Se corre el rumor de que le g...

By Yezabelle

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»Tener una pareja es fácil, es cosa de seguir los siguientes pasos: Elige a un chico cualquiera; haz que se c... More

1. El consejo de la tía
2. El chico del asiento de atrás
3. Rumores de pasillo
4. Parece que le gustas
5. Un rumor, mil suposiciones
6. En el silencio de la biblioteca
7. El consejo de la tía (Segunda parte)
8. Temporal de sorpresas
9. ¿Y quién te crees que eres?
10. Aniversario de errores
11. Fiesta de desconocidos
12. Entre confesiones y lágrimas
14. El chico de Hong Kong
15. La semana del deporte
16. La inauguración del atletismo
17. La triatlón
Epílogo
E1: Hermanos (Familia Do)
E2: El niño de Hong Kong (Kai)
E3: Entendimiento (Baekhyun)
E4: Besos y sonrisas (Chanyeol)
E5: Furia atrayente (Kai)
E6: Completo idiota (Kai)
E7: Completo idiota II (Kai)
E8: En casa de los Do (Kai)
E9: Sorpresa (TaoRis)
E10: Imperturbable (Kris)
E11: Orgullo agotado (Tao)
E12: Descubriendo (HunHan)
E13: Aprendiendo (HunHan)
E14: Tensión en las montañas (ChanBaek)
Entrevista a personajes
Segunda Temporada reactivada
Agradecimientos

13. El árbol que da a la ventana

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By Yezabelle

El caos se había instalado en Busan ese día. A las 8:30 am en Daegu, sucede el mayor accidente de tráfico de tan concurrida ruta que había tenido la desgracia de presenciar en la última década. Debido a la lluvia y, lamentablemente, la imprudencia de algunos conductores, un auto colisionó con un bus por detrás, formando choques en cadena afectando al menos veinte vehículos, cinco buses y tres camiones.

La policía ni siquiera sabía por dónde partir. Había demasiado desorden, demasiado desastre, demasiadas víctimas. De inmediato comenzaron a determinar quiénes eran los más graves y los enviaron directamente a distintos hospitales de Daegu e Incheon. Sin embargo, el tráfico vehicular no ayudaba en nada. Al menos una fila de dos kilómetros de autos impedía el efectivo trabajo de las ambulancias, bomberos y trabajadores viales.

En pocas palabras, el infierno se había desatado y nadie sabía cómo pararlo.

Recién al mediodía el Hospital de Busan comenzó a recibir pacientes. No eran los más graves, pero no por eso eran menos importantes. Varios de ellos estaban conscientes de modo que pudieron dar sus datos y, así, contactar a sus familias.

Pero una buena cantidad de víctimas no recuperaba el conocimiento aún. Y los doctores no veían en un futuro cercano que la policía trajera la lista con los nombres de los heridos.

El señor Do debió de haber tenido un ángel de la guardia ese día. Pese a la gravedad del accidente, él solo sufrió cortes en sus brazos y un fuerte golpe en el pecho. Sin embargo, con todo el desorden que había en el hospital, le fue imposible a alguien del personal llamar a algún familiar para informar sobre su situación.

Recién a las 4 de la tarde pudieron contactar a Ryeowook. Como él estaba en Seúl, solo quedaba Kyungsoo disponible.

Cuando Kyungsoo pudo ver por fin a su padre, se largó a llorar en sus brazos. Quería ser fuerte, sí, pero el susto realmente lo había derribado.

—Tranquilo, hijo, todo va a estar bien —consoló a Kyungsoo.

—No sabes cuánto me asusté. ¿Qué haría sin ti? —el chico miró a su padre de pies a cabezas de nuevo, como si no pudiera creer que estuviera vivo—. ¡Y tus brazos! Deben doler demasiado los cortes.

—Duelen, pero pudo haber sido mucho peor.

—¿Tan grave fue el accidente? —preguntó curioso el chico.

—Fue realmente malo. El peor que he visto en años.

Kyungsoo no podía sentirse más agradecido. Su padre estaba relativamente bien y en una pieza. No podría ser más feliz.

Tuvieron que esperar en el hospital al menos una hora más. El señor Do esperaba los resultados de unos exámenes y, dependiendo de ellos, se sabría si debía pasar una noche en el hospital, o si podría irse a su casa.

—Kyungsoo, los chicos quieren hablar contigo —interrumpió Minseok.

—Iré a hablar afuera con mis amigos y después vuelvo, ¿sí? —dijo Kyungsoo a su padre, alejándose de su camilla.

—No te preocupes, no me moveré —bromeó el señor Do.

Todos los amigos de Kyungsoo estaban preocupados. Después de esa escena antes de irse del salón no sabían que pensar. Solo lo peor. Por lo que, cuando Kyungsoo les informó de lo que estaba pasando y la situación de su papá, todos estaban muy felices de que no haya habido ninguna fatalidad.

Está en todas las noticias lo del accidente, tu papá realmente tuvo mucha suerte—. Dijo Junmyeon por el altavoz.

—Lo sé. Ahora solo esperamos la autorización del doctor para ver si mi papá puede irse a la casa ahora mismo o no, pero ni se imaginan el caos acá. Hay muchos heridos.

¡Cualquier cosa estamos acá para ti! —exclamó Baekhyun por el celular.

—Muchísimas gracias, chicos.

Dudo que vengas mañana a clases, así que en la tarde te llevamos los apuntes —ofreció Luhan.

Kyungsoo no podía pedir mejores amigos, realmente. Eran esas pequeñas cosas que hacían el cariño y formaban la confianza. Sus amigos eran y siempre serían los mejores.

Finalmente el doctor se acercó a la camilla del papá de Kyung. Lo más preocupante era el golpe en el pecho, pero los exámenes no parecían indicar nada malo. Por lo tanto, estaba libre para volver a su casa, con el compromiso de volver en dos días más para hacerse otro chequeo médico, además de prestar atención a cualquier signo no normal que su cuerpo presente.

—Voy a llamar a mi mamá para que envíe un auto —ofreció rápidamente Minseok al escuchar la noticia.

—Eso no es necesario, Minseok —replicó el señor Do.

—Claro que sí —insistió el muchacho—. No se preocupe, no será ningún problema.

Minseok salió de la habitación y llamó a su madre. Al escuchar todo lo que había sucedido, se envió un auto de inmediato. En tan solo quince minutos ya estaba afuera del hospital esperando.

—Muchas gracias, Minseok, te lo agradezco mucho —dijo el padre del pelirrojo, cuando se subían al auto.

—Es lo mínimo que puedo hacer para ayudar en algo —respondió el chico.

Kyungsoo le sonrió a su amigo, a lo que Minseok le guiñó. Sabía que lo hacía también por él, para que no se preocupara más de la cuenta.

Había mucho tráfico en las calles, además de mal tiempo, por lo que les tomó algunos minutos más de lo normal en llegar a casa. Kyungsoo ayudó a bajar del auto a su papá y lo llevó dentro de la casa. Después volvió donde Minseok.

—Muchas, muchas gracias por todo —agradeció Kyungsoo a Minseok por la ventana del auto.

—No pasa nada. Nunca me hubiera perdonado no haber estado contigo en un momento como este. Y me alegra mucho ver que todo está bien.

Kyungsoo pensaba lo mismo. Finalmente, los amigos se despidieron y el pelirrojo entró a su casa. Tenía muchas cosas que hacer.

Ryeowook llegó a las dos horas después. Estaba completamente empapado y, aunque lo disimulaba muy bien, la preocupación lo abrumaba.

—De ahora en adelante vas a tener completamente prohibido viajar en auto con mal tiempo, en serio —sentenció Ryeowook al escuchar toda la historia de la boca de su padre.

El señor Do solo sonrió. Apuntar que, en realidad, no había sido su culpa todo el accidente no parecía ser una muy buena idea en esos instantes. Sus hijos estaban aún asustados.

—Es mejor llevarte a la cama, necesitas descanso —sugirió Kyungsoo.

—Solo necesito llamar a la universidad y explicarles mi ausencia en la conferencia —replicó el papá.

—No —sentenció Ryeowook—. Tú vete a la cama. Yo llamaré. Pero no quiero ni ver que estás pensando en tu trabajo. Debes preocuparte de otras cosas primero.

Kyungsoo casi sonrió. Aunque Ryeowook sonara como un completo déspota, era más su naturaleza protectora lo que lo hacía tan controlador. Eso nunca iría a cambiar. Y, en esta oportunidad, Kyungsoo coincidía con él.

Ryeowook llevó a su padre a su pieza, mientras que Kyungsoo se dirigió a la cocina. Debía preparar algo para su papá. Una sopa o algo caliente, eso serviría bien. No estaba seguro de que su padre hubiera comido algo en el hospital.

Cocinar le despejó la mente. Kyungsoo seguía muy agitado y asustado. Había perdido a su madre siendo niño y no estaba ni remotamente cerca a ser capaz de soportar la pérdida de su padre también. Él era su mayor soporte y sin él, sin duda, caería a pedazos.

—¿Vas a querer comer algo también, Ryeowook? —preguntó Kyungsoo a su hermano cuando entró a la cocina.

—No. No tengo apetito.

El chico se limitó a observar a su hermano cocinar. Tras varios minutos en silencio, Ryeowook se animó a hablar.

—Lo siento por no estar acá contigo, monstruo.

Kyungsoo dejó de enfocarse en la sopa que estaba preparando y miró a su hermano con extrañeza.

—No fue tu culpa. No importa.

—Aun así, lo siento mucho. Debería haber estado contigo desde el inicio.

—Ay, hermano —el chico suspiró y después le sonrió—. No siempre vas a poder estar conmigo cuando haya problemas. Eso lo entiendo muy bien. Y no es justo que, por mi culpa, te preocupes más de la cuenta. También debo crecer. Y, al final, llegaste. Eso es lo que importa.

Ryeowook miró seriamente a su hermano por unos segundos para después suspirar. Se acercó al chico y le quitó el cucharón de las manos.

—Vete a la cama también. Yo termino esto.

—Eso no es necesario... —comenzó a rebatir Kyungsoo, pero su hermano no lo escuchó.

—Mañana preparas el desayuno si quieres. Pero ya van a ser las once de la noche y has tenido un día largo. Vete a descansar.

Kyungsoo reflexionó sus opciones. En realidad, sí estaba cansado. Y sabía que su hermano podía ser de lo más terco cuando se lo proponía. Por lo que, después de pensarlo, le dio un beso en la mejilla y le cedió el puesto.

—Gracias. Buenas noches, hermano.

—Buenas noches, monstruo.

Sin embargo, antes de irse, el chico pasó a la pieza de su padre, quien ya estaba durmiendo y no mostraba signos de dolor o queja alguna. Con esa imagen, Kyungsoo se fue feliz a su dormitorio.

Ahora solo quedaba descansar y superar el susto.

Solo que no estaba preparado para otro sobresalto.

Apenas abrió la puerta de su pieza alguien cubrió su boca y lo retuvo con fuerza. Y menos mal, porque de otra forma hubiera alertado a medio vecindario con su grito. Le tomó un par de segundos darse cuenta de lo que estaba pasando.

De quien estaba en su pieza sin ser invitado.

Kai.

—¿Vas a gritar? —preguntó el chico en la oscuridad.

Kyungsoo negó con la cabeza. Lo último que necesitaba ese día era que Ryeowook encontrara a Jongin en su dormitorio y diera inicio a la tercera guerra mundial. Lentamente el pelinegro comenzó a soltarlo hasta que Kyungsoo finalmente entró a la pieza y cerró la puerta.

—¿Cómo demonios entraste aquí? —inquirió el pelirrojo en un susurro.

—Tu ventana estaba abierta.

—¡Que esté abierta no significa que alguien pueda entrar por ella! —exclamó Kyungsoo en voz baja con enojo, a la vez que encendía las luces—. Ay, Dios, tu cara.

Jongin lucía mucho peor que su padre, y eso era bastante decir tras la magnitud del accidente que había vivido. Aunque tampoco le extrañaba mucho, Sehun era muy fuerte y varias veces lo había demostrado. En realidad, Jongin debía de estar agradecido de que no estuviera peor.

—¿Duele? —preguntó el chico sin poder reprimir una expresión de lástima.

—Un poco. Mi quijada. Da lo mismo —contestó el pelinegro de forma neutral, como si no pasara nada.

Pero pasaban muchas cosas. Tenía el labio superior roto, su quijada estaba inflamada y Kyungsoo podía apostar que en el resto de su cuerpo debían de haber más hematomas.

—¿Al menos te merecías esa paliza? —inquirió Kyungsoo.

—Probablemente sí.

Kyungsoo evitó acercarse a él y se dirigió a su ventana. Más de alguna vez él había usado el árbol que daba a su pieza para salir de su casa sin ser sorprendido, pero nunca pensó que eso le jugaría en su contra alguna vez.

—No lo vuelvas a hacer —pidió el pelirrojo.

—¿Hacer qué?

—Entrar a mi pieza así. Casi me da un paro cardiaco.

—Lo siento.

Pero Kyungsoo sintió en el tono de su voz un poco de risa. El muy idiota.

Ahora que el susto había pasado, Kyungsoo se encontraba con otro problema entre sus manos. Miró a lo lejos por su ventana tratando de pensar. Ahora que su cuerpo no estaba sobresaltado le daba espacio para que otros sentimientos salieran a flote.

Demonios, no quería a Jongin ahí, en su territorio. Todo lo relacionado a él lo debilitaba.

Le hacía infeliz. Le hacía perder el control.

—¿Qué haces aquí? —preguntó finalmente.

—Tenemos una conversación pendiente.

—Debes estar de broma —dijo el chico con algo de risa, aunque sin felicidad alguna en su voz.

—Necesitamos hablar. Yo necesito hablar —insistió el pelinegro.

Jongin dijo eso último mortalmente serio. Kyungsoo se dio vuelta y lo enfrentó. No se movía el más mínimo músculo en el rostro del pelinegro.

—¿Tu papá está bien? —preguntó el chico después de un rato.

—Sí, está bien —respondió de forma automática el pelirrojo.

Un segundo, ¿cómo él sabía lo de su padre?

—¿Por qué preguntas por mi papá? —inquirió el chico extrañado.

—Chanyeol.

Oh, por supuesto. Baekhyun sabía lo de su papá y se lo debió haber comentado a su novio. Y Chanyeol hizo lo mismo con sus amigos. Era razonable.

—Lo han llamado el accidente más grave de la última década —comentó Jongin.

—Así parece. Pero mi papá está bien. Tuvo mucha suerte.

—Me alegro —expresó el chico con sinceridad.

Kyungsoo lo miró a los ojos y, por supuesto, Jongin lo enfrentó. Él nunca andaba con rodeos. Aunque también podía ver algo más, solo que no sabía qué era. Y Kyungsoo no quería saber. Solo quería sacarlo de su dormitorio, pero no podía pensar en cómo hacer eso sin alertar a Ryeowook. Necesitaba pensar.

—¿Por qué Sehun te golpeó? —preguntó el pelirrojo tratando de ganar tiempo.

Jongin lo observó unos instantes con seriedad y después respiró hondamente. Kyungsoo estaba a punto de decir algo más para cuando el chico finalmente habló.

—Por celos —musitó el pelinegro.

El pelirrojo frunció el ceño ante esa respuesta. Esperaba cualquier cosa, absolutamente cualquier cosa, menos eso.

—¿Celos? —repitió Kyungsoo—. ¿Celos de quién?

—De Sehun.

Ok, ahora sí que no entendía nada.

Kyungsoo cruzó sus brazos y miró al pelinegro de forma inquisitiva.

—¿Y por qué demonios tendrías celos de él? ¿Y, en especial, por qué él te pegaría por ello?

—Yo lo golpeé primero, él solo respondió.

Kyungsoo abrió sus ojos como platos.

¿Qué Kai golpeó a Sehun?

Aunque tampoco se imaginaba a Sehun golpeando a alguien, siendo justos. Honestamente, Kyungsoo no estaba entendiendo absolutamente nada de esa conversación.

—Lo siento, pero no entiendo un demonio —confesó el pelirrojo con algo de exasperación.

—Fue todo un mal entendido. Cometí un grave error. No sabía que le gustaba Luhan —trató explicar el pelinegro.

—¿Y qué tiene que ver eso con todo lo que sucedió?

—Todo. Tiene que ver con todo.

Kyungsoo pasó su mano por su pelo y cerró los ojos con fuerza. Sabía que había algo importante que no estaba captando, pero no sabía qué era. Se sentó en su cama y trató de razonar otra vez.

—Supongo que ahora vas a decir que tu actitud de mierda de las últimas semanas igual tiene que ver con eso, ¿no? —dijo Kyungsoo con ironía.

Realmente no había querido traer ese tema a flote, pero no pudo evitarlo. Ni siquiera se dio cuenta de lo que estaba diciendo hasta que terminó de decir la oración.

—En realidad, sí —repuso Jongin como si no quisiera admitirlo.

El ceño de Kyungsoo se frunció aún más al escuchar eso. Así que Jongin admitía que su actitud hacia él había sido horrible, ¿eh? Estaba realmente tentado a gritarle y que Ryeowook subiera a su dormitorio y lo matara.

—Pues me rindo. O me explicas bien que es lo que está pasando o te vas de acá —sntenció el pelirrojo sabiendo que perdería el control en cualquier momento.

—¿Así de simple? ¿Sin escuchar razones? —preguntó el pelinegro asombrado.

—Tu oportunidad de dar explicaciones se venció hace rato, cuando empezaste a tratarme como si no fuera nada.

—Tú nunca has sido nada —rebatió Jongin.

—¿En serio? —dijo Kyungsoo fingiendo sorpresa—. Te has comportado como un total imbécil en las últimas semanas, por si no te habías dado cuenta.

—Hay una explicación para eso —replicó el pelinegro casi gruñendo.

—Pues debe ser una explicación muy buena —rebatió Kyungsoo—. Aunque eres bueno mintiendo, quizás sea tan tonto que te crea.

—¡Me gustas! —exclamó con enojo Jongin, perdiendo finalmente la paciencia—. Peor, estoy enamorado de ti. Eso es lo que está pasando

Kyungsoo lo miró con completa estupefacción al escuchar esas palabras.

¿Enamorado?

Las lágrimas comenzaron a acumularse en sus ojos. Y la rabia. No podía creer que se hubiera atrevido a mentir de esa manera. No podía ser tan cruel.

—Vete a la mierda, Kai. Sal de aquí —dijo el chico apuntando a la ventana—. Estás jugando otra vez.

—Mírame a la cara —exclamó el chico, agarrándolo desde los brazos—. ¿Luzco como si estuviera jugando?

Kyungsoo hizo lo que le pidió. Pues, ¿la verdad? Jongin lucía como la persona más miserable del mundo. Bien, ya eran dos.

—No te creo. No creo nada —le espetó Kyungsoo en la cara con odio.

—Si crees por un maldito momento que es fácil para mí decir esto, estás jodidamente equivocado.

—Oh, ¿en serio? Pues te recuerdo que besaste a Krystal en medio de esa maldita fiesta, ¿esa es tu forma de demostrar amor?

Ahí estaba. Lo había dicho.

Lo que le había lastimado tanto.

Kyungsoo luchaba lo que más podía para contener las lágrimas, pero siempre que pensaba en esa estúpida noche no podía evitarlo por mucho tiempo.

—Estaba borracho, ni siquiera sé cómo llegué ahí —se defendió el pelinegro.

—Claro, eso, borrachera. Eso sí que arregla las cosas —una primera lágrima cayó por las mejillas del pelirrojo.

—Sé que no arregla nada, pero te aseguro que no estaba en mis completas facultades.

Kyungsoo cerró los ojos con fuerza y más lágrimas cayeron. Trató de alejarse, pero Jongin no lo dejó.

—Y bien, ahora que tomamos el asunto de Krystal, tú también tienes que dar ciertas explicaciones —contraatacó el pelinegro con enojo.

—¿Perdón? —preguntó con genuina extrañeza el chico—. ¿Qué explicaciones debo dar?

—¿No te acuerdas? ¿La última noche del Aniversario de la ciudad?

No, Krystal. No tengo nada con Jongin... Él es mi compañero... Ese rumor de los correos es eso, un rumor. No la verdad.

Sus propias palabras hicieron eco en la cabeza de Kyungsoo. Se le había olvidado esa noche.

—Pero no es lo mismo —negó Kyungsoo a la defensiva—. No éramos nada.

—¿No éramos nada? —repitió Jongin con incredulidad—. ¿Nada? ¿Qué éramos, entonces? ¿Amigos con ventaja? ¡Ni siquiera soy tu amigo! ¡Nunca lo he sido! —exclamó el chico con rabia.

—¡Tú nunca dijiste nada!

—¡Lo iba a hacer! Te dije que debíamos conversar el primer día del aniversario, ¿no?

—¿Y qué se supone que le debía decir entonces? —rebatió el pelirrojo con impotencia.

—La verdad.

—¿La verdad? Jongin, solo nos encontramos a escondidas un par de veces.

—He hicimos muchas cosas en esos encuentros.

Kyungsoo lo miró con asombro. Eso había sonado mucho más atrevido de lo que realmente había sido.

¡Solo se habían besado!

Repetidas veces... Pero nada más.

Al ver su expresión de estupor, Jongin levantó una ceja desafiándolo a negar todo. Kyungsoo se mordió el labio con exasperación. No podía hacer eso.

—Aun así, no éramos nada —murmuró Kyungsoo casi con pena—. Krystal quería saber si éramos novios y no lo éramos.

—No, no éramos novios en ese momento, te doy eso. Pero es una maldita mentira decir que éramos nada —insistió el chico.

—Después de ese día todo cambió, ¿no? —musitó Kyungsoo—. Entonces, ¿fui yo el culpable de todo?

Jongin lo miró serio unos instantes, como si estuviera recordando esa noche, para finalmente negar con la cabeza.

—No. Pero me lastimó —admitió Jongin—. Y ya estaba celoso de Sehun para ese entonces.

—Oh, por Dios, lo de los celos otra vez. ¿De qué estabas celoso?

—De él. De ti. De los dos.

El escuchar eso fue como si le hubieran golpeado en el estómago a Kyungsoo.

¿Celos de los dos?

—¿De qué demonios estás hablando? —exclamó finalmente el pelirrojo cuando fue capaz de hablar otra vez.

—Supongo que ahí residió mi error —continuó Jongin—. Y no tienes idea de cuánto me arrepiento de eso.

—¿Estabas celoso de Sehun y de mí? ¡Pero si nunca ha pasado nada entre nosotros! A él le gusta Luhan —replicó Kyungsoo casi con rabia.

—Estabas pendiente de él para la inauguración del aniversario —apuntó Jongin.

—Porque me preguntaba si iría para ver a Luhan.

—Pasaste con él el sábado por la mañana —continuó el chico.

—Llegué temprano ese día. No había nadie más con quien hablar.

—Lo estabas abrazando para cuando llegué.

— No lo abrazaba, solo puse mi cabeza en su hombro —se defendió Kyungsoo—. Y estaba dándole mi apoyo respecto a Luhan.

—Y sin olvidar que hay una foto de ustedes dos muy... juntos.

Kyungsoo no sabía cómo demonios es que su cuerpo se contenía de darle un puñetazo en la cara lastimada de Kai.

—Te has pasado casi todo el tiempo con él en la secundaria.

—Es mi compañero de clases, ¿te acuerdas? Y es un buen amigo —replicó Kyungsoo con más rabia.

—Bailaste con él en la fiesta del curso —al decir eso, Jongin se detuvo y su expresión cambio repentinamente. Fue como si acabara de comprender algo—. Parece que sí sé porque besé a Krystal en esa fiesta.

—No me digas que fue porque nos viste bailando, ¿no? —preguntó Kyungsoo levantando una ceja.

—Puede ser —musitó el pelinegro, como si fuera él el más shockeado.

Kyungsoo quería reír, aunque todo lo que estaba pasando no tuviera ninguna maldita gracia. Por supuesto, todo residía en malos entendidos. Tenía serias ganas de gritar a todo pulmón solo por frustración.

—Entiendo muchas cosas ahora, pero no puedo dejarlo pasar. Me lastimaste. No puedo olvidar eso —dijo finalmente Kyungsoo con impotencia.

—Lo sé. Tú también me lastimaste.

—No a propósito.

—Lo sé.

—No puedo olvidar y perdonar tan fácilmente.

—Lo sé.

—Te debería pegar —amenazó Kyungsoo al escuchar "Lo sé" por tercera vez.

—Con lo de hoy día, un golpe más o un golpe menos no sería mucho —repuso Jongin, restándole importancia.

—Eso es porque no te he golpeado aún.

—No son tus golpes los que me pueden lastimar más, Kyungsoo.

Se miraron directo a los ojos. Kyungsoo sabía que sería fácil perdonarlo, pero más miedo le daba ser lastimado otra vez. No quería volver a sentirse tan vulnerable e indefenso por su culpa.

—¿De verdad estás enamorado de mí? —preguntó en un susurro el pelirrojo.

Jongin sonrió ante la pregunta y solo asintió.

—Pero no lo utilices en mí contra.

—Pero estabas tan enojado —la voz de Kyungsoo casi ni se escuchó.

—Estaba enojado porque te quería.

—Kyungsoo, ¿estás con alguien?

De inmediato ambos chicos cubrieron la boca del otro. No necesitaban cruzar una palabra para saber que si Ryeowook entraba a la pieza estarían ambos en graves problemas.

—Kyungsoo, voy a entrar.

De forma automática, Jongin se puso detrás de la puerta, mientras que Kyungsoo tomó su celular. En cosa de milisegundos, Ryeowook entró al lugar.

—Escuché voces —inquirió el chico, mirando la pieza detenidamente.

—Hablaba por celular con un amigo. Ahora me voy a acostar —explicó Kyungsoo tratando de estar lo más tranquilo posible.

—Eso no quita el hecho de que escuché a alguien más.

—Ryeowook, ¿luce como si estuviera con alguien más acá?

Pero Ryeowook lo miró con recelo. Miró la ventana unos instantes, para después irse aún con sospecha en su rostro.

Kyungsoo respiró hondamente al ver la puerta cerrarse. Eso había estado muy, muy cerca.

—Ahora, ¿quién es el mentiroso? —comentó Jongin con una media sonrisa.

—Te acabo de salvar la vida. Creo que es mejor que te vayas, puede volver —dijo el pelirrojo observando la puerta ante cualquier movimiento extraño.

—¿No se lo creyó?

—Por supuesto que no. Vamos, vete.

Jongin lo observó detenidamente, como si quisiera decir algo más. Sin embargo, terminó por negar con la cabeza a la vez que sonreía con tristeza, y se acercó a la ventana.

—Aún no terminamos los dos —repuso Jongin, cuando cruzaba por la ventana.

—Si te vuelves a acercar a Krystal, ni siquiera te atrevas a dirigirme la palabra otra vez —amenazó el pelirrojo.

—¿Esos son celos? —inquirió el pelinegro con algo de broma en su rostro.

—Cállate y cruza rápido al árbol.

Jongin sonrió, para después saltar al árbol. Pero la sonrisa se le fue rápidamente de los labios cuando sintió como algunas ramas golpearon su costado.

—¿Pasa algo? —preguntó Kyungsoo al ver su expresión de dolor.

—No, nada —pero Jongin volvió a quejarse cuando se movió hacia la izquierda y chocó con otra rama—. Demonios, Sehun realmente golpea fuerte.

Kyungsoo sonrió un poco al oír su lamento. Tras escuchar todo lo que había revelado Jongin en los últimos minutos, no sentía ninguna pena por el dolor físico que estaba sufriendo. Se lo tenía merecido.

—¡Hey! —exclamó Kyungsoo de repente—. Dijiste que no ibas a fumar hasta después de la triatlón.

Jongin frunció el ceño al escuchar tal comentario.

—Sentí el olor en mi pieza —explicó el chico.

—Lo necesitaba. Pero lo volveré a dejar.

—Bien.

Se miraron unos segundos más sin decir nada, para después Jongin bajar rápidamente por el árbol. Lo hizo el doble de rápido de lo que a Kyungsoo le hubiera tomado.

Ya al llegar abajo, Jongin lo miró por última vez, para después alejarse por las calles. Kyungsoo cerró la ventana y se sentó en su cama. Pensó en todo lo que habían hablado y no pudo evitar sonreír como idiota al recordar sus palabras.

Kim Jongin estaba enamorado de él.

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