ALÉJATE DE MÍ

By Cristina_maxiel

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Siempre creí que todo lo malo que pasaba en mi vida era culpa de mi mala suerte o producto de las malas decis... More

SINOPSIS
BOOK TRÁILERS
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29

CAPÍTULO 11

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By Cristina_maxiel

Narra Madison Willson

Me pongo de pie para irme a duchar, cuando de repente empiezo a escuchar mi teléfono sonar desde mi mochila. Seguro es Hanna, eso pensé. Avanzo hacia mi mochila la cual había dejado arrumbada en la entrada. Al tomarla saco mi teléfono del bolsillo donde lo guardo y tiro la mochila al sofá. Al observar la pantalla del celular me doy cuenta de que no es Hanna, es de un número oculto. Con ceño fruncido tomo la llamada.

Llamada entrante.

—Habla Madison. —Digo al tomar la llamada. —Hola. —Pronuncio al pasar unos minutos y no escuchar más que una fuerte respiración acelerada de la persona al otro lado. —Colgaré. —Amenazo al no obtener respuesta. Quienquiera que sea tarda unos segundos en hablar, y justo lo hace en el momento que me disponía a cerrar.

—Me traicionaste Madison. ¿Por qué? —Es un hombre. Su voz grave con un ligero, pero audible acento extranjero, emite las palabras con evidente decepción.

— ¿Quién es? —Indago seria con el ceño fruncido, pero no me responde. — ¿Qué es lo que quieres de mí? —Pregunto un poco alterada luego de unos segundos.

— ¿Cómo pudiste delatarme con él Madison? ¿Sabes los inconvenientes que ello me traerá? ¡Me arruinaste todo! —Recrimina molesto, y por el eco que se escucha al fondo estoy segura de que se encuentra en un lugar vacío y posiblemente amplio, el resonar de sus palabras no solo se escuchan de vuelta en forma de eco atreves de la línea, sino que parecen alejarse.

— ¿De qué está hablado? —Inquiero ofuscada, sin embargo, no me dice nada, solo lo oigo murmurar en un idioma que no logro distinguir distintas palabras y a mí no me suman nada. —Oye, no sé quién eres ni que quieres de mí, pero si no tienes el valor de revelarme tu identidad te pediré de favor que me dejes en paz. Si vuelvo a recibir un mensaje o llamada de tu parte te denunciaré a la policía, y hablo en serio. —Advierto seria en tono firme. Permanezco un par de minutos en espera de su respuesta, pero esta nunca llega, su respiración escandalosamente fuerte es lo único que escucho a través de la línea, no puedo evitar sentirme nerviosa mientras espero. En el momento que separo los labios para volver hablar este me cuelga.

Fin de la llamada.

Tras finalizar aquella inquietante y extraña llamada, permanezco durante unos segundos escuchando el sonido de la línea al cerrarse, para luego observar el contacto. Me ha contactado desde un número privado, por lo que no puedo hacer nada al respecto, sin embargo, al pensar en ello estoy segura de que él ha sido el que ha estado enviándome aquellos mensajes, por lo que voy al chat de los mismos y agrego el número que me aparece. Realmente no sé si me servirá de algo, pero al menos lo tendré archivado para cualquier cosa.

En el instante que termino de agendarlo mi teléfono empieza a sonar, sobresaltándome en el acto. Ya me encontraba algo agitada, pero mis nervios se apaciguan al ver de quien se trata. Es Hanna, así que la tomo.

Llamada de Hanna.

—Habla Madison.

—Te he dicho que dejes de tomar las llamadas así. —Chilla Hanna al otro lado al escucharme. Arrugo la cara. Siempre me dice lo mismo. —Al menos las mías. —Finaliza.

—Supéralo. Así es como debe tomarse una llamada. —Establezco al mismo tiempo que me dirijo a la cocina.

—Si trabajaras en una empresa tomando llamadas sí, pero no es el caso. Suena raro. No me gusta. —Argumenta refunfuñante, simplemente ruedo los ojos. Al llegar a la cocina coloco el celular en altavoz sobre la isleta para luego empezar a servirme un vaso de jugo de naranja. — ¿En qué estás? —Curiosea y noto como su tono de voz ha cambiado ligeramente.

—En nada. Llegue hace unos minutos, ahora voy a bañarme para acostarme ¿Por qué?

— ¿Puedes venir a buscarme cariño? —Inquiere con tono de súplica. Sabía que su llama y el "¿En qué estás?", significaba un favor detrás.

— ¿En serio Hanna?

— ¡Por fa...! —Implora, y por su tono de voz y la situación, me la puedo imaginar haciendo un puchero al otro lado de la línea.

—Tienes suerte de que aún no me he metido a bañar. —Comunico. Aunque realmente tiene suerte porque por alguna razón no quiero estar sola ahora en la casa. Termino de tomarme el jugo que me he servido, enjuagarlo rápidamente el vaso, para luego tomar mi teléfono quitarle el altavoz.

—Te amo, ¿Alguna vez te lo he dicho? —Inquiere emocionada justo en el momento que salgo de la cocina.

—No, nunca me lo habías dicho, en ti es raro escucharlo, y más cuando necesitas o quieres que haga algo. —Manifiesto con sarcasmo al momento de tomar mis llaves y avanzar hacia la salida.

—Te amo Madison, te amo. —Exclama euforia. —Estoy en el Four Seasons Hotel Seattle. Cuando estés cerca me avisas para salir, mientras iré a ver si te encuentro algo para cenar. —Anuncia.

—No es necesario, no tengo... —Comienzo, pero me callo en el momento que Hanna me cuelga dejándome con la palabra en la boca.

Fin de la llamada.

Salgo del apartamento, cierro la puerta y bajo al estacionamiento.

Mientras camino hacia el área donde he dejado Arturo me empieza a dar la impresión de que alguien se encuentra siguiéndome, por lo que giro a ver hacia atrás en repetidas ocasiones, pero al no visualizar a nadie empiezo a acelerar el paso, no obstante al avanzar y sentir esa sensación no solo cada vez más cerca sino también más intensa, como si estuviera atrás de mí con sus ojos clavados en mi espalda y su respiración caliente corriendo por mi nuca, apresuro aún más hasta el punto que termino literalmente corriendo hacia Arturo. Mi respiración se acelera al escuchar los pasos apresurados de alguien detrás de mí, por cómo se escuchan estoy segura de que está persiguiéndome, sin embargo, me abstengo de voltear la mirada o detenerme, simplemente continúo corriendo.

Al llegar a mi coche y abrir la puerta del piloto a toda velocidad alguien grita mi nombre, y al reconocer su voz me detengo de entrar al auto y giro para ver si es él, y efectivamente. Alan se encuentra corriendo hasta mí. En el momento que llega a mi lado quedando frente a mí se detiene, su respiración esta acelerada, lo observo apoyar sus manos a su cintura mientras intenta regular su respiración.

— ¡Vaya que corres mujer! —Exclama sofocado.

— ¿Qué haces tú aquí? —Pregunto ofuscada mirándolo. —Me diste un susto de muerte. —Lo acuso. Mi corazón late con fuerza mientras mis manos y piernas aún tiemblan un poco. No sé cómo fui capaz de abrir la puerta, mis manos temblaban tanto de los nervios que realmente no sé cómo no se me cayeron las llaves. Observo a Alan terminar de restablecerse, así que vuelvo a preguntar. — ¿Qué haces tú aquí?

— ¿Vives aquí? —Indaga de vuelta al momento de enderezarse y fijar su mirada en mí, simplemente asiento. —Estaba dando una vuelta. —Inicia haciendo una pequeña pausa—. Estaba viendo departamentos por la zona. —Explica y me es inevitable fruncir grandemente el ceño al igual que fijar mis ojos en mi reloj de mano.

— ¿A las cuatro de la madrugada? —Cuestiono mirándole con mis cejas arqueadas por el recelo que me ha generado.

—Mm... —Murmura desviando la mirada mientras rasca su nuca con su mano derecha. — ¿Fue una muy mala excusa, cierto? —Indaga mientras me muestra una pequeña sonrisa de nerviosismo.

—Pésima. —Confirmo. — ¿Qué haces aquí? —Pregunto seria, intento mantenerme neutra en todos los sentidos, pero me es inviable no escucharme un poco ruda al hablar.

—Hanna me había dicho que vivían por aquí, pero no entendí que edificio exactamente y ella no pudo especificarme bien cuál era, así que me perdí, no sabía si era este, el de enfrente o cualquiera de los de otros. —Confiesa y con cada palabra que dice y gesto que hace, solo provoca que aumente más mi ceño fruncido y escama.

— ¿Estabas buscándonos?

—Intentaba encontrarte. —Revela aún sin mirarme.

— ¿Por qué? ¿Para qué? —Cuestiono confundida, sin embargo, Alan no parece tener una respuesta para ello, al menos no parece querer decirme. — ¿Hace cuánto estás buscando nuestro edificio? —Consulto ya por saber.

—Hace algunas horas. —Dice casi susurrando.

— ¿Horas?... Pero... ¿Por qué Alan? Tienes mi número y el de Hanna pudiste habernos llamado a cualquiera de nosotras. —Le recuerdo—. ¿Qué tan importante es lo que tienes que hacer o decirme que no pudiste esperar a mañana? —Interrogo mirándolo con desconcierto, él no me contesta solo continúa rascando su nunca, se nota nervioso, pero al mismo tiempo revuelto, su extraña actitud empezaba a inquietarme.

Alan parece no poder mirarme, ya que desvía su mirada cada vez que intento entrarme con sus ojos. Permanezco en silencio unos minutos observándolo con atención y es entonces que me percato de su aspecto. Su cabello está ligeramente despeinado, el cuello de su camisa no está bien arreglado y dos de los botones de arriba de la misma no están bien abrochados, ya que están unidos con los que no le corresponde, sus pantalones y zapatos están un poco sucios, se nota que ha estado caminado un buen rato. Alan finalmente ha dejado de acariciar su nuca, sin embargo, ha empezado a jugar con los dedos de sus manos, tal parece que busca cualquier forma de evitar contacto visual conmigo. Su apariencia combinada con su desconcertante actitud solo hace que me lie aún más. Empezó a escacharlo murmurar algo que no logro entender y esa es la gota que desborda mis dudas. No solo está desaliñado sino también evidentemente turbado. No puedo evitar preocuparme. Nerviosa coloco mi mano derecha sobre las suyas para tratar de capturar su atención. Mi acción no solo logra que este eleve su mirada hacia mí y deje de jugar con sus dedos, sino que finalmente parece haberlo despertado y sacado del trance en el cual se hallaba.

— ¿Estás bien? —Indago suspicaz con voz tenue, en el momento que Alan baja la mirada y la deposita en nuestras manos. Intento soltar su mano, pero me lo impide al tomar la mía y la abraza con las suyas, para luego fijar sus ojos verdosos en mí nuevamente. El área en la cual nos encontramos es una de las que cuenta con buena iluminación por lo que puedo ver su cara con claridad. Su expresión ha cambiado, y el gesto inexpresivo que carga me hace imposible imaginar o siquiera suponer que está pasando por su cabeza en estos momentos. — ¿Estás bien? ¿Pasa algo? —Vuelvo a interrogar el desasosiego era evidente en mi voz. Alan me sonríe sin mostrar sus dientes para luego fiar nuevamente su vista en sus manos, las cuales ahora tienen como prisionera la mía. Su sonrisa me desconcierta, realmente no entendía el porqué de su actitud ni que quería decirme. Alan caricia con el dedo mayor de su mano izquierda mi mano y no puedo evitar estremecerme, quiero liberarme de su agarre, pero no quiero de hacerlo de forma brusca. Afortunadamente Alan al parecer percibir mi incomodidad, ya que me suelta la mano la cual inconscientemente acaricio con la izquierda.

— ¿Podemos hablar? —Consulta mirándome, sus ojos nuevamente se encuentran con los míos.

—Em... Es muy tarde ya, y debo ir a buscar a Hanna. —Inicio, pero inconscientemente hago una pausa. Alan se encuentra mirándome fijamente a diferencia de hace rato que desviaba su mirada ahora me mira con vigor, sus ojos parecen brillar al contacto con las luces del lugar mientras me ve casi sin pestañear, sin embargo, por alguna razón me incomoda tanto su mirar como la seriedad que ha tomado su rostro. Me resulta inefable decir por qué me ha inquietado tanto su forma de mirarme. —Pero si es muy importante puedo... —Continúo y ni siquiera sé por qué lo hago, ¿Nervios? ¿Miedo?, realmente no quería seguir hablando con él, no en ese estado.

—No te preocupes, mañana nos veremos de nuevo, yo puedo esperar. —Dice interrumpiéndome en tono particular, al momento de acercarse unos pasos, solo puedo retroceder un paso porque me encuentro literalmente pegada a Arturo. —Ve a buscar a Hanna, ha de estar esperándote. —Establece mostrándome una sonrisa, sin embargo, simplemente asiento como respuesta.

Alan se acerca, esta vez para besar mi mejilla izquierda, su acción repentina me tomo desprevenida por lo que al intentar hacerlo me incline hacia atrás instintivamente para alejarme. Mi movimiento resultó muy evidente por lo que al instante se tornó un momento incómodo, sin embargo, Alan no se inmutó procedió a besar mi mejilla seguidamente no dijo más que un "Hasta luego" para después marcharse. Su acción me estremeció al instante sin embargo reaccioné a la vez y le respondí de igual manera.

Lo observé inmóvil en el mismo lugar hasta que finalmente desapareció de mi campo de visión. Mientras lo vi alejarse su postura y caminar pintaba a un chico completamente distinto al que tuvo esa extraña conversación conmigo hace nada. Caminó erguido, se fue a pasos apresurados y su caminar fue elegante, presido, firme e imponente, el sonido de sus zapatos al pisar con fuerza los escuché hasta que desapareció.

Realmente no sé qué fue exactamente lo que paso con Alan, ni la razón de su actitud, sin embargo, ha resultado ser sumamente inquietante, me puso nerviosa e incómoda a la vez. La sensación que me dio fue tal que realmente sentí el aire más liviano una vez se marchó, su mirar me perturbo y su conducta mucho más.

Con mi mente mezclada por lo sucedido me pongo en marcha. Definitivamente hoy ha sido un día no solo largo sino también enigmático, faccioso y estremecedor. Primero Chloe, luego Aidan, aquella llamada y ahora Alan.

Hoy es uno de esos días, en el cual lo mejor que puedo hacer es mantener la mente en blanco y no pensar en nada, porque de no hacerlo la locura e incertidumbre podrían apoderarse de mí, sin embargo, no sé si a estas alturas es algo que pueda lograr.


Fui a buscar a Hanna, sin embargo y a pesar de que trate de no pensar en nada me resulto imposible no cavilar durante todo el camino lo sucedido con Alan. Al final decidí no decirle nada a ella, al menos no ahora, no era el momento, ni yo misma sabría cómo describirlo, además de que no hubiera tenido la oportunidad de hacerlo, ya que se la paso todo el camino de vuelta contándome lo linda que estuvo la ceremonia y lo delicioso que estuvo de igual manera el banquete. Hanna de alguna manera logro sacar un plato formado por ella para mí a pesar de que le dije que no era necesario, me pareció un lindo gesto de su parte.

Para cuando llegamos a casa ya eran más las cinco de la mañana, y para cuando terminamos de bañarnos y prepararnos para dormir nos dio la seis, así que decidimos no ir a universidad, realmente no había ánimo para ello, solo mucho sueño y cansancio. Al final esta sigue siendo la primera semana, así que nada interesante ha de pasar, y de hacerlo pues, ya buscaremos la manera de enterarnos.

El jueves resultó un día bastante tranquilo. Nos despertamos supertarde, solo dos horas antes de irnos nuestros trabajos. Toda la tarde y noche transcurrió con normalidad, nada extraño o inquietante pasó. No recibí ningún mensaje ni vi nada fuera de lo normal, lo que fue bastante agradable.

El viernes por igual fue muy sosegado. Volvimos a la rutina. Nos despertamos temprano, fuimos a la universidad, en la tarde hablamos un rato por videoconferencia con nuestros padres, después nos fuimos a trabajar y al llegar la hora nos acostamos a dormir. Sin embargo, y a pesar de que Alan me dijo aquella noche que nos veríamos en la universidad y hablaríamos entonces de lo que sea que él iba a decirme, no lo vi por ningún lado, y según me dijo Hanna después no fue ni ayer ni hoy. He de admitir que si estaba intrigada por saber que era lo que iba a decirme, pero ya no será esta semana que lo sepa.


Sábado en la tarde.
5:00.P.M.



Me encuentro en la habitación de Hanna, acostada en la cama mientras la veo revolver su armario en busca de que ponerse. Se supone que hoy iremos a ver la pelea que tendrá Aidan, sin embargo, he estado insinuándole de distintas maneras que lo mejor sería no ir. La verdad no quisiera verlo, aún estoy molesta por lo que me hizo.

—Luego de todos los trasnochos que hemos tenido esta semana ¿No sería mejor quedarnos y descansar? —Propongo mientras acaricio el gran peluche con el que duerme. Hanna bufa y mira a verme ya harta.

—Todos los días de la semana trasnochamos es parte de nuestros días, tú trabajas hasta la madrugada y sabes que yo nunca cojo el sueño profundo hasta que llegas, además me duermo tarde viendo series. Lo que dices no es más que una vil excusa. —Me acusa al momento de cruzar los brazos a la altura de su pecho. — ¿Por qué no quieres ir ahora? Habíamos acordado ir. Tú eras la más enfática en hacerlo. ¿Qué pasó? ¿Tuviste algún problema con el chico de tatuajes? ¿Discutieron? —Interroga y simplemente pliego la cara al acordarme. —Así que eso fue. Dime ¿Qué te hizo o le hiciste? —Curiosea al acercarse y sentarse en la cama frente a mí.

Vacilo un poco entre decirle o no, pero al final si lo hago. Hanna me dará el consejo y la opinión inversa que yo necesito.

Le cuento lo sucedido con Aidan desde que llegó al restaurante hasta que volvió a dejarme en el mismo, emitiendo algunas cosas que sé o pienso que no son relevantes para ella. Le explico con exactitud lo que me dijo e hizo una vez le di el obsequio imitando tontamente su voz y expresión. Cuando llegué a la parte de la tienda hice una pequeña pausa para ir a buscar el regalo que me dio y mostrárselo a Hanna, era una pulsera también, la había visto ayer cuando me gano la curiosidad. Al enseñarle la fonda con la carita esta no dudo en tomarla y abrirla. Terminé de contarle, eludiendo de nueva cuenta la parte que no debía de saber, cómo aquel avistamiento de Jonathan que tuve frente a la tienda.

— ¿Y? —Inquiero al terminar.

— ¿Y qué? —Dice al momento de tomar su celular y empezará a hacer algo en este.

— ¿No me escuchaste?

—Sí lo hice. —Asiente sin mirarme, se encuentran concentrada en su teléfono. —Aquí está. —Murmura sonriente luego de unos segundos.

— ¡Hanna! —Chillo pataleando la cama.

— ¡¿Qué?! —Grita al mirarme.

— ¿Qué piensas con respecto a lo que te dije? —Curioseo.

—Estás exagerando. —Establece sin más. —Quita esa cara. —Ordena al ver la expresión que he puesto. —Si él fue a buscarte para que te tomaras ese té porque está preocupado por ti o lo que sea que me dijiste, no creo que te haya dicho eso para que te sintieras mal o para humillarte, sencillamente no tiene sentido. —Argumenta—. Quizás lo dijo sin pensar o no analizo ni utilizo las palabras más adecuadas o simplemente no pensó que te molestarían cómo lo hicieron. Tal vez solo fue una broma, quien sabe. —Manifiesta mirándome—. Madison no exijas mucho, es hombre. —Finaliza en tono obvio por lo que frunzo el ceño.

— ¿Cómo qué es hombre y qué no exija mucho? ¿Qué pretexto es ese? Además, ¿Cómo que exagere?

—Lo hiciste y lo sabes. Pero, aun así, supongamos que, si lo hizo para burlarse de ti, entonces la próxima vez regálale un Lamborghini de juguete vaya a ser que te obsequia uno real. —Propone burlona para luego echarse a reír, la observo seria con mis ojos entrecerrados. —Quita esa cara. Según investigué, si esa pulsera es real lo cual parece ser, vale casi siete mil quinientos dólares, y con siete mil quinientos dólares Madison tú y yo podríamos, pagar dos meses del apartamento, agregar mi auto y la alarma de Arturo, que sabes debes arreglársela, y nos sobraría para tomarnos un café, quizás más. —Revela.

— ¿Qué insinúas? —Pregunto murándola con ojos entrecerrados.

—Nada. Solo lo que podríamos...

—Dámela. —Pido interrumpiéndola. Hanna hace un puchero. —Dámela. —Insisto, esta solo frunce aún más los labios y me la pasa. —No voy a venderla Hanna. Voy a devolverla. —Enuncio.

— ¡Que! Madison no seas mojigata. —Protesta molesta.

—Voy a dársela Hanna, no puedo quedármela y mucho menos si vale lo que dices. —Insisto acomodando nuevamente la pulsera como estaba.

— ¿Y por qué no si él té la dio? —Cuestiona, pero no le contesto. —Definitivamente Dios le da dientes a quien no quiere comen. —Murmura mientras niega. —Bueno como sea, pero para entregársela debes de verlo primero, ¿Estás segura de que no quieres ir a la pelea? —Pregunta mirándome.

—La verdad es que no tengo deseos de ir. Ya se la devolveré junto a su chaqueta cuando lo vea en la universidad.

—Si es que lo ves. —Murmulla sin mirarme.

—Por supuesto que debo volver a verlo. —Alego al instante, al hacerlo alzo un poco la voz por lo que Hanna me mira y arquea las cejas mientras me ve burlona. —Digo, él y yo tenemos un trabajo junto que debemos hacer, por eso debemos vernos. —Explico intentando remediar lo obvia que me vi y escuché. —No es que yo quiera verlo, sino...

—Ya, no te preocupes, no lo arregles, no intentes justificarte. —Sugiere sonriente. —Bueno, pero ya soltando el tema de Aidan, la pulsera, la pelea y demás, tú y yo de igual manera saldremos a relajarnos, a bailar un poco y tomar unas copitas tranquis. —Establece extendiéndome la mano para ayudarme a parar. Vacilo un poco, pero al final acepto.

—Tranquis. —Repito riendo al tomarla y ponerme de pie encima de la cama.

—Sí, tranquis. Así que, sin excusa, ve a buscar que ponerte, que yo haré lo mismo. —Manda y asiento para luego bajar de la cama, tomar la bolsa con la pulsera y salir.




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¡Gracias por leer! (^̮^)

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