Vamos a hacer la jugada negro dos. Raúl, corré hacia la izquierda, te voy a lanzar el balón. ¿Les parece?

-Sí, cabrón.

-No me digas cabrón.

-¿Eh?

-No... me gusta que me digas así. Se oye feo.

-¿¡Qué?! Siempre te he dicho así.

-Pues no me agrada. Dime Alexis.

Todos se miraron entre sí. Yo supe que había cometido un error. Cerré los ojos y lo dejé pasar.

Ya en formación miré hacia todos lados. Miré a Raúl y le guiñé un ojo para indicarle que todo estaba listo. Él me lo guiñó de vuelta y eso me hizo sentir mariposas en el estómago.

-¡Negro dos! –grité para que me escuchara mi equipo, pero yo no podía quitarle la vista al trasero de Raúl. Las fundas negras sólo lo hacía ver mejor, más redondo, más... Rawr. Extendí la manos sin saber bien que era lo que pensaba mientras lo hacía... bueno, sí sabía, pero no lo quería escribir; imginaba que lo tomaba en manos y lo sentía. Lo acariciaba mientras él me besaba el cuello y me acariaba el pecho, haciendo círculos alrededor de mis pezones.

-Hut.

El balón llegó a mis manos y desperté en medio de golpes de cascos y pedazos de pasto volando. Un defensivo había roto la línea y corría hacía mi. En entrenamientos no me pueden tacklear, pero aun así me dio mucho miedo.

Lancé el balón a donde fuera y literal, lo lancé como un niña, o por lo menos eso me dijeron todos. También dijeron que solté un gritito y me tapé la cara con las manos.

No sé que me pasó... que me está pasando. En ese momento supe que no podría ser el quarterback del equipo. No porque me diera miedo, sino porque ya no era el mismo. Además... había demasiadas distracciones. Demasiados chicos con spandex corriendo para todos lados.

Hoy trataré algo nuevo, espero que funcione. Ya te contaré después cual es mi idea.

Te quiero, diario.

Alexis.

**

Al día siguiente Daniel regresaba a su casa después del entrenamiento de baseball. Tría los pantalones manchados de pasto y la frente sudada. Se pasó la gorra para limpiarse y entró a su casa.

Soltó la funda con el bat dentro juto a la puerta y caminó a la cocina. Tomó una lata de Pepsi y soltó un ercuto. Subió las escaleras mientras pensaba si debía ducharse primero y después dormir o dormir primero y ducharse... en algún momento después de eso... o quizás hasta el otro día. Sí, eso sonaba mejor.

Entró a su cuarto y se aventó sobre la cama. Comenzaba a cerrar los ojos cuando escuchó un ruido en la habitación de Alex.

"Que raro –pensó-, se supone que su entrenamiento termina hasta en una hora y media."

Se levantó y echó a andar hacia el cuarto de su hermano, sorbiendo tragos de Pepsi a cortos intervalos.

-Alex –dijo abriendo la puerta-, hermanito...

La Pepsi cayó al suelo y ensució la madera, pero Dani no hizo nada por limpiarla. Estaba... aturdido. Esa era la palabra.

-Dani, ¿Por qué no tocas antes de entrar?

-¿Qué traes puesto?

-El uniforme de las... de los, los porristas.

-¿Y se puede saber por qué? –su voz era suave, peligrosa.

-Porque me uní al equipo de porristas. Creo que puedo apoyar mucho a mi equipo así. Además, tuve una muy mala racha ayer y sentí que era lo mejor para el equipo dejarlo.

-A ver, a ver, a ver. Déjame ver si entendí. Dejaste al equipo de football porque tuviste un mal día.

-Ajá.

-¡Cabrón, todos tenemos malos días!

-No me digas cabr... eso. Dime Alexis.

-Te voy a decir como yo quiera –se pasó las manos por el cabello, desesperado-. No concibo que mi heramano, mi hermano mayor se meta al equipo de porras para animar a chicos de su edad. Es lo más gay que puede suceder. ¿Te das cuenta? Vas a dar vueltas y a gritar y hacer letras con el cuerpo para animar a chicos de tu edad. Es... casi humillante.

-No lo es. La entrenadora me dijo que tengo el cuerpo perfecto para animar. Incluso me dijo que era el más flexible del equipo.

Dani sacudió la cabeza.

-¿En serio animarás al equipo usando eso? ¿Un jodido leotardo blaco con líneas rojas y negras?

-Sí, pero obviamento no sólo utilizaré esto. Tengo que comprar calcetines de esos que te llegan al tobillo de color blanco también y unos tenis de porrista.

-¿No te faltan pompones? –sonrió con enojo Dani.

-No, yo no usaré pompones.

-Menos mal...

-Usaré un listón.

-¡Cabrón, dame un descanso! ¿Qué diablos te pasa?

-¡Que no me digas así! Y mira, Dani, si no te gusta no me importa. Es mucho más completo el equipo de porras. Tiene clases optativas de gimnasia, gimnasia rítimica y ballet. Cuadno tenga el cuerpo envidiable y tenga a...a... a todas las porristas tras de mí no te ayudaré con ninguna.

-Me das pena, hermanito. Creo que te estás conviertiendo en mi hermanita.

-Como quiera verlo. Pero yo estaré rodeado de chicas todo el tiempo, mientras que tú estarás con puros chicos sudorosos en pantalones ajustados.

-No necesito esto. Has lo que quieras –dijo Dani saliendo sin cerrar la puerta.

Alexis corrió detrás de él y la azotó. Respiró profundo un par de veces y luego siguió mirándose al espejo.

La entrenadora le dijo que los chicos usaban para el entrenamiento un pants y una camiseta, pero Alexis se esmeró en que lo dejara utilizar el leotardo porque, según él, era más lindo y uno se podía mover más fácil con él.

Miró su reflejo. Tenía la espalda abiera en una gran U y se ajustaba perfectamente a su cuerpo como una segunda piel. Bajo la tela, traía puestos unos boyshorts de Victoria's Secret y se dibujaban perfectos sobre la línea de sus glúteos y sus muslos.

Se tendió sobre la cama y sonrió. Se pasó los dedos por la plana entrepierna, pero antes de que pudiera hacer nada, su celular vibró.

"Ya me dijo Noah que entraste al equipo de porristas. Felicidades, Alexis, de verdad me enorgulleces. Creo que puedes sacarle mucho provecho a esto, si sabes a lo que me refiero. Y que ni se te ocurra usar uniforme de chico, me muero por que me mandes fotos tuyas levantando la fladita tableada y mostrándo tu hermoso cuerpo. ¿Sigue siendo tu vello un corazón? Bueno, como sea, te envidio amiga, suerte en tus entrenamientos. No puedo esperar para verte de nuevo. Creo que ahora tendríamos mucha más diversión. Te quiero."

Y a pesar de que no traía ninguna orden de foto este mensaje, Alexis le mandó un vído bastante erótico que lo dejó sudado, con las manos temborosas, el abdomen pegajoso y una necesidad de tener un chico con quien poder coger para sentirse completo.

Miró a la puerta y sonrió.


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