❝𝖭𝖾𝗐 𝖸𝗈𝗋𝗄❞
𝖯𝖺𝗋𝗍 𝗌𝗂𝗑
Rubén, estaba sentado en su cama mientras observaba sus pastillas. Que eran para dormir.
Samuel se sentó a su lado, y le miró, llamando su atención.
—¿Ya te irás a dormir? —susurra, inconcientemente pasando su brazo por la espalda del teñido. Haciendo que soltara un gemido de dolor.
—Lo siento —susurra. Quitando su brazo.
Rubén notó la leve chispa de curiosidad en los ojos del pelinegro.
Debatía los famosos pros y contras; ¿Debía decirle? Si lo hace, ¿Se lo dirá a alguien? ¿Se lo tomará bien?
La mayoría eran causadas por sus inseguridades. Las otras, era por los problemas legales que podría causar si Samuel sin querer se lo dice a alguien.
Nunca pensó en decirle eso a nadie. Y tal vez, sea un secreto que le gustaría guardar.
—U-uhm... No sé. ¿Tú quieres dormir? —titubea nervioso.
—Jo'er —susurra el pelinegro, haciéndole soltar una risa al teñido—. Si tú quieres sí —responde.
—Pero no tenemos que dormirnos al mismo tiempo, ¿O si? —pregunta.
El pelinegro se le queda mirando al teñido.
—Vale, como yo quiera, ya entendí —dice entre una risita—. Bueno...
Suspira.
—Ya sabes para que son estas, ¿No? —dice refiriéndose a las pastillas, y Samuel asiente—. Vale, hay varias cositas que tienes que saber, por si surge algo. —dice—. Si me tomo una de estas, se supone que duerma 8 horas, mínimo. —dice, y vuelve a suspirar—. Si quieres despertarme, y no lo hago...
Samuel abre los ojos como platos.
—Tranquilo, estás pastillas no me matan —le tranquiliza entre una risita—. Estas pastillas a veces me desmayan —dice, y Samuel abre más sus ojos—. Bueno, casi siempre —se corrige así mismo.
—¿Por las 8 horas o...?
—Los primeros treinta, o cuarenta minutos —responde—. Es como un "efecto secundario" —dice haciendo comillas con sus dedos.
Samuel suspira, pero es un suspiro de alivio.
—Ah, después de tomar la pastilla, suelo caer dormido dentro de un segundo —añade—. Y creo que es todo —dice.
—¿Y tienes el sueño pesado, o liviano? —pregunta.
—Pesado.
Suspira entre una sonrisa. Y Rubén suelta una risita.
—Eh, yo me voy a recostar, porque la espalda me lleva doliendo desde un buen tiempo —dice Samuel, entre una risita.
—'tas viejo —bromeó Rubén.
Samuel voltea a verle, mientas se acomoda para recostarse.
—Tenemos la misma edad, ¿Sabes? —le dice.
—Pero tú te comportas como viejo —se defiende.
—Y tú como un niño pequeño —se defiende Samuel.
Rubén abre el boca en una pequeña "o", fingiendo molestia. Pero no podía decirle nada, porque tenía razón.
Samuel se recostó. Y soltó un suspiro de alivio, echando la cabeza hacia atrás.
Luego de unos segundos, siente algo acomodarse al lado suyo, y sonríe inconcientemente.
—¿Siempre te duele la espalda? —pregunta Rubén.
—Mhh, no —responde.
—Mentiroso. Siempre te quejas de tu espalda —le contra dice.
—¿Que? Tú te quejas más de la tuya, cabezón —le riñe.
—Veg, mentir es pecado, ¿Lo sabías? —le dice sarcástico.
—Si, lo sé. Y en ese caso, ambos iremos al infierno —responde sarcástico.
Rubén suelta una risita, y agacha su cabeza en el acto.
—Pero al menos iremos juntos —susurra.
Vuelve a levantar su cabeza, y se encuentra con el rostro de Samuel, que estaba de lado. Otra vez, ese perfil. ¿Debía decir que éste chico tenía un increíble perfil? Sin incluir sus facciones, porque entonces sería como describir el rostro perfecto.
Entonces, Samuel voltea a verle, con el ceño levemente fruncido. Y Rubén, lo único que se limitaba hacer, era sonrojarse.
Tragó saliva, y volvió a agachar su cabeza.
Si el silencio entre estos dos tuviera boca, ¿Que piensan que diría?
Yo creo que diría un leve «me gustas».
Y aunque ambos comenzaban a recibir las señales, preferían... Esperar.
¿A que? No lo sé. Soy una narradora, no una lee mentes.
Rubén, completamente hundido en sus pensamientos, seguía cabizbajo. Mientras se preguntaba porque el pelinegro le miraba tanto. No es porque no le gustase, solo le hacía sentir nervioso. Y tener cosquilleos en el estomago, y sentir sus piernas temblar, le ponía más nervioso.
Y Samuel, se preguntaba que era lo que Rubén escondía.
No quería preguntarle. Quizás haya alguna otra forma de la cual enterarse. Quizás el teñido esté pensando en decirle. O al menos eso quería creer.
Porque sentía que había confianza entre ellos. Y si no era así, seguramente caería en un vacío mental, en el cual tardaría mucho en salir.
Samuel sabía que Rubén no tenía que guardarse cosas simplemente por sus "inseguridades". O porque pensara que, lo que sea que le estuviese pasando le alejaría. La verdad es que a Samuel no le importaba. Pero... Enserio no sabía cómo demostrárselo de una manera "disimulada".
Aunque el pelinegro era consciente de que disimular no era su fuerte.
—Rubén —susurra, y el teñido suelta un leve "mhh"—, ¿Soy tu único amigo, o tienes más? —pregunta.
El teñido vuelve a levantar su cabeza. Y parpadea varias veces.
Supongo que era una manera de crear una conversación.
—Tú eres el único —responde.
Se sonrojó, porque utilizó una mala elección de palabras.
—¿En toda tu vida? Digo, aunque es algo imposible... —susurra lo último.
—Mhh, el único que me ha soportado más de una semana —responde entre una risita.
Samuel se reincorpora, mientras pensaba en la respuesta del teñido.
—¿Más de una semana...? —susurra.
Escucha a Rubén suspirar.
—Cada vez que... Conozco a alguien, siempre los alejo, y no sé cómo —responde—. Siempre me dicen que casi nunca estoy ahí, que siempre ando enganchado con el celular, que debería ser más... "Social" —hace comillas con sus dedos—. Que ellos han necesitado muchas veces de mi pero no estuve ahí, un montón de cosas —dice, para luego soltar un suspiro—. Supongo que es porque... Soy un mal amigo —añade encogiéndose de hombros.
—Si ellos necesitaban de ti, ¿Por qué no te lo dijeron? No eres adivino, Doblas —le dice.
—Porque se supone debía notarlo, no esperar a que ellos me dijeran —responde.
—No-eres-adivino —repite.
Rubén sonríe, aunque era una sonrisa algo triste.
—Y... Porque soy muy cariñoso —dice—, siempre ando abrazando a todos a los que les tengo aprecio, y casi nunca se me cruza por la mente que a alguien le puede incomodar eso —añade.
—Pero es lindo —dice.
—Quizás para ti. Pero para ellos era molesto —dice—, si así soy con mis amigos, imagínate con la persona que me gusta —añade sarcástico.
Samuel sonríe, aunque la sonrisa es más irónica que feliz.
—Debió ganarse la vida o algo —susurra.
—¿Quién?
—La persona a que le gustas —responde entre una risita.
Sintió que sus mejillas se calentaron más, y soltó una risita para disimular sus nervios.
Ambos se quedan unos segundos callados.
—¿Quien te gusta? —pregunta de golpe.
—¿E-Eh? —balbucea. Primero sobre “la persona que te gusta debió ganarse la vida” y ahora esta pregunta.
Rubén estaba cada vez más convencido del posible, y futuro “nosotros”.
Y esperaba que no fuese en un futuro tan lejos.
—Que quien te gusta —repite sacándole de sus pensamientos—. Si puedo saber, claro.
Rubén tragó saliva, mientras observaba al pelinegro.
¿Que iba a responder? ¿“Tú”?
—Ehm... —musita pensativo— Es algo que quiero guardarme para mí —responde.
—Oh, vale —dice.
—N-no es que no quiera decirte, es que tengo inseguridad y eso y...
—Está bien, cabezón —dice entre una risita.
Rubén suspira de alivio. Ya no estaba tan nervioso. Aunque debía admitir que la pregunta que le hizo Samuel le tomó por sorpresa.
Sabía que podía confiar en el pelinegro, pero habían cosas que prefería guardarse para él. Algunas, por inseguridad, otras, por el propio bien del azabache.
Bien, ahora Rubén comenzaría con el discurso que haría al presentarle a Samuel a su madre.
Cómo su novio.
VIVAN LOS NKVUOS
hola, soy la pajarita
¿estan bien? ¿tomaron agua? ¿son felices, o están tristes?
ya mismo me toca la clase de matemáticas, y es mi favorita^^
antes no lo era, pq no entendía ni un qlo y ahora entiendo y me gusta
más soy de las únicos de mi grupo que participa [cool]
en fin
tengan lindo día, tomen agua, coman comida, y eso
amén 🛐💐