MCP | La Cura ©️ (¡Completa!)...

By nani2612

636K 71.3K 16K

(+21) (Libro 5) Lo inevitable no solo ha desatado una ola de emociones dolorosas entre Adrián y Alysha por la... More

Descripción.
Contenido.
Dedicatoria.
Playlist|Spotify.
Epígrafe.
«Hospital General de Puerto Rico».
Prólogo.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42.
Capítulo 43.
Capítulo 44.
Capítulo 45.
Capítulo 46.
Capítulo 47.
Capítulo 48.
Capítulo 49.
Capítulo 50: Final.
Epílogo.
Lista «Mi Cura Prohibida».
Agradecimientos.

Capítulo 4.

10.2K 1.3K 237
By nani2612

Capítulo 4.

No quería terminar la llamada que Adrián me había hecho, pero ya no soportaba ver a mi mamá desmayada sobre el suelo. No podía dejarla tirada para esperar que la ambulancia llegara. No iba a pretender que fuese una paciente más cuando claramente era la mujer que me había dado la vida.

—Señorita Doménech, es mejor no estar cerca de ella —me dijo Arnold, pero la sangre pesaba más que el agua.

—Es mi mamá —le recalqué—. No puedo dejarla así como si nada —me acerqué a ella, me arrodillé a su lado y examiné su pulso.

Era consciente de que me estaba arriesgando demasiado, pero necesitaba saber que su pulso era estable. Sin embargo, cuando verifiqué sus signos vitales, me di cuenta de que no parecía enferma. Ni siquiera tenía fiebre. Achiqué los ojos cuando me percaté de que su desmayo no era debido al virus.

—Mierda —me quejé por lo bajo cuando caí en la cuenta de que, probablemente, su desmayo se debió al estrés emocional.

Cuando Arnold me preguntó qué sucedía, le expliqué lo que posiblemente le había sucedido a mi madre. Aunque él parecía temeroso, no dudó en cerrar la puerta a nuestras espaldas para ayudarme a colocar a mi mamá sobre la cama. Me urgía que nos marcháramos, pero tendríamos que tomarnos unos minutos mientras ella se recuperaba y despertaba.

🔹

Los minutos se me habían hecho eternos. Caminaba de un lado a otro, esperando que mi mamá despertara. Arnold hablaba por teléfono muy concentrado, aunque parecía más calmado que yo. Suponía que hablaba con mi padre o con el doctor Andrés Wayne. No estaba muy segura, pero sí intuía que le decían estrictas órdenes e indicaciones.

—¿Aly? —la voz soñolienta de mi madre inundó el silencio de la habitación.

—Mamá, ¿estás bien? —rápidamente, me acerqué a ella y toqué su frente, comprobando una vez más que su temperatura corporal estaba normal, a pesar del frío que hacía en París—. Me has dado un susto horrible. ¿Cómo te sientes?

—Creo que bien —parpadeó repetidas veces, acariciando sus sienes e intentando caer en tiempo—. ¿Tú qué haces aquí? ¿Qué sucedió? ¿Qué me pasó?

—Vine hasta aquí para buscarte y ponerte a salvo. En cuanto localicé el hotel donde estabas y encontré la habitación donde te alojabas, me asusté al ver que estabas desmayada. Por un momento pensé lo peor —le dije al sentarla poco a poco—. Lo que has hecho ha sido una locura, mamá.

—Lo sé, hija, lo sé —frotó su cabeza—. Pero también me preocupé cuando me enteré de que tu padre estaba aquí, trabajando para la investigación de ese virus. Al principio creí que sus mentiras eran por una infidelidad, pero no fue así —suspiró profundamente—. Tu papá no es de mentir y fue por eso que comencé a preocuparme más de lo debido. Luego de saber lo que realmente sucedía, solo quería estar a su lado, porque uno nunca sabe lo que pueda suceder.

Mi madre tenía razón en ese aspecto. Uno como persona nunca sabía lo que al final nos deparaba la vida, ni siquiera sabíamos del mañana, así que en el momento solo me preguntaba si volvería a ver al hombre que amaba con todas mis fuerzas luego de que saliera del peligro y estuviese a salvo con mis padres. Mi corazón sentía punzadas de dolor y nostalgia al recordar que ya no estábamos juntos por la manera tan abrupta de haberlo dejado atrás para que no me siguiera hasta Francia.

—Mamá, está claro que hubo un problema de comunicación familiar y que ha sido un malentendido, pero tenemos que irnos de aquí cuanto antes y llegar hasta donde está papá y el doctor Andrés Wayne —le expliqué con cuidado, aunque me mostré un poco desesperada por querer largarme de una vez.

«Tal vez Adrián se calmaría en cuanto viese que ya saldríamos del hotel gracias al rastreador que tenía en la mano», pensé.

—Sí, tienes razón —me dijo al intentar levantarse de la cama. Parecía un poco agotada, así que hice que se apoyara de mis hombros para que recuperara la compostura.

—Mamá, ¿has comido algo desde que estábamos en Puerto Rico? —le pregunté cuando la guié hasta el baño para que se echara un poco de agua tibia en el rostro.

—La verdad es que no había tenido tiempo de pensar en comida, hija —me dijo una vez que secó su rostro con una toalla—. Supongo que cuando nos alojemos en el hotel donde está tu padre y tu suegro, podré comer algo con menos preocupación de la que cargo.

La palabra "suegro" hizo estragos en mi ya triste corazón.

—Sí, supongo —le sonreí sin ganas.

—Señorita Doménech, debo informarle un detalle importante —Arnold se asomó en el marco de la puerta del baño que yacía abierta.

—¿Qué sucede? —mi corazón volvió a acelerarse por la preocupación de su rostro.

Arnold me había informado que el tráfico se había complicado desde donde nos encontrábamos hacia donde teníamos que dirigirnos, ya que el país también había declarado una repentina cuarentena y las personas estaban como locas de un lado a otro.

—Quédense aquí. Iré por los trajes de protección —nos dijo Arnold antes de salir de la habitación por completo.

En cuanto él regresó, nos entregó los trajes de protección y nos lo pusimos con cierta prisa. Antes de salir de la habitación con las pocas pertenencias de mi madre, ella me dedicó una mirada de preocupación, como queriendo decir: "Te amo mucho, hija". La realidad era que no quería ponerme más nerviosa de lo que ya estaba, así que decidí proceder de una vez y actuar para lo que había venido hasta el otro lado del mundo.

Por suerte, salir del hotel después de pagar la cuenta fue más sencillo que cuando habíamos llegado. Una vez que accedimos al interior del vehículo y Arnold guardó las pertenencias de mi madre en la cajuela, se dispuso a encender el motor para acelerar con cierta prisa.

—Tendré que acostumbrarme a esta cosa mientras esté aquí y cuando regrese a trabajar en el hospital —intenté removerme sobre el asiento posterior junto a mi madre, ya que el traje protector me incomodaba por momentos.

—Hija, siento mucho que hayas tenido que venir hasta aquí por mí —me dijo apenada—. De verdad que mi intención no era que vinieras. Hubiese preferido que te quedaras con los demás, a salvo en Puerto Rico —me dijo al también intentar acostumbrarse al traje protector.

—Mamá, yo sé que tus intenciones eran ir en busca de mi padre. Créeme, lo entiendo perfectamente, pero ustedes también son muy importantes para mí y yo no iba a permitir que tú estuvieses en este país a la intemperie cuando este lugar es uno de los epicentros actuales de mayor contagio. Tengo un basto conocimiento sobre el virus, así que no te dejaría sola aquí.

—Hija, pero...

—Pero nada, mamá —la interrumpí—. Ahora estamos juntas y muy pronto estaremos resguardadas y a salvo —sujeté su mano y la presioné, aunque ambas portábamos guantes de protección—. Además, te desmayaste por falta de alimentación y estrés emocional. ¿Qué hubiese pasado si yo no hubiera llegado? —por un momento, miré a través de la ventanilla y me fijé en que Arnold tenía razón.

El tráfico no solo estaba pesado, sino que también estaba bastante atascado y llegar hasta donde se encontraba mi padre y el doctor Andrés Wayne nos tomaría un rato más —según el GPS del vehículo—. Realmente, solo esperaba que pudiésemos llegar con bien de una buena vez. De hecho, así parecía, ya que una llamada entrante de mi padre se reflejó en la pantalla del teléfono de mi madre.

—Es tu padre —sus ojos reflejaban emoción a través del plástico que cubría su rostro.

Asentí y dejé que hablara con él mientras yo perdía mi vista en las calles de París. Por un momento, quise tener un poco de calma y admirar la belleza de un país que soñaba visitar. Aunque no de la manera que sucedía, claro estaba. Me preguntaba como hubiese sido si hubiese visitado Francia en otro momento y con el hombre de mis sueños, el cual ya no se encontraba a mi lado.

«Probablemente, hubiese sido una situación de ensueños», solté un largo y pesado suspiro en el interior del plástico que cubría mi rostro.

Recordar que Adrián y yo no estábamos juntos hacía que el corazón se me arrugara hasta volver a quedar hecho añicos. Jamás me había dolido tanto lidiar con el hecho de estar lejos de él. Hubiese deseado que la situación del momento y el cómo me sentía solo fuese una horrible pesadilla de la cual no había despertado, pero no era así. Hasta sentía que cada vez se ponía peor la cosa.

—¿¡Qué!? —exclamó mi madre al continuar hablando por teléfono—. ¿Estás seguro? —ella me miró aterrorizada, acción que también me aterrorizaba a mí—. Bueno, intenta no preocuparte tanto. Ya buscaremos la forma de llegar hasta allá.

—¿Qué sucede? —le pregunté al interrumpir la conversación que tenían.

De repente, el teléfono de Arnold suena con insistencia en el interior del vehículo gracias al manos libres. Sin embargo, cuando me percaté que en la pantalla se reflejaba un número que se me hizo más que conocido, achiqué los ojos y un extraño presentimiento afloró en mi interior.

—¿¡Es el doctor Wayne!? —le pregunté a Arnold desde mi lugar—. ¿¡Es Adrián!? —estaba incrédula.

—Bueno... —Arnold carraspeó. No podía ver su expresión por su traje protector, pero parecía ruborizado y apenado.

—¿Es mi jodido papi rico? —engrandecí los ojos.

Está bien, mi lado boricua salió a relucir y lo dije en español, sabiendo que no me entendió. Sin embargo, un fuerte temblor retumbó desde la carretera en donde nos habíamos quedado atascados y el vehículo se removió con fuerza, causando que mi madre y yo chocáramos nuestros cuerpos en el asiento posterior. Una fuerte explosión se había apoderado del tráfico donde nos encontrábamos.

Continue Reading

You'll Also Like

1.9M 133K 90
Becky tiene 23 años y una hija de 4 años que fue diagnosticada con leucemia, para salvar la vida de su hija ella decide vender su cuerpo en un club...
1.1K 150 2
🪽...❛ this love! ❜ ❨tom blyth fanfic❩ ✶ "...this love came back to me..." 💌 en donde...tom fue el primer amor de eloise whitman, pero tuvieron que...
3.2K 365 12
Los pasillos del instituto Northbrook siempre han estado divididos en dos zonas totalmente opuestas. Cada una de ellas liderada por dos bandos rivale...
110K 8.2K 25
Hazel, una chica que es famosa en la escuela por agarrar a patadas a todos y ser muy extrovertida y Noah, la chica mas popular de toda la escuela, a...