La Hora de las Luces.

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Bakugou conocía bien el lugar que le menciono Kirishima a su prometido. Iban ahí de niños a jugar bastante seguido, era privado y por lo general nadie pasaba por las orillas del río durante la noche, demasiado entretenidos con el mercado y el alboroto del festival. Se trataba de un sendero muy largo, colonia abajo se podía observar el río que fluía hacia el sur y los árboles eran iluminados por pequeñas esferas de luces. Era bastante largo y nunca había llegado hasta el final que recordara. Posiblemente se extendería hasta el desemboque del río.

A Todoroki le gustó. Sus ojos brillantes al ver el río y las estrellas en el cielo. Tomo nota mental de mostrarle más lugares en el futuro. Su recuperación iba lo bastante bien como para permitirlo.

El sonido del agua era tranquilizador. Después de un día tan largo, el cenizo lo agradecía, así como también el hecho de el más alto estuviera sosteniendo su mano como si fuera lo más normal del mundo e ignorara que su corazón latía a lo loco. Sí, una extraña mezcla. Pero se sentía aturdido y agotado. Estaba en su derecho en dejarlo pasar.

— ¿Ya está por empezar? —preguntó el bicolor, sin poder ocultar el entusiasmo en su voz y trayendo a su prometido devuelta a la realidad.

—Un minuto más —informó el de ojos rojos observando a su alrededor —Espera y observa. Te gustará, mitad-mitad.

El bicolor asintió e hizo lo que dijo su prometido. Estuvo atento, observó alrededor del bosque y antes de ver lo que sucedía, lo escucho a lo lejos. Los sonidos de asombro, las risas de los niños, el leve canto de los miembros del clan en el aire. Sus sentidos agudos se vieron afectados cuando aparecieron las primeras luces de la nada, dónde antes no había existencia alguna, la pequeña luz se manifestó. Como si fuera una luciérnaga, moviéndose perezosamente de un lado al otro. Había otras que se movían más rápido o un tanto más lento. Pero todos parecían iguales. Misma forma, misma energía, misma cantidad de luz.

Un espectáculo hermoso. Nunca había visto nada igual y le daba una sensación de paz, como si estuviera en su hogar siendo recibido por sus familiares. Las luces no lo tocaban, parecían bailar a su alrededor y se ponían traviesamente a sus costados. Gracias a su sensibilidad como dragón, podía sentir que emitían cierta cantidad de calor y lo hacían sentirse todavía más seguro que antes.

El cenizo le había soltado la mano al más alto para que pudiera disfrutar del espectáculo, lo vio caminar por el sendero sin mirar, embobado por las luces y con las manos extendidas, sin intentar tocarlas pero viendo si ellas se acercaban a hacerlo. Tenía una leve y adorable sonrisa en sus labios mientras sus ojos observaban con asombro todo. Oh, como le gustaba esa vista.

Estaba tan contento viéndole que se olvidó que cierto detalle pasaba durante la Hora de las Luces y que él, con su suerte, siempre tenía la mala suerte de ser una víctima.

—Mí querido descendiente tiene una pareja curiosa —hablo una voz misteriosa —Un dragón. Menuda combinación.

Katsuki contuvo un gruñido de frustración, su buen ánimo se fue en picada. En cambio, Shoto dejo de mirar las luces y se enfoco en quien había hablado. Se trataba de una persona que caminaba hacia ellos, de cabello largo de un tono casi blanco, ojos rojizos y usaba un kimono de un tono celeste sin ningún grabado particular, pero que aún así le hacía lucier elegante. Estaba acompañado de una mujer, cuyo cabello largo sí era en su totalidad blanco y sus ojos grises. Por un segundo, pensó que estaba viendo a su madre, pero ella traía una expresión más soñadora, más ligera y perdida. Como si no estuviera prestando atención a nada en particular. Muy al contrario de su madre, que estaba siempre atenta y avispada a todo.

—Carajo, ¿no tienen alguien más a quien molestar ustedes dos? —se quejo el cenizo, ya al lado del más alto y poniéndose cerca suyo — ¿Por qué siempre es a mí?

La pareja del líder [TodoBaku]Where stories live. Discover now