MCP | La Cura ©️ (¡Completa!)...

By nani2612

651K 72.3K 16K

(+21) (Libro 5) Lo inevitable no solo ha desatado una ola de emociones dolorosas entre Adrián y Alysha por la... More

Descripción.
Contenido.
Dedicatoria.
Playlist|Spotify.
Epígrafe.
«Hospital General de Puerto Rico».
Prólogo.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42.
Capítulo 43.
Capítulo 44.
Capítulo 45.
Capítulo 46.
Capítulo 47.
Capítulo 48.
Capítulo 49.
Capítulo 50: Final.
Epílogo.
Lista «Mi Cura Prohibida».
Agradecimientos.

Capítulo 35.

13.3K 1.3K 629
By nani2612

Intro - The xx ♪

Capítulo 35.

Caminé de un lado a otro, pensando y analizando el por qué Adrián me había rechazado sexualmente cuando, claramente, él también tenía ganas de intimar. Estaba suponiendo que se debía al hecho de que todavía no había asimilado la noticia de que tendríamos un bebé, ya que apenas resultaba un acontecimiento reciente hasta para mí.

Mi parte cuerda y consciente comprendía su rechazo hacia mí, pero mis hormonas no lo querían entender y todo en mi sistema era un caos. Mis emociones estaban a flor de piel y lo único que necesitaba era liberar las endorfinas, las oxitocinas y las epinefrinas, pero quien podía ayudarme estaba emocionalmente y mentalmente más indispuesto que de costumbre.

Aproveché que había vuelto a marcharse y tomé un calientito baño que relajó mi cuerpo. Cuando me sequé con una toalla frente al espejo del lavabo, no pude evitar mirar mi vientre más de lo normal. Emocionalmente, comenzaba a sentirme rara, ya que sentía como si mi corazón quisiera explotar de tanto amor que albergaba en mi sistema. Era como si ese sentimiento hubiese incrementado en mí de maneras que jamás imaginé.

Sonreí levemente para mí misma y posé mi mano sobre el vientre, acariciándolo con suavidad y pensando cuanto tiempo tendría ahí adentro y cómo sería. Por un momento, imaginé cómo sería tener a una pequeña o un pequeño muy parecido a uno de nosotros dos y mi corazón comenzó a sentirse cálido con cada idea que venía a mi cabeza.

—Voy a bañarme. ¿Ya has terminado? —me sobresalté al escuchar la voz de Adrián, quien se encontraba asomado en el marco de la puerta con los brazos cruzados.

—Eh, sí —me ruboricé al ver que me miraba de manera inquisitiva—. Solo me estaba secando —reí nerviosa—. No escuché cuando regresaste —le dije cuando me acerqué a él.

—Pensé que estabas durmiendo, así que entré sigilosamente para no molestarte —esquivó mis ojos y carraspeó—. ¿Cómo te sientes?

—Mucho mejor —le sonreí y me mostré un poco desesperada ante sus ojos—. La vacuna ha ayudado a que mi recuperación haya sido más efectiva. De hecho, me siento perfectamente bien.

—No me refiero a eso —alzó su mirada sobre mí y mi sonrisa se borró—. ¿Cómo te sientes con esa cosa ahí adentro? —apoyó todo el peso de su cuerpo sobre una de sus piernas al observarme de forma interrogante.

—Eres médico, así que debes hacerte una idea.

Me puso los ojos en blanco. Estaba realmente insoportable y temperamental, pero mi problema era que su actitud me excitaba aún más.

«Jodidas hormonas».

—Solo estoy embarazada, no indispuesta —me crucé de brazos, pero engrandecí los ojos cuando las ganas de hacer pis invadieron mi sistema—. Uf, sé que vas a bañarte, pero espera un segundo —le dije a la vez que corrí hacia el inodoro, sentándome sobre este y orinando en sus narices.

Adrián se tensó y puso los ojos en blanco para sí mismo. Cuando accedió por completo al baño, refunfuñó por lo bajo al desnudarse.

—Ese intruso no te deja en paz ni un rato —se quejó cuando accedió a la bañera y abrió el grifo de la ducha.

Mis esperanzas de intimar volvieron a decaer cuando me percaté de que había preferido tomar un rápido baño en la ducha y no en la bañera de estilo jacuzzi.

—Si quieres, tú tampoco me dejes en paz —volví a mostrarme sugerente al abrir la toalla ante sus ojos, mostrándole mi desnudez.

Se relamió el labio inferior y luego presionó los párpados, negando con la cabeza para sí mismo.

—Andy, ¿qué te sucede conmigo? —volví a cubrir mi cuerpo con la toalla.

—¿Más de lo que ya sucede? —me dio la espalda y comenzó a lavarse—. Intento asimilar todo esto y mantenerme al margen.

—¿Acaso no te sientes atraído hacia mí por estar embarazada? ¿Saberlo te desanima de tener sexo conmigo? —me crucé de brazos y sentí como mis ojos se humedecían.

—¿Qué? —se giró sobre sus pies mientras lavaba su cabello—. ¿De qué estás hablando, Alysha Nerea?

—Hace un rato me rechazaste y ni siquiera te importó una mierda como quizá eso me hizo sentir —le gruñí.

Adrián se quedó ojiplático y paralizado ante mi actitud.

—Aly, creo que estás malinterpretando lo que...

Le di la espalda y salí del baño, dejándolo con las palabras en la boca. Sin embargo, ni siquiera se inmutó ante mi acción y continuó bañándose. Me senté sobre una acojinada y cómoda butaca que se ubicaba cerca de la puerta acristalada que se dirigía hacia el balcón. Un par de lágrimas se escaparon de mis ojos al sentir impotencia, rabia y cierta tristeza. Realmente, me sentía más sensible de lo normal.

—Aly, ¿qué mierda sucede contigo? —me preguntó Adrián cuando salió del baño con una toalla envuelta sobre su cintura, mostrando su trabajado y húmedo abdomen.

«¿A quién quería engañar con mi melodrama? Solo quería tener sexo con el semental que me había embarazado». Fue lo que pensé cuando observé de reojo como se acercaba hacia mí con los brazos cruzados.

—Eso debería preguntártelo yo a ti —me levanté de la butaca al cruzar mis brazos, sintiendo como me consumía la rabia y el deseo de tenerlo—. Sé que no te agrada para nada lo de mi embarazo y también soy consciente y comprendo que necesitas tu espacio.

Enarcó las cejas y luego me puso los ojos en blanco para luego esquivar mi mirada, manteniéndose al margen y escuchando cada berrinche de mi parte sin protestar.

—¿Sabes qué es lo que no puedo entender? —le gruñí.

—Sí —contraatacó—, no puedes entender por qué, supuestamente, te estoy rechazando.

La quijada casi me llegaba al suelo por sus palabras.

—"¿Supuestamente?" —bufé—. Ahora crees que exagero.

—No creo que exageras, Alysha, pero lo estás malinterpretando, porque hace unos minutos me preguntaste si no me sentía atraído hacia ti por estar embarazada de ese intruso, cuando no es así.

—¿Entonces? —me crucé de brazos y fruncí el ceño.

—Bueno, es que... —presionó los labios y frunció el ceño, como si le pesara hablar—. No sé cómo explicarlo, Aly, pero todavía tengo que procesar esta situación y no quiero hacerte daño si tenemos sexo.

—¿Lo dices por mi futuro bebé? —tragué saliva, porque yo ni siquiera había procesado que sería madre.

—"¿Tu bebé?" —resopló—. Pensé que ese era mi lugar. ¿Ya ves por qué es un intruso?

—Siempre has sido mi niño —intenté suavizar sus tensas expresiones con mis palabras—. O sea, mi niño grande —mi corazón se aceleró cuando sus ojos se fijaron en los míos, dándome toda su atención—. Además, siempre has sido mi papi —enarqué las cejas muy pícara, causando que una leve sonrisa casi se escapara de sus labios—. Ahora serás el papi de dos personas. En diferentes contextos, claro está, pero tendrás dos por el precio de una.

—Por Dios, no puedo creer que me estoy riendo de mi desgracia más horrible —no pudo evitar soltar un par de carcajadas.

—Creo que deberías dejar que el tiempo pase para que descubras si de verdad o no es tu "desgracia más horrible". ¿No crees?

—Has llegado al punto —reiteró—. Es por eso que me he detenido de hacerte mía. Ahora mismo tengo muchas cosas en qué pensar respecto a esa cosa que llevas en el interior de tu vientre y en como se supone que debo lidiar con eso. Voy a ser sincero contigo, Aly —alzó su mirada verde sobre mí—. No quiero hacerte daño si tenemos sexo y no lo digo por ese intruso. Lo digo porque no quiero confundirte mentalmente con mis actitudes. Sí te deseo como nunca, pero sigo sintiéndome enojado e impotente.

—A la mierda eso, Wayne —me quité la toalla y le mostré mi desnudez, causando que él engrandeciera sus hermosos ojos y que se ruborizara—. Honestamente, me vale madre cómo me sentiré después de tener sexo contigo si luego te quieres ir. No sé si es mi estado hormonal debido al embarazo, pero ahora mismo lo único que quiero y que necesito es a ti —había soltado el aire que estaba conteniendo en mis pulmones sin darme cuenta.

Adrián esquivó mis ojos por un momento y refunfuño para sí mismo. Había estado titubeando hasta que...

—Bueno, ya te embaracé. Ya qué coño importa —se quitó la toalla que rodeaba su cintura y se acercó a mí al encoger los hombros.

Cerré los ojos con sumo gusto cuando su boca se estampó contra la mía y sus labios se movieron al compás de los míos. Nuestras respiraciones agitadas y llenas de ansias se mezclaban con el vaivén de nuestras lenguas juguetonas. Sus manos acariciando mis pechos y mi vientre causaban que un torbellino de excitación se adueñara de todo mi cuerpo.

—Mmm, papi —gimoteé con gusto cuando plasmaba besos sobre mi cuello, mientras que yo apoyaba mis manos sobre su nuca—. Qué rico, sí —más gemidos escapaban de mi boca con sumo gusto.

Cuando dirigió una de sus manos hasta mi sexo, su impresión lo llevó a mirarme a los ojos mientras frotaba mi clítoris de abajo hacia arriba y luego en círculos.

—No te he hecho casi nada, pero ya estás bien mojada —su rubor era acompañado de una expresión llena de lujuria.

—¿Pero cómo no estarlo contigo? —con un gran arranque de deseo, hice que se girara sobre sus pies y lo empujé contra la butaca, causando que se sentara de sopetón.

—Aly, pero... —me senté a horcajadas sobre él y besé sus labios de manera voraz mientras jadeaba entre cada beso y removía mi entrepierna sobre su firme erección.

Sus manos se posaron sobre mis nalgas y las apretó con firmeza, disfrutando de mi arranque y permitiendo que en el momento yo tuviese el mando. No dudé en besar su cuello repetidas veces para luego dirigir mi boca hasta su oreja, tirando del lóbulo con mis dientes para susurrarle:

—Siempre serás mi papi rico —percibí como su blanquecina piel se erizó—. Qué de eso no le quepa la menor duda, señor director.

—¿Sí? —sus ojos claros se entrecerraron cuando entre mis piernas acomodó su erección contra mi sexo.

Ah, sí —gemí sobre su oreja.

—Entonces —, palmeó una de mis nalgas con fuerza—, demuéstramelo.

—Sí, papi —comencé a montarlo sin vergüenza alguna, gimiendo por todo lo alto mientras mis pechos rozaban su rostro.

—¿Más? —volvió a palmear mi culo con más fuerza, causando que gritara más fuerte cada vez que subía y bajaba con brusquedad.

—¡Sí! ¡Sí! ¡Por Dios, sí! —agarré su cabello con fuerza cuando lo escuché jadear desesperado bajo mi cuerpo, sintiendo como nuestras pieles comenzaban a humedecerse—. ¡Me voy a venir!

—Sí sigues gritando así de rico, te voy a dar muy duro —agarró mi cuello desde abajo y lo presionó mientras yo ascendía y descendía sobre su miembro con insistencia—. Haz silencio y móntame duro, bebé —me ordenó en un gruñido.

Sus palabras fueron música para mis oídos. No dudé en continuar montándolo como si se me fuese la vida en ello, sintiendo como un reconocido torbellino de placer se forma en mi vientre mientras mi clítoris palpitaba en advertencia de lo que se avecinaba.

—Eh, ehpresionó mi cuello con más vehemencia, detenimiento mi acto y mirándome con seriedad desde abajo—. Todavía no te vas a venir —me dijo con la respiración agitada, ya que por el gusto que ambos sentíamos, le pesaba sacar su pene de mi vagina.

Tragué saliva cuando se levantó de la butaca e hizo que me levantara al continuar agarrando mi cuello. Luego se giró sobre sus pies junto a mí y me incorporó en el cómodo sillón que se desplazaba hacia atrás por la presión de nuestros cuerpos.

—Cierra los ojos y mantén las piernas abiertas, justo como las he colocado —me ordenó en un bajo susurro al colocar mis extremidades en cada reposabrazos.

Cuando le obedecí, percibí como se alejó de mí. Luego escuché que programó el reproductor de música que ofrecía la suite y el tema Intro de The xx se escuchó en un discreto volumen. Sus pasos se escuchaban lejos, pero mi sentido auditivo me daba un indicio de que estaba rebuscando en el interior de la caja donde se encontraban los artilugios sexuales. Al volver a acercarse, sujetó las muñecas de mis manos, las unió para atarlas y luego tiró de las vendas que siempre usaba para que no pudiera moverlas.

—Ya puedes abrir los ojos —me ordenó. Sabía que lo decía en serio, puesto que estaba en su faceta dominante.

Mi olfato se sensibilizó cuando percibí que había encendido un par de velas aromáticas con feromonas.

—Después de hoy tendré que ordenar más de estas, porque te voy a dar duro y hasta que ninguno de los dos podamos más —me dijo por lo bajo, aunque se escuchaba muy decidido—. Ni siquiera estás lista para esto, pero últimamente la jovencita anda muy exigente —se ubicó entre mis piernas y se agachó para sujetar mi quijada desde su dominante posición—. Ahora te enterarás de quien es verdaderamente exigente, lengua viperina.

Continue Reading

You'll Also Like

3.8M 345K 58
Kylian Draxler está acostumbrado a tomar lo que quiere, en buenos o malos términos, nada se le niega. Corrupto, perverso y sádico, es una bestia q...
8.2K 331 10
Tal vez fue una bonita casualidad... Por un simple golpe con una puerta, justo al final de un concierto al que Taylor fue obligada a asistir. Pero...
14.6K 562 34
La vida a veces te pone pruebas, los obstáculos siempre existen. Está en uno poder saltearlos, tomarlos como aprendizaje o mera pérdida. Ellos son qu...
525K 35.1K 40
Las mentiras envenenaron los corazones de aquellas dos personas malditas. Lu va en su 4to año en Hogwarts. Parecía que su vida iba normal, claro, su...