𝐑𝐨𝐬𝐞 𝐓𝐡𝐨𝐫𝐧 ➵ jacaerys velaryon

15: ʸᵒᵘⁿᵍ ʷᵒˡᶠ

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C A P I T U L O Q U I N C E

HUBO UN tiempo, por aquel entonces, en el que creía tenerlo todo resuelto. Se casaría con Aemond, trataría de vivir en un matrimonio civil, luego volaría con Ilaxia, Venmor y Midnight por los Siete Reinos sólo para escapar de los temores de su vida, y sería feliz sabiendo que su familia, Jace y Luke y Joffrey y Rhaenyra, estaban a salvo.

Ahora, mientras miraba el mar que se extendía en la periferia de Rocadragón, ya no tenía absolutamente nada claro. Ya no viajaría por los Siete Reinos con sus tres dragones, pues ya no tenía tres dragones. No se iba a casar con Aemond, en todo caso, esperaba volver a ver a su hermano sólo cuando llegara el momento de desgarrarle el corazón, y su familia no estaba, en absoluto, a salvo. Su familia ya ni siquiera estaba completa, y se preguntaba cuántos más se unirían a Luke en la guerra pasajera.

Ese rastro de pensamientos era muy peligroso, incluso pensarlo, hacer una simple estadística, le hacía hervir la sangre.

—¿Es seguro? —alguien preguntó detrás de ella. Cuando se volvió, vio que Baela se acercaba lentamente con una media sonrisa, y Mevanya hizo lo posible por devolverle la sonrisa a su prima.

—Sí —respondió, algo divertida.

Baela finalmente se le acercó y se limitó a mirar el horizonte con ella, en silencio, admirando lo lejos que podía llegar el océano. Hasta que la pregunta se interpuso inevitablemente entre ellas.

—¿Estás bien?

—Define bien—Mevanya no le devolvió la mirada, pero suspiró profundamente.

—Como que no estás a punto de quemarte por dentro en este mismo momento, o de arrancarle la cabeza a alguien —no pudo contener la risa después de eso, por poco que hubiera sido, era definitivamente más suelta que su comportamiento pasado un par de minutos antes.

—Lo de quemar, creo que por ahora estamos a salvo, pero lo de arrancar...

—Comprensiblemente —huboun momento de silencio, antes de que Baela volviera a hablar, cambiando de tema—. ¿Hablaste con Rhaenyra?

—Lo hice, sí.

—¿Y? —la muchacha esperó a que Mevanya continuara, pero cuando estaba a punto de hacerlo, alguien habló primero por ella.

—Y vendrás conmigo a Invernalia.

Cuando ambas se volvieron para mirar a Jacaerys, el muchacho tenía tal expresión en el rostro que ya no parecía un niño, sino más bien un hombre. Parecía tan cansado, tan enfadado, tan triste, tan desesperado. Pero eso es justo lo que hacen las guerras, hacen que todos se sienten cansados y enojados y tristes y desesperados.

—¿Que yo qué? —preguntó Mevanya, levantando demasiado la ceja.

—No era una pregunta, Mevanya —Jacaerys puso los ojos en blanco y suspiró, dando un paso más cerca de la princesa sin reconocer aún a Baela.