Vanesa se metió en su destartalado volkswagen Golf gris plateado, y lo primero que hizo fue poner los limpiaparabrisas en la tercera posición para que éstos se dieran vida, ya que en ese momento no podía ver por culpa de la lluvia lo que tenía enfrente de sus propios ojos. Joder, ¿Por que tenían que encontrar un cadáver con ese mierda de clima?
Acto seguido puso la radio y buscó un canal de música clásica. No quería escuchar otro tipo de música porque la cabeza le iba a estallar. Se había olvidado de tomar algo para el dolor que tenía, producto de la ingesta descontrolada del maldito alcohol y de haber trasnochado. Y ya se vería cuándo iba a volver a su casa para poder descansar. Estaba ya cansada del ritmo de vida que llevaba, y por qué no reconocerlo, de lo sola que se encontraba.
Cuando consiguió entrar un poco en calor dentro del coche, lo puso en marcha y se dirigió rápidamente a la dirección que le había dado García.
A la inspectora no le costó encontrar la caseta abandonada del bosque porque ya la conocía. Sabía que algunos drogadictos y vagabundos pasaban la noche en la caseta o también le servía a alguna pareja para dar rienda suelta a su desesperada pasión juvenil. Como también sabía que sería difícil encontrar pruebas quizás no tan relevantes para el caso, pero no por ello menos importantes, puesto que la caseta estaba llena de basura, escombros y porquería. Era poco más que un vertedero de basura. Y de sólo pensar que alguien había dejado ahí el cuerpo de una chica joven, se ponía enferma y su mente se llenaba de rabia.
Llevaba ya unos cinco años en el cuerpo de policía y casi tres en el departamento de homicidios, y a sus treinta años aún no se acostumbraba a las bestialidades que sus ojos presenciaban en los cadáveres que tenía que ver y reconocer. Pero aún con eso, nunca se arrepintió de haber estudiado criminología, para luego haber terminado en el cuerpo de policía de su ciudad. Ya de pequeña tenía claro que iba a ser una buena policía al igual que su padre fallecido, el cual murió estando fuera de servicio, pero intentando hacer siempre el bien, cuando vio que en una pequeña tienda de comestibles unos jóvenes estaban amenazando con una pistola al dependiente y él sin dudarlo quiso intervenir, con la mala suerte que uno de los atracadores le disparó en el mismo pecho, muriendo el policía en el acto. A Vanesa ese hecho le endureció mucho el corazón, pero con ayuda de Sara éste terminó por reblandecerse.
Vanesa aparcó el coche a la entrada del bosque, donde ya sus compañeros habían aislado la zona con una cinta de cordón policial. La inspectora apagó las luces del coche, las cuales estaban alumbrando directamente a la caseta en la oscura y desapacible noche, y deslumbrando a sus propios compañeros.
Tragó saliva y cogió fuerza para poder salir del coche y enfrentarse a lo que tenía delante de ella y a lo que se le venía encima. Siempre que tenía que ver un cadáver su cuerpo se tensaba, dando igual la de cadáveres que hubiera visto ya. La reacción siempre era la misma. Y aún así lo hacía sin pensar en todo el daño que eso le provocaba. Ella se enfrentaba al mal sin llegar a tener en cuenta todo lo que le repercutía de forma negativa en su vida.
Cuando bajó del coche, comenzó a caminar por el barro, pisando sin querer algún charco que otro. Sólo pudo maldecirse así misma, ya que se estaba cargando las botas Prada que le regaló Sara en uno de los tantos cumpleaños de la inspectora que celebraron juntas. En buena hora se había puesto ese calzado, no podía ser más imbécil, pero para relajarse, la culpa se la echó a la hora que era, y al alcohol que había ingerido hacía unas horas atrás. Tenía que pensarse seriamente en cambiar de hábitos si quería salir airosa de toda la mierda que la rodeaba.
Cuando Vanesa llegó a la caseta, ya se encontraban en el escenario del crimen el juez, la forense y sus compañeros de la policía judicial. Éstos estaban buscando pruebas por la caseta y sus alrededores.
La inspectora se fijó al principio de soslayo en la forense. Era nueva en el puesto de trabajo, puesto que siempre solía trabajar con forenses de mediana edad y a esta mujer no la había visto antes. Y tenía que reconocer que era una mujer que enseguida le llamó la atención, y eso que iba vestida con ropa de trabajo. Sobre todo la preciosa y atrapante mirada azul que tenía fue lo que la hizo mirarla más detenidamente. Y a pesar de ser joven, la mujer se le veía desenvolverse con cierta soltura. Debía de rondar los treinta años, como ella.
Vanesa saludó a los allí presentes con cierta seriedad, además su rostro se transformó cuando vio el cuerpo inerte y desnudo de la muchacha muerta, y como siempre le pasaba, su estómago se removió con brusquedad.
La inspectora, después de saludar a todos, se dirigió primero a la forense. Ésta la miró también con cierta inquietud. A la inspectora se le veía una mujer algo desaliñada en la forma de vestir, y a la vez era muy atractiva para el gusto de la forense. Y eso le llamó poderosamente la atención. Era una combinación en una mujer que a ella no le gustaba nada, porque tenía pinta de ser la típica mujer lesbiana, engreída y de las que las mujeres eran para ella meros trofeos. Y ella nunca sería uno de sus trofeos. La forense seguía soltera a pesar de tener ya treinta y dos años porque prefería estar sola a estar mal acompañada. Eso lo tenía más que claro.
La forense intentó ser lo más profesional posible y dejó de mirar a la inspectora con ganas de comérsela con la mirada. Estaba claro que entre esas dos mujeres había habido cierta atracción, pero ni era el momento ni el lugar para estar pensando en eso.
-Hola, soy la inspectora Ramírez, y estoy a cargo del caso junto con mi compañero- Dijo Vanesa, sin dejar de mirar fijamente a la forense, ya que prefería mirar a la mujer antes que al bulto inerte que se encontraba en el suelo. Y lo que ella no sabía era que la forense ya conocía a García.
-Hola inspectora. Yo soy la forense Olivia Ferrer, y bueno, ya hablé con su compañero pero le puedo dar las primeras impresiones de mi inspección ocular- le contestó la mujer sin retirarle la preciosa mirada que tenía.
-Perfecto. ¿Qué es lo que tenemos entonces?-Contestó Vanesa como pudo. La mirada azul de esa bella mujer la estaba dejando aturdida.
Su compañero García se encontraba al lado de Vanesa, y se dio cuenta de las miradas que las dos mujeres se habían echado una a la otra. Y lo mejor de todo es que García conocía también a Olivia, y de hecho fue él el que la animó a presentarse al puesto vacante de forense ya que una de las forenses veteranas se acababa de jubilar.
-Creemos que es Pilar, la chica que lleváis meses buscando y que salió por todos los medios de comunicación cuando desapareció. Pero tenemos que hacerle una prueba de ADN para confirmarlo. El cuerpo ha aparecido en la posición de decúbito abdominal.
-Joder. Bien, cuando tengas el resultado de la prueba avísanos y nosotros hablaremos con sus padres si al final estás en lo cierto. Si es Pilar, por fin podrán descansar-Dijo Vanesa con un semblante triste.
-Claro. Yo os aviso- dijo Olivia retirando por fin su mirada de la inspectora, y volviendo a centrarla en la joven que tenía muerta y desnuda delante suya.- A la chica la han violado y la han agredido brutalmente. Y lo que sí os puedo confirmar es que el cuerpo lo han trasladado aquí. Las bolsas con las que el asesino la han envuelto están completamente limpias. La chica no murió ni en el bosque ni en la caseta. Luego la causa de la muerte parece que es por estrangulamiento, tiene un collar de perro anudado al cuello y tres cables. Lo que no entiendo es por qué el asesino no se lo quitó. Ha tenido seis meses para hacerlo. En fin...
Vanesa apretó los dientes tanto que la mandíbula le dolió al momento de dar ese apretón. No pudo contenerse, pero a decir verdad, ya se esperaba que la hubieran violado. Aunque ella siempre albergaba la esperanza de que los cuerpos de las chicas que encontraban no fueran agredidos sexualmente, la realidad siempre era distinta a lo que ella tenía en la cabeza.
-Por cierto, ¿quién encontró el cadáver?
-Ese hombre de allí. Estaba paseando el perro, y cuando se descuidó su perro se metió en la caseta. Así que el hombre fue corriendo detrás del perro y se encontró con todo ésto.
-Cojonudo. Vaya sorpresa se llevó.
Vanesa se acercó para hablar con el hombre que se había encontrado el cadáver y éste le dijo que todas las noches sacaba a pasear al perro por esa zona pero que justo la noche anterior cambió de ruta. Después le cogió sus datos personales, porque era probable que tuviera que volver a hablar con él en cualquier otro momento.
Vanesa comenzó a pensar que el cuerpo debía llevar por lo menos un día allí, puesto que al llevar toda la noche lloviendo, el asesino no se iba a molestar en sacar el cadáver una noche de lluvia, y además hubiera dejado marcas con los neumáticos del coche en el barro. Y no había ninguna marca de coche alrededor de la caseta. Y cómo había dicho la forense, las bolsas que rodeaban el cuerpo estaban totalmente limpias. También tenía claro que el cuerpo tenía que haber sido trasladado a la caseta en coche, puesto que éste se podía aparcar a unos escasos cinco metros de la caseta. Y por muy menudo que fuera el cuerpo de la joven, sólo una persona muy fuerte podría desplazarlo durante un corto período de tiempo. Y todas esas impresiones las compartió en ese momento con García. García confirmó la hipótesis de su compañera. La lluvia debió de borrar las huellas en seco de los neumáticos del coche del asesino.