Compañía Anhelada |PAUSADA|

By SoniadeArnau

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Sean, Víctor y Derek son tres amigos muy diferentes entre sí y que cursan su último año de preparatoria. Por... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24

Capítulo 8

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By SoniadeArnau

En la casa de la familia Duarte, en la habitación de Derek, tal como habían quedado anteriormente, Sol había asistido para darle sus clases de tutoría y aunque ella se mostraba normal, él se hallaba un tanto avergonzado. No tanto por el hecho de que Sol estuviera allí, sino porque su hermana, desde que atendió la puerta y supo que se trataba de una chica la que lo buscaba, lo tenía en su mira y no era una muy cómoda mirada; a pesar de que le explicó la razón por la estaba allí, parecía no calmar sus extraños pensamientos. Se hallaban frente al escritorio, ubicado al lado izquierdo de la puerta, ingresando luego y luego a la recámara. El inicio fue normal; se sentaron, tomaron libros y libretas, en tanto Sol explicaba. No obstante, estaba totalmente desconectado de las clases a domicilio; su mente divagaba, centrándose principalmente en el plan de Víctor.


—¿Puedo hacerte una pregunta, Sol? —inquirió él, inseguro, después de unos quince minutos de lección.


—Claro —respondió algo extrañada—. Para eso estoy aquí; para responder tus preguntas.


—Sí, bueno, esta es un poco más personal.


"Es demasiado personal", pensó él con nerviosismo.


Sol se tornó un poco desconfiada al principio, manteniendo una postura silente; no obstante, después asintió con la cabeza. Al fin y al cabo, lo conocía en general; era un buen chico.


—Claro, pregunta.


—¿Qué opinas de Víctor y Sean? —No se animó a hacerle la verdadera inquisición, así que tuvo que disfrazarla introduciendo a Sean también.


Sol pareció meditarlo un poco, resultándole bastante fuera de lugar la pregunta, pues no era tan personal como creyó que sería. Colocó su mano sobre el hombro de él, en señal de apoyo.


—Sí crees que son buenos amigos, sigue estando con ellos, Derek.


Abatido a más no poder, Derek casi volvió el rostro al lado contrario de Sol. No había sido la respuesta que esperaba. Ella confundió el propósito de la interrogante; no buscaba consejo de orientación de amistad ni nada.


"Lo siento, Víctor; hice lo que pude".


Y otra pregunta similar no se dio a partir de aquel momento, así que se vieron entrados en continuar con lo que Sol realmente había ido allí, así, la tarde trascurrió normal.




Al día siguiente en la escuela, en el receso, en el árbol virolo, Derek había recibido dos mensajes; uno por parte de Sean y otro por parte de Víctor, diciendo que necesitaban encontrarse urgentemente allí. Y en el momento en el que arribó al lugar, donde ya estaban el rubio y el castaño, el primero explotó.


—¡He cometido el acto heroico más grande de mi vida que viene siendo el más estúpido también! No sabes lo horrible que fue. Mis padres y sus padres ¡estuvieron felices!


—No te entiendo, no te entiendo —le dijo Derek tratando de calmarlo—. Respira, respira y cuéntame con tranquilidad.


—En ese momento no hubo... no hubo espacio personal, ¿sabes? —susurró, traumado.


Derek miró a Sean y él le explicó todo lo que había pasado el día anterior con Sara.


—¿Y tú? ¿Por qué estás tan emocionado? —le preguntó Derek a Sean y por un momento, Víctor dejó de lado su angustia para prestar atención al deportista.


—Ayer por fin volví a entablar conversación con Karen, sabiendo cien por ciento que era chica —dijo tan alegre, que la misma dicha lo obligó a hacer una considerable pausa entre cada palabra.


—¡Eso es lo mejor que ha sucedido! —exclamó Víctor contagiado de la felicidad y luego, dirigiéndose a Derek, cuestionó, deseando escuchar maravillosas noticias—: ¿Le dijiste? ¿Qué te dijo ella? ¿Le gusto o no le gusto?


Derek se echó para atrás al sentir que tanto Britt como Montenegro se acercaban a él, cómplices en desear saber la respuesta, mirándolo tan penetrantemente que lo hizo sudar frío, pues estaban a punto de robarle a él su espacio personal.


—¡Ah! Hice lo que pude, pero... pero...


—No... No me digas eso, por favor —Las ilusiones de Víctor se vinieron abajo. Era demasiado sufrimiento para él; hizo algo terrible y no tenía buenas noticias. ¿Peor podía irle?


Para Víctor y Derek, el ambiente se volvió tenso y apesadumbrado; el primero al verse succionado por la desdicha y el segundo a causa de su amigo. En contraste completo, Sean se hallaba alegre en su mundo. El receso terminó y las clases continuaron como debían ser.




Derek caminaba por el centro comercial más famoso de la ciudad. Como típica hermana mayor abusadora que era, Ester se lo había llevado a fuerzas a acompañarla de compras; no tuvo el poder para negarse o quedarse en casa. Cuando se lo proponía, Ester podía ser verdaderamente aterradora. No obstante, como ella tardaba más de una hora, sin exagerar, en cada apartamento y negocio, ya fuera ropa, calzado o accesorios, decidió ir a pasear por su cuenta, en tanto ella terminaba de probarse lo que quería.


Caminaba por los extensos pasillos de la construcción, viendo los diferentes establecimientos, pensando que quizás alguno llamara su atención. El lugar era tan concurrido como se esperaría, por lo que debía ser cuidadoso al andar para no chocar con otras personas. En esas estaba, cuando a lo lejos, visualizó un acto de vandalismo... en menor grado. Detalló que un tipo chocaba con una chica, la que le daba la espalda, haciendo que soltara su bolsa y al caer ésta al suelo, dejó escapar todo lo que su interior guardaba. El sujeto simplemente continuó recto, sin importarle lo que había hecho, ni prestar ayuda la joven, por lo que Derek, como buen ciudadano que era, se acercó para ayudarla a recoger sus pertenencias.


—Permíteme.


Se colocó frente a ella de cuclillas al tiempo de decir eso, captando su atención, por lo que levantó su mirada de sus cosas y clavó sus ojos en los de Derek. A él por un momento el corazón dejó de latirle al reconocerla; era Sara. Sus hermoso ojos azules, abiertos ante la sorpresa de ser ayudada por un desconocido, lo escrutaban con tanta curiosidad, que Derek sintió un pequeño escalofrío recorrer su espalda; sin embargo, no pudo apartar su mirada de ella. Era como cien veces más bonita a corta distancia que a larga, y su corazón, que se había detenido unos segundos, de pronto se vio en la necesidad de trabajar a una velocidad doble e incapaz de controlarlo, un sonrojó invadió su rostro.


Volviendo a la razón, Derek continuó con su labor y la ayudó a conseguir todo lo que era suyo; también la ayudó a ponerse de pie.


—Muchas gracias por la ayuda —le dijo ella, con una pequeña sonrisa.


—No hay de qué.


Y como una linda aparición, Sara simplemente siguió su camino. Derek se dio la vuelta para regresar a donde había dejado a Ester, cuando pudo distinguir, a un par de metros de él, un bultito rectangular; era un celular de tapa, de carátula rosa y no necesito ser un genio para saber que se trataba del de Sara. Lo recogió y buscó a la muchacha, esperando verla por entre la multitud y entregárselo, pero fue imposible, ya que se había perdido entre el mar de gente. Lo miró con aire pensativo. Era un objeto importante; debía volver a sus manos a como diera lugar.


Una hora más tarde, ya se hallaba de vuelta a su hogar, cargando las bolsas de Ester. Tuvo que acomodarse todas en un brazo para poder sacar su celular y llamar a Víctor.


—¿Qué pasa? —escuchó la voz de su amigo del otro lado de la línea.


—¿Estás muy ocupado en este momento?


—No. Estoy en mi cuarto, aburrido, ¿por qué? ¿Quieres salir conmigo, a una cita o qué? ¿Dónde nos vemos y a qué horas? —Su diversión se le contagió y no pudo evitar soltar una risilla.


—En mi casa.


—Oh, a ese nivel hemos llegado —dijo con broma, luego se tornó serio—. Ya voy para allá.


Colgó. Luego de unos minutos, Derek y Ester arribaron a su casa y momentos después, se escuchó el timbre. Ester atendió el llamado encontrándose con el rubio.


—Ah, Víctor. Pasa, espera en la sala mientras Derek sale del baño.


Víctor se adentró a la morada y se dirigió a la habitación asignada, tomando asiento en el sillón grande.


—¿Se te ofrece algo? ¿Agua, refresco, jugo? —ofreció ella.


—No, gracias.


Ester se sentó en el sillón anexo para hacerle compañía mientras su hermano se desocupaba, y sin rodeos, preguntó:


—¿Tienes novia?


—No, aún no.


—Oh, ¿y no te llaman la atención las mayores?


Víctor simplemente la miró sin saber qué responder, pero por demás incómodo. En eso, su salvador hizo acto de presencia.


—Ah, mi querido Derek. Vamos, vamos, a tu habitación.


Y levantándose prontamente, empujó a su amigo por el pasillo hasta su recámara, saliendo de tan extraña situación. A Derek le pareció rara su actitud, pero lo entendió un poco mejor cuando cerraron la puerta tras de sí y Víctor suspiró al tiempo de decir:


—No ha cambiado nada —Víctor se sentó en la cama—. ¿Qué pasó? ¿Qué quieres decirme, mostrarme o lo que sea?


Derek se rebuscó en el bolsillo trasero de su pantalón y sacó el celular de Sara.


—¿Se lo puedes regresar a Sara, por favor?


Víctor se echó para atrás un poco, impactado por las palabras de Derek, mirándolo, exigiendo una explicación. ¿Por qué tenía él el móvil de Sara? Derek comprendió su mirada.


—Ah, es que me la encontré en el centro comercial. La ayudé a levantar unas cosas que se le cayeron y se le olvidó esto. No lo vio y yo tampoco en su momento, hasta después que la perdí de vista.


—¿Te la encontraste? ¿Los dos se vieron? —inquirió, pero con un trasfondo de maquinación, pensando algo, planeando.


Derek se asustó; conocía esa mirada. El rubio se levantó de la cama y caminado de un lado a otro unos momentos, en tanto sacudía su enhiesto dedo índice frente a él, exclamó:


—Eso es... ¡Eso es bueno! Ese era el plan A. Que tú o Sean la enamorara; pero lo descarté porque, bueno, Sean obviamente nunca y tú... evidentemente eres muy normal. Pero ahora que se han visto, puede ser —Se acercó a él y le rodeó los hombros con su brazo—. Vamos por tu segundo encuentro. Tú le entregarás el teléfono.

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