Levane Y Las Almas Desorienta...

By Ciodesa

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Con el misterioso fallecimiento de la abuela de Levane, surge la idea de mudarse a su casa para ahorrar gasto... More

Prólogo
Parte 1
Capítulo 1: Mi alegría de la tarde
Capítulo 2: Un postre amargo
Capítulo 3: Serena melancolía
Capítulo 4: Penitencia
Capítulo 5: Esencias arcanas
Capítulo 6: Fósiles
Capítulo 7: Celaje
Capítulo 8: El elixir del náufrago
Capítulo 9: Cultivo
Capítulo 10: Protocolo
Capítulo 11: Midas
Capítulo 12: Destello de humanidad
Parte 2
Capítulo 13: El tiempo lo dirá
Capítulo 14: Vajilla de porcelana
Capítulo 15: Aguamarina
Capítulo 16: Aire
Capítulo 17: Arce dorado
Capítulo 18: Nova y Aponi
Capítulo 19: Palimpsesto
Capítulo 20: La venganza de Desdémona
Capítulo 21: Infusiones
Capítulo 22: Otro día en el paraíso
Capítulo 24: El trance del éxtasis místico
Capítulo 25: Serendipia
Capítulo 26: Sombras borrosas
Parte 3
Capítulo 27: Tintineo de los difuntos
Capítulo 28: Dudas
Capítulo 29: Trébol de tres hojas
Capítulo 30: Hambre y sed
Capitulo 31: Lagori
Capítulo 32: Nuestra estrella más bella
Capítulo 33: Lágrimas de nácar
Capítulo 34: En un universo
Capítulo 35: Escultura
Capítulo 36: Figuras siderales

Capítulo 23: El micelio del firmamento de miel

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By Ciodesa

I

Julien

Hay una habitación secreta en la casa, tapada con ladrillos hace décadas. La familia todavía no se ha dado cuenta y eso me permite desaparecer con fluidez cuando quiero estar solo y en silencio.

Tampoco hay muchas cosas que me persigan, mi presencia suele pasar desapercibida por mi índole. Soy una brisa simplona para los demás. Sin embargo, no soy inmune al bullicio y al peso de las energías del lugar.

Este cuarto tiene un magnífico ventanal arqueado que da a su propio patio interno, la naturaleza se ha apoderado de él y me relaja imaginar que me encuentro en medio de la selva del Congo. De más pequeño quería ser un científico analizando un paraje como ese. En el espesor de la jungla, estudiando nuevas especies en un reducido refugio de prominentes pilotes.

Tal vez me especializaría en los reptiles y anfibios, o a lo mejor me dedicaría a la etología, aunque también me encantaría ser micólogo. Creo que me quedaría con eso.

Desde que supe de la hipótesis de Terence Mckenna, no pude dejar de cavilar acerca de la importancia de los hongos, nosotros básicamente venimos de ellos, somos cuerpos fúngicos. Algunos pueden alimentarte, matarte, sanarte, y otros, hasta pueden enviarte en un viaje espiritual.

Así que no me sorprende que sea posible que la evolución de la conciencia humana haya sido a causa de la consumición de hongos mágicos en los desechos. Por supuesto que es más complejo que eso, no obstante, es gracioso plantearlo así.

—Bonita vista. —Una mujer alta y estilizada de largo cabello granate toma un paso a mi costado.

Qué extraño. Hace mucho que no venían a visitarme.

—No recuerdo haber invocado a un sucubus.

Ella mueve la punta de su nariz como un conejo para luego modificar su enfoque. Yo completo:

—Te debes haber confundido. Supongo que Ambrosia te llamó. Últimamente ha estado practicando más a menudo el libertinaje.

La chica expulsa una carcajada aguda tan potente como terrorífica.

—No, bobo. Yo soy una como ustedes.

Espíritus pasajeros... el fastidio de los mortales y también de los muertos.

Poseen la autonomía que presumen a causa de haber sucumbido en territorio de nadie. Sin embargo, son los más perdidos.

Noto que me está examinando con su faz transformada en un brebaje de naturalidad y descaro.

—Aunque no sea un demonio sexual, no me molestaría acompañarte por hoy. —Descansa su mano en mi hombro y yo tenso mi mandíbula enmudecido.

Comienza a recorrer mi pecho por encima de la ropa hasta llegar al abdomen y me estremezco ante la longitud punzante de sus uñas.

Yo corto el contacto con suavidad y ella se ruboriza ofendida, para después volver a insistir, apretando mi rostro con sus finos dedos de araña, clavandolos en mis mejillas.

—Me gustan los hombres que se hacen los difíciles ¿Ser guardián del cuadro te ha vuelto frío, cariño?

Ella intenta besarme y yo aparto mi cara nuevamente, evitándola.

—¿Qué pasa? ¿Acaso no te parezco linda? —dice con la autoestima que a todos nos gustaría tener.

—Claro que sí, eres hermosa. No es eso —intento explicar sin empeorar las cosas más de lo que están.

—¿Entonces de qué se trata? Porque nunca me había sentido tan rechazada por un fantasma ¿Todavía sigues lamentando tus penas? —Ella me empuja hacia la cama y yo caigo sobre ella a medida que se sienta sobre mí.

—Por favor, no quiero.

—Si me das una buena razón voy a parar —ella continúa y está vez trata con mi cuello y yo me esfuerzo en no ceder.

—Hay una persona. —Una imagen de ella sonriendo aparece en mi mente y me doy cuenta de que estoy imitándola.

No puedo evitar pensar en ella y en por qué no puedo sacármela de la cabeza desde hace tiempo.

Amo que siempre tenga su flequillo desordenado, su voz al decir ciertas palabras, la forma en la que se mueve, su sonrisa burlona y su mirada, una mirada tan profunda en la que te pierdes con facilidad, es el único lugar en el que me reconforta la oscuridad. Y lo más curioso de todo esto es que lo que me atrajo inicialmente fue su luz. No podría decir que me cautivó lo parecida que es a su abuela físicamente, es justamente lo que me alejó en un principio. No obstante, es diferente a ella. El interés tan grande que siente por descubrirlo todo, su humor, su inteligencia, su testarudez, no la que tiene cuando se equivoca, es una persona de mentalidad abierta, sin embargo, cuando se trata de valores, ella siempre se mantiene firme. Si bien no juega a ser el superhéroe, se arriesga cuando es necesario. Estoy al tanto de que no llegué a contemplar su alma, pero, en lo que he podido observar, no he conocido a nadie a quien pueda llamar inefable, y ella lo es.

—Mi Levane —confieso finalmente.

—Ella no tiene por qué saberlo.

—No se trata de eso —la muevo con cuidado desde la cintura hacia un lado—. Sencillamente no quiero. —Parece que al fin se rinde y yo agradezco a los dioses por su posible contribución.

—Conque tienes novia —conjetura segundos más tarde. Ambos sentados sobre el colchón mirando hacia un punto inespecífico de la pared destartalada.

—Algo así. Pronto. No lo sé. Tal vez. Algún día —si es lo que quiere—. Para mí, ella es la más bella, buena e inteligente de todas ¿Entiendes?

—Yo creo que, si pruebas algo distinto una vez, no te va a hacer ningún daño— vuelve a orientarse para tocar mi pierna.

—No, no, no. —Camino rápido hasta el otro lado del dormitorio, escapando de su roce—. No lo entiendes. Eres una extraña, perdona, ya no estoy en eso de las noches salvajes con personas desconocidas, antes sí, llegaste tarde. —Y con eso me alejo de la situación cerrando la puerta tras de mí.

—No te vayas, solo estaba jugando, Julien —vocifera a través de la madera y yo no pienso quedarme a comprobarlo.

II

Chopin ha crecido bastante en este último tiempo. Ya no se ve tan tierno como cuando era un bebé, y sigue siendo un consentido. Y un pesado. Y a pesar de todo, lo sigo queriendo. También me gusta molestarlo, persiguiéndolo alrededor de la casa. Luego él se venga acosándome durante el resto del día. Esa instancia final todavía no ha expirado y, con mi cuerpo mirando hacia el cielorraso del pasillo, puedo sentir como me despeina el pelo con su pico, mientras escucho música de una emisora de radio FM en el walkman.

De repente, la estación comienza a transmitir "Accidentally in love". Una obra sublime. Y con ella, se me viene a la mente mi película favorita, un clásico de la cultura general. Otra creación digna de un Nobel. O bueno, un Oscar. Aunque, meditándolo, el Premio Nobel reconoce investigaciones, descubrimientos o contribuciones notables a la humanidad. Shrek debe cumplir al menos uno de los requisitos.

Al buscarlos en internet en un teléfono móvil que quedó olvidado hace unos años, me doy cuenta de que requisitos propiamente no existen, sino que el espíritu es reconocer el avance del conocimiento y los esfuerzos por una sociedad mejor. Lo cual es genial. Eso significa que el filme está más que válido para participar del galardón, por lo menos el de la paz, debido a que defendió derechos humanos y no humanos, además de promover el desarme y resolución de conflictos, volviendo a las personas más pacíficas e impulsando el amor hacia el prójimo, compitiendo con Jesús.

La contrariedad está en que es para personas o instituciones, reales, así que incluso el ogro ficticio quedaría descartado. Y ni hablar de William Steig, el autor de los libros, que si bien es un individuo, estiró la pata hace rato. Y "De acuerdo con los estatutos de la Fundación Nobel, el trabajo producido por la persona que murió no debe de recibir un premio." Excepto en casos como los de Ralph Steinman, biólogo de la Universidad de Rockfeller y uno de los ganadores del Premio Nobel de Medicina 2011, quien falleció días antes de que fuese anunciado el reconocimiento, después de extender su propia vida usando una terapia diseñada por él. Así que bueno, creo que lo único que queda es admirar la pieza por lo que es. Una gema invaluable.

Y puedo culminar mi TED talk aceptando que lo más significativo que están logrando la canción y la película en este momento es que siga fantaseando. Y eso no me alegra.

Sé que he empezado a caer en un abismo sin fondo. Y pienso en nosotros. En las posibilidades que tendríamos. No envejeceríamos juntos, ni podríamos viajar a otros lados, ni siquiera salir a un café. La condenaría. No, no quiero eso para ella, se merece algo mejor.

Pero, quizás...

—¿Qué estás haciendo? —su voz resuena por el pequeño espacio, a la vez que su semblante se asoma en mi campo de visión. La mujer de la que hablaba.

—Nada —intento ocultar los vellos de mis brazos, erizados por su llegada espontánea. Tanto que nos dice de nuestras apariciones inesperadas y ella hace lo mismo.

—Si sigues dejando que Chopin te escarbe como a un muerto, vas a transformarlo en un cuervo.

—Si no fuera aire, tendrías razón. —Hundo mi brazo a través de la pared sin ganas.

—Cierto— me señala con su mano en pistolita —Aun así, lo estás entrenando para el mundo real.

Ruedo sobre mi espalda para verla con una sonrisa, y no me doy cuenta de que estoy mordiendo mi labio inferior.

Juro que a veces lo hago de forma inconsciente, con lo que sea, más que nada cuando estoy concentrado pensando en algo. Tampoco es que estaba pensando cosas específicas. No sigo aclarando porque oscurece.

En fin, simplemente no quiero que crea que me gusta. No es que no me guste. Solo que no me gusta como para decirle ahora mismo que me gusta. O no sé. No tendría problema en hacerlo. Sin embargo, lo último que quiero es asustarla.

—¿Te parece que cenemos en la pérgola del jardín? —sugiero de manera desinteresada. O eso intento comunicar. Deseando que no dude de las intenciones. Que cabe destacar, son obviamente amistosas.

—Me parece buena idea —responde ella con ese destello en sus ojos.

Un instante de cielo en la tierra.

III

~~~

—¿Así de fácil me vas a olvidar?

~~~

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