Enamorarse del enemigo

De Sahirly

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Ésta historia comienza poco después de la gran batalla contra el Señor Tenebroso, la guerra ha finalizado, Vo... Mais

¿Cómo es posible?
No es posible caer más bajo
El comienzo
La elegida
La dura realidad.
Superación
El chantaje
Cuenta atrás para la boda.
Malos sueños
¿Así que tú eres mi prometida?
Clases de baile, un día divertido.
Horas previas a la boda
El palacio de las novias
La boda
Luna de miel
Un juego peligroso
Dulce tentación
Cazador cazado
Te doy mi alma
La semilla de la duda
Despecho
Amigos
Feliz navidad, Draco
Feliz cumpleaños, Hermione
Sorpresas agradables, certezas desagradables
Salir del cascarón
Celos
Mal augurio
Te esperaré siempre
Te esperaré siempre. Parte 2
James Sirius Potter
Fin de curso, marea revuelta.
Veneno de Basilisco
31 de Octubre, noche de brujas
Pandora
Hasta las últimas consecuencias
Hogar, dulce hogar
En el punto de mira
La mala noticia
Comenzando la partida
La Caja de Pandora
La verdad, toda la verdad, y nada más que la verdad.
Todos a Azkaban
Los inocentes
El castigo de Astoria y la decisión de Hermione
Ser, estar, o parecer.
King's Cross
La despedida
Los recuerdos y el olvido.
Amor y Psyque
Nuevo comienzo
No le cuentes a nadie que Luna es tu hermana
Amarga verdad
Caminos frágiles
Aquella esquina junto a Scribbulus
Una etapa inolvidable
Dulzura y placer
El secreto
¿Y si fuera cierto?
Cara a Cara

Felizmente casada

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De Sahirly

Hola a tod@s las personitas maravillosas que siguen éste fic, lamento mucho la tardanza en actualizar pero entre trabajo y obligaciones, no he tenido tiempo para escribir. No piensen que he abandonado la historia, va a seguir en pie y con muchas sorpresas, ¡espero que se queden hasta el final!, por supuesto aclaro que nuestra parejita principal sigue super enamorada y cada día más. Un abrazo enorme y un millón de gracias por sus comentarios, ¡amó cada uno de sus comentarios y apreciaciones! 💓 espero que estén muy bien. ¡Y ya no l@s entretengo más!, disfruten la lectura.





El día en que llegaron las notas fue un caos en la universidad, todos los alumnos estaban preocupados por sus resultados, y no era para menos, eran los exámenes finales, aquello significaba pasar de curso o tener que despedirse de la única universidad mágica que existía. Nadie quería eso, el esfuerzo económico que suponía para las familias enviarlos allí, era inmenso, muchos pedían préstamos endeudándose así. Sacar malas notas no era una opción, era un fracaso tanto para el estudiante como para sus familiares, y se sabía bien que suponía una vergüenza tener que regresar a casa con ésa circunstancia a cuestas. Por supuesto habían becas para los mejores estudiantes que no pudieran hacer frente al coste, pero eran un grupo bastante reducido de alumnos.

Los nervios se habían adueñado de todos los estudiantes ocasionándoles todo tipo de malestares, desde migrañas, hasta vómitos. Algunos ni siquiera habían podido presentarse a los exámenes, perdiendo así la última oportunidad que les quedaba de sacar el curso adelante.

En las galerías que estaban preparadas para poner los carteles informativos de todo el año, colocaron los largos tablones con los listados de cada casa, cada curso y cada alumno junto al temible resultado. Se agolpaban alrededor, decenas y decenas de estudiantes indecisos, preocupados y repletos de euforia, tratando de averiguar en qué posición quedaban. Hermione vio a chicos y chicas gritar y correr a abrazarse, brincando llenos de alegría. Pero también observó acongojada la otra parte, muchos de ellos abrazados, llorando desconsolados, sabiendo que no habían aprobado, como era el caso de Hanna Abbott. Atreyu intentaba calmarla, pero era inútil, la chica no podía con el estrés y la pena de dejar a sus compañeros. Su padre y sus abuelos no se enfurecerían con ella, pero estaba segura de que la harían olvidarse un tiempo de la vida estudiantil, y la obligarían a trabajar en El Caldero Chorreante, ella quería hacer algo más con su vida, que servir mesas y limpiar cuartos de huéspedes, pero durante una larga temporada, no le quedaría más remedio que ayudar en el negocio familiar.

No podía negar que ella también estaba llena de angustia, sabía que había faltado mucho a clase haciendo así que sus calificaciones cayeran por los suelos, y a pesar de que era una estudiante modelo y de mente brillante, aquella universidad no podía ser más estricta, había que superar las expectativas, o estabas fuera. Era un lugar de élite, sí, pero sobre todo dirigido a formar a los magos y brujas mejor cualificados.

Hermione se recordó a sí misma que era toda una Gryffindor, debía asumir la responsabilidad de sus actos con valentía, y aceptar las consecuencias e intentar no volver a cometer los mismos errores, porque justo en ese momento se estaba dando cuenta, que uno de los mayores errores de su vida, había sido apartar a un lado su formación académica.

Como pudo intentó avanzar entre el gentío, recibiendo pisotones y codazos, y a su vez, teniendo que empujar a unos y a otros para poder llegar a los inmensos listados donde tendría que buscar su nombre.

Estuvo más de una hora tratando de encontrarse, pero no se veía por ninguna parte, justo cuando empezaba a desesperarse vio que colocaban en la pared varios tablones más, con el resto de los nombres. La gente se agrupó impidiéndole poder ver nada, y vuelta a empezar. Aquello le llevaría toda la mañana.

Su estómago empezó a rugir de hambre, pero lo ignoró sumida en su concentración, por fin pudo ver sus notas y su corazón se disparó. No entendía nada, al igual que muchos de sus compañeros, habían anotaciones extrañas, la gente se preguntaba qué significaba aquello, ¿estaban aprobados o no?, ¿pasaban de curso o no?, ¿qué eran aquellos extraños símbolos en rojo?, no recordaba haberlos visto antes.

Una Coordinadora de dirección, se subió a una silla quedando bien visible y utilizó el hechizo megáfono para resolver aquella duda. Todos con la respiración contenida, la escucharon un instante en silencio.

—¡LOS SÍMBOLOS ROJOS JUNTO A VUESTROS NOMBRES, SIGNIFICAN QUE HABÉIS APROBADO! —la gente gritó de alegría pero ella impuso silencio y prosiguió— ¡SIGNIFICA QUE HABÉIS APROBADO CON LA NOTA MÍNIMA!, ¡LO QUE QUIERE DECIR QUE NO APLICARÉIS PARA PASAR AL SIGUIENTE CURSO!, ¡Y AQUELLOS QUE HAYAN SIDO BENEFICIADOS CON UNA BECA, LES SERÁ RETIRADA!, ¡NO PODRÁN PRESENTARSE A LAS NUEVAS PRUEBAS DE ACCESO EN AGOSTO DE ÉSTE AÑO!, ¡TENDRÁN QUE ESPERAR A QUE PASE EL PRÓXIMO AÑO ESCOLAR, PARA VOLVER A PRESENTARSE A LAS SIGUIENTES PRUEBAS!, ¡PARA CUALQUIER OTRA DUDA VAYAN AL DESPACHO DE COORDINACIÓN! —dicho eso, se bajó de la silla y desapareció en la muchedumbre.

—¡NO!, ¡NO, POR FAVOR, NO PUEDE SER! —gritó Hermione, corriendo a toda velocidad en dirección al despacho del director. Había sido más rápida que nadie, por lo tanto sería la primera en ser atendida. Tocó la puerta fuerte e insistentemente, pero no fue capaz de esperar a que respondieran, abrió la puerta y entró observando extrañada, que el lugar estaba vacío. No se paralizó por eso, su mente era un hervidero de preguntas e ideas que no podía controlar. Corrió por los pasillos como si estuviera en una maratón, y llegó sin aliento a la puerta de los despachos de coordinación.

—¡Hermione! —Draco se sorprendió de verla con la cara roja y su melena revuelta, pero él estaba exactamente igual que ella, también acababa de llegar, se inclinó con las manos en las rodillas para coger aire, y pudo observar como en cuestión de segundos, ése pasillo se hacía intransitable de la cantidad de gente, esperando también a ser atendidos.

—¡Draco!, ¿has logrado ver tus notas? —Draco asintió despacio y con mala cara.

—No… no he pasado de curso.

—¡SIGUIENTE! —gritó una secretaria a través de la puerta cerrada. Draco y Hermione entraron inmediatamente— De uno en uno, jóvenes. Uno de los dos que espere fuera, por favor —les comentó una secretaria mientras revisaba una montaña de documentos que habían por firmar.

—¡Por favor, no nos hagan esperar más, venimos juntos porque estamos casados!, ¡podemos resolver esto más rápido, si lo hacemos juntos!— Se quejó Hermione, intentando razonar, y utilizar la carta del matrimonio.

—Sin excepciones Granger, puedes ser atendida después de Malfoy, ya que has llegado después de él.

—¡Pero mi apellido también es Malfoy!, ¡le acabo de decir que estamos casados!

—Hermione… —Draco quiso persuadirla de que bajara el tono y obedeciera, el personal de secretaría era conocido por su falta de paciencia.

—¿¡Por qué me tenéis que hacer repetir las cosas una y otra vez!?, ¡todos los años igual!, ¿¡os creéis que podéis venir aquí a hacer lo que os venga en gana!?, ¿¡no sabéis que hay normas qué respetar!?, he dicho de uno en uno. Granger, espera fuera por favor.

—Está bien Marlene, deja que los jóvenes pasen —El director les dio permiso a ambos de pasar juntos, y los invitó a sentarse frente a su mesa, quiso tomarse las cosas con calma, pues sabía que le esperaba una jornada agotadora— Bien… ¿qué duda tenéis? —pero antes de que respondieran gritando e interrumpiéndose el uno al otro, levando un dedo— que hable sólo uno a la vez, por favor… —Draco y Hermione respiraron profundamente y se calmaron

—¿Señor, qué significa que estoy aprobada pero que no paso de curso?

—Pues justamente eso señorita, haciendo un recuento de sus notas durante todo el año, hemos podido ver que no son lo suficientemente altas para poder seguir en ésta universidad. Puedo recomendarle una buena universidad muggle, si aún desea seguir estudiando.

—¡pero estoy aprobada!

—Con la nota mínima. Eso no es suficiente, y veo que es el mismo caso que el señor Malfoy, ambos han aprobado con una nota tan baja que es casi ridícula, lo lamento pero nuestras normas son muy claras al respecto, entrasteis con muy buen pie y habéis ido descuidando demasiado vuestro nivel académico, la universidad de Hogwarts está hecha para los mejores, en eso se basa nuestra reputación, sólo aceptamos a los mejores estudiantes magos y brujas de todo el mundo, aquí se viene a formarse para un mundo lleno de competiciones sin igual, aquí no se viene a perder el tiempo, no es nuestro objetivo dedicar nuestros esfuerzo a los aprendices que no se toman en serio su formación. ¿Tienen idea de la cantidad de alumnos que desearían poder si quiera, presentarse a los exámenes de acceso?, recibimos miles de peticiones cada año, tanto del mundo mágico como del mundo muggle, damos becas a los mejores que por desgracia, no pueden costearse sus carreras, pero si se ve que no están entre los primeros, no nos queda más remedio que retirárselas. Siento que hayan acabado de ésta manera, sobre todo usted, señorita Hermione, usted fue la mejor alumna del primer curso, ¡aún recuerdo cuando le obsequié el libro revelador, por sus maravillosas calificaciones…!, puedo entender que tengan ustedes otras obligaciones… el matrimonio es sin duda, una circunstancia compleja, pero como ya he dicho, aquí sólo podemos admitir a los mejores, y ustedes no están entre ellos.

—Señor, le suplico que no sea tan rígido con nosotros. Entendemos perfectamente las reglas de la universidad y somos conscientes de que no hemos sido buenos estudiantes éste año… pero tenemos razones de peso para habernos ausentado de las clases y haber desmejorado nuestras notas —Draco estaba dispuesto a contarle al director todo cuanto habían pasado, como última opción para que les diera una oportunidad— señor… hemos estado en Azkaban injustamente, hemos tenido que testificar en contra de mis padres, fui desheredado, mis padres me lo pagaban todo y de un momento a otro, nos quedamos sin oro ¡hasta para comer!, ¡por favor, entiéndanos!

—Os entiendo jóvenes pero…

—¡Denos una oportunidad por favor!, ¡le prometemos que nos pondremos al día! —Hermione estaba a punto de llorar, no le cabía en la cabeza que no pudiera seguir estudiando, por las malas notas que había sacado.

—Las cosas no funcionan así, yo puedo tener la mejor de las voluntades y en verdad me da pena tener que hacer esto pero, las normas son las normas…, la realidad es que estáis fuera. No puedo permitiros hacer el examen de acceso hasta que pase un año.

—¡Pero señor…, es que es injusto!, nosotros no hemos estado la mayor parte del curso como para poder tener las mismas notas que nuestros compañeros.

—Precisamente por eso señor Malfoy, era vuestra responsabilidad haber acudido a las clases.

—¡Pero no hemos podido!, ¡no ha sido culpa nuestra!, ¿tiene idea de lo que ha sido para nosotros haber tenido que hacer frente a todo, sin ayuda y teniendo a nuestra familia en contra?, ¡por favor, denos otra oportunidad…!

—Es que aunque quisiera no podrían asistir. Ésta universidad no es gratuita, de hecho diría que es la más cara que existe, obviamente hay becas, pero ustedes no podrían obtenerlas porque no son perfil para ello. Aunque les diera una última oportunidad… ¿cómo iban a costearla?, señor Malfoy…, para ser honesto, y sintiéndolo mucho, dudo que pueda siquiera, pagar la matrícula, no es ningún secreto que usted donó toda su fortuna, y si trabajan para pagarla ¿con qué tiempo estudiarían?, unas pocas horas al día, no sirven para estar aquí. Deben ser realistas.

—¡Señor, conseguiremos el dinero!, conseguiremos el dinero para las matrículas y para todo el curso, ¡por favor denos ésa oportunidad y no se arrepentirá! —Draco miró a Hermione extrañado, ¿de donde narices pensaba sacar el dinero para eso?, supuso que algo estaba tramando.

—Lo lamento jóvenes… pero no se puede hacer nada.

—¿¡Que no se puede!?, ¡señor nuestra problemática ha sido muy difícil y no la hemos elegido nosotros!, ¡tenemos el mismo derecho que el resto de nuestros compañeros!, por favor… déjenos hacer los exámenes de acceso éste agosto, y…, y si nuestras calificaciones no están a la altura, nos olvidaremos de todo hasta el próximo año.

El director, de brazos cruzados, se quedó pensativo sopesando posibilidades y si realmente lo merecían. Suspiró y meneó la cabeza en gesto negativo. Aquella sería su última palabra, no les dedicaría más tiempo, ya habían tenido suficiente y aún le quedaba una inmensa cola de estudiantes por atender.

—Podréis hacer los exámenes de acceso al nuevo curso en la tercera semana de éste agosto —Draco y Hermione, se miraron con una sonrisa radiante, y las manos agarradas con fuerza, irradiaban triunfo y felicidad por cada poro, pero el director no había acabado y les instó a no interrumpirlo, volviendo a levantar su dedo índice—. Podréis acceder a las pruebas pero eso no significa que aunque aprobéis, podáis uniros junto a vuestros compañeros, al nuevo curso. Sólo si superáis las expectativas estaréis aceptados. ¡Ah, y otra cosa!, en el hipotético caso de que saquéis las notas necesarias para poder aplicar, no podréis ser beneficiarios de las becas que se concedan en el nuevo año. ¿Comprendido?

—¡Sí, señor! —casi gritó Hermione, Draco seguía mirándola como si se hubiera vuelto loca.

—Bien…, entonces tened en cuenta que deberéis abonar el pago para los exámenes de acceso, antes de que acabe junio. Si se os pasa el plazo, se acabaron las oportunidades, ¿queda claro?

—¡Por supuesto señor! —Hermione pellizcó a Draco en el brazo, haciéndolo saltar y repetir las mismas palabras que ella.

—Mucha suerte a ambos y quiera Merlín, que todo se os de para bien. Y ahora por favor, id. Tengo trabajo que hacer.

Hermione salió de allí casi corriendo y arrastrando a Draco por la corbata, pensando que en cualquier momento el director podría cambiar de opinión, pero estaba feliz, muy feliz, no se podía creer cómo habían podido cambiar tanto las cosas, de estar definitivamente fuera de la universidad, y de la posibilidad a cursar un nuevo año, a estar en un… “quizá”. Draco se paró en seco y la detuvo.

—¿¡Pero te has vuelto loca!?, Hermione… ¡no tenemos el dinero para costear todo esto! —le indicó señalando con su dedo, todo a su alrededor— ¿Se te olvida que ya no soy rico?, cariño… qué más quisiera que poder pagar todo lo que me pidas pero lo que nos queda es para tener dónde vivir. ¿Eres consciente de que tenemos que pagar el alquiler todos los meses y la comida?

—Draco, no te preocupes, ya he pensado en eso y tienes razón, hay que pagar el alquiler de la casa, los gastos y la comida, y confío en que te harás cargo, al menos éstos meses como habíamos planeado. Pero los exámenes, las matrículas y los materiales escolares del nuevo año, los pienso costear yo.

—Merlín… ¿y cómo piensas hacer eso?, ya escuchaste al director, aunque trabajemos, ¿con qué tiempo íbamos a ponernos a la altura que nos piden?

—Voy a usar el dinero que tú me diste. ¿Recuerdas lo que me ofreciste como indemnización, cuando nos estábamos divorciando? —Draco asintió sorprendido, y entendiéndolo todo— con ése dinero pagaré todo para ambos, tendremos todo el año cubierto.

—No es por decepcionarte cielo… pero aún así… ¿cómo pagaremos el alquiler de la casa, y la residencia de los dos, aquí?, creo que se sale del presupuesto. Además… no quiero que lo hagas, ése dinero es tuyo, es para tu futuro, para que lo inviertas en lo que mejor consideres… —Hermione sujetó la cara de Draco entre sus manos y lo besó con dulzura.

—Nuestro futuro, mi amor. Estoy pensando en nuestro futuro.

—Pero…

—Pero nada, Draco, ¿el oro es mío, no?, ¿para gastarlo en lo que a mí me apetezca, verdad?, pues esto es lo que yo quiero. Con el oro que me diste, pienso pagar los exámenes, las matrículas y las residencias de los dos. Y nos sobrará dinero para alimentarnos y algún que otro imprevisto. Y con respecto al alquiler de nuestra casa… es verdad que no será suficiente, ¿por qué no vendes el Audi?

—¿El Audi?, ¿vender nuestro único vehículo?

—Ahora no lo necesitamos, y con ése dinero podremos pagar un par de años de alquiler. Draco no vamos a poder trabajar en muchísimo tiempo si queremos ponernos al día. ¡Yo quiero acabar la universidad!, y me encantaría que tú también lo hicieras. ¿De qué te sirve un coche que no usas?, tenemos las escobas.

—Me da pena deshacerme de él…, ya vendí nuestra casa, la casa que tanto deseabas. No puedo quitarte también el coche —Hermione lo abrazó y lo volvió a besar.

—No me estás quitando nada, cariño. Hacemos esto por nuestro bien. Es lo que necesitamos ahora.

—Hermione, te prometo que tendrás una casa mejor que la tenías, y también un mejor coche. Dame un poco de tiempo para trabajar y conseguirlo. Pero te juro que te daré una mejor vida —la rodeó con sus brazos devolviéndole el beso correspondido, mientras escuchaban que les gritaban por el pasillo “¡marchaos a un hotel, cochinos!”

La sensación de tranquilidad  que tuvieron era magnífica. Aún les parecía irreal que tuvieran ésa nueva oportunidad para superarse, no sabían si era un golpe de suerte, era el destino o el cansancio del director. Lo que sí sabían era que no podrían perder un solo segundo. Tenían claro que era tiempo de tomarse sus estudios con mucha seriedad. Ya no eran niños.

Cada uno se fue a su casa a despedirse de sus compañeros y a hacer las maletas. Llegaron al Callejón Diagon agotados y hambrientos, hechizaron todo el equipaje para que subiera a la vivienda que tenían junto a Scribbulus, y buscaron algo para comer en la panadería que había bajo la casa. Draco quería dejarlo todo bien planificado, el pago de la vivienda de todo un año, el pago de las pruebas de acceso, y dejaría apartado el dinero de todo lo que necesitarían para poder asistir a la universidad. Le daba pena y cierta vergüenza tener que usar el dinero que le había dado a Hermione, pero lo había aceptado bajo la promesa de que en el futuro, le compraría una casa mejor y un mejor vehículo. Era consciente de que podría tardar años en conseguirlo, sin embargo ella se había mostrado paciente y más que encantada, no le preocupaba, y le había hecho saber que en cuanto acabara sus estudios y empezara a trabajar, la carga sería compartida y mucho más fácil de llevar.

Acabaron de comerse las empanadas de carne y verduras, y dieron un paseo por las calles repletas de gente, mirando atentamente cada tienda, a cuál más interesante.

—¡Oh!, ¡no puede ser!, ¿has visto ese pectoral? —preguntó Draco a Hermione, señalando al escaparate, a unos metros de distancia, en la vieja tienda de “Artículos de Calidad para Quidditch”  ¡qué pasada!, ése es el que mencionó Kourt, sus padres se lo van a regalar —Pero Hermione estaba pendiente de la tienda por la que acababan de pasar, llena de todo tipo de runas hechas en una buena variedad de materiales—. Cielo, ahora vengo, voy a mirar una cosa en frente.

—Aja… —respondió Hermione sin mirarlo, y casi sin oírlo.

Draco se alejó a grandes zancadas como un niño, al encuentro de su juguete nuevo, se quedó pegado del escaparate al igual que una decena de niños y jóvenes, que de la misma forma deseaban con todas sus fuerzas, hacerse con el nuevo equipo de Quidditch, que acababa de salir. Se imaginaba como luciría en los partidos del nuevo curso y cómo lo admirarían sus compañeros, aunque frunció el ceño pensando que Kourt tendría el mismo, y se burlaría de él, llamándolo copión. Atreyu y el resto les reiría las gracias y se pasarían el año mofándose de él. Sonrió alegre, por el recuerdo de sus nuevos amigos, se acababa de despedir de ellos ésa misma mañana, y ya los echaba de menos. Aquello le recordó que tenía una comida pendiente con Rolf Scamander, tenía que presentárselo a Hermione y volver a retomar su vieja relación de amistad con él. Habían quedado en verse pronto, y si no lo hacían en ésa semana, temía que con el peso y el estrés de los estudios, ya no tendría más oportunidad en ése año. “Debo mandarle una lechuza invitándolo a comer” pensó Draco, observando a través del escaparate a un niño al que le probaban un pectoral diminuto.

Hermione contemplaba absorta y curiosa, la gran variedad de runas expuestas en la entrada de la tienda, nunca había sido muy buena con ellas, era una asignatura que se le había resistido en Hogwarts, y aunque había mejorado, sabía que no las dominaba, le faltaba mucho para hacerlo con la nota mínima que se le requeriría en el examen de acceso. Decidió entrar a reservar todos los libros que necesitaría para aumentar de nivel, y también un paquete de runas de piedra y otro de runas de madera. Estudiaría y practicaría con Draco, hasta que se les diera más que bien. Tan absorta estaba observando una linda runa labrada en cristal, y bordeada en plata, que no se dio cuenta de a quién tenía justo detrás de ella.

—Hermione —aquella voz era inconfundible. La sacó de su ensimismamiento en el acto. Se dio la vuelta sobresaltada.

—Ginevra —ambas se miraron con tensión, sin saber qué decirse. Hermione de fijó en su vientre, calculando que le quedaría muy poco para parir.

—No creí que te vería por aquí.

—¿En el callejón Diagon?, no sé qué tiene de raro. Además, vivo cerca.

—Oh, vaya… —Ginny frunció el ceño sin entender a qué se refería, hacía tiempo que había dejado de saber nada de ella. Hermione se despidió del dueño de la tienda y se dispuso a marcharse de allí, no era una sensación agradable para ninguna de las dos, pero quería evitar cualquier tipo de enfrentamiento. Sin mirarla pero con la viva visión de su barriga de embarazada bien presente en su cabeza, le dio la espalda y se alejó.

—Hermione, espera —Ginny la vio parar en seco y darse la vuelta— Quiero que sepas…, quiero… —respiró hondo y soltó el aire despacio— Lo siento Hermione. Siento mucho la pérdida de tu hijo —Hermione abrió la boca sorprendida, queriendo responderle pero las palabras no le salieron— Quería pedirte perdón por lo que hice…, sé que no estuvo bien y…, y que por mi culpa murió tu bebé —No pudo contenerse, Ginevra se tapó la cara con las manos, por la vergüenza que sentía ante ella, pero también para que no la viera desencajada por las lágrimas, era muy consciente del daño que había ocasionado con sus celos de niña caprichosa.

—A mi hijo lo mató Lucius… —contestó con amargura.

—Vaya… entonces lo que ocasioné es aún más terrible —terminó de decir sin ocultar su llanto— Lo siento mucho Hermione. Yo jamás quise que el niño muriera. Lo siento… y sé que no me vas a poder perdonar, pero… aunque sea la última vez en tu vida, me gustaría que me creyeras cuando te digo que lo lamento con toda mi alma… —se sujetó el vientre notando al bebé moverse. Hermione observó el cielo grisáceo, dar paso a un grupo de nubes oscuras, llovería pronto. La observó tan cambiada a como la recordaba, tan distintas a aquella niñita dulce y alegre, dispuesta a seguir a Harry a donde fuera, y a aprender de ella, considerándola como una hermana mayor. Qué lejos quedaban aquellos tiempos. Hermione asintió con la cabeza.

—Tú no mataste a mi hijo —hizo ademán de irse nuevamente, pero Ginny la volvió interrumpir.

—Mi hijo se llamará James —ésa vez fue Hermione la que sintió su cara desencajarse y sus ojos llevarse de lágrimas. No se lo podía creer, ¿qué maldita razón la llevaría a elegir el nombre de su hijo muerto?, no sabía qué debía pensar o hacer al respecto, se había bloqueado.

—¿¡Por qué!? —fue lo único que pudo decir, sintiendo un dolor en el pecho que la quemaba.

—Porque ése niño tenía que haber nacido —soltó con un angustioso hilo de voz, y una mirada suplicante de perdón— y es lo mínimo que puedo hacer por él…

Hermione supo entonces de qué se trataba. El recuerdo de su hijo siempre viviría fuerte y constante, en el hijo de Ginevra. El daño estaba hecho, no podía enmendarse algo tan trágico, pero a pesar de todo, Ginny no tenía toda la culpa de lo que había pasado, ni siquiera había sido ella quien había vertido el veneno en la copa, ella había desencadenado la imprudencia, pero no era la verdadera culpable. Cierto era que Hermione tardaría mucho en poder perdonarla, su amistad no se restablecería nunca, no obstante sentía que debía dejar el odio y el resentimiento atrás. Si quería seguir adelante con su vida, si quería llegar a ser plenamente feliz en su vida, necesitaba superar la pérdida de su hijo y pasar página. Era el momento de sentir paz y de dejar el pasado donde estaba. Por ella y por Draco, necesitaba cerrar ése etapa de su vida.

—Creí que se llamaría Albus —Ginny se quedó callada y sorprendida durante un instante.

—Es lo que pretende Harry. Pero no…, he decidido quedarme con el bebé, y lo llamaré James, si…, si te parece bien— Hermione la contempló detalladamente, se daba cuenta de que no eran las mismas, ni ella ni Ginevra. El tiempo y la vida las habían cambiado, se preguntaba cómo habrían sido las cosas, si se hubiera casado con Ron y no con Draco, ¿qué habría sido de su vida?, ¿entonces sería ella la madre de Rose y de Hugo?, ¿tendría un trabajo en el ministerio, como le habían ofrecido, en cuanto acabara de estudiar en Hogwarts?, su mente viajó lejos sin que la pudiera detener, y de repente se imaginó en el andén frente al tren que todos los años la había llevado a ella y a sus inseparables amigos, a cientos de aventuras en el mundo mágico, se imaginó junto a Ron, abrazando y despidiendo a una chica tan pelirroja como él, y llevar de la mano a un chiquillo igual de pelirrojo. Imaginó a Harry abrazando a dos de sus hijos, y a Ginny con una pequeña de la mano, y al fondo de la estación, le llegó la imagen borrosa de un hombre alto y atractivo enfundado en un elegante traje negro, dando consejos a un niño tan rubio como él, y llevando del brazo a Astoria Greengras.

“¡No!”, pensó para sí, sacudiendo la cabeza, “ésa nunca podría haber sido yo, ni es la vida a la que estaba destinada”, “quizá… en otro universo. Quizá… si la historia…”, “¿¡pero qué tonterías estoy pensando!?”

—¿Hermione?

—No.

—Oh… —Ginny supuso que podría negarse, y lo entendía. Al menos lo había intentado.

—Quiero decir… sí, que sí me parece bien —Ginevra abrió la boca y los ojos como tratando de encontrar las palabras adecuadas para agradecérselo, pero Hermione no la dejó continuar.

—Sed felices —¿Qué significa exactamente aquello?, ¿sed quiénes?, ¿ella y el bebé?, ¿ella y su familia?, ¿ella y Harry, junto al bebé que nacería en unos días?, podía darle un sinfín de significados, pero de lo que no tenía ninguna duda, era de que Hermione había sido completamente sincera, aceptaba su disculpa y le deseaba la felicidad.

Un brillante relámpago iluminó el cielo, y la lluvia abundante se abrió paso de entre las nubes. La vio alejarse sin decir una sola palabra más, pero entendía que no hacía falta. Era un adiós definitivo. Nunca más volverían a ser amigas, pero estaban en paz.

El fin de semana siguiente se encontraban almorzando en El Caldero Chorreante, Draco, Hermione, Rolf, Neville y Luna. Draco quería verlos antes de zambullirse en la nueva etapa de estudiante que le esperaba, porque sabía que iba a tener muy poco tiempo para las amistades. Había recibido una lechuza de Neville, invitándolos a comer a él y a Hermione, justo al mismo tiempo que él había mandado la invitación a su amigo Rolf, “¿qué te parece si comemos los cinco, juntos?” le había preguntado Hermione, de ésa manera podrían presentarse todos y ampliar relaciones, aunque por otro lado, ella le había insinuado a Draco, que tenía un asunto pendiente con Luna, estaba el hecho de que quizá no se sintiera del todo cómodo con ella, sabiendo que en realidad eran hermanos. Draco lo tenía presente, no lo había olvidado sólo lo había dejado a un lado hasta saber a ciencia cierta qué hacer, pero seguía sin tener la más mínima idea, era un tema difícil para él, difícil de aceptar, y difícil de resolver. No había decidido nada cuando su amigo Rolf le respondió vía lechuza que estaba encantado de conocer a su esposa y de comer también con los recién casados. Había oído hablar mucho sobre Neville, y sus méritos en herbología, al menos tendrían un tema común e interesante que tratar durante la comida, y como no, estaba especialmente contento de ver nuevamente a Luna, por quien no ocultaba su curiosidad.

Sentado cómodamente junto a una gran ventana que daba a la calle, Draco observaba la escena como si fuera ajeno a lo que estaba viviendo. Hermione le contaba a Luna lo bien que se sentía viviendo en el centro, a pesar de estar en una casa tan pequeñita, pero realmente cómoda y acogedora, le comentaba que estaba entusiasmada por aprobar los exámenes para comenzar su tercer año de universidad y a la vez se quejaba del poco tiempo que tendría para ella misma. Había planificado pasar una temporada junto a Draco, en la casa de sus padres, pero era poco probable que se diera, por su nueva agenda. Luna le decía que ella y Wendy estaban buscando alguna casita asequible para ella y para Neville, y que se había ofrecido a ayudarla en todo lo que tuvieran que remodelar y redecorar, pues a eso se había dedicado durante muchos años. Quería formar su nuevo hogar cuanto antes con Neville, pero entendía que él estaba a la espera de un contrato, y hasta que no concretara nada, no podría mantener un hogar como era debido.

Draco los observaba hablar, sin participar en el grupo, se estaba dando cuenta de qué era lo que Hermione había tratado de explicarle. La sensación que tenía era de incertidumbre, no sabía qué esperar ni cómo actuar, miraba a Luna de reojo y podía ver en ella, el fiel reflejo de su madre, Luna era muy parecida a Narcissa, sus mismos rasgos, su mismo pelo, su misma sonrisa y sus mismos gestos. Aquella chica era su hermana, hija de su madre y de su padre, su misma sangre y su misma estirpe. ¿Qué debía sentir con todo eso?, ¿era bueno o malo?, ¿estaba bien o mal?, ¿debía acaso decirle toda la verdad?, le había jurado a su madre que no lo haría, pero… hora la miraba incómodo, la miraba con la certeza desagradable de saber un secreto suyo, sin que ni ella misma lo supiera. Algo demasiado íntimo, demasiado personal. ¿Acaso no tenía Luna, derecho a saber la realidad sobre su origen?, ¿no tenía derecho a saber qué toda su vida había sido y seguía siendo una mentira?, y luego estaba él, y la manera en la que se sentía junto a ella. No había duda de que eran hermanos, la biología lo había decidido así, pero habían crecido apartados y en valores totalmente opuestos. Draco no estaba siendo capaz de pensar con claridad, no era capaz de cuestionarse de qué manera empezaría a encajar Luna, en su nueva vida. Lo que sí sabía bien es que no le resultaba nada agradable ocultarle una verdad de semejante peso. “Es tu hermana”, “tienes frente a ti, a tu hermana” escuchaba que le decía una vocecita en su cabeza. Era molesto, ¿pero qué podía hacer?, necesitaba reflexionar, y a lo mejor si dejaba de verla una larga temporada, se le pasaría.

—¿No te parece Draco? —escuchó distraído, que Rolf le preguntaba.

—¿Disculpa?

—¿No te parece que Luna tiene buen potencial para estudiar magizoología? —Luna sonrió halagada, pero negando con la cabeza.

—Bueno… si a ella le gusta… —respondió sin pensar, encogiéndose de hombros.

—¡No es eso lo que estoy diciendo, torpón!, digo que Luna tiene muy buen potencial para cursar ésa disciplina.

—Pero no estamos en un momento para eso —contestó Neville— Si me hacen un contrato pronto, nos mudaremos de casa de su padre y tendrá que empezar a ocuparse de nuestra casa, realmente… no creo que vaya a tener mucho tiempo. Y aunque lo tuviera, no tendría posibilidades de ir a la universidad de Hogwarts, no nos lo podemos permitir.

—No veo qué tenga que ver una cosa con la otra, si a ella le gusta ésa carrera y demuestra tener aptitudes, podría optar a una de ésas becas que ofrecen, ¿no, Draco?, ¿siguen con el sistema de becas, no?

—Pero no tendría tiempo para asistir, una casa requiere de muchos cuidados, además si mi contrato es precario, como creemos que podría ser en mi primer año, lo más seguro es que ella también trabaje. Le han dicho en que hay vacantes en El Emporio de la lechuza —Draco y Hermione miraban a Luna, a Rolf y a Neville como si estuvieran presenciando un torneo de ping pong

—¿Y no te parece más productivo que Luna acceda a una buena formación académica?

—Pero es que volvemos a lo mismo… ¿con qué tiempo lo va a hacer?, además que no creo que sea lo que ella quiere ahora —Rolf dio un buen sorbo a su copa de vino, y la contempló sonriente.

—¿Tú qué dices Luna?, ¿te gustaría seguir estudiando? —Luna sonrió tímidamente pero hizo un gesto negativo.

—Ahora mismo no me lo puedo…

—¿Pero te gustaría?

—Desde luego que me gustaría, pero no está en mis opciones ahora —Rolf volvió a dar un sorbo a su copa y se reclinó sobre su asiento, observándola largamente.

—¿Y tú, Rolf?, ¿a qué te dedicas? —preguntó Neville, dando a entender que mejor se ocupara de su vida.

—Llevo el estudio de criaturas mágicas en New York —Luna abrió sus preciosos ojos grises mostrándose agradablemente sorprendida— pero estoy pensando en trasladarme a Reino Unido —contestó guiñándole un ojo a la chica.

—Pensaba que llevabas un gabinete de abogados —Rolf le sonrió divertido.

—Estoy ayudando pero no es lo mío. Y créeme querida Luna… se reconocer la habilidad en la magizoología, en cuanto la veo. Te aseguro que serías muy buena en ello, por supuesto… si es algo que realmente te gusta —Neville resopló negando con la cabeza.

—Si algo me queda claro, es que no hay nada más importante en éste momento para ella su madrastra, que ir a comprar vestidos y maquillaje —comentó soltando una buena carcajada —Rolf miró a Luna fijamente, la vio apartar la mirada, y haciendo gala de su descaro, se deleitó un buen rato, con la innegable belleza femenina que tenía sentada justo frente a él.

—Y sin duda sabe elegir muy bien lo que lleva sobre la piel. No hay persona honesta en el mundo que pueda poner en duda tu belleza, Luna. Eres una mujer muy hermosa.

El ambiente se volvió turbio y pesado, nadie decía una sola palabra, escuchaban el bullicio de las mesas de al lado en completo silencio, hasta que llegó un camarero a llevarse los platos.

—¿Y qué pensáis hacer con la buhardilla ahora que os vais de casa de tu padre? —Hermione rompió el silencio tratando de recuperar la cordialidad perdida, mientras Rolf y Neville se batían en un duelo de miradas.

—Oh, pues… Wendy quiere convertirla en un pequeño estudio de decoración.

—Ah, qué gran idea, suena interesante.

El camarero les preguntó si querían postre, pero todos prefirieron tomar café. Se retiró con los platos y el ambiente tenso volvió a apoderarse del pequeño grupo.

—Saldré a fumar —Dijo Rolf levantándose y saliendo con su largo abrigo negro sobre los hombros, hacia la entrada. Encendió un cigarrillo y le dio una bocanada, mientras se entretenía observando a los transeúntes ir y venir. De repente vio junto a él a Neville, que le sonrió pidiéndole un cigarrillo. Rolf se lo encendió con amabilidad, pero luego río viendo a Neville toser violentamente —¿En realidad no fumas, verdad?

—Es la primera vez que lo hago —Contestó ahogado por las toses, y tratando de respirar profundamente. Ninguno de los dos se daba cuenta de que Draco los vigilaba furtivamente, a través de la ventana.

—¿Entonces no has salido realmente a fumar, no?

—Es evidente que no. Mira… ¿Scamander?

—Sí.

—No me gustan las dobles caras. No sé si me entiendes, pero tengo que aclararte y me perdonarás si es que me estoy equivocando, que Luna es mi mujer. No me gusta la forma en la que le hablas, ni la forma en la que la miras. Luna está casada conmigo.

—Sé perfectamente que está casada contigo, no hace falta que lo repitas.

—Pues es que pareciera que sí que hiciera falta, tu actitud con ella no es especialmente agradable y respetuoso.

—Para ser su “esposo” tú tampoco has sido ni agradable ni respetuoso con ella —Neville recibió el comentario como un golpe bajo.

—¿Te gusta?

—Sí.

—Menudo descaro el tuyo… ¡deja en paz a mi mujer, Scamander!, ¡aléjate de ella!

—Disculpa… ¿Longbottom?, pero es ella quien debe decirme eso.

Neville lo agarró violentamente por el cuello de su camisa y lo enfrentó, mirándolo a los ojos. Pero antes de que pudiera decir nada, tenían a Draco entre ellos, separándolos.

—¿Se puede saber qué está pasando aquí, señores?

—¡Nada!, Luna y yo ya nos vamos, Draco. El almuerzo ha estado genial. Muchas gracias a ti y a Hermione por invitarnos. Ya…, ya nos veremos. Te escribiré —Y sin dar oportunidad a que Draco respondiera o indagara más de lo que quería, se metió al restaurante, saliendo con Luna de la mano, a los pocos segundos. Desaparecieron entre el gentío, en un abrir y cerrar de ojos.

—¿Se puede saber qué narices ha sido ésto Rolf?

—Pues parece que a tu amiguito le gusta irse rápido a las manos… —respondió arreglándose la corbata y la camisa, y levantando su abrigo del suelo.

—Sabes que no me refiero sólo a eso, ¿qué carajos pretendes?, Rolf… ¡Luna es la esposa de Neville!

—¿Y?

—¡Joder Rolf!, ¡que la dejes en paz!

—¡No eres quién para decirme eso!, ¡haz el favor y no te metas en lo que no te importa!, ¿¡quieres!? —Entró en el restaurante y se sentó intentando calmarse. Hermione lo miró atenta e interrogante, Draco llegó pocos minutos después y se sentó junto a ellos, hizo un gesto al camarero de que les llevará la cuenta, mientras apuraba lo que le quedaba de café.

—Está casada Rolf… —Rolf levantó la cabeza y observó a Hermione hablarle como si se tratara de un niño al que había que explicarle que no lo podía tenerlo todo —Luna es una mujer… felizmente casada.

 

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