Un chico fuera de este mundo

By I_KaLi_

10.9K 1.4K 2.7K

La vida de Madeline da un giro de 180° grados en cuanto aquella pregunta llega a sus oídos: ¿Cómo sería su ch... More

Playlist
Créditos
Prólogo
Epígrafe
Capítulo 1| ¿Será real?
Capítulo 2|Segundo encuentro
Capítulo 3|Parque de atracciones
Capítulo 4 |La cena
Capítulo 5| Confrontaciones
Capítulo 6|Señales del corazón
Capítulo 7| Un favor inesperado
Capítulo 8| Intenciones
Capítulo 9| Indecisión
Capítulo 10| Dejando las cosas claras
Capítulo 11 (1/2)|Momentos preciados
Capítulo 11 (2/2)| Momentos preciados
Capítulo 12| Ausencia
Capítulo 13|¿Qué haces aquí, Evans?
Capítulo 14| ¿Quién demonios es?
Capítulo 15| Leonel Evans
Capítulo 16| Rendirse
Capítulo 17| Fiebre de Logan
Capítulo 18| Afrontando mis sentimientos
Capítulo 19|Tomando una decisión
Capítulo 20|Morir y llegar al cielo.
Capítulo 21| Abdiel siendo Abdiel
Capítulo 22| Pasado
Capítulo 23|Lo prometo
Capítulo 24| ¿Secretos?
Capítulo 25| Honesto, ¿o no?
Capítulo 26| Intento fallido
Capítulo 27| ¿Accidente?
Capítulo 28| Conociéndonos (1/2)
Capítulo 28| Conociéndonos (2/2)
Capítulo 29| La verdad es dura
Capítulo 30| Llenos de secretos
Capítulo 31| ¿Verdadera personalidad?
Capítulo 32| ¿Esto es un adiós?
Capítulo 33| ¿Seguir sin ti?
Capítulo 34| ¿Estar alejados sería lo mejor?
Capítulo 35| De mal en peor
Capítulo 36| Compras (1/2)
Capítulo 36|Compras (2/2)
Capítulo 38| No lo pienses demasiado
Capítulo 39| Ayúdame
Capítulo 40| Partida difícil
Capítulo 41| Reflexión
Capítulo 42| Graduación (1/2)
Capítulo 42|Graduación (2/2)
Epílogo

Capítulo 37| Impotencia

111 21 15
By I_KaLi_

Asher Evans

Mi cuerpo se siente pesado al igual que mis párpados, abrir los ojos nunca había sido tan difícil. Al menos no después de tantos años. Todo da vueltas al abrirlos a duras penas, lo único que no me abandona es el dolor punzante en mi cabeza.

El sonido molesto del silbido que sale de la boca del pelirrojo no me ayuda, me observa impasible en una esquina oscura de la habitación, el lugar parece sombrío, sin embargo, abrir las ventanas y dejar pasar el sol me resulta molesto. Apoya sus brazos sobre sus rodillas, colocándolos frente a su rostro.

—No te agobies —Menea la cabeza, dejando de producir el fastidioso sonido—. Nuestras decisiones son el reflejo de nuestra persona.

Hundo el ceño, sobando mis cienes.

—¿Qué quieres decirme?

Suelta una risa sonora, pero esta vez no trata de esconder lo que quiere decir. Está jugando conmigo.

—Que eres un completo idiota.

Ignoro su claramente ataque hacia mi persona, está molesto, lo ha estado desde que mis tíos nos informaron la noticia en una de las cenas familiares. Recuerdo sus palabras.

No estás mejorando. Iniciar de nuevo puede ser de ayuda, tienen que dejar todo atrás junto con este lugar.

Dejar este lugar no me lastimaba, lo que dolía era dejar a cierta persona en el pasado. No fue por mi hermano. Es la única cosa con la que me he sido honesto.

Mi mandíbula se tensa y él lo nota, dejo mis párpados caer. Ya ni siquiera me preocupa que pueda pasar al irme, existen tantos recuerdos que quisiera tirar a la basura y tan solo guardar los que vale la pena recordar.

13 años atrás
21 de abril del 2004, 11:30 PM

El contacto de mi piel con el frío suelo me da escalofríos, Logan me observa desde la otra esquina de la fría habitación, la cual está totalmente sumida en un mar triste y carente de color.

—Deja de llorar —Más que una petición parece una orden, sin embargo, incluso es dudosa, su voz tiembla y está llena de inseguridad—. Eso solo les da una razón más, recuerda. No llorar. No intervenir. No alzar la voz.

Paso el dorso de la manga de mi sudadera por mis ojos llorosos y rojos. Rabia, odio, impotencia. Serían esas las palabras con las que describiría la relación con mis padres.

No te metas en mis problemas —escupí las palabras con rabia, más de la que esperaba—. Papá hace esto porque me he comportado mal, tú no deberías estar aquí. Vete.

Señalé la puerta frente a mí, en ese momento observé mi brazo tembloroso, la manga de la sudadera caía dejando ver pocos moratones. Se veían mal, demasiado mal en contraste con mi pálida piel.

Papá solía decir que yo era diferente a mis hermanos, que arruinaba la imagen que las personas tenían de nosotros. No tengo nada que resaltar.

Leonel era un niño prodigio, los profesores no dejaban de señalar lo inteligente que era y eso enorgullece a mis padres. Logan solía participar en concursos de oratoria, escribía y se expresaba de una forma que admiraba. En cambio, yo tenía problemas de salud, les generaba gastos que él llamaba «innecesarios». No interactuaba con otros niños. No tenía ningún talento que resaltar.

Se acercó a mí y aunque odiaba su mirada cada que yo terminaba aquí mi único lugar seguro eran mis hermanos, a veces deseaba salir de casa pues cruzar aquella puerta significaba un día sonriente para nosotros.

¿Por qué estás aquí? —Se sentó a mi lado temeroso, imitaba la posición en la que me encontraba. Nuestras rodillas chocando con nuestros pechos.

Porque no soy perfecto.

El recuerdo me golpeó como un balde de agua fría, a veces el pasado nos atormenta más de lo que nos gustaría admitir. Las únicas personas en ese entonces que consideraba mi lugar seguro eran Abdiel y mis hermanos. Mis progenitores estaban locos, aquello de «mamá» y «papá» solo queda en quienes te entregan su amor incondicional. Quizás uno estaba más loco que otro.

—Tú nunca aprendes —Observo irritado al pelirrojo, haciéndolo saber al rugir molesto acompañado por una mueca disgustada por mi parte—. Aferrarse al pasado es malo, ¿no era lo qué le decías a Madeline?

Cubro mi rostro con una de las almohadas, con el punzante dolor de cabeza intensificando. Era como escuchar un sonido ensordecedor en mi cabeza, acompañado de una débil y mísera voz. Siempre es lo mismo.

Hiciste las cosas mal, pero puedes arreglar las cosas y quedarte con ella.

—He dicho tantas cosas —Mis palabras son cortantes y seguras, sin vacilar en ningún momento—. Y muy pocas de ellas son ciertas.

Un peso cayó el día que la vi, aunque sé que muy por encima de lo que haya pasado no me ha otorgado su perdón. No quiero irme. No quiero dejarla. No deseo apartarme de su lado.

He causado tantos problemas y la he metido en ellos, es difícil controlar todo cuando ni siquiera puedo tenerlo en mis manos, algunas veces una parte de mí desea salir y guardar la otra para siempre. Recuerdo el día que nos dieron mi diagnóstico.

4 años atrás
15 de marzo del 2018.

Todos me miraban, me juzgaban y eso me aterraba. No dejé de mover mis piernas hasta que mis tíos se levantaron de las sillas que estaban al lado de mí. El Dr. Denver cruzó la puerta por la que minutos antes habia desaparecido, me aterraba, desde mi posición solo veía a un hombre desconocido con un porte serio e intimidante.

Cuando me hizo hablar del accidente y la relación con mis padres me sentí intranquilo, las lágrimas querían salir, pero yo las retenía. No quiero, no puedo permitirme llorar.

Mis tíos me observaban preocupados, más que eso aborrecía sus miradas de compasión. Me veían como una criatura deleznable que se derrumbaría con tan solo un soplo.

El Dr. Denver mi miró por una pequeña fracción de segundos, mi garganta estaba seca e incluso escuchaba el tic tac del reloj detrás de mí como único escape de mi realidad. Era como si mi mundo se viera reducido en este pequeño cuarto. Y como una voz en mi cabeza sonaba cada vez con más frecuencia.

Les entregó a mis tíos una carpeta que tenía mi nombre, lo único que pude ver antes de que esta se cerrara eran datos míos junto con una fotografía. Me miraban, me detallaban y posiblemente me juzgaban en sus cabezas como todos lo hacían.

El trastorno de identidad disociativo se caracteriza por alternar diferentes identidades —Mi tía derramó lágrimas, me veía a través de sus ojos llorosos como tan solo un chico de trece años que sufrió un trágico accidente. Así me veían todos, con lástima—. Es posible que sienta la presencia de dos o más personas que hablan o viven en su cabeza. A veces es como si una de ellas tomara posesión de él —explicaba esto de manera neutral, mi tío prestaba atención y aunque a simple vista usaba una máscara de seriedad, sé que por su mente pasan un sinfín de cosas.

Mi tía vuelve a mí con sus brazos extendidos, es una mujer pelirroja y esbelta. Quiero llorar, gritar, pedirle a mi hermano un abrazo.

Puede que esta se haya originado por el trauma del accidente junto con la pérdida de su hermano. Por lo poco que me contó tenía una relación muy cercana a él —No hablo, no me muevo. Solo siento el tiempo pasar de forma tortuosa y como los cálidos brazos de mi tía me envuelven—. La segunda identidad se formó como una réplica exacta a lo que él recuerda de su hermano, a lo que usted me ha comentado, señor Evans, él suele usar el nombre de «Logan» al presentarse ante desconocidos, su personalidad cambia constantemente y suele olvidar lo que hace al alternar de identidad nuevamente. Incluso en algunos casos llegan a nombrar aquella identidad.

Algo que debía corregir era lo último, de un tiempo para acá comenzaba a ser consiente de las cosas que hacía, era como si mi verdadero yo lo observara desde una ventana cuando aquella parte salí a relucir. Era mi lugar seguro. Mi hermano seguía conmigo.

¿Qué recomienda? —Podía ver debilidad en la voz de mi tío, a primera vista era un hombre que haría temer a cualquiera.

Mi vista comenzaba a tornarse borrosa, esnifé cuando observé mis manos temblar al corresponderle el abrazo a mi tía. Sangre. Eso veía en ellas.

Suele tratarse con medicamento y psicoterapia —Hizo una leve pausa, mirándome ahora a mí.

Abro los ojos al sentir un espacio hundirse a los pies de la cama. Es insoportable.

Alza frente a mí su teléfono, son una serie de mensaje entre él y mi gemelo.

—Leonel no tarda en venir —ignora el hecho de mi falta de energía.

Es cierto que actuaba como mi hermano y algunas veces solía cambiar de forma inesperada, era como si aquella parte de mí tomara el control y de pronto me convirtiera en espectador. Recuerdo lo que hago. No puedo evitarlo.

Mi primo nota mi malestar, hace tiempo no compartimos una conversación agradable o realmente no pasamos hablando tanto tiempo.

—¿Por qué no se lo dijiste? —Sé a lo que se refiere, y algunas veces me lo recriminó sin parar.

Porque tienes miedo y está bien tenerlo.

Entrar en un debate nunca fue opción, con el tiempo entendí que era inútil luchar contra algo que no puedo controlar.

—No quería escucharme al enterarse —La hice llorar, si antes juré protegerla ahora es de mí de quien quiere cuidarse, alejarse y olvidarse—. No me creería, y no puedo intentar ayudar a alguien cuando yo mismo estoy roto por dentro.

Diría que las palabras queman, que es un abismo del que no he podido salir por más ayuda que se me ha otorgado. No voy en ascenso, por lo contrario, voy en descenso.

Abdiel entrecierra los ojos. Conozco esa mirada determinada, es bueno leyendo a las personas y eso suele aterrar a los demás hasta cierto punto.

—Somos extraños. Nos forjamos con experiencias, la soledad es nuestro único compañero, pero en algún momento alguien llega y nos corrompe por dentro —Ciertamente no suena algo que él diría, esas palabras carentes de sensibilidad son propias de mi hermano—. Palabras de Leonel, no mías.

—Lo sabía —Me siento en la cama con el mundo dando vueltas a mi alrededor, mi voz era apagada y pareciera que los colores me habían abandonado por completo—. Eres demasiado positivo para deprimirte con palabras tan acertadas. No es propio de ti.

Su vista se pierde en algún punto del blanco y liso techo de mi habitación. De pequeño lo único que veía en él era un niño feliz, completamente lleno de vida. Lo envidiaba. Quería tener su familia y me preguntaba porque todas las cosas tuvieron que suceder así.

Lo veía sonreírle a cualquiera ante cualquier situación, nunca lo comprendí, mientras yo era un niño pálido, enfermo y fragmentado, él era mi opuesto completamente. Leonel superó todo muy rápido, supongo que es cierto sobre que «cada quien afronta las cosas de forma diferente». Abdiel era todo lo que alguna vez quise ser, hasta que entendí que cada persona vive su propia lucha.

—¿Crees en el destino? —la pregunta me abandonó tan fácil como respirar.

Hace tiempo no sobre pensaba las cosas, era como dar vueltas en un camino por el cual has pasado cientos de veces.

Eso lo descolocó por completo, sus barreras cayeron y la molestia me consumió cuando una risa escapó de su boca. Sonreía de forma burlona y eso me irritaba, demasiado.

No tiene caso molestarse, solo sigue las indicaciones que antes se te dieron: No causar inconvenientes.

Ignorar la pequeña vocecita se volvía monótono, de niño algunas veces llegué a responder en voz alta y era una de las señales que alteró a mis tíos.

Negó con la cabeza repetidas veces, estirando sus brazos al levantarse de la cama.

—Deberías descansar, pareces un maldito zombie que está por caerse a pedazos.

Alzo ambas cejas, queriendo tallar mis ojos que deben estar completamente rojos junto con las enormes ojeras debajo de ellos.

—¿Tan mal me veo? —Me escucho cansado y ronco, últimamente dormir era lo que menos quería hacer.

Cerrar los ojos significaba traer más recuerdos que prefería olvidar.

Llevaba noches que me despertaba con mi ritmo cardíaco acelerado, las manos temblorosas, lágrimas incontrolables cayendo por mis mejillas sin mi permiso e incluso hiperventilando.

La puerta de mi habitación se abre, dejando ver a una mujer mayor asomar la cabeza. Mi tía era una mujer que se veía bastante joven para su edad, se sometía a diversos tratamientos para el cuidado de piel y mentiría si dijera que no era alguien superficial.

Lo poco que recuerdo en mi niñez fue una que otra visita a la casa de Abdiel, era otro lugar donde mis padres usaban su papel de la pareja perfecta. Los recuerdos eran borrosos, muchos rostros ahora no los identificaba y solo eran fragmentos.

Todo eso lo escribía, temía perder el control de mis acciones y olvidarlo todo de un día para otro y, aunque doliera eran cosas que yo creía insignificantes, pero los especialistas no.

—Es hora de cenar —Aplaude para despertarme de mi pequeño trance, reacciono al parpadear varias veces y enfocar el rostro divertido de mi tía—. ¿Pensando en la chica?

Era una sonrisa de picardía la que apareció en su rostro, si bien ella solía hablar de ello con Abdiel como su cómplice yo era mucho más reservado.

Me levanto de la cama como puedo, sintiéndome totalmente cansado y rendido. No tenía apetito.

Abdiel sale por la puerta con la energía que lo caracteriza, la sonrisa burlona de su rostro nunca lo abandonaba y hasta cierto punto llegaba a irritarme.

Mi tía me da una mirada que no logro descifrar, se aparta para dejarme pasar y cuando comienzo a bajar los peldaños de las escaleras me quedo estático con su petición.

—Después tendrás que hablarme de esa chica —Es una orden y eso me deja rígido, ¿por qué? Después de la graduación ni siquiera volveré a poner un pie aquí.

Se recarga en el marco de la puerta y cuando observo su mirada sé que habla en serio.

Continue Reading

You'll Also Like

32.7K 1.3K 22
¿Que pasaría si te sintieras completamente atraída por la prima de tu nueva compañera de trabajo? Descubre la historia de Chiara una artista emergent...
6.9K 478 27
Este es solo el comienzo de una Nueva Historia, Una Batalla entre Flyers y Demonios. Está es solo la muestra de como comenzó una historia de amor. Y...
34.3K 3.1K 17
Sunset le solía escribir cartas a Twilight y las dejaba en su casillero, pero en su diario le escribe cartas que no se atreve a mandar por miedo a se...
3.2M 341K 64
Sinónimo de "Luce Webber" 1- Desafortunada. 2- Violenta. 3- Sarcastica. 4- Verborreica. ¿Quien diría que trabajo y diversión no van de la mano? Final...