MCP | La Cura ©️ (¡Completa!)...

By nani2612

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(+21) (Libro 5) Lo inevitable no solo ha desatado una ola de emociones dolorosas entre Adrián y Alysha por la... More

Descripción.
Contenido.
Dedicatoria.
Playlist|Spotify.
Epígrafe.
«Hospital General de Puerto Rico».
Prólogo.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42.
Capítulo 43.
Capítulo 44.
Capítulo 45.
Capítulo 46.
Capítulo 47.
Capítulo 48.
Capítulo 49.
Capítulo 50: Final.
Epílogo.
Lista «Mi Cura Prohibida».
Agradecimientos.

Capítulo 20.

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By nani2612

Capítulo 20.

(Adrián).

—¿Qué harás? —me preguntó por lo bajo cuando notó las lágrimas en mi rostro.

—Prepararé un baño para ti.

—Entonces, ¿por qué lloras? —frunció el ceño y tosió un par de veces.

—Porque me preocupaba, me estresa y me pone nervioso verte sufrir. Cargarte hasta el baño será una odisea para ti y sufro con tu dolor.

—Wayne, no seas dramático —puso los ojos en blanco y me sonrió—. Realmente, anhelo tomar un buen baño y más si es a tu lado.

No pude evitar poner los ojos en blanco de igual forma. A pesar de que Alysha podía estar entre la vida y la muerte, continuaba con su sentido del humor intacto. Suponía que lo hacía para mantenerme lo más calmado posible.

—Cuando salgamos de esto —presioné su mano con calidez—, te prometo que podrás tomar todos los baños que tú quieras junto a mí. Podremos usar el cuarto de juegos sexuales en mi departamento y dormir todo el día mientras te lo dejo adentro. Podremos irnos de viaje a muchos lugares del mundo cuando el virus termine de erradicarse por completo y hacerlo una y otra vez, pero necesito que seas fuerte en estos momentos, ¿sí?

Asintió lentamente, presionando sus labios resecos.

—Tengo que hacer todo lo posible para mantenerte estable, así que debes obedecerme en todo momento —carraspeé—. Como la paciente mía que eres —sonreí vagamente al intentar enjugar las lágrimas que continuaban escapando de mis ojos—. Tengo que ser honesto, Alysha. Sabes perfectamente que en esta habitación no estamos preparados médicamente para lidiar con esto, así que haremos esto a lo antiguo —presioné los labios y me puse en pie al recobrar la compostura—. Iré a preparar la tina —le avisé—. Ya regreso.

Nunca había estado tan preocupado en mi vida. Es decir, cuando te acostumbrabas a ser un médico profesional en todos los aspectos, las acciones con los pacientes solían ser automáticas y los sentimientos de empatía, aunque siempre estaban en mí, pasaban desapercibidos. No obstante, también era humano. Como cualquier persona, también me afectaba que un ser querido estuviese sufriendo por algún padecimiento o enfermedad. Más aún cuando se trataba de la mujer que amaba y que me había salvado la vida ya en dos ocasiones.

Cuando me dirigí hacia el baño, preparé la tina estilo jacuzzi y abrí el grifo hasta que terminó de llenarse de agua tibia. Era muy probable que una ducha no le quitara la fiebre, pero al menos le ayudaría a reducir la temperatura de golpe, aunque no fuese de manera permanente.

—Bien, aquí voy —le avisé cuando fui a la habitación para cargarla hasta el baño—. Lo siento mucho —le dije cuando empezó a quejarse de dolor.

Todo su cuerpo parecía entumecido y adolorido. Moverla estaba siendo un reto para ambos, puesto que uno de los síntomas del virus era experimentar dolor en las articulaciones.

—Ya casi llegamos, mi amor —le dije cuando apoyó sus manos temblorosas sobre mi nuca. Sin embargo, su llanto de dolor me torturaba mentalmente—. Lo siento, Aly —continué disculpándome mientras poco a poco y cuidadosamente la coloqué en el interior de la tina—. Muy bien, pequeña —la alenté y comencé a lavar cada parte de su cuerpo como podía, vertiendo el agua tibia sobre su cabello y su frente.

Se mantenía en silencio, pero percibía que lo estaba disfrutando, ya que la tensión de su cuerpo disminuía cada vez que continuaba lavándola por todas partes con amor y devoción. Necesitaba dejarle saber con mis acciones que amaba cuidarla y que hacerlo no me fastidiaba en lo absoluto.

—¿Crees que puedas apoyar la espalda contra la tina? —le pregunté preocupado—. Necesito lavar tu cabello.

Sin decir una palabra, intentó apoyar la espalda y cuando lo logró, vertí champú sobre su cabello y masajeé su cabeza, causando que por un momento se relajara más de lo normal en su situación.

—Gr-Gracias, Wayne —me dijo por lo bajo y tosió con dificultad.

—No tienes que agradecerme nada —vertí agua sobre su cabello y comencé a quitar la espuma—. Es mi deber cuidarte. No solamente hemos sido pareja para disfrutar. También lo somos en los momentos difíciles. Además, has vuelto a salvar mi vida.

Sonrió un poco y continuó tranquila, dejando que yo terminara de bañarla.

—¿Por qué sonríes? —enarqué las cejas.

—Porque me he salido con la mía y logré salvarte. Eso me hace feliz —estiró su brazo y acarició mi barbilla desde su posición—. Por favor, no te enojes conmigo ni con el mundo por la decisión que tomé y por haber hecho lo que hice sin decirte nada. Fue mi elección, ¿entiendes?

Lo reflexioné por unos segundos en silencio, terminando de lavar su cuerpo completamente para mirarla directamente a sus tiernos y cansados ojos.

—No estoy molesto, aunque así haya parecido —confesé—. Quizá malinterpretaste mi comportamiento de hace un rato, porque estaba y aún estoy desesperado, pero no estoy enojado contigo ni con el mundo —le dediqué una vaga sonrisa y me dispuse a sentarla poco a poco en el interior de la tina.

Sus ojos no dejaban de observarme con impresión y un brillo que no lograba descifrar.

—¿Por qué me miras así? —le pregunté con suma curiosidad cuando busqué una toalla y la saqué de la tina.

—Por lo mucho que has avanzado emocionalmente.

—¿Tú crees? —bufé cuando terminé de secarla.

—Estoy segura.

—Pues, yo estoy más que seguro de que tú has sido parte de mis avances —le dije cuando la cargué y la acosté sobre la cama—. Es una de tantas razones por la cual debes ser fuerte y mantenerte viva —acaricié su labio inferior con el dedo pulgar—. Ahora regreso —busqué una camiseta mía y un bóxer para volver hacia ella—. Aunque afuera está haciendo mucho frío, aquí adentro no es el caso, así que debo ponerte ropa fresca para mantener la fiebre baja.

Asintió y se sentó poco a poco, ayudándome a vestirla. Honestamente, en el momento, solo podía disfrutar de que se comportara de manera obediente y más cuando realmente yo lo necesitaba. Cuando acaricié y masajeé su cuerpo con un poco de crema, examiné su garganta y como la infección cada vez se agravaba.

—¿Tienes hambre?

Negó con la cabeza y se acomodó sobre el colchón para volver a dormir.

—Está bien, pero igual sabes que debes alimentarte para mantenerte lo más fuerte posible.

Mjm.

—Esta vez aceptaré esa respuesta —le sonreí y cubrí sus pies con un par de calcetines.

Cuando volvió a dormirse, no dudé en volver a examinar su temperatura corporal al tocar su frente, sus mejillas y sus manos.

«Estaba funcionando», pensé al comprobar que el baño de agua tibia redujo la temperatura de su cuerpo. «Bien, esto nos daría más tiempo».

Me puse en pie y entre mis pertenencias busqué un calzado y una mascarilla, ya que tenía todas las intenciones de ir hacia alguna cafetería o restaurante que estuviese abierto. De hecho, ya no tenía que usar nada para protegerme, puesto que la dosis de la vacuna era tan potente que me había inmunizado. Sin embargo, nadie a nuestro alrededor sabía sobre mi situación, así que no quería alertar ni llamar la atención. Con suerte, también tendría la posibilidad de encontrar algún establecimiento en el interior del hotel donde podría comprar medicamentos y artículos de primera necesidad.

—Volveré enseguida —le avisé a Alysha cuando acaricié su cabello y posé un beso sobre su frente, causando que ella frunciera el ceño—. No te preocupes. Iré por unas cosas y regresaré rápido.

—Es-Está bien —me dijo con los ojos entrecerrados.

—Sigue durmiendo —acaricié sus mejillas—. Está bien que continúes descansando, ¿sí?

Asintió lentamente y luego me puse en pie, listo para salir de la habitación. En realidad, no sabía como estaban las cosas en el hotel, ya que estábamos en una cuarentena en general, pero lo que sí sabía era que no podía llegar con las manos vacías. Mucho menos cuando todavía no tenía la vacuna de Alysha. No quería dejarla sola ni un segundo. Sin embargo, en el momento, no tenía opción y debía aprovechar que había logrado controlar su fiebre.

«Los segundos, minutos y horas eran valiosos e importantes, así que céntrate. Por ti, por mí y por nuestra diosa». Mi alter ego, o más bien —mi oscuro ángel—, me alentaba a tomar las decisiones con cuidado y precisión, porque ninguno de los dos queríamos perderla.

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