ALÉJATE DE MÍ

By Cristina_maxiel

752K 24.4K 1.8K

Siempre creí que todo lo malo que pasaba en mi vida era culpa de mi mala suerte o producto de las malas decis... More

SINOPSIS
BOOK TRÁILERS
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29

CAPÍTULO 14

13.2K 834 51
By Cristina_maxiel

Durante todo el camino estuvimos en silencio. Aidan no emitió ni media palabra y yo por mi parte estuve demasiado ocupada inmersa en mis pensamientos, para preocuparme o querer plantearle un tema de conversación. El silencio no era nada incómodo, al contrario, realmente era necesario, tanto él como yo necesitábamos del para poder relajarnos, procesar y pensar en todo lo ocurrido.

Hubo un momento en el cual el dilema en mi mente era si debía llamar o escribir a Hanna, ya sea para informarle cómo mínimo que quizás llegue muy tarde o que ella deberá de regresar sola e irse sin mí, pero tras pensar en ello y conociendo a mi amiga, sé que está lo más probable es que esté disfrutando la noche como nunca, y si es que se acuerda de mí, para cuando quizás lo hago ya yo debería estar en la casa, al menos eso espero, por lo que preferí esperar un poco más, aún no es tarde y quizás Aidan no dure tanto resolviendo o hablando con quien sea la persona a la que irá a ver.

Perdure tanto tiempo hundida en mis propios pensamientos, que apenas tuve tiempo de chequear el camino, para aunque sea tener una idea de a dónde vamos exactamente. Para cuando caí en ello y fije mi mirada en la carretera me doy cuenta de que nos encontramos entrando a lo que parece ser un gran hotel, algo alejado y uno que no había visto antes.

Mientras avanzamos por el camino que da a la entrada del edificio principal, voy observando todo con atención. Realmente me da pinta de un hotel o resort, la entrada y todo el lugar eso es lo que da, sin embargo por ningún lugar se encuentran carteles, ya sea de bienvenida o con el nombre del lugar, lo cual me resulta verdaderamente extraño.

Al estacionar frente a la entrada Aidan baja del auto, para luego rodearlo, abrirme la puerta y extenderme su mano la cual tomo al salir. Veo cómo un joven se acerca a nosotros, pero antes de que este se acerque por completo y sin decir nada Aidan le lanza las llaves del descapotable, el chico no estaba ya tan lejos así que la atrapa sin problema y hace un leve asentamiento con la cabeza. Aidan me da un leve apretón en la mano por lo que elevo mi rostro para verlo, y al encontrarme con el suyo este me brinda una sonrisa, y sé que lo ha hecho con la intención de hacerme entender que todo está bien y que no tengo por qué estar nerviosa, por lo que simplemente asiento sin decir nada. Entonces, y aún con nuestras manos unidas, Aidan me guía hacia la puerta del edificio.

A los lados de la enorme puerta de dos hojas, se encuentran dos hombres custodiando la misma. Ambos hombres portan trajes de vestir negros, rostros bastantes serios y dos grandes armas, las cuales sostienen con firmeza, parecían cadetes, su postura rígida, sus rostros erguidos viendo al frente, a decir verdad intimidaban bastante. Inconscientemente conforme nos acercábamos a ellos voy deslizándome hacia detrás de Aidan, como si quisiera esconderme detrás de su espalda, sin embargo este parece darse cuenta, ya que me mantiene con firmeza a su lado e impide de cierta manera que continúe queriendo esconderme detrás de él, al mismo tiempo que vuelve a apretar levemente mi mano, dándome a entender que me relaje y que no tenga miedo.

En el momento que llegamos frente a los hombres, estos solo se echaron a un lado dándonos espacio para entrar en el instante en que las grandes hojas de la puerta se abren hacia dentro. Por la forma en que estos se apartaron era más que obvio que conocían muy bien a Aidan, al menos lo suficiente para no preguntarle o hacer algún movimiento hacia él.

Al entrar al recibidor lo primero que me percato es de lo helado que está el lugar, literalmente siento al entrar como si el frío me abofeteara la cara con suma ímpetu. Miro hacia atrás y observo como la puerta se cierra detrás de nosotros una vez nos adentramos.

Vuelvo mi vista al frente, y conforme avanzamos escruto todo con atención.

Es un lugar bastante sombrío o más bien extraño. La sensación que emite al entrar resulta, al menos a mí, algo inquietante. Quizás sea por el silencio que rodea el lugar, o tal vez el frío que lo abraza o quizás el pesado aire que se respira aquí, o simplemente la ornamentación del entorno, que lo hace sentir como un lugar en el cual no me gustaría estar sola. Sin embargo, y fuera de todas las sensaciones subjetivas que puedo llegar a percibir, debo de admitir que es un lugar extraordinariamente bello. La decoración clásica moderna, pero más clásica, es sumamente grandiosa, la cual quizás es la que da le da ese aire de película de terror o de lugar embrujado, no obstante lo bello de todo no se puede negar ni dejar de observar.

Me encuentro en un enorme lobby, esa es la única manera en que puedo describirlo. Observo dos pasillos a los lados, y al pasar en medio de estos como los mismos parecen conectarse con otros. Al quedar justo en medio de todo, observo a Edwin venir hacia nosotros de uno de los otros dos pasillos que se encuentran más adelante, en total hay cuatro pasillos a los lados; dos al entrar y otros dos más adelante justo antes de llegar a las imponentes escaleras del lugar.

En el momento que Edwin se detiene frente a nosotros, su mirada se fija al instante en mí, su ceño fruncido me recorre de arriba abajo, sin embargo trato de ignorarlo, concentrándome en escrutar con fascinación el lugar. Escucho a Aidan decirle algo en aquel extraño idioma que me susurró aquella tarde en la universidad antes de soltar finalmente mi mano, y alejarse un par de metros para entonces empezar a hablar. Ni siguiera me preocupo o molesto por escuchar su conversación, ya me encuentro demasiado ocupada recorriendo el atrayente y flamante lugar en el que me encuentro.

Ahora que me hallo literalmente en medio de todo, puedo observar mi entorno sin quintar nada. Sobre mí se encuentra el candelabro de cristal más grande y hermoso que he visto en mi vida, este cuelga a una altura sublime justo en medio del lobby, parece un trofeo o un sol, que ilumina con deslumbrante perfección todo. Es extraordinariamente hermoso, y su despampanante tamaño solo encandila aún más a todo el que como yo, se detenga a observarlo.

Frente a mí, a unos metros de distancia, se encuentra lo que parece ser un ascensor que posiblemente descienda hacia alguna área subterránea, ya que este no simula poder elevarse porque el mismo goza de dos monumentales escaleras a los lados, las que guían al segundo nivel.

Desde donde estoy no puedo visualizar lo que se encuentra en el nivel superior, sin embargo debe de estar igualmente decorado con ese diseño divino, clásico moderno que adorna todo el lugar, el diseño que poseen las paredes, el suelo, el techo, las escaleras, todo general es majestuosamente imponente.

No sé dónde me encuentro exactamente y por qué nunca había escuchado o visto siguiera algo sobre este lugar tan bello. Tampoco entiendo por qué este mismo, y a pesar de su excelente mirar, se encuentra tan aparentemente desértico, o porque no hay nadie para recibir fuera de los chicos atemorizantes de la entrada o el joven que recibió las llaves, así como tampoco por qué este lugar goza de este silencio y aura tan hosco. El frío que hace me resulta bastante innecesario, tal pareciera quisieran generarle una pulmonía a cualquier visitante. Me muero de frío e igualmente de mucha curiosidad sobre este enigmático lugar casi escondido.

¿Dónde están todos?, ¿Qué es este lugar exactamente?, ¿Dónde está ubicado?, ¿Qué hacen aquí?, ¿Quiénes viene aquí?, ¿A qué ha venido Aidan exactamente?, ¿Qué es lo que viene hacer?, ¿A quién viene a ver?, ¿Acaso no hay un calentador aquí? Son pocas de las muchas preguntas que invaden mi cabeza en estos momentos.

Luego de unos minutos de estar contemplando el entorno, me es inevitable concentrarme en la conversación de Aidan y Edwin en el momento que ambos elevan un poco más la voz, así como finalmente los escucho hablar en el idioma que conozco, hablo y entiendo con facilidad.

— ¿Qué le has escuchado decir entonces? —Indaga Aidan.

—Se niega a hablarte, dice que no tuvo nada que ver, que resuelvan sus liadas ustedes, y recalca que tus problemas con su sobrino no tienen por qué incumbirlo a él. —Informa Edwin encogiéndose de hombros.

— ¡Ah no!, ¿entonces porque fueron sus empleados los que intentaron matarme? Que yo sepa nadie se mueve sin su autorización y mucho menos los gemelos. —Arremete Aidan con enojo.

— ¿Los gemelos? —Repite con escepticismo Edwin.

—Eran lo que conducían unas de las furgonetas. —Revela Aidan. —Además, dice que no le concierne, pero si le hago algo al imbécil de Walter vendrá corriendo a defenderlo. —Finaliza.

—Aun así, ¿realmente era necesario que vinieras hoy? podrían arreglar sus diferencias mañana —Establece Edwin, justo antes de que sus ojos se fijen en mí nuevamente, y se encuentren con los míos bien atentos mirándolos a ambos, así como bastante atenta de su diálogo a pesar de no entender nada.

—Mañana me encargaré de los valientes que se atrevieron a atacarme. —Responde Aidan con su voz un poco más ronca de lo habitual. De repente Edwin le hace una pequeña seña a Aidan con el rostro, el cual parece entenderla, ya que al instante gira a verme. Aidan me sonríe y parece querer relajarme mostrándome su sonrisa. —Ella está bien. —Informa al momento de volver su mirada a Edwin quien aún no me quita los ojos de encima. —Solo fue el susto, fuera de eso está perfecta. —Continúa como si yo no estuviera detrás de ellos, a tan solo unos dos metros de distancia escuchándolos—. Si le hubiera pasado algo... —Inicia y hace una pequeña pausa al voltear el rostro para verme. —No sé qué hubiera hecho. —Finaliza en forma de suspiro sin dejar de observarme.

—Hubieras entrado con una metralleta y en estos momentos estrías disparando a todo lo que se mueva y a lo que no también. —Responde Edwin con burla, Aidan se ríe y asiente como si no le pareciera descabellada su contestación. Ambos ríen sin embargo no sé si deba yo también hacerlo por lo que permanezco en silencio. Por alguna razón las palabras de Edwin no se escucharon como una broma o algo semejante.

De repente Aidan me extiende el brazo indicándome que me acerca, y eso hago sin embargo no tomo su brazo, simplemente me acerco hasta quedar a su lado. El rostro de Edwin nuevamente se halla serio y la sonrisa que cargaba se desvaneció en cuanto me acerque. Me sentía incómoda y no sé hasta qué punto mi cuerpo no me delata.

—Iré a hablar con alguien, para resolver lo sucedido y asegurarme de que no vuelve a suceder. Trataré de hacerlo lo más rápido posible, pero mientras y como no puedo permitir que me acompañes, te quedaras con Edwin, él te...

— ¡Espera ¿Con quién?! —Exclama Edwin interrumpiéndolo incrédulo al escucharlo. Aidan ni siquiera se molesta en el levantar la mirada de mí para girar a verlo. —Te dije que no Aidan, no pienso estar de niñero. No me gustan los niños y lo sabes. —Gruñe.

— ¿Madison te parece una niña? —Inquiere con escepticismo al momento de elevar su mirada hacia él. Edwin me recorre con la mirada, simplemente lo observo a ambos en silencio. Aidan arquea las cejas en espera de su respuesta. Edwin frunce el ceño para entonces decir en tono molesto.

—Además mira cómo está vestida. —Señala, sin dejar de observarme, he de admitir que su acusación me desconcierta.

Inconscientemente me recorro a mí misma con la mirada, no sé de qué habla, no estoy mal vestida. Llevo puesto una falda de cuero negra de cintura alta ajustada hasta mediados de mis muslos, unas botas altas del mismo color hasta mis rodillas y un crop top de mangas hasta los codos del mismo color. Vestida del mismo color con joyería plateada, mi bolso se me había quedado en el auto, sin embargo no estoy mal. Solo es un tercio de mi abdomen que se deja al descubierto entre la división de mi top y la falta. Es tan sutil qué pasa desapercibida, no sé de habla Edwin.

Con mi celo fruncido elevo mi mirada a ellos, Edwin me observa y Aidan porta la misma expresión que ha de tener yo.

— ¿Qué tiene? Yo la veo hermosa. —Establece Aidan al darme una mirada rápida antes de volver su visita Edwin, quien lo ve con ojos entrecerrados.

—Este lugar está repleto de hombres Aidan, y tú sabes que clases de bestias. —Recrimina. —Realmente no entiendo por qué la has traído. Traerla contigo resulta más arriesgado que haberla dejado tomar un taxi, ¿sabes lo que pasará?... La estas relacionando directamente contigo sin preparación previa. ¿Qué necesidad tenías de involucrarla en esto? —Cuestiona sin entender. A pasar de que obviamente Edwin no me quiere aquí, debo admitir que por lo que dice y por cómo lo dice, parece más preocupado de que Aidan esté metiéndome a lo que sea que insinúa, a qué le moleste yo en general, lo que me resulta aún más desconcertante.

—Yo no la estoy involucrando en nada, porque ella no sabe nada. No iba a dejar que se marchara sola luego de lo sucedido. Además no le pasará nada porque tú te quedarás con ella. —Manifiesta con algo de fastidio.

— ¡Ajá! Y me la subes a mí al hombro. Admite que fue estúpido traerla. Ahora todos sabrán de ella y cómo estamos ahora tú no estás preparado para asumir las consecuencias Aidan. —Lo acusa.

—Edwin empiezas a incomodarme. ¿Qué insinúas que no me preocupo por Madison? ¿Qué no me angustia su seguridad? A ti no te preocupa más su vida que a mí. Así que no cites lo contrario. —Arguye con seriedad.

—Por supuesto que no me importa, me preocupa tu seguridad, la mía, la de nuestra gente y los problemas que estás dispuesto a ignorar por ella. Yo no pienso sentarme a ver cómo arriesgas o lías todo por un capricho. —Rezonga.

— ¡Прихоть! —Gruñe antes de empezar a manifestar nuevamente en este idioma que no conozco cosas que no entiendo, pero que por su tono de voz sé que ha de no ser nada grabable.

Realmente me resulta incómodo sobre manera que hablen de mí como si no estuviera y más cuando se trata sobre si debo o no estar aquí. Sabía que sobraba desde antes de venir, pero tampoco espere que me lo hicieran sentir así. Aidan empieza alterarse lo que empieza a asustarme y provocarme la idea de salir corriendo sin mirar atrás.

Aidan continúa reprendiéndole todo tipo de cosas a Edwin en un tono de voz algo alterado, mientras Edwin lo observa con serenidad, y una vez este hace una pausa dice.

—No tienes por qué desquitarte conmigo, solo estoy preocupado y te advirtiere siempre del peligro aunque enloquezcas en mi contra. Ella no debería estar aquí, y no me importa lo que digas te lo seguiré recalcando, porque sé, que dentro de ti sabes que tengo razón aunque quieras ignorarlo. —Sostiene Edwin. Y ya no puedo sentirme más incómoda.

—Aidan de verdad estoy bien. Yo puedo irme a casa. Es lo mejor. No quiero, ser molestia ni molestar o incomodar a nadie. Además realmente sí me quiero ir a casa, y sé que puedo irme sin problema. —Establezco, al momento de tomar ligeramente su sudadera y halar suavemente está para llamar su atención.

No quiero ser la culpable de una discordia entre amigos. Además no es como que si deseo quedarme en este lugar tan hosco y frío.

—Estoy de acuerdo. Me parece increíble. Ella es más sensata que tú. Yo me propongo a llevarla casa. —Me anima Edwin, pero Aidan niega tajante con ceño fruncido.

—Te dije que no Madison. No le prestes atención a Edwin. —Dice con frustración mirándome, no digo nada. —Y tú, sé bueno y no me pongas de mal humor y no me hagas enojar. —Arremete contra Edwin al momento de elevar y girar su rostro para verlo. —Quédate con ella, trátala bien, cuídala, y espera paciente a que vuelva. Es una orden. —Manifiesta con seriedad. Edwin suelta un suspiro, pero no dice nada, lo que da por terminado la conversación.

De repente Aidan vuelve a mirarme esta vez su rostro ya no está serio, me sonríe con dulcera y sin previo aviso toma mis manos, al tomarlas su rostro se frunce.

—Estás helada. —Expone, y entonces lo veo ver rápidamente en todas las direcciones, para después soltar mis manos, por un segundo observo cómo este eleva un poco su sudadera como si fuese a quitársela, pero de la nada su vista se fija en Edwin quien con solo ver la nueva expresión que ha tomado Aidan niega tajante. Resulta sorprendente lo mucho que se conocen, con solo una mirada saben lo que quiere o planea el otro, parece como si se comunicaran telepáticamente. —Quítatela. —Manda sin más a Edwin señalándole la gabardina marrón claro que lleva puesta, no puedo evitar sorprenderme al escucharlo.

Edwin lo mira incrédulo, pero al ver cómo este le extiende su mano y hace un gesto de que lo haga, bufa para luego empezar a quitársela.

Edwin viste un suéter fino de cuello alto y mangas largas de color negro, unos jeans del mismo color, unas botas bajas marrón oscuro y adornando su brazo izquierdo un reloj de gran tamaño. A decir verdad Edwin tiene un buen vestir. Al quitársela la gabardina que llevaba puesta se la extiende a Aidan y este al instante la abre y me indica que meta el brazo, niego avergonzada, pero al insistir no me queda de otra que hacerle caso, ya que por lo poco que he llegado apreciar de Aidan, cuando dice o quiere algo no hay no que lo hago retroceder, además si me estoy muriendo de frío.

Una vez termina de acomodarme y abrocharme parcialmente la gabardina embolsa una sonrisa y estoy segura de que es por cómo me veo. Me queda estrepitosamente enorme, bueno si a Edwin le llegaba a las rodillas que mide como 1:90 quizás más, a mí me llega literalmente a las botas que traigo, y no me rueda al suelo porque las mismas tienen tacón alto.

—Volveré pronto. Quédate con Edwin. Cualquier cosa, luego me cuentas sin temor ¿ok? —Avisa y asiento. Aidan me sonríe para luego posar su mano izquierda en mi cabeza y despeinar este ligeramente para luego alejarse. —Позаботься о ней. И для вашего же блага лучше не расстраивать ее и не заставлять ее чувствовать себя плохо. —Dice en tono de advertencia al detenerse de lado de Edwin. No entiendo que dice, pero observo cómo el rubio solo rueda los ojos en forma de respuesta.

Observo a Aidan alejarse y de repente siento una opresión tan fuerte en el pecho, que por unos segundos se me corta la respiración, una idea desagradable se apodera de mi mente, y entonces segada y gobernada por una angustia corro hacia él y lo tomo de la sudadera justo en el momento que coloca un pie en las escaleras. Aidan gira a verme, en su rostro puedo ver la confusión y asombro.

— ¿Vas a estar bien? ¿Cierto? —Inquiero y mi pregunta sale casi en un susurro. Al verlo alejarse, de la nada el pensamiento de que quizás se esté dirigiendo hacia algo o alguien que ponga su vida en riesgo, o que quizás sea la última vez que lo vea, me atormenta al grado que al correr hacia él no pienso en mis actos. El impulso se apoderó de mí. — ¿Volverás? ¿Verdad? —Cuestiono y realmente no sé cómo he debido de escucharle o cómo debe de haberse visto mi cara al preguntarle, sin embargo al ver cómo me sonríe con dulzura así como me observa con ternura, pienso que quizás me he oído como una niña asustada.

Aún sin quitar esa expresión, Aidan gira por completo hacia mí y toma mis manos.

—Estaré aquí antes de que te desespere por completo Edwin. —Asegura con gracia, aunque se escucha más cómo una promesa. Lo miro con inseguridad. —Lo prometo. —Sostiene, y simplemente suspiro.

De la nada Aidan lleva su mano izquierda sobre para terminar apoyando con suavidad esta mi cabeza.

—Arreglaré todo lo más pronto posible. —Me dice mostrándome una cálida sonrisa, al momento de agachar la cabeza para que su rostro quede casi a la altura del mío.

Al ver su expresión y la manera en la que ha empezado a acariciar mi cabeza como si fuera una niña o un perro, me hace pensar que quizás me he escuchado y vista demasiado temerosa de que se vaya y le suceda algo o simplemente de que una vez se marche no pueda volver a verlo. No quiero que piense que soy asustadiza o una niña y mucho menos que estoy que me estoy aferrando a él, por lo que intento al instante en una justificación de mi acto impulsivo.

Permanezco en silencio por alrededor de un minuto, hasta que finalmente pienso en algo.

—Me prometiste que me darías una explicación, así que debes regresar a dármela. —Lo acuso, al mismo tiempo que trato de justificar mi actitud desesperada de que no retorne a mí, sin embargo luego de decirlo no sé si termino siendo como esperé.

Aidan me observa de una manera indescriptible, sus ojos se iluminan y su sonrisa se amplía. De repente y sin decirme nada, me pega a él y me besa con intensidad, aturdida le sigo el beso. Resultó corto, pero con el sentí como si todo mi cuerpo se relajara y fue su respuesta a mis preocupaciones. Al colocar sus manos en mis mejillas para luego separarse como si a la vez no deseara hacerlo me dice a unos centímetros aún de mis labios: —Regresaré a darte las explicaciones, pero no será lo único que te daré. —Me susurra para luego darme un beso fugaz, que lo único que hizo fue despertar mi deseo y dejarme a medio despertar. No digo nada. Mi respiración está agita al igual que la suya, pero así sin decir más libera mi rostro de sus manos y se endereza por completo, para así lleva sus labios a mi frente y depositar un corto beso en la frente, el cual aun así resultó más largo que el último que me dio en los labios, y seguidamente al separarse marcharse sin más.

Los observo alejarse y subir las escaleras de dos en dos hasta que llega al segundo piso y desaparece de mi campo de visión, dejo escapar un largo suspiro de mis labios para luego permanecer en silencio. ¿Qué me está pasando con Aidan? Me pregunto a mí misma al sentir mi cuerpo y ser bailar en unas fiestas de sentimientos y emociones que me desconcierta por completo.

Permanecí tan hundida en mis pensamientos cuando se marchó que ni siquiera me di cuenta cuando Edwin se acercó a mí, por lo que en el momento que regresó a la realidad me sobresaltó un poco al verlo con su rostro serio observándome de arriba abajo a mi lado. Frunzo el ceño al mismo tiempo que me alejo unos centímetros hasta quedar casi pegada a la pared de la escalera.

Durante unos minutos que para mí se sintieron horas, Edwin permanece en el mismo llegar observándome con esa expresión de mal amigo. Trato de ignorarla desviando mi mirada hacia cualquier cosa, pero es tan intensa que termino por desesperarme, así que elevo mi mirada a él.

—Oye, yo tampoco quiero estar aquí, y mucho menos contigo, pero no tengo de otra, así que por favor sé paciente y ten conciencia, no me mires así que me siento muy incómoda. —Pido desesperada, al mismo tiempo que me abrazo a mí misma. El frío de la estancia donde estamos parece solo incrementarse.

—Dámela. —Ordena señalándome su gabardina. Edwin me extiende su mano para que se la dé pero niego.

—Tengo frío. —Objeto lo obvio mientras niego. —Te la devolveré en cuanto me vaya, o la temperatura suba. —Aseguró. Edwin me mira con su ceja izquierda arqueada. Pero lo ignoro e intento meter mis manos en la los bolsillos gabardina, pero esto me quedan a las rodillas así que no me queda de otra que abrazarme para darme calor. Soltando pequeños suspiros, me recuesto de la pared que tengo detrás, al mismo tiempo que observo a Edwin, quien me mira de una manera que no puedo describir, sin embargo en ese mirar tan extraño se asoma una sonrisa de posible burla.

Pasan los minutos y Edwin finalmente se mueve y se acerca a las escaleras, sube cinco escalones de esta para luego sentarse pegado de la barandilla. El silencio nos arrolla, sin embargo no resulta incómodo, simplemente es eso, silencio.





Pasaron treinta minutos, quizás más, y nada de aparecer Aidan. Llevo mi mirada a Edwin quien se encuentra en el mismo lugar, sentado con sus piernas estiradas, es tan alto que estás casi llegan al final de las mismas, con sus ojos cerrados parece estar dormido. Mientras yo siento que me estoy congelando viva. Todo mi cuerpo no deja de temblar, empiezo a sentir un hormigueo en mis manos y mis piernas se me han entumecido. Mis dientes han pensado a titilar así que decido preguntarle antes de morir de hipotermia.

Me incorporo y alejo de la pared en la que me encuentro recostada, para luego acercarme a Edwin, sin embargo en el momento que doy el primer paso en las escaleras, mis piernas falsean por lo que termino cayendo sobre él. Edwin se despierta al instante, sobresaltado observa a su alrededor.

— ¿Qué pasó? —Inquiere al detener sus ojos verdosos en mí. Su voz medianamente más ronca de lo habitual deja a relucir que efectivamente se había quedado dormido, ya que tiene la típica voz de recién levantado. — ¿Qué sucede? ¿Te paso algo? ¿Alguien te ha hecho algo? —Interroga aturdido al momento de tomarme por los brazos y ayudarme a incorporarme. Edwin se pone de pie y me ayuda al mismo tiempo a mí de hacer lo mismo. — ¿Qué pasó? —Vuelve a cuestionar mirándome aún sin soltarme. Permanezco durante unos minutos en silencio. Edwin me recorre de arriba abajo con la mirada así como observa a nuestro alrededor, como si estuviera buscando al responsable de mi caída. — ¿Qué te pasa? ¿Te sientes mal? ¿Te duele algo? ¿Qué sucedió? —Interroga y la preocupación ya sea visible tanto en su rostro como audible en su voz. De repente Edwin lleva sus manos a mi rostro y deposita las mismas en mis mejillas, su mano helada hace que todo mi cuerpo se estremezca al sentir el tacto. Edwin me examina con suma atención, su mirada, sus manos sobre mis mejillas terminan por hacerme reaccionar. —Explícame Madison.

—No me pasó nada, nadie me hizo nada, solo me caí. Lo siento. —Respondo con voz tenue mientras ahora pequeñas y simultáneas pausas entre cada palabra, ya que empezaba a sentirme un poco sofocada por el frío.

Edwin suspira al escucharme, como si lo aliviara que mi acción no fue producida por nada más que mi torpeza, al mismo tiempo que aleja sus manos de mi cuerpo, lo que agradezco.

— ¿Sabes... Tú... Cuánto tiem...po demorará... Aidan? ¿Crees que... tarde... mucho? —Inquiero tartamudeado por el frío. Edwin me observa con señor fruncido para luego tomar su previo aviso mis manos sobresaltándome. —¿Qu-e haces..? —Chillo al instante. Edwin no dice más que un "Ven conmigo" para luego guiarme piso arriba.

Edwin me guía por el segundo nivel, no tengo idea a donde me lleva, pero donde fuese si el frío es menor lo seguiré. Al llegar al segundo piso observo la escenografía del lugar. Las paredes totalmente cubiertas de relieves clásicos a modo de frisos, el suelo de blanco porcelanato con algunas líneas rojas que le dan modernidad y vida a todo. Es totalmente hermoso.

Mientras avanzó recto por el largo pasillo que conecta con otros a los lados, voy observando cómo está adornando todo, del techo cuelgan pequeños candelabros de cristal, separados por unos metros los unos de los otros, todo fluye con elegancia y belleza. De repente Edwin dobla a la izquierda, este parecía un pasillo de un hotel, un camino largo, con varias puertas a los lados, y dos pequeñas lámparas al lado de cada una de las puertas, iluminando de esta manera el pasillo y las mismas.

Luego de avanzar un poco y girar hacia otro pasillo para luego seguir avanzando un par de metros, Edwin se detiene frente a una de las puertas e introduce un código para que esta se abra, al hacerlo pasa llevándome consigo.

Al entrar la habitación esta, está adornada de la misma forma que todo el edificio, clásico moderno y elegante. Edwin finalmente suelta mi mano en el momento que me adentro más a la habitación. Escucho el sonido de la puerta al cerrarse a nuestras espaldas.

El cuarto es una especie de habitación de hotel/departamento, ya que al entrar lo primero que nos encontramos es una sala, un poco más atrás de esta lo que parece ser una cocina pequeña, y logro ver lo dos puertas a lo lejos.

Observo a Edwin dirigirse directo a la cocina para luego una vez en esta encender la estufa, arrugo un poco mi rostro confundida, ¿Acaso se va a poner a cocinar? Me pregunto a mí misma, pero entonces este me busca con la mirada y al ver que permanezco en el mismo lugar, frunce la cara y se acerca a mí, para luego tomar mi mano y guiarme a la cocina. Lo sigo aturdida, pero no digo nada.

Al llegar y quedar al frente de la estufa, Edwin suelta mi mano para entonces acercar la suyas a las llamas de la hornilla que ha encendido, mientras las va moviendo lentamente, básicamente está calentando sus manos como si se tratara de una chimenea o fogata, la estufa.

Lo observo con atención, al mismo tiempo que me planteo hacer lo mismo. Estaba a punto de hacerlo, cuando entonces este aleja finalmente las manos de la hornilla para sin decir nada tomar mis manos y arroparlas con las suyas. Su tacto estremeció todo mi cuerpo, pero al mismo tiempo el calor ahora de sus manos sobre las mías le dio un gran alivio a las mismas, por lo que no digo nada.

Durante aproximadamente un minuto Edwin estuvo calentando mis manos, y a decir verdad logro hacerlo ya no la sentía entumecidas. En el momento que sueltas mis manos vuelve a llevar las suyas a la hornilla y ahí las mantuvo alrededor de treinta segundos. Me encontraba acariciando mis manos cuando de repente me sobresalto en el momento que Edwin lleva sus manos esta vez a mi rostro. Depositando las mismas en mis mejillas, sus manos enormes cubren literalmente todo mi rostro.

Estoy temblando un poco, pero no sé si es por el frío, ya bastante reducido en mí o la situación y cercanía en la cual me encuentro con él. Quiero decirle que no es necesario que haga esto, pero las palabras no pueden ser dichas por mis labios. Llevo mi vista a Edwin, pero este no me mira, sus ojos están fijos en algo por encima de mí, y por un pequeño gesto qué hace es más que obvio que evita encontrarse con mi mirada, por lo que simplemente cierro los ojos. El calor que le están proporcionando sus manos a mi rostro resulta bastante agradable a confesar.

— ¿De dónde eres? —Inquiere de la nada, justo unos segundos después de que cerré mis ojos. Vuelvo abrirlos, y entonces me encuentro con sus ojos esmeralda intensos mirándome fijamente, de la nada Edwin cubre mis ojos con sus manos, sus manos enormes pueden cubrir todo mi rostro con sus manos sin problemas y eso es lo que hace, hasta que finalmente agarro sus manos con las mías y las quito lentamente de mi rostro.

—Telluride, Colorado. Viví toda mi vida ahí hasta ahora. —Contesto su pregunta al soltar sus manos ya lejos de mi rostro.

— ¿Y qué haya no nieva? ¿Por qué...

—Siempre he sido intolerante al frío. —Contesto sin más, interrumpiendo.

—Mal sitio para crecer entonces, ¿no? —Comenta son cierto tono de burla y asiento. Tiene razón.

Edwin vuelva a llevar sus manos a la hornilla para calentar sus en esta por unos segundos, para luego volver a tomar mis manos y cubrirlas con las suyas.

—Realmente no tienes por qué hacer esto. Ya estoy bien, gracias. —Aseguró y agradezco con sinceridad.

—Si te pasa algo Aidan va a matarme. —Dice sin más, al momento de darme una sonrisa plana. Edwin vuelve a acercar sus manos al fuego para luego llevar las mismas a mi rostro.

— ¿Solo lo haces por Aidan? —Cuestionó, mirándolo.

—No. —Responde al instante al fijar su mirada en mí, lo observo con recelo. —Aunque no lo crees, yo soy un caballero, no voy a dejar que una niña se me congele al frente. —Establece con cierto tono de burla por lo que me es inevitable no rodar los ojos y fruncir mis labios, no obstante Edwin solo sonríe. Le ha debido de hacer gracia, pero lo alejo de mí para posteriormente salir de la cocina, dirigirme a la sala y sentarme en el gran sofá de cuero.

— ¿Qué es este lugar? —Cuestiono al sentarme. — ¿Un hotel o un resort? —Curioseo.

—Es una casa de diversión. —Responde Edwin aun desde la cocina, lo escucho mover o hacer algo en esta.

— ¿Una casa de diversión? —Inquiero confundida. —Yo no he veo ningún juego. —Comento.

—El hecho de que no lo hayas visto no significa que no estén. —Sostiene Edwin en un tono bastante intrigante, al salir finalmente de la cocina. Trae en la mano una botella de whisky, dos vasos con hielo y una botella de agua.

— ¿Y qué clase de juegos hay aquí? —Curioseo mirándolo.

—Es una casa de diversión. No un parque de juegos. —Me corrige al momento de sentarse en el sofá que queda frente a mí.

— ¿Y qué clase de diversión hay aquí entonces? —Inquiero. Edwin eleva su mirada hacia mí y me mira fijamente unos segundos, para entonces decir con desinterés.

—Ninguna para ti, eso te lo puedo asegurar. —Afirma, al momento de colocar todo lo que tenía en las manos, en la mesita qué hay entre medio de ambos.

— ¿Entonces? —Insisto, ya que está dispuesto a responderme, debo de aprovecharlo.

—Depende, hay todas clases de diversiones, y si llegas a pedir una que no hay, aquí se encargarán de crearla para ti. Para que puedas gozar de ella. —Informa, sin embargo el tono de voz que usó para decirlo no me produjo ningún sentimiento agradable.

—No sé, pero algo me dice que realmente no es divertido, agradables o legales, lo que sea que se pueda hacer aquí. —Murmuro mirándolo mientras arropo con la gabardina.

—Ninguna acorde para ti, por supuesto. —Sostiene, al momento de empezar a servirse whisky en uno de los vasos.

— ¿Y vienes mucho a divertirte tú aquí? —Indago.

—Solo vengo por negocios, o... cuando pasa algo. —Hace una pequeña pausa—. Pero, eso es algo que a ti no te incumbe y mucho menos debe generarte curiosidad. —Suelta sin más, y a pesar de que sus palabras fueron y se escucharon algo tosca las ignoro.

—Y si hay tantas personas aquí divirtiéndose. ¿Por qué no he visto a ninguna o he escuchado algo? —Continuó interrogando.

—Porque todas las paredes de aquí son aislante de sonido. —Revela. —Podría estar descuartizándote viva aquí ahora mismo, y te aseguro que nadie aún se pegará a la puerta, escucharía tus gritos. —Asegura, y no puedo evitar estremecerme de solo pensar en lo crudo de su ejemplo. — ¿Algo más que quieras saber? —Pregunta Edwin con su ceja izquierda arqueada, mientras me observa con gracia.

— ¿Crees que tarde mucho Aidan? —Inquiero, y este sonríe como si no pudiese evitarlo.

—Yo sé lo que sabes tú, o sea nada. No tengo idea. —Dice y al finalizar se toma de un trago el poco whisky que se había servido en uno de los vasos.

—Pero él habló contigo antes. —Lo acuso.

— ¿Lo escuchaste decirme una hora a la que regresaría o los minutos que le tomarías? —Inquiere en el mismo tono de voz que implemente anteriormente. No digo nada. —Exacto. —Finaliza, luego de unos minutos al ver que no iba a contestarle. —Solo nos toca esperar y rezar porque Aidan realmente este resolviendo un problema y no metiéndose en otro. —Establece por lo bajo antes de darle otro trago a su bebida.

— ¿Y Aidan frecuenta mucho aquí? —Indago luego de unos segundos de silencio. Edwin me observa durante un tiempo fijamente, como si estuviera cuestionándose si puede decirme o no, lo que me pone finalmente nerviosa.

—Si lo que pregunta es si acostumbra a venir a divertirse aquí, la respuesta es no, al igual que yo, solo vienen por negocios o cuando pasa algo semejante a lo que les sucedió a ambos. —Inicia luego de un par de minutos. Me acomodo un poco mejor en el sofá mientras internamente por alguna razón me siento aliviada de la repuesta de Edwin, sin embargo como si este hubiera percibido mi alivio repentino y quisiera eliminarlo continua. —Aidan ya cuenta con su propia casa de diversión, claro es un poco más pequeña porque es solo para él, sin embargo no por eso deja de ser igual de eficiente y confortable. —Finaliza en un tono bastante particular. Solo asiento pensativa. —No preguntes si no estás segura de escuchar la respuesta. Ese el mejor consejo que puedo darte Madison. —Masculla antes de empezar a servirse otra vez whisky en el vaso. Pienso un poco en lo que me dijo, sin embargo al final sé y me digo a mi misma que yo sí quiero saber.

— ¿En qué trabaja Aidan exactamente? —Curioseo sin más, en el momento en que Edwin se disponía a darle un trago a su bebida.

— ¿Realmente quieres saberlo? —Pregunta de vuelta, nuevamente en ese tono que me hace dudar. —De igual manera no seré yo quien te lo diga. Ya esos temas lo discutirás tú con él. —Manifiesta antes de que pudiera contestar su pregunta. Suspiro resignada. — ¿Quieres un trago? —Me invita de repente, al momento de tomar el otro paso y escurrir el agua que se había apodado al final del mismo por el hielo que se había estado derretido por el paso del tiempo, en un pequeño cactus que había en la mesita.

—Creo que sí, necesito un trago. —Asiento. Edwin me sirve un poco en el vaso para luego extendérmelo.

— ¿Puedes tomar? ¿Tienes edad para hacerlo? —Inquiere alejando del vaso, en el momento me disponía a tomarlo.

—No te preocupes, puedo cuidarme a mí misma, y sí, puedo tomar. —Respondo algo fastidiada, sin embargo Edwin me observa con recelo, mientras frunce el entrecejo y los labios.

— ¿Así? ¿Tienes veinte y uno? —Me cuestiona, arrugo la cara. Debe estar burlándose de mí. —Si es así muéstrame tu identificación. —Ordena, alejando el vaso y extendiéndome su otra mano para que se la pase.

—La he dejado en el auto. Deja de molestar y dámelo y si vas a hacerlo. —Gruño, pero este niega.

—Sí, no la tienes, entonces toma agua. —Manifiesta al momento tomar la botella de agua que traía antes y extendérmela.

— ¡Eres un imbécil Edwin! —Chillo molesta, pero este solo se encoge de hombro mientras me insiste que la tome. —Eres un ridículo imbécil. —Escupo furiosa al momento de tomar la botella, lo que provoca que este sonría son satisfacción.

—Soy un hombre precavido, así me gusta clasificarme. Toma agua, es mejor para la salud. —Establece con tono burlón. Ruedo los ojos, al mismo tiempo que intento abrir la botella, pero al no lograrlo por lo dura de la sellada se la extiendo a él. — ¿Qué tal te pareció la pelea? —Curiosea al momento de pasarme nuevamente la botella ya abierta.

—Estuvo bien, aunque la verdad no... —Al escuchar lo que estoy diciendo, me callo en seco. — ¿Qué pelea? —Inquiero haciéndome la desentendida, Edwin me observa con su ceja izquierda arqueada. — ¿Cómo sabes que fui a la pelea? —Cuestiono.

—No lo sabía. Pero supuse que lo harías. ¿Llegaste tarde cierto? —Promulga al momento de darle un trago a su bebida.

—Sí, solo puede ver el último asalto, estuvo bien. —Respondo, antes de darme un trago de agua. — ¿De qué te ríes? —Aturdida en el momento que este empieza a reír.

—De nada, solo me da gracia. Ya quiero ver la cara de Aidan cuánto te pregunté por la pelea y le digas que solo estuvo bien. Tanto a largarla para que digas eso. —Revela en tono de burla.

— ¿Cómo que alargarla? ¿Qué insinúas que no gano antes porque no quiso? ¿O qué... —Inicio con suspicacia, pero Edwin me interrumpe.

—Cree lo que quieras. —Dice aún riendo. —Él no te vio en ningún momento... —Continúa luego de unos minutos, una vez dejo de reír.

— ¡¿Cómo iba a verme con todas las personas que tuvieron ahí?! —Exclamo interrumpiéndolo.

—Aidan, le había dejado bastante claro a los de seguridad que una vez llegarás te guiarán directo a un área especial, pero ya los confrontaras después. —Revela y ahora es cuando entiendo, el porqué de la actitud de los hombres, cuando me vieron.

— ¿Cómo sabía él que iría?

—Le dije que lo harías. —Dice sin más. Arqueo las cejas.

— ¿Y tú cómo...

—Lo supuse. Aidan te gusta, te llama la atención, por lo que obviamente has estado o trato de conseguir información sobre él y está bien. Me parece correcto que investigues sobre el terreno que quieres poseer... Sabía que irías. —Sostiene y me es inevitable arrugar un poco el rostro. —Tienes la edad y te ves como una niña, pero no lo eres. Yo sé que no lo eres, sin embargo para Aidan aún si lo eres. No sé si me entiendes. —Argumenta y niego mirándolo.

—No, no te entiendo. Pero me parece que supones mucho. —Comento con serenidad.

—Quizás. Pero por lo general acierto mucho en mis suposiciones. Aidan no es un hombre para ti y tú no eres una chica para él. Siéndote completamente honesto no creo que alguien en general lo sea. Y no me malentiendas no lo digo por ti sino por él. Llevo mucho tiempo con él, lo conozco muy bien. —Enuncia y solo suspiro para mis adentros, porque sé que empezará con lo mismo. —A veces he llegado a pensar que lo conozco mejor que él mismo. —Sostiene. —De hecho, no me sorprende que te guste, sino que tú le llames la atención, y no me malentiendas, solo es que no creo que le hallas llamado la atención solo porque eres linda. —Establece y no puedo evitar abrir ampliamente los ojos. —El interés que muestra por ti sin importarle nada. Me preocupa. —Confiesa mirándome. Lo miro sin entender y este parece entender mi expresión. —Sabes, Aidan no es un hombre que hace algo por nada. Él es... muy metódico, cada paso que da, cada palabra que sale de su boca fue procesada, analizada, esculpida y practicada antes. Por lo que mostrarse interesado en ti, así sin más, sin importarle en los problemas que puede meterse tanto a él mismo como a ti me resulta inquietante. Pero lo voy a averiguar, voy a descubrir que es lo que quiere o le pasa exactamente contigo. —Asegura y no puedo dejar de sorprenderme al escucharlo.

— ¿Y qué harás? —Cuestiono, Edwin me observa confundido.

— ¿Cómo? —Inquiere sin entender.

— Una vez lo descubras... ¿Qué harás? —Indago, las palabras salen sola de mi boca, realmente quería su respuesta, pero pasan los segundos y este no parece querer decirme o siguiera tener una contestación a mi pregunta por lo que le digo. — ¿Te puedo dar un consejo? —Preguntó—. ¿Por qué no mejor te preocupas de tu vida y dejas a Aidan vivir y hacer con la suya lo que plazca? —Suelto sin más antes de que este me contestara, al final no fue un consejo, sino una pregunta que salió de mis labios.

— ¿Te ofendí? —Pregunta algo apenado, al menos eso parece, rápidamente niego.

—No, la verdad no, solo pienso que estas un poco, mucho —me corrijo— apegado a Aidan. —Comento, Edwin me observa de una manera que no puedo describir. —Cómo estás acostumbrado a decirme esto a mí, te lo diré yo a ti ahora. —Aviso—. Aidan no es un niño. Es un hombre que tiene decisión propia y es libre de hacer lo que quiera sin tener que consultarle a nadie. —Le recuerdo, lo observo entreabrir los labios para responderme, pero no le doy la oportunidad de interrumpirme. —Aunque estés verdaderamente preocupado por él, yo creo que hay una línea muy delgada entre estar angustiado por la vida de alguien y querer ayudarlo o prevenirlo en las malas decisiones que este puede llegar a tomar, a querer manejarle la misma. —Promulgo con serenidad.

—Aidan solo me tiene a mí, nadie lo entiende y lo conoce mejor que yo. Yo sé que aunque no lo parezca él me necesita. —Se justifica, mis palabras parecen haberlo afectado un poco aunque tratar de ocultarlo.

—O tú lo necesitas a él. —Alego sin más.

—Quizás. —Murmura ya pensativo.

Observo cómo Edwin poco a poco se va hundiendo en sus pensamientos y he de admitir que hago lo mismo. No sé por lo que hayan pasado ambos, ni el apego que ambos se tengan. Tampoco entiendo lo que sucede exactamente. Sin embargo, debo reconocer que las palabras de Edwin me han consternado casi igual o quizás más de lo que las mías lo han puesto a pensar a él. ¿A qué se refirió con eso de que Aidan no hace algo por nada? ¿En serio quiere algo de mí más allá de lo que yo pienso? ¿Hay realmente algo oculto detrás de que se haya acercado a mí? No lo sé, pero ahora más que nunca quiero averiguarlo.


°~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~°


Si la historia les gusta no olviden dejarme una estrellita 🌟 o un comentario 💬 aunque no lo crean eso me ayuda y ánima mucho. 😊

🎈Capítulo dedicado a patty-perez gracias por votar siempre querida.😊


¡Gracias por leer! (^̮^)

Continue Reading

You'll Also Like

2.5M 153K 79
TERCERA PARTE DE "Eres mía, preciosa" Después de todo lo sucedido en la vida de Mía y de Marcos, parece que el amor ha ganado... ¿O todavía es muy p...
1.4M 67.4K 66
La asesinaron un 23 de octubre, y desde entonces todos se preguntan: ¿Qué le pasó a Elizabeth Parker? Venus, la protagonista, tras el reciente asesi...
585K 48.6K 34
Nora y Tayler han superado los obstáculos que el padre de Nora ha puesto en sus vidas y aunque parece que podrán continuar con su historia de amor, a...
76.7K 6.7K 26
El introvertido pianista Ian Hudson, es totalmente opuesto a la extrovertida e intrépida Maia Paterson. Pero así como en el piano hay teclas blancas...