MCP | La Cura ©️ (¡Completa!)...

By nani2612

636K 71.2K 16K

(+21) (Libro 5) Lo inevitable no solo ha desatado una ola de emociones dolorosas entre Adrián y Alysha por la... More

Descripción.
Contenido.
Dedicatoria.
Playlist|Spotify.
Epígrafe.
«Hospital General de Puerto Rico».
Prólogo.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42.
Capítulo 43.
Capítulo 44.
Capítulo 45.
Capítulo 46.
Capítulo 47.
Capítulo 48.
Capítulo 49.
Capítulo 50: Final.
Epílogo.
Lista «Mi Cura Prohibida».
Agradecimientos.

Capítulo 27.

11.9K 1.3K 530
By nani2612

Capítulo 27.

Adrián se encontraba dándome la espalda en el momento que me incorporé para enfrentarlo. Mi corazón acelerado me demostraba que no estaba preparada para hablar sobre un posible embarazo. Por un momento, cerré los párpados y asimilé la situación y mi posible destino en cuanto al tema.

—¿Cómo has sido capaz de olvidar esto? —se quejó.

—Yo... —tragué saliva—. Lo siento, Andy. Yo no quería que esto pasara.

—¿En serio? —se giró sobre sus pies y elevó un frasco de medicamentos básicos que había dejado sobre el lavabo—. No debes olvidar tomar lo que he traído para ti. Quiero y necesito que te recuperes por completo —enarcó las cejas al hablarme de forma autoritaria—. No hay excusas para olvidar algo como esto, ¿estamos?

«Uf, maldita sea. Qué jodido susto».

—S-Sí, estamos.

Sonrió con suficiencia.

—Buena niña —dejó el frasco sobre el lavabo y pasó por mi lado para salir del baño—. Iré a vestirme mientras te bañas. Estoy ansioso de que veas lo que tengo preparado para ti.

—Está bien —solté el aire que estaba conteniendo en mis pulmones y luego me dispuse a tomar un baño, volviendo a evadir pensamientos que todavía no estaban claros.

Cuando terminé de bañarme, me sequé, volví a cepillarme los dientes y me puse un hermoso y sencillo vestido rojo pasión con un abrigo negro a juego y acompañado de unos tacones del mismo color. Adrián se había puesto un pantalón negro y una camisa gris de mangas largas. Sobre sus cálidas piezas de ropa también se había colocado una gabardina negra que iba a juego con su vestuario. Se veía realmente imponente y más alto de lo que ya era. Su cabello castaño de largos mechones se encontraba acomodado hacia un lado de su rostro. Sus ojos verdes resaltaban como nunca y su exquisito aroma era irresistible.

Honestamente, tampoco podía culparme por completo de quedar embarazada de semejante dios griego. Bueno, sí era que lo estaba. Sin embargo, tampoco quería que sufriera por eso, pero si esperaba un bebé suyo, tendría que haber una forma de que las cosas no salieran tan mal. Al menos eso quería creer.

—¿Estás lista? —estiró su brazo mientras me dio un repaso de abajo hacia arriba.

—Sí —le sonreí con dulzura al tomar su mano.

—Te ves hermosa, bebé —se mordió el labio inferior levemente. Sabía perfectamente que estaba conteniéndose de comerme entera—. ¿Tienes hambre?

Uf, papi —me abaniqué el rostro con mi mano, a pesar de que el ambiente estaba frío—. Siempre tengo hambre de ti, pero hoy más.

—¿Qué? —bufó, aunque parecía ruborizarse—. Bueno, me refería a hambre de comida, ya que hice una reservación un tanto especial y no común.

Ah, eso.

«Y yo pensando en sexo».

—Sí, eso —enarcó las cejas—. No sexo.

«Mierda, cualquiera diría que leía mi mente».

—Sí —rasqué mi nuca al caer en la cuenta de que tendríamos una maravillosa cita—. También tengo hambre de comida. De hecho, ¿tardaremos mucho en regresar?

—¿Por qué? —frunció el ceño ante mi pregunta.

No pude evitar darle un repaso cuando mi vientre y mi sexo protestaron por tenerlo en la cama de una jodida vez. Mis hormonas y emociones estaban en contradicción.

—Es que quiero que me castigues, que me ahorques, que me penetres duro y me hagas suplicarte —me encogí de hombros—. Yo que sé.

—Pero, Aly —sus ojos claros se engrandecieron y sus pálidas mejillas reflejaban un gran rubor ante mi sinceridad—. Hace un rato te invité a bañarte conmigo y no quisiste.

—Tenía que hacer mis necesidades —me excusé y volví a recordar la razón por la cual lo había rechazado.

«Mierda, tenía que calmarme».

—Entonces —me dedicó una mirada llena de deseo—, no te quejes, mi glotona.

Me encontraba entre la espada y la pared. Sí quería tener mucho sexo con él, pero necesitaba saber qué ocurría conmigo. De todas formas, si ya estaba embarazada, podía seguir teniendo intimidad sin tener que preocuparme de lo que me preocupaba saber en el momento. Además, si ya estaba en las primeras semanas de gestación y no lo sabía, los anticonceptivos ya no podían afectar el desarrollo del bebé.

«Dios mío, ¿qué iba a hacer?». Me froté la frente al pensar lo peor y lo mejor.

—Espera —Adrián dejó de sujetar mi mano para responder la llamada de uno de sus teléfonos—. Debo responder. Es el señor Thompson —me explicó y no dudó en contestarle de inmediato.

Adrián no dejó de dar vueltas en círculo mientras mantenía una curiosa y seria conversación con él. Me senté sobre el borde de la cama, dejando que los segundos y minutos pasaran, pensando lo peor y lo menos peor de estar embarazada. Luego saqué esos pensamientos de mi mente y me dije a mí misma que solo estaba delirando y que era un embarazo psicológico.

Sin embargo, cuando vi que Adrián continuaba concentrado al teléfono, me levanté de la cama y me dirigí hacia él sin preámbulos, arrinconándolo contra el estrecho pasillo de la suite que se dirigía hacia la puerta por la cual se supone que ya hayamos salido para nuestra cita. Sus ojos se engrandecieron ante mi arranque, ya que me arrodillé ante su altura y saqué su miembro de su pantalón.

—Aly, ¿qué crees que estás haciendo? —me preguntó por lo bajo cuando cubrió el auricular del teléfono—. Al menos déjame terminar de...

Cuando lo metí en mi boca, comencé a chupárselo con un deseo incontrolable de sentirlo hasta el fondo de mi garganta. Cerré los ojos al sentir como entraba y salía con agilidad y no pude evitar gemir por lo bajo.

—No puede ser, uf —sujetó mi cabello, pero no parecía querer que parara—. Aly, permíteme terminar la llamada —volvió a susurrar al mantener el auricular pegado a su hombro.

Su pene estaba duro y erecto, así que supuse que le agradaba en lo absoluto lo que estaba haciéndole de momento. Cuando terminó la llamada con dificultad, mis arcadas no dejaban de resonar en el estrecho pasillo mientras apoyaba su espalda contra la pared, removiéndose con impotencia y deseo. El frenesí de querer que se derramara como un semental se adueñó de mis pensamientos y hormonas, así que no me conformé e introduje su miembro hasta lo más profundo de mi garganta, ahogándome de gusto mientras la saliva de mi boca mezclada con su líquido de excitación se escapaba de mis labios entre cada deliciosa fricción.

—Me vas a hacer venir, coño —gruñó al ejercer presión en mi cabeza, ya que los movimientos de mi boca eran más rápidos y constantes.

—¿Más, papi rico? —lo saqué de mi boca y lo miré con dulzura y lujuriosa, lamiendo mi labio inferior.

—Sí, sí —presionó mi cabeza y volví a introducirlo en mi boca—. ¡Ah, Aly! —jadeó con más deseo, mientras que yo sentía como las venas de su pene brotaban—. Me voy a malditamente venir —me avisó casi sin voz.

Gemí con gusto al sentir como su caliente semen se disparaba en el interior de mi garganta, tragándolo y lamiéndolo como si fuera el néctar más exquisito del mundo.

—Aquí mi disculpa por haberte rechazado hace un rato, papi —tracé mi lengua desde la base de su pene hasta su glande, para luego darle un casto beso a la hinchada punta sin apartar mis ojos de los suyos—. Tú siempre mandas, ¿me disculpas? —sonreí con su pene rozando mis labios.

—Dios santo, esto ha estado... —se quedó sin palabras por un momento—. Acepto tus disculpas, santo cielo.

Me puse en pie y recompuse mi compostura, acercando mis labios hacia los suyos y apoyando mis manos sobre su nuca.

—Me encanta tu lechecita —me mordí el labio inferior y luego lo besé de manera voraz—. Saboréate, papi.

Metió su lengua en mi boca y comenzó a dominar la mía cuando nuestro beso se intensificó.

—Ven —sujetó mi cintura y me dio la vuelta, empujándome contra la pared al subir la tela de mi rojo vestido por encima de mis nalgas.

Cuando recordé lo que me ocurría, no dudé en pedirle:

—Mi culo es todo tuyo —jadeé cuando rodó mi tanga.

—¿Quieres que lo meta en tu delicioso culo? —gruñó en mi oído—. Así me gusta, que te comportes como una puta conmigo —cuando introdujo su pene en mi ano con más facilidad, apoyé mis manos contra la pared al sentir que comenzaba a mover sus caderas sin piedad.

—¡Sí, por favor! —grité—. ¡Ah, papi! —sus penetraciones comenzaban a ser una maldita locura en todo mi sistema corporal—. ¡Más duro! ¡Más duro! ¡Más duro!

Adrián empujaba una, dos, tres y cuatro veces para luego azotar una de mis nalgas con rudeza.

—¿Tan puta te sientes conmigo para gritar así? —más penetraciones continuaba recibiendo sin piedad, sintiendo una deliciosa y dolorosa presión en mi ano.

—¡Dios, sí! —gruñí—. ¡Soy tu puta, papi rico!

Ah, ah, ah —los bajos gemidos de Adrián me volvían loca, porque estaba totalmente perdido en mí.

De repente, una camarera tocó la puerta de nuestra habitación varías veces, avisando que brindaría el servicio de limpieza.

—Rápido, Aly —gruñó, sin importarle que nos estaban escuchando—. Tienes que venirte, porque ya vienen a limpiar la suite.

—¡No lo saques! —le gruñí.

—¿Estás loca? —gimió junto a mí—. Tu culo está muy rico como para que yo lo saque ahora —agarró mi cuello desde atrás y comenzó a penetrarme con más rapidez, causando que gimiera por todo lo alto.

—¡Papi, sí! —no solo había llegado al orgasmo vaginalmente, sino que estaba a punto de sentir un ansiado clímax desde la zona prohibida—. ¡Me voy a venir, sí!

Revenez plus tard! —le respondió Adrián a la camarera.

—¿Qué le dijiste? —le pregunté entre gemidos.

—Qué regresara más tarde. Bésame, coño —presionó mi cuello con más fuerza y me hizo girar el rostro, comiéndome la boca a besos ardientes mientras volvió a derramar su semen en mi ano.

🔹

—Has estado increíble —me dijo cuando volvimos a acomodar nuestras ropas—. Eres todo un monstruo seductor —enarcó las cejas cuando terminó de guardarse a Andy Dos—. Debo admitir que siempre haces algo que termine perdidamente enamorado de ti.

—No exageres —me ruboricé cuando alisé mi vestido.

—¿Qué no exagere? —bufó—. Fuiste tú la que me provocaste —se mordió el labio inferior, encantado con mi comportamiento—. Y de qué manera, fiera.

Solté un par de carcajadas y en cuanto presionó mi nariz con cariño, sujetó mis manos y me miró a los ojos.

—Aly, sé que se supone que ya estemos en nuestra cita, pero la tendremos que dejar para más tarde.

—¿Qué? —fruncí el ceño—. ¿Por qué?

—El señor Thompson está aquí. Me ha llamado porque acaba de regresar al hotel después de terminar los asuntos de la vacuna que ya será la cura mundial y oficialmente. Empezará a expandirse en estos días, ¿cómo la ves? —me sonrió con ilusión—. Debo reunirme con él para saber con más detalles cómo van las cosas en cuanto al virus, pero en cuanto termine tendremos nuestra cita.

—Entiendo —solté un largo suspiro.

—¿Te molesta que pospongamos unas horas nuestra cita?

—No, claro que no —respondí—. Es solo que últimamente solo quiero estar a tu lado, más de lo que acostumbro —fruncí el ceño para mí misma, porque evitaba hacerme ideas equivocadas.

«¿O tal vez no?».

—Bueno, después de todo lo que hemos pasado es normal —acarició mi mejilla y posó su nariz contra la mía—. Me tienes, Aly —reiteró—. Siempre me tendrás, lo sabes.

—Eso espero.

—¿Lo estás dudando? —negó con la cabeza en desaprobación.

—Claro que no —le sonreí y posé un tierno beso sobre sus labios—. Anda, ve a esa reunión y luego me cuentas los detalles. Además, también sería bueno que hablemos de cómo van las cosas en el «Hospital General» —le sugerí.

—Sí, me parece bien hablarte de todo eso —sorpresivamente para mí, asintió a gusto—. Contarte lo que me sucede profesionalmente también me resulta un gran alivio —me abrazó al posar un beso sobre mi frente y se marchó, dejándome más enamorada que nunca y, claro, con su semen en mi ano.

«Romántico, ¿no?».

Verlo y sentirlo tan comunicativo en todos los aspectos era algo que jamás pensé que vería, pero sí estaba sucediendo. Sabía que todavía tenía traumas internos que sanar, pero debía admitir que su comportamiento en cuanto a la comunicación había mejorado muchísimo, más de lo que alguna vez imaginé. Me sentía orgullosa de cada avance, porque no solo lo hacía por mí, sino que también intentaba hacerlo por sí mismo y eso era mucho decir.

Cuando me quité los tacones y me acosté boca arriba, pensé que lo mejor era tomar una siesta y continuar descansando y recuperándome. Sí, había tenido un arranque sexual con mi hombre, pero no podía olvidar que continuaba sanando del virus. Era una sobreviviente al igual que Adrián, lo cual decirlo tenía mucho peso cuando muchas personas ya habían muerto y todavía seguían muriendo por la letal enfermedad.

Me giré de un lado a otro, preocupada por mis seres queridos y mis amigos. Adrián y yo habíamos sobrevivido y en nuestro sistema ya teníamos la inmunidad, pero nuestros padres y demás seres amados no. Sin embargo, no perdería las expectativas ni las esperanzas de que estarían bien y sobrevivirían a la pandemia que en algún momento se erradicaría.

Cuando encendí la televisión para ver las noticias mundiales más recientes, me percaté de que trasmitían información sobre la vacuna ANDY-23. Todavía me resultaba increíble que las siglas de la cura tuviesen el significado de nosotros por la decisión de nuestros padres. Era extraño y más cuando tenías que verlo en televisión nacional, pero también resultaba un gesto tierno y hermoso por parte de ellos.

Cuando las noticias sobre la cura oficial cesaron, los comerciales se hicieron presentes en la pantalla, pero me tensé cuando comencé a observar uno sobre pañales para bebés. Apagué el televisor y froté el puente de mi nariz, porque no podía seguir así. Tenía que salir de dudas de una maldita vez.

Me senté en el borde de la cama, volví a ponerme los tacones y cuando me levanté, solté un largo suspiro. Al recordar que Adrián me había dicho que había una farmacia a unas cuantas calles del hotel, decidí ir por una prueba de embarazo. No quería continuar con la incertidumbre, así que cuando salí de la habitación y luego del hotel de manera discreta, caminé sobre la acera y crucé varias calles que se encontraban vacías.

Cuando localicé el lugar, saqué una mascarilla de mi pequeño bolso y para no asustar a los pocos clientes que estaban en el interior, la coloqué sobre mi rostro. Sin contar que también me sentía expuesta al tener que ir al área de pruebas caseras de embarazo. Al decidir llevarme varias de diferentes marcas y de las más eficaces, pagué con mi tarjeta de crédito y regresé al hotel de manera sigilosa. Era irónico que luego de haber estado enferma entre la vida y la muerte, la primera salida en plena cuarentena fuese para buscar varias pruebas de embarazo.

Cuando fui al baño y realicé el procedimiento con cuidado y exactitud, esperé el primer resultado con el corazón a punto de salirse de mi pecho.

«Era ahora o nunca, Nere». Me alenté al acercarme a la prueba de embarazo que reposaba sobre el lavabo. «Tú puedes, tú puedes, tú puedes». Me dije a mí misma con los ojos cerrados.

Cuando abrí los ojos y sujeté la prueba, el corazón se me detuvo por un momento. Podía jurar que me desmayaría en cualquier momento, porque no estaba preparada para asimilar que decía positivo. En realidad, no estaba lista para asumir que realmente estaba embarazada y que esperaba un bebé de Adrián Wayne.

Continue Reading

You'll Also Like

1.8M 141K 35
-Hazlo -dijo ella con el arma apuntando a su corazón. Él tenía su dedo en el gatillo, pero dudaba, era algo que nunca había hecho; mataba sin ningún...
874 106 12
Enza D'Alessio, acepto que su amigo viviría bajo el mismo techo que ella, lo que no sabía era que este escapaba de algo: le debía a la mafia italiana...
1.2M 146K 83
Nube se encuentra embarazada de un amor que se disputa entre la vida y la muerte en una camilla de hospital, pero parece haber un buen pronóstico par...
400K 35.8K 42
(+21) (Libro 2) La manera en como se conocieron y ocurrieron las situaciones entre los Sam's fue muy peculiar. Al parecer el segundo amor había triun...