Enamorarse del enemigo

By Sahirly

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Ésta historia comienza poco después de la gran batalla contra el Señor Tenebroso, la guerra ha finalizado, Vo... More

¿Cómo es posible?
No es posible caer más bajo
El comienzo
La elegida
La dura realidad.
Superación
El chantaje
Cuenta atrás para la boda.
Malos sueños
¿Así que tú eres mi prometida?
Clases de baile, un día divertido.
Horas previas a la boda
El palacio de las novias
La boda
Luna de miel
Un juego peligroso
Dulce tentación
Cazador cazado
Te doy mi alma
La semilla de la duda
Despecho
Amigos
Feliz navidad, Draco
Feliz cumpleaños, Hermione
Sorpresas agradables, certezas desagradables
Salir del cascarón
Celos
Mal augurio
Te esperaré siempre
Te esperaré siempre. Parte 2
James Sirius Potter
Fin de curso, marea revuelta.
Veneno de Basilisco
31 de Octubre, noche de brujas
Pandora
Hasta las últimas consecuencias
Hogar, dulce hogar
La mala noticia
Comenzando la partida
La Caja de Pandora
La verdad, toda la verdad, y nada más que la verdad.
Todos a Azkaban
Los inocentes
El castigo de Astoria y la decisión de Hermione
Ser, estar, o parecer.
King's Cross
La despedida
Los recuerdos y el olvido.
Amor y Psyque
Nuevo comienzo
No le cuentes a nadie que Luna es tu hermana
Amarga verdad
Caminos frágiles
Aquella esquina junto a Scribbulus
Una etapa inolvidable
Dulzura y placer
Felizmente casada
El secreto
¿Y si fuera cierto?
Cara a Cara

En el punto de mira

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By Sahirly

Los besos de Draco eran una dulce tortura, eran intensos, ardientes, lujuriosos, eran pura pasión, sus labios se encargaban de aturdir y de doblegar la voluntad de Hermione con una eficacia asombrosa,

eran suaves, sedosos, cálidos y, carnosos e insolentemente lascivos.

Teniéndola bajo el peso de su cuerpo, tumbado sobre ella y acomodado gustosamente entre sus piernas, se dedicaba a la satisfactoria labor de incitarla. Posesionado golosamente de su boca, acorralándola entre sus fuertes brazos e impidiéndole cualquier movimiento que indicara una posible retirada, Draco daba paso a su ansiado desenfreno, liberando por fin, su deseo reprimido, se sentía eufórico, dichoso, se sentía como un león terriblemente hambriento, devorando una deliciosa presa.

Estaba disfrutando como un enano con un rico pastel, se hallaba completamente perdido y concentrado en su propio goce, deleitándose con cada una de sus placenteras sensaciones, saboreando a conciencia cada beso, como si no existiera en el mundo nada más, que aquellos hermosos y apetecibles labios sonrosados, ahora escarlata, por la excitación y el rico contacto.

Draco se sentía hipnotizado por sus labios, estaba loco por ella, era un sentimiento incontrolable, un millón de veces había intentado eliminarlo de su ser, pero le había sido imposible, era superior a sus fuerzas, nunca había podido entender qué le ocurría con ella, no entendía porqué la deseaba tanto, de una manera tan visceral, casi le dolía.

Tenía claro que la amaba, y también tenía claro que su necesidad de ella era abrumadora, asfixiante, puro instinto primario.

El ambiente se volvió denso, un calor sofocante se hizo presente en la habitación, o más bien era la percepción que ellos tenían, Draco abandonó unos segundos su boca y comenzó a besar su cuello, primero besos cortos y efímeros, leves roces para ir despertando poco a poco el deseo en ella, cuando vio que su respiración se aceleraba, intensificó la presión profundizando cada vez más, y dejando rienda suelta y libertad a sus manos que viajaron por su cuerpo, sutiles y acariciadoras.

Levantó un poco la falda de su vestido, las yemas de sus dedos, recorrieron sus muslos, ella en un acto reflejo, trató de cerrar las piernas, pero no pudo ya que lo tenía a él entre ellas.

Draco sonrió con malicia, con la cabeza hundida en el hueco de su cuello, chupeteando casi con fiereza, la fina piel ya enrojecida.

Ella sintió algo de alivio cuando dejó de notar sus manos tan peligrosamente cerca de su ropa interior, no se dio cuenta de que Draco se estaba desabotonando la camisa, solo cuando sus labios volvieron a los de ella, agarró con suavidad una de sus manos y se la llevó a su pecho desnudo.

Un gemido de sorpresa quedó atrapado en un profundo beso, Draco la iba guiando por su musculoso torso desnudo, de arriba abajo, en una agradable caricia, la otra la llevó a su espalda, por dentro de la camisa,

Volvió otra vez a su cuello, y de su cuello fue bajando hasta su escote, sus pechos sobresalían evocando una perfecta y sensual redondez, él no pudo esperar más, besó y lamió toda la zona de piel que no estaba cubierta por la molesta tela del vestido, con sus propios labios pudo apartar un poco del encaje que bordeaba su sujetador, su lengua ardiente y cálida se coló por aquellos rinconcitos, provocándole a ella, suspiros de puro placer, tiró con los dientes de la tela, hasta dejar bien expuesto el pezón inflamado, sus labios lo atraparon, lo succionaron primero con delicadeza, luego con glotonería, Hermione acarició el rubio cabello de Draco, apretó su cabeza contra su pecho, la tensión comenzaba a desbordarla.

Las manos de Draco volvieron a perderse entre los cuerpos de ambos, se soltó como pudo el cinturón y el cierre del pantalón, bajó la cremallera, cogió la mano de Hermione y la llevó dentro de su bóxer, ella notó enseguida la firmeza mayúscula de su miembro, su calor, sus ansias lacerantes de ella.

Lo acarició con torpeza, con cierto reparo, como si algo le impidiera relajarse por completo y disfrutar con libertad de la experiencia, Draco gemía levemente, atontado y medio emborrachado por el goce, ya no podía más, necesitaba hacerla suya en ese mismo momento, no quería esperar más, las esperas lo estaban matando, sin pensarlo dos veces ni poner más preámbulos, se dispuso a bajarle las bragas, empezaba a desesperarse por sentirla, por poseerla de una buena vez, pero cuando sus manos llegaron a la fina y suave tela de raso para apartarla y liberar su sexo, ella regresó de golpe y azuzada, al mundo de la racionalidad.

—no… —susurró ella en un gemido, tratando de detener las manos de Draco que luchaban por deshacerse de su ropa interior— Draco…, para…

—¿Qué…?, vamos nena…, no te niegues ahora…, sé que lo deseas tanto como yo… —le respondió él, utilizando su fuerza y bajándole las bragas de un tirón.

Ella se sobresaltó asustada, no sabía cómo habían llegado a tanto, se preguntaba con gran culpabilidad, en qué momento la situación se les había salido de las manos, en qué momento se le había salido a ella de las manos, ¿porqué no lo había parado desde el primer momento?, ¿porqué lo dejó seguir?, ¿porqué correspondió su juego?, ahora lo tenía en celo y desesperado por ella, ¿cómo iba a arreglar el desastre?.

—Draco…, lo siento…, pero no podemos —le dijo ella, sin atreverse a mirarlo mientras se subía las bragas a toda velocidad, y trataba de salir del acorralamiento al que Draco la tenía sometida.

—¿¡qué!? —casi gritó horrorizado, sin poderse creer que justo en ese instante, ella decidiera que habían tenido suficiente — Hermione…  —suplicó— no puedes hacerme esto ahora…, ¡me estoy muriendo por ti…!, hemos empezado esto y lo vamos a terminar —dijo alargando una mano por dentro de su vestido hasta su cadera, ella le dio un fuerte empujón para apartarlo y se levantó de la cama,

—No Draco, he dicho que no —le respondió con seriedad— no podemos olvidarnos de la realidad, y entre tú y yo…, las cosas no han cambiado, te agradezco que me hayas traído a este hermoso lugar para poder pasar con tranquilidad los últimos meses de nuestro matrimonio, siempre te estaré sumamente agradecida, pero no podemos confundirnos, sabes perfectamente que entre nosotros no puede haber nada.

—¡Eso es porque tú te niegas a luchar por lo nuestro!, ¡te has dejado vencer por las adversidades y por las mentiras de los demás!,

—No Draco…

—¡sí!, ¡le crees a todos menos a mí!,

—No confío en ti Draco, no confío en ti y lo sabes, y tienes que entenderme…, porque la mayor parte de la culpa la tienes tú.

Draco la miró fijamente con tristeza, suspiró hondamente y comenzó a abotonarse la camisa y el pantalón, se apresuró a ponerse la chaqueta, y salió rápidamente de la habitación, sin embargo, y para gran extrañeza, ella se preocupó con su reacción y lo siguió,

—¿te vas? —preguntó inquieta.

—Sí…, es lo mejor, ahora mismo no puedo seguir aquí, necesito despejarme,

—Pero…, entonces… ¿voy a quedarme aquí sola? —Draco se dio la vuelta y la miró,

—Hermione…, ésta es tu casa, es tuya, está a tu nombre, acostúmbrate a ella,

—Ya…, pero…

—Tranquila, no tardaré mucho, sólo voy a dar una vuelta —le dijo para restar importancia— ¿sabes?, cada vez que te tengo en mis brazos y tú me rechazas, me siento como si me arrancaras el corazón, creo que no eres consciente del daño que me haces, pero tienes que saberlo Hermione, me haces daño, me haces muchísimo daño.

Draco siguió su camino y salió de la casa dejándola sola, para que reflexionara, y para no perder los estribos con ella.

…..

En San Mungo, Ginny se entretenía dando a Harry, ricas cucharadas de helado de plátano con trocitos de chocolate, ya se encontraba mucho mejor, su salud estaba bastante reestablecida, y los medimagos le habían comunicado que pronto podría abandonar el hospital.

Los dos estaban contentos, Harry se sentía molesto e incómodo todo el día postrado en una cama, y notaba los músculos entumecidos, no veía la hora de poder marcharse a su casa con su mujer, y Ginebra se pasaba horas y horas a su lado velando su sueño, preocupándose por complacerlo a cada momento, y tratando de hacerle más agradable su estancia allí.

Ese día, Molly les había llevado un sabroso estofado a ambos, y ella había aprovechado la visita de su madre para salir a comprar para el postre, uno de los helados favoritos de su marido. Como tenía mucho trajín en la madriguera, se despidió de los chicos y prometió volver al otro día.

—estoy deseando regresar a casa  —comentó Harry, animado, Ginny le sonrió y le dio un beso en los labios,

—mmm…, ¡sabes a plátano y chocolate! —le dijo risueña,

—Ron me ha pedido que le eche una mano con la remodelación del ático de la madriguera,

—Uy…, pero todavía no, es muy pronto Harry, cuando salgas de aquí, todavía estarás convaleciente, necesitaras reposo, no quiero que te esfuerces nada mas salir del hospital,

—Ginny…, estoy bien,

—No Harry, no lo estás,

—No será mucho trabajo, además ya me he comprometido a ayudarle,

—Me parece muy bien, pero no será enseguida, mi amor…, has estado a punto de morir, tienes que cuidarte, Harry, quiero que te cuides, quiero que te recuperes pronto, necesito… —de repente se quedó en silencio mirando a un punto fijo,

—¿Qué? —Ginny lo miró, acarició su mejilla y lo volvió a besar,

—Harry, estoy embarazada —su sonrisa se hizo inmensa, irradiaba, pura ilusión y felicidad, Ginebra llevaba mucho tiempo soñando con eso, desde pequeña siempre había soñado con casarse algún día con él, y tener a sus hijos, siempre había estado enamorada de Harry, y ya se sentía la mujer más feliz del mundo, estaba casada con él, y ya esperaba su primer bebé,

—¿estás segura? —preguntó Harry, con seriedad y preocupación en el rostro,

—Sí, mi vida…, vamos a tener un bebé —contestó ella, emocionada y agarrando su mano— no te lo he dicho antes porque me enteré hace dos días y te pasabas la mayor parte del tiempo durmiendo, pero gracias a los druidas, te darán el alta pronto.

Harry apartó la vista de ella y miró el paisaje a través de la ventana de su habitación, no parecía haberle hecho mucha gracia, en realidad, él hubiera preferido tener hijos con Ginny, pasados al menos tres o cuatro años de matrimonio, pero ella se había tomado el embarazo de Hermione como una competición, y no podía quitarse de la cabeza la idea de que debía tener su primer hijo con Harry, inmediatamente. Al final había logrado lo que se había propuesto, por fin y con muy poquito esfuerzo lo había conseguido, ya estaba embarazada,

—¿no dices nada? —preguntó ella, después de varios minutos de silencio, y viendo el disgusto pintado en la cara de Harry,

—¿Qué quieres que diga? —le respondió sin mirarla— ¿no era eso lo que querías?,

—Harry…

—Tú misma me dijiste que deseabas un niño en cuanto nos casáramos, me dijiste que harías todo lo que estuviera en tu mano para que ocurriera, no te importó lo que yo pensara, ignoraste los consejos de toda tu familia, solo te ha importado tu propio capricho, solo te interesa estar a la altura de ella, y subir unos cuantos peldaños más, para poder patearla desde arriba,

—¿¡cómo puedes decirme eso!?, te estoy diciendo que…

—Sí, que estás embarazada, felicidades, supongo que ahora te quedarás tranquila,

—¿se puede saber porqué me hablas así?, ¿acaso no te importa tu hijo?,

—Sí…, claro, me importan mis hijos, el de ella y el tuyo…, qué remedio,

—No me lo puedo creer,

—¿Qué esperabas?, ¿Qué saltara de alegría y de ilusión por algo que no he pedido?,

—Pero es…

—Sí, es mi hijo, no te preocupes, lo querré y me ocuparé de él, de la mejor manera, se que también es mi responsabilidad, sólo espero que de ahora en adelante te sepas comportar como una adulta, sobre todo con Hermione y con James.

—James…, es un niño… —Ginny respiró hondo, se levantó de la silla, y decidió salir al pasillo para calmarse un poco, aquella conversación la estaba poniendo de los nervios, en parte, ella suponía que por ser su mujer, Harry la iba a tener en más consideración, e iba a estar más pendiente de su hijo que del que iba a tener con Hermione, pero comenzaba a darse cuenta de que se equivocaba.

….

Draco regresó al medio día, estaba un poco más calmado y bastante hambriento, por lo que cayó en la cuenta de que en la casa, no había nada de comer, ni tampoco, quien hiciera la comida, ni quien limpiara. En definitiva, se había olvidado por completo de contratar servidumbre, y en ese momento no sabía qué hacer, así que resolvió almorzar en un restaurante hasta arreglar lo que para él era, "un problema",

—no es para tanto Draco —comentó Hermione, revisando los cajones de su tocador —ni tampoco creo que nos haga falta tener servidumbre, esto no es la mansión,

—¡ja!, ¿¡cómo que no hace falta!?, ¿entonces quién se va a ocupar de los quehaceres de la casa y de preparar la comida?,

—Podemos hacerlo nosotros,

—¿te has vuelto loca?,

—¡no seas exagerado!, no es para tanto Draco, no te vas a morir por utilizar los hechizos de limpieza de vez en cuando,

—Jamás en mi vida los he tenido que usar Hermione, siempre he dispuesto de personal que lo haga por mi.

—Eso es porque te han criado como un niño mimado, y has crecido en un castillo, rodeado de lujos y sin carencias de ningún tipo, pero creo que ya va siendo hora de que te bajes de la nube, ¿no crees? —preguntó burlona y con una sonrisita malvada,

—Me das miedo…, mañana mismo temprano, traeré a alguien, dos o tres personas,

—¿¡dos o tres personas!?,

—claro, necesitamos un jardinero, un cocinero…, y una o dos doncellas para que limpien.

—No estoy de acuerdo, ¡te lo digo en serio Draco!, creo que podemos hacerlo todo nosotros, perfectamente,

—Jajajaja, ¡tú estás loca!,

—¡oh!, ¿no te das cuenta de lo ridículo que va a ser?,

—¿ridículo?,

—Ya no estás en la mansión, estamos en una casa diminuta en comparación, aunque te comento que es mucho más grande que la que yo tenía con mis padres, mira…, sé que piensas que es imposible que nos ocupemos nosotros de cuidarla, ¡pero al menos intentémoslo!, por favor…

—Pero es que…, ¿cómo vamos a hacerlo?, ni si quiera he aprendido los hechizos de limpieza…,

—¡yo te enseñare!,

—¡no!, Hermione…, yo te amo, pero no pienso convertirme en tu elfo doméstico,

—Jajajaja…, ¿Cómo puedes exagerar tanto?, hagamos una cosa, probemos unos días, y si vemos que no somos capaces…, pues buscamos a alguien que nos ayude, aunque yo creo que no lo vamos a necesitar —Draco prefería no tener que hacerlo, prefería dejarlo todo en manos de terceros, no quería tener que lidiar con cosas tan insignificantes como esas, pero se daba cuenta de que era una posible oportunidad para acercarlos, así que aunque no le apetecía, aceptó.

—Está bien…, pero tendrás que enseñármelo todo,

—No habrá problema,

—¿y con respecto a la comida?,

—Diana me enseñó un poco, y conseguiré algunos libros para aprender a hacer más cosas,

—¿en serio quieres hacerlo?, ¿seguro que no quieres que me traiga a alguien del castillo?,

—Sí, estoy segura, no te preocupes tanto Draco…, será más fácil de lo que piensas,

—No sé yo…, por cierto, ya es medio día, salgamos a comer,

—De acuerdo, pero de camino aquí, tendremos que pasar por un mercado para comprar alimentos, no tenemos absolutamente nada.

—Está bien —respondió sonriente.

Los dos parecían haber olvidado el incidente de la mañana, y se les notaba más animados el uno con el otro, tanto ella como él, habían decidido hacer un esfuerzo por mejorar su convivencia, él quería volver a recuperarla como fuera, y ella pensaba en estar tranquila con él, los últimos meses que les quedaban juntos.

Durante el almuerzo, Hermione le estuvo hablando de la mayoría de hechizos que se usaban para mantener limpias y organizadas las casas, él no estaba familiarizado con ellos, nunca los había aprendido porque supuestamente nunca los iba a necesitar, pero prestaba mucha atención a las explicaciones de Hermione, deseaba estar en sintonía con ella.

Como habían dicho, pasaron por un mercado para comprar las provisiones, pero cuando llegaron allí, no sabían exactamente qué comprar, así que resolvieron llevarse sólo lo imprescindible, e ir anotando más adelante, todo lo que necesitaban.

Sobre todo llevaron cosas para el desayuno, y mucha fruta.

En el camino de regreso, Draco le enseñó como activar el hilo musical del coche, y le comentó que él mismo podría enseñarla a conducir. A ella le pareció una idea estupenda.

Los dos empezaban a relajarse, empezaban a dejar atrás las tensiones.

Al llegar a la casa, Hermione entró directamente a la cocina, cargada de bolsas con Draco siguiéndola, él la observaba guardarlo todo, y la escuchaba hablar sobre todas las recetas que preparaba con sus padres y más recientemente con Diana.

De todas formas la casa estaba impecablemente limpia, estaba nueva, la estaban estrenando, por lo que por el momento, no tenían que hacer nada.

Hermione le preguntó si no pensaba ir a trabajar, y él le respondió que iba a tomarse unos días libres mientras se acomodaban.

Sin darse cuenta, empezaron a entablar una amena conversación sobre la bonita decoración, que a opinión de Hermione, era increíblemente muggle, le había parecido preciosa, y tenía la impresión de que Draco hubiera buscado cada detalle en base a sus gustos, aunque ella no tuviera esa certeza, estaba claro que era así.

Él le decía que necesitaban un cambio drástico, algo que no tuviera nada que ver con la ostentosa Malfoy Manor, nada mejor que la comodidad y sencillez de la apariencia muggle, para contribuir a su sosiego, y ella, aunque se esforzaba mucho por no mostrarlo, estaba encantada con esa casa, ¿y como no podía estarlo?, aquello era lo más parecido al hogar de sus sueños.

Ella no había caído en la cuenta pero Draco sí, tenía una sonrisa permanente en la cara, y su mirada había adquirido el brillo perdido, quizá el brillo de la esperanza, mientras le hablaba de su vida anterior, incluso de antes de entrar en Hogwarts. Él la miraba fascinado, realmente no la estaba escuchando, sólo estaba concentrado contemplándola y admirándola, Draco se preguntaba en qué momento se le había hundido tanto en el corazón, y porqué razón justo ella, y porqué razón el destino la había colocado junto a él, sin permitirle tenerla de verdad.

Todo le parecía muy injusto, aparatosamente enredado, no entendía porqué tenía que pasarle a él, a fin de cuentas, aquella parte oscura de su vida, no había sido precisamente responsabilidad suya.

Por la noche, después de horas hablando sentados en el sofá como si fueran un par de buenos amigos, y viendo que era bastante tarde, decidieron irse a dormir, pero entonces Hermione le comentó que se acostaría en una de las habitaciones de invitados, había previsto coger una de esas habitaciones solo para ella, y así no tener que dormir junto a él. Pensó en dejar pasar el episodio de la mañana, pero no quería que se volviera a repetir, no estaba segura de poder controlarse en una nueva ocasión como esa, y estaba convencida que no podría volver a mantener a Draco a raya.

—Será mejor que duerma aquí, además me gusta este cuarto, creo que me quedaré en él hasta que se venzan los plazos para el divorcio —Draco se puso serio y trató de evitar irritarse,

—no puedes dormir aquí Hermione, ya sabes que tenemos que compartir habitación hasta el final,

—Draco…, ¿en serio crees que a éstas alturas nos van a investigar?, ya hemos pasado todos los riesgos, no pasará nada, te lo aseguro.

—¿Cómo es que estás tan convencida?,

—Desde que nos casamos no nos han molestado para nada, ¿porqué razón iban a hacerlo al final de la fase obligatoria?, no tiene sentido, si no lo han hecho antes, es bastante improbable que lo hagan ahora, despreocúpate,

—¿pero qué más te da compartir la habitación conmigo, unos cuantos meses más?, si lo has hecho durante dos años y medio, ¿no te parece que puedes aguantar un poco más?,

—Tú sabes muy bien porqué, y sabes que es lo mejor para los dos,

—Lo mejor para ti Hermione, dime que no disfrutaste mis besos, dime que no deseabas más, que no te apetecía seguir…

—Draco…

—Todo tu cuerpo me lo indicaba…, pude sentir cómo te estremecías con cada una de mis caricias, pude escuchar cómo suspirabas…, como gemías suavemente…

—Ya vale,

—¿¡porqué!?, ¿acaso temes no poder con tu propio deseo?, ¿tanto miedo te tienes a ti misma?,

—¡no sé de qué me estas hablando!,

—¡sí que lo sabes!, ¡te reprimes con todas tus fuerzas!, luchas contigo misma para no dejarte vencer por lo que de verdad sientes, ¿y sabes qué?, empiezas a darme pena,

—¡bueno, ya está bien!, ¡no te consiento que me hables así! —estalló enfurecida— lo que pasó esta mañana, no va a volver a ocurrir jamás, ¡y no se trata de lo que sintamos!, Draco..., sigo pensando que tuviste algo que ver con la muerte de mi hijo, no estoy segura de si fuiste tú exactamente o…, o utilizaste algún intermediario, solo sé que es un hecho demasiado grave, terrible y doloroso…, no te lo puedo perdonar, tú eliminaste cualquier posibilidad por remota que fuera, de volver a estar contigo, lo hiciste cuando empezaste a acostare con otras…, Draco…, tú y yo, no volveremos a estar juntos…, tienes que aceptarlo, por tu propia salud mental.

Hermione pasó por alto la mirada rencorosa y dolida de Draco, había terminado de hablar y lo único que quería era que él se marchara tranquilo y la dejara en paz, por nada del mundo quería comenzar una discusión, y menos, el primer día que pasaban en la nueva casa.

Draco la observó en silencio un poco más, con dureza, con rabia, con ganas de agarrarla y zarandearla, con ganas de someterla y obligarla a cumplir todos sus antojos y caprichos, ¿cómo era posible que aquella chica lograra trastornarlo de esa manera?, sin embargo dominó sus bajos instintos, sin decir una sola palabra, dio media vuelta y se marchó a la habitación que supuestamente era para ellos,

se puso el pijama lentamente y pensativo, recordando la intensidad de los últimas días, todos sus esfuerzos, toda la ilusión, todo el amor rechazado, y sintió amargura, se sintió humillado y estúpido.

Estuvo horas despierto y a oscuras metido en la cama, no lograba conciliar el sueño, no lograba relajarse, la furia no lo dejaba, solo podía pensar en la imagen tan absurda y ridícula que todo el mundo tendría de él, el gran Draco Malfoy, el perfecto seductor, el semental inigualable, el hombre que toda fémina deseaba y soñaba con tener, manejado y desdeñado como un sucio y viejo muñeco de trapo, por una chica a la que todo su mundo consideraba insignificante, si es que llegaban a considerarla. La chica que se había adueñado de su alma y lo hería con su mortífero veneno de desprecio, sin importarle verlo desfallecer por ella.

Draco sentía que ya no podía más, no aguantaba más.

Hermione tampoco dormía, pensaba en lo difícil que eran las cosas, en lo complicado que se había vuelto todo, ella que era una simple muchacha sencilla y tímida, sin grandes sueños ni aspiraciones, siempre había pensado que acabaría sus estudios rápido, encontraría un empleo que la llenara y en el que estuviera a gusto, y con el paso de los años, encontraría a alguien y se enamoraría, seguramente se casarían y tendría uno o dos hijos, nunca se había planteado otra cosa, nunca se imaginó que su vida pudiera llegar a dar un rumbo semejante.

Pensaba en su corta relación con Ron, en lo que hubiera pasado con Harry si él no hubiera estado de por medio, se imaginó en sus brazos, y recordó la noche que habían pasado juntos, la forma en la que habían hecho el amor y el fruto de aquello, sonrió con tristeza al pensar en James, no pudo evitar que sus lágrimas escaparan de sus párpados, lo echaba muchísimo de menos, lo necesitaba, había amado con toda su alma a ese bebé, aún lo amaba.

Eso la hizo acordarse de que tenía que hablar con Harry como fuera, si tenía que enfrentarse con Ginny, si no le quedaba más remedio, tendría que hacerlo, él tenía que saber que su hijo ya no nacería.

El sueño llegó a ella sin darse cuenta y sus ojos se empezaron a cerrar, no tardó mucho en quedarse profundamente dormida, lo único que la pudo sacar del sopor del sueño avanzado, fue el sonoro estruendo proveniente del pasillo, los dos brincaron asustados en la cama, pero Draco fue más rápido que ella ya que estaba más lucido, pues seguía despierto.

Corrió veloz hasta alcanzar su varita, y salió tan rápido como pudo de la habitación, de unas cuantas zancadas entró en el cuarto en el que dormía Hermione, pudo notar en su boca el inconfundible sabor del terror, ella todavía estaba metida en la cama, y allí habían tres personas más,

Draco tembló de miedo, pero precisamente fue ese miedo por ella, lo que le dio la fuerza para interponerse, con ella a su espalda y con su varita levantada en actitud atacante, Draco temblaba, no sabía quiénes eran esas personas ni qué intenciones traían, ni cómo habían logrado manipular con tanta efectividad, la magnífica y novedosa seguridad de la casa.

Los dos hombres y la mujer, levantaron sus varitas e intensificaron la luz para ver mejor, Hermione se levantó de la cama y encendió la luz de la habitación, entonces los cinco pudieron verse bien las caras,

—señores…, Malfoy —aseveró la mujer, con tono agrio— se les comunica en éste mismo momento, que por orden del ministerio y del departamento de alianzas de paz, quedan bajo investigación,

—¿¡bajo investigación!?, ¿¡quién ha dado la orden!?, ¿¡se puede saber de qué somos sospechosos!?,

—¡ya había escuchado hablar de su insolencia y de su arrogancia! —comentó asqueada— ¡pero veo que se supera usted, a sí mismo!,

—¿sois del ministerio? —preguntó Hermione, más tranquila— la mujer la miró pero no le contestó,

—No habéis notificado vuestra mudanza —les dijo uno de los investigadores —es obligatorio hacerlo,

—Vaya…, se..., se me había olvidado por completo, lo lamento agente,

—Tiene usted que presentarse mañana a primera hora, espero que eso no se le olvide o tendrá que pagar una multa,

—¡oh!, no se preocupen…, ahí estaré a primera hora, pero…, ¿cómo han logrado entrar?, todos los hechizos de cerrojo de seguridad están puestos, y todavía no hemos habilitado la red flu,

—Tenemos capacidad para entrar en cualquier parte y a cualquier hora, el ministerio nos ampara,

—¿Qué hace ella aquí? —preguntó la mujer, con tono disgustado,

—Perdón…, ¿puede identificarse por favor? —respondió Draco, empezando a cabrearse,

—Soy la agente Autum Grey, del departamento de investigaciones de alianzas de paz,

—¿y porqué razón nos están investigando?, ¿qué es lo que hemos hecho?,

—Señor Malfoy, responda a mi pregunta,

—¡responda usted a la mía!,

—¡Draco! —le reprendió Hermione, alarmada, sabiendo lo que se les podía venir encima.

—¡señor Malfoy!, ¡tengo poder para interrogarlo en las mazmorras si es necesario!, ¡y créame que paciencia no es lo que me sobra!,

—Ustedes todavía estáis dentro de la fase obligatoria de convivencia, sabéis muy bien que aún no podéis dormir en habitaciones separadas —afirmó uno de los dos agentes.

—Sí…, y no se hacen excepciones, a menos que sea una cuestión de salud —comentó el otro agente,

—¿estás enferma? —preguntó la mujer, a Hermione, ella meneó negativamente la cabeza— ¿ésta es la habitación principal? —ni Hermione ni Draco respondieron, así que la agente, les ordenó a sus compañeros que revisaran toda la planta— no me gustan nada los niños de papá…, no me gusta la gente de tu clase…, sois mentirosos, engreídos y os creéis que lo podéis arreglar todo con oro —terminó de decir con repugnancia.

—Oiga…

—¡silencio! —le ordenó a Draco— aquí las cosas son así, yo hago las preguntas y vosotros respondéis, yo hablo y vosotros os calláis, ¿lo has comprendido niño de papá?,

—Me gustaría ver la orden de investigación —comentó Hermione— porque sino…, estarían ustedes allanando nuestra casa —la agente hizo una mueca en forma de sonrisa sarcástica y le alargó la orden firmada y sellada por el propio ministro.

—Qué desperdicio… —comentó la agente, mirando a Hermione de arriba abajo y meneando negativamente la cabeza —de una serpiente, uno puede esperarse cualquier cosa, siempre hay que estar alerta…, está claro, nunca se debe bajar la guardia con…, estos individuos, pero no me explico cómo una heroína de nuestro mundo…, cómo una chica como tú…, ¡ha podido acabar mezclándose con el enemigo!, tú eres peor que él…, eres una traidora… —Hermione y Draco se miraban con temor, en ese momento no podían ser mas vulnerables, y para colmo, les había tocado de investigadora, a una resentida llena de odio hacia los sangre pura y todos los que se habían unido a ellos.

—La habitación principal está al fondo Autum, allí están todas las pertenencias de ella y de él, y la cama estaba destendida, y encontramos ésto también —dijo uno de los agentes, mostrando la parte superior del pijama de Draco,

—¿Con que esas tenemos…? —masculló con sorna, la mujer— pues me vais a tener que explicar lo que está pasando, porque habéis quebrantado una de las cláusulas del contrato matrimonial, y eso me da toda la potestad para llevaros conmigo y encerraros en Azkaban a la espera de vuestro juicio…

—Lo que ha ocurrido es…, que no nos poníamos de acuerdo sobre la elección de la habitación en la que íbamos a dormir.

—No nos tomes por estúpidos…, ya sabemos que vuestra habitación es la del fondo,

—Agente Autum, eso es cierto…, y es exactamente el motivo por el que hemos estado discutiendo todo el día  —trató de explicar Hermione— él prefiere quedarse en aquel cuarto y yo prefiero éste, así que…, decidimos hacer una cosa…, dormiríamos unas horas allí y otras aquí, de esa manera averiguaríamos qué cuarto es el mejor,

—Pero estabais durmiendo en habitaciones distintas, y sabéis que no lo podéis hacer, sólo por eso ya se os puede detener —alegó uno de los agentes,

—¡No he terminado de hablar! —respondió Hermione, alterada,

—No hace falta —le dijo la agente— para mí todo ésto está bastante claro, no sé qué os traéis entre manos…, pero estoy completamente segura de que estáis burlando las leyes, ¡sois unos impostores!, ¡todo ésto es una farsa, para que ésta culebra y sus papis se libren de Azkaban!,

—¡no tiene ningún derecho a decirnos eso!, pondré una queja de usted en el departamento de investigaciones —saltó Hermione, que estaba bastante asustada,

—Hernidtch, esposa al señor Malfoy, y espósala a ella también,

—¡no! —gritó Draco— por favor…, agentes…, haré lo que me pidan…, por favor, no la esposen, no le hagan daño,

—¿estás dispuesto a soltar la lengua por tu mujercita? —preguntó burlona, la agente,

—Autum…—se quejó su compañero por la rudeza de ella,

—¡está bien, está bien!, interroguémosles por separado, a ver que sacamos de esto…

—Quédate con la chica, Autum, yo me llevo al chico a la otra habitación —le indicó su compañero, agarrando a Draco del brazo y sacándolo del cuarto —cuando la agente Autum supo que estaban solas, se acercó a Hermione, de forma intimidante y se sentó a su lado en la cama,

—La gran Hermione Granger…  pronunció su nombre con una mezcla de admiración y desdén— dime Hermione Granger, ¿Qué pasó con Weasley?,

Hermione la miró con cautela, supo enseguida que dependía únicamente de ella, el que salieran bien parados o derechitos a las mazmorras, aquella mujer solo quería escucharla a ella, quería averiguar por sus propios medios, si Hermione y Draco estaban representando un papel, o realmente se amaban,

—Ron se casó con Lavender Brown y tienen tres niños,

—Eso fue hace más o menos dos años, yo me refiero a antes de que te casaras con el principito de Slytherin…, todo el mundo sabía que erais novios,

—Bueno…, para mi no fue un noviazgo muy real, éramos muy jóvenes, muy inmaduros, supongo que no estábamos preparados, y…, no funcionó,

—Sí que erais muy jóvenes, también lo eras cuando te casaste con Malfoy, y todavía lo sigues siendo, ¿para eso sí estabas preparada?, ¿estabas preparada para casarte a los dieciséis años, con tu enemigo más acérrimo?,

—Era diferente,

—¿¡porqué!?,

—Porque Draco es…, es…, porque lo amo.

—El amor de tu vida —dijo sonriendo— suena muy bonito…, aunque también muy falso,

—Pues es la verdad,

—¿No te da vergüenza?,

—¿el qué?,

—Sentir algo así por tu enemigo, saber que has traicionado a tu mundo liándote con la persona que más daño te ha hecho, ¿qué tal les ha sentado a tus amigos?, ¿te siguen hablando?,

—Algunos sí… —susurró Hermione, empezando a sentirse fatal,

—Algunos si —repitió la agente, analizándola— ¿sabes?, hay mucha gente que no se cree vuestra historia —le dijo con una amplia sonrisa— yo entre ellas, estoy convencida de que os casasteis por algún tipo de acuerdo, lo más fácil, sería pensar…, que el principito y su familia iban a ser juzgados por posicionarse al lado del Señor Tenebroso…, y arreglando un matrimonio con alguien de tu sangre…, conseguían el beneplácito del ministro…, y evitaban las mazmorras, muy seguramente de por vida…, ¿pero porqué tú?, ¿porqué te eligieron a ti?, ¿porqué aceptaste?, y lo que más me intriga de todo…, ¿¡qué ganabas uniéndote a él!? —para la agente Autum, era todo un misterio lleno de controversias y contradicciones, y aquel caso se había convertido para ella, en toda una obsesión —dime, ¿Cuánto oro te ofrecieron.

—No me ofrecieron oro, agente…  respondió asustada,

—¿¡entonces qué fue lo que te ofrecieron!? ¿¡con qué te sobornaron!?, ¿te ofrecieron joyas?, ¿tierras?, obviamente llevas una vida de lujos y comodidades…, ¡no hay más que ver ésta casa…! no he parado de preguntarme, qué te llevó a aceptar casarte con la persona que has odiado desde que entraste al colegio.

—No lo odio…, ni lo he odiado nunca…

—¡mientes!, lo recuerdo perfectamente, cuando tú entraste en Hogwarts, yo estaba en el ultimo curso, y fui testigo infinidad de veces de vuestros enfrentamientos, de la forma en la que te miraba y te trataba, siempre fuisteis enemigos, Granger…, eso no lo puedes negar…, hay muchos testigos.

—Pero cambió, yo también cambié…

—¿¡y qué!?, ¿os enamoraste de la noche a la mañana?, eso no se lo cree nadie,

—No fue de la noche a la mañana, fue…, poco a poco, de hecho…, lo que yo siento por él, comenzó hace bastante tiempo,

—¿me estás hablando en serio?,

—Sí…, por supuesto,

—Pues soy toda oídos,

—Reconozco que el primer año en que lo conocí, fue desastroso, me cayó muy mal, me parecía un niñito estúpido y descerebrado…, y tenía esa odiosa fijación por la pureza de la sangre…, y por el estatus y mil ideas desfasadas y clasistas, que le inculcaban sus padres, es cierto que nos enfrentamos muchas veces, yo siempre defendía a Harry y a Ron, y eso a él siempre le molestó, lo sacaba de quicio. El segundo año fue muy parecido al primero, fue más o menos hacia el tercero cuando me di cuenta de lo que realmente era, Draco siempre fue el juguete de su padre, su muñeco de cera exclusivamente tallado a su criterio, era normal que tuviera esa personalidad siendo hijo de quien era, por un lado nuestra enemistad estaba muy latente, pero por el otro…, empecé a entender su actitud, y fijarme en otras facetas suyas,

—¿por ejemplo?,

—Su lealtad hacia sus amigos, su generosidad…

—¿¡generosidad, Draco Malfoy!?,

—Estamos hablando de su núcleo más cercano, te puedo asegurar que Draco entre los suyos era…, una persona muy distinta,

—¿y eso fue lo que te enamoró de él? —preguntó con cinismo,

—No…, claro que no, en ese entonces solo teníamos doce y trece años, aunque admito que ya me llamaban la atención sus rasgos físicos, su pelo tan claro y el color de sus ojos…, su figura, un tanto m6as desarrollada para su edad

—Eso no te lo discuto, siempre fue un muchacho atractivo, traía locas a un buen puñado de niñas de todas las casas, pero…, eso debía haber sido lo de menos, ¿no te parece? —Hermione levantó la vista y la miró extrañada— no hay nada peor que fijarse en el enemigo de esa manera,

—El amor no es algo que se elija,

—Puede ser, pero hay formas de evitarlo,

—¿te has enamorado alguna vez? —la agente la miró indignada y se levantó de la cama como si le hubieran pinchado el culo,

—¡eso no es de tu incumbencia!,

—Lo siento…

—¿Cómo se te declaró?, ¿o fuiste tú quien fue a por él?,

—En realidad fue su madre, Narcissa me escribió una carta,

—Que formalidad…, a la vieja usanza ¿eh?, ¿y tú accediste y ya está?, ¿así de fácil?, ¿ni siquiera lo reflexionaste un instante?,

—Claro que lo pensé, pero…

—El amor fue más fuerte, ¿te venció lo que sentías por él? —Hermione no respondió y la agente se lo tomó como una afirmación— aquí entre tú y yo…, ¿es tan bueno en la cama, como dicen? —tampoco fue capaz de responder a eso y la agente soltó una carcajada— sospecho que sí, eres afortunada en ese aspecto, muchas desearían estar en tu lugar, Malfoy tiene fama de ser un excelente amante, ¿me equivoco? —Hermione suspiró un poco avergonzada,

—No, no te equivocas,

—El sexo es importante en la pareja y mucho más en el matrimonio, dime Granger…, ¿todavía te hace disfrutar?, ¿sigues tocando el cielo?, ¿o habéis sido absorbidos por la rutina? —Hermione se sentía cada vez más incómoda, no entendía la actitud de aquella investigadora, ni si quiera la investigación en sí, y sus preguntas estaban totalmente fuera de lugar, quería negarse a responder, quería hacer valer sus derechos, pero tenía miedo de dar un paso en falso, algo le decía, que esa noche iba a ser decisiva en el futuro de ambos, y no solo de ellos dos, también de muchos que los rodeaban. En el momento en el que abrió la boca, sus compañeros entraron en la habitación,

—Nosotros ya estamos Autum, y tenemos nuestro punto de vista claro, ¿te queda mucho con ella? —la agente la miró fijamente de una forma tan seria, tan extraña e intensa que le hizo sentir escalofríos, le sonrió en una mueca y se cruzó de brazos.

—Yo también lo tengo todo muy claro…, hemos terminado… —resolvió despreocupada saliendo del cuarto, y justo cuando pasó al lado de Draco, lo encaró y le lanzó una mirada envilecida— ¡pero sabed, que os vamos a estar vigilando!, ¡no lo olvides niño de papá! —dicho esto, desaparecieron los tres, uniendo las puntas de sus varitas.

Hermione y Draco pudieron respirar tranquilos cuando estuvieron seguros de que se habían marchado del todo. La expresión de él era de impotencia, y de mucha preocupación, ella también estaba preocupada, y se sentía culpable por lo ocurrido, ya que desde el principio, se había negado a dormir con él, y lo había convencido de que al ministerio no le daría por abrir una investigación a esas alturas.

—¿estás bien? —preguntó Hermione, Draco simplemente asintió mirando al suelo— ¿te…, te han hecho daño?,

—No, solo me han hecho preguntas —respondió esta vez, mirándola a los ojos —¿y a ti?,

—Solo preguntas,

—Esa mujer me odia,

—Nos odia a los dos…

—¿tienes idea de porqué?,

—Parece algo resentida pero…, tiene que haber algo más, no es normal la forma en la que nos han tratado,

—Sí…, y por lo que dijo, vamos a estar en su punto de mira,

—Lo siento mucho Draco,

—Es igual… —respondió con seriedad y emprendiendo el camino a la habitación principal, cuando llegó, vio que Hermione estaba en la puerta y entraba.

 —Será mejor que duerma contigo  —comentó metiéndose en la cama, para su sorpresa, él no dijo nada, Draco todavía estaba asimilando lo ocurrido, ¿y si decidían juzgarlos?, ¿y si el resentimiento de aquella mujer les jugaba una mala pasada?, su inquietud crecía y crecía, ya nadie podía asegurarle nada, el mismo ministro había firmado la investigación,

—Draco… —interrumpió Hermione, sus cavilaciones,

—Dime,

—No te preocupes…, no pasará nada.

Por la mañana, Hermione se levantó temprano y bajó a la cocina, esa sería la primera vez desde que salió de la casa de sus padres, que prepararía ella misma el desayuno, sentía que le fallaría la práctica, pero también estaba contenta de poder hacerlo, y de utilizar una cocina tan bonita como esa.

Se paró un momento a pensar y recordó cómo lo había hecho cientos de veces, lo primero que hizo fue preparar la cafetera y ponerla al fuego, cogió unos cuantos huevos y los batió, puso a derretir un poco de mantequilla en una sartén y vertió los huevos batidos con un poco de queso, mientras se hacía, apartó la cafetera del fuego y cortó varias rebanadas de pan de zanahoria y cereales, para tostarlas, prácticamente ya estaba todo preparado, así que pensó en poner los platos en la misma mesa de la cocina. Cuando se dio la vuelta para ir acomodando los utensilios, se encontró a Draco, apoyado en el marco de la puerta, contemplándola,

—que bien huele —comentó Draco,

—buenos días —respondió ella, ordenando la mesa— aún es temprano, ¿no te apetece seguir durmiendo?,

—no, la verdad es que el olor de la comida me ha desvelado, no sabía que supieras cocinar —Hermione sonrió levemente— solo cosas sencillas,

—es impresionante —dijo acercándose a los fogones para ver lo que había hecho,

—no es para tanto —respondió ella, terminando de colocarlo todo y poniendo también los platos de Draco,

—¿piensas invitarme? —preguntó sonriente, bromeando con ella,

—claro, es para los dos, ¿qué clase de educación crees que he recibido?,

—sin duda la mejor… —contestó sentándose a la mesa, frente a ella, y agarrando la cafetera para servirse— aunque también la más puritana…  —susurró para sí mismo.

—No, Draco, no hagas eso, coge la cafetera siempre por el mango o te quemarás —le indicó ella, quitándosela y sirviéndole ella, luego le puso en su plato, la mitad de la tortilla con queso fundido y un par de tostadas,

—Es increíble que lo hayas hecho tú todo —le dijo cortando con el tenedor un trozo de la tortilla y llevándoselo a la boca.

—Ya te he dicho que no es para tanto, Draco, en realidad esto es bastante fácil, hay platos mucho más difíciles de hacer,

—Parece que estés acostumbrada a ello —respondió mordiendo un trozo de la crujiente tostada caliente, untada de mantequilla— ¿hacías muchas de estas cosas con tus padres?.

—Algunas veces…, aunque casi siempre era mi madre la que cocinaba,

—Debió de ser una mujer extraordinaria —Hermione levantó la vista y lo observó con algo de nostalgia, abrumada por los recuerdos,

—Draco…, me he levantado tan temprano porque tengo que salir.

—¿A dónde? —entonces no supo si debía decirle la verdad o inventarse algo para no exaltarlo o preocuparlo más, después de unos segundos sopesando sus posibles reacciones, optó por lo más sensato,

—Pues…, pues tengo que ir a San Mungo, a…, a ver a Harry —por un largo instante de tiempo ambos se miraron fijamente, ella esperando su respuesta, y él, esperando quizá una explicación,

—Ya… —dijo dando un sorbo a su café y desviando la mirada— supongo que…, tenéis temas que tratar…  —Hermione se asombró, por su tranquilidad, y su sosiego al saber a quién iba a ver, casi le apetecía preguntarle si no le iba a armar un escándalo— ¿vas por lo del bebé? —preguntó, temiendo que ella comenzara a ponerse a la defensiva.

—Sí, tengo que decírselo, es su derecho.

—Lo entiendo —contestó, asombrándola nuevamente— yo también querría saberlo.

Hermione terminó el desayuno antes que él y se disculpó por no esperarlo, se dio una ducha y se arregló para partir enseguida. Cogería la escoba y estaría allí, en una hora como mucho, esta vez hablaría con él, no le importaba volver a encontrarse con Ginny, o tener que seguir escuchando sus desplantes, y no la obedecería otra vez si la echaba de nuevo, era una cuestión muy importante para ella y para Harry, ya no podía seguir ocultándoselo, hablaría con él, pasara lo que pasara, aunque Ginebra ardiera en cólera al verla.

—Bueno…, vendré en unas horas —le comentó Hermione a Draco, agarrando su escoba,

—tómate el tiempo que necesites —ella paró un segundo, para mirarlo, ¿qué significaba aquella nueva actitud?, le parecía rarísima, pero no tenía tiempo en ese momento de averiguar a qué se debía ese cambio tan grande,

—gracias… —respondió con franqueza bajando las escaleras de caracol, con Draco siguiéndola hasta la salida, una vez en la puerta de la casa, se montó en la escoba.

—Hermione —la interrumpió haciendo que ella se girara —recuerda que nos están vigilando.

—Lo sé Draco —contestó pensativa— lo sé, tú me pediste que confiara en ti, y yo ahora te pido que confíes en mí, no haré nada para ponernos en peligro, puedes estar seguro de eso —terminó de decirle acercando su cara a la de Draco, y depositando un breve beso en sus labios, con la intención de que los vieran, los posibles ojos que los estuvieran acechando.

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