—¿Que harás una vez te cases con él? —pregunta tu madre, llamando tu atención.
Tus padres y tú se encuentran en la sala principal, ellos sentados frente a ti y tú frente a ellos.
—¿A qué te refieres? —preguntas de vuelta, ladeando un poco la cabeza.
—Las empresas. —continúa, haces una pequeña "O" con tus labios— No quieres hacerte cargo de ellas, ¿Verdad? Y está bien. —Cirene junta sus manos, entrelazando sus dedos— Pero, una vez cumplas 18 años, las empresas serán oficialmente tuyas.. ¿Que harás con ellas?
—Mhm... —tarareas pensativamente antes de mirarlos y sonreírles— Me haré cargo de ellas. —tu respuesta hace que tu madre frunza ligeramente el ceño.
—¿Estás segura, cariño? —cuestiona ahora tu padre— No queremos que te sientas obligada a hacerlo. Siempre está la opción de cerrarlas o dárselas a una de tus primas.
—Esta bien, papá, mamá, me haré cargo de las empresas. —aseguras nuevamente— No puedo simplemente cerrarlas ya que, a pesar de que nuestra familia continuará obteniendo dinero por sus ganancias, también hay muchas personas que dependen económicamente de su trabajo en nuestras empresas. —haces una pequeña pausa— Pero tampoco tomaré en cuenta la opción de darles las empresas a una de mis primas, de ninguna manera. La tía Anne es demasiado exigente y estoy segura que de una manera u otra querrá meterse en los asuntos oficiales de las empresas, y me aterra pensar en qué haría con ellas.
—Pero, aún así, dijiste que no querías hacerlo y ahora... Lo entendemos, no tienes porque forzarte.
—No me estoy forzando. —niegas con la cabeza, manteniendo tu sonrisa— Ya había pensado en esto antes y entendí que esta era la opción más favorable para las empresas. Además, que me haga cargo de ellas no quiere decir que dejaré de lado lo que quiero y me apasiona hacer, seguiré pintando mientras quiera y pueda hacerlo. —les sonríes a ambos ampliamente— Aparte, sería una pena que las enseñanzas que he tenido sobre las empresas se echen a perder, ¿No creen?
Tus padres comparten una mirada antes de volver a verte y sonreírte, orgullosos de tu pensamiento tan responsable. Cirene se inclina un poco hacia ti y acaricia tu mejilla, manteniendo una leve sonrisa.
—Si eso es lo que quieres, entonces está bien.
Y tú, no haces más que devolverles la sonrisa ampliándola un poco más.
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—¡Souya! ¿Dónde y qué estás haciendo ahora mismo? —le preguntas rápidamente, esperando impacientemente su respuesta.
—Oh.. Uhm... Estoy en casa, con Nahoya, papá y mamá. —responde, a través del teléfono.
—¿Crees que puedas venir en este instante a verme?
—¿Eh? ¿Ahora?
—Sí. —afirmas sin dudarlo— Yo.. Quiero mostrarte algo...
—Mhm.. Supongo que puedo ir por un par de minutos. —contesta, provocando una sonrisa en tu rostro.
—¡Bien! Prometo que no tardará demasiado. —aseguras y antes de que pudiera preguntar un poco sobre lo que quieres mostrarle o si quiera despedirse, tú ya habías colgado.
Souya observa su teléfono, un poco confundido por tan inesperada llamada. Suelta un suspiro y niega suavemente con la cabeza, recordando lo espontánea e improvisadora que sueles llegar a ser.
—Mamá, papá, saldré un rato. —avisa, levantándose del sillón— Quizá tarde un poco, pero no se preocupen, les llamaré una vez termine y esté de vuelta a casa.
—¿Irás a ver a _______? —pregunta Nahoya, asomando su cabeza por sobre el sillón.
—Uh... —las mejillas de Souya se tornan de un ligero color rojo cuando su hermano te nombra— Sí..
—¡Oh, en ese caso dile que le mando un saludo y que espero verla pronto! —su madre se asoma por la cocina, observándolo sonriente.
—La próxima vez que venga que sea un día en el que yo esté aquí. —su padre se cruza de brazos, soltando un suspiro antes de mirarlo— Quiero conocer a la chica de la cual tu madre habla tan bien.
—S-.. Se lo diré. —murmura un poco avergonzado, apurando su paso para llegar rápidamente a la puerta— ¡Regresaré más tarde!
—¡Cuídate!
Sin más, el peli-azul sale de su vivienda en dirección a la tuya. Decide caminar hasta allá, ya que a pesar de que siempre era llevado por los chóferes de tu familia, tu casa realmente no está tan lejos de la tuya.
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—Oh, ¡Souya! —alzas tu mano en el aire, saludándolo sonriente— Buenas noches.
—Buenas noches, _______... —Souya te devuelve el saludo, confundido por tu presencia— ¿Por qué estás aquí?
—Te estaba esperando.
—¿Por qué afuera?
—Ya te lo había dicho. —te acercas a él hasta que su rostro y el tuyo quedan a pocos centímetros de distancia. Sus mejillas se tornan de un suave rosa mientras desvía la mirada— Quiero mostrarte algo, ¿Recuerdas? —le sonríes y tomas su muñeca, comenzando a caminar por las calles junto a él.
—¿Eh? Pero... ¿A dónde vamos?
—Ya lo verás.
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—¡Ya estamos aquí! —exclamas animadamente— ¡Puedes abrir tus ojos!
Souya acata tu indicación y abre lentamente sus ojos, mirando alrededor. Lo primero que sus ojos captan es la flora del entorno, luego su vista se enfoca en ti y en la hermosa vista detrás tuyo.
—¡Tarán! —extiendes tus brazos, mostrándole el lugar con emoción.
—Wow... —murmura Souya, acercándose un poco a ti mientras mira alrededor.
Se encuentran en una colina, en una colina realmente alta ya que da vista a casi toda la ciudad que es hermosa y perfectamente iluminada por los faroles de las calles, que desde donde están, se ven como pequeños pero hermosos brillos nocturnos.
—¿Te gusta?
—Sí.. —responde, aún absorto en lo hermoso de la ciudad y después de varios segundos observando aquel lugar con admiración, su mirada pasa a ti— Pero, ¿Por qué me trajiste aquí?
—Oh, deberían empezar en cualquier momento-... —eres interrumpida cuando un ensordecedor sonido se hace presente en el lugar seguido de un fuerte destello. Cubres tus oídos con tus manos, pero aún así sonríes al ver el cielo— ¡Ya empezaron!
—Fuegos artificiales.. —susurra Souya, mirando el cielo iluminarse por aquellos hermosos destellos.
—Hace dos años descubrí este lugar y es perfecto para ver fuegos artificiales. —dices, sin dejar de cubrir tus orejas ni de sonreír.
—Ya veo.. —Souya te observa de soslayo. Miras como otro fuego artificial se hace presente en el cielo— ¿Por qué cubres tus oídos?
—Oh.. No soy muy tolerante a los sonidos fuertes, desde pequeña les he tenido un inmenso miedo. —explicas, sin dejar de observar el cielo— Actualmente puedo controlar aquel sentimiento de terror, pero aún así instintivamente cubro mis oídos de los sonidos fuertes.. Olvidé mis tapones en casa, así que me conformaré con cubrir mis oídos.
Souya te observa por un rato más antes de desviar la mirada, comienza a jugar un poco con sus dedos hasta que finalmente suelta un suspiro, decidido por su próxima acción. Él se acercar a pasos un poco dudosos a ti hasta que finalmente queda a tu costado, sus brazos viajan a tus hombros y te abrazan, poniéndote frente a él.
Su acción claramente te sorprende, así que sin evitarlo subes la mirada y lo miras confusa.
—Quizás así... Ya no sientas tanto miedo.. —murmura, siendo aquello escuchado por ti a pesar de los estruendosos sonidos de los fuegos artificiales.
Sonríes suavemente, sintiendo tus mejillas comenzar a calentarse un poco. Tus manos dejan de cubrir tus oídos y bajan a sus brazos para abrazarlo con ligera fuerza, temblando un poco cada vez que el sonido de aquella pirotecnia se hacía presente.
Aunque, al pasar un par de minutos, tu cuerpo comienza a tranquilizarse notablemente, hasta el punto en el que finalmente dejas de aferrarte con tanta fuerza a él.
—¿No es hermoso? —preguntas en un balbuceo, mirando encantada el espectáculo en el cielo.
Souya observa la pirotecnia antes de viajar la mirada hacia ti, sus ojos te observan por un par de minutos. Observa como tu piel se ilumina cada vez que el cielo lo hace, observa como tu mirada desprende aquel brillo característico de tus ojos, simplemente te observa, solo a ti.
—Sí... —murmura, afirmando sus brazos a ti mientras deja caer su rostro en tu cabeza— Es precioso...
Y con dichas palabras, todo vuelve a ser silencio entre ustedes. Tan sólo escuchando y viendo aquel espectáculo, y sintiendo la calidez del cuerpo del otro.
Tú.. Eres preciosa...