𝐑𝐨𝐬𝐞 𝐓𝐡𝐨𝐫𝐧 ➵ jacaery...

By L_T_Nov

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ROSE THORN ᴇᴠᴇɴ ᴛʜᴇ ᴍᴏꜱᴛ ʙᴇᴀᴜᴛɪꜰᴜʟ ʀᴏꜱᴇꜱ ᴀʀᴇ ꜰᴜʟʟ ᴏꜰ ᴛʜᴏʀɴꜱ ꕥ ✦ ╮ todos la subestimaron, la creyeron solo una... More

Rose Thorn
Prologo
1 : ᵃ ᵐᵒᵐᵉⁿᵗ ᵒᶠ ˡⁱᵇᵉʳᵗʸ
2: ᵈʳᵃᵍᵒⁿᵇᵃᶜᵏ ˢᵘⁿˢᵉⁿᵗˢ
3: ʰᵒˡᵈ ᵒᶠ ᵖᵒʷᵉʳ
4: ˡᵃˢᵗ ˢᵃˡᵛᵃᵗⁱᵒⁿ
5: ⁿᵒᵗʰⁱⁿᵍ ᵉᵛᵉʳ ᶜᵒᵘˡᵈ
6: ᵉʸᵉˢ ᵗʰᵃᵗ ˢᵃʷ ʰᵉʳ
7: ʷⁱⁿᵉ ᶠᵒʳ ᵇˡᵒᵒᵈ
8: ⁿᵉⁱᵗʰᵉʳ ᵒᶠ ᵘˢ
9: ʰᵉᵃᵈ ᵒᶠ ᵗʰʳᵉᵉ ᵈʳᵃᵍᵒⁿˢ
10: ˢˡᵒʷˡʸ ˡᵒᵒˢⁱⁿᵍ ˢᵃⁿⁱᵗʸ
11: ᵇᵘʳʸⁱⁿᵍ ʷʰᵃᵗ ʷᵃˢ ˡᵉᶠᵗ
12: ⁱⁿ ᵇˡᵒᵒᵈ ʸᵒᵘ ʷⁱˡˡ ᵇᵃᵗʰ
13: ᵗᵃᵏᵉ ⁱᵗ ᵃˡˡ. ᵖᵒⁱˢᵒⁿ ⁱᵗ ᵃˡˡ. ᵇᵘʳⁿ ⁱᵗ ᵃˡˡ
15: ʸᵒᵘⁿᵍ ʷᵒˡᶠ
16: ᶜʳᵘᵉˡ ᶜˡᵃʷˢ
17: ⁿᵒ ᵒⁿᵉ ᶜᵒᵘˡᵈ ˢᵃᵛᵉ ʰⁱᵐ
18: ᵗᵃˢᵗᵉˢ ᵒᶠ ʷⁱⁿᵉ ᵃⁿᵈ ᶜʰᵉʳʳʸ
19: ᵒˡᵈ ᵈᵃʸˢ
20: ᵗʰᵃᵗ ᵇⁱᵗᵗᵉʳ ᶠᵉᵉˡⁱⁿᵍ
21: ᶠᵃᵐⁱˡʸ
22: ⁿᵉᵉᵈ ᶠᵒʳ ᵇˡᵒᵒᵈ

14: ᵗʰᵉ ᵇᵉᵍⁱⁿⁿⁱⁿᵍ ᵒᶠ ᵗʰᵉ ᵉⁿᵈ

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By L_T_Nov

☁️ ·̩͙✧
C A P I T U L O  C A T O R C E

RHAENA LE traía todas las noticias de lo que se había perdido mientras estaba inconsciente. La muchacha se veía tan cansada como todos, con aquellos terribles círculos morados bajo los ojos y el aire de tristeza y pesadumbre que parecía llenar el castillo completo. Aún así, trataba de mostrarle una sonrisa a Mevanya mientras le servía un poco de té para relajar sus músculos.
Ya habían conquistado Harenhal gracias a Daemon y su comandía, sus aliados eran fuertes, tenían el apoyo de la flota inigualable de Corlys Velaryon, y el apoyo militar de muchísimos otros más, incluyendo fuertemente a la casa Blackwood y, con lo que Rhaena había nombrado como el "pacto de hielo y fuego", el apoyo absoluto de Cregan Stark y su fuerte manada.

—¿Qué hay de mi hermana? —preguntó cuando Rhaena terminó de relatarle los hechos, más sin embargo nunca mencionó a la reina.

De inmediato, la morena bajó la cabeza sin saber bien qué decir, Mevanya había estado pensando en Rhaenyra desde que abrió los ojos de nuevo, si había visto el dolor en Jace y Rhaena tras la muerte de Luke, solo podía imaginarse lo que los ojos de Rhaenyra Targaryen gritaban.

—La reina ha estado...ocupada —fue lo único que dijo mientras se levantaba para servir otro poco de té, o más bien para evadir las preguntas de Mevanya.

—Bien, si ella no puede venir, yo iré a ella —fue a levantarse o al menos intentar hacerlo.

Odiaba admitirlo, odiaba si quiere recordarlo, pero Criston Cole había sabido bien donde golpear, en su momento, la adrenalina de tener que escapar le dio fuerzas para mantenerse en pie, pero ahora, relativamente fuera de peligro, su cuerpo luchaba por si quiera sentarse solo en la cama.

—Nya, por favor... —Rhaena fue a acercarse a su prima, pero la puerta abriéndose logró detener a Mevanya por un segundo.

Baela entró por la puerta de la habitación primero asomando la cabeza, luego el cuerpo completo cuando vio que su gemela también estaba ahí.

—Rhaena, ¿por qué no vas a descansar? No haz podido dormir bien estos días, yo cuido de Mevanya, ¿si? —la mayor de las gemelas se acercó a su hermana con una sonrisa, y apretó una de sus manos en la suya.

Aquello era cierto, pero, ¿en realidad, quién realmente dormía en tiempos de guerra? La muerte todavía la asechaba de noche y de día.

Rhaena miró hacia Mevanya, y la princesa le dio una leve sonrisa y asintió tomando la otra mano de la morena.

—Ve, sé que estás cansada, yo estaré bien, te lo prometo.

Rhaena miró una vez más a su hermana, y le pidió que cuidara bien de Mevanya, para luego salir de la habitación con pasos casi arrastrados.

Un silencio se estableció entre ambas mujeres por un momento, hasta que Mevanya lo rompió con sus pequeños gemidos de dolor mientras todavía trataba de levantarse de la cama.

—¿Necesitas ayuda? —preguntó Baela, sin acercarse mucho o querer irrumpir con la mujer.

—No yo...yo puedo —o eso quería creer.

No podía salir de esa cama, no podía hacer nada más que sentarse y esperar por que alguien cruzara esa puerta y la ayudara a hacer las cosas más básicas que incluso su cuerpo todavía no respondía del todo para hacer. Odiaba toda aquella situación, sabía que ella misma se había puesto en ella, pero simplemente la odiaba. Se sentía desesperanzada, inútil, y lo odiaba. Necesitaba recuperar su poder, necesitaba tenerse a sí misma de vuelta, pero entre más lo pensaba, más imposible se volvía la idea. ¿Cómo sería capaz de recuperarse, si ya ni siquiera sabía cómo explicar todo lo que estaba roto?

—Okey —respondió Baela, respetando su espacio.

—Gracias por...prestarme tu habitación...por cierto, no había tenido la...oportunidad de decírtelo —para el momento en que logro sacar sus pies de la cama y ponerlos en el suelo, estaba exhausta ya.

—No hay nada que agradecer, hay otras habitaciones, aproveche para irme a la que tiene vista al mar —sonrió, haciendo a Mevanya soltar una pequeña risita.

—Bueno, entonces me alegro que mi casi muerte te haya dado una recompensa a cambio de tu bondad —Baela río igualmente, y ambas, de nuevo, guardaron silencio.

Se podían contar con facilidad las veces que las dos habían interactuando. Con Mevanya viviendo confinada en los muros de la Fortaleza Roja, y Baela acompañando a su abuela en Marca Deriva, las dos nunca coincidieron, y la última vez que se vieron, fue en aquella desastrosa última cena.

—Okey creo que...voy a lograrlo... —pero mientras se levantaba con piernas temblorosas y dolor, su cuerpo le hizo saber que su voluntad no era hacer aquello por sí sola. Por lo que cayó de nuevo en la cama, y suspiró rendida mientras miraba a la morena—. Tal vez sí necesite un poco de ayuda.

Baela sonrió y asintió, y se acercó completamente a ella para, delicadamente, ayudarla a levantarse.

—Antes, ¿por qué mejor no tomas un poco más de té mientras das unos cuantos pasos? Tal vez eso ayude un poco a alivianar la carga —Mevanya asintió, y con una sonrisa de simpatía, Baela la llevó hacia la mesita donde se encontraba el té.

Sirvió un poco mientras Mevanya sostenía el vaso, y mientras daba leves sorbos, la ayudó a caminar pasó a pasó por la habitación en silencio. Los silencios entre ellas no eran cosa de incomodidad, pero había algo que todavía estaba por ser dicho.

—Mevanya quería...quería venir a hablar contigo, si crees que el momento sea apropiado.

Pasó el líquido que tenía en la boca y se relamió los labios antes de asentir y responder verbalmente.

—Adelante, no creo que pueda correr a ninguna parte de todas maneras —Baela sonrió en respuesta, y tomó aire para continuar.

—Sólo quería decirte que lo siento mucho, Mevanya.

Mevanya frunció el ceño, y puso su otra mano encima de la que estaba ayudándola para detener sus pasos y mirarla con el ceño levemente fruncido, sin saber exactamente qué responderle.

—Baela... no... está bien.

—No, no lo está, es... nunca he visto a alguien mirar a otra persona como Jace te mira a ti. Cuando mi abuela vino y nos dijo que te oyó gritar, él... nunca lo había visto así, y lo conozco de toda la vida, era... salvaje, casi montó en Vermax y voló a por ti el mismo, si mi padre no hubiera estado allí. Sé que todo esto le duele a él, pero también sé que te duele a ti. Haz sufrido muchísimo, Mevanya, no sabes cuánto lamento lo de... —se detuvo antes de nombrar a Midnight, temiendo lo que pudiera desatar para Mevanya. En respuesta, la platina le sonrió con melancolía—. No puedo imaginarme lo difícil que debe ser tener que ir en contra de toda tu familia, tus razones son más que válidas pero, solo puedo imaginar que aún así debe ser difícil. Perdiste a tu hijo, perdiste a tu familia, quienes te traicionaron y te dejaron en este estado, para luego llegar, y enterarte que también haz perdido a Luke, todos te han fallado, incluso mi padre y Rhaenyra, incluso, y sé que este de verdad lo ha hecho; Jace. Tu corazón nunca debió romperse como lo ha hecho. Así que, lo siento, en verdad lo siento, por si nadie te lo ha dicho todavía.

Mevanya quedó muda completamente, con el corazón en la palma de la mano. Solo sintió como sus ojos se llenaban de lágrimas, pero tan solo pudo derramar una de ellas. Todo lo que Baela había dicho era cierto; odiaba a su familia, odiaba a Aemond, odiaba a su abuelo, odiaba a su madre, y oh, dioses, sí que odiaba a Aegon. Pero ¿qué había de Helaena, de sus sobrinos, de Daeron? Por todos los Siete, ni siquiera sabía dónde estaba aquel último, que canción tocaría en aquella balada de sangre y fuego. Incluso a aquellos que más odiaba, su corazón ardía pensando cuán lejos habían llegado las cosas. Ella lo había perdido casi todo, ella había sido a la que le habían arrancado la vida y se la habían tirado en una bolsa y arrojado para que lo viera, a ella la habían golpeado dejándola casi muerta, sin ahora poder moverse por sí sola, a ella la habían traicionado, entonces, ¿por qué era a ella la que pagaba por tanto, por qué era su corazón el que ardía tanto, por qué era ella quien siempre daba tanto?

—Gracias, Baela, en verdad...gracias —como pudo, atrajo a la morena en un abrazo, un abrazo que no se había esperado necesitar, pero ahí estaba.

Duraron unos cuantos segundos así, hasta que Mevanya se apartó levemente, y la miró de nuevo limpiando el rastro de la única lágrima que había resbalado.

—Ahora, si no es abusar mucho de tu generosidad, ¿podrías llevarme con mi hermana?

Baela sonrió levemente y la ayudó a dejar el vaso en la mesa antes de comenzar a caminar otra vez.

—No sera problema alguno.

ੈ✩‧₊˚

Rhaenyra estaba reunida con su consejo mientras recibía nota del plan elaborado por su esposo, cuando Ser Erryk se aproximó, anunciando la visita de Mevanya, de la mano de Baela.

A su lado, su hijo, quien había estado comentándole de su debido regreso a Invernalia para completar el pacto de hielo y fuego, quedó completamente helado al ver a ambas damas entrando en la sala, especialmente a Mevanya, considerando que la muchacha se veía tan bien como se sentía, y era evidente que Lady Baela estaba asistiendo a su prima para que esta pudiera caminar.

—Mevanya, que infiernos haces aquí, deberías estar descansando, Baela, ¿por qué...? —cuando el muchacho se acercó exclusivamente a ellas, lo primero que detonó fue su incesante preocupación por la salud de la Targaryen.

—Porque yo se lo pedí, Jace, y estoy bien, simple te me cuesta acostumbrarme un poco a caminar de nuevo —la princesa fue rápida en interrumpir las erráticas palabras del heredero, a pesar de los morados y heridas en su rostro, aún se veía tan pulcra mente autoritaria como siempre. Y pensar que estaba hablando con el heredero de los Siete Reinos, si todo salía como debía.

—Sí, pero...

—Tengo que hablar con mi hermana —volvió a interrumpir al muchacho, esta vez hablando lo suficientemente alto para que los demás también escucharan, incluyendo a Rhaenyra.

Ambas Targaryen se miraron una a la otra, fue la reina la primera en apartar su mirada, para dirigirla a todos los demás integrantes del consejo.

—Por favor, mis Lords, permítanme un momento a solas con la princesa —todos aquellos asintieron y dieron una pequeña reverencia a Su Majestad, y procedieron a salir seguidos por los guardias que igualmente fueron despachados.

Baela, con una mirada hacia Mevanya, se aseguró de que esta le diera el asentimiento para irse, y cuando Mevanya tuvo estabilidad suficiente para sostenerse ella misma, salió detrás de todos los demás.

Jace, sin embargo, no apartaba la mirada de ella, no se movía. Fueron unos segundos en los que ninguno de los dos apartó la mirada llena de fuego del otro, hasta que Rhaenyra, detrás de ellos, habló.

—Jace, hijo, déjanos, por favor.

Jacaerys, sin remedio alguno más que obedecer a su reina y madre, suspiró profundo levantando la cabeza y por fin, segundos más tarde, apartando la mirada de Mevanya y saliendo a zancadas de la sala.

—¿Necesitas un poco de ayuda, querida? —Rhaenyra menciono cuando vio a su media hermana luchando por avanzar hacia ella.

—No me vendría mal, si no es mucha molestia, Majestad.

Sin más palabra, Rhaenyra avanzó hacia ella y le tendió su brazo para guiarla a un lugar donde pudieran tomar asiento y alivianarle un poco la carga de estar parada.

—Es un alivio en verdad verte de pie, el maestre me lo ha comunicado todo desde tu llegada, y me ha dicho que haz estado mejorando, contra todo pronóstico.

—Bueno, si Aegon y su perro faldero pensaban que podían matarme, no se las iba a dejar fácil —Rhaenyra sonrió ladina en respuesta. Y por un momento, ninguna de las dos dijo nada.

Mevanya no sabía cómo decir todo lo que quería en verdad. Veía aquella mirada en los ojos de Rhaenyra que ella tan bien reconocía. Los ojos violeta de la reina estaban perdidos, ausentes, como si alguien hubiera succionado la vida de ellos. Lo reconocía con tanta perfección, que de nuevo sentía su corazón arder. Le habían arrancado a Rhaenyra su corazón, tal y como lo habían hecho con ella.

—Rhaenyra yo...lo siento tanto —no pudo prevenir su voz de romperse a la mitad, y es que ni siquiera podía mirarla a los ojos.

¿Y cómo? Si ella había estado presente, justo al lado de Aegon mientras era coronado, mientras ponían la corona en su cabeza que debería de estar en la de Rhaenyra, lo vio sentarse en el trono que le pertenecía a ella, y no había hecho nada. Su madre, ella había creído cada cuento y cada mentira con la que endulzó su oído antes de traicionarlas a ambas. Y Aemond, oh, Aemond, aquel en el que había creído, aquel en el que había confiado, su prometido, su hermano, había no roto una, sino sus dos promesas, y por eso, Luke ya no estaba. Se lo habían arrebatado a Rhaenyra sin manera alguna en la que pudo tener cualquier tipo de cierre, no pudo enterrar su cuerpo, no pudo si quiera nunca encontrar su cuerpo, solo los restos del dragón que había muerto también tratando de protegerlo.

—Es mi culpa también...yo confié en Aemond, confíe en mi madre, Aemond me lo juro, me dijo que...que el lo dejaría, pero... lo siento tanto —otra lagrima que hizo camino por su mejilla hasta caer.

Rhaenyra no dijo nada por unos momentos, el silencio estaba carcomiendo la culpa de Mevanya incluso más, hasta que la reina tomó las manos de su hermana con las suyas obligando a mirarla de nuevo a aquellos ojos tan vacíos, pero tan llenos de fuego al mismo tiempo.

—Entonces, ambas fuimos traicionadas, a ambas se nos ha subestimado, y ambas se nos ha obligado a derramar sangre y fuego.

Mevanya no se había esperado aquella respuesta, pero mientras miraba directamente a su hermana, las lágrimas se evaporaban con las cenizas de aquella que habían matado el día en que asesinaron a su hijo. El fuego danzando en sus orbes violeta.

—El perdón es tuyo si lo aceptas, igual que un lugar a mi lado si lo deseas.

—Aegon me arrebató lo más importante en mi vida, me arrebató mi vida, mi madre me traicionó al igual que lo hizo mi hermano, me creyeron una inconveniencia más que una amenaza y si tengo que quemarlo todo para verlos caer, pues que así sea.

Rhaenyra se enderezo de nuevo, en sus ojos danzaba un orgullo escondiendo, una fuerza que prometía frente a ella.

—Pues que así sea —asintió, levantándose y ofreciéndole una mano de nuevo a su hermana.

Ofreciéndole un camino, ofreciéndole una oportunidad, ofreciéndole el inicio de lo que, por fin, llegaría el final.

Este capítulo le da una bienvenida oficial, a la Danza de Dragones

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