La pareja del líder [TodoBaku]

By AgostinaRocy

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Durante generaciones, el clan de los Zorros de la Luna Roja y los Dragones del Sol habían convivido en armoní... More

Prólogo.
Cuestiones Políticas.
El Pueblo de Rinji
Pequeña Notita
Mirio e Izuku.
Intoxicación.
Gradual Recuperación
Visita al Dragón.
Lecciones compartidas.
Keigo y Tenya
Siempre es mejor decir la verdad.
Una persona muy directa.
Obligaciones y apoyo
El Festival de la Luna
Sentimientos.
La Hora de las Luces.
La Luna como testigo.
Preocupaciones y Miedos.
Una sorpresa no tan sorpresa.
Medidas preventivas.
La llegada del invierno.
Cada vez más cerca
La pareja del líder
La estrella blanca.
Agradecimientos y Curiosidades

Un pequeño paseo.

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By AgostinaRocy

Masaru pensó como la condición de su yerno ya estaba lo bastante estable, al menos, para que pudiera permanecer despierto gran parte del día, sería una buena idea que empezará a recorrer el Pasillo de las Orquídeas que sería su hogar. Después de tanto tiempo inmóvil, le sería beneficioso mover su cuerpo y tomar aire fresco. El clima en sus tierras era muy agradable y faltaba muchísimo para el invierno.

Cuando se lo sugirió a Katsuki y Denki, los dos pusieron expresiones pensativas. Si bien estaban de acuerdo que salir sería bueno para Shoto, querían asegurarse de estar prevenidos y aunque el castaño les aseguro que no se iba a desmayar en medio del paseo, aún así, se tomaron ciertas preocupaciones como aumentar un poco su medicina y alargar el tratamiento que le daban en conjunto por unos minutos.

Masaru nunca le diría, a excepción de su amada Mitsuki, lo divertido que fue ver a su hijo y al rubio tomando notas de forma compulsiva y hablando casi igual de emocionados —su hijo no mostró muchos signos de emoción, aunque sí noto que estaba contento, a diferencia del rubio que parecía capaz de saltar de un lado para otro— sobre un pequeño paseo por los jardines principales y quizás, más adelante, una salida a los Pueblos Lunares.

—Estira, estira, sí, muy bien —felicitaba el rubio —Ahora, flexiona...oh, lo siento, ¿duele? ¿paramos?

Bakugou dejo de lado su taza de té para mirar disimuladamente hacia donde Kaminari ayudaba a Todoroki a hacer ejercicios de estiramiento para sus piernas. El no usarlas por tanto tiempo hacia que fuera propenso a calambres y dolores recurrentes, por lo tanto, el rubio le daba un masaje antes de obligarlo a estirar sus piernas cada tantas horas. Él no lo hacía porque se sentía incómodo tocando a otros —aparte de que su rostro se pondría rojo si estaba tan cerca del contrario— y el bicolor tampoco pareció a gusto cuando el de ojos dorados hablo de un intercambio entre ellos.

El cenizo observó que el rubio se había detenido con una de las manos en la rodilla derecha del más alto, sus ojos dorados brillaban de esa forma que ya le conocía, significaba me mientes y te lo haré peor. El bicolor se llevó bastante dolor cada vez que le mintió al más bajo acerca de que zonas se le dificultaba más mover. Según el rubio, su prometido había cosas que solo llegaba a comprender por las malas y no se molestaba en ser misericordioso cuando eso pasaba.

Kirishima le menciono que eso lo volvía un muy buen guardian para alguien tan estoico y terco como su prometido. Él pensaba igual.

Hubo una pequeña batalla de miradas entre ambos dragones, hasta que el bicolor suspiro y asintió con la cabeza, haciendo que el rubio sonriera y le soltará la rodilla para que pudiera bajar la pierna por completo. Le masajeo la parte de abajo de la rodilla, lo que hizo que el más alto soltará un pequeño sonido de molestia y asintió para sí mismo.

—Lo estás haciendo genial, Todoroki, podrás caminar mucho junto con Bakugou mañana —le sonrió el rubio —Pero no exageres, no corras y no saltes.

—Suenas como una madre —bufo divertido el de ojos rojos, llamando la atención de los otros dos —Iremos al jardín a caminar. No hará nada de eso, Kaminari.

—Nunca se sabe —hizo un puchero el rubio — ¡Bien, terminamos!

Katsuki trato de no reírse cuando noto la expresión de alivio de Shoto. Denki le acomodo el yukata y le ayudo a moverse de la cama para que pudiera sentarse frente a él en la mesa, después le busco una taza y quiso servirle algo de té, mostrándose decepcionado cuando se dió cuenta que no había más agua para hacerlo.

—Iré a buscar agua caliente —aviso, poniéndose de pie y tomando la tetera — ¿Quieren también bocadillos?

—Dentro de poco voy a cenar —respondió el cenizo para declinar —Pero él va a dormir más tarde, así que deberías traerle.

—Pensé lo mismo —sonrió el rubio a ambos —Ya vuelvo.

Una vez el más bajo dejo la habitación y estuvieron solo, el de ojos rojos se sintió algo incómodo. No es que fuera la primera vez que se encontraba a solas con su prometido pero, por alguna razón, cada día era un tantito más difícil estar en la misma habitación. No que fuera incómodo, si no que, el solo hecho de mirarlo hacia que su estómago se retorciera y sus labios se quedarán apretados en una fina línea sin saber qué decirle.

Era casi una suerte que el bicolor hiciera una conversación por las dos a partir de las notas que deslizaba por la mesa. Como en ese momento que, al verlo algo tenso, escribió en su libreta y le pasó la notita.

Estoy deseando que llegue mañana.

A el cenizo se le escapó una sonrisa al leer eso.

—Tampoco vas a ver la gran cosa —dijo —De seguro en tu clan los bosques son más hermosos, ¿no?

Todoroki negó con la cabeza, después arrugó un poco el ceño y le escribió una nota más.

No los he visto. Mi familia vive en las Montañas de Iruyuki, son montañas cubiertas por nieve. Nada crece ahí.

Bakugou se mostró un poco confundido.

—Pensé que los Todoroki vivían en el Monte del Sol o que siempre habría sido así —comentó el de ojos rojos.

Siempre fue así hasta que mi viejo se casó con mi mamá que es un Dragón de Hielo. Los Dragones de Hielo no toleran los climas cálidos o los volcanes, que es donde está ubicado el Monte del Sol. Mí viejo mudo a todo el clan principal cuando se casó con ella.

El cenizo sintió que comprendía y a la vez no comprendía algo.

—Entonces, ¿cómo es que tú estás bien aquí? —quiso saber y le dedicó una mirada amenazante —Como me llegues a decir que lo has estado tolerando sin contarme juro que te mataré.

El más alto le sonrió, de un modo tan suave y gentil, que el de ojos rojos sintió su cara calentarse. Mierda, se suponía que lo estaba amenazando, ¿a qué venía la linda sonrisita? Lo estaba volviendo loco.

Porque no soy por completo un Dragón del Hielo ni tampoco un Dragón del Fuego como mi padre. Soy una especie de mezcla, dos de mis hermanos mayores son Dragones de Hielo y uno de ellos es un Dragón de Fuego, ¿quieres intentar adivinar cuál es cuál?

Sonaba a un reto. Y a el cenizo le encantaba los retos.

—Tu hermano mayor es un Dragón del Fuego y los otros dos son Dragones de Hielo —adivino y el bicolor le dió un asentimiento, agrego una pregunta —Entonces, si alguno de ellos te quiere visitar, ¿no les sería perjudicial?

No, ya que Hawks y Tensei-san les pueden transferir de su energía para que estén estables.

El más bajo asintió, se echó hacia atrás y suspiro.

—Eso es bueno —admitió en un susurro bajo —No me gusta esa mierda de que no puedas ver a tu familia por mucho tiempo.

Hubo un breve silencio a lo que acompaño esa oración antes de que el cenizo se diera cuenta que había dicho algo muy cursi y que demostraba que se preocupaba genuinamente por su prometido. Su rostro se puso rojo y antes de que pudiera pararse para irse, el más alto le agarro de la muñeca y tiró de él hacia abajo. La mesa se volcó junto con las tazas, el té que quedaba en ellas macho la alfombra y algunos platitos se rompieron. Sin embargo, lo único importante para el cenizo era que estaban encima de su prometido, con una de sus manos a un lado de su cabeza y una de las él sobre su cintura.

El corazón le latio tan rápido que fue doloroso. Además, cuando quiso pararse, el bicolor no lo dejo, le agarro por la cintura y lo abrazo. Él lucho, por supuesto, para liberarse. Eso hasta que sintió unas palmaditas en la cabeza y la voz suave y dulce del más alto pidiéndole que se calmara. Desde hace dos días era capaz de hablar, frases muy cortas y dichas en un tono muy bajo para no forzar sus cuerdas vocales.

Katsuki se quedó sentado entre las piernas del más alto, con las rodillas pegadas en el pecho y la cabeza oculta entre las mismas, con las manos de Shoto en su estómago, su respiración muy cerca de su oreja. Se calmo a sí mismo luego de unos segundos pero se negó a levantar la cabeza.

— ¿Te lastime? —murmuró y escucho un suave no —Bien, entonces dime, ¿para qué mierda me agarraste? Acabamos de hacer un puto desastre.

—Te ibas a ir —respondió como si fuera razón válida para detenerlo de esa forma.

—No es razón para tirarme al suelo, maldito —gruño y escucho una risa, que le hizo encogerse sobre sí mismo —Ya suéltame.

El cenizo puede jurar que escucho un hmm enfurruñado de parte de su prometido pero igualmente lo soltó, lentamente y sin parecer tener deseos de hacerlo. Cuando se dió la vuelta, resignado a que viera que tenía el rostro sonrojado hasta las orejas, noto que al menos no era el único.

Aunque el muy maldito de su prometido no se veía ni la mitad de nervioso de lo que él debía lucir.

—Gracias por lo que dijiste —mencionó antes de que pudiera irse —Bakugou.

El cenizo sintió un escalofrío recorrer por su columna y se apresuro en llegar hasta la puerta, se topó con que Kaminari estaba por ingresar y se fue mientras escuchaba los gritos del rubio acerca de qué hicieron para que la habitación quedará hecha un desastre.

El día del paseo inicio, para mala fortuna de Kaminari, con la visita de Iida.

— ¿Un paseo? ¿No es peligroso para Todoroki? —cuestiono el más alto — ¡Estarás muy lejos si le sucede algo!

El rubio se abstuvo de rodar los ojos, en lo que le ayudaba al bicolor a apoyarse en su hombro. Había pensando que unas muletas serían útiles pero, de manera sorprendete, el más alto podía caminar sin ellas. Claro que necesitaba cada tanto apoyarse de alguien al caminar o ayuda al pararse. El de ojos dorados que sería un paseo de lo más interesante, dónde podría aprovechar para que su amigo y el cenizo se acercarán más.

No necesitaba a el de lentes interviniendo en sus planes de cupido.

—Estamos en el territorio del Zorro de la Luna Roja, en el Pasillo de Orquídeas que le pertenece al futuro y más aterrador líder de todos, ¿acaso crees que alguien sería tan idiota de lastimar a la pareja de ese líder? —miró hacia el más alto, el cuál pareció pensar en sus palabras y giraba la cabeza hacia otro lado —Además, si no los dejo solos, no podrán conocerse a gusto Iida, ¡necesitan entablar una relación!

—Pero...—quiso protestar el más alto — ¿Qué pasa si Todoroki se siente mal en el paseo?

—Ya le di una dosis de pociones, tuvo su tratamiento y me ha asegurado de que, si se sentía mal, le avisaría a Bakugou que lo llevará devuelta a su habitación —giró para mirar hacia el bicolor — ¿No es cierto que lo harás? Porque como no lo hagas, aparte de tenerle miedo a la ira de Bakugou, tendrás que tenerle miedo a la mía.

Todoroki se puso un poquito pálido al imaginar la posibilidad de que esos dos estuvieran enojados con él. El rubio contuvo la risa inútilmente y le dió unas palmaditas en la espalda, para después mirar hacia el de cabello azul.

— ¿Ves? Todo está controlado Iida —le aseguro.

El más alto no supo que responder, frunció los labios y quiso decir algo más. El bicolor, desde detrás del rubio, negó con la cabeza. Una vez el de ojos dorados estaba decidido con algo, lo llevaría a cabo hasta el final.

— ¿Puedes llevarlo solo? ¿No quieres ayuda? —pregunto ansioso recordando las cosas que le sucedieron al rubio en el Abismo — ¿No es pesado para ti?

—No lo es —suspiro el rubio agarrando a el bicolor para irse, pasando por un lado del más alto —Iida, sé que crees que no soy un buen guardian, pero tampoco es necesario hacerlo tan obvio.

Tenya abrió mucho los ojos después estuvo por decir algo pero Denki negó con la cabeza y se alejó con Shoto por el pasillo de la habitación. Después de un momento, dió un suspiro y sintió un apretón en su hombro. Al girarse, el bicolor le miraba.

— ¿Crees que fuí malo con él? —preguntó en voz baja y el contrario negó con la cabeza — ¿Qué me pase? —otra negación — ¿Exagere?

El bicolor volvió a negar, estaban llegando a un hermoso patio, lleno de flores y árboles. Katsuki los esperaba más adentro, por un camino que el rubio ya conocía, en una zona donde pasaba un pequeño río y tenía bancas de cerámica blanca. El rubio iba con una expresión cabizbaja y empezó a murmurar.

— ¿Piensas que debería hablar más con él?

Kaminari no necesito voltear para saber que Todoroki debía estar asintiendo con la cabeza. Soltó un largo suspiro.

—Iida me recuerda mucho a Tensei-san, es increíblemente inteligente, disciplinado y seguro que si fuera tu guardian, haría un trabajo mucho mejor que yo...

—No.

El rubio giro la cabeza, ya que era la primera vez que el más alto le hablaba con un tono tan serio y además, le miraba de una manera tan solemne.

—Eres un buen guardian.

El más bajo sonrió, no dijo nada más y siguió guiando al bicolor hacia el interior del patio. Cuando llegaron a los bancos, Katsuki los esperaba sentado ahí. El rubio sonrió, dejo al bicolor en la banca a su lado y se despidió. Le guiño un ojo al bicolor y le deseo suerte.

En el Dragón del Sol, por lo que había escuchado, usaban mayormente yukatas de tonos rojos y blancos, con bordados del sol en las mangas largas. Pero cuando escucho de Kaminari que Todoroki prefería los colores suaves del clan de su madre, se las mando a cambiar. Bakugou pidió yukatas de un tono azul, con pequeños bordados en el cinturón únicamente, que representaban al clan de su prometido.

Y debía reconocer que le quedaban bien esos colores, bajo la luz del sol, el yukata azul parecía brillar y le daba un aspecto elegante y sereno. Se habían quedado sentados en el banco por unos minutos, hasta que el mismo bicolor menciono que quería caminar y así lo hicieron. El cenizo estuvo siempre atento a sus reacciones, por si se sentía mal o debía llevarlo devuelta al interior del Pasillo de las Orquestas.

Como no sucedió nada preocupante, al cabo de un rato, termino por relajarse.

—Es muy hermoso todo lo que tienes aquí, Bakugou —comentó el más alto que estaba contemplando la variedad de flores del lugar.

—Es nada comparado a lo que tienen mis padres en el Palacio de Plata —se encogió de hombros el cenizo pero el bicolor le seguía mirando con atención y con aquel extraño brillo de interes en sus ojos que no sabía cómo corresponder, giro la cabeza y lo guío por otro lado —Pero estoy orgulloso de algo. Ven, te mostraré.

Katsuki guío a Shoto por un sendero oculto entre los árboles, que no se podía ver desde los jardines y pasaba muy desapercibido entre los arbustos. Caminaron por unos metros hasta llegar a un sector verde, una pequeña y humilde plantación, que el cenizo mostró con orgullo a su prometido.

—Lo replique de una aldea humana. Tengo varias cosas que no se consiguen fácilmente y que necesito en caso de emergencias —le explico a un asombrado dragón que miraba las plantas con curiosidad —Algunas son medicinales, otras comestibles y un par venenosas. Te aconsejo no tocarlas.

—Es increíble —se inclino el más alto, sentándose en el suelo sin importarle ensuciar su yukata —En las Montañas de Iruyuki tenemos invernaderos que mantienen ciertas cosas, pero siempre hacen falta plantas medicinales. También he escuchado que cuidar este tipo de huertos es un trabajo pesado, ¿no?

—No, es fácil. Al menos para mí —presumió el de ojos rojos, agachándose a la altura de su prometido y poniéndose a su lado —Solo tienes que saber exactamente qué plantas quieres cultivar y para qué serán, si te serán útiles a largo plazo, si valen la pena, etc. Después llevas un registro, las cuidas como corresponde y no cometes el estúpido error de Kirishima de darles agua todos los putos días porque algunas no les hace falta.

El bicolor soltó una pequeña risa y se dedicó a mirar y escuchar la forma en que el cenizo le contaba de su pequeño huerto, la manera en que sus ojos rojos brillaban con cada planta que le enseñaba y le explicaba desde hace cuántos años o meses la cuidaba. Estaba tan embalsado viendolo que, en cierto momento, perdió el rumbo de la conversación y solo se quedó admirando su rostro. Por otro parte, el más bajo noto después de un tiempo que estaba hablando de más y siendo muy entusiasta con algo que a lo mejor al otro le daba igual, estaba por cambiar de tema cuando noto que su prometido tenía la mirada fija en él, como si no se le hubiera ocurrido por ningún momento mirar otro lugar.

Bakugou sintió su rostro enrojecer, se puso de pie y debido al movimiento, Todoroki que estaba a su lado cayó hacia atrás sobre su trasero. Los dos se vieron mutuamente y se rieron, olvidando la tensión que surgió antes. El cenizo le dió la mano al más alto para que pudiera ponerse de pie y volvieron por el sendero a los jardines.

Fue un muy buen paseo.

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