Shingeki No Kyojin: Sin la Ca...

By Garolnape

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Es una historia alternativa de la serie de manga japonesa escrita e ilustrada por Hajime Isayama, Ataque a lo... More

Capítulo 0 - Importante antes de leer
Capítulo 0.5 - Tráiler
Capítulo 1 - A ti, dentro de 2000 años
Capítulo 2 - Aquel día
Capítulo 3 - La verdad sobre este mundo
Capítulo 4 - El Cuerpo de Exploración
Capítulo 5 - Más allá de los muros
Capítulo 6 - Reiner Braun
Capítulo 7 - Una decisión que lo cambiaría todo
Capítulo 8 - Incertidumbre en las murallas
Capítulo 9 - El Titán Fundador
Capítulo 10 - La batalla entre ideologías
Capítulo 11 - Despedida
Capítulo 12 - Pelea de titanes
Capítulo 13 - Última esperanza
Capítulo 15 - Explosión
Capítulo 16 - Estrategia decisiva
Capítulo 16.5 - Actualización
Capítulo 17 - Festín
Capítulo 18 - Traiciones
Capítulo 19 - Guerra Mundial contra los Titanes
Capítulo 20 - Hacia la libertad en esa casa

Capítulo 14 - El bosque de los titanes

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By Garolnape

El sol descendía, pero todavía hacía lo posible para no esconderse tras el horizonte. En la isla de Paradis había muchos bosques, pero había unos característicos, diferentes al resto: los famosos Bosques de los Árboles Gigantes. Como su nombre indica, estos son bosques de secuoyas gigantes que rondan entre los 50 y 80 metros de altura, repartidos a lo largo de la isla. El más cercano del Muro María estaba a más de cien kilómetros, y ahí era donde se encontraban Bertolt, Annie y sus compañeros, con Eren secuestrado. En lo alto de un árbol, descansaban cuatro personas encima de una ancha rama. Entre ellos se divisaba a Bertolt y Annie, que tenía a Eren bajo su merced, y a su lado un hombre joven. Su cuerpo era musculoso y tonificado, el cabello rubio enmarañado y una barba notoria. También portaba unas gafas circulares. Todos estaban sentados, pero Bertolt en pie, inquieto.

—No puedo creer que realmente Reiner estuviera dentro de los muros...

La mirada de Annie era asesina, no separaba los ojos de Eren. Del cuerpo del prisionero no paraba de salir vapor, sus extremidades estaban cortadas y se regeneraban, gracias a la habilidad del titán cambiante.

—No te preocupes muchacho —le dijo Annie—. Cuando se regeneren un poco más te las volveré a cortar.

Un titán cambiante siempre se podría convertir en titán cuando estuviese herido, sientiera dolor y tuviera un objetivo claro, pero en el caso de que el cuerpo humano se encontrara al límite, es decir, se estuviera concentrando en regenerar las extremidades o el cuerpo, no se podría convertir en titán. Desde que llegaron casi no habían hablado, Eren todavía no se había pronunciado.

—Jefe de guerra Zeke —dijo Bertolt, dirigiéndose al barbudo—, no pudimos romper el Muro María otra vez, ¿realmente podremos volver así?

El hombre llamado Zeke, que alcanzaba los veinticinco años de edad, se levantó y observó a Bertolt.

—No te preocupes por eso, en pocas días volveremos a derribar el muro.

Zeke se levantó y contempló el cielo. Empezó a recordar lo que ocurrieron los últimos cinco años, desde que la misión de recuperar el Fundador fracasó. Y comenzó su charla.


Hace cinco años, vosotros dos volvisteis a Marley con las manos vacías, aunque al final el único que sufrió las consecuencias fue Reiner. Él al final escapó y acabó en la isla, seguramente junto al Titán Mandíbula. A raíz de eso, tuvimos muchos conflictos tanto a nivel nacional como internacional. Los marleyanos empezaron a menospreciar más a Liberio, ellos habían confiado los titanes a unos críos, de los cuales perdieron dos. Durante un año los guerreros fuimos tratados como basura y traidores, incluso se retiró el título de marleyanos honorarios a los miembros de nuestras familias debido al conflicto. Todo cambió cuando nos tocó luchar en la guerra contra las Fuerzas Aliadas del Medio Oriente. En esa guerra fue donde demostramos nuestro verdadero potencial. Marley empezó perdiendo en la guerra, y fue entonces cuando confió en nosotros para intentar darle un vuelco a la guerra, ganándola así hace escasas semanas gracias al poder de los titanes. Después de esto, los guerreros volvimos a ganar confianza y respeto ante Marley. Ahora que la guerra ya había terminado, Magath se volvió a centrar en nuestra prioridad inicial, la de recuperar el Titán Fundador del rey Fritz.

—Hace cinco años manchasteis todavía más vuestro nombre, pero gracias a vuestra excelente participación en la guerra, habéis logrado que se restaure el título de marleyanos honorarios en vuestras familias. Ahora es el momento en el que debéis recuperar el Titán Fundador, si conseguís eso, todo se habrá acabado. Cambiaremos ligeramente el plan, ahora los cuatro titanes cambiantes que posee el ejército de Marley se embarcarán a la isla de Paradis. La misión consistirá en que Bertolt, el Titán Colosal, rompa la entrada del primer muro y así Annie, el Titán Hembra, colisione contra la puerta interior, haciendo que la población se reduzca al interior del segundo muro. Zeke y Pieck se encargarán de ayudaros por si ocurre algún imprevisto.

—¿Cómo qué imprevisto? —preguntó Bertolt—. Ellos desconocen que los titanes son humanos, además no pueden hacernos frente.

—Su civilización está cien años atrasada, es cierto, pero nadie nos garantiza que durante estos años ellos hayan hecho grandes progresos con relación al conocimiento acerca de los titanes. Además cabe la posibilidad de que Reiner y el Titán Mandíbula zarparan en aquel buque. Durante los últimos cinco años nadie los ha logrado encontrar, así que es muy probable que os los encontréis en la isla.


Zeke continuaba de pie y echó a reír, centrando su mirada en Eren.

—Pues al final sí tenía razón. Por culpa tuya y de Reiner no pudimos romper el Muro María, pero al menos tenemos a otro titán cambiante en nuestro poder. El Titán de Ataque... quién diría que estaría en la isla. Te entregaremos y seguiremos nuestro plan de recuperar el Fundador, esa es nuestra única prioridad.

Bertolt era el que estaba más nervioso y angustiado, no paraba de caminar de un lado al otro.

—¿No deberíamos irnos ya? Tanto el Carguero como nosotros ya hemos repuesto energías. Además es posible que los de las murallas decidan venir a por nosotros, ellos tienen al Acorazado y al Mandíbula.

Annie, que seguía con mal genio, se levantó y respondió a Bertolt con soberbia.

—¿Estás comparándonos a nosotros con ellos? Su tecnología está muy atrasada, no tienen nada que hacer. Aparte, Reiner no supone ninguna amenaza. Yo fui capaz de derrotarlo.

—No te mientas Annie —le pidió Zeke—. Si pudiste aturdirlo fue porque no quiso rematarte. No sé qué le habrá ocurrido, pero en el fondo sigue siendo el mismo de siempre, un chico atemorizado que no está seguro de lo que debe hacer. Annie, tuviste suerte que aparecí, sino ahora seguramente te tendrían retenida.

—La cuestión es que ellos quedaron muy debilitados, es inviable que ellos ahora se estén dirigiendo aquí.

Eren no podía moverse, pero su mirada no decaía en ningún momento. Los tres soldados se giraron al oír que Eren vaciló. Luego habló.

—Ellos ahora mismo están viniendo a por mí. Jamás dejarían que yo cayera en manos del enemigo.

—Maldito niñato —dijo Annie—. Todavía no nos has contado cómo tienes un poder titánico, ¿qué sabes tú acerca del mundo exterior, y sobre mí?

Eren estaba tranquilo, parecía que disfrutaba de estar en esa situación. No sintió ningún miedo de tener al enemigo enfrente de sus ojos.

—No pido que me entendáis aún, pero lo que estáis haciendo no es lo correcto. ¿Realmente queréis exterminar a los de vuestra misma raza?

Los tres se lo quedaron observando, en silencio. Zeke y Bertolt compartían la misma mirada, pero Annie se enfureció, de nuevo.

—La gente de los muros nos abandonó, ¡ellos son los causantes de que todo el mundo nos odie!

Eren ladeó la cabeza, decepcionado. En el fondo de su corazón quería hacerle ver la realidad a Annie, pero se percató de que era imposible, el futuro no se podía cambiar.

—Además, no es necesario que rompáis la muralla —dijo Eren—. El Titán Fundador del rey Fritz no se manifestará.

—¿Cómo? —preguntó Annie—. Ya conocemos el pacto de renuncia a la guerra, pero él revelará el Fundador cuando se encuentre en una situación límite. Debemos hacernos con él para aumentar el poder de Marley y así acabar con la amenaza que supone la Isla Paradis.

—Creo que no me has entendido —matizó Eren, soltando una mueca. Parecía otra persona, tan decidido, tan confiado—. Me refiero a que no hace falta que obliguéis al rey Fritz a mostrar el Titán Fundador porque él ya no lo posee.

Los tres soldados del continente se alarmaron. Zeke fue quien más se agitó, mientras que Annie quiso creer que se trataba de una broma. Zeke frunció el ceño.

—¿Cómo que no lo posee? No serás...

—El Fundador ya no pertenece a la familia real, ahora soy yo quien lo posee —explicó Eren, sentenciador—. Yo tengo la habilidad del titán de Ataque, pero también la del Fundador.

Sus corazones se congelaron; así no podían ser entregados. En ningún momento habían barajado la posibilidad de que la persona que tenían delante de ellos fuera la que estaban buscando dentro de los muros.

—Pero... —balbuceó Annie—. ¿Eso significa que tú tienes la Coordenada?

—Yo me comí al poseedor del Titán Fundador. Mi nombre es Eren Jaeger.

Los tres se sorprendieron al escuchar el apellido de Eren, en especial Zeke, que no despegaba los ojos de Eren.

—Jefe Zeke, ¿ese no es tu apellido? —preguntó Bertolt.

—Mi padre era médico, él se llamaba Grisha Jaeger. Él nació en Shiganshina y me crio en ella —arregló Eren, mientras miraba a Zeke, sin parpadear.

En las palabras de Eren únicamente había una mentira, la necesaria para disuadir la posibilidad de que Bertolt y Annie pudieran pensar que los dos eran hermanos, pero Zeke sabía que él estaba mintiendo. Zeke observó con otros ojos a Eren, e intentó disimularlo.

—No tengáis prisa, pero espero que algún día podáis entenderme. Nosotros no somos los verdaderos enemigos; de hecho, tenemos el mismo objetivo: que Eldia sea libre.

Annie se enfadó todavía más, no soportaba a Eren. Parecía que lo odiaba más incluso que Sasha si te comieras su cena.

—No sé qué te habrá contado Reiner sobre mí, pero no tienes ni idea de por qué luchamos.

Annie se volvió hacia donde estaba Zeke, a su lado tenía el equipo tridimensional de Mike. Annie sacó de ella una de las cuchillas que poseía el equipo, la rabia le corroía los ojos.

—Tus extremidades poco a poco se van regenerando. Zeke, voy a cortarle para evitar que se pueda transformar.

Annie saltó sobre Eren con la espada elevada, preparada para rebanar los brazos de Eren. Justo antes de que Annie le cortara, Zeke alzó el brazo y la frenó.

—¡Alto!

Annie, que estaba preparada para separar las extremidades del cuerpo de Eren, retiró la espada y se volvió hacia Zeke. Annie rechistó.

—No te preocupes por él —dijo Zeke—. Todavía sigue fatigado por la batalla, no tiene fuerzas para pelear. Tampoco hay que abusar.

Annie miró a Eren con indignación, pero acató las órdenes de Zeke y retiró la cuchilla del brazo de Eren, que seguía expulsando vapor. La tarde avanzaba, cuando de repente oyeron el sonido de una bengala. Ellos desconocían qué era esa señal, pero Eren sonrió al escucharla. Bertolt se giró y una bengala verde se alzó por encima de los árboles. Entonces fue que entendió que habían venido a por Eren.

—¡Zeke! Esa señal...

Justo en ese momento, debajo del árbol en el que descansaban, apareció el Titán Carguero, un titán cuadrúpedo de cuatro metros que portaba en su espalda diferentes cajas de suministros. Él se encontraba haciendo guardia fuera del bosque, en una pequeña colina, desde donde podía vigilar y observar cualquier movimiento.

—Jefe —dijo el titán cuadrúpedo—, se aproximan desde el norte una gran cantidad de soldados, encima de unos caballos. Todavía están a más de cinco quilómetros, pero llegarán muy pronto.

Bertolt, al escuchar que sus atisbos eran ciertos, perdió los estribos.

—¡Debemos irnos antes de que ellos lleguen, quedándonos aquí solo conseguiremos que la probabilidad de éxito de la misión disminuya!

—Tienes razón —concordó Annie—. Debemos retirarnos antes de que el enemigo nos intercepte. No sé cómo todavía pueden tener tanta energía, pero es muy posible que esté Reiner con ellos...

—Es por esa razón que no nos marcharemos —dijo Zeke.

Se sobresaltaron. En un primer momento parecía que tenía poco sentido, por eso mismo se esmeró en explicarse.

—Esta es la oportunidad perfecta para recuperar al Acorazado y al Mandíbula. Hemos comprobado cómo en aquella ciudad hemos sido claramente superiores. Aunque conocen nuestro punto débil, esos soldados no tienen nada que hacer contra nosotros. Además, es el momento perfecto para atrapar a Reiner y al Mandíbula, y así poder traerlos de vuelta al continente. De esta manera, conseguiremos el poder de todos los titanes y podremos acabar con esto.

Bertolt todavía no acababa de aceptar el plan, pero Annie rápidamente asintió. Ella deseaba más que nada llevarse a Reiner y que por fin fuera comido por otro guerrero. Eren continuaba sentado, con los brazos regenerándose. Debido a que seguía en proceso de regeneración, no suponía ninguna amenaza para ellos, por eso no les importaba que escuchara el plan.

Fuera del bosque de los Árboles Gigantes, una gran oleada de soldados se aproximaba al lugar. Erwin era quien lideraba la operación, en la cabeza de la formación. Detrás de él, sesenta soldados montados en sus respectivos caballos se dirigían con un único objetivo: regresar con vida junto a Eren Jaeger, la última esperanza de la humanidad. Eso y nada más que eso. Durante la travesía no se habían encontrado con ningún titán, hecho que inquietó a Armin, le resultaba insólito. 

Aunque no empleaban la formación de exploración a gran escala, usaban una variante que tenía la misma forma, pero con los escuadrones más cerca de los otros, la distancia que los separaba era mucho menor. Armin se ubicaba en el escuadrón de Klaus, un soldado de estatura mediana y cabello rubio y corto. Todo esto es muy extraño..., continuó pensando Armin. Desde que salimos de Shiganshina, no nos hemos encontrado con ningún titán. En el ataque de Shiganshina aparecieron muchos titanes de golpe, pero cuando salimos fuera de los muros no quedaba ninguno. ¿Es posible que alguno de esos titanes cambiantes los atrajera?

Su grupo no se situaba muy lejos del comandante Smith. Armin no podía evitar de discutirlo, interiormente. Necesitaba consultarlo con Erwin, y escuchar su opinión al respecto.

—¡Klaus, déjame acercarme al comandante, creo que he descubierto algo que podría ser de utilidad!

—No hay problema —respondió, sin pegas.

Armin abandonó el grupo y aceleró el paso para llegar hasta Erwin, delante del escuadrón de Levi, donde estaba Mikasa. Varias decenas de metros más atrás estaba el grupo de Lynne, formado por Connie, Sasha y Jean, entre otros.

—Sabía que algún día saldríamos los tres juntos fuera de los muros —dijo Connie—. Jamás perdí la esperanza.

—Siempre había querido ir a la Policía Militar porque en parte tenía miedo a los titanes y no quería luchar contra ellos —reconoció Jean—. Pero todavía no hemos visto ni un titán, así que no me arrepiento de haber salido.

—Jean, no pasa nada si eres débil —se mofó Sasha—. Hay gente que vendrá a rescatarte.

Jean al oírlo se exaltó y acercándose con el caballo, le dio un ligero golpe en la cabeza.

—Cuidadito lo que me dices, "chica patata" —puntualizó—. Por mucho que ahora vayas galopando, no creas que me he olvidado de lo del tobillo.

—¿Otra vez con eso? Te aseguro que mataré más titanes que tú aun estando así.

Jean asintió y comenzó a reír a carcajadas. Poco después miró hacia atrás, donde estaban Floch Forster y Marlowe Freudenberg, que como muchos otros, no pertenecían al Cuerpo de Exploración pero se habían unido a esta incursión de rescatar a Eren. Una misión suicida, pensó Floch.

—Somos muchos los que jamás hemos salido —dijo Jean—. Espero que podamos regresar todos sanos y salvos. Ese maldito Eren siempre nos mete en problemas...

—Ya vimos de qué fueron capaces, esa gente del exterior. Si realmente se encuentran en el bosque...

No sé cuántos moriremos, pensó Connie. Más te vale ser tan importante, Eren. Muchos morirán hoy por ti. La formación estaba muy cerca del bosque gigantesco, cuando Armin llegó hasta la posición de Erwin, Mikasa lo vio pasar cerca de ella.

—¿Armin, ocurre algo?

—Tengo una teoría acerca de por qué no hay titanes desde que salimos, pero quizás estoy equivocado.

Erwin, que escuchó lo que Armin platicaba, tuvo interés en lo que el chico rubio dijo. A fin de cuentas, era una de las promesas del cuerpo, su inteligencia asombró hasta al comandante.

—Armin, tú eres la persona más inteligente de la Legión, así que si alguien tiene que tener alguna idea sobre el motivo, ese eres tú. ¿Por qué crees que no nos hemos encontrado con titanes?

Armin se ruborizó, pero lo quiso ocultar rápido. Aunque le costó creer que el comandante lo hubiera reconocido como el más perspicaz del Cuerpo.

—Esto... yo... Bien. Cuando ellos atacaron la ciudad de Shiganshina, después de que el Titán Colosal rompiera la muralla, entró una gran oleada de titanes. Se introdujeron todos en la ciudad masivamente, algo que nunca habíamos visto. Sabemos que el Titán Bestia podía dirigir a algunos de ellos, pero el resto no sé bien cómo se concentraron en la puerta de Shiganshina. A lo mejor algún otro titán cambiante podía atraerlos..., a parte del Bestia. Aunque quizás fue también el Bestia el que lo hizo. Fuera como fuese, creo que alguien los atrajo.

—Entiendo, tendremos cuidado —dijo Erwin—. Si vuelves a tener alguna idea, no dudes en reportárnosla.

—Ese Reiner... —dijo Levi, maldiciéndose—. Quizás él conozca más información, pero no ha querido dárnosla. No entiendo cómo confía usted tanto en él, Erwin.

Erwin sonrió ligeramente y volteó su cabeza para mirar a los ojos a Levi.

—Siempre he sido así. Siempre he querido dar una oportunidad a aquellos que lo pasan mal o se sienten solos en este mundo. Si yo no confío en ellos, ni nadie ni ellos mismos lo harán, ¿no te parece triste? Al igual que tú, yo creo que él también se merece una oportunidad. Ambos estabais antes en contra de nosotros, pero finalmente, gracias a la oportunidad que yo os brindé, estáis hoy aquí. ¿Acaso no te acuerdas el día que nos conocimos, que me apuntabas al cuello con una navaja?

Levi, mosqueado por el sermón que le dio Erwin, chasqueó y apartó la mirada de Erwin. Molesto.

—Vuestra ayuda es fundamental para el Cuerpo y para alcanzar nuestro objetivo —continuó Erwin—. Es por eso que yo confío en todos vosotros.

Erwin alzó la mirada y contempló los inmensos árboles. La distancia entre el bosque y la Legión de Reconocimiento era prácticamente inexistente. Los soldados se acercaban a la entrada del bosque cuando, de repente, vieron caer del cielo una gran luz en medio de él. En ese mismo momento, todos fueron conscientes de que definitivamente el enemigo se reveló en el interior del bosque. Justo antes de adentrarse, Erwin levantó la espada y se dirigió a todos sus soldados.

—¡Al ataque! ¡El destino de la humanidad se decidirá en este instante, sin Eren, la humanidad jamás podrá sobrevivir en este mundo! ¡Recuperaremos a Eren y nos marcharemos! ¡Entreguen sus corazones!

Eren, he depositado todas las esperanzas en ti, incluso desde el inicio de la anterior expedición, pensó Erwin. Quiero conocer la verdad de este mundo. Y arreglarlo. Todos los caballos empezaron a galopar a una mayor velocidad, y muchos de ellos se adelantaron al comandante, haciendo que Erwin ya no se posicionara como la flecha de la formación. En este mismo momento, algunos de los que se situaban más adelante eran Connie, Sasha y Jean; detrás de ellos también estaban Reiner, Historia e Ymir, en el mismo grupo. Armin cerca de Erwin, que seguía hablando acerca del misterio de aquellos titanes.

—La probabilidad de que alguno de ellos tenga la habilidad de juntarlos y concentrarlos en un punto en concreto es muy alta, pero todavía desconozco el cómo lo hace —dijo Armin.

Justo en ese momento, en el interior del bosque, se oyó un grito estremecedor: AAAAAGGGGGGGHHHHHHHH. Todos sus corazones aletearon, sus estómagos dieron un vuelco. Había un titán convertido y preparado para luchar.

—¡No nos amedrentarán! —gritó Erwin—. ¡Por primera vez, la humanidad saldrá victoriosa ante los titanes!

Los soldados se miraron entre ellos y avanzaron a una mayor velocidad, algunos gritando de locura. En el bosque todavía no había aparecido tampoco ningún titán normal, por eso algunos todavía mantenían la calma. Floch Forster, cerca de Jean, no daba crédito a la locura de la Legión. A diferencia de Jean, él formaba parte de las Tropas de Guarnición.

—Los de la Legión están locos de remate —dijo Floch.

Armin era el único soldado que se quedó preocupado después de haber escuchado el grito de aquel titán, creyendo que había algún motivo por el que había gritado. Metros más adelante, Ymir estaba al lado de Historia, que hablaba con Reiner. La luz difícilmente penetraba entre la gran dimensión de aquellos árboles, todo el suelo estaba ensombrecido.

—Reiner —dijo Historia—, sabes que todos confiamos en ti. Eres uno de los nuestros.

—Lo sé, no hace falta que me lo recuerdes más. Si me topo con alguno de ellos, les haré entrar en razón y les mostraré que están equivocados.

—Has cambiado mucho de ayer para hoy, Historia —reconoció Ymir.

—Desde que hablé contigo, me di cuenta de la persona que quiero ser —dijo Historia. Miró hacia delante, hacia las profundidades del bosque—. A partir de ahora no voy a pretender ser otra persona, sino que viviré como yo desee.

El escuadrón de Levi, el más fuerte de los escuadrones, rodeaba a Erwin Smith, la pieza fundamental que organizaba a los soldados. Mikasa estaba entre ellos, preocupada por Eren. Sin duda la que más lo estaba. Armin lo sabía, por eso aflojó el paso y se posicionó con ella.

—Mikasa, aunque Eren esté lejos de nosotros, siempre iremos a...

Mikasa, justo antes de que Armin acabara de hablar, giró su cabeza hacia la derecha y, a la lejanía, entre varios árboles, vislumbró una silueta que le recordó a Eren.

—Eren... —susurró Mikasa.

Ella, sin pensárselo ni una vez, saltó del caballo y gracias a los cables del Equipo de Maniobras Tridimensional, se dirigió hacia ese lugar a una velocidad vertiginosa. Abandonó el escuadrón y Armin intentó frenarla, pero ya se había ido. Él era el único que se alteró por la repentina ida de Mikasa.

—¡Comandante Erwin, Mikasa se ha ido sola hacia allá!

—Varios soldados habían abandonado su posición para inspeccionar el lugar —dijo Erwin—. La gran mayoría de soldados, desde que hemos entrado en el bosque, hemos ido rectos por esta travesía, pero algunos han ido con el EDM3D para intentar encontrar dónde se ocultan. Hacia la dirección donde se dirige Mikasa no habíamos enviado a ningún soldado, así que nos viene hasta bien.

—Además, aunque me cueste reconocerlo, es una muy buen soldado —reconoció Levi—. Se las apañará bien.

¿Seguro que lo ha visto?, pensó Armin. Si es así podríamos retirarnos ya, ese era nuestro propósito. Aunque tengamos con nosotros a dos poderes titánicos, no sé hasta qué punto podremos ganarles. Además, sé que Ymir ama a Historia más que nada, pero desconozco si tiene intenciones ocultas. Aun con todo eso, la incógnita de la horda de titanes que aparecieron repentinamente en Shiganshina volvió de nuevo a ser protagonista en su mente. 

Después de varios minutos adentrándose en el bosque, finalmente algunos soldados llegaron hasta el centro del bosque, con un gran claro que delimitaba los árboles. Los Bosques de los Árboles Gigantes eran un gran conjunto de árboles colosales, con la particularidad de que en todos ellos había un gran claro en el centro. Desde el cielo, se podía ver claramente cómo estos bosques tenían una gran zona despejada en su interior.

—Es un claro inmenso —admitió Henning—, no hay ni un árbol en esta zona.

—Es cierto —respondió Gelgar—. Encima tiene una forma circular.

Henning y Gelgar, dos soldados de cabello rubio, pertenecían al escuadrón de Mike Zacharius, hasta que este murió. Gelgar perdió una pierna hacía horas en Shiganshina, pero aun así, decidió salir fuera de los muros para acabar con el Titán Bestia, quien mató a Mike. Ellos dos fueron los primeros en llegar, detrás de ellos se acercaban unos pocos soldados, de los que se logró divisar al trío atolondrado: Connie, Sasha y Jean. Connie fue el único en fijarse que en la zona derecha del claro había algo evaporándose.

—¿Qué es eso? ¿Son restos de titán?

Desde su posición, alertó el cuerpo de un titán evaporándose, pero pudo alcanzar a ver las dos piernas del titán que era lo único que todavía no se había convertido en vapor. Esas piernas le recordaron rápidamente a un titán que hacía pocas horas había visto.

—¡No puede ser! ¡Esas piernas son del Titán Hembra!

Los soldados que había más cerca se sobresaltaron al corroborar con sus ojos que realmente eran las piernas del Titán Hembra.

—¿Cómo es esto posible? —preguntó Jean—. No nos hemos encontrado con ningún titán. ¿Ella ha sido derrotada?

—Aunque Eren es fuerte —dijo Sasha—, en su estado no creo que la haya derrotado.

En este mismo momento pero en otro lugar, Mikasa seguía surcando el bosque a gran velocidad, hasta que se detuvo en seco al ver a Eren debajo de un árbol. Mikasa estaba encima de una rama, alegre de haberlo encontrado. Sin embargo, frunció el ceño al analizar a una chica de cabello corto y rubio, atado en un moño, con un lado del cabello más largo que el otro. Sus ojos eran azules, se trataba de Annie Leonhart, en su forma humana. Le recordó un poco al Titán Hembra, y se maldijo.

Más soldados seguían llegando al claro, pero Armin, Erwin y el escuadrón de Levi todavía estaban más atrás. Armin no dejaba de pensar en que había algo que estaban pasando por alto. Por el momento no nos hemos encontrado con ningún titán, pero todo esto es muy extraño. Los titanes cambiantes se encuentran aquí en el bosque, pero todavía no nos hemos encontrado con ninguno de ellos. Ellos seguramente conocen nuestra localización, pero aun así no nos han atacado todavía. ¿A qué están esperando? 

Al principio oímos un grito de un titán, y ahora hemos llegado hasta un claro donde hemos encontrado los restos del Titán Hembra. Parece como si quisieran que nosotros no nos desviáramos y llegáramos la máxima gente posible hasta esta zona, un claro enorme donde cabe mucha gente. ¡Armin, piensa! Reiner nos dijo que de todos los titanes, el que teníamos que tener más cuidado era con el Colosal. Él, una vez transformado no supone un gran problema, pero en el momento de su transformación, provoca una gran explosión que puede matar... El máximo número de personas, en un mismo lugar...

Armin se asustó y gritó, buscando no solo la atención del comandante, sino la de todos los reclutas. Sus gritos también resonaron hasta en el claro.

—¡No puede ser! ¡Todos, debéis volver y escapar del claro lo más lejos y rápido que podáis!

—¿Qué estás diciendo? —preguntó Erwin.

Armin saltó del caballo y con el EDM3D, se alejó de la zona lo más rápido posible. Antes, pero, le contó a Erwin el motivo.

—¡La única razón por la que hemos llegado hasta aquí sin encontrarnos con el enemigo, es porque ellos querían que todos alcanzáramos este lugar! ¡El Titán Colosal se convertirá y nos matará a todos!

Erwin y el resto de soldados, al escuchar eso, se amedrentaron y sin demora, saltaron de sus caballos y se impulsaron con los cables de acero para escapar del lugar. Aunque los caballos iban a una gran velocidad, el EDM3D permite moverse a una velocidad superior. Los caballos, aunque sin jinetes, también se alejaron del claro, aunque a una menor velocidad.

—¡Armin tiene razón, huid todos del lugar! —gritó Erwin.

—Cómo no he podido darme cuenta... —se maldijo Reiner.

La gran mayoría de soldados empezaron a escapar del lugar lo más rápido que podían. Los que estaban más atrasados eran Henning y Gelgar, en la mitad del claro. Jean, Sasha y Connie, junto a otro soldados, todavía se encontraban en el claro, pero cerca de la entrada, escapando lo más rápido que podían. Ymir e Historia ya estaban fuera del claro, pero aún cerca de la entrada. Reiner se había movido antes que ellas dos y se situaba más lejos, aunque él vacilaba en que su amigo fuera a cometer tal atrocidad. Encima de una rama de uno de los árboles que limitaba el claro, se emplazaba un joven alto y de cabello oscuro, Bertolt Hoover, el Titán Colosal. Ha llegado el momento. Hemos estado esperando a que llegaran al centro del claro, pero parece que se han dado cuenta de nuestro plan. No puedo dudar.

Bertolt saltó de la rama, que se alzaba a veinte metros de altura, y se dejó vencer por la fuerza de la gravedad. Justo debajo de él se situaban Henning y Gelgar, dos hormigas que miraban asustados al cielo, como si vieran caer encima de ellos un cataclismo. El resto de soldados ya se encontraba fuera del claro, pero la explosión tenía un alcance muy superior al claro, y todo lo que estuviera a su alcance, quedaría pulverizado por las llamas del odio. Bertolt estudió el lugar, con tristeza. Todo aquello que sus ojos alcanzaban a ver, ya tuviera vida o no, iba a acabar calcinada.

Reiner, este es el camino que yo escogí, pensó Bertolt. ¡Yo lucho por Marley! ¡Me convertiré en Titán Colosal y traeremos de vuelta a todos los titanes cambiantes!

· Próximo capítulo – Explosión

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