Shingeki No Kyojin: Sin la Ca...

Galing kay Garolnape

3.7K 240 40

Es una historia alternativa de la serie de manga japonesa escrita e ilustrada por Hajime Isayama, Ataque a lo... Higit pa

Capítulo 0 - Importante antes de leer
Capítulo 0.5 - Tráiler
Capítulo 1 - A ti, dentro de 2000 años
Capítulo 2 - Aquel día
Capítulo 3 - La verdad sobre este mundo
Capítulo 4 - El Cuerpo de Exploración
Capítulo 6 - Reiner Braun
Capítulo 7 - Una decisión que lo cambiaría todo
Capítulo 8 - Incertidumbre en las murallas
Capítulo 9 - El Titán Fundador
Capítulo 10 - La batalla entre ideologías
Capítulo 11 - Despedida
Capítulo 12 - Pelea de titanes
Capítulo 13 - Última esperanza
Capítulo 14 - El bosque de los titanes
Capítulo 15 - Explosión
Capítulo 16 - Estrategia decisiva
Capítulo 16.5 - Actualización
Capítulo 17 - Festín
Capítulo 18 - Traiciones
Capítulo 19 - Guerra Mundial contra los Titanes
Capítulo 20 - Hacia la libertad en esa casa

Capítulo 5 - Más allá de los muros

181 11 4
Galing kay Garolnape

El día llegó. Casi un centenar de soldados se ubicaron, encima de sus caballos, a las puertas del Muro María, en la entrada del aterrador mundo exterior. Erwin, delante de todos ellos, con una mirada seria, no apartó la mirada de la puerta de Shiganshina. Un montón de ciudadanos se reunieron a los alrededores, ojeando y despidiéndose de los soldados. Carla Jaeger también estaba entre ellos.

—¡Eren, vuelve con vida!

Eren no esperaba ver a su madre ahí, se alegró de que hubiera ido a despedirse. También había muchos niños pequeños, alzando su vista para poder ver a los soldados partir. A Eren le recordó al mismo día en el que la Legión llegó a Shiganshina, lo tenía forjado a fuego dentro de él. Él se vio reflejado en un niño moreno pequeño que le observaba con admiración, con la ilusión de alistarse para explorar el exterior. Eren los saludó con la mano, sonriendo también. Arriba del muro se encontraban varios soldados de las Tropas de Guarnición vigilando la posible aparición de titanes, ya que eso impediría una salida exitosa. Sus manos se agitaban, las colocó en su regazo para calmarlas. A su izquierda estaba Krista, también nerviosa.

—Eren, veo que estamos igual. Espero que volvamos sanos y salvos, va a ser la primera vez que veamos un titán en acción.

—Sí, yo también espero que volvamos ambos.

Antes de partir, Krista le sonrió y le tendió la mano a Eren para otorgarle buena suerte. Él accedió.


Cinco años atrás, justo después de que Grisha le explicara a Eren toda la verdad del mundo, Eren lo miraba aterrorizado. Era simplemente incapaz de interiorizar toda la información que le habían otorgado los libros escritos por su padre Grisha; no le pasaría lo mismo si tuviera una mentecobre. Eren permaneció inmóvil en su silla, callado pero horrorizado.

—Sé que es complicado de entenderlo —dijo su padre—. Agradezco que me hayas dejado explicar todo sin haberme interrumpido. Pero Eren, todavía tengo una última cosa que hacer, acompáñame. ¡Y recuerda que por el momento ni una palabra a nadie!

Grisha alzó la voz y Eren asintió, desconcertado. Grisha sabía que su hijo no lo había acabado de asimilar, a Eren le costaba creer la mentira en que le habían hecho vivir desde que nació. Grisha volvió a guardar los libros en el cajón secreto y, justo antes de salir del sótano, Eren se detuvo.

—Ya no sé si quiero matar titanes.

Grisha, conteniendo las lágrimas, cogió a su hijo del brazo y salió disparado hacia el exterior. Carla, que ya había preparado la mesa para comer, vio a los dos escapando por la puerta. No pudo frenarlos. Mikasa también estaba preocupada.

—¿Qué ha pasado? ¿Estaba llorando papá?

—Creo que sí —corroboró Carla—. ¿Qué le habrá enseñado realmente Grisha?

A gran velocidad, salieron del Distrito Shiganshina y se encaminaron hacia una montaña cercana. Eren lo frenó.

—¿Adónde me estás llevando? ¿No sería mejor aclarar un poco todo lo que me has dicho?

—Te he contado todo lo que necesitabas saber —afirmó su padre—. Ahora ya solo queda el último paso.

Eren descansó junto a Grisha en un árbol, intentando recuperar el aliento. Ambos observaron a lo lejos Shiganshina: habían recorrido varios kilómetros.

—Ya estamos lo suficientemente lejos, no nos verá nadie.

—¿Cuál es el verdadero motivo por el que me has traído aquí? Tan lejos de la ciudad... —se extrañó Eren—. Podíamos haber seguido hablando, y me podías haber explicado más cosas de tu antigua familia.

—Una imagen vale más que mil palabras, prefiero que lo veas tú mismo. Es muy posible que olvides esta conversación una vez te hayas convertido en titán, pero algún día lo recordarás. Quiero que sepas que te quiero, Eren.

Grisha se introdujo la mano en el bolsillo y, observando a su hijo detenidamente, sacó una jeringuilla. Eren al ver eso se acobardó, retrocediendo unos pasos.

—Papá, no irás a hacer eso, ¿verdad? Ahora entiendo lo de que te quede poco tiempo, ¡pero todavía es muy pronto para mí! ¡No estoy preparado!

Grisha, desesperado, se lanzó hacia Eren y con la aguja introducida en su brazo, exclamó:

—¡Eren, si este es el mundo que tú deseas, consíguelo y sálvanos a todos! ¡Pon un fin a esto de una vez por todas!


Eren se quedó quieto. Paralizado. Detenido. Como el tiempo. Como si hubieran pasado años en un instante. Acababa de recordar algunos recuerdos que vagaban en su mente.

—¿Eren? Ya puedes soltarme la mano.

Eren asintió asustado. No entendía nada de lo que acaba de ocurrir.

—¡No hay titanes cerca, podéis salir tranquilos! —aseguró Hannes, que descendía de lo alto del muro para avisarlos—. ¡En treinta segundos abrimos la muralla!

Erwin lo oyó y asintió. Él estaba muy impaciente, tenía la esperanza de que después de tantas expediciones, esta sí tuviera un gran resultado beneficioso para la humanidad. La misión era intentar crear una base fuera de las murallas, que siempre había sido un fracaso ya que se retiraban antes de llegar a un lugar idóneo. Aun así, Erwin confiaba, extrañamente, en que esta expedición sería diferente a las anteriores. Finalmente, la puerta se empezó a abrir. 

—¡Da comienzo la Expedición Nº57 más allá de los muros! —gritó Erwin—. ¡Muéstrenme ahora los resultados de sus entrenamientos! ¡Avancen!

El suelo empezó a retumbar y los caballos abandonaron la puerta de Shiganshina, quedó vacía. Eren quería sentir felicidad por estar finalmente fuera de las murallas, pero acababa de recordar ciertas cosas que lo atormentaban; algo raro sucedió. Delante de todo los lideraba Erwin Smith, acompañándolo los líderes de Escuadrón: Hange, Mike, Levi y Dirk. Todo el resto les seguía detrás, preparados para poner en práctica la estrategia. Nada más salir, por el flanco izquierdo emergieron algunos titanes de la nada: no llegaban a los siete metros.

—¡No retrocedan! —ordenó Erwin—. ¡Intenten esquivarlos, hay que intentar alejarse de la muralla sin tener que matar titanes!

El titán se fue acercando a la formación, iba a por Krista. Ymir también estaba en el lado izquierdo, pero cercana al centro. Vio al titán acercarse a Krista.

—¡Krista! ¡Vigila!

El titán, muy cerca de Krista, aproximó violentamente su mano hacia el caballo. Todavía les separaban varios metros de distancia, por lo que Krista, dio un giro a la derecha con su caballo, respondiendo este con un respingo y escapando de la mano titánica. El titán cayó de la inercia. Krista devolvió la mirada a Ymir.

—¡Yo controlo esto, no te preocupes!

La raza de caballos encomendados a la Legión era de una especie mejorada, con una altura de unos 160 cm y un peso alrededor a los 500 kg. Estos alcanzaban una velocidad máxima de 80 km/h y podían corren grandes distancias sin cansarse. No entraban en pánico al entrar en contacto con los titanes.

—¡Avancen! —continuó Erwin—. Ya nos hemos alejado bastante del muro. Desde este punto, ¡prepárense para entrar en formación!

Una vez Erwin dio la orden, todos los caballos comenzaron a dispersarse al unísono: entró en juego formación de exploración a larga distancia. 

—Nos vemos después, Eren —le dijo Connie.

Connie, junto a Sasha y el resto de su equipo, partieron hacia el flanco derecho exterior. De su ciclo, también lo formaban Hannah Diamant y Franz Kefka. El equipo lo lideraba Darius. Mikasa, antes de ir junto a Levi, se acercó con el caballo a Eren.

—¿Eren, qué te ocurre?

—Estoy bien —dijo, sin querer seguir la conversación—. Buena suerte.

Mentía. Mikasa aceptó su mentira y su caballo se adelantó, yendo hacia el escuadrón de Levi. Eren continuó galopando su caballo, siguiendo a su grupo. Sin embargo, algo había cambiado en él, algo lo incomodaba. La formación al fin entró en acción: la expedición dio comienzo.

El frente se encontraba alejado del eje central, con las señales de humo preparadas en caso de que se avistaran titanes. Moblit Berner, perteneciente al cuarto escuadrón liderado por Hange Zoë, fue el primero en avistar uno: un titán de seis metros. Disparó una bengala roja y así se repitió hasta llegarle al comandante Erwin, en el centro de la formación. Una vez Erwin determinó la posición del titán, él disparó una señal verde, apuntando en la dirección que la formación debe seguir: se movieron ligeramente a la izquierda. Así evitaban pelear con los titanes. Sin embargo, había casos en los que la observación podía ser dificultosa debido al terreno y a los obstáculos, haciendo que los titanes entraran en la formación de manera inesperada. Armin, en el escuadrón de Mike Zacharius, se topó inesperadamente con un titán de cinco metros. Se aproximó hacia él a pasos agigantados, dejando atrás el árbol del cual se escondía. Armin se asustó e intentó escapar de él como podía.

Corre, la bengala roja, pensó Armin. Debido al trote del caballo, le costaba introducir la bengala dentro de la pistola, pero finalmente la logró encajar, disparando así una señal de humo rojo al cielo. Viendo cómo Armin la estaba pasando canutas, Lynne, una soldado escogida por Mike, se le acercó velozmente.

—¡Armin! ¡Por aquí, yo lo distraeré!

Armin se alejó del titán y Lynne entró en su campo de visión, haciendo que el titán cambiara de objetivo. Lynne miró hacia atrás, al titán, decidiendo que era mejor aniquilarlo en ese mismo instante. Saltó de su caballo y gracias a los cables de acero que venían incorporados en el EDM3D, le clavó estos en la pierna derecha del titán, permitiéndole acercársele a gran velocidad. El titán, a medida que Lynne se iba acercando, intentó cogerla con la mano. Aun así, debido a la lenta velocidad de este y a la amplia experiencia de Lynne, logró esquivarlo y voló por encima del titán. Volvió a clavar los cables en su cuello y resquebrajó su cuello: su punto débil. Armin la estudió con admiración. Lynne le sonrió.

—Vuelve a tu posición, no ha sido nada.

No obstante, esta estrategia solo funcionaba con titanes comunes, cuyos movimientos eran fáciles de predecir. Marlene era la líder del grupo de Eren, y se percató de una señal negra desde el flanco derecho exterior: había aparecido un titán anormal. Marlene no dudó ningún momento en enviar ella una bengala negra. Eren y Marcel, también en su grupo, rápidamente se dieron cuenta de que ahí era donde se encontraban Connie y Sasha.

—Seguid por ahí, voy a intentar distraerlo —dijo Darius.

Darius era el líder del grupo de Connie y Sasha, que veía cómo el titán excéntrico cada vez se les iba acercando más. Ese titán en vez de perseguir a Darius, se dirigió hacia otro soldado, Franz Kefka. Franz era uno de los nuevos soldados, perteneciente al ciclo 104. Todavía era inexperto.

—¡Franz! ¡Va a por ti! —le advirtió el líder.

Franz intentó escapar con el caballo, muy asustado. Aun así, el titán excéntrico le fue acortando la distancia, cada vez estaba más cerca de él. Darius todavía se encontraba lejos y no podía interceptarlo: solo podía confiar en el chico. Hannah Diamant lo miraba, sufriendo. Ellos se habían enamorado durante la formación como soldados.

—¡Franz, escapa por los árboles!

Había diversos árboles que no llegaban a los diez metros, pero eran suficientes para que pudiera escapar usando el EDM3D. Franz los aprovechó, infiltrándose entre los troncos. El titán excéntrico no apartó su vista de él, era su único objetivo, anhelaba masacrarlo y devorarlo. Franz continuó escapando a una velocidad vertiginosa, mayor a la de los caballos. Muy a su pesar, de las sombras de unos árboles, emergió un titán normal. No llegaba a los seis metros de altura, pero fue suficiente para pararlo. Lo cazó con sus pequeñas manos, no tuvo tiempo de reaccionar. El titán hizo fuerza y separó los brazos de Franz de su cuerpo, un dolor indescriptible lo maldijo. Chorros de sangre salieron esparcidos de ese evento, hasta impactar de lleno en la cara de Hannah. Lo veía todo, horrorizada; su prometido estaba siendo exterminado. Connie y Sasha también era la primera vez que veían un soldado morir por un titán, la escena los traumatizaba. Franz estaba siendo aniquilado sin piedad alguna, por el pequeño titán. En relación con otros titanes parecería inofensivo, era de los más pequeños. Franz estaba demolido por el dolor y sabía que no iba a lograr sobrevivir. Dirigió su mirada a Hannah, como última voluntad.

—¡Hannah! ¡Quiero que sepas que te quiero, siempre te he quer...!

El titán colocó a Franz en su boca y se lo tragó. Sus glóbulos rojos se derramaron por el escenario, una vil muerte más por parte de los titanes contra la humanidad. Hannah estaba destrozada, no quería seguir: había perdido al hombre de su vida en cuestión de segundos. Todos los que estuvieron allí presenciaron el acto, no lograron separar los ojos de ese pequeño titán. Hannah rompió la formación y fue directa hacia al titán.

—¡Hannah! —le gritó Darius—. ¡Vuelve a la formación, así solo morirás!

Hannah estaba abstraída por su dolor, no oía nada más que los gritos del difunto Franz en su cabeza. Sin ningún tipo de compasión tal y como ese mismo titán, Hannah, impulsándose gracias a los árboles, salió disparada hacia el cielo y, con sus cuchillas, apuntó al titán.

—¡Titán de mierda! —gritó.

Hannah llegó al cuello y lo rebanó en dos, desplomando al titán. Sintió una satisfacción esporádica, por matar al titán, pero rápidamente volvió a su mente Franz: su muerte era irreversible. Al estar concentrados viendo cómo el titán lo mataba, habían olvidado por completo que el titán excéntrico era la verdadera amenaza. Connie fue el único en darse cuenta, pero ya era demasiado tarde. Cuando lo avistó, este ya estaba demasiado cerca de Hannah. La cogió por las piernas y la aplastó en el acto. Hannah no sintió ningún tipo de dolor, murió al instante. La pareja falleció en el mismo lugar. Darius se maldijo.

—¡Deprisa, seguidme! Debíais haberme hecho caso cuando os lo dije.

Connie y Sasha sollozaron, era la primera vez que veían a unos titanes matar personas con sus propios ojos. Desde pequeños ya sabían que morían por ellos, pero no de esa manera tan cruel. A Darius le preocupaba que al haber estado tanto tiempo pendiente de ese titán, se hubieran concentrados muchos en ese lugar. Desgraciadamente, acertó. Detrás de varios árboles aparecieron muchos titanes, de diferentes alturas. El excéntrico estaba entre ellos.

—¡Seguid hacia delante, hemos de intentar evitarlos! —ordenó Darius.

Algunos titanes cogían a los soldados que estaban más atrasados del grupo, los mataron al instante. Después de una rápida masacre, en este grupo ya solamente quedaban Darius, y los dos nuevos soldados, Connie y Sasha. Darius no quería que murieran más soldados: decidió acabarlos. En total había cinco titanes normales y el excéntrico.

—Connie, Sasha —los avisó Darius—. Intentad escapar, seguid la formación. Voy a entretenerlos, si todo sale bien ahora os cogeré.

—Pero Darius, son muchos —dijo Sasha.

—¡No quiero que mueran más soldados a mi cargo! Escapad, los retardaré. Confío en vosotros.

Connie, aceptando las palabras de su líder, comenzó a galopar a una mayor velocidad. Sasha lo siguió, aunque no convencida. Nadie más morirá bajo mi cargo, pensó Darius. Se acercó hacia las bestias titánicas y saltó de su caballo, atacando al más pequeño: lo ejecutó sin problemas. Connie y Sasha observaban desde la lejanía la técnica de Darius. Aunque se las estaba ingeniando para sobrevivir, eran demasiados titanes. 

Continuó hacia la siguiente víctima, un titán de ocho metros. Otro de nueve lo acompañaba. Usó los cables del EDM3D para acercárseles, pero el titán de nueve metros lo interceptó, haciéndolo volar por los aires. Darius, quien anteriormente ya se había enfrentado a titanes, mientras salía volando envió uno de los cables de acero al cuello del titán de nueve metros, impulsándose hacia él y gracias al tanque de gas que disponía la unidad, le otorgó el suficiente impulso para matar a los dos titanes seguidos. Cayó al suelo rodando, estable. Le quedaban todavía dos titanes y el más problemático, el excéntrico. Notaba que prácticamente se había quedado sin gas, difícilmente tendría para los dos. Gastó innecesariamente contra los dos anteriores, y se maldijo por ello. Darius volteó su mirada hacia los dos muchachos, que se perdían en el horizonte. Sonrió indiscriminadamente. Yo ya he cumplido mi misión, pensó. Puedo morir en paz, Erwin.

Los dos titanes restantes lo cogieron todavía vivo y, haciendo fuerza cada uno hacia su lado, le arrancaron las extremidades. Se lo comieron en el acto. Sasha se giró y ya no veía a Darius volando con el equipo, suponía que ya había muerto. Por suerte sirvió, puesto que los titanes ya no los perseguían. Aun así, estos penetraron en la formación. 

Connie iba metros más atrás que Sasha. Viendo el panorama, sacó una señal de humo amarilla, indicando que había habido complicaciones. Justo cuando sacó la bengala para introducirla en la pistola, Sasha metió un grito y del susto le cayó la bengala al suelo, su caballo dio un respingo que lo hizo tambalear. Un titán de unos once metros, con una gran nariz que le caracterizaba el rostro, se alzó delante de Sasha. Ella se cayó del caballo y rodó varios metros hacia adelante. Sasha estaba inmóvil debido al fuerte impacto contra el suelo, le dolía todo el cuerpo: no se podía mover. El titán se acercó a ella y la cogió con la mano, a punto de introducírsela en la boca. Sin pensárselo, Connie saltó de su caballo y lanzó los cables de acero hacia el titán.

—¡No dejaré que nadie más muera por esa basura, y menos Sasha!

Connie los clavó en las piernas del titán, que tenía a Sasha inconsciente en su mano, intentando con la otra atrapar a Connie. Este aprovechó el impulso para pasar entre sus piernas y salió disparado hacia arriba. Sacó las cuchillas del equipo y se preparó para matarlo.

—¡Tú serás mi primera víctima! ¡Sufre maldito titán!

Connie, cayendo por la gravedad, clava sus cuchillas en el titán narizón. Le reventó el cuello.


—¡Ah! —se quejó Marcel.

Eren se giró y observó a Marcel, que acababa de soltar un grito. Hizo un gesto extraño.

—¿Estás bien Marcel? —le preguntó—. ¿Qué fue eso?

—Noté algo raro en mí. Pero estoy bien, supongo...

Eren y Marcel seguían en el grupo liderado por Marlene, también con otros soldados. De momento no se habían encontrado con ningún titán, pero tampoco recibieron más señales desde la posición de Connie y Sasha. ¿Estarán bien ellos dos?, se preguntó Eren.


El titán narizón se derrumbó y cayó al suelo en seco. Sasha también lo hizo.

—¡Sasha!

Connie fue a buscarla, desesperado. Sasha había rodado varios metros  y tenía el cuerpo entumecido. La volteó y la estudió. Le retiró los cabellos castaños y largos que le ocultaban el rostro.

—¿Cómo te encuentras, Sasha?

—Carne... —dijo ella.

—Veo que muy mal tampoco estás.

Connie intentó reírse, pero no lo logró.

—Tienes varias contusiones y hematomas. Pero no es nada grave, no te preocupes.

—Muchas gracias por salvarme —dijo Sasha—. Cuando he visto al titán delante de mí me ha entrado el pánico, no he podido hacer nada.

—Tranquila, estás a salvo. Te subiré al caballo en brazos. Hemos de irnos de aquí rápido, hay muchos titanes por la zona.

Connie silbó y el caballo regresó con su jinete. Con toda su fuerza, cogió a Sasha con sus brazos y sentándose él primero, se la colocó en su regazo. Las piernas de Sasha quedaron colgando por fuera del caballo, pero su cabeza y su cuerpo se encontraban en la falda de Connie.

—Cógete fuerte, que no me gustaría que te lastimaras más. Iremos hacia el centro de la formación. Intentaré llevarte hasta el escuadrón de Levi, donde está Mikasa. Ahí estarás más cómoda, es donde están los suministros.

     Erwin continuaba sereno, todo iba según lo previsto. Se le acercó Dirk, comandante de un escuadrón.

—Por el flanco izquierdo todo está en orden. Han aparecido algunos titanes, pero los hemos neutralizado correctamente. No ha habido ninguna baja.

—Bien, el problema está en el ala derecha —reconoció Erwin.

Hange, quien se situaba en el flanco derecho, se aproximó a Erwin para comentarle cómo evolucionaba la situación en su costado.

—En la parte frontal ha habido varias bajas y el costado derecho exterior ha sido prácticamente aniquilado. Estamos pendientes de que nos notifiquen si hay algún superviviente.

—Entiendo.

Erwin sacó la bengala verde y la disparó al cielo, la expedición continuaba pese a las bajas. La bengala señalaba más a la izquierda.

—¡Sigamos con la expedición, no podemos rendirnos ahora!

Una bengala negra apareció desde el flanco derecho interior poco después de que Erwin la enviara. Unos titanes habían entrado en la formación, donde se encontraba Eren. Erwin miró hacia esa dirección, entornando los ojos. Mikasa estaba centenares de metros atrás que Erwin. También había visto la señal y se inquietó rápidamente. Pensando en la promesa que le hizo a Carla, decidió romper la formación y dirigirse hacia la posición de Eren. Levi la gritó. 

—¡Dónde te crees que vas! Vuelve a tu posición.

—Haz caso a Levi, no debemos romper la formación —dijo Petra.

Petra Ral era una de los integrantes del Escuadrón de Levi. Ella era delgada y tenía el pelo rubio claro. Mikasa los miró con desaprobación.

—¡Eren está ahí! ¡Debo estar con él para protegerlo!

—Te quedas aquí —ordenó Levi—. Él no está solo, va acompañado. ¿Te piensas que tú eres la única capaz de matar titanes? Si nunca te has enfrentado a uno.

Mikasa calló y asintió, impotente. Sabía que por mucho que ella quisiera ir no le haría cambiar de opinión. Era cierto que estaba rodeado de buenos soldados. Aun así, seguía sufriendo por la vida de Eren. Solo te pido que no hagas ninguna locura, rezó Mikasa. Sobrevive, Eren.


La oleada de titanes ya había penetrado en la formación. Su avance era imparable y todo el grupo de Marlene los avistó. No puede ser, vienen del grupo de Darius, pensó Eren. No puede ser que los hayan aniquilado a todos. Connie, Sasha... Los titanes se aproximaban hacia ellos, liderados por el mismo titán excéntrico. Unos diez titanes se abalanzaban hacia ellos. Marlene cumplió su papel de líder, hablando a sus reclutas.

—¡Preparaos para la batalla! O sobrevivimos nosotros, o lo harán ellos.

Todos los soldados se prepararon para luchar, menos dos: Marcel y Eren. Había algo que distraía a Marcel, parecía que se maldecía. En cuanto a Eren, no estaba muy convencido de qué debía hacer. No puedo matarlos, ellos son como nosotros. Los titanes son eldianos como los de esta isla. Llevamos cien años matando a nuestros propios camaradas, no soy capaz de matar a ninguno de ellos.

Eren guio a su caballo ligeramente hacia la dirección opuesta de los titanes, evitando el confrontamiento; apartó la mirada. Los titanes entraron en su área y Marlene decidió liderar el ataque, fue la primera en saltar.

—¡Nosotros no cederemos! ¡Mataremos a estas bestias hechas por el mismo demonio!

La siguieron los otros soldados. Gracias a los cables del equipo tridimensional, comenzaron a acercarse a los titanes a una gran velocidad. Nanaba, una de los soldados, fue la primera en matar un titán, de cinco metros. Peer y Jurgen también se unieron al festín. Primero se avecinaron titanes pequeños que no alcanzaban los seis metros: los hacía menos peligrosos. Estos cuatro lograron matar a cinco titanes, los más pequeños del grupo. Solo les quedaban cuatro titanes de unos diez metros más el maldito titán excéntrico, comenzando el verdadero desafío. 

Eren y Marcel continuaban observando la masacre sobre su caballo, apartados de ellos. Eran los únicos que no participaban en la batalla. Nanaba se dispuso a ir a por el titán excéntrico, aunque estaba en completa desventaja debido al territorio, prácticamente no había árboles para poder usar el equipo. Las probabilidades de éxito eran bajas, pero no podía permitirse que rompieran la formación y que el flanco derecho quedara neutralizado.

—Observad principiantes —dijo Nanaba—. Así es como se mata a un titán anormal.

Nanaba fue directamente hacia los tobillos del titán, cortándoles con las cuchillas y haciendo que cayera hacia delante. Detrás de ella apareció Marlene, que una vez que el cuerpo del titán se desplomó, lo remató en el cuello. Eren había vuelto su mirada hacia ellos y quedó impresionado con el trabajo de equipo de ellas dos. Pero no todo era tan bonito, no en ese mundo que temía a los titanes. Peer y Jurgen intentaron matar a un titán de diez metros, pero los otros pocos titanes los acorralaron y les devoraron los intestinos. Era horrendo.

—¡Peer! ¡Jurgen! —gritó despavorida Nanaba.

Los dos se estremecían de dolor, sus gritos agonizaban y retumbaban el lugar. Otros soldados también corrieron la misma suerte que ellos, cayendo uno detrás de otro. Eren contempló detenidamente cómo se mataban los unos a los otros. Él era el único capaz de ver la realidad, eldianos matando a eldianos convertidos en titanes y a la viceversa. Marcel también se mostraba preocupado y sufría. No sabía qué hacer. Al igual que Eren. 

Nanaba y Marlene se lanzaron hacia los cuatro titanes restantes, cobrando venganza por los soldados caídos. Pero él seguía sin poder moverse. Pese a que estaban matando a sus compañeros, él se veía incapaz de actuar. ¿Esto es realmente lo que han estado esperando mis predecesores tantos años de mí? ¿Esto es por lo que han luchado tanto? Me quería enfrentar al exterior y lo único que hago es resentirme sentado en un caballo, viendo cómo los eldianos se matan entre ellos sin saberlo. Sin saber que viven en un mundo falso. Quiero poner fin a esto, pero no sé qué debo hacer.

Nanaba logró matar a uno de ellos, pero otro la cogió de la pierna y se la comió. Eren continuaba inmóvil. No puedo seguir así. Debo llevar a cabo mi misión, pero todavía es demasiado pronto para que descubran mi verdadera identidad. ¿Cómo reaccionarán si descubren lo que soy?

Marlene logró matar a otro titán, y solamente quedaban dos. Ella miró a su alrededor y no quedaba ningún soldado sobrevolando la zona. Todos estaban muertos a excepción de dos chicos, que no habían separado sus culos de los caballos. Marlene sabía que no iban a ser capaces de moverse, al fin y al cabo era la primera vez que salían al exterior. Ella también se sintió así. Por esa misma razón quería salvar sus vidas y matar a los dos titanes que quedaban. Mikasa seguía impaciente, se pone todavía más nerviosa.

—¡¿Por qué no disparan otra señal?! ¡¿Por qué no disparan otra bengala para confirmar que están bien?!

—No te exaltes —dijo Levi—. La han disparado hace nada. Ellos están con Marlene, está muy capacitada y es una gran soldado. No morirá tan fácilmente.

Armin, que estaba en el escuadrón de Mike, también se angustiaba por Eren. Se pegó la mano al corazón. Marlene clavó rápidamente los cables en el brazo del titán, acercándose a este y esquivando con éxito los movimientos del titán. Justo cuando apuntó al cuello del titán, se apresuró hacia al titán para matarlo. Pero el otro titán la cogió por la pierna, que acabó aplastada. Marlene eludió el dolor apretando los dientes y cortó los dedos de la mano con el sable. Escapó del titán y mató al otro que tenía en frente, su pierna quedó en la mano del último titán vivo. 

Marlene apuntó hacia un árbol para descansar y recuperar el aliento. Solo le quedaba ante ella un último titán, quien desechó la pierna aplastada por sus manos. Ella volvió a mirar a los chicos, petrificados. Cada uno de ellos pensaba hacia dentro, con sus propias preocupaciones. Le habría gustado que le tendieran una mano. Devolvió su mirada al titán: o sobrevivía ella, o lo hace él. Pese a su fatiga, Marlene tomó la decisión de ejecutar ahí mismo a ese monstruo. Enfiló sus cables hacia el hombro del titán, pero sin tener demasiada suerte, el titán alcanzó uno de los cables con una de sus manos, haciendo que Marlene estuviera totalmente indefensa. El titán tenía el control de la pelea, y con el cable en su agarre, empezó a tambalear a Marlene por el aire. La golpeó contra el suelo sin ningún tipo de compasión. La sangre comenzó a brotar de su cuerpo y, a cada golpe, se vertía en la hierba. El titán parecía divertirse, aunque no parecieran tener emociones. Ya la había golpeado más de veinte veces contra el terreno. Marlene con suerte pudo pronunciar unas últimas palabras.

—Capitán... hice todo lo que pude. Intentad sobrevivir, solda...

Marlene cerró los ojos, descansando en paz junto al resto de soldados caídos. Marcel era el único superviviente junto a Eren. Levantó su cabeza, acongojado, y vio cómo el titán se aproximaba a Eren, que seguía abstraído. No quería que nadie descubriese mi secreto, pensó Eren. Pero no puedo seguir viendo esta masacre, ¡deberé convertir a Marcel en mi aliado! Debo explicarles que yo no soy el enemigo, sino su única esperanza. Si doy un paso en falso, todo habrá sido en vano. Todo por lo que han luchado los usuarios del Titán de Ataque... no puedo acabar echándolo a perder.

El titán cogió a Eren y se lo acercó a sus dientes. Marcel contempló esa escena, apretando el puño con furia. Su rostro expresaba rabia y frunció el ceño. Comenzó a acercar su mano a su boca. No quería hacerlo, continuó Eren. Desde que supe la verdad, dije que no quería matar titanes. No quiero matar a los compañeros que tenemos más allá del océano. Aunque es cierto que estos ya han perdido. Han sido convertidos en titanes y ya nunca podrán volver a ser humanos.

—Papá —dijo Eren, en la mano del titán—. No estoy seguro de lo que voy a hacer, pero voy a revelar mi identidad. ¡Voy a revelar la esperanza de la humanidad!

Eren, mientras estaba siendo introducido dentro de la boca del titán, rápidamente mordió con fuerza su mano: así es como empezaba la venganza de la humanidad. Unos halos de luz anaranjados comenzaron a emerger de Eren, empezaron a recorrer todo su cuerpo y unos rayos celestiales cayeron del cielo, al cuerpo de Eren. Eren se transformó por primera vez en titán, el Titán de Ataque que heredó de su padre. El titán de diez metros voló en pedazos y todas las partes de este salieron esparcidas debido a la transformación de Eren. Él contemplaba el escenario desde 15 metros de altura. Su titán conservaba varias cualidades de su apariencia, el pelo le creció hasta la altura del mentón y sus ojos se volvieron largos y delgados, con una tonalidad verdosa. 

El titán de Eren estaba a unos veinte metros de Marcel, que no lograba quitar la vista de Eren. Marcel estaba perplejo, inmóvil. Eren se desenganchó de la nuca de su titán y logró salir de él. Tenía unas marcas prominentes alrededor de sus ojos y parte de las mejillas, las cuales se formaron debido a que estas zonas de su rostro se combinaron con la carne del titán mientras había estado transformado. Marcel comenzó a acercarse hacia él, su paso era lento. Aun cuando su rostro expresaba confusión, era la primera vez en la expedición que no parecía esconderse ni desviar la mirada, como si hubiera visto la luz. 

Eren se dejó caer al suelo, con el titán detrás de él evaporándose. Marcel ya estaba muy cerca de él. Eren no sabía qué hacer ni qué decirle a Marcel para convencerle. Quería hacerle creer que él era diferente al resto de titanes, que él no era el enemigo. Después de una gran eternidad, las dos promesas se juntaron. Marcel cogió la mano de Eren y le ayudó a levantarlo. Eren tenía miedo de lo que le diría Marcel, ignoraba de qué iba a ser capaz. Marcel lo miró sin ningún temor.

—Eren —dijo Marcel, una vez Eren ya estaba en pie—. Tú y yo somos iguales. Yo también soy un titán cambiante. Mi verdadero nombre es Reiner Braun.

· Próximo capítulo – Reiner Braun

Ipagpatuloy ang Pagbabasa

Magugustuhan mo rin

2.4K 110 44
Aquí podrán hacer sus preguntas y comentarios sobre cualquier historia a cualquier personaje o a mi para ya sea hablar de algo o aclarar dudas, puede...
260K 20.4K 154
1-izuku es un villano 2-posee un quirk llamado Extracción:le permite extraer el quirk de las personas y convertirlos en pequeñas esferas comestibles...
76.9K 13.9K 103
Mientras un joven Peter Quill muere lentamente de hambre en una celda de prisión en el barco devastador de Yondu, aparece otra alma y se fusiona con...
28.1K 1.6K 7
Lan Wangji acababa de mudarse a un nuevo edificio. Había conseguido que todo estuviera arreglado de la manera que quería, con mínimos problemas. Debi...