Bloody Nightmares [Diabolik L...

By SaraKomori

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¿Por cuánto tiempo durará esta paz? Yuuka creía haber alcanzado la felicidad por fin, al lado de los seres qu... More

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Capítulo 1 - Hoy es el día
Capítulo 2: Destapando sorpresas
Capítulo 3: Cenicienta
Capítulo 4: La confusión de lo desconocido
Capítulo 5: Dolores sin identificar
Capítulo 6: Un corazón perdido
Capítulo 7: Sangre nueva
Capítulo 9: Segundo paso: aceptación
Capítulo 10: Miradas indescifrables
Capítulo 11: Secretos y preguntas
Capítulo 12: Los ensayos de Karl Heinz
Capítulo 13: Pretensiones y deseos
Capítulo 14: Tormentos de un pasado olvidado
Capítulo 15: Enfermedades del corazón
Capítulo 16: La sangre que corre sin quererlo
Capítulo 17: Pruebas que superar
Capítulo 18: Lazos de fe, sangre y corazón
Capítulo 19: Escuchando tras la puerta
Capítulo 20: El poder de una marioneta
Capítulo 21: Una derrota inevitable
Capítulo 22: La batalla de los recuerdos
Capítulo 23: El amor de una reina
Epílogo

Capítulo 8: Reinicio

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By SaraKomori

No necesitaron más que unos segundos confusos para darse cuenta de que habían vuelto a casa. Los hermanos Sakamaki, Yui, Yuuka, Natsuki, Hanae y los Mukami; todos ellos, situados en medio del lujoso salón de su mansión, lugar en el que tendrían que aprender a convivir desde cero.

— ¡Mierda! —Ayato fue el primero en reaccionar violentamente. Se paseó por la estancia de arriba abajo con los puños apretados, y a juzgar por su mirada rompería la primera cosa que tuviese entre sus manos más de un segundo. Yui fue enseguida a tranquilizarlo suavemente, pero fue inútil, pues no era el único alterado de la sala.

— ¿Qué rayos ha...? —Natsuki era una de ellas. Su melena castaña semejaba más que nunca a un remolino mientras se revolvía en el sitio— ¿Dónde estamos? ¿Qué ha pasado?

— ¿Por qué tenemos que convivir con ellos? ¡Son unos niños mimados! —gruñó Yuma, cruzado de brazos y fielmente situado al lado de sus hermanos. Sin quererlo, Sakamaki y Mukami se habían dividido en dos claros grupos, dejando a las chicas en el medio mirándose entre ellas.

— ¡¿A quién le llamas tú niño mimado?!

— ¡Subaru, cálmate! —gritó Yuuka. El vampiro enmudeció con un rictus de enfado todavía surcándole el pálido rostro, pero fue el único. Ayato seguía quejándose en voz alta, Reiji farfullaba para futuras represalias, Azuza y Kanato tenían su mirada amenazante puesta en el otro, Ruki intentaba calmar a Yuuka, Kou se encaró con Raito y Shu había desaparecido, o eso creyó Yuuka hasta verlo dormitando tranquilamente en un sofá.

Eso fue la gota que colmó el vaso.

— ¡BASTA YA! —chilló la menor de los Sakamaki, dejando que sus ojos se encendiesen con un brillo sobrenatural que los hacían relucir en la oscuridad, algo que sólo pasaba cuando realmente se enfadaba. Todos callaron al momento, incluso los Mukami, que desconocían este fenómeno pero sin embargo decidieron enmudecer prudentemente, sorprendidos—. Yui—la nombrada se sobresaltó ligeramente, poniendo recta su espalda y fijando su mirada en Yuuka como si estuviese siendo sometida a un examen—. Enseña a Natsuki y Hanae sus habitaciones, escoge cualquieras, y después llévalas a mi cuarto. Tú también espérame allí—ordenó la vampiresa con voz autoritaria. Yui hizo una seña a las dos chicas con alarma, pidiéndoles en silencio obedecer, y las tres desaparecieron rápidamente tras la puerta.

—Vosotros—cuando Yui y las otras hubieron desaparecido, Yuuka volvió a levantar la voz, con las manos en las caderas, dirigiéndose a los Mukami—, ¿sabéis la razón por la que mi padre...?

—Nuestro padre—rectificó el pelinegro Ruki, sin alterarse.

—En efecto—coincidió ella—, nuestro padre. La razón por la que nuestro padre os ha enviado a esta mansión.

Hubo unos instantes de vacilación, y las miradas de Ruki –que parecía la voz y el voto de sus hermanos- y de Yuuka se enfrentaron. Finalmente, el chico contestó:

—No.

Y Yuuka le creyó.

—Reiji, llévalos a sus habitaciones. Escoge las que quieras, pero preferiblemente que no estén cerca de las vuestras—indicó la joven, después de suspirar profundamente, calmándose.

— ¿Qué? —Reiji la miró atónito. Hace sólo unos minutos no quería compartir su mansión con ellos, y ahora, ¿los aceptaba sin más?

—Reiji—insistió Yuuka, girándose hacia él—. Por favor.

Se miraron a los ojos.

—Seguidme—dijo el segundo de los Sakamaki finalmente, haciendo una seña a los confundidos Mukami, que tras un instante de vacilación se decidieron a seguirle. Yuuka sentía la mirada de Subaru clavada en ella, insistentemente, confundida; pero no hizo nada por aclarar las preguntas del chico, ni las de nadie, mientras salía de la estancia con la cabeza bien alta y su impresionante vestido dorado y roto.

===

—Yui—la vampiresa entró en su habitación, donde enseguida localizó a su amiga, sentada en su cama, y a las dos humanas, en el otro extremo del cuarto con expresión extraña. Después de una pequeña pausa, Yuuka se dirigió a ellas:

— ¿Cómo estáis?

—Perfectamente—contestó Hanae con voz cándida.

—Mal—espetó Natsuki, con gesto de querer romper algo.

Yuuka y Yui se sonrieron.

—Sabemos que es difícil...yo, más que nadie, si me lo permites Yuuka, lo sé—dijo Yui, levantándose. Las dos humanas la miraron extrañas.

— ¿Cómo puedes saberlo? —inquirió la castaña, ácidamente—. Eres la esposa de...uno de ellos, ¿no es así?

Yui se sonrojó ligeramente, pero su respuesta fue clara.

—Soy la esposa de Ayato-kun desde hace sólo unos meses. Hace aproximadamente un año, estaba en vuestro mismo lugar—suspiró—: un hombre extraño me había separado de mi familia, trayéndome aquí; sin conocer a nadie, sin saber nada.

— ¿Por qué estamos aquí? —preguntó esta vez Hanae. Fue Yuuka la que contestó.

—Sois algo que se llama 'novias sacrificio'. Estáis aquí como presas, y eso es algo que ni siquiera yo puedo cambiar.

— ¿Presas? ¿Novias? —Natsuki retrocedió un paso.

—Sacrificio...—Hanae habló para sí, jugueteando con sus delgados dedos.

—Uy, es cierto—Yui miró a Yuuka con alarma—. No lo saben.

— ¿El qué?

Esta vez las dos humanas hablaron a la vez, sin embargo, Yuuka y Yui se quedaron calladas, mirándose fijamente.

—Se lo explicas tú—acabó por soltar Yuuka.

—Ah no, tú eres la jefa aquí—argumentó Yui.

— ¿Qué? Pero si tú eres mayor que yo.

—Sí, pero no lo parece.

— ¡Yui!

— ¡Yuuka!

— ¿Qué rayos pasa? —se impacientó Natsuki. Hanae había abierto todavía más sus ojos, con curiosidad, y Natsuki también lo había hecho, pero más bien con nerviosismo. Como consecuencia, Yuuka se encontró siendo observada por aquellas insistentes miradas, tan brillantes que parecían de precioso metal pulido. Unos ojos enjoyados, era lo que Karl Heinz siempre había traído aquella mansión.

Los ojos plata de Hanae, los dorados de Natsuki, los rubíes de Yui y los zafiros de Yuuka.

Ésta última tuvo una fugaz visión.

"Un zafiro, una esmeralda, un rubí y un diamante.

Beatrix, Cordelia, Christa y la madre de Yuuka, Marianne"

 La pequeña de los Sakamaki no tuvo fuerzas para decir nada más. Sorprendentemente, todas respetaron su silencio, conscientes de que la sombra que ahora cubría su rostro no era algo contra lo que pudiesen luchar.

*

*

*

A la verga.

*tira con todo*

¿¡Pero por qué mierda no me gusta nada de lo que escribo!? ARGH, en serio, necesito vuestra opinión porque si fuese por mí ya le habría puesto punto y final a esta historia. Y a mi vida.

Ok no, no estoy lela xD

Pero lo digo en serio, lo de la opinión TAT ¿A alguien más no le ha gustado? T^T

Cambio y corto~

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