-Deme una respuesta maldita sea –dice Wanger golpeando los puños en la mesa.
-No la tengo, no la tengo –respondo con la misma energía.
-Espero que el tiempo en una celda te haga tenerla –dice sin algún tipo de emoción.
El hombre se levanta y sale, haciendo que los soldados me esposen nuevamente y me lleven a una celda, en la cual las horas pasan sin que alguien llegue a hablarme. Después de que los policías llegaron nos esposaron a Persy y a mí, ya que al ver el escenario en el que nos encontrábamos no había mucho que pensar, al llegar a la central nos dejaron juntos en una sala de interrogatorios, en la cual puedo apostar que pasamos más de 3 horas, hasta que nos separaron.
Lo que siguió fueron más horas de interrogación y amenazas que no llevaron a ningún lado, y así llegamos hasta este momento, puedo apostar que llevo más de medio día encerrada en la celda, sin contar las horas en los interrogatorios, y creo que he comenzado a apreciar mi propia compañía.
-Señorita O'connor, ¿el tiempo le ha ayudado a recordar algo? –dice el odioso de Wanger llegando a mi celda.
-No, creo que tal vez debería venir a hacerme compañía –respondo con sarcasmo.
-No creo que sea bueno para su carrera que los periódicos se enteren de lo que paso –el tono que usa al decir eso me hace saber que va a ofrecer un trato.
-Tal vez –responde tratando de no mostrar mi interés –pero creo que sería menos bueno encarcelar a un inocente.
-Las pruebas indican lo contrario –dice con una sonrisa ladeada, por lo que tomo una postura erguida, y sonrió de la misma manera que él –lo que es curioso, ya que hace un par de días era tú primo el que estaba siendo investigado, no te parece intrigante.
-Si tuvieran pruebas estaría en rumbo a Alemania para ser juzgada –sé que mis palabras son certeras cuando su mirada de superioridad se desvanece y se marcha volviendo a dejarme sola.
Me acuesto y trato de dormir un poco, ya que no he pegado el ojo desde que todo esto paso, a lo que supongo ha transcurrido un día, el dormirme no me cuesta, ya que el cansancio hace de lo suyo y el no escuchar llantos de bebés cada que intento dormir hace que la tarea sea más fácil.
No sé por cuantas horas dormí, pero me despertó el golpeteo de un arma contra la puerta de la celda, el guardia que me levanto me entrego comida y algo de beber, después de eso me volvieron a dejar sola, así que tratando de distraerme me puse a hacer ejercicio, pero lo deje luego de unas cuantas repeticiones, cuando me llego el olor que mi cuerpo expira, por lo que decidí que lo mejor es no apestarme más y conservar mi energía.
-Tienes compañía –dice un guardia, al tiempo que mete a Persy a mí misma celda y creo que nada podría ir peor.
El solo se sienta en la cama al otro lado de la celda, se le nota tenzo y eso me parece lo mejor, ya que no pretendo establecer una plática con él. La comida que nos traen es una basura, por lo que me abstengo de comer, ya que después de dar la primera bocanada vomité todo.
-Es hora de que vayan a la sala de interrogatorios –dicen unos guardias abriendo las puertas después de varias horas.
Ambos salimos de la celda y nos quedamos quietos mientras nos colocan las esposas, los guardias nos llevan a la misma sala que la vez anterior y nos dejan ahí esperando durante varios minutos, hasta que aparece Wanger con una sonrisa de oreja a oreja.
-Buenas tardes Comandantes –dice amigablemente –espero que estén decididos a cooperar.
-Ya te he dicho todo lo que sé, créeme, a la que menos le importaba la muerte de Agatha es a mí –respondo cansada de esto.
-Pero aun no comprendo lo que hacías en ese lugar, o bueno, lo que hacían –habla mientras toma asiento frente a nosotros, abro la boca para hablar, pero la puerta se abre dejando ver al Ministro, por lo que todos nos ponemos de pie.
-Exijo que me expliquen que demonios está pasando aquí –dice furioso, entrando con los guardias que forman su anillo interno de seguridad.
-No es nada Ministro, problemas menores –dice Wanger acomodándose los lentes con nerviosismo.
-No es lo que parece –incrimina Benedic, pasando la mirada entre Persy y yo - ¿de qué se les acusa? –cuestiona.
-De asesinar a Agatha Clements –respondo, haciendo que Wanger me mire al igual que mi tío y el resto de personas en la habitación.
El lugar se queda en silencio y puedo notar la confusión en el ministro, y él es mi última esperanza para salir de aquí, Benedic sale de la sala de interrogatorios y escucho como se pone a discutir con alguien a fuera, mientras tanto Wanger guarda lo que había comenzado a sacar de su maletín nuevamente.
-Hoy mismo te regresas a Alemania, Wanger –ordena Benedic volviendo a entrar.
-No entiendo la razón ministro –refuta este, ganándose una mala mirada por parte del Ministro –tengo una labor aquí, por lo que no puede hacer que me marche hasta que todo quede claro.
-Quiero que te alejes de los Comandantes, Wanger –amenaza Benedic a la persona del consejo, cosa que me asombra, ya que el consejo es parte fundamental para nosotros –y ustedes quedan suspendidos hasta que todo se aclare.
-Pero que, no es justo –reniego poniéndome de pie.
- ¡Ya estoy harto de darle gusto a todos, soy el máximo jerarca y eso se me respeta, así que a callar todos! –grita Benedic, haciendo que me vuelva a sentar sin objetar.
Nos mantienen unas horas más ahí hablando sobre los derechos que se nos quitaran por estar fuera de la FMCE durante los próximos meses y después nos dejan marchar después de tanto show. Voy directamente a las duchas y me quito toda la peste que tenía acumulada de los 4 días que nos mantuvieron retenidos y siento como mi cuerpo se comienza a destensar, cuando prendo mi celular las notificaciones comienzan a llegar, y por lo visto nadie se enteró de donde estaba, ya que todos me hacen la misma pregunta.
Respondo algunos mensajes mientras me arreglo, poniéndome ropa de civil, ya que desde el día de hoy dejo mi puesto, el cual estará a cargo de Logan, durante mi tiempo fuera, salgo de las duchas y reviso la hora en mi celular, el cual me marca las 9:30 de la noche, por lo que voy al estacionamiento, en donde Benedic informo que está mi auto.
Las puertas del elevador se abren y salgo buscando mi auto, llego al cajón que dice mi nombre y veo a mi bebé intacto, lo cual me causa alegría, ya que lo extrañaba, las puertas del elevador se vuelven a abrir y por inercia me volteo a ver quién es y cuando noto que es Zeth sonrío naturalmente.
-Hola, no sabes cómo te he echado de menos –digo caminando hacia Zeth, quien se mantiene serio ante mis palabras.
-Supe que estabas en problemas –responde sacando las llaves de su auto del bolsillo de su pantalón.
-Todo fue una confusión –digo lanzándome a sus brazos en busca de refugio.
Pero sus brazos nunca me envuelven, por lo que me toca separarme, doy un paso hacia atrás confundida por su reacción, trato de hacer contacto visual, pero él se mantiene viendo hacia otro lado, con las manos empuñadas, como si tratara de contener algo, trato de acercarme de nuevo, pero él da un paso hacia atrás desatando una oleada de dolor en mí.
-No pedí explicación –responde –realmente no me interesa, pero si quiero saber ¿Por qué no confiaste en mí? ¿Por qué no me dijiste que estabas en un grupo de lucha mortal? –lo último lo dice en un susurro.
Me quedo estática por sus palabras ya que eso es algo que solo lo saben 3 personas fuera de fights to the death sabían sobre eso, por lo que no entiendo nada, Zeth me observa esperando mi respuesta, pero no tengo una.
-Quería hacerlo, de verdad –digo recordando la vez que casi se lo digo.
-De querer a hacer hay una acción de por medio, una que tu decidiste guardarte –dice enfocando su mirada en mí.
-No es fácil para mí –le contesto tratando de acercarme de nuevo, pero su mirada cansada me detiene, el cansancio en sus ojos no es físico, si no
-Kaira ya no puedo hacer esto –dice aflojando la fuerza en sus nudillos.
- ¿A qué te refieres?... Zeth, habla –mi voz sale un poco quebrada y tengo que mirar hacia arriba durante unos segundos, para evitar que las lágrimas que se comienzan a acumular rueden por mis mejillas.
-No puedo seguir exponiendo mis sentimientos, mientras tú no te decides, Kaira, yo te puedo dar todo de mí, pero yo también necesito a alguien que me ame de la misma manera -siento que la saliva no me pasa con cada palabra que dice.
Tengo que morderme la lengua para que la barbilla no me tiemble, mientras que él permite que sus sentimientos se muestren cuando comienza a llorar, siempre he querido poder leer la mirada de Zeth y cuando lo logro veo puro dolor, el cual es causado por mí.
-Tienes razón –digo haciendo lo que creo correcto –tú te mereces a una mujer que te dé con todo lo que sueñas, estabilidad, amor, una familia y por más que –tengo que tomarme unos segundos para respirar y poder continuar –por más que lo intente nunca seré yo, lamento, espero que encuentres a esa mujer.
Cuando termino de hablar no me creo capaz de seguir mirándolo o de seguir a su lado, no después de lo que acabo de decir, pero no puedo arruinar su felicidad por la mía, no puedo hacerle eso a alguien que trato de pasarle a un lado, pero Zeth me detiene tomándome del brazo.
-Ya la encontré –me responde al oído, y él es el que se marcha dejándome parada y nuevamente con confusión en mis sentimientos.
₯₯₯₯₯₯₯₯₯₯₯₯₯₯₯.
Las semanas pasan y la soledad me afecta, debido a mi estado de ánimo me regrese a mi apartamento, junto con princesa ya que Zeth no ha pasado por ella y yo no he tenido ánimos de verlo, mis amigos han venido a verme, insistiendo cada día a pesar de que he dejado claro el no querer verlos.
Cuando el primer mes de estar en casa toda la comida que tenia se acaba y las películas y series de Netflix que estaban en mi lista de espera ya se agotaron y comencé una nueva lita que estoy casi por terminar, princesa no se separa de mí ni un segundo, es como si tuviera un sexto sentido el cual le hace saber que no me encuentro bien, por lo que busca mi conforte acostándose conmigo, dejando su cabeza sobre mi barriga.
-Bien, vamos por comida –digo agachándome y poniéndole la correa a la perra, quien me observa moviendo la cabeza de un lado a otro.
Salgo de mi casa con princesa a mi lado y bajamos hasta llegar al estacionamiento, nos montamos en el coche y nos marchamos, durante todo el trayecto la perra se comporta extraordinariamente, el único de día que salí fue la semana pasada a la casa de mi hermano a celebrar el segundo mes de los gemelos, lo que me distrajo un rato, pero cuando regrese a casa la realidad me golpeo.
Llegamos al supermercado y bajo, llevando a la perra conmigo, ya que es uno de los centros comerciales en los cuales se permiten el acceso de mascotas, tomo un carrito y comienzo a pasearme entre los pasillos, tomando los alimentos que me gustan o lo que se me antoja, llego al pasillo de congelados y tomo varios botes de helados y paletas de hielo.
-Tranquila princesa –digo cuando la perra se acelera moviendo el carrito, la manera en que mueve la cola y ladra me hace alzar la cabeza, notando que su dueño esta frente a mí con una bolsa de verduras congeladas.
Mi postura cambia radicalmente en cuestión de segundos, me pongo erguida, saco un poco el pecho y siento como mis gestos faciales también cambian, la perra se suelta de la correa saltando hacia su dueño, quien la carga acariciándola y me da cierta envidia.
-Hola –digo acercándome después de colocar en el carrito lo que estaba tomando de la estantería.
-Hola, veo que princesa está muy bien cuidada –dice mientras continúan las caricias hacia la perra.
-Yo te la iba a llevar, pero no quería incomodar –digo –pero si quieres y tienes tiempo puedes ir a mi apartamento por sus cosas para que regrese contigo –sugiero, a pesar de que quisiera que digiera que no.
-Sí, la extraño en casa –responde y sonrío para ocultar mi desilusión.
-Bien, ya terminé, solo tengo que pagar y vamos –digo moviendo el carrito.
El camino a mi lado y hacemos todo en silencio, pago las cosas y salgo del lugar, su carro lo dejo al otro lado del estacionamiento, por lo que nos separamos, guardo todo y manejo en dirección a mi departamento, como llego antes me encargo de comenzar a guardar las cosas de princesa en una caja, cuando llega lo hago pasar y se sienta en el sillón mientras termino de ordenar todo y puedo notar que toma una de las fotos que tengo en una mesita en donde nos vemos princesa y yo acostadas en el parque, ella lame mi mejilla y yo estoy sonriendo.
-Esto es todo –digo dejando la caja en la entrada.
-Bien, tengo que irme –dice poniéndose de pie.
Lo acompaño hasta la puerta y me despido de mi compañera, la cual duda antes de marcharse con su papá, los veo alejarse y cuando cierro la puerta la soledad absoluta me consume, al igual que las semanas siguientes, en donde me dedico a comer por estrés y vomitar por la misma razón, hasta el día de la boda de mi hermano.