Esta sangre no es mía
De espalda desnuda y cabellos revueltos, así se le describía al rey en las mañanas. Sintió un sabor extraño en la boca, entonces pareció recordar los vinos que bebió antes de caer rendido en el camastro. Las motas de polvo que se cuelan por la pequeña ventana, dan vueltas a su alrededor, como apelmazadas, como si le advirtieran al rey que todo en su reino estaba siendo robado.
Sin embargo, las advertencias no llegan a sus pieles de animal al acecho, ni a los instintos de cazador despiadado. No cuando al dar la vuelta, puede observar a un desnudo Tae Hyung acomodarse la ropa con sumo cuidado. Su espalda es ancha, su trasero firme y voluminoso, un par de lunares en las nalgas que de los que ha tenido la oportunidad de tomar un par de mordidas y, sobre todo, una cintura escueta que puede presumir ha tomado entre sus manos en incontables ocasiones.
Las mandolinas comienzan a sonar si bien los primeros rayos del sol dan la bienvenida al nuevo día.
—No te vistas —suplica el rey.
Suplicar.
Esa palabra sabe a burla en los pensamientos de Rose, a quien la mente se le ha llenado de ideas y posibilidades catastróficamente divertidas, ¿qué harían los verxianos al ver a su temible rey "suplicar" a bufón?
¿Hacia dónde correrían para esconder sus cabezas?
¿Sobre qué clase de tierra cavarían sus propias tumbas?
—Andaré desnudo por el castillo si así lo pide, majestad —exclama Tae Hyung mientras se arrastra en la cama y se sienta a horcajadas sobre el cuerpo de su rey, quien lleva una sábana cubriendo su sexo y gran parte de sus piernas largas y fuertes-. Solo tiene que dar la orden, y obedeceré como el siervo que soy.
Pero el ceño fruncido de Su Majestad lo descoloca, pues es el enojo quien ha dotado a su rostro de tal expresión temerosa. Von Rosewald tensa su cuerpo al no poder leer sus pensamientos y sabe que debe tener cuidado cuando su rey está en blanco. Porque entonces no podrá preveer su siguiente decisión.
—Nadie además de mí puede mirar tu cuerpo. ¿Me escuchaste? —su tacto es suave, a pesar de que su voz suena a piedra, a inflexibilidad, a determinada frialdad y al mismo tiempo, una apasionada rabia que resulta provocada ante la imaginaria posibilidad de saberlo ajeno—. ¿Me escuchaste?
Tae Hyung asiente expulsando un gran gemido, mientras se pierde en el cuello del joven soberano, en tanto que, con besos profundos y succiones atrevidas, termina por extraer los del propio rey. Jeon IV debió ser conocido como el hombre más celoso y caprichoso del mundo. Y quizá allí von Rosewald debió entender que la connotación del deber, no sería suficiente para salvarlo si es que fallaba.
07032022 | Love, Sam 🌷