Bloody Nightmares [Diabolik L...

By SaraKomori

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¿Por cuánto tiempo durará esta paz? Yuuka creía haber alcanzado la felicidad por fin, al lado de los seres qu... More

Inicio
Capítulo 1 - Hoy es el día
Capítulo 2: Destapando sorpresas
Capítulo 3: Cenicienta
Capítulo 4: La confusión de lo desconocido
Capítulo 5: Dolores sin identificar
Capítulo 6: Un corazón perdido
Capítulo 7: Sangre nueva
Capítulo 8: Reinicio
Capítulo 9: Segundo paso: aceptación
Capítulo 10: Miradas indescifrables
Capítulo 11: Secretos y preguntas
Capítulo 12: Los ensayos de Karl Heinz
Capítulo 13: Pretensiones y deseos
Capítulo 14: Tormentos de un pasado olvidado
Capítulo 15: Enfermedades del corazón
Capítulo 16: La sangre que corre sin quererlo
Capítulo 17: Pruebas que superar
Capítulo 18: Lazos de fe, sangre y corazón
Capítulo 19: Escuchando tras la puerta
Capítulo 20: El poder de una marioneta
Capítulo 21: Una derrota inevitable
Capítulo 22: La batalla de los recuerdos
Epílogo

Capítulo 23: El amor de una reina

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By SaraKomori


Yuuka suspiró profundamente, mientras veía como tanto los Sakamaki como los Mukami corrían hacia ellas, libres por primera vez en sus vidas de la magia de su padre. Yuma llegó hasta Natsuki como un rayo, y la chica saltó sobre él envolviéndolo en un abrazo de oso, suspendida en el aire. Ambos comenzaron a reírse sin razón aparente, más que estar juntos. Era una pareja la mar de curiosa: él tan grande, ella tan pequeña. El colgante de Natsuki volvió a partirse en mil pedazos, pero esta vez, cuando se recompuso, adoptó la inofensiva forma del pequeño cristal que en realidad era.

Por su parte, Yui fue a refugiarse en los brazos de Ayato, ocultando las lágrimas de su rostro enterrándolo en el pecho del joven. Sus manos estaban entrelazadas, y los anillos de compromiso que ambos portaban brillaban a la luz de las lámparas. Ayato acarició con cariño el pelo de Yui, con una sonrisa llena de amor dibujada en su rostro. Se querían demasiado.

Hanae, sorprendentemente, se levantó sin una palabra, acercándose con tranquilidad a Kanato e intercambiando unas solemnes palabras con él. El chico hizo un aspaviento con la mano como para quitarle importancia a algo, y el rostro de ella se iluminó con una sonrisa que no tenía nada de la diversión o locura que la caracterizaba, por una vez.

Fue entonces cuando sí: Hanae corrió hacia Azusa, cogiéndole firmemente por los hombros y comenzando a llenarle la cara de pequeños besos, entre sonrisas y lágrimas de alegría; besos que el chico aceptó de buen grado, con un sonrojo cubriendo sus pómulos. Yuuka se fijó en que su cuerpo no estaba tan cubierto de vendas como el día en que llegó, y que ya no asemejaba en absoluto un muñeco roto, con el rostro graciosamente cubierto de marcas del carmín rojo de Hanae.

La menor de los Sakamaki ahogó una risita. Entonces, se cruzó con la mirada de su madre, que la observaba con un amor que desarmaría a cualquiera.

Sabía que podías hacerlo ─susurró la mujer, dejando que una impecable y delicada lágrima rodase por su mejilla. La misma Yuuka sintió como sus ojos se aguaban─. Hija mía, sé que has sufrido mucho, y también has hecho sufrir.

─ ¿A qué te refieres? ─murmuró la joven con voz llorosa, confundida. Marianne hizo un gesto con su mano, suave y delicado, y una pequeña figura salió de detrás de su espalda.

Yuuka sintió como se le paraba el corazón.

Era un niño, o más bien el recuerdo de un niño. Un niño adorable, de cabellos rubios y ojos azules y brillantes, sonrisa sincera y risa cristalina.

¡Yuuka-chan! ─el que una vez había sido Kou Mukami se acercó a ella, abrazando sus rodillas sin llegar a tocarla realmente, puesto que no era completamente corpóreo. Yuuka sollozó, mirando al niño y a su madre alternativamente.

─ ¿Por qué...?

No te confundidas, cielo. Sólo deseo ayudarte a disipar cualquier nube que todavía haya en tu corazón ─dijo cálidamente la mujer. El pequeño Kou dio un salto ligero como una pluma en el sitio, llamando la atención de la anonada Yuuka.

¡Yuuka-chan! ¡Yuuka-chan! ─exclamó, radiante como era─. Siempre seremos amigos, ¿verdad? ─la muchacha lo miró, y entre lágrimas, asintió. La risa del niño estalló con fervor, y fue el momento en el que Yuuka aprovechó para buscar la mirada del verdadero Kou.

El joven la miraba, una mirada limpia y pura como el cristal.

─Lo siento ─dijo simplemente Yuuka. Kou se encogió de hombros, sacudiendo la cabeza repetidamente como quien espera lo inevitable.

─Ya lo sabía ─su sonrisa fue dolorosamente triste─. Somos amigos. Lo primero es que seas feliz.

El recuerdo de Kou miraba alternativamente a la pareja, con la curiosidad e inocencia de un niño. Frunció el ceño al ver las expresiones dolidas de Yuuka y Kou, y se situó entre ellos, llamando la atención de Marianne, sacudiendo su manita.

La mujer sonrió después de unos segundos, comprendiendo las intenciones del pequeño.

Y entonces, comenzó a cantar aquella melodía que aun después de tantos años, seguía inundando el corazón de Yuuka de alegría y tristeza.

»Nee kamisama oshiete kudasai...

[Ey, Dios, por favor enséñame]

Setsunakute, setsunakute, demo ureshiin desu

[Es doloroso, muy doloroso, pero aun así soy feliz]

Qyutto mune o shimetsukeru,

[Qué es lo que siente mi corazón]

aa kono omoi no kotae

[Ah, estos sentimientos son mi respuesta]

Tabun zutto, kodomo no mama

[Probablemente, todo el tiempo, como un niño]

Otona ni naritakunai

[Que no quería crecer]

Maigo no kokoro...

[Mi corazón perdido...]«

Los ojos de Yuuka se cruzaron con los de su madre.

Eran exactamente iguales. Ni unos más dulces, ni otros más alegres, ni más serios, ni más dolidos. Sus orbes tenían el mismo tono azul eléctrico y brillante, y ambos relucían de nostalgia, de alegría, de tristeza. Y por encima de todo, de amor.

Kou, en frente de Yuuka, parecía estar luchando por contener las lágrimas. Yuuka se giró hacia él, sonriendo, rezando para que recordase cómo leer en su sonrisa.

Supo que no lo había olvidado cuando el recuerdo del Kou del pasado desapareció, agitando su mano como si fueran a verse pronto, con la alegría y sinceridad que siempre había poseído. Marianne hizo un breve guiño a su hija, que inconscientemente se llevó una mano a la cabeza, acariciando la corona que se situaba allí, ahora para siempre.

Kou se dejó caer en el suelo, vencido, cuando la canción terminó. Yuuka hizo amago de acercarse a él, sin embargo, Subaru le detuvo con un gesto.

Con el ceño fruncido, el joven dio un paso hacia el Kou real, tendiéndole la mano. Éste le miró, completamente sorprendido, para después cambiar su sonrisa destrozada a una casi divertida.

Kou cogió aquella mano, levantándose del suelo con una mirada de agradecimiento.

─Lo siento ─murmuró Subaru sin mirarle, y Kou soltó una carcajada, negando con la cabeza.

─No te preocupes.

Yuuka los observó cariñosamente, sorbiéndose la nariz con fuerza y con el corazón henchido de alegría. Después, buscó los ojos de Marianne, que observaba a su yerno con orgullo.

─Mamá... ─comenzó, sin embargo, una palmada restallante en el aire la hizo interrumpirse.

Cordelia Sakamaki elevó sus brazos con parsimonia, ganándose la atención de todos los presentes. Entonces, familiarmente, se acercó a sus tres hijos con sus característicos andares oscilantes.

No os voy a pedir perdón porque sería una pérdida de tiempo ─comenzó a decir la mujer, con gesto que pretendía ser serio─. Sin embargo, me atreveré a pediros una cosa. No cambiéis nunca: sois mis hijos, y a pesar de todo, estoy orgullosa de ser vuestra madre.

Cordelia sonrió, a pesar de que los trillizos solo apartaron la mirada de ella, entre murmullos de asentimiento. Aquella simple muestra de aceptación le bastaba.

Cuando Christa dio un paso al frente, dirigiéndose a su hijo, éste no puedo evitar dar otro hacia atrás, obligando a la mujer a sonreír con tristeza.

Subaru, mi niño ─musitó─. Gracias por cuidarme y por pensar tanto en mí. Ahora tienes otra mujer a la que proteger, así que solo me queda decirte lo feliz que soy gracias a ti ─susurró la delicada Christa, con los ojos brillantes. Subaru la miró de reojo, y asintió, apretando los labios.

Entonces se escuchó una exclamación ahogada, que destruyó el momento entre ambos.

Beatrix se había acercado a sus hijos, y ahora rodeaba a Reiji con los brazos sin llegar a tocarlo realmente por su condición casi fantasmal. Después, sin una palabra, se separó de él he hizo lo mismo con Shuu. La mujer sonrió a los dos vampiros, con todo el amor de una madre reflejado en su mirada. Dio media vuelta, dejando a sus hijos ahogándose en sus pensamientos como no podía evitar hacer.

Después, Beatrix se giró hacia Yuuka, con la espalda tan recta y la expresión tan pétrea que la muchacha comenzó a sentirse pequeña. Yuuka la miró sin comprender, y entonces, la mujer se llevó una mano a la espalda, y solemnemente, hizo una profunda reverencia a la menor de los Sakamaki.

─Majestad ─susurró Beatrix, con una seriedad que desarmó a la chica.

Natsuki levantó la cabeza, como movida por un resorte, y se separó de Yuma rápidamente, para situarse al lado de Beatrix corriendo, e inclinarse a su vez.

─ ¡Majestad! ─exclamó efusivamente, mientras Yuuka la miraba anonada.

Entonces, poco a poco, todos los presentes fueron inclinándose ante ella, con gestos respetuosos y sonrisas de complicidad. Yuuka sintió como los colores le ascendían al rostro cuando Subaru le guiñó un ojo antes de realizar él mismo una elegante inclinación.

─Esto...Yo no...─balbuceó la joven. Rápidamente, cogió el brazo del peli blanco, situándolo a su lado─. Nada de reverencias. Tú vas a mandar conmigo ─le anunció, tan seria que Subaru solo pudo reír.

─ ¡De eso nada! ─saltaron Beatrix y Reiji a la vez. Madre e hijo se miraron, y después de ocultar sus sendas sonrisas, continuaron hablando al unísono─. ¡Para eso Subaru tendría que casarse contigo!

─Oh ─susurró Yuuka tristemente. Entonces, Subaru la miró arqueando una ceja.

─ ¿Eso significa que no quieres casarte conmigo? ─inquirió, haciéndose el ofendido. Yuuka dejó escapar unos segundos.

─Espera, ¿me lo estás preguntado? ─sus mejillas se colorearon─ ¿Es una proposición?

Subaru puso los ojos en blanco, y abriendo mucho los ojos con exasperación, se dispuso a tomarle ambas manos.

─Pues claro que no ─espetó, muy tranquilo─. Esto es una proposición:

»Yuuka, ¿quieres casarte conmigo?

La muchacha se quedó sin voz.

─Oh dios mío. Dios mío, dios mío ─farfulló Yui, y comenzó a hiperventilar, agarrando la mano de Ayato. El chico la miró divertido, al igual que Yuuka, que comenzaba a sentir como su cara adoptaba su impresionante tono rojo tomate.

Bajó la cabeza, jugueteando con la tela de su vestido dorado.

─Eso ni se pregunta ─susurró, con una voz cargada de queja infantil ─. Pues claro que quiero.

Hanae fingió que se desmayaba, imitando a Yui, quien realmente se tambaleó después de soltar un chillido de emoción. Natsuki soltó una carcajada, y Yuma y Raito la secundaron.

Yuuka, sin hacer caso a las exageraciones de la que era su familia, dejó que Subaru la envolviese con sus brazos, devolviéndola al único lugar al que pertenecía.

─Aunque no tengo un anillo ─admitió el chico después de unos segundos. La joven le dio un falso puñetazo en el estómago, exigiéndole perdón por haber estropeado el momento. Todos rieron, y Yuuka sintió como sus voces, relajadas y felices, llenaban poco a poco cada espacio de su interior que había permanecido negro y vacío. Era feliz.

Ten ─Beatrix dio un paso adelante, y ante la mirada inaudita de Yuuka, se quitó un anillo dorado, con una pequeña piedra del color de sus ojos, que portaba en el dedo anular. La joven la miró sin creerlo─. Usa mi anillo. Ahora qué Él no está, ya no lo necesito.

─No puedo...─farfulló Yuuka, cogida desprevenida. Sin embargo, Beatrix, sin hacerle caso, puso la sortija en su mano, con una gran sonrisa.

Gracias por haberme permitido ver una última vez a mis hijos ─susurró la mujer, antes de que su cuerpo ya de por sí translúcido, desapareciese por completo. Yuuka se llevó el sencillo anillo al pecho, cerrando los ojos.

¡Quieta ahí! ─la voz de Cordelia la obligó a abrir los ojos de nuevo. La peli violeta le tendió su propio anillo, uno también de oro pero como adorno una esmeralda. Yuuka intentó volver a rechazarlo, sin embargo, Cordelia le obligó a tomarlo, antes de guiñarle un ojo brillante de agradecimiento y desaparecer a su vez.

Christa no dijo ni una palabra, pero puso su propio anillo sobre la mano de Yuuka también, sonriéndole con dulzura.

Cuida de mi hijo ─pidió solemne, antes de esfumarse, dejando un leve perfume de rosas impregnando el aire. Yuuka miró a Subaru, con los tres anillos de las diferentes mujeres en la palma de su mano, completamente anonada.

A pesar de la confusión, cuando Marianne dio un paso al frente, sujetándola por los hombros y plantándole un beso en la frente, Yuuka pudo simplemente cerrar los ojos. Sintió la caricia de los labios incorpóreos del recuerdo de su madre en su piel como un rayo de sol en un día nublado, como la brisa cálida de una mañana de verano, como un copo de nieve sobre sus labios en pleno invierno.

Maigo no kokoro...─tarareó Marianne suavemente, con su voz dulce y melodiosa─ Me hace demasiado feliz ver que al fin hayas encontrado a tu corazón, cielo mío.

Cuando Yuuka abrió los ojos de nuevo, su madre ya no estaba. Sin embargo, quedaba un rastro de su melodiosa voz en sus oídos, resonando suavemente; y en la palma de su mano, descansaba un anillo dorado con un precioso diamante ensortijado.

Yuuka miró a Subaru, mostrándole su mano con cuatro anillos, y el joven los cogió con una sonrisa. Entre sus dedos, con sorprendente cuidado, comenzó a trenzar los pequeños aros de oro haciendo uso de su sobrenatural fuerza para que fuese un soldado potente, uniendo las piedras preciosas de diferentes colores y creando un solo anillo, formado por cuatro alambres de oro trenzados y cuatro diferentes minerales brillantes; un zafiro, una esmeralda, un rubí y un diamante.

Subaru tendió la sortija a la muchacha, que extendió su mano sin palabras, permitiéndole colocar el anillo con cariño en su dedo anular. Yuuka jamás supo si en realidad en algún momento había parado de llorar, pero el caso es que las lágrimas volvieron a sus ojos, y corrió a refugiarse en los brazos de Subaru.

El único lugar en el mundo donde quería estar.

*

*

*

*

Admitámoslo, este capítulo os ha hecho vomitar purpurina. ¿Me equivoco? :'D

AW, Subaru, tan tierno. ¡Señoras y señores, Kou Mukami se lleva el premio al mejor friendzoneado! :') Pobre infeliz xDDD

TRANQUILO TODO EL MUNDO. Falta el epílogo. Esto no es el final :v Bueno, sí, sí que es el final, pero falta el epílogo :'v

Necesito ver vuestra opinión sobre este último capi ><    ¿Os gustó como acabó todo? ¿Cambiarías algo? Al final nos quedamos con un SubaruxYuuka, un YumaxNatsuki, un AyatoxYui y un AzusaxHanae :3 ¿Hubieseis preferido otras parejas? DAAAAAH~~ Hay tantas cosas que me gustaría que me contaseis DDD:

Os amo.

Cambio y corto (estamos a una parte a llegar al "fuera" :0 )~ 


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