Guerra fría [Historia gay]

By Kamm00

677K 20.8K 6K

El destino es traicionero, y la vida da demasiadas vueltas en muy poco tiempo. Harry y Giovanni lo han sentid... More

Prólogo
Primera parte: capítulo 1: Harry I
Primera parte: capítulo 2: Harry II
Primera parte: capítulo 3: Giovanni I
Primera parte: capítulo 4: Giovanni II
Primera parte: capítulo 5: Nuevo hogar
Primera parte: capítulo 6: Casualidad
Primera parte: capítulo 7: Doph's Club
Primera parte: capítulo 8: Una alarma, un coche y un casi-fichaje
Primera parte: capítulo 9: Bueno para nada
Primera parte: capítulo 10: Sorpresa, sorpresa
Primera parte: capítulo 11: Borracho
Primera parte: capítulo 12: Confidencias
Primera parte: capítulo 13: Diangelo
Primera parte: capítulo 14: Demasiado sobreprotector
Primera parte: capítulo 15: Regalo de navidad
Primera parte: capítulo 16: Navidad para cada gusto
Primera parte: capítulo 17: 31 de diciembre
Primera parte: capítulo 18: Will, Cristián Zapata y Giovanni Bianchi
Primera parte: capítulo 19: Alexander
Primera parte: capítulo 20: Segundas intenciones
Primera parte: capítulo 21: El primero en dar el paso
Primera parte: capítulo 22: Algo tan simple como "gustar"
Primera parte: capítulo 23: Venganza
Primera parte: capítulo 24: Cada vez más cerca
Primera parte: capítulo 25: Cada vez más fuerte
Primera parte: capítulo 26: Angel
Primera parte: capítulo 27: Guerra fría
Primera parte: capítulo 28: Dudas
Primera parte: capítulo 29: La primavera siempre trae cosas buenas
Primera parte: capítulo 30: Fútbol
Primera parte: capítulo 31: Is grá liom thú
Primera parte: capítulo 32: Hay una primera vez para todo
Primera parte: capítulo 33: La mentira es el peor de los delitos
Primera parte: capítulo 34: El amor acaba tan sólo como empieza
Primera parte: capítulo 35: Ley de vida
Primera parte: capítulo 36: ¿Encuentros casuales?
Segunda parte: capítulo 37: Un nuevo comienzo
Segunda parte: capítulo 38: Cuenta atrás
Segunda parte: capítulo 39: Dr. Di Capuo. Milo
Segunda parte: capítulo 40: Más que una servilleta
Segunda parte: capítulo 41: ¿Sentimientos?
Segunda parte: capítulo 42: Pequeñas verdades
Segunda parte: capítulo 43: Cercanía
Segunda parte: capítulo 44: Sólo problemas
Segunda parte: capítulo 45: Lamentos
Segunda parte: capítulo 46: El veinticinco
Segunda parte: capítulo 47: Afrontar las cosas
AVISO IMPORTANTE
Segunda parte: capítulo 48: Reír o llorar
Segunda parte: capiítulo 49: Encuentros inapropiados
Segunda parte: capítulo 50: Nadie
Segunda parte: capítulo 51: Lo hecho está hecho
Segunda parte: capítulo 52: Cambios
Segunda parte: capítulo 53: Nuevas impresiones
Segunda parte: capítulo 54: Diferente al resto
Segunda parte: capítulo 55: Nos vemos
Segunda parte: capítulo 57: Manifestación oculta
Segunda parte: capítulo 58: Drain you
Segunda parte: capítulo 59: ¿Cambios?
Segunda parte: capítulo 60: Aprovechar la vida
Segunda parte: capítulo 61: Colombia
Segunda Parte: capítulo 62: Verano mediterráneo
Segunda parte: capítulo 63: El principio del fin
AVISO IMPORTANTE
SEGUNDO AVISO IIMPORTANTE
Super resumen épico
Segunda parte: Capítulo 64: La gota que colma el vaso
Segunda parte: Capítulo 65: Cruzando la línea
Segunda parte: Capítulo 66: ¿Superando?
Segunda parte: Capítulo 67: Las casualidades no existen
Segunda Parte: Capítulo 68: Sexto sentido
Segunda Parte: Capítulo 69: Repitiendo la misma historia
Segunda parte: Capítulo 70: Jugando con fuego
Segunda parte: Capítulo 71: Adiós
Tercera parte: Sinopsis
Tercera parte: capítulo 72: Cinco años en Italia I
Tercera Parte: capítulo 73: Cinco años en Italia II
Tercera parte: capítulo 74: Cinco años en Italia III
Mi depre ataca de nuevo </3

Segunda parte: capítulo 56: Amigos

5K 221 41
By Kamm00

Hola!  Parece que le he cogido gusto a esto de actualizar cada dos semanas. En fin, hay que aprender a coger el ritmo. Pero es mejor que cada mes y medio, o dos, ¿no? XDDDD Bueno, no hay mucho que decir , simplemente, que disfruten el capítulo, ¡y haber si tardo menos para el próximo, en el que las cosas irán mejor! XDDDDD

Capítulo 56: Amigos

Abril ya se acercaba, y con ella, la primavera. Mientras que el constante y cortante frío ya había comenzado a abandonar otros sectores italianos, Milán no empezaba, hasta ahora, a dejar el mal tiempo atrás. Los enormes abrigos ya no eran imprescindibles a la hora de salir a la calle, y era más que común ver a gente en manga corta a ciertas horas de la tarde.

Lu, aprovechando el buen día que hacía, decidió hacerle una visita a Chase, ya que su padre no aparecería por su casa durante, por lo menos, cuarenta y ocho horas. Malditas guardias, pensaba Lu. Su padre podía aprovechar las pocas horas de intervalo que tenía para ir a dormir a casa, pero prefería hacerlo en su propio despacho. Como muchos otros médicos.

Desde que conocía a Chase, pocas veces había tenido la oportunidad (porque la curiosidad le sobraba) de ir a su casa. Recordaba claramente como una de esas pocas veces (se podían contar con los dedos de una mano) no le abrió Chase, sino un chico de unos veinte años y con un acento sumamente raro. Se molestó al ver un chico en casa del rubio, pese a que lo disimuló con gran maestría. Sin embargo, después, el mismo Chase se encargó de corregir sus impresiones, y le dijo que era un muy buen amigo extranjero, llamado Harry.

Las otras veces que fue, siempre le abrió Chase y siempre estaba solo. Pero aquella vez en que fue Harry quien le dio la bienvenida, le hizo recordar en qué tipo de relación tenía su padre y Chase. Lucio estaba encantado por ver que, increíblemente, su plan (aunque nunca hubo precisamente un plan bien establecido) funcionó. Al principio no estaba seguro, ya que su padre y Chase eran personas diferentes, pero con el paso del tiempo (y de varias visitas a la pastelería) se dio cuenta de que no había escogido mal, y que había una obvia atracción entre su padre y su fichaje. Todo desembocó de forma algo precipitada, enterándose Chase de lo que había ocurrido con su otro padre y su padre rechazándole, pero lo que había crecido entre los dos, sobrepasó incluso aquello.

Ahí fue cuando Lucio lo tuvo claro: quería a Chase en la vida suya y la de su padre. Desde que la relación evolucionó sin ningún tipo de título formal (y que hasta el momento seguía así), Chase formó parte del día a día de su casa y su vida. Era entretenido tener a alguien más en la casa, y también refrescante. Su padre ya no estaba serio cada día, y mostraba un brillo soñador en sus ojos. Y él nunca pensó que se podría llevar tan bien con una pareja de su padre que no fuera Sandro. A un lado de toda la relación que Chase mantenía con su padre, Lucio realmente apreciaba al rubio. Y sabía que Chase también le apreciaba a él, y, sobretodo, sentía algo por su padre. Si era así, si todo podía ser tan fácil, ¿por qué hacían lo que hacían? ¿Por qué tenían una relación "abierta"? (a él no le importaba ese tipo de relaciones, pero no para su padre) ¿Por qué Chase se empeñaba en frenar cualquier tipo de avances entre los dos, y su padre era tan tonto como para permitirlo? ¡No lo podía entender!

Pero, naturalmente, Lucio no pronunciaba palabra de todos esos pensamientos, y cuando lo hacía, era de forma en que Chase lo pudiera ver como una broma. Claro, su padre sí que lo entendía perfectamente, pero tampoco sacaba nunca el tema. Él no sabía si entre ellos dos hay conversaciones sobre ello, pero seguramente no. Y Lucio, pese a no ser precisamente un experto en el tema de relaciones, sabía que evitar algo tan importante sólo traería problemas.

Sin embargo, él era nadie para obligarles a mantener esa conversación, no al menos de manera activa. Prefería conformarse con las indirectas y reventar por dentro cada vez que veía a Chase con otro, o sabía por cualquier otro medio que lo había estado. Tal vez por esa razón insistía tanto en ir a la casa del rubio: vigilarle. Naturalmente, no es la única razón, sentía una gran curiosidad por el tipo de vida que llevaría, y su día a día cuando no estaba con él y su padre; pero claro, lo de la vigilancia tenía un peso importante.

Así que, allí estaba, esperando a que la puerta se abriese y rogando por que fuera abierta por Chase. Sin embargo, su deseo no su cumplió. La puerta la abrió un hombre algo mayor, cercano (o eso creía él) a los treinta, tenía la piel morena, los ojos verdes y el cabello corto y castaño. Lo miró desde arriba (era bastante más alto que él, como Chase), y tras unos segundos entre los cuales ni él sabía que decir, ni el hombre entendía lo que veía, frunció el ceño.

–¿Quién eres? –preguntó secamente. Lucio pestañeó varias veces, y se quedó con una reserva nula de contestación. Sin embargo, Chase, de pronto, apareció por detrás y lo miró. Abrió los ojos, sorprendido.

–¿Lucio? –pregunta, dudoso. El hombre de su lado lo miró entonces y repitió:

–¿Cómo Lucio? ¿Lo conoces?

Fue capaz de ver que Chase articulaba en sus labios algo como "mierda" y se llevó una mano a la cara.

–¡Chase, que es un niño! ¿Acaso ya no tienes...?

–¡Pero tú qué estás pensando, por favor! ¡Yo no he hecho nada con él, Gio, ¿qué crees que soy?! –Chase agitado, cogió a Lucio por el brazo y le hizo entrar y cerró los brazos. Caminó tras el rubio, y el hombre, Gio, detrás de él. Entraron al salón, y se quedó quieto, sin saber exactamente qué hacer. De pronto, lo recordó.

–¡Tú eres el amigo de Chase! –exclamó, mirando al hombre, quien frunció el ceño al oír eso para luego mirar inquisitivamente a Chase. –Emmm.... Era, Giovanni. Giovanni Bianchi, ¿verdad?

Giovanni Bianchi paseó su mirada entre él y Chase, quien parecía cada vez más nervioso. Se cruzó de brazos y miró a Lucio, aun sin mostrar simpatía alguna.

–Lo soy. –dijo. Luego miró a Chase. –¿Cómo un niño de diez años sabe mi nombre? ¿Quién es?

–Doce. –dijo Lucio, interrumpiendo a Giovanni. –Tengo doce años. Y en septiembre cumplo los trece. –pero Giovanni lo ignoró.

–Como sea.

–Gio, cariño, es simplemente... un amigo.

–¿Un amigo? –esa vez, tanto Lucio como Giovanni hablaron a la vez, el pequeño riendo, pensando que era la excusa más estúpida, y el mayor sin creérselo, claro.

–¿Desde cuándo un viejo como tu es amigo de un niño como yo?

–Calla. –le dijo el rubio. –Gio, ¿por qué no hablamos después?

–¿Y por qué no ahora? –inquirió el otro.

–Yo no tengo prisa. –dijo nuevamente Lucio. –Tengo dos días enteros para estar aquí. Para eso venía, de hecho.

–Lucio. No ayudas.

–¿Cómo que se va a quedar dos días acá?

Lucio respondió por Chase: –Mi padre trabaja en un hospital, y a veces las guardias no le dejan mucho tiempo libre, y está acostumbrado a quedarse a dormir en su despacho, o consulta, como quieras llamarlo. Tiene un pequeño sofá. En fin, como me aburro solo en casa, tenía pensado quedarme con Chase. –aquella explicación era completa, y suficiente para que la mirada de Giovanni fuera más severa y los nervios de Chase más obvios.

–Lucio, ¿qué parte de cállate, no entiendes? –le dijo Chase.

–De hecho, dijiste "calla", no "cállate". –esta vez, la mirada severa fue por parte de Chase para él. –Vale, lo entiendo. Estoy metiendo la pata. Mejor... no sé, voy a comer algo. –y dicho eso, se fue directo a la cocina, a rebuscar algo sabroso que Chase siempre acostumbraba a tener.

Al otro lado del muro de cemento, en el salón, Giovanni seguía esperando una respuesta, y Chase seguía sin saber exactamente cuál darle. El rubio miraba el suelo, intentando idear alguna excusa para salir del paso, sin tener la necesidad de revelar su relación con Leonardo, aunque Lucio no se lo había dejado nada fácil.

–Chase, ¿recuerdas que últimamente siempre te preguntaba si te pasaba algo y tú me decías que no? Bueno, pues que es el momento perfecto para que dejes las mentiras y me digas de qué coño conoces a ese niño.

–Gio, ¿de verdad no podemos hablar en otro momento?

–Ni de coña. Es obvio que el niño ese te tiene mucha confianza, y me encantaría saber cómo mi mejor amigo, que nunca ha tenido precisamente buena percepción de los niños, va a tener a un crio de doce años en su casa dos días.

–Se llama Lucio.

–Como sea. Chase, basta de excusas.

No era capaz de idear nada, eso estaba claro. ¿Qué pasaría si le decía? Todo eso de que Giovanni se enfadaría era una mera excusa: bueno, sabía que le sería raro, e incluso no estaría del todo convencido, pero no le retiraría la palabra. Eso lo tenía claro.

Giovanni era su mejor amigo, ¿por qué tenía que seguir ocultándolo?

–Conocí a alguien. –dijo, directamente, notando como todo el enfado de Giovanni desaparecía y se convertía en escepticismo. Se apoyó contra la pared y se cruzó de brazos, sintiéndose de golpe sumamente nervioso. Jamás, en su vida, pensó que llegaría a tener una conversación así. –No...no somos pareja ni nada por el estilo, pero... –se relamió los labios, y pensó en Leonardo. –Pero...

–¿Pero...?

–Pero...supongo que puede ser diferente, un poco al menos, a los demás.

–Te has enamorado. –eso sonó más bien a una afirmación y Chase negó con la cabeza.

–No estoy enamorado. Simplemente es... –ni si quiera él sabía lo que era. Lo que menos quería en ese momento era seguir con el tema. Levantó la cabeza, miró a Giovanni y lo vio asentir con la cabeza. Le sorprendió que sólo hiciera eso, pero su pregunta siguiente le haría retomar el tema.

–¿Y el niño... Lucio, quiero decir, qué pinta en todo eso? ¿Es su hermano pequeño o qué? –dijo medio en broma, medio en serio. Chase suspiró y negó con la cabeza.

–No. Es su hijo.

Como lo supuso, Giovanni abrió los ojos sorprendido y pronunció un casi ahogado "¿qué?". Luego dijo: –¿Su hijo? ¿Pero cuántos años tiene ese tipo? Espera, no me digas que está casado. Chase, te tiro ahora mismo por la ventana si te has metido entre un matrimonio.

Irónico que tú me lo digas precisamente, ¿no?, pensó Chase, fugazmente, mas sabía que era inapropiado decir algo así. Miró de reojo a Lu, quien, por fin discreto, no salía de la cocina a sabiendas que interrumpiría una importante conversación.

–Claro que no está casado. Ya no, al menos. –no pensaba contarle toda la historia, no al menos por el momento. –Y tiene... bueno, tiene casi cuarenta y un años.

La expresión de su amigo fue tal como él esperaba, y la verdad, se hubiera decepcionado si no hubiera sido así. Que él, Chase, esté mínimamente interesado en un hombre diez años mayor que él, era tan sorprendente como que, de pronto, Violetta se hiciera lesbiana. Sí, imposible. O hasta que apareció Leonardo, claro.

–Sí, sí. Ya sé lo que vas a decir, ¿vale?

Eso pareció molestar a Giovanni, quien frunció el ceño y exclamó: –¿Y qué supones que iba a decir? –esa pregunta, sin embargo, tomó por sorpresa a Chase.

La discusión podría haberse prolongado, pero el teléfono de Giovanni sonó, él contestó y tras unos segundos de conversación colgó.

–Me tengo que ir. Pero esto no ha quedado aquí, ¿me entiendes, Chase? –cogió rápidamente sus cosas, miró de reojo a Lucio cuando pasó por la cocina y salió de la casa del mayor.

–¿Se ha enfadado? –Lucio salió de la cocina, con un sándwich entre las manos, a medio acabar. –Parece muy cascarrabias, tu amigo ese. ¿Siempre tiene esa cara?

Chase suspiró: –Normalmente, pero no tanto. -dijo, dejándose caer sobre el sofá. Lucio casi fue corriendo hasta sentarse junto a su lado y le extendió su sándwich, el cual rechazó.

–Él no sabía lo de papá, ¿verdad?

–No lo sabía.

–Se lo ocultaste.

–Se lo oculté.

Lucio calló. Chase no tenía intención de decir nada.

–¿Te avergüenzas de papá? –preguntó, de golpe, el menor. Chase frunció el ceño y lo miró, sin responder. –¿Te avergüenzas de papá? –repitió Lucio, mirando al mayor seriamente.

–¿Por qué debería?

–Porque lo escondes. Nos escondes. Sé que no sois nada, y me parece una tontería, ¿sabes? Él te quiere, y tú a él. No sé por qué le haces eso, Chase. Eres cruel.

–No exageres, Lu. Lo que hay entre nosotros dos, es entre nosotros dos.

–No. Yo también estoy, ¿sabes? –Lucio, de pronto, sonó agitado. –Yo voy en el pack con papá, lo sabías. Y no lo entiendo, ¿vale? No os entiendo a los dos.

–Es complicado.

–No lo es. Simplemente vosotros lo complicáis para evitar la verdad. Los adultos sois molestos. Siempre decís a los niños que hay que ser sincero, pero cuando os toca afrontar la verdad, la rehuís. Es lo que haces tú. Es lo que hace papá.

Chase, en ese momento, no pudo responder. Bajó la mirada, sintiendo un incómodo nudo en la garganta. ¿Qué se supone que tenía que decir en ese momento? Él no estaba complicando las cosas, simplemente...eran así. ¿Qué pretendía Lucio, que cambiara toda su vida de la noche a la mañana? Vale. Sí: sentía algo por Leonardo, algo muy fuerte. Lo quería, no era quien para negarlo. Pero, ¿acaso eso significaba que debía de cambiar su forma de vida, que tenían que convertirse en pareja formal, irse a vivir juntos y ser la familia perfecta junto a Lucio? No. Él no estaba listo para eso. Jamás lo estaría.

–Lo siento, Lu. –por fin, se dignó a mirarle. –Os quiero a los dos. –dijo. –Os quiero de verdad, y lo que menos quiero es alejarme de vosotros. Pero...las cosas no son fáciles. No para mí. –sonrió, tal vez incluso de forma algo forzada, pero lo hizo. Lucio se había cruzado de piernas sobre su sofá, y lo miraba seriamente. Extendió su brazo y tocó la cabeza del pequeño. –Pero ahora mismo, no puedo estar sin vosotros.

*

Emma vaciló. Aún recordaba la conversación que había tenido con Paula, y ahora, le costaba hacer cualquier acción hacia Laura. Como varias noches, se encontraba en el bar, junto a sus amigos, bebiendo y hablando tranquilamente. Laura, como casi cada noche desde que vivía en ese barrio, estaba en una mesa atrás, escribiendo en su portátil. Emily no se encontraba en la ciudad, ya que tuvo que ir a reunirse debido a problemas económicos en la futura cinta que quería realizar, y Chase hacía el doble de trabajo esa noche. Harry parecía de muy buen humor, ánimo que le traspasó al amargado de Lui. Dalia estaba algo enfurruñada por una reciente discusión con su novia, y Jim y Bea no paraban de tontear de forma no tan disimulada como ellos creían que hacían.

Era una noche tranquila, entretenida. Ella se lo pasaba bien. Pero no paraba de mirar a Laura al fondo del local.

–¿Por qué no le hablas? –preguntó de golpe Dalia, llamando la atención de los demás en la mesa. Ella frunció el ceño, sin la intención de contestar, pero su amiga prosiguió –No hagas esa cara de estreñida, Emma. Sólo te he dicho que le hables.

Ignoró a Dalia, quien, estaba claro, también estaba con el humor sensible. Después de un rato, se levantó de la mesa y se acercó a la barra, para pedir algunas patatas u olivas para picar. Esperó pacientemente, ya que Chase estaba ocupado, y pronto Lui se unió con ella a la espera.

–¿Sabes por qué no ha podido venir Lucca? –le preguntó a su amigo.

–¿Por qué siempre me lo preguntáis a mí? ¡También es vuestro amigo! –exclamó, molestándose de golpe. Emma puso los ojos en blanco, y decidió ignorar la actitud de su amigo.

–Sólo preguntaba.

–No sé por qué no habrá venido. Estaría ocupado, yo que sé. No es como si siempre estuviera con él para saber todo lo que hace, ¿vale? –aquella explicación innecesaria y que ella no había pedido sólo le hizo asegurarse más de que había algo entre esos dos de lo que ellos mostraban. Pero sabía que no era bueno intervenir, no por el momento.

–Vale. No hace falta que me muerdas. –Lui asintió con la cabeza y suspiró. Tras unos segundos en los que pareció reflexionar en su cabeza, decidió cambiar abrutadamente de tema.

–Al final, ¿qué harás con ella? –preguntó.

–¿Qué haré con quién?

–Con Laura. Últimamente no la has rondado como haces siempre. ¿Pasó algo?

Emma levantó los hombros: –No quiero parecer muy pesada. –hacía ya tiempo que no hacía falta ocultarle a ninguno de sus amigos que sentía algo por Laura.

–¿No es demasiado tarde para esa decisión?

Tal vez se pudo molestar por ese comentario, pero no lo hizo: –Puede. –dijo. –Pero mejor tarde que nunca, ¿no?

–¿Y entonces qué? ¿Vas a pasar de Laura hasta que ella se acerque a ti por sí sola? –preguntó. –¿Eso no es acaso algo bastante imposible?

–¿Y qué quieres que haga acaso?

–Acercarte. –Emma la lanzó una mirada que fue suficiente para no tener que decir que se explicase mejor. –No digo que vuelvas a lanzarte sobre ella como habías hecho hasta el momento, sino que la saludes. Simplemente saludarla.

Chase, entonces, llegó con dos pequeños platitos; uno con olivas y otro con patatas. Lui cogió los dos platos y fue directamente a la mesa que ocupaban todos. Emma se quedó en la barra, y tras meditar unos segundos, le pidió a Chase un café. Lo esperó, y cuando estuvo hecho, fue con la taza hacia la mesa donde estaba Laura, con la mirada de todos sus amigos sobre la nuca. Intentó no prestarles atención y cuando estuvo frente a la mesa, dejó la taza de café sobre el metal, junto al computador de Laura. Esta levantó la mirada, con el ceño fruncido, mas no molesto, sino sorprendida.

–Pensé... pensé que te vendría bien uno. –dijo, sin mirarla directamente. –En fin. Adiós. –y dicho esto, fue directamente a su propia mesa. Cuando se sentó en su silla, todos la miraban sonriendo, Harry y Jim ya se estaban riendo, e incluso Dalia y Lui estaban a punto de estallar a carcajadas. –¿Qué? –preguntó, casi hostil.

–¿Un café? ¿De verdad, Em? –preguntó Bea, riendo. –Menuda cutres. Podrías haber sido más creativa, ¿sabes?

–Oh, dejadme en paz. –replicó, metiéndose una oliva a la boca. Sus amigos rieron y la conversación continuó, al principio aún sobre Emma y su método de acercamiento con el café, y luego derivándose a otros temas.

Después de varios minutos, y por simple curiosidad, Emma miró hacia atrás, donde estaba Laura. La vio, justamente, cuando le estaba dando un sorbo a la taza de café que le había llevado, mostrando una expresión de alivio. Emma sonrió, sintiéndose estúpidamente confortada.

Las horas avanzaban, y cuando quisieron darse cuenta, eran casi la una de la mañana. La música sonaba suavemente de fondo, mientras varios grupos hablaban y tomaban. Chase se había marchado hacía varios minutos, y ahora sólo estaba Helena y otro chico, más joven y que pocas veces iba, atendiendo. Harry, algo cansado de estar tanto rato sentado, decidió salir a fumar un cigarrillo. Bea le acompañó, pero ella acabó su cigarrillo más rápidamente, y volvió al interior del bar. Harry se quedó en el exterior, terminándose su cigarrillo.

Todo parecía normal. Una noche como cualquier otra en el barrio, con todas las luces de las residencias apagadas, y al ahogado sonido de la música y el ruido de los pubs, los bares y las discotecas. La calle estaba tenuemente iluminada por las farolas y en uno de los balcones vio una bandera arcoíris que brillaba gracias unas luces resplandecientes.

Dirigió su mirada hacia la esquina la cual había que girar para ir al Doph's. Por allí había algo más de ajetreo, y era normal ver a hombres y mujeres paseando por esa calle. No llevaba las lentillas, ni las gafas, pero fue capaz de reconocer una silueta, borrosa y distorsionada a lo lejos. Era una cabellera rubia, exactamente la misma que había estado horas antes al otro lado de la barra, ateniendo. Parecía apurado, e iba solo, algo que le extraño. No fue por la calle en la cual él se encontraba, sino que siguió recto, por lo que no lo vio. Tan sólo iba por la mitad de su cigarrillo, cuando vio otra silueta conocida. Caminaba más lentamente, sin prisas, e ignoraba a los que pasaban junto a él.

Era Giovanni. Harry no era capaz de ver nítidamente su cara, pero apostaría cualquier cosa a que había discutido con Chase por alguna razón. El mayor se apoyó en la esquina y encendió un cigarrillo, y, a diferencia de Chase, sí que se dio cuenta de su presencia al otro lado de la calle. Los dos se miraron, en silencio, en distancia. Giovanni exhalaba el humo del tabaco, y pocos segundos después, lo hacía Harry. Había varios metros entre los dos, incluso personas que pasaron, pero casi en ningún momento, apartaron la mirada.

Sólo fue Harry quien, en el momento en que terminó su cigarrillo, decidió acercarse. Tiró la colilla al suelo, y la pisó mientras caminaba. Giovanni no se movió, y cuando el menor estuvo junto a él, le sonrió.

–No sabía que fumabas. –dijo Giovanni, con un tono tan inexpresivo que Harry sintió cierta molestia. La disimuló, claro.

–Y yo no sabía que discutías con Chase. Vaya sorpresa.

Giovanni puso los ojos en blanco y le dio una larga calada a su cigarrillo, para luego expulsar el humo sin prisa alguna.

–No discutimos. No fue...una discusión como tal, al menos.

–¿Y a qué se debió?

Giovanni tardó en contestar: –¿Debería de responder a eso? No creo que sea de tu incumbencia. –y ahí estaba, pensó Harry, esa hostilidad cuando se había establecido un término medio, una "tregua", entre los dos. No lo entendía. Sin embargo, aquello no hizo más que recordarle al tiempo en que él insistía en acercarse, y Giovanni en alejarlo.

–Hombre, ¿qué tiene de malo? Si acabas de discutir o tener un problema con un diario confidente, ¿con quién te vas a desahogar?

–¿Desahogar?

–Sí, Giovanni, desahogar. Todo el mundo sabe lo que significa esa palabra, y tú sabes en qué contexto. No hace falta explicarlo.

–Pues no necesito desahogarme, Harry. Pero gracias por tan tentadora oferta. –un murmullo de sarcasmo resonaba en esa frase, y Harry rodó los ojos, medio molesto, medio divertido.

–Eso es mentira. Todo el mundo necesita desahogarse, y si tu ni puedes hacerlo con Chase, ¿con quién lo harás? Yo cuando no puedo con Jim, lo hago con Emma o Lui. O al revés.

–Pues creo que entonces la almohada será mi diario esta noche. '

–No basta.

Giovanni suspiró y tras unos segundos con el cigarrillo en la boca, lo apagó contra la pared. Miró a Harry, quien lo observaba con los ojos bien abiertos y esperando cualquier respuesta. Lo miró con el ceño fruncido, sintiendo de pronto como si esa escena no perteneciera a la actualidad, sino a meses atrás.

–¿Qué pretendes? –preguntó. Harry rió con la pregunta. –Responde.

–¿Qué crees que pretendo? –no lo negaba. Eso quería decir que sí que quería algo en concreto.

–No lo sé, Harry. Por eso te lo pregunto. Pensaba que me odiabas, o que te era totalmente indiferente, ¿a qué coño viene este repentino interés otra vez en mí? Como lo que pasó la semana pasada, ¿por qué te molestaste en venir a disculparte conmigo por tu cagada? Sabes que si nunca hubiera dicho nada.

La sonrisa de Harry desapareció por unos segundos, pero no parecía ni preocupado, ni molesto. Simplemente, parecía estar escogiendo las palabras exactas.

–Primero, nunca me fuiste totalmente indiferente. Te odiaba, pero sólo a veces. Y eran odios diferentes, aunque últimamente. Pero ya no te odió, ¿acaso no es obvio?

–No.

–Pues no te odio, pero tampoco me eres indiferente, Giovanni. Eres un grano en el culo... al que le he cogido cierto aprecio, supongo. –se rió de su propia absurda comparación. Luego de reír suspiró, y mostró una expresión algo más seria. –Después de que me contaras lo de tu hijo, y lo de tu Angelo, supongo que cambié la forma en la que te veía. Sigo pensando que eres un cabrón por haberme mentido, y un idiota por lo que hiciste, pero... cuando sabes las razones, y en cierta forma las entiendes, todo cambia. Y me caes bien, ¿sabes? Siempre me caíste bien. Eres algo amargado, serio, tacaño y engreído, pero me caes bien. Y... supongo que lo que pretendo, es que seamos amigos.

–¿Amigos? –por un momento, sólo un simple momento, Giovanni se sintió sumamente desilusionado al oír simplemente la palabra "amigos". Sin embargo, a la vez, saltó algo emocionado dentro de él.

Ahora, Harry volvió a sonreír y asintió con la cabeza. –Sep, amigos. Es decir... yo te caía bien. Dejando de lado que nos acostábamos, me la pasaba muy bien contigo cuando iba a tu casa. Tal vez la relación era principalmente follar, pero... a mí me gustaba pasar tiempo contigo. –luego, miró a Giovanni con cierta vergüenza, como si se acabara de dar cuenta de lo que acaba de decir. –Al menos yo... no sé... tú.

Giovanni lo miraba en completo silencio. Ya se mostraba molesto, ni si quiera serio, sino más bien sorprendido.

–¿Quieres que seamos... amigos? –repitió, como si de todo lo que hubiera dicho Harry, fuera lo único que le había quedado en la cabeza.

Harry resopló y rodó los ojos: –¿Tengo que volver a repetirlo? Es bastante vergonzoso, ¿sabes? –le recriminó. –Tampoco es como si fuera una obligación, joder. Sólo digo... me caes bien, y si alguien me cae bien, me gusta relacionarme con esa persona. Punto. No es tan difícil de comprender.

Después varios segundos, otra vez en silencio, Giovanni sacó otro cigarrillo y se lo ofreció a Harry. Éste lo miró dudoso, pero luego de meditarlo lo tomó y lo encendió. Le dio una larga calada y exhaló el humó.

–Sigo casado, y con hijo, Harry. –dijo.

–He dicho amigos, Giovanni. ¿Te tengo que definir lo que significa? –exclamó Harry. Él no quería nada con Giovanni, no mientras estuviera casado. No pensaba volver a caer en algo tan estúpido, a volver a enamorarse de él sabiendo que las cosas no llevarían a sitio alguno. Pero tampoco quería romper la relación con él, como los últimos meses. Amigos eran un término medio. Era perfecto.

Giovanni sonrió, encendiendo entonces él su propio cigarrillo: –A mí también me caes bien. Cuando no tengo ganas de pegarte un tiro, me caes bien. –el comentario calmó totalmente a Harry, quien soltó una risa.

–Entonces... ¿amigos?

–Frena, mocoso. ¿Qué quieres, qué hagamos un contrato en el que quede por constancia que seremos amigos? Las cosas no se hacen así. Que me caigas bien no significa que mañana mismo me iré contigo de fiesta. –las palabras salieron sin ningún tipo de recriminación, pero eran claras, y Giovanni las decía totalmente en serio.

–Vale. Lo entiendo. ¿Qué te parece si, entonces, simplemente empezamos porque me digas qué pasó con Chase?

Giovanni suspiró: –No te rendirás, ¿no? –Harry negó. Giovanni seguía sin sentirse precisamente a gusto con la idea de explicarle a Harry la situación, y mantenía su postura en que no era de su incumbencia. Sin embargo, se lo contó. Escueta y rápidamente, diciendo simplemente que estaba con un tipo de cuarenta años, con un hijo y dos matrimonios sobre la espalda. Prefirió emitir el detalle del fallecido último esposo.

–¿Y por qué te molesta? –preguntó Harry.

–No es que me moleste. Es que... conozco a Chase, y esa relación no va a llegar a ninguna parte.

–¿Y cómo lo sabes?

–Tiene casi treinta años, Harry. Y jamás, jamás, ha tenido una pareja. Nunca se ha comprometido. Que ese tipo tenga cuarenta años me importan poco, y lo del hijo...creo que soy el menos indicado para protestar sobre eso. Es que simplemente... sé que no acabará bien, y... no le gustó cuando se lo dije.

–¿Son pareja?

–No. Tienen una relación liberal, de la cual, estoy seguro, sólo se aprovecha Chase. Pero que haga lo que quiera. Yo ya le avisé.

Harry lo miró durante unos cortos segundos, en silencio, y luego suspiró. Sabía de sobra, y por experiencia, que Giovanni no era precisamente la persona más sutil para decir lo que piensa, y ya se pudo imaginar la escena de los dos amigos, bebiendo tranquilamente, y Giovanni soltándolo de golpe, sin venir a cuento y con ese tono de acusación. Chase podía ser un hombre dotado de una paciencia infinita (tenía que serlo para aguantar a Giovanni), pero incluso él tendría sus límites.

Pero Harry prefirió cerrar su boca y guardar todas sus opiniones para él mismo. Había conseguido una perspectiva perfecta con Giovanni, y lo que menos quería era cagarla en ese momento. Apreciaba a Chase, y pensaba que Giovanni exageraba, pero no estaba dispuesto a decirlo.

–¿A qué viene bien? –dijo, evitando totalmente seguir con el tema de Chase. –Digo, lo de hablar con otra persona. Te lo dije.

Realmente, Giovanni no había visto cambio alguno en guardárselo o compartirlo con Harry, pero le causaba cierta gracia.

–¿Y qué si te digo que me he quedado exactamente igual? –dijo.

–Que te diría que eres un mentiroso, y...

–¡Harry! –una voz llamándole le hizo callarse. Se giró, y vio a Jim saliendo del bar y buscándole con la mirada. Cuando lo encontró, alzó un brazo haciendo un gesto que significaba que volviera. Dijo algo en inglés, y se encaminó hacia ellos. –¿Se puede saber qué haces? –dijo, en inglés. –Llevas como diez minutos fuera. –luego, ya a pocos metros, se fijó en que Harry no estaba solo y lo miró con cierto brillo de burla. –¿Interrumpo algo? –preguntó.

Claro que no. Simplemente...estábamos hablando. –miró a Giovanni, quien se había terminado su cigarrillo y había tirado la colilla al suelo, pisándola. Lo miró e hizo un amago de sonrisa.

–Adiós. –dijo, simplemente, yéndose sin si quiera determinar a Jim.

Su amigo rubio siguió a Giovanni con la mirada, y se acercó totalmente a él.

Interrumpía algo, ¿verdad? ¿Cómo puede ser que con el simple hecho de salir a la calle a fumar ligues? ¡Los gays estáis salidos!

Te digo que no sólo estábamos hablando. Y no ligué ni nada con él, ya lo conozco.

¿Un ligue antiguo?

–...más o menos. –miró a su amigo quien, obviamente, estaba esperando alguna explicación, un nombre al menos. Suspiró. –Es Giovanni. –Jim abrió los ojos y miró nuevamente hacia la dirección por donde Giovanni se había ido.

–¿Giovanni? ¿Tu... jefe? ¿El que... el del hijo? –Harry asintió con la cabeza y, aunque no había terminado su cigarrillo, lo tiró al suelo y lo pisó. –¿Pero no lo odiabas?

Harry sintió una punzada de irritación al oír esa pregunta. Giovanni le había hecho exactamente la misma. ¿Por qué todo el mundo tenía que pensar que lo odiaba? ¡Tampoco era para tanto!

–No exactamente.

–¿Acaso volvéis?

–¡Que no! Te dije que sólo estábamos hablando, Jim. Y ni se te ocurra decirle nada a nadie, ¿me oyes? Menos a Lui y a Emma. – no tenía humor para aguantar el mal humor de Lui, ni tampoco a la entrometida de Emma. –Jim. Lo digo en serio.

Que sí, pesado. No diré nada. Pero me parece muy fuerte. Jamás me imaginé que te vería hablando con el famoso Giovanni... ¿cómo era?

–Bianchi. Giovanni Bianchi.

–Eso, eso. Bianchi. –después de unos segundos de silencio, en los cuales comenzaron a caminar hacia el bar, Jim volvió a reír. –¡Qué fuerte!

–¡Oh, Jim, ya basta! Preocúpate por tus cosas y déjame en paz.

–¿Qué preocupación puedo tener? ¡Estoy extremadamente feliz!

–Básicamente, que Bea tiene novio. Sería un detalle que no olvidarás eso.

Jim borró su sonrisa e hizo una expresión dramática: –Como te gusta hundirme en la miseria. –dijo, para luego, mostrarse algo serio. –No sé qué hacer.

–No cagarla. Realmente la que tiene que hacer algo es ella. ¿Habéis hecho algo?

–¡Qué va! Sólo...tonteamos. No sé ni si quiera si realmente siente algo por mí. ¡Pero da igual! Hay que vivir en la alegría, pequeño mío. –exclamó, pasando su brazo por los hombros de Harry, y atrayéndolo amistosamente. –Ahora estamos aquí para divertirnos. Ya después te sonsacaré qué es lo que tienes con ese hombre.

–¡Que no tengo nada, Jim!

Y entraron al bar, Jim, muerto de la risa, y Harry intentando no contagiarse de ésta para parecer serio. Vieron cómo, justo al cruzar el umbral, Laura se había acercado a la mesa donde estaban todos y le decía algo a Emma para luego marcharse. Pasó junto a ellos, sin determinarlos y fueron corriendo hasta sus amigos.

–¡Dios, estás rojísima! –exclamó Jim, quien se volvió a sentar junto a Bea, la cual reía.

–¿Qué te dijo? –preguntó Harry.

–Mira que es exagerada, ¡si sólo le dio gracias por lo del café! –dijo Dalia.

–¡Cállate! No estoy roja ni nada, ¿vale? –era mentira, de hecho, lo estaba. Todos comenzaron a molestarla sobre el tema, incluyendo Harry. Él sabía de primera mano que los sentimientos de Emma hacia la escritora eran totalmente sinceros, y lo confundida que estaba al no saber cómo actuar. Era irónico ver que, después de todos los intentos descarados que había hecho desde que la conoció, ese acto tan simple había significado más que cualquiera. Un simple café, y un simple: gracias.

�� �^(>

Continue Reading

You'll Also Like

87.3K 5.1K 48
¿Qué nos perdimos entre Martin y Juanjo cuando no había cámaras? Basándome en cosas reales, imagino momentos y conversaciones que pudieron ocurrir. L...
28.3K 1.6K 33
Una nueva historia rivari dónde Rivers y Ari no saben muy bien si realmente son amigas... Lograrán ser algo más? Tendrán algún enemigo? Descúbrelo t...
30.2K 2.8K 17
"Hola soy pus la creadora no xD cosas que tengo que comentar no soy experta en esto, no actualizó rápido etc" "Datos de la historia:" el ship princip...
424K 33.4K 54
El mundo da un vuelco cuando la primer mujer en la Fórmula 1 se hace presente en el Paddock. Camille Watson, hija del gran piloto de la F1 tendrá que...