Hola de nuevo!!
De verdad les pido una enorme disculpa, siempre trato de no demorar más de un mes con un nuevo capitulo, pero mentalmente la he pasado muy muy mal, yo se que deben estar hartas de mis excusas y no las culpo, creanme que yo también perdería la paciencia si fuera ustedes, de verdad espero que me disculpen por demorar tanto, les juro que trate de escribir este capitulo pero no me convencía del todo, aunque no les prometo actualizar con regularidad si les prometo que no dejaré esta historia.
Mil mil gracias por todo su apoyo, sus comentarios y la paciencia, espero esta semana contestar los mas posibles, pero si por alguna razón no los contesto todos, creanme que las leo, sólo a veces soy algo tímida para responder o no tengo tanto tiempo como quisiera, pero por favor no dejen de decirme todo lo que piensan de esta historia, porque verlas contentas es lo que mas disfruto de escribir.
Muchas gracias por su apoyo, les mando un fuerte abrazo y toda mi gratitud por seguir leyéndome, las quiero mucho! Besos!
P.D. Los siguientes caps los he venido planeado en mi cabeza casi desde que empecé con esta historia así que espero que les gusten!
P.D 2 Ame la portadita de hoy, me encanta cuando encuentro imágenes exactamente como las veo en mi cabeza xd
El aire caliente de su respiración se estrellaba en tu cara y una chispa de terror se cruzó por tu cuerpo, de inmediato te obligaste a mantener la calma mientras sostenías tu mirada firme ante los ojos coléricos del pelinegro.
—¿Cómo que qué ha sido eso? —preguntaste sintiendo la furia contenida en tu garganta—. Ese imbécil me ha atacado eso es lo que pasó... —contestaste con un ligero temblor en tu voz, no estabas dispuesta a permitir que a parte del desagradable incidente que acaba de suceder todavía tuvieras que aguantarte el berrinche de Brahms.
—¡Tu eres mía, mía y nadie más puede tocarte!— soltó ignorando todo lo que habías dicho. Su rostro a centímetros del tuyo comenzaba a tornarse cada vez más rojo, alcanzando casi el mismo tono de su cicatriz.
—¿Tuya? Discúlpame pero tienes que entender que así no funcionan las cosas...
—Greta era mía y se fue gracias a Malcom... —soltó interrumpiéndote, ignorando una vez más tus palabras. Dejaste salir el aire tremendamente ofendida.
—¿Qué Greta era tuya? —preguntaste ignorando la punzada de dolor en tu pecho tratando de ordenar una a una todas las ideas que se estrellaban en las paredes de tu mente—. En primera, entiende que la gente no te pertenece Brahms y no hay nada que puedas hacer si la gente quiere abandonarte... Greta se marchó porque no quería estar aquí y aunque fuera perra contigo y te apuñalara, tenía el derecho de largarse de aquí...
Brahms dio un paso hacía atrás, sabías que el tono autoritario tenía cierto efecto en él, pero ahora mismo te importaba poco controlarlo, tenías mucho que decir que se había acumulado dentro de ti, y esta era la oportunidad perfecta para decirlo, sirviera o no de algo.
Ahora... —continuaste pasando tu mano por tu cabello con exasperación a causa de lo que estabas por decirle—. Estoy muy cansada de que sigas hablando de ella, de como se fue y te abandonó y sobre como a tú parecer, ella te pertenecía, en verdad estoy muy cansada de eso... ¿Por qué sabes algo? Ella decidió irse y yo decidí quedarme y sigo aquí y yo soy la que siempre está cuidando de ti y mi vida entera gira alrededor tuyo porque tú ocupas cada segundo de mi existencia en esta casa... Y no me estoy quejando —agregaste sintiendo que tu respiración se aceleraba mientras agitabas las manos en el aire— no me quejo por que en el momento que te encontré allá arriba al borde de la muerte pude haberme ido, pero no, elegí quedarme porque así lo deseaba y ahora estoy a tu lado y te amo, pero por nada, por nada del mundo soy de tu propiedad... —finalizaste tratando de recobrar el aliento, sentías un nudo en tu garganta pero te rehusabas a llorar, te rehusabas a permitir que Brahms se aprovechara de tu debilidad.
Hubo un silencio y el ojiverde te observó ligeramente sorprendido mientras daba otro paso más hacía atrás, la furia en sus ojos se había desvanecido un poco y podías ver como tus palabras comenzaban a pesar sobre sus pensamientos.
—Y sabes otra cosa— dijiste sintiendo la necesidad de seguir hablando ahora que parecía estar prestando verdadera atención—. En verdad necesito que no reacciones así porque es obvio que Jake está aquí por ti, porque sabe que estás vivo y está en contacto con Malcolm y Juliet y se que está aquí para atraparte, saben que pueden usar tu furia para provocarte y por fin mostrarle al mundo la verdad, así que si caes en su trampa, ellos ganan ¿Y sabes que harán? Te van a llevar lejos de mi y lejos de esta casa y vas a terminar en la cárcel, porque, déjame recordarte, tú mataste a Cole...
Pudiste ver el Brahms los estragos de tus palabras, su expresión volvió a endurecerse y notabas que aceptaba que tenías razón pero sabías que su naturaleza le impedía simplemente pedir disculpas y marcharse, quizás en otra ocasión lo hubiera hecho, pero ahora estabas segura que todavía sentía la urgencia de desquitar su coraje.
—No pude detenerlo... —dijo por fin, desplomándose en la gran escalera mientras se estrujaba el cabello, te sorprendiste de que siquiera se animara a hablar—. Estaba viéndolo todo y no pude detenerlo... porque no existo... —agregó ocultando su rostro en sus manos, podías escuchar en su voz que apretaba los dientes, de inmediato te diste cuenta lo que en verdad le molestaba: que él no pudiera hacer nada para defenderte de Jake.
De repente toda la situación tomó un giro diferente y, aunque sabías que su forma de actuar y de pensar estaba mal, también comprendías por qué se había puesto así.
—Brahms... —susurraste cambiando tu tono a uno más suave caminando hacía él—. Escucha, yo sé que tu situación es dolorosa, pero en este caso créeme que no fue mi culpa y de haber sabido que Jake haría algo así, ni siquiera lo hubiera traído a esta casa...—concluiste mientras te sentabas también en uno de los escalones.
Su mirada verde se fijó en ti con cierto resentimiento, sabías que en su interior (como muchas veces antes) se desataba todo un argumento, entre lo que sentía y lo que tú tratabas de enseñarle.
Sus ojos te escudriñaron por varios minutos hasta que viste que su expresión se relajó un poco.
—No quiero que regrese... —soltó en una voz apenas audible que rayaba mucho en la voz infantil que solía hacer cuando lo conociste.
—Haré lo posible por que no lo haga, pero no quiero que mi actitud despierte sospechas porque ya tenemos a los Beckett respirándonos en el cuello... —agregaste entrelazando tu mano en su brazo, recargando tu cabeza en su hombro aspirando hondo el aroma a humedad de su suéter tejido.
—¿Pero que tal si regresa e intenta otra cosa? —preguntó el pelinegro y lo miraste, de nuevo su expresión se oscureció, sabías que clase de imágenes pasaban por su cabeza.
—Ese tipo no me asusta... —dijiste firmemente—. Lo único que me da miedo es que te vea, que te descubran y tengan pruebas de que estás aquí... —aseguraste usando tus dedos por su mano hasta entrelazar con dificultad tus dedos con los suyos.
Un silencio se plantó de nuevo entre ustedes, a pesar de que ambos tenían una rebelión sucediendo en sus cabezas, era agradable sentir su calor a tu lado y el acompasado sonido de su respiración, era como si estuvieras en el ojo de la tormenta. Tu mente aturdida trataba de desmenuzar una forma de alejar a Jake de la situación, pero cualquier cosa (incluso aunque lo denunciaras de acoso), podía ser riesgoso pues los tres parecían decididos a terminar con la paz en la Mansión Heelshire. Brahms estaba a punto de decir algo cuando el teléfono turquesa de la cocina comenzó a sonar y te lanzó una mirada de desagrado como si de verdad te estuviera prohibiendo contestar, pero tú lo ignoraste completamente, desde hacía mucho habías tomado la determinación de que Brahms no podía de ninguna manera evitar que tuvieras contacto con la civilización aunque fuera por teléfono.
Reconociste de inmediato la voz de Marie del otro lado, te contó que no confiaba en que las entrega las hiciera su marido y te preguntó si todo había estado en orden con tu pedido ya que Jonathan estaba en Norwich con Florence, le comentaste que si, que no había habido ningún problema con la despensa, pero pronto te diste cuenta la verdadera intención de su llamada...
—Querida... vi al hijo de los Archer hablando con Malcolm y Juliet cuando iba camino a ver a la señora Agatha, la de la costura... —soltó en un susurro preocupado—. Los tres iban calle abajo y no pude escuchar de que hablaban, pero se qué los Archer iban a ir a limpiar la Mansión hoy...
Guardaste silencio por un momento, honestamente no te sorprendía que información como esa llegara a los oídos de Marie, después de todo eras el único entretenimiento del pueblo desde hacía meses...
—Así es Marie, los Archer estuvieron aquí hoy —agregaste mordiéndote los labios, tratando de no decir palabra de lo que había pasado con Jake, porque recordabas perfectamente su amenaza, la promesa de atraparte a ti y Brahms...
—Oh mi niña... por todos los cielos, dime que el bruto de su hijo no te hizo pasar mal rato... cualquiera que tenga asuntos con los Beckett en estos días, no está tramando nada bueno...
—Está bien Marie, no te preocupes todo en orden... —contestaste tratando de que la mujer dejara el tema por la paz.
—No quisiera que ese muchacho la tomará contigo, después de todo, yo te di el numero de su padre y recomendé su servicio... —aclaró la mujer con un tono cada vez más afligido.
—No le des importancia —hablaste de nuevo—. Estoy bien y no tengo queja de su servicio...
—Me preocupas tanto —soltó Marie después de unos segundos— estás sola en esa casa y... —guardó un silencio más y sabías que en su mente repetía todo lo atroz que se decía de la Mansión Heelshire—. ¿No has pensado salir de ahí? Hay un sin fin de hermosos y turísticos lugares en el condado de Norfolk...
Sus palabras quedaron en el aire por un tiempo haciendo eco en tu cabeza...
—Además, el invierno ya viene y cuando eso suceda las heladas serán tan intensas que te aseguró que no podrás dejar Stoke Holly hasta la primavera...
—No lo sé Marie... —dijiste después de pensarlo un poco, no negabas que habías pensado en la posibilidad de salir de ahí, pero con Brahms, todo se resumía a mantenerse en la Mansión— No estoy segura que quiera irme de aquí... —agregaste con la mirada perdida en la ventana de la cocina, que ya reflejaba únicamente la luz del interior y la negrura de la noche.
—Bueno... sólo trataba de animarte a alejarte un poco de ese lugar, tengo mis razones para sentir desagrado por esa casa y lo sabes... —dijo Marie con chasquido de lengua.
—Lo sé... —soltaste al aire mientras pensabas en Brahms.
Te levantaste del suelo y colgaste el teléfono de nuevo en la pared después de despedirte y asegurarle a Marie que no había nada de que preocuparse.
La tenue luz de la cocina no era suficiente para iluminar el oscuro pasillo hacía las escaleras.
—Brahms... —hablaste con suavidad y escuchaste el crujir de la madera detrás de ti, de inmediato te diste la vuelta y te encontraste con la enorme silueta del ojiverde al frente tuyo, sabías que aún no dejaba atrás el aura oscura de un rato antes.
—¿Por qué hablabas de dejar la Mansión? —preguntó Brahms mirándote desde arriba.
Sabías que la idea que rondaba en tu cabeza no era ta vez la más adecuada ni por supuesto la más cuerda, pero de cierta forma sentías que al final no era tan mala.
—¿Nunca has pensado en salir de aquí? —preguntaste ignorando por completo el tono amenazante que había usado contigo y la obvia intención que tenía de intimidarte—. Salir de aquí... ¿Cómo unas vacaciones?...