— Creo que estoy enamorado – Christopher gimio,
cerrando los ojos.
— ¿En serio? – Me reí, reclinándome en la silla. Había terminado mi comida hace unos minutos, pero Christopher estaba demasiado ocupado hablando en mi oído para empezar con la suya hasta hacía apenas unos minutos.
— Esto es increíble. – El dijo, su boca llena.
— Es un burrito. – Yo suspiré, entregando a
Christopher una servilleta para la salsa que
chorreaba por su barbilla
— ¡Es increíble! – dijo Christopher bruscamente,
terminando el último pedazo de su burrito y
limpiando su cara.
— Así que estás enamorado de un burrito. – dije sin
comprender, mirando al frente a Christopher. El
me miró y rodó los ojos, como si hacerme pensar
que era extraño que él se hubiera enamorado de un
burrito era lo que estaba mal en toda esta situación.
— Si... – Christopher asintió. — No me juzgues, Murphy.
— No te estoy juzgando. – levantando las manos en
señal de rendición, haciendo reír a Christopher.
— Es mejor que no. – Christopher dijo, echándose
hacia atrás en su silla también. Sus pies jugaban
con los míos mientras nos sentamos allí, con una
pequeña sonrisa en su rostro.
— Tengo una pregunta. – dije de repente, lo que causó que Christopher dejara de mover los pies.
— ¿Es hipotética? – Christopher sonrió satisfecho.
— realmente necesitas parar con eso. – Me quejé,
pero esta vez era yo la que rodé los ojos.
Christopher se rió entre dientes y se pasó los dedos
por el pelo, mezclándolo aún más de lo que estaba.
— ¿Cuál es tu pregunta, Murphy? – Christopher
cuestionó, enderezándose en la silla y quitando sus
pies de los míos.
— ¿Por qué estabas tan asustado de llamar a la
última vez una cita? – Le pregunté en voz baja. Me
había estado preguntando que, de repente, hizo
que Christopher cambiara de opinión, ya que había
sido tan terco sobre que no era una cita real antes.
— Estaba asustado. – Se encogió de hombros, dejando las cosas así.
— Si, lo sé. ¿Pero de qué?
— No pensé que te gustaba de vuelta. – Christopher se mordió el labio mirando hacia abajo a la mesa.
— ¿En serio? Pensé que estaba haciéndolo bastante
obvio – dije, reprimiendo una carcajada.
— No podía saber si es que te gustaba o si tú eras
naturalmente fastidiosa. – Christopher me miró, sus
labios arrugándose en los lados en una gran sonrisa.
— ¡No soy fastidiosa! – Me quejé.
— Por supuesto que no lo eres. – Christopher negó con la cabeza, con los ojos cada vez más amplios.
— ¿Cómo te diste cuenta que me gustabas? – Le
pregunté, con la esperanza de que la respuesta de
Christopher no fuera que se enteró a través de Joel.
En serio iba a asesinar a ese chico si había abierto
la boca una vez más.
— Oh, Dios mio, Murphy. – Christopher se rió en voz
alta.
— ¿Qué? ¿Qué fue? – Cerré mis manos sobre la mesa, ahora cada vez más impaciente.
— La mirada en tu cara después de que te besé por
primera vez, eso lo dijo todo. – Él sonrió e
inmediatamente me sentí avergonzada, por
supuesto, tuve que hacer una cara tonta los
segundos después de que Christopher me besó, no
podía sólo sonreír y reírme de ello como una chica
normal haría.
— ¿Cómo me veía? – Le pregunté, y Christopher trató de imitar a mi cara. Parecía una mezcla de horror y confusión, supongo que explicaba mis sentimientos en el momento bastante bien.
— Es mejor que no te veas como si doliera la próxima vez que te bese. – Christopher se rió entre dientes.
— ¿Así que va a haber una próxima vez? – Me reí,
mordiendo suavemente mi labio.
— Hipotéticamente. – Se encogió de hombros.
— Nunca voy a besarte otra vez. – bromeé.
— ¡Oh, vamos! ¡Estaba bromeando! – Christopher se
quejó. Se deslizó fuera de su lugar y saltó a mi lado,
envolviéndome con su brazo por atrás. — Eso no era
todo de lo que tenía miedo, sin embargo.
— ¿Que más? – Le pregunté, con la esperanza de
pasar del tema en el estábamos ahora.
— Bueno, obviamente acabo de, una especie de, um,
salir de una relación. – Christopher tosió.— y yo no
estaba seguro de cómo iba a salir esto. Me gustas,
Murphy, de verdad, pero todavía amo mucho a
Kenzie. Yo solo... sólo no quiero apresurar las cosas,
supongo. Dios, sueno como un idiota. – Él se apartó
de mí, quitando su brazo fuera de mis hombros y
sentándose con la espalda recta.
— No suenas como un idiota, lo entiendo. – dije,
extendiéndome para agarrar la mano de Chris.
— ¿Lo haces? – Preguntó Christopher, y yo asentí.
No me sorprendió incluso que Christopher
estuviera actuando así, era completamente normal
que no quisiera precipitarse en las cosas después de
que su novia, con la cual había durado tres años,
muriera. Tenía un montón de cosas de las que
preocuparse, y yo molestándolo acerca de nosotros
convirtiéndonos en «algo» era la última cosa que
necesitaba. Entendía totalmente a donde
Christopher quería llegar, y sólo quería que él fuera
feliz. SI él nunca quisiese ser mi novio
probablemente estaría completamente bien,
siempre y cuando él fuera mi amigo.
— Yo sé que tú todavía amas a Kenzie, y lo entiendo.
Es normal que todavía tengas sentimientos por ella
después de lo que pasó. Me gustas, Vélez, pero yo
no voy a presionarte a hacer algo que no quieres.– le
dije, mientras Christopher finalmente se relajaba y
se recostaba en el asiento.
— Gracias, de verdad. Te prometo que lo superaré
eventualmente ¿de acuerdo? Sólo necesito tiempo,
tengo que arreglarme a mí mismo. – Dijo
Christopher en voz baja.
— Esta bien. – dije. — Tómate el tiempo que necesites.
— ¿Por qué haces esto? – Preguntó Christopher.
— ¿Hacer qué? – Pregunté de vuelta, no entendiendo
esta vez.
— En la escuela dejas que la gente te vea como esta
tonta, popular, niña rica que consigue todo lo que
quiere. Pero cuando estás conmigo eres tan
diferente. Te conviertes en tu misma Murphy, y eso
me gusta. Pero ¿por qué no eres así todo el
tiempo? – Explicó
— Las personas realmente no me dan una
oportunidad. – Me encogí de hombros. Las cosas
habían sido siempre así, tenía unos padres exitosos
y así era como la gente me conocía. No había
mucha gente que realmente intentara conocer a la
verdadera yo. — Excepto tú. – añadí en voz baja.
— Estoy contento, entonces. Me alegro de darte una
oportunidad.
Christopher me llevó de vuelta a casa después de
que habíamos terminado de comer, sosteniendo
flojamente su mano sobre la mía. Esta vez no
estábamos hablando de nuestras canciones y
bandas favoritas, en su lugar caminamos en
silencio. Era como si no hubieran palabras
necesarias en esta ocasión, todo lo que había que
decir ya se había dicho. Di una patada en el suelo
con los pies mientras caminábamos, mientras
Christopher terminaba un cigarrillo y lo dejaba
caer detrás de él antes de que finalmente nos
detuviéramos en frente de mi casa.
— ¿Sigues protestando? – Preguntó Christopher,
dejando caer mi mano.
— ¿Protestando qué?
— Lo de besarme. Lo siento por reírme de ti
Murphy, y sé que me burlé de ti antes, pero ¿puedo
por favor tener un beso antes de irme? – Chris se inclinó más cerca de mí, y me dio una amplia sonrisa.
— Eres ridículo, ¿lo sabías? – Me reí entre dientes,
mis manos viajando por el pecho de Christopher
hasta que llegaron a la parte posterior de su cuello.
Enredé mis dedos en su cabello, mirando como su
sonrisa se hacía aún más grande.
— ¿Entonces puedo tomar eso como un sí? – Chris rió, finalmente inclinándose y besándome cortamente antes de alejarse.
— No tienes que hacerlo tan rápidamente, puedes
permanecer allí por un tiempo. No voy a gritar y
correr. – Rodé los ojos.
— Sólo estoy bromeando un poco. – Christopher se
encogió de hombros antes de inclinarse de nuevo y
presionar sus labios con los míos.
Nos quedamos así por un largo tiempo, en realidad.
Me puse de puntillas para tirar de Christopher
cerca de mí, disfrutando la sensación de él
sonriendo contra mis labios. Sus manos bajaron
por mi espalda hasta el dobladillo de mi camisa,
donde tímidamente la levantó un poco y dejó que
sus manos descansan sobre mis caderas. Sus labios
eran firmes, pero a la vez suaves y podría decir que
Christopher sabía exactamente lo que estaba
haciendo. Tenía experiencia y yo realmente no, era
la combinación perfecta.
Christopher se alejó de nuevo después de unos
minutos, obteniendo una pequeña risa de mí
cuando me di cuenta de cómo se veían sus labios
hinchados.
— ¿Cómo estuvo eso? – Me preguntó, mordiéndose el labio inferior.
— Necesita mejoras. – Dije inexpresivamente,
mirando hacia Christopher con una cara seria. Me
di cuenta de que sabía que estaba bromeando por
la pequeña sonrisa que se arrastra en sus labios,
pero se quedó con eso de todos modos.
— Bien, pensaré de nuevo en invitarte a salir otra vez.– resopló Christopher, alejándose de mí.
— No, vuelve. – Me quejé juguetonamente. Tomé su
mano y lo tiré de nuevo hacia a mí, él aceptó con
facilidad. Puso las manos en mis caderas de nuevo.
acercándome más.
— Quiero decir, si tengo que mejorar entonces puede
ser que nosotros también practiquemos...
Christopher sonrió, inclinándose y besándome otra
vez. Las cosas eran mucho más relajadas esta vez.
Los dos, obviamente, habíamos conseguido
acostumbrarnos mucho más el uno al otro.
Esta vez fui yo quien se apartó. Susurré.
— Realmente debería entrar.
— Bien, se está haciendo tarde, tus padres se van a
empezar a preguntarse a dónde debiste haber
escapado. – Christopher susurró de nuevo, con la
frente contra la mía.
— Buenas noches, Vélez. – llamé mientras me alejé de mí, caminando sobre el césped a la puerta
principal.
— Hasta luego, Murphy. – Christopher me dio una
pequeña ola con su mano, su sonrisa demasiado
grande para mí sin darse cuenta.
Entré en mi casa por la puerta principal,
suponiendo que mis padres estarían fuera en la
cena con algunos de sus amigos como
normalmente hacían en una noche de viernes.
Pronto me di cuenta de que estaba equivocada, sin
embargo, me encontré directamente a mi madre
mientras caminaba hacia la cocina.
— Bueno Olivia, ¿dónde has estado toda la noche? – Ella preguntó, poniendo sus manos sobre mis
hombros para mantener el equilibrio de nuevo.
— Estaba fuera. – respondí simplemente, por temor a que iba a estar en problemas.
— ¿Con quién, Maya? – Mi mamá preguntó. Yo
sabía que no podía mentir, porque también sabía
que la única razón por la que mi mamá preguntaba
sobre Maya era porque probablemente ella llamó
a la casa mientras yo estaba fuera.
— No. – le dije.
— Entonces, ¿quién? – Insistió.
— Un amigo. – Sonreí, mis mejillas cada vez más
caliente con cada palabra que decía. — Su nombre es
Christopher... Christopher Vélez.
— Vélez... ¿No son los que viven en nuestra calle?
— Al parecer. – Asentí, encontrar extraño que ni
siquiera sabía que Christopher vivía aquí hasta
hace casi un par de meses.
— Él era ese chico que estuvo en el accidente de
tráfico el pasado verano. Él mató a esa chica, ¿no? –
Ella preguntó, a lo que yo gemía en voz alta en
respuesta. Sabía que si me quedaba por mucho más
tiempo mi madre iba a estar a punto de decirme lo
peligroso que debe ser, cómo debo estar lejos de él.
No quería escuchar eso.
— El es, sí. Pero me gusta, mucho realmente. Así que
buenas noches. – Me di vuelta y pisando fuerte por
las escaleras, de nuevo sin desear nada que ver con
mi madre.
Entré a mi habitación y cerré la puerta detrás de
mí, asegurándome de que mi madre supiera que yo
no iba a salir por el resto de la noche. Me tiré en mi
cama, mi cabeza nadando en una mezcla de
sentimientos. Pasé de mareada a enojada a
sonriente a frustrada, cuando me di cuenta de un
golpeteo viniendo desde la ventana en la pared del
fondo de mi habitación.
Me acerqué a ella, mi estómago ya era un enjambre
de mariposas. Si mis suposiciones eran correctas,
tenía una buena razón para estar sintiéndome de
esa manera. Abrí la ventana y saqué la cabeza,
mirando hacia el suelo. Ahí estaba Christopher
Vélez, tirando piedras a mi ventana.
— Hey, Murphy. – Chris susurro - gritó. — ¿Puedo subir?
2da cita de Liv y Chris 🤩
Espero que les haya gustado y que me puedan decir cuál es su parte favorita del capítulo de hoy <3
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A...