—¿Que... Me case contigo...? —murmuras, aún asombrada por sus tan inesperadas palabras.
Él baja ligeramente la cabeza, jugando con sus dedos nerviosamente. Sus mejillas se tornan de un color rojizo y apreta suavemente sus labios antes de soltar un suspiro.
—Sí.. —asiente con la cabeza y tus ojos solo pueden abrirse aún más— Yo... Es decir, aún no tenemos a edad suficiente para casarnos, pero... Yo... —él cierra sus labios y piensa un poco antes de subir su mirada, viéndote decididamente— Yo.. ¡E-esperaré por ti! ¡Así que tú también...! Espera por mí..-
El silencio es lo único que reina el lugar, un silencio en el que hay dos adolescentes boquiabiertos y un último adolescente avergonzado. Pero es entonces cuando Nahoya te da un suave golpe con su codo en el hombro, haciéndote reaccionar.
Parpadeas un par de veces, pero cuando finalmente procesas sus palabras tu rostro comienza a tornarse de un color rojo vivo, e incluso es casi visible que un poco de humo sale de tu cabeza.
—Yo... —susurras, bajando la cabeza para que no noten tu sonrojo, pero es en vano, los presentes lo notaron completamente— Sí quiero... Casarme contigo. —levantas la mirada y aún con un rubor en tus mejillas, le sonríes— Acepto casarme contigo, Souya.
El nombrado se sonroja aún más por tus palabras y eres tú quien toma al inciativa y se acerca, casi saltando sobre él para abrazarlo con fuerza. Suaves risas de entusiasmo salen sin cesar de tus labios, aunque estas se desvanecen lentamente al ver a tus padres a espaldas de Souya. Dejas de abrazarlo para observarlos a ellos, y ellos a ti; los tres se miran, atentos en el otro, y cuando estás por decir algo ambos mayores se acerca a ti y te atrapan en un fuerte abrazo.
—Lo sentimos.. En verdad. —murmura tu madre, sollozando un poco— No nos dimos cuenta de como te sentías, en serio lo sentimos..
Te acurrucas contra el hombro de tu padre, sintiendo pequeñas lágrimas brotar de tus ojos. ¿Eran de alegría, melancolía o algún otro sentimiento? No lo sabes, pero estás... Contenta, de por primera vez, tener a tus padres.
—Así que serás el primero de los dos en casarte... —comenta Nahoya, recargandose en el menor— Quién lo diría, ¿Eh, Souya?
El peli-azul desvía su mirada hacia ti, y es una diminuta sonrisa la que se forma en sus labios cuando ve aquella expresión de felicidad y tranquilidad en tu rostro.
—Sí.. —afirma a las palabras del mayor— Quién lo diría...
El próximo será el último capítulo EAEAEEAEA. Así que, esta pequeña historia, está por llegar a su fin.
<3