¿Fácil? ¡No! (Completa)

Autorstwa IchiroKaze

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Tras unas brillantes carreras como deportistas, el grupo de amigos conformado por 4 parejas, regresan a la ci... Więcej

Prólogo - Retiro
El Fuego y el Hielo
Cicatrices
Cabellos celestes
Pequeño Kariya
Fotografías
Hijos
Secuestro
Despedida
Melena
Tiempo
Heredero
Anillos
Imperio Kumush
Condición
Arritmia
Copo de Nieve
Café
Gripe
Envidia
Decisiones
Calendario
Parte 1
Parte 2
Crueldad
Si sabes correr, hazlo
Accidente
Los dos faltantes
Niños
Daigo
Temporal
Un buen amigo
Diez
Sinceridad
Sol
Impacto
Aúpa Capitán
Irreconocible
Quiebre
Cambios
Señor Swift
Frente a Frente
Arakumo
Tíñete de rojo
Epílogo: Campo De Abejas
Final alternativo

Adiós Canadá

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Autorstwa IchiroKaze

Después de un ameno y ruidoso desayuno, Kazemaru e Ize se alistaron para recibir a los abogados, preparando la oficina donde realizarían la reunión y firmarían todos los documentos, además de vestirse formalmente para la ocasión.

- ¿Por qué tienes que ponerte camisa y corbata? - Preguntó el castaño sentado en la cama, viendo al peliazul arreglarse - Pensé que solo firmarían el divorcio y ya...

- Por respeto a los abogados Mamoru, además siempre es bueno estar presentable - Amarrándose la corbata - ¿Me veo bien?

- Ichirouta, ya te lo he dicho antes, siempre te ves bien, estás guapo - Levantándose y tomándolo por la cintura - ¿Puedo? - Acercándose lentamente, apoyando su frente contra la del ojiavellana, sintiendo como este se tembló un poco pero aún así asentía, por lo que tras recibir la confirmación, lo besó con suavidad y cariño - Me encanta cuando te pones nervioso...

- ¡Mamoru! ¡Me vas a arrugar la camisa! - Reclamó al sentir como las manos del portero subía lentamente por la blanca prenda, pero no pudo articular mayor palabra pues de inmediato el chico de la banda naranja lo volvió a besar para callarlo, estando a punto de dejarse llevar por la pasión del momento, pero recordando que pronto llegarían los abogados y no había tiempo para eso - Cabeza de balón... ¿No puedes esperar a que lleguemos a Inazuma?

Después de que el candente momento llegar a su fin, se paró frente al espejo y nuevamente comenzó a arreglarse, para luego darle un beso en la frente a su novio y salir de la habitación, encontrándose con Ize en la sala de estar, quien estaba esperándolo hacía casi 20 minutos.

- Perdona la demora... ¿Aún no llegan los abogados?

- Mi padre dijo que vayamos a su oficina, quiere estar presente durante la firma del divorcio... Ha mandado un taxi a recogernos, nos esperan afuera.

- Entiendo... Pues vamos entonces, no sería bueno hacerlos esperar.

- ¿Se van? - Preguntaba Fubuki mientras salía de la cocina - ¡Estás muy elegante Ichirouta! - Mirando de pies a cabeza a su amigo - Me gusta tu corbata, me compraré una igual.

- Gracias Shirou, sí, es algo tarde... ¿Puedes avisarle a Mamoru? Nos están esperando y vamos contra el tiempo.

- Claro, vayan con cuidado, yo cuido la casa por ustedes - Respondió radiante, con esas suaves sonrisas que solo el albino podía dar.

- Bueno, vámonos Ize - Extendiendo su mano para levantarla del sofá.

- Por-por supuesto... 

El gesto tan normalizado de cariño del peliazul la puso nerviosa, de repente se había comenzado a fijar en los pequeños detalles que este tenía, como abrirle la puerta del taxi, dejar que ella ingresara primero, preguntarle si quería que viajasen con la ventana abierta, ofrecerle comprarle una bebida al llegar, ayudarla a bajar ofreciéndole nuevamente su mano como soporte, abrir la puerta del edificio de las empresas Kumush para que pueda ingresar.

- Eres todo un caballero... - Susurró para sí misma, algo sonrojada por todas las acciones de su aún esposo.

- ¿Dijiste algo?

- No, nada... Vamos a tomar el ascensor - Señalando en dirección a este - Es algo tarde, hay que apresurarnos.

- Está bien - Al ex-velocista se le hizo muy raro haber escuchado a medias la palabra "caballero" en los susurros de la pelinegra, pero decidió ignorarlo por completo, después de todo estaban a punto de firmar su divorcio y no quería hacerla sentir peor.

En ese momento el ambiente se tornó incómodo, ninguno de los dos sabía como romper el hielo e iniciar una conversación, por lo que en silencio subieron al ascensor, llegando al piso donde se encontraba la oficina del señor Kumush, tocando antes de entrar.

- Buenos días con todos, disculpen la demora - Dijo la pelinegra nada más entrar, acercándose a su padre para abrazarlo.

- Buenos días señor Kumush - El peliazul la precedió, cerrando la puerta tras de sí - Buen día - Acercándose a los abogados para saludarlos con una leve reverencia.

- ¿Cómo se encuentran? - Preguntó el gerente - Kazemaru-san, tengo una propuesta para ti.

- ¡Padre! Ya lo hablamos ayer por la noche por teléfono... Deja las cosas así por favor...

- Toma asiento, mis abogados te explicarán - Indicándole donde sentarse - Ize, por favor, espera afuera de la oficina, te avisaré cuando puedas entrar.

- ... - En silencio ella se retiró de la habitación, rogando mentalmente que su esposo se negara.

- Joven Kazemaru, es un placer conocerlo, mi nombre es Kenzaki Ryuuichi, abogado de la familia Kumush - Sacando de su maletín unos documentos - Estos son los papeles del divorcio, pero antes de que los firmen, permítame por favor explicarle en lo que consiste la propuesta de mi jefe.

- Está bien... - Respondió el peliazul algo dudoso, sentándose donde le habían indicado - Lo escucho...

- Si usted continúa su matrimonio con la señorita Ize, le ofrecemos formar parte de la gerencia de la corporación Kumush, asumiendo el rol como gerente de publicidad y marketing, que como tenemos entendido, es usted una figura pública, por lo que no debería ser difícil que maneje ese sector.

- ¿Para eso no se necesitan estudios superiores? Hay muchos profesionales que seguro están mejores calificados que yo... Además - Mirando a su aún suegro - Pensé que teníamos un acuerdo, ella y yo decidimos separarnos.

- Dime Ichirouta... ¿Sabes como se siente ella al saber que te irás con Endou? ¿A pesar de todo lo que intentó e hizo por ganarse tu amor? - Dijo el pelinegro, mostrándole una foto de Ize cuando era niña - Desde muy pequeña tuvo problemas de autoestima, la molestaban por no ser la persona más agraciada del mundo... Pero es mi hija y la amo, tú la haces feliz... ¿Cuánto dinero quieres por seguir a su lado?

- ¿Perdón? - El peliazul estaba anonadado con lo que acababa de escuchar, por lo que sorprendido se levantó de su asiento.

- Joven, si usted acepta, mi jefe además de ofrecerle una bonificación económica y el puesto de gerencia, le pagará en su totalidad el tratamiento para su enfermedad y de ser necesario, se hará cargo de conseguir un donante para que usted pueda recuperarse.

- ¿Cómo sabe usted que estoy enfermo? - Exclamó asustado.

- Ize me lo dijo, no la culpes por favor, solo está preocupada por ti, al igual que yo, después de todo aún eres mi yerno, espero sigas siéndolo.

- Joven Kazemaru, este es el contrato para que usted pueda recibir los viáticos y beneficios por mantener su matrimonio - Sacando más papeles de su maletín - ¿Cuánto dinero vale? Dígamelo por favor, así podremos hacer los arreglos necesarios, sin embargo, la condición será que usted trate de manera amable y cariñosa a la señorita Ize.

- ¡No! - Gritó molesto - Es decir... ¡No tengo un precio! Las personas no se compran señor, me niego.

- ¿Eres consciente del daño que le estás haciendo a Ize? ¿No tienes ni una sola pizca de remordimiento?

- Yo... - En ese momento, todos los recuerdos de su esposa tratándolo con paciencia se hicieron presentes, ella nunca mostró su fastidio ni dolor ante la indiferencia que él siempre le mostró, todo lo contrario, cada día parecía volverse más cálida y comprensiva, pero ni aún así podía decir que la amaba, solo sentía cariño hacia ella por haber contactado a Endou, su afecto había nacido a raíz de la gratitud - No quiero hacerle daño pero... No puedo mentirle, no estoy enamorado de ella señor... Lo siento...

- No sabía que eras tan egoísta, bueno, entonces no hay nada más que conversar - Indicándole al abogado que guardase los documentos - Por favor, díganle a Ize que puede entrar.

Apenas la joven regresó, notó la expresión de remordimiento en el peliazul, supo que al final su padre había usado todas sus cartas para tratar de convencerlo de quedarse a su lado por más que ella le había pedido que no lo haga. De por sí ya era difícil admitir que solo estuvieron casados por obligación, sería peor retenerlo con sobornos, además era consciente de que él estaba enamorado y era correspondido por esa persona... Entonces ¿Por qué se le ve así? pensó, esperando poder preguntárselo cuando se retiraran de la empresa.

- Bien, al firmar estos documentos ustedes legalmente estarán divorciados, su matrimonio no fue mediante bienes compartidos, por lo que el patrimonio personal de cada uno se mantendrán como hasta ahora - Entregándoles los papeles - Por favor, firme aquí señorita Ize.

- Cla-claro - Ella tomó la pluma y trazó en las líneas punteadas su marca, repitiéndose mentalmente que era lo correcto - Listo... - Ofreciéndole el puntero a su esposo.

- Perfecto, joven Kazemaru, le toca - Indicándole la parte inferior de los documentos.

El peliazul recibió el bolígrafo con algo de temor, sintiendo la fría mirada del señor Kumush sobre él, lo analizaba y juzgaba al mismo tiempo que ejercía presión, las dudas sobre si era correcto elegir su felicidad a cuestas de lastimar a otra persona comenzaron a llegar a su mente, tenía claro que no podía traicionar al castaño de la banda naranja, pero la idea de hacer sufrir a alguien lo atormentaba, su moral y personalidad no le permitían pensar con claridad.

- Hazlo - Dijo ella a la par que colocaba una mano sobre su hombro - Es lo correcto, lo sabes, estaré bien Ichirouta, somos amigos, tienes que ser sincero contigo mismo por favor.

¿Cómo alguien puede ser tan abnegado consigo mismo? ¿Realmente todavía quedan personas así en el mundo? Ella valoraba los sentimientos más que el dinero, por eso la admiraba, pero le preocupaba el hecho de que no le importara pasar por experiencias dolorosas con tal de ver a otros felices, era exactamente lo que él hacía hasta hace algunos años, pero decidió no hacerlo más cuando su propio padre lo secuestró y obligó a casarse.

- ¡Hazlo! ¿Por qué dudas tanto Ichirouta? - Preguntó el castaño.

- ¡Porque tú eres el capitán! - Exclamó el peliazul - No puedo aceptar y quitarte el cargo..

- Estoy lesionado ¿Si no eres tú, entonces quién? - Una fractura en la muñeca derecha sacaría al guardameta de las canchas durante 5 semanas - Ya has sido capitán durante el partido contra Argentina cuando ni Kidou ni yo estuvimos presentes por lesiones, lo hiciste genial y llevaste al equipo a la siguiente ronda.

- ¡Sí pero era la selección japonesa! Ellos son mis amigos desde hace muchos años... Tenía más confianza.

- ¿Piensas que me estás quitando el puesto, cierto?

- ... - La verdad es que si fuera otro el caso, no le habría molestado asumir el liderazgo, pero en aunque le emocionaba la idea de volverse alguien importante para el equipo, no quería hacerle eso a su novio.

- Ichirouta, hazlo - Dijo sonriente - A veces tenemos que hacer cosas que parecen crueles para seguir creciendo como personas y profesionales, pero eso no significa que lo hagas con intenciones de lastimar a otros, no tienes porqué cargar con la culpa - Levantándose de la cama - Es lo correcto, lo sabes, no te mientas más ni te confundas más, no eres una mala persona solo por querer ser mejor cada día.

A pesar de ser una situación completamente diferente, el recuerdo del portero lo ayudó a recordar que no estaba mal querer ser feliz, no tenía la obligación de cargar con el dolor de otra persona cuando eso estaba fuera de su alcance, pero si podría apoyarla cuanto ella lo necesitara, lo importante era no mentirse a sí mismo, por lo que con firmeza tomó el bolígrafo y firmó.

La mirada del señor Kumush fue despiadada, incluso llevaba algo de desprecio pero eso no importaba, quizá había pensado que la presión y culpa lo harían volver atrás en sus decisiones, pero no contaba con que el amor que sentía el ex-velocista por el castaño era tan fuerte. En su mente de empresario, supuso que el dinero era más importante.

- Eso es todo, permítanme un momento para traerles sus copias del documento - Dijo el abogado mientras salía de la oficina.

Kazemaru volteó a ver a Ize, encontrándose con unos ojos llenos de lágrimas pero al mismo tiempo había una enorme sonrisa en su rostro, él realmente no sabía como reaccionar, no solía abrazarla o darle muestras de afecto, pero este parecía uno de esos momentos en los que tenía que hacerlo, por lo que se levantó de la silla y se acercó a ella, tomándola entre sus brazos - Gracias... - Le susurró, sintiendo como ella se aferraba a él, era una despedida, por lo que guardar silencio y mantenerla así era lo mejor que podía hacer.

Tras eso, el padre de la joven se retiró de la oficina, dejándolos solos y dedicándole una muy leven e imperceptible sonrisa, a pesar de que sus planes para retener al joven peliazul no habían funcionado, le agradaba ver que tuvo un gesto tan amable como el consolarla mediante un abrazo tras su divorcio, por lo que sintió que su presencia sobraba en ese momento.

- Vamos a casa Ichirouta, tienes que terminar de alistar tus cosas... - Soltándose y frotándose con las manos sus ojos - Gracias por todo, ha sido maravilloso tenerte a mi lado, espero me invites a tu boda.

- Dalo por hecho - Respondió sonriente - Es por a ti, que puedo volver al lado de Endou Mamoru, nunca voy a olvidar lo que hiciste por nosotros... Muchas gracias Ize.

Tras eso, esperaron a que el abogado trajera las copias del documento que certificaba que ya no estaban casados, así que emprendiendo el retorno a la que todavía era su casa.

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En casa, el albino se estaba esmerando en preparar un banquete tradicional japonés para despedirse de Ize, además recibirían a la familia de Haruki y conocerían al tan famoso "Kichiro", querían agradecerle por haber enviado la carta muchos años atrás.

- ¿Cómo va todo? - Preguntó el peliverde - Ya tengo listas las guarniciones y bebidas ¿Necesitas ayuda?

- Ya casi termino - Respondió feliz el peliplata - ¿Crees que tarden mucho más en llegar? Se fueron hace casi 4 horas... Endou-kun ha estado ansioso desde eso...

- Por ahora, Goenji y Kidou lo están distrayendo jugando fútbol en el patio, creo que eso debería mantenerlo calmado un poco más.

- ¿Estarán bien? Quizá alguien debió ir con ellos - Decía el castaño de ojos verdes, uniéndose a la conversación - Yo me ofrecí pero ese orgulloso me dijo que no era necesario - Chasqueando la lengua.

- Pensé que estabas durmiendo Fudou - Comentó el chico de los proverbios al verlo entrar en la cocina - Anda, sé útil y coloca la mesa para tener todo listo cuando lleguen los dueños de casa - Lanzándole un trapo para que limpiara antes - Bien ordenado eh.

- ¡Te voy a hacer ensalada de lechuga! - Exclamó saliendo de la cocina.

- A veces me pregunto como Kidou y él se llevan tan bien.

- Esos son misterios que nunca descubriremos, mi amigo - Agregó el albino - ¿Escuchaste eso? Creo que volvieron - Quitándose el delantal y apagando la cocina para salir a recibir al peliazul.

Los jóvenes entraron en casa algo decaídos, se notaba que no habían tenido momentos realmente gratos como para venir sonrientes pero al menos se les veía tranquilos, después de un divorcio era el mejor estado de ánimo que podría pedir.

- Hola Shirou ¿Todo tranquilo? - Preguntó ex-velocista apenas vio a su amigo acercarse a él.

- Bienvenidos, sí, todo en orden - Afirmó radiante - Ya casi tengo el almuerzo listo, en unos momentos comeremos, los estábamos esperando.

- Gracias por hacerte cargo... ¿Dónde está...

- ¡ICHIROUTAAAA! - Gritaba emocionado el castaño, corriendo en su dirección y abalanzándose sobre él, haciendo que ambos cayeran al suelo - ¡Te tardaste mucho! ¡Estaba preocupado por ti!

- Bueno, ahí está - Dijo riendo el albino - Seguiré con la comida, los dejo disfrutar de su reencuentro - Notando como la señorita parecía estar triste - ¿Ize, me acompañas?

- ¡Claro! - Respondió emocionada, caminando tras el peliplata y dejando a la pareja a solas en la entrada.

El portero no se movió durante algunos minutos, apresando al peliazul en sus brazos, sabía que si había vuelto sano y salvo, significaba que todo resultó como se esperaba, por lo que su emoción era inmensa, tenían el camino libre para casarse y formar una familia, solo faltaba organizar todo.

- ¿Hasta cuándo estaremos en el piso? - Musitó riendo el ojiavellana - ¿No quieres que te cuente como nos fue?

- Por su expresión ya sé la respuesta...

- Quiero conversar contigo, por favor... ¿Podemos ir al cuarto?

El castaño dio un pequeño salto, las conversaciones con Kazemaru siempre eran buenas, pero el trauma de las típicas películas le generaba una terrible sensación de incomodidad, por lo que casi al instante se levantó y cargó al peliazul como si de un costal se tratase, sin importarle que los demás los vieran y comenzaran a reírse sin poder controlarse - Con su permiso, mi futuro esposo y yo tenemos que hablar de algo muy serio, no interrumpan hermanos - Entrando a la habitación y tumbando al ex-velocista sobre la cama.

- ¡¿Por qué hiciste eso?! - Reclamó el ojiavellana, escondiendo su rostro en sus manos - Desde la secundaria creo que no me cargabas así frente a los demás... ¡Cabeza de guanábano! ¡Somos adultos!

- ¿Y eso significa que debemos perder las viejas costumbres? - Sentándose a su lado - Anda, acaba con mi curiosidad ¿Qué es lo que me tienes que decir?

- El padre de Ize me ofreció dinero y muchas cosas más con tal de que no me separe de ella, al final sí firmamos nuestro divorcio pero él dijo que era un egoísta... Porque ella sufrirá por nuestra ruptura, me siento algo culpable...

- Ize te quiere, me lo dijo... Pero también me dijo que quería que fueras feliz y sabe que nosotros nos amamos, no tienes porqué sentirte mal Ichirouta.

- Mamoru... Ella se esforzó durante años por lograr que yo la quiera, pero nunca le correspondí... No la veo como nada más que una amiga, me dolió verla llorar...

El chico de la banda naranja no dudó ni un segundo en comenzar a torturar mediante cosquillas al abatido peliazul, haciendo que este estalle en risas y quejidos, pidiendo que lo dejase pero sin obtener resultados, hasta que en algún punto notó que a este le comenzaba a faltar el aire a causa de tanto reírse, por lo que se detuvo y lo besó intensamente, consumiendo el poco oxígeno que quedaba en los pulmones de su prometido - ¿Estás mejor?

- ... - Kazemaru trataba de recuperar el aliento, sin que pudiera controlarlo, su rostro mostraba una sonrisa inmensa - Eres un tonto... Casi me ahogo, cabeza de balón... - Reincorporándose en la cama y posando sus manos en las mejillas del castaño - Te amo...

- Entonces funcionó - Abrazándolo y apretando fuertemente - Ichirouta, no eres culpable de no amar a alguien, ella lo sabe y lo entiende... Y aunque le duela, te apuesto que se negaría rotundamente a que sigas aquí, quiere verte feliz, es algo que ella y yo tenemos en común.

- ... - No lo había pensado así, a veces el dolor es necesario para ver que nuestros seres amados están bien - Gracias Mamoru...

Después de eso, el romance comenzó a fluir, pero fue controlado por el peliazul pues dentro de poco llegaría su hermano y su sobrino, por lo que después de un par de besos más, por fin ambos salieron de la habitación.

- Oye Kazemaru, no sabía que fueras un costal - Dijo burlándose Fudou - Cierto, no sabía que tu sobrino dominaba el Shippu Dash, incluso es mejor que tú.

- Pues claro, yo se lo enseñé... Espera... ¿Cómo sabes que él puede hacer esa técnica?

- ¡Tío! - Gritó emocionado el joven peliazul, lanzándose a abrazar al mayor - Cuanto tiempo sin verlo, lo extrañé mucho.

- ¡Kichiro! ¿Cuándo llegaron?

- Hace unos 20 minutos - Dijo el de cabellos dorados saliendo de la cocina - No te preocupes, Kidou nos dijo que estabas recuperando el tiempo perdido con Endou - Guiñándole el ojo, haciendo que su hermano se sonroje.

- Tío, practiqué mucho todas y por fin pude dominar la técnica que me enseñaste, espero algún día lograr el Fuujin no Mai... ¡Es mi favorita!

Tras el emotivo reencuentro, todos se sentaron en la mesa, desatándose el caos pues las discusiones por pasarse la sal o las salsas no faltaron, las rivalidades de quien comía más rápido tampoco. Aquello era común en el grupo de amigos, Ize se había acostumbrado al ruido durante los días en que los deportistas se quedaron en su casa, pero para Haruki era algo totalmente nuevo ver como ellos discutían hasta por tener un onigiri más que los demás, además le causaba gracia ver como su ya no tan pequeño hijo trataba de imitar al ex-velocista, siendo perfectamente consciente que para él, la figura más admirable del mundo se llamaba Kazemaru Ichirouta.

En la escuela la situación había mejorado desde la conversación que ambos peliazules tuvieron, llegando a notar mejorías en el estado anímico del menor casi de manera inmediata, este afirmaba ante todos sus compañeros que igualaría a su tío sin importarle lo que otros le dijeran, aferrándose tanto a esa idea al punto de que en cada rato libre que tenía, podías encontrarlo entrenando a solas en el patio de su casa hasta caer exhausto.

Verlos conviviendo y riendo juntos era su mayor satisfacción, por dentro todavía estaba tratando de perdonarse haber "abandonado" a su hermano cuando más lo necesitaba, pero el balonazo que había recibido de parte de suya le hizo entender que él no quería verlo culparse.

Cuando todo terminó, vio como su hijo emocionado le pedía a todas las ex-estrellas del fútbol que lo entrenasen, y como era sobrino de su gran amigo, ninguno se negó.

- ¡Bien muchacho! ¡Veamos si tienes el talento de tu tío! - Gritó Akio eufórico - Te advierto que mi entrenamiento es muy intenso.

- ¡Lo resistiré y superaré! ¡Ya lo verá Fudou-san!

- Eres mini-Kazemaru - Dijo el peliverde - Me recuerdas a él cuando entrenábamos en la secundaria, no se iba a casa mientras no dominara la técnica o jugada.

- ¿Mi tío hacía eso?

- Pequeño, tu tío se quedaba hasta las 3 de la mañana repasando las estrategias con tal de estar preparado para el partido - Comentaba el estratega de las rastas - Incluso hasta lesionado quería jugar.

Él por supuesto no iba a interrumpir la sesión de entrenamiento de Kichiro, por lo que ingresó nuevamente a la casa y se sentó en el sofá en compañía de su esposa, quien también estaba fascinada por ver a tantos famosos en un solo lugar, sin mencionar que los cabellos extravagantes de Hiroto y Midorikawa le hacían querer gritar de la emoción.

- Haruki ¿Podemos hablar? - Preguntó el defensa, acercándose y señalando la que todavía era su oficina - Es urgente.

- Claro que sí - Se levantó y siguió a su hermano, entrando en el estudio que estaba casi vacío a causa de la mudanza que tendría - ¿Qué pasa?

- Tengo un par de cosas que contarte, siéntate por favor.

- Me estás asustando Ichirouta, tienes una expresión muy seria..

- Fui a ver a nuestro padre, pero me enteré que trató de matar a Endou...

- ¿A Endou? ¡¿Cómo se atreve?! - Exclamó furioso - No pensé que llegara tan lejos... ¿Qué te dijo? ¿Te amenazó?

- No, al contario, se mostró arrepentido... La verdad es que no quiero saber nada de él, pero le di mi palabra a Mamoru, le prometí que pensaría al menos en la posibilidad de perdonarlo.

- ¿Después de todo lo que te hizo? Ichirouta, trató de tomar tu vida cuando estuviste en coma, nunca trató de comunicarse contigo, te secuestró y te obligó a casarte con chantajes ¿En serio crees que podrás perdonarlo?

- No lo sé... Quiero pensar que sí, estoy muy dolido, es duro saber que ha tenido que ocurrir todo esto para que intente tratarme con cariño, pero en el fondo es lo que siempre anhelé y lo sabes...

- Entiendo... Bueno hermano, esa decisión es tuya, yo también tengo que arreglar asuntos con él, nos dijimos cosas bastante crueles e hirientes la última vez que nos vimos en el cementerio por el aniversario del fallecimiento de nuestra madre.

- Ahora que la mencionas... Haruki, estoy enfermo, tengo arritmia y si no me trato puedo desarrollar complicaciones... Como ella.

- ¿Estás bromeando, verdad? ¡No juegues con eso! ¿Cómo vas a estar enfermo? ¡Fuiste futbolista!

- Lo mismo pensé yo cuando me lo dijo el cardiólogo, pero parece que la afección fue avanzando lentamente, sin que me diera cuenta, por lo que no lo noté hasta que me sentí mal hace algunas semanas.

- ¿Necesitas operarte?

- En el peor de los casos... - Suspiró algo agotado - Si todo sale bien, el tratamiento debería ser más que suficiente para recuperarme en su totalidad... ¿Qué tienes? - Preguntó al ver como el mayor parecía llorar - ¿Estás bien?

- Me cuesta creer que te pasen todas estas cosas... Nuestra madre siempre estuvo preocupada con que alguno de nosotros heredara sus problemas cardiacos, no tienes ni la menor idea de lo que ella sufrió con la angustia de perjudicarnos aún después de irse... ¡Tienes que recuperarte!

- Cálmate Haruki, ese es el plan, pero lamento no haber estado cerca de ella en sus últimos meses de vida.

- Cuando caíste en coma, le afectó mucho... Anímicamente se derrumbó, nuestro padre hizo de todo por apoyarla pero era imposible, esperaba ansiosa a que despertaras para poder despedirse de ti pues el médico ya le había dicho que sin un donante, era cuestión de tiempo para que su momento llegara - La voz del rubio comenzó a quebrarse ante los recuerdos de la persona que siempre le mostró un lado amoroso - Fue una lástima que solo pudiera decirte lo orgullosa que estaba de ti mediante una carta.

- Basta, por favor no sigas - Pidió con los ojos llenos de lágrimas - Agradezco que me lo quieras decir, pero todo lo que necesito saber está en un pedazo de papel, ese es el recuerdo que quiero tener de ella.

- Entiendo - La verdad es que el peliazul tenía motivos de sobra para negarse a escuchar sobre sus padres y la familia durante el tiempo en que estuvo viviendo solo en Japón o cuando estuvo en coma, ellos nunca lo trataron como se debía, fueron demasiado estrictos y duros con él, el mejor recuerdo que su hermano podía tener de su madre era aquella carta, era mejor dejar las cosas así - Bueno, ánimo. Sabes que cualquier cosa que necesites, estaré aquí para ti.

- Lo sé... Por eso quería contártelo, te avisaré cuando comience el tratamiento y como me va.

Ambos salieron de la habitación y se unieron al resto en el patio trasero, viendo al pequeño de la familia Kazemaru divertirse con los futbolistas, se notaba en su mirada lo decidido que estaba en seguir los pasos de Ichirouta para volverse un profesional.

Aproximadamente a las 06:00 pm, Haruki y su familia se retiraron, pues no podrían acompañar al aeropuerto a las estrellas debido al riesgo que corría su hijo ante la posibilidad de que un mar de gente los abordara.

Ize y los demás tomaron taxis hasta el terminal aéreo, llegaron y siendo reconocidos para lamentos del grupo.

- ¡TE DIJE QUE TE PONGAS LA GORRA LECHUGA! - Gritaba furioso Fudou, encerrados en una habitación esperando a que pudieran subir a su avión - Tu cabello nos delató.

- ¿Y qué hay de ti? ¡Ni siquiera lentes te pusiste! - Reclamó el chico de los proverbios - En todo caso, la culpa la tiene Endou, no tenía que gritar el nombre de Kazemaru para llamarlo.

- En eso tienes razón Midorikawa, pero todos sabemos que él es un cabeza de guanábano. - Comentó el estratega de las rastas.

- ¡Pensé que se había perdido! - Dijo defendiéndose el chico de la banda naranja - Me asusté al no verlo.

- ¡Pues nos decías y lo buscábamos en silencio sin llamar la atención! Agradece que no tengo un balón porque ya te lo hubiera estampado en la cara - El goleador de fuego estaba irritado por el número de miradas que el albino había recibido, pero la principal razón de su fastidio era una chica que trató de atrapar a su esposo ¡¿Quién se creía para poner sus manos encima de su copo de nieve?!

- Mamoru... Solo fui al baño, no era para tanto - Agregó el peliazul - Pero bueno, ya estamos aquí.

- ¿Por qué estás viajando tan formal, Kazemaru? - Preguntó el pelirrojo del grupo - Serán 17 horas por lo menos...

- Oh esto... Es mi forma de despedirme de Canadá y de ella - Respondió sonriéndole a la pelinegra, quien solo desvió la mirada algo nerviosa, quiso decirle algo pero el aviso para abordar le interrumpió, viendo como todos se levantaban y tomaban sus maletas - ¿Me dan un minuto? Quiero despedirme de ella...

- Anda tranquilo, te esperamos - Dijo el chico de la banda naranja de inmediato, él ya sabía lo que su novio le diría a la joven, viendo como ambos se alejaban al otro extremo de la sala.

- Ize, gracias por todo lo que has hecho por nosotros, no tengo forma de pagártelo pero si de algo sirve quiero que sepas que te quiero, te has vuelto una persona muy importante para Mamoru y para mí.

- ... - El adiós para el que se había preparado mentalmente todo el día estaba siendo más duro de lo que pensó, la amabilidad del peliazul solo la enternecía, escucharlo decir que la quería por primera vez fue esa gota que derramó el vaso, haciéndola llorar - Yo también te quiero Ichirouta, espero sean muy felices juntos... - Abrazándolo y escondiendo su rostro en el pecho del ex-velocista, quien solo resolvió a corresponder.

- Escucha por favor - Pidió en voz baja - No permitas que nadie te diga que no eres bonita, porque eres hermosa y solo un ciego no se daría cuenta, sé que encontrarás a alguien capaz de darse cuenta de eso, además de que eres una persona magnífica, encuentra tu felicidad Ize, yo creo en ti... 

- Ichirouta... - No podía creer lo que escuchaba, era la primera persona que la hacía sentir bien consigo misma.

- Ahora que somos amigos, puedo darme cuenta de lo fuerte, bella y noble que eres, perdón si te traté mal durante años - Notando como ella levantaba la mirada para verlo directamente a los ojos - Fui un tonto, pero de ahora en adelante cuentas conmigo para lo que necesites.

- Gracias Ichirouta... No sabes lo feliz que me haces al decir esas palabras... - Nuevamente la voz que anunciaba el segundo llamado para abordar se hacía presente, interrumpiendo su momento especial - Anda, no queremos que pierdas el vuelo, nos mantendremos en contacto, Huracán Azul...

- Ize... - Ese había sido el apodo con el que lo llamó en la noche de bodas, en aquel entonces le causó desagrado escucharla pero ahora era diferente, incluso le hacía feliz escuchar nuevamente ese apelativo - Hasta pronto, cuídate mucho por favor - Rompiendo el abrazo y tomando su maleta junto al castaño.

- ¡Llevamos mucho jarabe de arce! ¡Tendremos para toda la vida! - Exclamó el chico de la banda naranja radiante - ¡Vamos a casa!

Uno por uno, los deportistas se acercaron y estrecharon la mano de la joven, despidiéndose y agradeciendo todo los favores realizados durante su estadía en el país norteamericano, pero solo al portero le dedicó unas palabras - Cuídalo mucho por favor, hazlo feliz - Le susurró al oído, recibiendo una confirmación.

Todos salieron de la habitación, dejándola sola con sus pensamientos, viendo al peliazul voltear y levantar su mano como despedida, sonriendo tranquilamente porque después de más de dos años, regresaba a donde pertenecía. Como ella misma lo había dicho antes, el león había sido liberado - Adiós Ichirouta...


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