Aprendiendo a querer. (SouHa...

Von Slider_

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Mientras un amor nace, dos corazones sufren en silencio. Ahogados por la misma soga, siendo el otro el único... Mehr

Capítulo 1. Tonto borracho.
Capítulo 2. Frágil.
Capitulo 3. Ardiente hielo.
Capitulo 4. Robando lo robado.
Capítulo 5. El acuario.
Capítulo 6. Quizás es mejor así.
Capítulo 7. Volveremos a vernos.
Capítulo 8. Celos.
Capítulo 9. Sólo admítelo.
Capítulo 10. Derrítete en mí.
Capítulo 11. Aléjate de mi.
Capítulo 12. El bungalow.
Capítulo 13. Sigue siendo él.
Capítulo 14. Imperdonable.
Capítulo 15. Vencer al orgullo.
Capítulo 16. Serás el único.
Capítulo 17. Tiburón enamorado.
Capítulo 18. La acampada.
Capítulo 19. La confesión.
Capítulo 20. Shigino.
Capítulo 21. Coraje.
Capítulo 23. "Le quiero."
Capítulo 24. El principio del fin.
Capítulo 25. Amor enfermizo.
Capítulo 26. La boda.
Capítulo 27. Real.
Capítulo 28. FIN.
Capítulo extra // Epílogo

Capítulo 22. Condiciones.

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    Pasaron minutos mirándose a los ojos con los dedos entrelazados, no querían separarse, no después de todo lo que habían pasado y de todo lo que habían sufrido. Haru dio un paso hacia delante y se juntó con el pecho de Sousuke, dejando descansar la cabeza al lado de su corazón, para poder así escuchar los latidos de este, que en ese momento iban tan rápido como los suyos. Cuando ambos cuerpos se juntaron Haru pudo notar como él también estaba temblando un poco, podría haber sido por frío ya que el clima aún no era muy cálido, pero ese no era el caso, estaba temblando por todas las emociones que le abordaban, por un momento, cuando no sabía quién le había secuestrado, pensó que jamás volvería a verle, que todo se había acabado ahí, sin ni siquiera pedirle perdón en condiciones o decirle que le quería hasta el fondo de su corazón.

    Reim que estaba observándoles apoyado en el marco de la puerta, pensó que quizás debería dejarles estar un poco más juntos, si quería hablar con Sousuke necesitaba tenerle en plena facultad de atender los asuntos que tenían entre manos y sin duda, si no dejaba de pensar en su pequeño pajarito, no podría hablar con él en condiciones. Puede que esa fuera la excusa que se puso a sí mismo para no parecer blando ni siquiera ante su propio subconsciente, pero lo cierto es que Sousuke le tenía totalmente embelesado, sobre todo por ese amor suicida que mostraba en todo momento; Siendo capaz de dar la vida por él; Siendo capaz de matar por él. Cada vez que le miraba no podía evitar el mirarse a sí mismo, él también tuvo un amor incondicional, de esos que te hacen mirar la vida de otra forma, de esos que se te clavan en el corazón hasta el día en el que tus latidos cesan y se pierden en el viento. María se llamaba, era una estudiante Española que fue a Japón de intercambio, cabello rubio, ojos marrones y piel ligeramente tostada por el sol del Mediterráneo. Fue amor a primera vista, trató de alejarse de ella, pues la vida de un futuro jefe de la yakuza no era la apropiada para una chica como María, dulce, bondadosa y que no creía en la maldad del ser humano. «Un hombre como yo no está hecho para ti, muñeca.» Susurró mientras hundía los dedos entre el cabello de ella. Aún en ese momento, 10 años después de su muerte, si cerraba los ojos y el viento le soplaba de frente, aún podía notar el olor de su cabello. Incluso a veces le parecía verla entre la gente o escuchar su voz en cualquier lugar. Jamás superó que se fuera de su lado, la vio morir de un balazo, la sostuvo mientras agonizaba y ni tan siquiera en ese momento perdió esa sonrisa que la caracterizaba. «Esta noche te haré un pastel y bailaremos esa canción que tanto te gusta, pero no me dejes solo María... No me dejes...» Dijo, sin darse cuenta de que sus ojos se ahogaban en lágrimas y sus palabras se atragantaban a medida que salían por su garganta. Desde ese momento, desde el mismo instante en el que sus respiraciones cesaron entre sus brazos, vengarla se convirtió en el único motivo por el que su corazón latía y latía con más furia que nunca. Con la rabia de un hombre que vio morir a la persona que más amaba por culpa de la yakuza.

     Reim se aclaró la garganta antes de comenzar a hablar, después de rememorar todo aquello sentía que las palabras se negarían a salir por sus labios; María era su mayor debilidad incluso muerta. No podía pensar en ella sin sentir que la pena inundaba todo su corazón, su único aliciente para seguir respirando era el vengarla, vengar su muerte y mientras moría su asesino (de cuya cara jamás se olvidaría) repetiría su nombre, una y otra vez, hasta que lo último que escuchase en su vida fuera eso; María.

"Sousuke, por qué no bajáis al jardín interior, si vienen vuestros amigos ya les diré algo."

    Haru se quedó atónito, no habían ido ahí para dar un paseo, ni siquiera habían ido ahí por su propia voluntad, si no le hubieran dicho  que Sousuke estaba secuestrado obviamente ni se le habría pasado por la cabeza el ir a un lugar como ese. Necesitaba respuestas, respuestas a todas esas preguntas que estaban quemando su pecho y ese hombre, en vez de resolverlas, simplemente se dedicó a ofertarles el dar un paseo.

"No sin que antes nos digas por qué estamos aquí o qué peligro corro para que hayáis hecho todo esto." "Dijo Haru perdiendo ligeramente los estribos fruto de la desesperación y la angustia que sentía por no entender nada. En apenas unas horas su vida se había puesto completamente patas arriba.  "¿Por qué te llevaste a Sousuke? ¿Por qué estamos aquí?"

"Creo que deberías tener un poco más de paciencia." Dijo mientras se encendía un cigarrillo.

     Justo cuando Haru iba a contestarle algo, Sousuke le agarró de la mano y comenzó a hablar él. Sabía perfectamente por qué Reim había dicho eso, por qué les había ofrecido ir al jardín; Quería que estuviesen juntos. No iba a negar una oferta como esa, además, desde que vio el jardín desde el otro lado del cristal sintió que quería entrar ahí y perderse entre los colores que inundaban el suelo, además, quería hablar con Haru y probablemente ese sería el mejor lugar, por lo menos el más romántico. Al pensar en lo que quería decirle sus manos comenzaron a ponerse sudorosas; Estaba poniéndose nervioso por momentos.

"Está bien." Dijo mirando a los azules ojos de Reim. "¿Me acompañas?" Preguntó girándose hacia Haru, quedando apenas unos pocos centímetros entre sus cuerpos.

"Id en un rato a la sala de las puertas de color oro, cualquier persona que os encontréis sabrá deciros donde están. Allí hablaremos de todo."

    Sin mediar palabra, pues no había mucho que decir, los chicos salieron de la habitación y comenzaron a caminar por ese largo pasillo que debía llevarles hasta ese precioso jardín. Por el camino apenas sabían que decir. Los dedos de Sousuke rozaron con vergüenza la palma de la mano de Haru, despacio sus dedos se entrelazaron. El silencio que les envolvía se rompió cuando Sousuke empujó la puerta que daba al jardín.

"Pasa." Dijo, notando como el corazón iba a escapársele del pecho de un momento a otro.

     Ambos se sentaron entre las flores, la noche había caído muy rápido y casi sin darse cuenta estaban siendo bañados por la luz de la luna. Sousuke volvió a agarrar la mano de Haru y se giró hacia él, hundiéndose en ese mar que tenía por ojos. En ese momento deseó de todo corazón que el mundo se parase para siempre, quería olvidarse de todo, del miedo, de los yakuzas y de todo lo que les acechaba en ese momento. Simplemente quería quedarse ahí con Haru, sosteniendo su mano mientras hablaban de cualquier cosa.

"Me parece increíble que todo esto sea gracias a Kisumi, nunca me hubiera imaginado que le gustasen tanto las flores." Dijo Sousuke, tratando de comenzar a entablar una conversación con Haru, que estaba ruborizándose por momentos.

"¿Fue gracias a Kisumi?" Preguntó curioso. Claro, él no sabía nada, probablemente ni siquiera cruzó un par de palabras con nadie desde que posó los pies en este edificio lleno de yakuzas.  Sousuke comenzó a explicarle todo lo que le habían contado, de vez en cuando incluso soltaban alguna que otra risita, tratando de aliviar todo ese nerviosismo que sentían en su cuerpo.

     Sentados en ese jardín lleno de flores se pusieron a hablar y sorprendentemente la conversación fluía tranquila, gracias a eso el nudo de sus estómagos se aflojó un poco. Incluso se pusieron a hablar de las flores que veían, sorprendentemente Sousuke sabía la mayoría de los nombres de esas pequeñas bellezas que inundaban el jardín. Le explicó que su abuelo también tenía un gran jardín y desde pequeñito le enseñó todo sobre flores y plantas, realmente le apasionaban. Sousuke le mostró una pequeña flor azul, decía que se llamaba cáliz de la aurora, esa pequeña florecilla tenía un azul tan bonito que se le hacía imposible no asemejarlo con sus ojos.

"Sousuke... cuando te secuestraron... ¿Te hicieron daño?" Preguntó, notando como un estremecimiento recorría todo su cuerpo. Los lacayos de Reim exageraron bastante la situación, aunque bueno, decir que le habían golpeado hasta dejarle inconsciente no se alejaba mucho de lo que realmente había pasado.

"No, tranquilo, estoy bien." Dijo deleitándole con una tierna sonrisa, le había hecho muy feliz ver que estaba preocupado, por eso mismo decidió no contarle lo que había pasado o lo que le habían hecho, ya no servía para nada, solo para hacer que se angustiase aun más. Sousuke apretó su mano, mano que no había soltado ni tan siquiera por un segundo, y, notando como el calor inundaba sus mejillas, comenzó a hablar.  "Bueno, qué waterboy, entonces ¿Has estado preocupado por mí?"  Preguntó  a pesar de que sabía la respuesta, simplemente quería escuchar como lo decía.

     En ese momento Haru notó como se le hacía un nudo en el estómago. Cómo no iba a haber estado preocupado por él, el trayecto en coche hacia el lugar en el que estaban le pareció un infierno, apenas podía contener dentro de sí mismo toda la angustia que lo estaba consumiendo.

"Claro que estaba preocupado... Es imposible que no lo estuviera... Al fin y al cabo se trata de ti..." Dijo, notando como sus mejillas se encendían como si tuvieran fuego, eso había sido una completa declaración de amor, declaración de amor que solo Haru diría, pero que a la vez era mucho más profunda y sincera de lo que ni siquiera muchas podrían llegar a ser.

     El corazón de Sousuke comenzó a latir como loco, hasta el punto en el que llegó a pensar que iba a darle un ataque al corazón o algo por el estilo. Con delicadeza acarició la cara de Haru, observando cada detalle de su semblante, dejándose ahogar en sus ojos y perdiéndose entre sus labios. Lo que sentía en ese momento era felicidad pura. Cuando sus labios se encontraron aún no podía creérselo, le tocaba y estaba a su lado pero aún tenía miedo de que fuera todo una quimera.

"Haru,quería pedirte perdón..." Dijo, con miedo de que se le quebrase la voz a medida que comenzaba a hablar. Ese comportamiento no era muy propio de él, pero pensaba que si le pasaba algo se quedaría mucho más tranquilo de saber que había dicho todo lo que tenía que decir y de que había confesado todos esos sentimientos que inundaban su pecho. "Siento todo lo que pasó con Sei, siento todo lo que hice... Nunca quise hacerte daño y realmente pensaba que nunca te lo haría... el otro día me di cuenta de lo imbécil que había sido. Creo que fue gracias a tu puñetazo que me di cuenta de..." Hizo una pausa antes de seguir hablando, se volvió a girar hacia él y le miró directamente a los ojos, quería mostrarle que sus palabras eran sinceras, más sinceras de lo que nunca habían sido. "Gracias a tu puñetazo me di cuenta de que te quería y de que quiero estar contigo..."

"¿Estar... conmigo...?" Pensó Haru, con miedo de que fuera a colapsar de un momento a otro.

"Haru, quiero estar solo contigo. No más Sei ni más Mayu, no quiero que nadie se meta entre nosotros. Solo tú y yo, ¿Qué me dices?" Como le estaba mirando de frente Haru pudo ver perfectamente que incluso él, Sousuke Yamazaki, estaba sonrojado hasta las orejas. Probablemente esa era la primera vez que pedía salir así a alguien, de una manera tan indirecta pero tan sincera a la vez, pero no era solo eso, esa vez notó que estaba enamorado, que estaba enamorado de verdad. Al mirarle de esa manera supo que todo era real, que sus sentimientos eran reales y también supo que era cierto que daría su vida por él.

"Vale... Seamos... Solo nosotros."

     Nada más decir eso Sousuke le volvió a besar en los labios, pero esa vez fue un beso mucho más profundo, sus labios se unían con desesperación, con la necesidad de no alejarse del otro. Ambos sentían que era un sueño, ya no por el estar juntos después de todo lo sucedido, el ver correspondidos sus sentimientos después de tantos problemas llenó sus corazones en un torrente de sentimientos de todas las clases. Pero, Sousuke, además de toda esa alegría que le inundaba, sintió miedo y dolor, no estaba siendo sincero con Haru, no le estaba diciendo la verdad y lo peor de todo era que, aunque quería hacerlo, decirle todo lo que pasaba, no podía hacerlo.

     La hora de la cena llegó antes de lo que ninguno de los dos hubiera deseado, pero debían ir. Haru estaba muy confuso por todo lo que estaba pasando, por otra parte Sousuke intentaba parecer sincero cuando le decía que no tenía ni idea de nada. Sorprendentemente encontraron la puerta en un abrir y cerrar de ojos,  a pesar de que preferían andar perdidos por esos pasillos, ya que al fin y al cabo estarían juntos y no tendrían que enfrentarse al grupo de yakuzas que le esperaría en el salón. Abrieron la puerta y ahí estaban ellos, sus amigos y esos sicarios que con su mera presencia provocaban un escalofrío en sus cuerpos. Por encima de sus cinturones sobresalían las culatas de las pistolas que tan acostumbrados estaban de llevar.

"Bienvenidos." Dijo Reim, que estaba sentado en el extremo de la mesa que ocupaba prácticamente todo el salón en el que se encontraban. "Tomad asiento, no tengáis miedo."

     Sin mucho tardar hicieron lo que les decía, Haru se sentó al lado de Rin y Sousuke se sentó junto a Haru. Ambos estaban muy cerca de Reim. La mesa estaba llena de comida de todas las clases pero, como era de esperar, ninguno tenía apetito como para empezar a comer y menos en la situación en la que se encontraban.

"Bien, trataré de ser breve." Se aclaró la garganta y comenzó a hablar. "Haru está en un grave peligro. El líder del grupo Okihara se ha fijado en él."

     La cara de todos los chicos se descompuso al instante al escuchar eso, no podían creérselo, no era posible, no podía serlo. Todos miraron a Kisumi, que estaba sentado al lado de su tío, esperando que dijera algo, en ese momento probablemente estaban rezando porque fuera una broma de mal gusto por parte de su amigo, pero por desgracia no era así.

"La parte buena es que nosotros nos encargaremos desinteresadamente de tu cuidado." Tras decir eso en su cara se dibujó una sonrisa, no era para nada una ayuda desinteresada.

"¡Eres un mentiroso!" Exclamó Haru levantándose de la mesa, pero, antes de que pudiera hacer nada, Sousuke le agarró de la mano, ante la vista de todos, ya no tenía miedo de que lo descubriesen, es más, incluso tenía ganas de decírselo a Rin, solo por ver la cara que se le quedaba. Haru volvió a sentarse sin soltar su mano.

"Benny, que le traigan." Ordenó Reim.

     No tardaron más de diez segundos en traer a un hombre con la cabeza dentro de una bolsa y las manos atadas a la espalda. Ese hombre no podía moverse por sí mismo, dos de los secuaces de Reim le tenían sujeto por los brazos, sus piernas se arrastraban inertes por el suelo, las pocas partes de piel que se veían estaban llenas de heridas; le habían torturado. Benny le quitó el saco que cubría su cabeza, dejando al descubierto una cara llena de moratones y de heridas de todas las clases.

"¿Quién eres?" Preguntó Reim.

"Me llamo Kain y soy un Okihara." Dijo mientras un hilo de sangre resbalaba por las comisuras de sus labios.

"¿Qué hacíais tú y tu grupo en esa universidad?"

"Íbamos a secuestrarle."

"¿A quién? Y para qué."

"A ese chico de ahí." Dijo girándose hacia los chicos, clavando su mirada en Haru. "Iba a convertirse en la putita personal de mi jefe." Se burló a la vez que escupía sangre a la alfombra.

     Cuando Sousuke escuchó eso se levantó de la silla, pero esa vez fue la mano de Haru el que le retuvo. Los ojos de Sousuke ardían en furia, no iba a permitirle a nadie que le hablase así. «Tranquilo...» Le susurró Haru cuando volvió a sentarse en la silla.

"No estaréis tan acaramelados cuando mi jefe le viole hasta matarlo." Se rió volviendo a esputar sangre.

"Aquí el único que va a morir eres tú." Dijo Reim haciendo un gesto con la mano. Acto seguido dos de sus hombres se llevaron a ese tal Kain y le sacaron de la habitación. En cuanto la puerta se cerró se oyó el sonido de un disparo; Un Okihara menos.

"Bien, espero que después de esto os deis cuenta de que esto no es un juego." Suspiró Reim, probablemente pensando en todo el dinero que le costaría limpiar la alfombra que ese desconsiderado hombre había ensuciado. "Esta noche vais a quedaros aquí, le hemos enviado un aviso al grupo Okihara y que andéis por ahí vosotros solos sería peligroso y no pienso enviar a mis hombres para aue hagan de niñeras."

"Esto no puede ser real, debe ser una broma..." Dijo Rin, notando como se le revolvía el estómago, sentía que iba a vomitar de un momento a otro.

"Es simple, el jefe de los Okihara se ha interesado en Haru, los motivos no los sabemos exactamente pero el hecho es ese, se ha interesado y lo quiere para él, cueste lo que cueste. Creo que cabe mencionar que no le quiere para darle cariño precisamente. También he de decir que no hemos podido averiguar quién es el jefe, pero pronto lo sabremos. Bueno, vosotros decidís, si aceptáis nuestra protección Haru seguirá vivo, si no lo hacéis morirá, probablemente por sobredosis mientras ese y otros bastardos lo violan hasta matarlo."

    Todos los chicos apartaron sus miradas de Reim, ninguno tenía el valor suficiente como para decir algo, no después de que pusiera los hechos con tanta franqueza y sinceridad.

"Habéis elegido bien." Dijo haciendo otro gesto con una mano y varias sirvientas y mayordomos comenzaron a llevarse la comida que había sobre la mesa. "Acompañadles a sus habitaciones." Se levantaron en silencio, todavía nadie era capaz de decir nada. "Tú quédate aquí un minuto Sousuke."

     Al escuchar eso Haru se giró hacia ellos, no quería dejarle ahí, no solo, no con ese hombre.

"Tranquilo..." Susurró Sousuke en su oreja y a medida que se separaba le dio un tierno beso en la mejilla. "En seguida voy, te lo juro."

     Tras varios segundos de indecisión salió también por la puerta. En la habitación ya solo quedaban Reim y Sousuke, tenían que hablar de las condiciones, en el caso de Sousuke solo había dos cosas que quería poner como condición.

"Mis condiciones ya las sabes, protección a cambio de lealtad. Háblame de las tuyas y vete con tu pajarito antes de que le dé un ataque de ansiedad."

Sousuke ignoró la broma y comenzó a hablar. "Solo tengo dos, en primer lugar Haru debe estar protegido en todo momento, día y noche, las 24 horas del día." Hizo una pausa antes de continuar con su última condición. "En segundo lugar... Haru no puede enterarse bajo ningún concepto de que ahora formo parte de la yakuza."

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