Compañía Anhelada |PAUSADA|

By SoniadeArnau

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Sean, Víctor y Derek son tres amigos muy diferentes entre sí y que cursan su último año de preparatoria. Por... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24

Capítulo 5

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By SoniadeArnau

Derek se encontraba sentando en una de las tantas mesas que había en Los Antojitos para los comensales; esperaba a Sol. Le había dicho que se vieran allí para arreglar los horarios de la tutoría y demás detalles. De alguna manera se sentía nervioso, ya que nunca había tomado clases con un tutor y mucho menos si era alguien de su edad, chica y con un temperamento de algo de cuidado, pero era por su bien, así que debía acoplarse a la situación. No tuvo que esperar demasiado, pues Sol y su brillante puntualidad hicieron aparición.

—Bien, dime qué días puedes estudiar y de qué horas a qué horas. Espero que podamos llegar a un acuerdo con los horarios.

Así inició todo, directa, concisa y al grano. No cabía duda de que Sol era alguien que se tomaba muy en serio sus papeles, responsabilidades y trabajo.



       Víctor caminaba por las calles del centro de la ciudad. Se había despedido de Sean hacía unos momentos; parecía ser que el chico tenía planes a esta hora todos los sábados con unos niños, a los que les había prometido enseñarles jugar fútbol en el parque. ¡Ese Sean! Tan caritativo como siempre. Ensimismado estaba en sus cavilaciones profundas, cuando su celular vibró en el bolsillo del pantalón antes de que el ring-ton se dejara oír; lo sacó y vio un mensaje de Sara.

"Me preguntaba si podrías acompañarme a la inauguración de un nuevo restaurante que acaban de abrir en las afueras de la ciudad. ¡Harán buffet!"

—Ah, esta mujer, ¡qué molesta! Me envía muchos mensajes desde aquella vez —se dijo en voz alta guardando el celular, ignorando olímpicamente el mensaje—. Estoy ocupado ahora.

Continuó con su trayecto hasta ver el negocio de comida más popular entre los estudiantes del otro lado de la cera. Su atención se centró en una pareja que podía verse a través de la ventana, dada la ubicación en la que estaban sentados; frunció el ceño, aclarando la vista. Él los conocía sin duda, eran familiares. Cruzó la calle y ni siquiera tuvo que pisar la otra banqueta para descubrir que se trataban de Sol y su amigo. Sentimientos encontrados lo golpearon; sorpresa, ira, confusión y demás.

—¡Así que por esto no vino con nosotros! ¡Sí se trataba de una mujer! ¡Y qué mujer!

Vio que Sol se levantaba de su asiento, se despedía y se iba de allí, dejando solo a Derek, lo que aprovechó para entrar y hacerle cara. Esa se las pagaba.



       El chico normal miraba el papel donde había apuntado los horarios en los que había quedado con Sol; tendría que ponerlos en un lugar visible de su casa o se olvidaría de sus compromisos, quizás hasta tendría que hacer varias copias y colocarlas en cada una de las habitaciones. En eso, escuchó la voz del dueño que se hallaba detrás de la barra.

—¡Hey, Víctor! ¡Qué bueno verte!

Derek saltó sobre su lugar, nervioso, asustado y en pánico. Ahora sí se lo llevaba el que lo trajo. En un intento vano por esconderse, se agachó para que la mesa lo ocultara.

—Ni lo intentes que ya te vi —le advirtió la voz molesta de Víctor, lo que obligadamente lo hizo volver a sentarse adecuadamente—. ¿Qué pasa? ¿Por qué estabas con Sol? ¿Qué hay entre ustedes? ¿Por qué no mencionaste nada? ¿Por qué no me contestas?

—Cálmate, cálmate, no pasa nada. Es un malentendido; te explicaré. Verás, nuestro consejero de grupo me quiere ayudar con mis notas, por lo de la universidad a la que entraremos, así que me asignó a un tutor y como Sol es de las que tienen mejor calificación, pues ella me tocó. Esa es la pura verdad.

—Ah, era eso —dijo el rubio visiblemente aliviado, en tanto suspiraba y se sentaba en el lugar que había ocupado la chica en cuestión minutos atrás—. Está bien, entiendo la situación, pero ten mucho cuidado. He leído muchas historias en internet en las que el tutor y el alumno se quedan juntos.

—Oye, ¿qué clase de pasatiempos tienes?

Víctor simplemente sonrió y aprovechando que ya estaba allí, pidió algo de comer junto con Derek. Acababan de ponerles su plato de comida frente a ellos, cuando el celular de Víctor volvió a oírse.

—¡Válgame Dios, qué insistencia! —Bufó él en tanto buscaba el aparato—. Lo apagaré... —Sus palabras se vieron tragadas al ver que se trataba de su padre, otra vez; ahora sabía que eso no podía significar nada bueno. Contestó—:... Con un amigo... —Víctor rechinó los dientes e hizo muecas de fastidio al escuchar a su padre, pues le informaba del nuevo restaurante y de que tanto padre como hija Sanz los esperaban allí. Ya había quedado formalmente por lo que él no podía faltar—... Enfrente de la plaza —Colgó y se dirigió a Derek—. Afortunado Derek, buen provecho.

Acercó su plato al de su amigo y levantándose se fue del negocio de comida, asegurándole que le contaría después lo que pasaba.



       Sean estaba despidiéndose de los niños, a pesar de que ellos lo rodeaban y le suplicaban que no los dejara; que continuara jugando con ellos. Él les sonrió tranquilizador, prometiéndoles que volvería la siguiente semana, pero que en ese momento debía irse porque tenía más compromisos que cumplir; debía ayudar a su vecino a limpiar su garaje. Con esto, finalmente salió del parque y retomó su camino. Andaba con paso tranquilo cuando vio un gran tráiler de mudanza estacionado cerca de una casa que hasta hacía poco estaba vacía; parecía ser que los del lugar tendrían vecinos nuevos.

Del camión bajaba todos los muebles y cajas de la mudanza un hombre grande y fornido. Al no ver al conductor del camión, Sean supuso que se trataba de él. Después vio que de la casa salía otro chico, de estatura promedio, pero delgado, que portaba una especie de pañoleta en su cabeza sostenida con una gorra; dado el calor intenso y el ardiente sol que había a esas horas, no era para menos que se refugiara. Vio que el chico se disponía bajar un tocador de mediano tamaño; sin embargo, era obvio que estaba demasiado pesado para él, pues lo alzó un poco durante unos segundos, pero sus fuerzas flaquearon y el mueble habría dado un golpe en el suelo, de no ser porque lo sintió de pronto más ligero.

—Hey, hey, ten cuidado, chico —Sean se había apresurado a ayudarlo con el utensilio—. No te sobre esfuerces si no puedes.

—Ah, gracias por la mano —dijo el chico en tono algo chillón, mas no desagradable, centrándose en su labor con ayuda de Sean.

—¿Por qué estás aquí? No te ofendas, pero considero esto un trabajo para hombres con mayor físico.

—Ah, bueno, no es como si trabajara toda la jornada, es sólo medio tiempo. Además, es inevitable que me involucre en actividades de este tipo dado que es papá quien maneja la compañía de mudanza.

—Ya veo —Llegaron al interior de la casa y atravesando un pasillo, llegaron a la habitación en la que les habían indicado que dejaran el mobiliario—. Aquí está.

—Gracias otra vez.

—No hay problema. Veo que les faltan unos cuantos trastos para que terminen. Déjenme ayudarlos.

—Sería molesto, ¿no? No tienes la obligación.

—Pero quiero.

—Se lo preguntaré a Rigo, aunque no creo que quiera pagarte.

—No soy interesado —Se hizo el ofendido.

El otro rio y se dirigió a pedir la opinión del otro hombre, que era su tío. Ante la afirmación de éste, ambos jóvenes continuaron en el trabajo, en tanto entablaban una conversación amistosa. Gracias a la ayuda de Sean, terminaron más pronto de lo que hubiesen imaginado.

—Otra vez gracias —dijeron los dos y Rigo siguió—: Has sido de gran ayuda.

—Fue un placer y ya me tengo que ir porque tengo otro compromiso.

—Pues que te vaya bien —volvió a hablar el mayor y extendió su mano, que presuroso Sean tomó—. Me gustaría saber al menos el nombre de esta persona tan amale que nos ayudó.

—Sean Britt, cuando quieran, Rigo y...

—Karen Galindo.

Y Sean quedó congelado. Un tic se apoderó de su ojo y comenzó a temblar. Por una extraña razón, a pesar de que había tenido la plática con él/ella, sintió que una enorme grieta los separaba. Ya no pudo decir nada; no estando del todo seguro si quedó mudo por su problema o por el impacto de saber que había hablado con una chica. ¿Cómo debía sentirse? ¿Alegre, feliz y contento por conseguirlo? ¿O tonto, idiota y estúpido por confundirla con un chico?

—Bueno, me voy.

Y sin más, se dio media vuelta y corrió todo lo que sus años de ejercicio le permitieron, dejando a los otro dos, quienes montaron el tráiler.

—¡Qué buen tipo! —soltó Karen estando en su lugar del copiloto, deshaciéndose de la gorra y el paño, dejando ver su corto cabello negro, a la altura del mentón, que combinaba perfectamente con sus ojos miel y su piel morena clara—. Es difícil encontrar chicos tan atentos hoy en día, ¿no crees?

—Tienes razón. Espero que por eso no se lo hagan tonto algún día. Pero hey, hey —Rigo la golpeó ligera y repetidas veces con el dorso de la mano—. Se te quedó viendo, te fijaste. Puede significar algo; le llamaste la atención.

Karen negó con una sonrisa divertida e incrédula.

—No, no lo creo. Me confundió con un chico, eso quiere decir que no podrá haber nada. Vámonos ya.

El tráiler encendió motores y se alejó del lugar.

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