Augsvert II: El exilio de la...

By sakurasumereiro

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En el reino de Augsvert la princesa Soriana intenta convertirse en la mejor hechicera de todos los tiempos co... More

Antes de leer
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Capitulo I: La casa Sorenssen (I/II)
Capitulo I: La casa Sorenssen (II/II)
Capitulo II: El palacio Adamantino (I/II)
Capitulo II: El palacio Adamantino (II/II)
Capitulo III: La fiesta del Sol
Capitulo III: La fiesta del Sol (II/III)
Capitulo III: La fiesta del Sol (III/III)
Capitulo IV: Un libro misterioso (I/V)
Capitulo IV: Un libro misterioso (II/IV)
Capitulo IV: Un libro misterioso (III/IV)
Capitulo IV: Un libro misterioso (IV/IV)
Capitulo V: Un secreto revelado (I/III)
Capitulo V: Un secreto revelado (II/III)
Capitulo VI: La magia de Morkes (I/III)
Capitulo VI: La magia de Morkes (II/III)
Capitulo VI: La magia de Morkenes (III/III)
Capitulo VII: Conspiración (I/III)
Capitulo VII: Conspiración (II/III)
Capítulo VII: Conspiración (III/III)
Capítulo VIII: Cumpleaños
Capítulo VIII: Cumpleaños (II/III)
Capítulo VIII: Cumpleaños (III/III)
Capitulo IX: Los Tres Picos
Capítulo IX: Los Tres Picos (II/III)
Los tres picos (III/III)
Capítulo XI: La última jugada
Capítulo XII: Prohibido amor (I/V)
Capítulo XII: Prohibido amor (II/V)
Capítulo XII: Prohibido amor (III/V)
Capitulo XII: Prohibido amor (IV/V)
Capítulo XII Final: Prohibido amor (V/V)
Epílogo

Capitulo V: Un secreto revelado (III/III)

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By sakurasumereiro

Por la mañana fui una de las primeras en entrar al comedor, Aren llegó luego y, amable como era, lo primero que hizo fue preguntar por mi estado de salud, pero yo no tenía cabeza para más nada que no fuera Erika y su absurdo y peligroso romance.

Gerald apareció más tarde y ocupó el asiento junto al mío.

—Buenos días. ¿Cómo amaneces, Alteza? ¿Cómo te sientes? He pensado mucho y creo que esa noche en el palacio...

—Gracias, estoy bien —interrumpí su perorata al ver entrar a mi amiga.

Lucía fresca y radiante, hasta sonreía.

—Chicos, ¿Cómo están hoy? ¿Listos para demostrar sus habilidades con el acero?

Achiqué mis ojos al mirarla.

—¿Y tú estás lista para enfrentar a Dormund? —pregunté para probarla.

Sonrió cuando contestó:

—Él no podrá conmigo, le demostraré que estoy a su nivel.

Si no conociera la verdad aplaudiría su determinación como hicieron Gerald y Aren, pero su declaración lejos de alegrarme me hizo temblar.

¿Qué debía hacer, enfrentar a mi amiga y hacerla desistir de su loco empeño de casarse con alguien de una casta inferior a la suya? La asamblea jamás lo consentiría, mucho menos su familia.

Porque Dormund Helving no era un lars y en eso las leyes augsverianas eran rígidas. Nos permitían escoger a nuestra futura pareja, incluso tener varias relaciones antes de casarnos, pero jamás aceptarían matrimonios de distintas clases sociales. Erika era de noble cuna, sería una lara al cumplir diecisiete y Dormund, aunque muy hábil y querido por todos, no era más que el chico diestro con la espada, hijo de un sirviente.

Después del desayuno tuvimos clases de herbología y curación, las que ocuparon casi toda la mañana. Luego del almuerzo veríamos Tek brandr con el maestro Olmer Vaarh, seguida de las prácticas con Dormund.

De uno en uno fuimos entrando vestidos con nuestros blancos uniformes de entrenamiento, calzas bajo las holgadas camisas de algodón y los protectores en pecho, brazos y piernas

Gerald sonreía visiblemente emocionado. Era su primera clase de Tek brandr, la mejor técnica de espada de los cinco reinos. Dormund después de haber ganado la competencia de los tres picos ya era famoso desde Verstverg al sur, hasta Northsevia en los confines del continente. Cualquier otro en el lugar del joven dreki se sentiría nervioso e intimidado, pero él tenía una expresión de suficiencia en el rostro. Su evidente confianza en sí mismo me hizo sentir una punzada de envidia.

Englina entró seguida de Aren, que era el mejor de la clase. Yo lo hice después de él, al lado de Erika.

Dormund, vestido con su armadura ligera azul oscuro y con su largo y negro cabello recogido en una cola alta, se paró en medio de la amplia sala. Antes de hablar nos miró con sus hermosos ojos tan fríos como el cielo invernal.

—Espero que hayan tenido una buena celebración y Olhoinna, madre de todo y de todos, los haya bendecido en abundancia. Hoy practicaremos "El ojo de Saagah" para ello se colocarán en parejas.

Aren intentó tomarme como su pareja, pero yo fui más rápida y me puse frente a Erika. Mi amigo me miró desconcertado, no le quedó otra opción que ser la pareja de Gerald, que hacía girar con habilidad la espada de madera en su mano.

Empezamos a realizar nuestros movimientos. Yo me defendía y Erika atacaba. Ese ataque en particular era sencillo y se nos daba bien, incluso a mi amiga que era una de las menos avanzada de la clase. A pesar de ello, ese día ella estaba más torpe que nunca, hasta se tropezó y cayó en el pulido suelo de heidrsand del amplio salón.

Dormund nos miró y se acercó. Ahora que conocía la verdad, la mirada que antes me pareció extraña esta vez la veía de advertencia, él miraba a Erika con algo de temor.

—¡No logro hacerlo bien! —se quejó ella con una meliflua voz nada habitual—. Discúlpeme, pero ¿podría indicarme como debo mover la muñeca al atacar?

Yo estaba con la boca abierta al ver la osadía de mi amiga. Levantó la mano que sostenía la espada y movió su muñeca torpemente, era evidente lo que pretendía. Dormund suspiró derrotado. Se acercó a ella y tomó su mano indicándole el movimiento correcto que debía realizar.

—Y el ataque, ¿es así? —dijo mi amiga, con un tono de falsa inocencia, haciendo mal el movimiento, sospeché que a propósito.

El maestro la tomó de la cintura. Sus ojos azules continuaban fríos, pero la piel del cuello que asomaba por encima de la camisa bajo su armadura lucía manchas escarlatas, los lóbulos de sus orejas estaban teñidos de rojo, las manos le temblaron ligeramente cuando sostuvo el brazo de mi amiga para realizar el ataque, sin embargo, su voz continuó siendo firme.

—Debes alinear el brazo mientras te apoyas en la pierna derecha, adelanta un poco el cuerpo y das la estocada.

—¡Oh, muchas gracias!

¿Ella le acarició la mano con la que él le sostenía la espada cuando se separaron? ¿Estaba alucinando o realmente mi amiga se arriesgaba y tocaba a Dormund de una forma seductora?

Sacudí mi cabeza, confundida.

Mas allá, Aren sufría con Gerald. El futuro dreki, no era malo, al contrario, era excelente. Su técnica, a pesar de que era diferente no dejaba de ser muy buena. Aren nunca se había enfrentado a alguien que representara un verdadero reto para él. Pronto, todos en el salón dejamos de entrenar para ver el combate entre los dos.

Al principio ambos sonreían, pero a medida que la pelea avanzaba se hacía más encarnizada y sus sonrisas se congelaron en sus rostros. En Gerald los labios se curvaban con cinismo, en Aren la sonrisa se volvió feroz. Los chicos giraban y atacaban como si sus espadas de madera pudieran cortar de verdad. De pronto Aren adoptó una posición más que conocida para mí, el ataque de mayor dificultad de Tek brandr, el que ninguno de nosotros excepto él dominaba, "La caída de la estrella".

Su cuerpo esquivó al mismo tiempo que sus pies se apoyaban firmemente en el suelo, con maestría ejecutó el difícil movimiento con su brazo derecho, el que sostenía la espada; fue tan rápido que me costó verlo. Aren venció a Gerald con el ataque más elaborado de Tek brandr, su energía espiritual fue tan fuerte que incluso pudo imprimirla en la madera de su espada. Gerald, al ser tocado por esta, fue arrojado violentamente hacia atrás.

Todos contuvimos el aliento al presenciar la magnífica ejecución de "La caída de la estrella" Un grito colectivo llenó el salón cuando Gerald cayó al suelo. Fue increíble, incluso Dormund estaba sin habla.

—¡Excelente, fue casi perfecto! —dijo el instructor visiblemente emocionado.

El mismo Aren permanecía atónito, mirando su espada. Cuando reaccionó se acercó para ayudar a Gerald a levantarse. Le tendió la mano, pero este lo rechazó.

El chico pelirrojo de Doromir apretó la mandíbula y se levantó solo. Sus ojos azules eran feroces cuando habló:

—Tendré mi revancha, Aren. Se acerca la competición de los tres picos en honor a Saagah, ahí te demostraré que no eres tan bueno.

Mas que sus palabras, me sorprendió la determinación y fiereza con que las pronunció, parecían una amenaza. Aren, sin embargo, no notó la carga de animadversión en la sentencia de Gerald. Él sonreía amablemente cuando le contestó:

—Si logro ir será un honor, y más enfrentarme a ti, Gerald. Eres un gran espadachín.

El otro no le contestó, sino que dio media vuelta y caminó hasta uno de los rincones del salón. Sus ojos azules lucían oscurecidos y su mandíbula se contraía. Perder le había molestado mucho. El doromirés no se movió de allí por largo rato.

La competición de los tres picos en honor a Saagah, el poderoso, era una celebración que se llevaba a cabo en el equinoccio de primavera cada tres años. Allí participaban los mejores estudiantes de las escuelas de sorceres de los cinco reinos del continente. Era un evento auspiciado por la liga de Heirr que reforzaba los lazos de fraternidad entre los reinos más poderosos. El ganador se cubría de gloria, sus hazañas eran cantadas en cada aldea de cada pueblo de cada reino y lugar de Olhoinnalia. El vencedor de la competición se convertía en leyenda.

En el torneo anterior, con apenas catorce años, el vencedor fue Dormund. No fue extraño que ganara un augsveriano pues los mejores sorceres y los mejores espadachines eran los del palacio Adamantino. Pero Dormund superó cualquier expectativa al ser el competidor más joven en ganar el torneo en toda su historia.

Dormund, eufórico por el enfrentamiento, habló:

—¡Aren eso fue sorprendente! Casi has dominado la técnica. ¡Felicitaciones!

Al escucharlo, mi boca se abrió ligeramente. Jamás Dormund había felicitado a nadie.

El resto del día todos entrenamos con el doble de entusiasmo después de presenciar el formidable combate entre Gerald y Aren.

Yo aproveché la algarabía general para hablar con Erika, no había olvidado cómo le coqueteó a nuestro instructor y mucho menos mi descubrimiento de la madrugada.

—¿Qué se supone que fue eso hace rato? —le pregunté directa.

—¿Qué fue qué? —preguntó ella a su vez moviendo su espada con la elegancia que antes aparentó no tener.

—Fingiste que no sabías el "Ojo de Saagah". Coqueteabas con Dormund, le acariciaste la mano

Ella me miró un breve instante, luego volvió a arremeter con su espada de madera.

—¿Acariciar su mano? ¡Yo no sería capaz de algo así!

—Te escuché en la galería del palacio hablando con él esta madrugada, Erika.

Ella se congeló en el sitio y me miró muy pálida. Su expresión confiada cambió por una de terror.

—Hablemos después de clase —susurró con voz temblorosa—. Aquí no, Soriana.

Cuando la clase terminó, dejamos las espadas de entrenamiento y los protectores en el estante, nos despedimos de Dormund con una ligera reverencia. Yo no perdía a mi amiga de vista. Los ojos de ella brillaron cuando sus ojos se encontraron, aunque él solo le dedicó una mirada fugaz.

Englina se nos acercó contoneándose al caminar. Se colocó al lado de Aren y se pegó a su brazo, con una sonrisita le preguntó al doromirés:

—¿Y qué te ha parecido nuestra técnica, Gerald? Aren es el mejor ¿no crees?

Gerald la miró con ojos entornados, no le contestó, solo salió del salón. Continuaba enojado.

Englina se pegó más a Aren, lo veía con devoción y a mí, su mirada me revolvió el estómago, quería tomarla por los cabellos y apartarla de él.

—Eso fue genial, Aren. Cuando vayamos a los tres picos tú y yo seremos los vencedores.

—¿Cómo estás tan segura que irás a los tres picos, Englina? —le pregunté con rabia.

—Pues es obvio, después de Aren soy la mejor. Para ti será difícil clasificar. Debes esforzarte mucho, prima. ¿Qué dirá tía, que fue una de las ganadoras de la competencia, si no logras asistir?

—¡Basta! —Intervino Aren sosteniendo mi mano al ver que yo me adelantaba hasta Englina—. Soriana es de las mejores hechiceras y espadachines que conozco, Englina. Estoy seguro que no solo irá a los tres picos, sino que ella será la ganadora.

Escucharlo decir eso me dejó perpleja. Pero después, al asombro siguió una dulce calidez que colmó mi pecho. La mano que sostenía mi muñeca relajó su agarre hasta convertirlo en una caricia.

Englina me miró con rabia y no sabía si era porque me odiaba o porque sentía celos de mí, tal vez eran las dos cosas.

—¡Ella ni siquiera clasificará! ¡Estoy segura! —masculló antes de marcharse.

Después que Englina se fue, Aren continuó sosteniendo mi mano, con sus ojos verdes fijos en mí.

—Nunca lo haces —le dije mirándolo también.

—¿Qué?

—Oponerte a ella.

Él sonrió y sus ojos, si eso era posible, se hicieron más brillantes, más dulces.

—No me gusta verlas discutir, pero eso no significa que permita que ella te ofenda.

Con una sonrisa le agradecí. Siempre era agradable ver a mi prima echar espuma por la boca. Miré hacia Erika quien se alejaba de nosotros, sin duda queriendo escapar de mí y de nuestra conversación pendiente. Con reticencia solté mi muñeca de las manos de mi amigo.

—Debo irme. Nos vemos luego.

El asintió y yo caminé rápido, alejándome de él para alcanzar a mi amiga y preguntarle qué tipo de draugr la había poseído para atreverse a seducir a Dormund.

—Erika, espera —le dije tomándola de la mano. Ella me miró impotente, agachó la cabeza y se dejó llevar por mí.

Arrastré a Erika y caminé con ella a mi habitación. Los dormitorios en el palacio adamantino eran compartidos menos el mío, el otro beneficio de ser la princesa.

La mano de mi amiga estaba cubierta de sudor frío. Entramos al dormitorio y cerré la puerta. Me giré para encararla.

—¿Y bien? ¿Te has vuelto loca?

Ella me miró con sus bonitos ojos dorados llenos de lágrimas.

—No sé a qué te refieres, Soriana.

Negué con la cabeza viendo su mirada esquiva.

—A ti y a Dormund, Erika.

Ella exhaló derrotada y se sentó en mi cama con la cabeza gacha.

—¿Alguna vez te has enamorado, Soriana?

La pregunta me agarró desprevenida, su rostro tan triste me partía el alma. Negué con la cabeza.

—Yo lo amo —continuó ella. Ante aquella declaración tan contundente solo pude mantenerme en silencio con la boca ligeramente entreabierta—. Solo él ocupa mi pensamiento, cuando lo veo es igual a contemplar el amanecer, a sentir la brisa cálida del verano sobre mi piel. Cuando me habla, cuando me toca, cuando estamos juntos germina en mi pecho la fe en el futuro. Es como si un porvenir brillante se extendiera delante de mí, solo porque sé que él está a mi lado.

Sus palabras me aturdieron. ¿Cómo era posible que mi amiga sintiera algo tan fuerte por alguien con quien casi no compartía?

—Creo que...estás confundida —le dije—. No puedes amarlo de esa forma, no a alguien que es tan distante, que apenas si nos habla en clases. Estás deslumbrada por su belleza, por su inteligencia, por lo hábil que es con la espada.

Ella sonrió con tristeza y negó. Mirando al suelo me dijo:

—¿Recuerdas el invierno pasado? —Yo asentí—. Me pediste que lo pasara contigo en el palacio real.

Recordaba eso. Desde hacía varios años Erika pasaba conmigo la temporada fría en el palacio real, así yo no me sentía tan sola. Mi madre lo consentía, Erika era de noble cuna y su familia y la mía eran aliadas en el Heimr.

—Tú te negaste —le contesté— por primera vez en mucho tiempo.

—Me negué porque mis padres querían que permaneciera en casa. Sabes que no soy tan buena con la espada, Soriana. En poco tiempo cumpliré diecisiete y mi entrenamiento habrá concluido. Sé que mi padre está avergonzado de mí y de mi pobre desempeño. Me lo dice constantemente cuando estoy en casa. —Ella sonrió con amargura. La sensación de no ser suficiente era más que conocida por mí, así que la miré condescendiente—. Debió sentirse desesperado al ver que su hija no era tan buena como sus ancestros así que contrató a Dormund para que me entrenara ese invierno.

Yo empezaba a entender. Ella hablaba con una triste sonrisa adornando su rostro.

—¡Pobre de mi padre! Yo nunca he querido sobresalir, tú lo sabes, Soriana. Sin embargo, no tenía más opción que complacer sus deseos. En ese momento ya Dormund me parecía atractivo, pero me intimidaba muchísimo. Tan inteligente, pero reservado, frío, distante. Pero no estaba ni remotamente enamorada, sentía más bien pánico de él. Cuando empezó a enseñarme, yo me bloqueé más. Me ponía muy torpe en su presencia. Mi padre lo notó. Vio que el carácter de Dormund no le hacía bien a mi entrenamiento y que lejos de mejorar, yo empeoraba. Pero él es el mejor espadachín del reino, tal vez del mundo entero y mi padre, tan orgulloso, desesperado porque progresara, se empeñó en que continuara enseñándome.

»Cambió la estrategia. Papá hizo que pasáramos momentos juntos, pero sin entrenar para que nos conociéramos mejor y yo le perdiera el miedo.

»Mi nana nos acompañaba en los paseos vespertinos por el lago que rodea mi casa. La energía espiritual allí es fuerte así que el lago, igual que el río aquí y las fuentes de tu palacio, no se congela, el frío invernal no es tanto. Nos sentábamos cerca del lago después de las caminatas. Él encendía una luminaria azul, brillante y cálida y leíamos juntos sobre leyendas de espadas y héroes antiguo, y yo. —La voz de mi amiga se entrecortó, sus manos temblaron—. Yo me fui enamorando.

»Un día mi nana enfermó y no nos pudo acompañar en nuestro paseo. Para mí no existía motivo para suspenderlo, al contrario, representaba una oportunidad de estar a solas con él. Le aseguré que solo recorreríamos los alrededores del lago como hacíamos siempre. Después de dejarla en cama, salí con Dormund.

»Esa tarde, mientras caminábamos por el lago, comenzó a nevar. Dormund hizo aparecer una barrera que nos protegió de la nieve y nos resguardó del frío. Estábamos los dos solos dentro del domo que había fabricado, el cual nos aislaba del exterior. Cubrió mi cuerpo con su capa para que yo no sintiera frío mientras estábamos allí, aguardando que la tormenta acabara de pasar. De repente me miró con sus hermosos ojos azules brillando iluminados por la energía espiritual de la barrera que se reflejaba en ellos. Acarició mi mejilla con tanta delicadeza, como si el solo contacto de la yema de sus dedos pudiera dañarme. No sé qué pasó en ese momento, Soriana, pero cuando reaccioné nos besábamos con un frenesí que nunca antes sentí. Llevamos desde entonces viéndonos en secreto.

Las lágrimas bañaban el rostro de Erika y yo no sabía que sentir, si horror o felicidad por ella.

—No los dejarán estar juntos, Erika. La asamblea no lo permitirá. Dormund es el hijo de una sirvienta. Estudia aquí solo por el cariño que mi padre sentía por su madre.

Ella suspiró, desanimada llevó la mano a su frente.

—Lo sé, por eso intento convencerlo de que nos marchemos de Augsvert después de mi cumpleaños.

—¡¿Qué?!

—No es tan extraño, Soriana. Muchos hechiceros se han marchado para hacer vida en otros reinos. En Vergsvert hay varios lars augsverianos formando parte de los consejeros del rey. En Holmgard, uno de los fabricantes de espadas es un sorcere augsveriano. Dormund será bien recibido a donde quiera que vaya.

Yo negué con la cabeza. Si bien era cierto lo que ella decía, y Dormund, que era un prodigio y un gran espadachín, desataría peleas en cualquier reino por tenerlo a su servicio, eso no evitaría que cuando la altiva familia Narsson se enterara que su preciosa hija había huido con el hijo de una sirvienta, enviaran por ella.

—¡Estás loca, Erika! Tú padre jamás permitirá que te vayas con él. Te perseguirá, no descansará hasta encontrarte. ¿Qué vida será esa para ti?

Ella golpeó la mesita de madera, furiosa.

—¡Es lo mismo que dice Dormund! Dice que no me merece, que no es un lars. ¡¿Qué importa que no lo sea?! Estas denigrantes leyes lo único que hacen es crear brechas. ¿Acaso Dormund no es igual a mí? Por sus venas corre sangre y el mismo savje que por las mías, pero él se siente inferior. Nuestras leyes han hecho parecer que no somo iguales. No quiere huir conmigo. —Ella se rio con tristeza—. No quiere arruinar mi futuro.

—No son de la misma clase, no los dejarán estar juntos.

—No me importa si tengo que vivir escondida en una cueva el resto de mi vida siempre y cuando sea con él.

—Erika...

—¡Si no voy a estar con Dormund, no estaré con nadie! ¡Juro que jamás podrán separarnos, antes prefiero morir!

Ver tal determinación en mi amiga me conmocionó. Nunca imaginé que pudiera albergar sentimientos tan apasionados por alguien. Su posición me llenó de terror, no soportaría perderla.

—¡No digas tonterías! Yo te ayudaré, los ayudaré a ambos. Haré todo lo posible para que puedan estar juntos.

Sentí mi corazón encogerse al imaginar que ella pudiese ser capaz de terminar con su vida. Lo último que deseaba era la infelicidad de mi amiga, por eso decidí abrazar su causa y pelear a su lado por su felicidad.

Siempre decían que Augsvert era un lugar privilegiado donde todos, desde el más humilde campesino hasta el gobernante, podían ser felices y llevar una vida cómoda gracias a la magia de sus sorceres, pero lo cierto era que teníamos una serie de obligaciones que cumplir para con el reino. Una de ellas era la ley que nos obligaba a casarnos entre nuestra propia clase social. Y aquella ley se mantenía no para conservar estatus o riqueza, sino para preservar la pureza del savje y con ella la magia, aunque otros, sin duda, también buscaban con las uniones matrimoniales conservar su abolengo y su dinero.

Los humanos no tienen gran poder mágico. Pueden desarrollar la habilidad, pero después de mucho entrenamiento y jamás sería tan poderosa como la de otras razas. Los sorceres de Augsvert somos diferentes. Nuestro poder es enorme, quizás el más grande de entre todos los seres mágicos del continente y para conservarlo debemos mantenernos puros, por eso está prohibido engendrar con humanos corrientes. Dormund, a pesar de ser un gran espadachín y tener una espléndida habilidad mágica no era un lars, su sangre no era pura y para colmo era el hijo de una sirviente del palacio.

Erika me miró con sus grandes ojos cristalizados por las lágrimas. Yo la abracé con fuerza, era mi mejor amiga y por ella haría cualquier cosa, incluso ir contra las leyes de mi reino, al menos hasta que yo gobernara y pudiera cambiarlas.

***Hola, queridos. ¿Nueva visión de Erika y Dormund?

***Voy a hacer Spam. He subido un nuevo libro que pertenece a este universo, se llama "El amante del príncipe". Será una historia bastante cruda, tocaré temas como la esclavitud, la prostitución, violencia, trastornos mentales y tendrá romance e intrigas políticas, si les gusta el boylove pueden pasarse.

Otras historias de la serie son " Después de nuestra muerte" que es una historia corta con acción, drama y romance BL dulce del que da diabetes (sin escenas sexuales) y "Relatos de Olhoinnalia" que son diferentes cuentitos de este universo.

Besitos, nos leemos la semana que viene.

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