π•πšπ«π£πšπ€ | John Shelby

By pixxxvi

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π‘½π’‚π’“π’‹π’‚π’Œ | ❝Frey, Freya... ΒΏQuiΓ©n eres realmente?❞ κœ°Κ€α΄‡Κα΄€ α΄ α΄€Κ€α΄Šα΄€α΄‹ estaba muerta. Enterrada viva cuando el i... More

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Pisar Birmingham nuevamente no había estado en sus planes, sin embargo una oportunidad se presentó en bandeja de plata y no era posible mirar a un lado. Al escuchar las palabras de Joe pensó que debía tomar cartas en el asunto, sobre la pelea y el riesgo de una muerte. Era el momento perfecto para encontrarse con Changretta, aunque las posibilidades realmente fueran mínimas.

Sólo iba por Changretta. Sólo por él.

O al menos eso se repetía mentalmente. Ya estaba cansada de tener que demostrar que ella realmente podía ser un as bajo la manga. Si no la querían estaba bien, no iba a rogar, en cambio actuaría por su cuenta y lograría sus objetivos por sí misma.

Aunque mentiría si decía que no pensó en John, pues su nombre apareció en su mente como una alerta, aún cuando él no pareciera ser el objetivo actual de Changretta. Había sido un pensamiento fugaz, y así como apareció en su mente, se obligó a hacerlo desaparecer.

Entonces mandó a alguien para que averiguara la forma de ingresar sin problemas a la noche de boxeo, y lo demás estaría en sus propias manos.

—¿Crees que Changretta esté allí?

Se trataba de Lance, quien se había mantenido algo apartado de ella los últimos días. Freya lo asociaba a la presencia de Joe, con quien no se llevaba muy bien, especialmente porque se sentía muy irritado con la personalidad de su amigo.

Sin embargo, él no la miraba a los ojos. Quien siempre le dedicaba una breve sonrisa, aunque eso fuera en contra de su permanente semblante frío, ahora desviaba su mirada a los papeles sobre la mesa o se perdía en los verdes prados que podían vislumbrar a través de las ventanas.

Pero esa preocupación, esa melancolía, ella no la notó porque estaba empeñada en controlar los siguientes movimientos a la perfección.

—¿Y arriesgarse a que lo maten? —murmuró mientras escribía en unos documentos. Alzó la vista y se encontró que Lance le daba la espalda, con la mirada fija en el exterior.— No lo creo, pero si puedo hacer que aparezca. Dejaré que me vea y podrá dar su último respiro.

—Tú crees que será así de fácil —soltó con escepticismo, mirándola por un breve segundo. Parecía tan confiada por una posibilidad que podía llegar a ser irreal.— Pero Changretta ya ha sobrevivido a dos asaltos directos. No es seguro que sigas en esto, no sin el apoyo de los Peaky Blinders.

—¿Qué mierda te pasa de repente? —dijo soltando una risa amarga.— Primero estabas reacio a asociarnos con ellos y ahora los extrañas tanto que no quieres que vaya al evento sin su apoyo. Porque eso es lo que quieres, ¿no es así?

Freya lo miraba directamente aunque él no pudiera mantener la mirada más que unos segundos. Su mano derecha, su amigo, su familia. Eso era él, y ahora comenzaba a mostrarse inseguro de sus aspiraciones.

—Estamos bien sin ellos —murmuró negando con la cabeza. Se acercó a una enfadada Freya y la tomó por los hombros. Sólo entonces la miró fijamente, esperando que entendiera lo que decía.— Pero es peligroso que vayas sola hasta allá. Somos muchos menos y es una clara desventaja. Si vas podría salir muy mal, Freya. No quiero que te lastimen.

Pero esa preocupación repentina no le convencía.

—No pasará nada malo. Puedes estar tranquilo por eso.

—Si Changretta tiene la oportunidad te tomará.—'Y será tu fin', quiso decir.— No se quedará de brazos cruzados sabiendo con quién te has asociado y cuantas bajas has ocasionado. Sólo piensa en cómo terminó Elliot.

—Con mucha más razón —dijo, sintiéndose exaltada.— Tiene que pagar por lo que le hizo. No tendrá mi perdón, lo quiero muerto por todo lo que nos ha causado. Mi familia, Elliot y Charlotte. ¿Cuántas vidas más tendrá que tomar?

—No la tuya, Freya. Es por eso que deberías detenerte.

Necesitaba que entendiera, que viera las cosas desde su punto. Sin embargo Freya no abandonaría sus convicciones y propósitos.

—¿Y entonces lo matamos? —se escuchó la voz de Joe, quien abría las puertas de su despacho para ingresar e interrumpir la conversación. Lance hizo una mueca en cuanto lo vio y se alejó de Freya hasta un lado de la habitación.

—¿Quién dijo que lo dejaría en sus manos? —dijo seriamente, dando una mirada de reojo a Lance.— Lo haré por mi misma. Tengo que acabar con esto de una vez por todas, y nada ni nadie me detendrá.

◇◆◇

Freya sentía su estómago tan revuelto que no quería hacer más que intentar leer un libro. Había permanecido así toda la mañana, procurando despejar su mente con una dramática novela sobre mujeres llamadas 'trepadoras'.

Se preguntaba cómo sería estar en los zapatos de Lorelei, con su sentido del humor y astucia, aunque prefería no saberlo. Estaba más que bien con el poder actual que tenía, libre de que su vida se encaminara según los deseos de un hombre. No como la protagonista de la novela, quien al menos tenía el intelecto para 'sacar las castañas del fuego' yendo con un hombre de su elección (rico, por supuesto).

Por su parte, Freya que se consideraba la chica fría, se alegraba de tener en sus manos el poder de los Scarlets, ya pocas veces había recurrido a su aspecto (o fingir tener una personalidad brillante) para conseguir lo que quería. Algo inevitable pues, ¿Cuándo habían visto a una mujer manejar una banda delictiva?

Por su puesto, que Freya se había encargado de que lo recordaran.

Después de un buen rato pensando en la situación inconveniente que parecía ser eterna para las mujeres en un mundo de hombres, dejó de lado su ejemplar de 'Los caballeros las prefieren rubias' y se puso los pantalones, aunque esta vez en sentido figurado.

—Te tengo algo perfecto para la ocasión —escuchó decir a Sienna, que extendía un vestido sobre la cama. Entonces la miró con una sonrisa y le guiñó:— y para que dejes a John como loco.

—Oh por dios... Sienna —soltó sintiendo algo de calor en sus mejillas. Contempló el vestido que tenía para ella. Se trataba de un vestido de noche color escarlata al estilo Flapper, con diseños negro y plata.

Era demasiado.

—No es solamente un vestido...—dijo leyendo su expresión.— Es Francés, la nueva moda. Y con ello, una fragancia que te hará irresistible.

Sienna parecía muy seria haciendo 'su trabajo'. Dejó un frasquito cuadrado de perfume con la etiqueta 'N°5' que Freya no podría haber reconocido si no le hubiera dicho lo que era.

—¿De dónde sacaste eso? —inquirió con extrañeza.

—De mi querida Coco Chanel. Ella misma dice 'La simplicidad es la clave de la verdadera elegancia.'

—Pues yo no veo mucha simplicidad, Sienna. Sobre todo en estos pendientes —murmuró mientras tomaba en sus manos una caja donde descansa un par brillante que parecían gemas preciosas. Además de eso también había una cantidad de collares y pulseras muy al estilo actual, fabricado con cuentas.

—Bah, un poco de brillo nunca hace mal —soltó encogiéndose de hombros.

Para Sienna era todo muy normal, pues su vida hedonista estaba más que arraigada. Muy al contrario de Freya, que apenas conocía la última moda y estaría muy perdida si no fuera por su amiga que conocía mucho de jergas y nuevas actitudes que comenzaban a adoptar en el 'nuevo mundo'.

—¿Sabes que voy a una noche de boxeo? —inquirió.— Esto no es una petting partie.

—Lo sé, cariño, eso es más para mi que para una chica que dice que dos ya son multitud —respondió con una risita de burla mientras conducía a Freya tras el biombo para que se cambiara de ropa.— Pero ¿Quién dijo que una mujer en vestido no puede matar a alguien? Se que podrás salvar a ese hombre aun llevando esta magnífica pieza. Es "el nuevo uniforme de la mujer moderna".

Freya puso los ojos en blanco.

—Creo que estás obsesionada con Vogue.

—Solo un poco.

◇◆◇

Soltó un suspiro en un vago intento por mantener la calma, sin embargo no fue posible. Sus manos estaban heladas y las palmas sudaban en frío. Faltaba muy poco para salir, lo sabía muy bien porque su mirada no se despegaba del reloj.

La señora Edevane apareció en la sala cuando ya era hora. Cargaba su abrigo del piel entre sus brazos para entregárselo a su nieta, ayudando a acomodarlo de una manera cariñosa mientras le sonreía. Freya se dejó acurrucar por la tela que la envolvía, sintiendo las manos de su abuela colocando un prendedor de plata en su pecho.

—Era de tu madre —mencionó cuando estuvo lista. Le dedicó una sonrisa maternal mientras contemplaba a Freya, sorprendida al recordar cuando era una niña pequeña y alegre.

—¿Mamá lo usó? —preguntó observando la flor de plata con un pequeño detalle rojo. Sintió un calor en su pecho pensando en su madre.

—Nunca se lo sacaba, aun cuando tenía miles de ellos. Amaba este prendedor porque se lo regaló tu padre.

Freya sonrió, decidiendo que ahora lo llevaría ella.

Se despidió de un abrazo, recargando las energías que necesitaba. Entonces se dirigió a la puerta y salió para encontrarse con los demás. Allí estaban Lance, Joe y Sienna, quienes la acompañarían hasta el lugar. Serían su refuerzo además de otros hombres que pasarían infiltrados para vigilar.

—¿Vamos? —preguntó, sintiendo que el nudo en su estómago empeoraba. Joe abrió la puerta trasera y dejó que las mujeres ingresaran.

Sienna se acomodó en el interior y Freya por su parte se acercó sintiendo un peso en su cabeza. Tuvo que apoyar la mano en la puerta para no perder el equilibrio mientras todo le daba vueltas.

—¡Freya!

—¿Estás bien? —se acercó Lance, claramente asustado.

Ella asintió aun algo perdida, intentando que no se preocuparan. Entonces se irguió y esa vez entró en el coche con la ayuda de su amigo, que tomó su mano para evitar un accidente.

Una vez dentro se acomodó en el respaldo, apoyando la cabeza hacia atrás. Estaba segura de que si cerraba los ojos y se concentraba en su respiración se sentiría mejor.

—¿Estas ebria? —escuchó decir a Sienna. Abrió lentamente sus ojos, girando la cabeza para mirarla con seriedad. Su amiga, siempre alegre, la miraba con algo de inquietud en su mirada.

—No. Deben ser los nervios.

—Vamos, respira. Todo irá bien.

Asintió, volviendo a mirar por la ventana. Muy en el fondo, sabía que algo andaba mal, aunque no pudiera decir que era.

—Siempre a la yugular —le recordó Joe una vez llegaron.

Había permanecido perdida en sus pensamientos, mientras no se perdía ningún detalle del camino que recorrieron. Entonces alzó la mirada, percatándose de que ya habían llegado.

Esbozó una sonrisa al procesar las palabras de su amigo. Joe siempre iba a matar y esa no era la excepción. Tampoco lo era para ella, porque de alguna forma lograría una victoria esa noche.

O al menos eso esperaba.

—Y un poco de coqueteo antes para reafirmar la amistad, o en este caso, asegurar el asesinato —soltó Sienna, riéndose de su oscuro chiste.

Freya negó con la cabeza, pero agradeció el apoyo. Nunca estaban de más esas palabras sinsentido de sus amigos.

—Asegúrense de mantener todo vigilado —les dijo mientras observaba a la fila de hombres que esperaban a que los dejaran entrar. Se fijó que los revisaban por completo, buscando armas o droga entre las ropas, pero eso a ella no le preocupó porque su entrada no sería intervenida.

Una vez entraran, Joe y Sienna estarían por los alrededores y enviarían a alguien hasta ella de ser necesario comunicarle algo importante. La idea era cubrir todo el lugar y que no se perdieran ninguna situación sospechosa.

Dejó que los hombres bajaran del coche antes, así ella podría decir unas palabras antes de convertirse en un bloque de hielo. Tomó la mano de Sienna, llamando su atención. Sus ojos café se conectaron con los claros de su amiga, ambas notaron en la otra muchas emociones reprimidas pero un leve apretón la animó a abrir la boca a pesar de las miles de preocupaciones que tenían cada una.

—Se lo diré —susurró, sin poder evitar tener una expresión triste en el rostro. Tenía miedo, miedo de la reacción de John, pero al menos la sonrisa tierna de su amiga le dio la fuerza para continuar su camino.

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