Un chico fuera de este mundo

De I_KaLi_

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La vida de Madeline da un giro de 180° grados en cuanto aquella pregunta llega a sus oídos: ¿Cómo sería su ch... Mais

Playlist
Créditos
Prólogo
Epígrafe
Capítulo 1| ¿Será real?
Capítulo 2|Segundo encuentro
Capítulo 3|Parque de atracciones
Capítulo 4 |La cena
Capítulo 5| Confrontaciones
Capítulo 6|Señales del corazón
Capítulo 7| Un favor inesperado
Capítulo 8| Intenciones
Capítulo 9| Indecisión
Capítulo 10| Dejando las cosas claras
Capítulo 11 (1/2)|Momentos preciados
Capítulo 11 (2/2)| Momentos preciados
Capítulo 13|¿Qué haces aquí, Evans?
Capítulo 14| ¿Quién demonios es?
Capítulo 15| Leonel Evans
Capítulo 16| Rendirse
Capítulo 17| Fiebre de Logan
Capítulo 18| Afrontando mis sentimientos
Capítulo 19|Tomando una decisión
Capítulo 20|Morir y llegar al cielo.
Capítulo 21| Abdiel siendo Abdiel
Capítulo 22| Pasado
Capítulo 23|Lo prometo
Capítulo 24| ¿Secretos?
Capítulo 25| Honesto, ¿o no?
Capítulo 26| Intento fallido
Capítulo 27| ¿Accidente?
Capítulo 28| Conociéndonos (1/2)
Capítulo 28| Conociéndonos (2/2)
Capítulo 29| La verdad es dura
Capítulo 30| Llenos de secretos
Capítulo 31| ¿Verdadera personalidad?
Capítulo 32| ¿Esto es un adiós?
Capítulo 33| ¿Seguir sin ti?
Capítulo 34| ¿Estar alejados sería lo mejor?
Capítulo 35| De mal en peor
Capítulo 36| Compras (1/2)
Capítulo 36|Compras (2/2)
Capítulo 37| Impotencia
Capítulo 38| No lo pienses demasiado
Capítulo 39| Ayúdame
Capítulo 40| Partida difícil
Capítulo 41| Reflexión
Capítulo 42| Graduación (1/2)
Capítulo 42|Graduación (2/2)
Epílogo

Capítulo 12| Ausencia

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De I_KaLi_

La cancha estaba tan ajetreada como de costumbre en cuanto el estridente ruido de la campana anunciaba el receso se hizo escuchar por la preparatoria. Esta vez yo y mis amigas decidimos comer en las gradas, donde la mayoría de los estudiantes se reunía a comer.

—Lo detesto y muchísimo —Dijo Katherine con ira en sus palabras, mirando hacia un grupo de chicos cerca de la gran puerta trasera.

—¿A quién? —preguntó Adelaida mirando a Katherine con atención, mientras que yo me perdía en mis pensamientos.

El día de hoy era uno de aquellos días en los que no te apetecía hacer nada, uno en los que te costaba levantarte de la cama y dejar la comodidad de tu cama. No había dormido bien.

En la madrugada me dio por querer terminar el cuadro y es que si no lo hacía en ese instante lo más seguro era que después no lo terminara. Había decidido guardar cada poema que Logan me entregará.

No me malentiendan, ¿cómo podría tirar aquellos hermosos poemas a los que le había puesto tanto esfuerzo? Simplemente no puedo.

—A ese idiota de ahí —Señaló a un chico de cabello rizado, de color castaño que se reía junto a sus amigos, sacándome de mi ensoñación.

—¿Por qué? —pregunté confusa, mirándolas.

—Es un idiota, mujeriego, creído, grosero, desastroso, mentiroso, presumido —

—Sí, ya entendimos —Se apresura a decir Adelaida, dirigiendo su mirada hacia mí.

Pero después entendí que no era a mí a quien miraba, pues parecía confundida.

Es extraño, nunca los había visto interactuar. Pero la rubia lo observa con una mirada capaz de atravesarte como un cuchillo. Algo debió pasar entre ellos, pero estoy casi segura de que en algún momento nos lo hará saber cuándo se sienta lista para hablar sobre el tema.

Adelaida se reacomoda su cabello castaño, dándose un poco de aire con la palma de su mano. El calor es demasiado. Me siento en un desierto.

Volteo lentamente hacia mi izquierda, con la curiosidad carcomiendo mis adentros. Mi mirada se encuentra con unos ojos color ámbar, sacándome un susto.

—¡Ahhhh! —grito estampando mi mano contra su mejilla, dejando una marca sobre su blanca piel.

—¿Qué demonios? —se quejó soltando un quejido de dolor, llevando su mano hacia la zona afectada.

Abdiel me miraba molesto, aún con la mano en su mejilla, para después mirar que nadie observara la escena y para suerte suya no era así. Fue un impulso, ni siquiera observé bien su rostro tan solo estaba tan cerca que me asusté y esa fue mi primera reacción. Por dios, Madeline.

—¿¡Por qué me asustas!? —grité aún con mi corazón en la boca, llevando una mano a mi pecho intentando regularizar mi respiración agitada. Exhalando e inhalando.

Él debería estar más molesto que yo, pero con el susto que me dio tengo que agradecer que no me dio un paro.

—¿¡Yo!?—exclamó indignado.

Volteó su cabeza en un movimiento brusco, evitando mi mirada. Sé que quiere hacerse ver molesto, pero ni siquiera el pelirrojo se toma en serio su papel.

Reflexiono las cosas y llegó a la conclusión de que es mejor perdón. Apenada y arrepentida por golpearlo en la mejilla, la cual aún mantenía un tono rojizo, decido disculparme. Él me miró por el rabillo del ojo.

Por pocos segundos una sonrisa altiva se asomó en sus labios. Está jugando conmigo.

—¿Qué voy a hacer? —musitó con dramatismo, colocando su brazo en su frente y el otro en su pecho. Que dramático. Lo miré sin entender a qué se refería, y él lo notó—. ¿Con qué cara voy a llegar a coquetear con las chicas?

Lo miré incrédula, con una ceja alzada al igual que Katherine, hasta que Adelaida se atrevió a hablar.

—Con esa.

—Que graciosa —intervino Abdiel hastiado rodando los ojos. Imite su acción, ahora viendo hacia el centro de la cancha.

Los estudiantes abandonaban la cancha, miré por curiosidad a Katherine de soslayo y pude jurar que a quien miraba era a otro chico. Este era más alto que el que ella nos había mencionado, su cabello era azabache y, aunque no pude verle la cara pude saber su nombre pues estaba escrito en el uniforme del equipo de baloncesto: Demián.

En cambio, el nombre de quien ella hablaba era Meyer. En fin, a ninguno lo conocía.

Ignoré ese hecho, después en sus ojos logré ver un atisbo de desinterés.

Alcé mi brazo revisando en mi muñeca la hora, enfadada al ver qué pronto darían el toque y tendría que pasar horas entre cuatro blancas paredes con mis compañeros y el profesor.

Faltaban tan solo algunas clases para que terminara la jornada escolar, y no había recibido ningún poema por parte de Logan, los cuales se suponían que comenzarían a volverse costumbre. Extraño.

Abdiel seguía con la mano en su mejilla, mirándome molesto. En mi defensa, me asusté.

—¿Por qué te sientas aquí? —inquirió Katherine arisca, aún molesta por lo que supongo es culpa del chico que ella había señalado.

—¿Está prohibido? —replicó con diversión, sonriendo con burla.

Ciertamente no lo estaba, pero de él no esperamos ni recibir los buenos días.

—No, pero rara vez me habías dirigido la palabra.

—Pues ya no más, ahora seré tu gran amigo y mensajero —dice con entusiasmo, levantándose en toda su esbeltez.

Abdiel era un chico alegre, arrogante, coqueto y algo molesto, esa es la impresión que me ha dado hasta ahora. Pero es divertido.

—Bien, ¿algo que anunciar, mensajero? —pregunta Adelaida curiosa, enarcando una ceja al mismo tiempo que apoyaba su cabeza en su mano y a la vez su antebrazo en su rodilla.

Piensa un poco y vacila antes de meter su mano izquierda en su bolsillo.

—Sí, de hecho, tengo aquí mismo el poema tan esperado —dice entretenido, sacando del bolsillo de su pantalón de mezclilla una hoja doblada, colocándola en mi cara.
Supongo que sí se volverá costumbre.

Estiré mi mano para tomarla, pero Abdiel la retiró en un rápido movimiento mientras la agitaba para después explicarse.

—Pero, esta vez tienes que responder al poema —dijo divertido.

¿Cómo? Incluso Logan había dicho que mi letra era horrible y lo que tenía de social lo tenía de poética. Nada.

—Está bien —musitó rendida, estirando mi brazo nuevamente para tomarlo, pero Abdiel imitó la acción que había hecho minutos atrás. Está acabando con mis estribos—. ¿Ahora qué?

Su sonrisa se torna de divertida a tenebrosa y eso en alguien como él solo puede significar una cosa: problemas.

—También tienes que hacerme un favor.

—¿Y a ti por qué? —preguntó Adelaida con un semblante de confusión en su rostro, uniéndose a la conversación.

—Sí, eso —dice Katherine, mirando interrogativa a Abdiel quien pensaba en que decir con exactitud.

—Porque no me pagan, así que al menos merezco eso —dijo con dramatismo, pero al mirar que no nos convencía agregó—. Además, me golpeaste.

—Fue un accidente —me excusé apenada, evitando su mirada acusatoria. Su insistencia era increíble.

Juego con mis dedos apenada por mis acciones, aunque él tampoco es una monedita de oro.

—Acepto tu disculpa, pero eso no me devolverá mi bello rostro —Soltó un suspiro, sacando su labio inferior y haciendo un pequeño puchero.

No, ya no me arrepiento.

Adelaida asintió apoyándolo, pero yo y Katherine la miramos mal a lo que se detuvo.

—Está bien.

—Muy bien, después te diré que es.

Junta sus dos manos imitando un aplauso, ladeando levemente la cabeza y ampliando su sonrisa que no me transmitía ni un poco de tranquilidad. En mi cabeza comenzaron a crearse los peores escenarios, ¿qué tan malo podría llegar a ser? Pero existe una pequeña y muy mínima probabilidad de que sea algo bueno.

—Espero sea algo bueno —murmuré extrañada por las condiciones para obtener el poema.

Ahora que me detengo a pensarlo con detenimiento, ayer Logan se fue con prisa cuando llegamos a mi hogar y el día de hoy de él no se veía ni la sombra. Era raro.

Me debatía si preguntar era una buena opción, podría malinterpretarse. Tal vez pensarían que era porque no soportaba no verlo o porque nuevos sentimientos estaban saliendo a la luz.

Además, conociendo al pelirrojo lo único que haría sería dedicarse a molestarme a más no poder. Aunque la ausencia de su primo ya comenzaba a hacer efecto, por desgracia para mí.

Abdiel mantenía una sonrisa triunfadora en su rostro, parecía que el dolor de su mejilla era menor que la felicidad que irradiaba en ese mismo instante. Pero la curiosidad me pudo lo suficiente como para cuestionar.

—¿Dónde está Logan? —pregunté con la curiosidad a flote, examinando la cancha en su búsqueda.

Me arrepentí al instante.

Abdiel sonrió instantáneamente con picardía al mismo tiempo que movía sus cejas de arriba hacia abajo. Lo miré de mala manera y él aclaró su garganta, aparentando seriedad en su rostro.

Ese papel no le quedaba al inconfundible chico carismático, no por nada era conocido en este lugar.

No respondió, solamente me entregó la hoja con el poema, ignorando totalmente mi pregunta. Estaba dispuesto a irse, pero lo tomé del dorso de la manga de su sudadera negra, haciéndolo detenerse al instante.
Sus ojos deslumbraron arrogancia.

—Todavía no me voy y ya me extrañas —Se cruzó de brazos, manteniendo la cabeza en alto. Puse los ojos en blanco ya fastidiada.

No me lo imagino en ninguna otra faceta que no sea esta que conozco.

El estridente ruido del timbre se hizo escuchar, Katherine y Adelaida entendieron que no tenía intención de terminar aún mi conversación con Abdiel, por lo que decidieron dirigirse a sus clases, mientras que yo solo podía fulminar a Abdiel con la mirada.

—¿Me dirás qué pasó? O tan solo te —

—No —respondió tajante.

Estoy a nada de rogar por la respuesta, a veces creo que mi curiosidad es una maldición con la que no puedo luchar, ni siquiera intentarlo porque desde un inicio doy la batalla por perdida.

Dejo salir un suspiro, haciéndome la idea de que no me dirá, aunque escriba por favor más de mil veces.

—Dime —insistí alargando la palabra, echando mi cabeza hacia atrás en signo de frustración.

Abdiel exhaló ruidosamente con molestia, pero me adelanté en respuesta.

—Tengo curiosidad —Me encogí de hombros, sin comprender por qué no quería aclarar mis dudas.

A veces, tan solo algunas veces Abdiel era irritante, pero la mayoría del tiempo me parecía alguien divertido. Aunque claro, eso nunca se lo haría saber.

—¿Quieres saber?

—Sí, por eso te pregunté —digo con obviedad, girando los ojos.

No suelto mi agarre, en cambio él nota como este se vuelve cada vez más fuerte, con cada minuto que avanza con lentitud.

—Pues pregúntale —dice a regañadientes, tambaleando uno de sus pies con inquietud.

Bueno, tenía un punto. Pero tal vez era mi turno de molestarlo un poco.

Ahora pueden llamarme el diablo en persona, ya me imaginé con cuernos y una cola digna de lucifer.

Me acerqué a Abdiel dispuesta a molestarlo, pero su teléfono comenzó a sonar anunciando que tenía una llamada.

Sacó el teléfono de su bolsillo, observando la pantalla. Obviamente, como toda una metiche que soy, me incliné para observar su pantalla.

El niño poético.

Evité reírme de cómo tenía registrado a su primo, pues lo más obvio para mí era que se tratara de Logan. Él me miró con una ceja alzada y yo sonreí con inocencia.

—¿El niño poético? —pregunté entre risas, tapando mi boca con mi mano en un intento de amainar mis risas.

Muy bien, ahora será conocido como Logan, alías el niño poético. Era divertido si comenzaba a decirle así, aunque yo no soportaría que me pusieran un apodo.

Él se encogió de hombros y en ese instante entró en razón. No podía llegar tarde a mis clases, aunque seguramente ya llevaba varios minutos de retraso por preferir seguir con la conversación con Abdiel.

Entonces él habló, dejándome atónita con las palabras que salieron de su boca a continuación.

—Espero no te afecte demasiado su ausencia —Se limitó a decir, dándose la vuelta.

¿Su ausencia?

Caminaba con tranquilidad a pesar de que su rostro era totalmente serio desde que contestó la llamada.

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