PESADUMBRE

By Diana_Oro

3.6K 2.3K 2.1K

Landon Morris se ha sentido desanimado, con el cuerpo empapado y embargado por la pesadumbre, tras la pérdida... More

• FRASE •
LANDON Y SADIE
• PRÓLOGO •
•PRIMERA•
Cap 1 • Thomas
Cap 2 • Cuando llegastes
Cap 3 • Bajo el agua
Cap 4 • Inesperadamente
Cap 5 • Una voz dulce
Cap 6 • Ausencia
Cap 7 • Ayuda inesperada
Cap 8 • ¿Venganza?
Cap 9 • Una coraza
Cap 10 • La fiesta "importante"
Cap 11 • Desastre
Cap 12 • Ocurrencias
Cap 13 • Atípico
Cap 14 • Sensaciones
Cap 16 • Estar conmigo
Cap 17 • Te esperé
Cap 18 • Mensajes no leídos
Cap 19 • La verdad se sabe
Cap 19.2 • Decepción
Cap 20 • Se ha ido
Cap 21• Adam Granch
Cap 22 • Nuestro no final
Sadie • Sin Rumores
Pesadumbre

Cap 15 • Un planeta llamado Sadie

106 77 89
By Diana_Oro

15|

¿DETECTIVE MORRIS?
____________


Hace dos días que Sadie no viene a clase y reconozco que la echo un poco de menos. Hoy llueve y me la imagino tumbada en la cama, con su cabello rojo esparcido por toda su cama, leyendo cómics odurmiendo. No piensa en mí, o tal vez sí.

Despejo mi mente y pienso en otra cosa como en que ya se aproxima lo que siempre he temido: la Navidad. Faltan menos de dos semanas y me gustaría que no llegaran esas fechas.

Con la familia de Thomas y la mía nos íbamos a unas cabañas rodeadas de montañas, compartíamos con si fuéramos una sola familia, recuerdo esos momentos con nostalgia, eran momentos demasiado felices.

Mientras yo estaba pensado, en el instituto sólo se habla de los exámenes, otra preocupación mas ya que después de estos exámenes son para entrar a la universidad y yo aún no sé en qué quiero convertirme.

(...)

Y aunque todos estaban con sus cosas, yo siempre me acordaba de ella ymás sabiendo que en el último mes había venido al instituto unos diez días, y se ha negado a contestar cuando lo han examinado en clase. Cuando en la tercera hora un profesor pasó lista y se dio cuenta de que no estaba, nos preguntó si sabíamos algo de ella. Algunos de la clase me miraron por un instante, la pregunta se queda en el aire y, dado que estos días estoy siempre solo y no tengo nada que hacer, decido que por la tarde jugaré a los detectives e iré a buscarla. La excusa ya la tengo: ¿acaso no es mi adorada compañera de escritorio? Quién sabe, tal vez se encuentre mal, o puede que haya decidido echarlo todo por la borda justo antes de acabar el instituto. La primera hipótesis me parece más probable. Si hubiese decidido abandonar, lo habría hecho mucho antes.

Sigo al profesor por el pasillo y rápido lo intercepto

—Disculpe Profesor, quería preguntarle algo.

Me mira y ase un ademan para que continúe.

—Es que quiero ir a ver a Sadie esta misma tarde.

Me mira perplejo, como si mi iniciativa le pareciese peligrosa.

—De acuerdo, pero no veo porque me lo comentas, ¿deseas algo?

—Si es que no sé dónde vive— le digo apenado.

—Ah ya veo, yo no tengo esa información pero podemos ir a secretaria a preguntar.

Me acompaña a secretaría. Al llegar le habla a la secretaria y ella obedeciendo a su petición abre un fichero metálico, extrae una carpeta y escribe la dirección en una hoja. Me lo tiende y el profesor me pide que le informe como esta, que le diga si está enferma o si tiene algún problema.

Nervioso por la investigación que estoy a punto de emprender, no me dirijo de inmediato a casa de de su amiga Johana, sino a la de sus padres ya que esa dirección estaba escrita en la hoja. No tardo en dar con la casa donde vive la familia de Sadie. Subo por la escalera, titubeo unos segundos antes de llamar. Dos timbrazos largos y firmes. Me abre un hombre de pelo oscuro, expresión irascible y cara llena de arrugas profundas. Antes de que pueda presentarme, una voz de mujer pregunta desde dentro quién ha llamado. La reconozco de inmediato: es su madre.
—Estoy buscando a Sadie —digo inquieto al ver que el hombre me observa de pies a cabeza—, soy un amigo del colegio

El hombre, mejor dicho, su padre, me responde sarcástico:
—¿Y desde cuándo Sadie tiene amigos en el colegio? Mientras, la madre se ha acercado y lo aparta con sutileza.

— ¿Buscas a Sadie? ¿Eres uno de sus amigos? —pregunta ansiosa.

Lleva el pelo recogido en un moño y tiene ojeras profundas.

—No... no, venía a entregarle unas tareas del colegio.

— ¿Entonces no eres un amigo? —me suelta un poco desepcionada, a la vez que mira a su marido como suplicándole que no diga nada.

Enrojezco y el hombre se me queda viendo inexpresivo.

Luego, sin más preámbulos, me anuncia que Sadie no vive con ellos. Su voz es ronca, parece un viejo de setenta años, aunque no debe de tener más de cuarenta. 

Los ojos de la madre se comienzan a cristalizar y me pide que si veo a Sadie le diga que lo quieren mucho y que la extraña. Me quedo plantado en la puerta, mirando a la mujer que comienzas a correr lagrimas silenciosas en su mejilla, y de repente también tengo ganas de llorar.

Farfullo algo y escapo, corro escaleras abajo. Subo a la motocicleta tratando de reponerme, esforzándome por no llorar. Me siento como un estúpido sentimental, pero no puedo evitarlo. Arranco y me alejo de allí. Sé adónde debo ir, y a pesar de que me he dicho un montón de veces que no debería, tengo ganas de volver a verla.

Llamo al timbre y es Johanna su amiga quien me responde y me abre. Me dice que Sadie está en su habitación y se aparta para dejarme entrar. Ahora que conozco, la casa me parece más acogedora.

Camino en dirección a la habitación y me quedo pensando si tocar lapuerta o entrar nada más, sin más abro la puerta y Sadie está tumbada en la cama, a oscuras. Cuando entro, enciende la luz de la mesita, se incorpora apoyándose en los codos, me mira un segundo y vuelve a echarse.
—¿Qué haces aquí? —pregunta con aspereza.

—Bueno, estaba dando una vuelta y hace tiempo que no vienes a clase.

Se sienta y me mira a los ojos, muy seria.
—No tengo intención de volver.

Ya está, ya lo ha soltado. Noto un nudo en el estómago. No sé qué decirle, acabo de oír lo que más temía, aunque no fuera consciente de ello.
—¿Y tu diploma?

Sadie pone los ojos en blanco y se ríe como si hubiese oído la cosa más divertida del mundo.
—¿Y qué se supone que puedo hacer con ese diploma?

—No lo sé, tal vez un día te canses de ser empleada de Walmart y quieras ir a la universidad — bromeo.

—¿A la universidad? ¿Yo? Sí, claro... —replica con amargura. Me encojo de hombros, ya no sé a qué aferrarme.

—Bueno, pensaba que alguien que dibuja tan bien como tú podría estudiar Bellas Artes... —murmuro, me fulmina con la mirada negando con la cabeza.

—No me importa. Bueno, da igual, no me has contestado, ¿a qué has venido?

—Ya te lo he dicho, pasaba por aquí y se me ha ocurrido verte un momento. —No menciono que he visto a sus padres, seguro que se pondría hecha una furia.

—Claro, normal —murmura para sí—. Vives en la otra punta de la ciudad, te venía de paso.

Me avergüenzo un poco, pero no me importa.
—Si quieres me voy —digo.

Me mira a los ojos y luego se hace a un lado para dejarme sitio en la cama.
—Ven aquí —dice dando unas palmaditas en la colcha.

Me quito la mochila, también los tenis y me acuesto a su lado.
Apenas cierro los ojos, lo oigo repetir la misma pregunta:
—¿A qué has venido?

—Tenía ganas de verte —susurro—. Te he echado un poco de menos —añado esperando su reacción.

—¿Qué pasa? ¿Nadie te ha prestado un bolígrafo? —replica graciosaa. Sin contestarle, me vuelvo hacia ella y la abrazo.

—Ven a clase. Acabemos el grado juntos.
Siento su pecho alzarse cuando suelta una leve carcajada.

—¿Luego vendrás a trabajar de empleado de Walmart conmigo?

—Si vuelves al instituto, sí.

—No, no pienso volver. Estoy harta.

Me gustaría decirle que deseo que este conmigo en el colegio, pero me fallan las fuerzas; además, tengo la impresión de haber llegado demasiado lejos. Teniendo en cuenta que no quería volver a salir con ella, estar aquí, en su cama, es lo que se dice un resultado excelente.
—Pero... ¿Qué me das si vuelvo? —suelta con picardía.

—Tonta —le digo, pero me río.

De repente, llaman a la puerta y nos sobresaltamos. Salgo de la cama, abro y me encuentro con Johanna. Nos anuncia que se va a trabajar y que volverá por la mañana, Sadie se limita a responder —De acuerdo— y luego alza un brazo a modo de despedida. Cuando la puerta se cierra, vuelvo a echarme en la cama y abrazo a Sadie, que me acaricia el pelo con ternura. El tema del instituto ha quedado de lado.

No hago ni digo nada más. Me quedo quieto, concentrado en el movimiento de su mano, conteniendo el aliento. Cuando tomo aire de nuevo, lo hago suavemente confiando en que no se dé cuenta de lo emocionado que estoy. El corazón me late tan fuerte que me da la impresión de tener dos. Como si estuviera en otro planeta y tuviese que acostumbrar los pulmones a una cantidad diferente de oxígeno.

Quizá sea siempre así cuando estoy con Sadie. Otro planeta, otro lugar. Lejos de cuanto conozco, un mundo aparte, el refugio de algo.

Cuando suena mi móvil, despierto de golpe y tomo conciencia de que nos hemos quedado dormidos. Miro la hora y son más de las ocho, debería marcharme. Me levanto despacio y luego me quedo quieto, sin muchas ganas de irme.
—¿Te vas?

—Sí, es tarde.

—Vale —dice y, con un deje de incertidumbre que no le conocía, añade—: ¿Volverás mañana?

A la pregunta sigue una caricia larga y lenta en mi espalda, un ruego silencioso y profundo al que no sé qué responder.
—Y tú, ¿vendrás al instituto? —inquiero a mi vez levantándome de la cama.

Siento que sus ojos me observan, pero no alzo los míos para mirarla. No me contesta, quizá sea mejor así.
—Haz lo que quieras —me limito a decirle; cojo la chaqueta y me encamino hacia la puerta.

—Lo mismo te digo... —y me susurra algo más, cuando cierro a mis espaldas






Continue Reading

You'll Also Like

39.4K 1.5K 24
¿Que pasaría si te sintieras completamente atraída por la prima de tu nueva compañera de trabajo? Descubre la historia de Chiara una artista emergent...
266K 30K 54
En los últimos dos años, el mundo ha sido testigo de múltiples incidentes y desapariciones alrededor del globo. Aviones que jamás llegaron, cruceros...
10.3K 1.7K 53
libro con historias que son los retos de mis lectores.
13.9K 482 26
El bien contra el mal no debería ser tan divertido. ¡pero lo es!