IV

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Caminaba de un lugar a otro, solo tres días para que mi padre se case con Hannah, la verdad no me molesta aquel asunto de la boda, lo que verdaderamente me molesta es que el acosador sexual de Dylan estará en mi casa durante todo un maldito mes, Ed llegará hoy en la noche, pero como él vive con sus amantes en su apartamento me dejará sola con mi futuro hermanastro.

Di un suspiro y me senté en mi silla giratoria, vi como la puerta se abre y Bart entra con una sonrisa, lleva puesto un pantalón color rosado oscuro, una camisa negra, una bufanda del mismo color del pantalón y sus lentes RayBan. Él se sentó en mi escritorio con las piernas cruzadas mientras me miraba.

—Qué suerte tienes que vas a vivir con un verdadero hombre durante un mes—dice sonrojado de tan solo imaginarse a Dylan.

—Para ti es bueno, pero para mí no. Ese hombre es frustrante y solo quiere cogerme—le digo sin más.

—Volverás a ser soltera, puedes "cogerte" a quien se te pegue la gana. Tener solo aventuras sexuales, nada de noviazgos—se encoge de hombro.

Parpadeo un par de veces, puedo acostarme con quien quiera, ir donde quiera, llegar a la hora que quiera a casa, irme de fiestas, tener sexo con extraños y olvidarlos al día siguiente, pero tener una aventura sexual con Dylan no era buena idea, ni en sueños. Pero las otras cosas me resultan una buena idea, sonrió ampliamente.

—Vaya, sí que te gusto la idea, harás travesuras con él—me echo a reír.

—No voy a tener travesuras con él—trato de calmar mi risa hasta que el teléfono comenzó a sonar, doy un suspiro profundo y contesto poniéndolo en voz alta.

—Señorita Jones, la busca el señor McCo...

—¡Ah! —Bart chilla idéntico a una mujer interrumpiendo a mi secretaria. Le saco mi dedo corazón fastidiada por su emoción.

—Haz que pase en cinco minutos—le dije y colgué la llamada.

—Viene Jessi, el hombre sexy viene—dice un Bart emocionado y lleno de alegría.

—Y tú te vas ahora, por favor—Bart hizo un puchero, pero luego se levantó de mi escritorio y salió de mi oficina sin decir nada puesto a que todavía estaba emocionado.

Luego de unos minutos entra Dylan totalmente informal, llevando puesto unos vaqueros un tanto ajustados, unos convers de color negro, una camisa blanca y una chaqueta de cuero. Todo su pelo esta despeinado, oh esa barba que tiene de hace una semana, a este hombre le gusta tener barba y eso le hace ver más sexy de lo que es.

—Señorita Jones, un gusto volver a verla—me sonríe bajándome de mis pensamientos—Ya que seremos hermanastros ¿ya puedo tutearte?

—La verdad es que no, no quiero que me tutees. ¿A qué viene McCoy? —me recuesto en el espaldar de mi silla y lo miro a los ojos.

—Estaba pensando ir por un café con usted, señorita Jones, para conocernos mejor—él se sienta en la silla que queda frente a mi escritorio.

—No le he dado permiso para que se sentara allí, McCoy—lo reprendo.

—¿Debería de pedirle permiso? —me sonríe despreocupadamente mientras se acomoda en la silla.

—Es mi oficina, así que si, si creo que debió pedirme permiso, McCoy—él parece divertido ante lo que digo.

—Lamento mucho mi mala educación, señorita Jones—Dylan se levanta y me mira—¿Ya puedo tutearte?

—No.

—¿Quiere ir a tomar un café conmigo?

—No.

—Es usted muy mala, al parecer tendré que hablar con mi futuro padre acerca de esto—él vuelve a sentarse.

Placeres y Venganza © *EN EDICIÓN*Where stories live. Discover now