Placeres y Venganza © *EN EDI...

By melisatmm

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¿Hasta dónde llegaría su maldad para vengarse de ella? ¿Cuál sería su límite? Jessi Jones es observada desde... More

Prólogo
I
II
III
IV
V
VI
VII
VIII
X
XI
XII
XIII
XIV
XV
XVI
XVII
XVIII
XIX
XX
XXI
Corrección

IX

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By melisatmm

—¿Nos vamos? —dice Dylan mientras me miro otra vez al espejo, llevo unos vaqueros con una blusa de color rosa pálido, mi cabello estaba suelto y sedoso como de costumbre.

Estaba pensándolo bastante sobre dejar a San Francisco para irme a Los Ángeles con Dylan, era algo que antes ni lo consideraba, pero ahora había aceptado por los estúpidos métodos de seducción. Veo a Dylan quien estaba parado en la puerta de mi habitación esperando mi respuesta de su pregunta.

—Dame un minuto más—le digo buscando alguna otra ropa más tomándolo como pretexto para alargar el tiempo que me queda en mi habitación.

—Estoy seguro de que te ves hermosa con lo que llevas puesto—dice cruzándose de brazos—Realmente te vez atractiva, hasta lo tengo parado por aquello—bromea de mal gusto haciendo que lo mire con desaprobación.

—Asqueroso—digo resignada por la asquerosa forma de ser de este hombre. Luego tomo mi mochila con mi ropa adentro.

Observo nuevamente a Dylan, quien llevaba su típico atuendo de hombre malo. Este consistía en su chaleco de cuero negro, unos vaqueros azules desgastados, una camiseta blanca y sus tenis convers negros. No se había rasurado dejando que su barba por fin creciera y tomara posición en su rostro.

—Te ves hermosa así de casual—él se acerca a mí—¿Nos vamos?

—¿Vamos para la playa? —le pregunto para saber.

—¿Tú quieres ir? —pregunta Dylan mirando mi mochila.

—Si, quiero broncearme un poco ya que no tengo tiempo para eso—Dylan sonríe y toma mi mochila.

—Te aseguro que, si vamos a la playa, estará más cerca de lo que te puedes imaginar—dice mientras salimos de mi habitación.

Había un terrible silencio en el auto, Dylan esta tan concentrado conduciendo que ni siquiera me había dirigido la palabra haciendo que aquello me abrumara. Mis dudas iniciaron a salir a flote haciéndome preguntar "¿Realmente quiere pasar tiempo conmigo o coger?" era obvio que sus intenciones conmigo no es solo conocerme mejor, sino que quiere algo más de mí. Aunque pensándolo bien, jamás debí de aceptar venir con él, algo no me cuadra.

—¿En qué piensas? —pregunta sacándome de mis pensamientos.

—Pienso que me vas a llevar a tu antigua casa solo para cogerme—lo suelto de una vez esperando alguna respuesta ante mi acusación.

—Puede de que sí, pero en realidad quiero que me conozcas mejor, por esa razón te traje... además no sé por qué te preocupas tanto. Será divertido estar conmigo en mi casa, podemos ir a la playa, puedo darte un gran recorrido de mi casa y podemos hasta cenar fuera si así lo deseas—lo miro fijamente y veo en sus ojos con un destello de ilusión.

—¿Quieres algo más que solo coger? —pregunto divertida debido a que estaba mintiendo.

—Solo quiero que me conozcas bien para que estés segura a quien te vas a coger—me explica.

—Entiendo—pero la verdad es que no entendía del todo bien, ¿por qué me trae a este lugar solo para hablarme de él?

Al llegar a Los Ángeles, Dylan conduce por una calle donde hay casas impresionantes con vistas a la playa de Malibú... entonces a Dylan le gustaba mucho estar en la playa, me imagino que por eso siempre lleva una expresión relajada y risueña. Dylan se estaciona en lo que es una casa blanca verdaderamente hermosa. Esta tiene un estilo moderno-clásico, lo que la ayudaba mucho a verse espaciosa y elegante.

—Wow es gigante y hermosa—digo admirando la casa con una sonrisa.

—Mi madre tiene buen gusto, quien diría que ella llegaría tan lejos. Ella sola ha diseñado y construido esta casa para mí. Le debo mucho a esa mujer y la vida no me alcanzaría para devolverle todo aquello—sonrió orgulloso.

—La quieres mucho, ¿verdad?

—La quiero más que a mi vida—ambos salimos del auto, Dylan tomó mi mochica, entonces vimos cómo se acercó una mujer de 40 años más o menos—Jessi, ella es Amelia Martínez, la ama de llaves. Amelia, ella es Jessi Jones, la hija del esposo de mi madre—Dylan nos presenta casi riéndose por lo que ha dicho.

—Mucho gusto, señorita Jones—Amelia me ofrece su mano, es tan linda.

—El gusto es mío—le sonrió mientras nos saludamos.

—¿Dónde puedo llevar sus cosas, señor McCoy? —Amelia le pregunta a Dylan mirando la mochila que lleva en la mano. Él le sonríe amistosamente.

—No te preocupes Amelia, yo me encargo de eso, ¿Puedes preparar la comida? Ambos estamos muertos de hambre por el viaje. Así que sorpréndame—Amelia sonrió ampliamente y entró a casa—Ahora vamos a mostrarte cual será tu habitación.

Él y yo entramos a la casa encontrándome con un estilo playero en el diseño interior de la casa, era elegante y acogedor. Dylan seguía caminando dirigiéndose a unas escaleras, lo seguí por detrás viendo su espalda ancha, se ve tan musculo ¿cómo podía estar así? su pelo estaba todo alborotado, era tan negro como el cielo en la noche, este hombre es realmente hermoso, lo que me aterraba un poco haciéndome la pregunta si podré darle una noche de pasión.

Dylan se puso frente de una puerta de color caoba llevando su mano derecha a la cerradura, me miró a los ojos con una sonrisa dejando en vista sus dientes blancos y alineados.

—Te presento a tu nueva habitación—lentamente abrió la puerta, él se puso a un lado para que pueda entrar.

Lentamente entré hacía la habitación y vi lo hermosa que era, las paredes estaban con un tono de color blanco, lo que la hacía ver iluminada. En el centro de la habitación hay una inmensa cama, una mesa de noche a cada lado de la cama, podía ver la puerta del cuarto de baño, luego fijé mi vista en unas ventanas enormes donde había un acceso para el balcón con vistas a la hermosa playa. Sonreí inmediatamente, es simplemente perfecto.

—Es hermoso, Dylan—digo mirándolo a los ojos con mi rostro iluminado.

—¿Quieres ir al balcón? —preguntó con una sonrisa.

—Claro—respondí de inmediato.

Ambos nos dirigimos hacia las ventanas corredizas, donde Dylan las abrió para poder irnos al balcón, era espacioso y tenía una gran vista al horizonte del mar. Aquello era verdaderamente lindo. En el balcón había unos sofás, me dirigí a ellos para sentarme y contemplar la vista.

—Mi madre se había criado en un lugar de muy pocos recursos. Ella no tenía con que pagar sus estudios y entonces conoció a mi padre, se enamoró perdidamente de él sin importar como era en realidad.

Dylan se sienta a mi lado con la vista puesta a la playa. Parecía estar contando algo que verdaderamente lo perturbaba puesto a la mirada que tenía. Estaba serio con su frente arrugada. Su forma de hablar era como un susurro, pero entendible.

—Luego cuando ella se casó con él aparecí yo. A poco tiempo después cuando tenía 2 años la Universidad de Chicago llamó a mi madre dándole una beca completa haciendo que ella tuviera tantas esperanzas—dice sin mirarme.

—Y ¿Qué pasó después? —pregunté muy curiosa por saber que es lo que quiere decirme.

—Cuando cumplí los 4 años mi padre le molestaba tanto que mi madre estuviera en la universidad que la embarazó apropósito o al menos lo he interpretado de esa forma. La cuestión es que solo escuchaba como mi padre la mandaba al diablo, pero aun así mi madre no dejó la universidad—dice ahora mirándome.

Podía ver la preocupación en su rostro. Dylan ya no era el idiota que acostumbra a ser, sino que ahora parecía un hombre perturbado por lo que me estaba contando, como si aquello le rompiera el corazón. Era evidente que se le dificultaba hablar y que aquello no era nada cómodo para él.

—Aquello era un golpe para mi padre—continua contándome—Mi madre no aguantó más los celos enfermizos de mi padre que decidió divorciarse de él. Si las cosas solo hubieran terminado allí, pero...—hizo una pausa dando un respiro—pero luego de unos años cuando ya tenía 6 años, él se casó con su vecina. Ella era muy rara y tenía una mala actitud, era repulsiva y dominante. Entonces cuando mi madre me dejaba inocentemente con mi padre fue lo peor que me había pasado.

—Pero ¿por qué, Dlyna? ¿Por qué aquello era lo peor? ¿acaso tu padre te pegaba? —pregunto preocupada de lo que podía decirme.

—Si solo fuera por haberme pegado, pero aquella mujer de mi padre era un asco, era horrible, recuerdo cuando ella me llamaba para darme dulces y cuando iba por ellos ella me tomaba por el cuello y... y simplemente me desnudaba y me tocaba hasta que me cogió a la fuerza sin importarle mis suplicas que hacía. Yo sufría por eso, porque nunca me escuchaba cuando le pedía que se detuviera—su voz sonaba quebrada mientras miraba sus manos.

—Oh Dios mío—digo llevando mis manos para cubrir mi boca.

—Mientras mi padre trabajaba ella abusaba psicológica y sexualmente de mí sin importarle de que se trataba del hijo de su marido. Hasta que un día mi padre la encontró, pero cuando pensé que había llegado una luz a mi tortura, las cosas empeoraron y todo se entornó negro.

—¿Por qué?

—Porque en ese momento todo empeoró, vi como mi padre se abrió sus braguetas bajando sus pantalones y se unió en lo que hacía su esposa. Mi padre... mi propio padre abusó de mí siendo yo un niño indefenso—y fue allí donde las lágrimas de Dylan empezaron a caer sin detenerse de su rostro acompañado de un llanto que intentaba ser controlado por él mismo.

—¿Tu madre lo sabe? —pregunto tensando mi mandíbula para no llorar con él.

—No, no, no. No tuve el valor de decirle nada, no quiero decirle nada, no quiero que se sienta culpable. Ella solo se iba a trabajar y confiaba mucho en mi padre, ella no tuvo la culpa de nada—él se secó las lágrimas que le caían de sus ojos rápidamente.

—Dylan, eso es un delito. Tu madrastra y tu propio padre abusaron de ti sexualmente ¿Por qué te quedaste callado? —pregunté desesperada por tener respuesta.

Dylan se levantó del sofá y comenzó a caminar de lado a lado por el barcón sin poder responderme. Su mirada estaba perdida, él mismo estaba fuera de sí y verdaderamente ya no era el Dylan que había conocido en mi oficina. Era un Dylan oscuro con un pasado terrible que por primera vez estaba confiando en mí para decírmelo.

—Ellos me amenazaron con matar a mi madre, me dijeron que no lo se le dijera a nadie—él negó con la cabeza—Era un niño así que les hice caso. No tuve elección.

—¿Hasta cuándo duro eso?

—Cuando tenía 11 años no aguanté y le rompí una botella en la cabeza de mi padre, estaba desesperado y entonces con mi bate béisbol ataqué a su mujer, me fui corriendo de casa. Al llegar a casa de mamá, ella me vio tan desesperado que se alarmó, ella no sabía porque yo lloraba. Entonces le mentí porque tenía mucho miedo. Le dije que mi padre me pegaba—dice hablando rápidamente como si estuviera en aquel recuerdo.

—Dylan...—no sabia que decirle en estos momentos. No tenía idea de cómo ayudarlo.

—Yo le pedí que nos mudáramos a California y que me cambiara el nombre y el apellido, y así que lo hizo, nos mudamos aquí a Los Ángeles, le dieron un buen empleo mientras yo estudiaba con Emily en una escuela pública dejando atrás aquel pasado tan perturbador. Poco a poco mi madre fue subiendo de categoría en la empresa y dejó de ser cualquier empleada y ascendió a supervisora y luego a gerente general hasta que al final decidieron venderle la empresa y ella la compró dándole el dinero en diferentes pagos y así se creó Architect Company McCoy—dijo sentándose otra vez a mi lado.

—¿Cuál era tu antiguo nombre? —lo miro deseosa de que se calmara.

—Steve Smith—él me miró a los ojos—A los 12 años me convertí en Dylan McCoy y fue la mejor decisión que he tomado en toda mi vida.

—Tuviste un pasado espantoso, no logro entender como pudiste soportarlo y como puedes cargar con ello todos los días sin contarle nada a nadie—digo tomando sus manos.

—No ha sido nada fácil—dio un suspiro para intentar relajarse.

—¿Por qué me dijiste todo eso? —ambos nos quedamos viendo mientras intentaba buscar alguna respuesta en sus hermosos ojos.

—Porque quiero que me conozcas en todo. Quiero que me entiendas, quiero que tú serpas quien soy en realidad—dijo cerrando los ojos.

—No puedo superarlo, no puedo creer que haiga tantas personas tan crueles, tu propio padre— digo apretando más sus manos con las mías.

Él abrió los ojos y ambos nos quedamos callados mientras mirábamos nuestras manos, sabía que quería que confiara en él y que mejor que nada que contarme su terrible pasado. Entonces Amelia aparece avisándonos que la comida ya se encontraba lista.

—Mejor vamos a comer. Ha sido un poco tediosa esta conversación—dice Dylan levantase para que yo haga lo mismo.

—Claro...

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