Shingeki No Kyojin: Sin la Ca...

By Garolnape

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Es una historia alternativa de la serie de manga japonesa escrita e ilustrada por Hajime Isayama, Ataque a lo... More

Capítulo 0 - Importante antes de leer
Capítulo 0.5 - Tráiler
Capítulo 1 - A ti, dentro de 2000 años
Capítulo 2 - Aquel día
Capítulo 3 - La verdad sobre este mundo
Capítulo 4 - El Cuerpo de Exploración
Capítulo 5 - Más allá de los muros
Capítulo 6 - Reiner Braun
Capítulo 7 - Una decisión que lo cambiaría todo
Capítulo 8 - Incertidumbre en las murallas
Capítulo 9 - El Titán Fundador
Capítulo 10 - La batalla entre ideologías
Capítulo 11 - Despedida
Capítulo 12 - Pelea de titanes
Capítulo 13 - Última esperanza
Capítulo 14 - El bosque de los titanes
Capítulo 15 - Explosión
Capítulo 16 - Estrategia decisiva
Capítulo 16.5 - Actualización
Capítulo 17 - Festín
Capítulo 19 - Guerra Mundial contra los Titanes
Capítulo 20 - Hacia la libertad en esa casa

Capítulo 18 - Traiciones

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By Garolnape

Paradis. Liberio. Dos lugares separados por un océano tan grande como sus diferencias... o más bien, por sus creídas diferencias. Aunque ya habían visitado Marley en distintas ocasiones en el pasado, ahora ellos iban solos, sin la ayuda de Paradis. Reiner y Eren se infiltraron en Liberio, queriendo mantener una conversación con Bertolt y Zeke, respectivamente. Eren nunca había hablado con Zeke más allá de cuando lo capturó en Shiganshina, era Yelena quien hacía de intermediaria entre ambos. Y Reiner, desorientado como siempre, como si el dolor lo estuviera presionando continuamente, quiso encontrarse con Bertolt.

Durante su estancia, antes de que Reiner se quisiera acercar a Bertolt, lo vio pasar, junto a cuatro niños: Falco, Gabi, Udo y Zofia. Debían de ser candidatos a guerreros, para heredar un poder titánico. Reiner se estremeció al ver a Gabi, quien, por casualidades de la vida, se trataba de su prima.

—Yo voy a heredar el Titán Colosal —dijo Gabi, a sus compañeros—. ¡Voy a salvar el mundo!

Recordaba muy poca de ella. La última vez que la vio solo tenía tres años, no era más que una niña pequeña que apenas sabía hablar. Ahora era una guerrera, con paso firme, portando un fusil. Se quedó observando, solo observando.

Días antes del incidente que pretendían crear Reiner y Eren, en especial este último, y muy especial, el comandante Magath se reunió con David Arlert, el comandante de la nación de Iberian. Justo había finalizado una guerra contra las naciones del sur, la segunda que tenían con ellos después de diez años. Toda la problemática de la falta de titanes por parte de Marley desarrolló una serie de conflictos diplomáticos con varios países, que acabaron con otra guerra. Era raro que Marley no estuviera en conflictos. Sin embargo, siempre conseguían la victoria. Pero esta guerra fue distinto dada los avances para frenar a los titanes. Si pudieron ganar, fue gracias a la alianza otorgada por iniciativa de Arlert.

Iberian siempre había sido un país aislacionista. Nunca, o al menos en la recién historia, había abierto sus puertas al mundo. Aun así, tres años atrás se abrió al exterior y decidieron aliarse con Marley, ayudándolos a buscar la victoria. Aun con todo eso, nunca parecieron pedirle nada a cambio. A Marley les extrañaba, nadie en su sano juicio se aliaría con un país en medio de una guerra sin esperar nada a cambio. Pero nada les hacía sospechar, ya que las acciones de David Arlert, de Iberian, parecían nobles.

El sol se ocultó tras las montañas y la multitud se comenzó a congregar en la plaza, detrás de muchos líderes, sentados en unas butacas que formaban filas. Era el día en el que Willy Tybur iba a dirigirse a todos los líderes mundiales, o al menos a los que habían querido presentarse. Líderes de distintas naciones, que hasta hacía meses o incluso semanas  estaban en conflictos abiertos, ahora conversaban bajo un mismo foco, un nuevo miedo que Tybur planeaba utilizar: el Titán Fundador ya no formaba parte de los Fritz. Tybur ya habló con algunos dirigentes, como Magath, mencionando que Marley necesitaba un nuevo Helos. Un héroe que salvara al mundo.

Gabi se aproximó al resto de candidatos, que estaban junto a Bertolt, Zeke, Pieck Finger, y Porco Galliard, nuevo titán Mandíbula. Todavía estaban acabando de ultimar el escenario donde se iba a presentar Tybur, y Gabi fue directa a Bertolt. Le pidió que lo siguiera y este aceptó, todavía no había empezado la intervención de Tybur. Se encaminaron por unas calles, no muy lejos de la plaza, hasta que Gabi, con un rostro extrañamente curioso, le indicó a Bertolt una figura que la luz no tardó en revelar. Era Reiner.

Willy Tybur salió finalmente al escenario, y todos se levantaron con unas ovaciones que se escucharon por todo el continente. Hizuru, medio Oriente... casi todos los países, aliados o no, quisieron escuchar aquello que Tybur quería anunciar. También estaba David Arlert, de la nación de Iberian. Aplaudió, escrutando a los parlamentarios y dirigentes, luego también estudió la multitud. Se sentó y alzó su cabeza, dejando de aplaudir. Una silueta oscura se levantaba sobre un tejado, como si oteara el escenario. ¿Ese es Eren Jaeger?, se preguntó Arlert. Volvió su mirada al escenario y Tybur cogió el micrófono, y comenzó la obra de teatro.

Gabi frunció el ceño al ver el rostro de Bertolt, que confirmó con sus ojos a Reiner. No parecía muy sorprendido, o si lo estaba, lo ocultaba muy bien.

—Me dijo que era amigo tuyo —dijo Gabi—. Fue un candidato a guerrero, pero al final no lo cogieron.

Reiner lo miraba cabizbajo, inseguro. Días atrás se encontró con Gabi y le preguntó por su familia, la única familia que le quedaba a Reiner. Gabi le confesó que se convirtió en guerrera por el mismo propósito que un amigo suyo. Sus padres dijeron que ella se convertiría en guerrera para así limpiar el apellido de su familia. Reiner sabía muy bien a lo que ella se refería, y por eso no le reveló su propia identidad.

—Gabi —se dirigió Bertolt, mirando a Reiner—. Él es el demonio que escapó a la isla nueve años atrás. Él es tu primo, Reiner Braun.

Gabi se exaltó. Su rostro había sido tranquilo, aun cuando ella solía ser más enérgica e intensa. Sin embargo, ella que creía plenamente en Bertolt, dejó salir la furia de sus ojos. Primero volvió a mirar a Bertolt, para que confirmase su declaración. Era cierta, lo pudo ver en los ojos de Bertolt que se volvían a esconder. Gabi no retrocedió, sino que avanzó un paso hacia Reiner. 

—¿O sea que tú eres el traidor de Marley? ¿El que hizo que mi tía fuera convertida en titán y mi familia fuera condenada? El otro día me preguntaste interesado por todo eso...

—Detente, Gabi. —Bertolt se puso delante de ella y la frenó, mirando a Reiner. Normalmente Bertolt era más tímido que Reiner, pero ahora era el rubio el que no podía aguantar la mirada aun cuando fue él quien organizó ese encuentro. Gabi se mosqueó diciendo que por qué no lo mataba, después de todos los problemas que ocasionó. Incluso hace cuatro años, cuando fueron a la Isla y Reiner se interpuso. Bertolt la ignoró y la hizo retroceder. Luego miró a Reiner—: ¿Qué querías decirme?

Reiner comenzó a hablar. Le explicó todo lo que había pasado esos años, incluso más de lo que se confesó cuatro años atrás. Quería sincerarse del todo con Bertolt para intentar cambiarlo, aún confiaba en lo que una vez fue su mejor amigo. El día que Annie lo traicionó y cuando atacaron Shiganshina hacía cuatro años, vio en sus ojos la culpa. Vio que Bertolt se remordía por algo, algo relacionado con Reiner y el mundo. Sabía que el chico alto podía entenderlo.

—Cállate Reiner —le pidió Bertolt—. Te entiendo, y por eso mismo quiero que te vayas. ¡Ahora!

—¿Por qué lo quieres dejar escapar? —preguntó Gabi, inquieta.

Reiner no entendió a qué se refería. Pero en ese momento de indecisión e incertidumbre, se abalanzaron desde la oscuridad Porco y Pieck, quienes neutralizaron a Reiner. ¿Tenía que ser así, verdad?, pensó Bertolt. No estaba seguro y por eso al final quería que escapara, pero ya era demasiado tarde. Supongo que tendrás razón. Confío en ti. Me prometiste que era lo correcto. Bertolt vio acercarse también al ejército, mientras Tybur seguía con su discurso. Reiner se agitaba para dejarlos atrás, pero lo agarraron por las extremidades para evitar que se transformara en titán. Algunos militares también lo apuntaban.

—Ya no te volverás a escapar —dijo Magath—. No cometeremos el mismo error.

El comandante Arlert seguía escuchando la intervención de Tybur, que mencionó que el rey Karl Fritz fue quien realmente acabó con la guerra, y no ni Helos ni los Tybur. Los políticos se quedaron helados, algunos se llevaron las manos a la cabeza. El discurso que siempre habían creído, no era más que una farsa. Luego habló sobre Eren Jaeger y la verdadera amenaza que representaba al mundo entero, y que debían unirse todos para superar cualquier obstáculo. Eren lo observaba desde un tejado, ocultándose de los militares que había en otras cubiertas.

—Dicho esto —dijo Tybur—, como emisario especial de Marley, aquí y ahora, ¡declaro la guerra contra la Isla de Paradis!

Tybur vendió a su familia, el nombre de los Tybur, con el propósito de un bien mayor. Eren no ocultó su sonrisa, al escuchar su declaración. La multitud comenzó a murmurar y culpó a los Tybur de haber creado esta falsa realidad, todo el mundo había depositado en los Tybur su confianza y se sentían traicionados. Tybur se quedó con los brazos en alto, esperando a algo, algo que no se manifestaba. Descendió sus brazos, apenado.

—En nombre de mi familia, siento mucho el dolor que hemos causado durante estos años. Para redimir los pecados de mi familia, quiero entregar el titán que los Tybur hemos ocultado durante tantos años al servicio de Marley, para que acaben con Paradis. —Tybur alzó de nuevo sus brazos—. Yo soy el Titán Martillo de Guerra, y estoy dispuesto a morir.

Los soldados marleyanos irrumpieron en el escenario y se lo llevaron, delante de todo el mundo. Los políticos no podían separar su mirada, al igual que Eren, asintiendo con la cabeza. Reiner y Tybur estaban bajo el mando de Marley, e iban a ser comidos por guerreros. Sin cometer los errores que hace nueve años, pensó Magath, maldiciéndose al recordar el día que Reiner se escapó. Mientras Eren veía a Tybur ser detenido, una persona se le acercó, en el tejado.

—Eren, ¿estás seguro de que tenían que capturar a Reiner? —preguntó una voz.

—Es la única manera para poder llevar a cabo nuestro objetivo —afirmó Eren, observando a Bertolt.

Días antes, Zeke le habló a Eren sobre una persona interesante: Bertolt Hoover. En los últimos años, después de hablar con Reiner en el bosque y de los remordimientos que tenía desde que lo traicionó, se percató que se equivocaban al enfrentarse contra Paradis. Y Zeke se dio cuenta. Además, Reiner se opuso al plan inicial de atacar Liberio ya que este no quería que muriesen civiles, y Eren aceptó cambiar los planes. Sin embargo, Reiner desconocía ese cambio de los planes, que iba a ser comido por otro guerrero. Aun con todo esto, Bertolt se rascaba el hombro, desconfiado.

Los abetos volvían a verse verdes y el empedrado brillaba, pero el ambiente era áspero. El murmuro rebotaba en las frágiles paredes de Liberio y Marley. Después de la noche anterior, los rumores se habían esparcido por todo el continente y estaban expectantes por lo que iba a suceder: la sucesión de dos titanes cambiantes. La celebración se iba a hacer en el aire libre, aunque el área iba a estar restringida únicamente para militares y políticos, a diferencia de la declaración de Tybur, donde también participaron eldianos. Los residentes de la zona fueron desalojados por las fuerzas. El objetivo de hacerlo al aire libre era únicamente una: demostrar el poder que tenía Marley.

Era ya mediodía, en la costa de Marley. Los militares y políticos se levantaban sobre una gran explanada de fina hierba, formando un camino paralelo al océano. Calvi, Magath y otros oficiales habían preferido que se celebrase ahí la sucesión de titanes por si al final decidían atacar el lugar, para evitar muertes civiles. Al fin y al cabo, el rumor de que serían atacados no dejó de circular entre los altos cargos.

Kiyomi, embajadora de Hizuru en Marley, vio llegar a Tybur y Reiner, acompañados por unos agentes que los transportaban hasta el escenario. Tal y como los vio, suspiró y se marchó, junto a sus subordinados. Tampoco se quedó a observarlo David Arlert, quien se despidió la noche pasada. Ya estaba lejos de Marley. 

Una vez llegaron a la elevación, Reiner se fijó que estaba Gabi, esperándolo para heredar el Titán Acorazado. No parecía atemorizada, se la veía firme, seguramente enfadada al Reiner haberla engañado, aparte de lo que hizo en el pasado. Hiciera lo que hiciera Reiner, por mucho que quisiera cambiar las cosas y tener una vida sosegada, la vida se lo hacía imposible. Le recordaba la decisión que tomó aquel día en el año 845: convertirse en el héroe de Eldia y Marley. A la derecha de Gabi estaba Colt, quien dedujo que heredaría al Titán Martillo de Guerra de Tybur.

Manzanas cercanas del lugar, un señor de piel oscura observaba vacilante las calles vacías. Unos militares habían desalojado la zona por el motivo que todos deducían, el señor Leonhart no era una excepción. Se volvió y continuó, sin ningún rumbo aparente. Tenía las mejillas caídas, al igual que sus párpados. Bertolt le confirmó en persona que Eren Jaeger, el que ahora amenazaba al mundo, fue quien se comió a su hija. Llegó hasta una plaza, cuando escuchó una voz.

—Ella siempre pensaba en usted —le susurró una voz, a su izquierda.

El padre de Annie se volteó hacia él, frunciendo el ceño. Arrugó la nariz y vaciló.

—¿Perdona? —preguntó al fin, inclinando su cabeza hacia delante.

—Annie —dijo el hombre—. Yo la conocí hace muchos años en un momento complicado. Aunque supongo que ya sabía cómo era ella, le costaba expresar determinadas cosas, pero yo logré ver entre ella. Annie solo quería hacerlo orgulloso, que estuviera contento de su hija.

El señor Leonhart se quedó parado, pero no dijo nada. Dejó que ese hombre que jamás había visto siguiera hablando.

—Siempre había querido volver a casa para estar con su padre. Cuando estaba fuera en una misión, ella no se esforzaba y sobrevivía para sentirse poderosa o para que los altos cargos la valoraran mejor, sino porque deseaba volver a casa para estar con su padre. Aunque claro, ella eso nunca me lo dijo. En el fondo, aun con lo que pasó entre ustedes dos, ella quería que usted fuera feliz.

—¿Quién es usted? —preguntó el padre, apoyando su mano sobre el hombro del hombre.

—Nadie especial —respondió, reanudando su paso. Caminó dos pasos y se frenó, sin girarse hacia él—. Dentro de muchos años, recuerde esto: su hija, Annie Leonhart, hizo posible un mundo como este.

El señor Leonhart se quedó pensativo, mientras aquel hombre corría hacia la costa, perdiéndose entre los que transitaban la plaza. Aquel hombre, aunque más bien tenía aspecto de joven, cruzó dos calles y se adentró en la zona restringida, sorteando la furia de uno de los guardias. Estos comenzaron a seguirlo, ordenándole detenerse. Pero aquel chico no vacilaba, siguió avanzando. Seguir avanzando, se repetía en su cabeza.

Su vista analizó unos guardias, que dejaban a Tybur en esa tarima, a una calle de alcanzar el jardín que bordeaba la costa. Acercó su mano a su boca y una vez la mordió, dejó su forma humana y se convirtió en el titán más temido en todo el mundo: el Titán Fundador, de Ataque y Hembra. Eren Jaeger se abalanzó directamente a por Tybur y lo cogió, introduciéndoselo en su boca. Ahora tengo cuatro poderes, pensó. Tybur dibujó una pequeña sonrisa antes de ser comido.

Todos los ojos se agrandaron, y las piernas se inmovilizaron. Su titán ahora estaba más corpulento y sus brazos mostraban sin reparo las fibras musculares que los componían. Los tejados estaban habitados por los marleyanos, con cañones para enfrentar a una posible amenaza. Bertolt lo observaba, tragando saliva; Pieck y Porco anonadados. Sin embargo, si alguien estaba más sorprendido que nadie era Reiner, quien tenía al titán de Eren a escasos metros. Colt se echó para atrás y Gabi también se estremeció, viendo al enemigo que debía matar.

Y estalló todo. La milicia comenzó a formarse y los políticos escaparon, entre gritos y desesperación. Gabi también se echó para atrás, al ver que el Titán Fundador la oteaba. No muy lejos, Lara Tybur reveló su verdadera forma y se convirtió en el Titán Warhammer, la verdadera portadora. Comenzaron a pelear ambos titanes y los soldados esperaron órdenes. Entre todo el embrollo, un dirigible apareció del cielo y muchos soldados descendieron del cielo como flechas. Mikasa, Sasha, Connie, Marco, Floch, Levi, entre otros se lanzaron al vacío. También estaba Kenny Ackerman, que días antes de atacar a Marley, Levi lo fue a ver a prisión y le ofreció salir al exterior a cambio de ofrecer su ayuda a la humanidad. Al principio Kenny receló, pero cuando Levi mencionó que él había sido el único en matar a un marleyano, Kenny sonrió y aceptó.

En el fragor de la batalla, se les unieron finalmente el Mandíbula y el Carguero para ayudar a vencer a los soldados. El Titán Bestia también actuaba, pero más de títere que otra cosa. De momento dejaron que el Warhammer se encargara de Eren. Reiner todavía seguía encadenado, pero Bertolt se acercó a él para liberarlo. Gabi hizo esfuerzos para evitarlo y Bertolt se enfureció, apartándola.

—¡Detente! —gritó Bertolt, mientras liberaba a su amigo—. Pese a que aún seas una cría, creo que eres capaz de entender qué está pasando en el mundo. ¿No te das cuenta que somos de la misma raza? Es el mundo el que nos está usando para volvernos contra los nuestros, solo somos unas víctimas.

Reiner volvió a sentir las muñecas y se acercó la mano a la cara para palparla. Pero para saber si estaba soñando, al escuchar a Bertolt. La mente de Reiner era un caos, todos los inputs que recibía solo le creaban más descontrol. Bertolt se fue de la zona con Reiner y Gabi se quedó parada, viendo como Eren compartía golpes con el Warhammer. Bertolt, me apiado de ti, pensó Gabi. A ti también te han logrado engañar. ¡Me encargaré de matar a este demonio! Salió corriendo en busca de un fusil, aunque con eso quizás no sería capaz de matar al Fundador.

Varios buques marleyanos se aproximaron por la costa y comenzaron a disparar con los cañones hacia el Fundador y el Warhammer: no importaba a quién le diera, querían derribar a ambos. Algunos cañones comenzaron a disparar e impactaron contra algunos edificios, por suerte desocupados. Reiner paseaba por la costa, maldiciéndose. ¿Por cuánto tiempo más va a seguir este dolor en mi cuerpo? Qué fastidio que me duela tanto y ni siquiera pueda verlo con mis propios ojos. Si derribo estos barcos y consigo que te comas al Warhammer, ¿seremos por fin libres? Me lo prometiste, Eren. Dijiste que algún día seríamos libres. ¿Pero cuándo? Reiner, que tenía una mano lastimada debido a las cadenas, se decidió por una milésima de segundo y se convirtió repentinamente en el Titán Acorazado. Los buques se dirigieron hacia él y solo le quedó una opción: deshacerse de ellos.

Levi peleaba contra el Titán Mandíbula, que de alguna manera lograba resistirse ante los ataques del mejor soldado de la humanidad. Él estaba abstraído por él y solo lo tenía a él en su foco de mira. Detrás de él, en la costa, los buques seguían disparando bolas de cañones hacia el Fundador y Warhammer, pero algunas se desviaban hacia la milicia; Reiner no había machacado todos. Así, una cañonazo fue directo hacia Levi, quien no lo pudo avistar al estar de espaldas. Sin embargo, antes de que impactara, Kenny logró empujarlo y él quedó en su lugar, recibiendo el tiro. Kenny ofreció su vida por la de Levi.

Eren seguía en su titán, en su segundo ya que se había vuelto a transformar. Se dio cuenta de que el cuerpo de Lara estaba cristalizado y no pertenecía a la nuca del titán. Una vez lo hizo, cogió un cable que lo conectaba con el titán y lo rompió, dejando al Warhammer neutralizado. Lara estaba rodeada de una capa cristalizada que Eren no tenía manera de romper. O eso pensó al principio. Fue entonces que recordó una de las habilidades del Titán Hembra, en los recuerdos de Annie. El Titán Hembra tiene la habilidad de manifestar habilidades de un titán cambiante si el Hembra come alguna parte de este titán.

Eren dejó a Lara en el suelo y se encaminó hacia el Titán Mandíbula, siendo vigilado por Levi. Eren se interpuso en su camino y fue a por Porco, invalidándolo al comerse sus dos brazos. Eren salió de su titán y se volvió a convertir de nuevo, su tercera transformación. Aun así, algo era distinto. La mandíbula del titán de Eren se volvió más notoria, sus dientes más afilados. Volvió a Lara Tybur y se lo colocó en la boca, que con sus nuevos dientes fue perforando la piel endurecida hasta que logró romperlo. Lara descendió por su esófago y Eren se la tragó. Obtuvo su cuarto poder titánico: el Titán Martillo de Guerra.

La pelea fue llegando a su fin, y Pieck y Porco desconocían la traición de Zeke y Bertolt. El Titán Colosal, que no pudo transformarse ya que no habría hecho ningún bien a Marley, se acercó a Porco, fuera de su titán. Levi por alguna razón se había interesado por otro titán, uno barbudo y con orejas. Bertolt hizo ver que lo ayudaba debido al agotamiento de Porco, y con una escopeta le golpeó en la cabeza. Porco tambaleó y cayó al suelo. Mikasa se había centrado en el Titán Carguero, y logró sacar a Pieck del titán después de que algunos volaran por los aires a la Unidad Panzer, situada encima del Carguero. Y se la llevó.

Zeke también desapareció ante todos. El Titán Bestia se desplomó por una fuerza externa imparable: Levi. El dirigible que antes había sobrevolado la zona, volvió para partir hacia Paradis, abandonando la costa. Los soldados supervivientes, que eran la gran mayoría, lograron regresar al dirigible. Gabi finalmente volvió a la zona verdosa, después de que unos militares la capturaran al decir que no era su sitio. Pero no, ella era una guerrera de Marley. Falco la seguía preocupado, viendo cómo ella no sostenía un fusil, sino un francotirador. Gabi disparó hacia el dirigible pero sin éxito.

—¡Mataré a Eren Jaeger! ¡Y salvaré al mundo de él! —gritó Gabi. Falco le sostuvo los brazos, tranquilizándola mientras ella miraba el cielo, viendo el dirigible perderse tras las nubes.

La carta que había enviado Eren mencionaba que el ataque sería el día siguiente a la intervención de Tybur. Su único objetivo era que Marley se quedara sin el poder de los titanes, haciendo que Paradis los obtuviese. Querían dejar la milicia de Marley por los suelos, así también evitando que los pudieran atacar a corto plazo. El dirigible regresó a la isla, con los nueve titanes cambiantes. Porco y Pieck fueron encarcelados en Shiganshina, con soldados que cada cierto tiempo se dedicaban a cortar sus extremidades para evitar su transformación, a petición de Eren. Era como una tortura.

Pasaron pocos días y se prepararon, ahora sí, para la verdadera sucesión de titanes. Porco y Pieck estaban encadenados, cansados, en una larga explanada de Shiganshina. Estaban a punto de ser devorados por unos paradisinos, aunque se desconocía aún quiénes. Eran varios los que no decidían y entonces llegó Erwin, calmando a las fieras. Eren, Zeke, Bertolt y Reiner estaban juntos. Algunos pensaban que Eren y Zeke era mejor que estuvieran alejados, pero Erwin mencionó que no era ningún problema. Tenía una confianza plena en Eren. Al fin y al cabo, estaban en ese punto gracias a Eren.

Cuando al final pareció que se decidieron los que iban a suceder el poder de los dos titanes, unos soldados que formaban parte del Cuerpo de Exploración, Erwin regresó su mirada a Eren. Como si él quisiera confirmar algo. Eren lo miró, y Zeke a su lado. Eren suspiró y antes de que los sucesores se acercaran a Porco y Pieck, Eren tomó la mano de Zeke. Entró en contacto y, de alguna manera, acabó llegando a una especie de plano astral cubierto de arena. Con una gran luz en el cielo que se dirigía hasta un punto: la Coordenada.

Eren le había comentado a Zeke traer a los titanes cambiantes por si había algún imprevisto y así Marley no podía hacer nada, y Zeke lógicamente aceptó. Zeke confiaba en él y creía que Eren pondría en marcha el plan de la eutanasia, pero cuando entraron en los Caminos, Zeke vio que el objetivo de Eren era muy distinto. Eren le dijo que el plan de Zeke era una mierda. Sin embargo, en el fondo Zeke temía eso, que Eren le hubiera engañado todo ese tiempo. Y es que Eren no tenía el control del poder Fundador, sino que parecía tenerlo Zeke. Zeke chocó la frente con la de Eren y ambos fueron a ver los recuerdos de su padre, para mostrarle cómo era verdaderamente Grisha Jaeger.

Comenzaron a ver los recuerdos desde que Eren nació, viendo a Grisha cuidarlo. Zeke siguió pensando que eso era solo una tapadera, ya que en el fondo solo pensaba en la restauración de Eldia y el Titán Fundador. Fueron pasando por varios recuerdos cuando en uno de ellos, Grisha estaba sentado en su escritorio y alzó la cabeza; se extrañó al ver lo que él creía que era Zeke.

—¿Hijo, eres tú? —preguntó Grisha.

Rápidamente lo olvidó, puesto que no había modo de que ese hombre fuera Zeke. Sin embargo, Zeke lo miraba, aterrorizado. Eren destronó su temor y le acompañó a la siguiente memoria. Era un día en el atardecer, con la luna haciendo amagos por salir. Grisha había partido de Shiganshina, pero en medio del camino se detuvo. Se llevó sus manos a la cabeza, llorando.

—Yo no puedo hacer esto... ¡no puedo robar el Fundador y matar a la familia real! —gritó Grisha, desesperado. Se lanzó al suelo—. Lo siento mucho, Eren. Yo no soy capaz de cometer algo tan atroz, y tampoco sé si seré capaz de revelarte la verdad sobre este mundo. Sea como sea, deberás ser tú el que se encargue de robar el Fundador. 

Grisha regresó aquel día a Shiganshina, de noche, y le reveló a Eren que el día siguiente le enseñaría el sótano. Zeke estaba asombrado de que realmente Grisha pareciera una persona distinta. El siguiente recuerdo fue en el sótano, con los tres libros sobre la mesa, custodiados por Grisha. Eren pequeño a su lado.

—Necesito que me digas que estás preparado para conocer la verdad sobre este mundo —le dijo Grisha, al Eren pequeño—. No quiero volver a cometer el mismo error.

—Me estás asustando, papá —reconoció el pequeño.

Grisha se quedó observando varios segundos al chico, pensativo. Eren y Zeke lo observaban atentos de pie, en una esquina del sótano. Las manos de Grisha temblaban, su nerviosismo se hacía cada vez más notorio.

—Yo... —murmuró Grisha, apretando los dientes—. Lo siento Eren, no puedo hacerlo.

Grisha cerró los ojos, atemorizado. Intentando calmarse. El pequeño Eren lo miraba preocupado, y Zeke también lo hacía, pero más bien de desconcierto.

—Es imposible esto —dijo Zeke. El Eren mayor miraba la escena, acercándose a un Grisha dudoso—. Grisha te explicó este día el contenido de los libros. Debería ser así, el pasado no puede cambiar.

—¿Qué haces? —preguntó Eren mayor, inclinándose hacia Grisha. Los ojos de Eren no mostraban furia ni enojo, sino un poco de decepción—. ¿Acaso lo has olvidado todo, papá? Todo por lo que has pasado, todos tus compañeros de la Restauración de Eldia, Dina... —continuó Eren. Grisha giró su cabeza ligeramente hacia la derecha, rígido. Sus ojos se llenaron de miedo y el nerviosismo seguía corriendo por sus venas—. Necesitamos movernos para vengarnos, ya que esta ha sido siempre nuestra decisión. Debes contárselo a Eren.

—Papá —dijo Eren pequeño, preocupado mirando a su padre—, cuéntame lo que está ocurriendo.

—¡Si tú quieres que te lo cuente, eso haré Eren! —gritó Grisha.

Zeke tambaleó, y se echó para atrás, balbuceando y dibujando con el índice formas irregulares. Se dio cuenta de una habilidad que desconocía del Titán de Ataque: podía ver el futuro o, al menos, memorias de él. Eren pasó a la siguiente memoria. Era en una montaña, con Grisha sosteniendo el suero en una jeringuilla y Eren en el suelo, evitándola.

—Si este es el mundo que tú deseas —dijo Grisha, cogiendo el brazo de Eren pequeño—,  ¡consíguelo y sálvanos a todos! ¡Pon un fin a esto de una vez por todas!

Grisha clavó la jeringa en su brazo y Eren se transformó en un titán. Justo cuando acercó su mano hacia Grisha, Zeke separó la cabeza de Eren y volvieron a los Caminos. Zeke dedujo que las palabras de Grisha iban dirigidas a él, ya que el plan de eutanasia era el mejor para el futuro de Eldia. E Ymir Fritz solo lo obedecía a él. Pero Zeke no quería ver a su padre ser comido por Eren.

—Luego venía el momento en el que me comí al Titán Fundador —dijo Eren, sobre la arena, encadenado.

—No es necesario —repuso Zeke—. Todo esto es tu culpa, Eren. Nuestro padre realmente quiso abandonarlo todo por su nueva familia, pero tú le obligaste a hacerlo. ¡Ymir! —grito Zeke, a la esclava con el rostro caído—. ¡Quítale a tu pueblo la capacidad de reproducirse!

Así es como tiene que ser, pensó Zeke. Debo detenerlo. Eren se estremeció y logró deshacerse de las cadenas, dejando algunos dedos en el camino. Comenzó a correr hacia ella hasta que llegó a su posición, entró en contacto con Ymir Fritz. Eren conoció todo su pasado, como la esclava había llegado hasta ese lugar, donde cada instante era una eternidad.

—¡Le pondré un fin a todo esto, préstame tu fuerza! —le pidió Eren—. No eres una esclava ni tampoco un dios, solo eres una humana. No necesitas servirle a nadie, tú puedes elegir quién quieres ser. Debes decidir, quedarte aquí por la eternidad o ser libre. Tú me trajiste aquí, Ymir. Has estado esperando todo este tiempo, por 2000 años, por alguien.

Zeke corrió hacia él, sacudiendo la cabeza. El miedo se apoderó de él al ver que Ymir detuvo su paso. Ymir, por primera vez en 2000 años, una eternidad para ella, empezó a llorar.

—Esto es lo que vamos a hacer para que tú y Eldia seáis libres —dijo Eren, mirando también a Zeke.

· Próximo capítulo – Guerra Mundial contra los Titanes

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