— ¿Sucedió algo, Aya-chan? —preguntó Yamada-senpai al ver como casi estallo de la ira. Debía ser más cuidadosa con mis emociones, no quería que nadie supiera sobre esto, saldría de esta mierda sola como siempre.
— Ah no, claro que no... Solo me duele un p-poco la, la cabeza —Dios mío que mala actriz soy en estos momentos. El pelinegro no quedó tan convencido pero asintió y siguió viendo su celular.
Suspiré y miré el reloj, doce del medio día marcaba. Comenzaba a aburrirme, tomé el control del televisor y la encendí, habían comenzado las noticias. Entretenida miré porque podría informarme más sobre lo que sucedió en la escuela.
— Ahora vamos con el famoso instituto Akademi High School —dijo la reportera con una pesadez en la voz, reconocí al instante quién era, era la madre de Supana.— Sufrieron un lamentable atentado que dejó a 21 estudiantes heridos y una estudiante muerta, Supana Churu—su voz decayó y una lágrima resbaló por su mejilla.
Osano me arrebató el control y apagó el televisor molesto.
— No necesitas saber que pasó, solo descansa, idiota —el se veía muy enojado. Estaba en shock, ella había muerto... No éramos muy amigas, pero de vez en cuando hablábamos y lográbamos congeniar y hablar sobre temas realmente profundos. A pesar de ser una chica muy tímida y extraña para algunos, Supana tenía un gran corazón.— Oye Ayano, despierta —me movió un poco intentando que yo reaccionara.— ¡Oye idiota! —gritó en mi oído lo que hizo que volviera a la realidad.— ¿En que pensabas? No es que me importe pe-pero te veías afectada —golpeó mi frente.
— Ni se te ocurra volver a tocarla con tus sucias manos, Osano Najimi —habló de repente Osoro-kun, nos había sorprendido a todos, no sabíamos que él se encontraba ahí.
— ¿Qué? ¿Quién te crees para hablarme así? —Osano al instante se puso furioso.— No le estaba haciendo ningún daño, solo estaba preocupado por ella, se ve tan indefensa, ¿Qué no ves o eres ciego? —soltó sin darse cuenta de lo que había dicho.
— ¡Lárgate! —gritó y lo tomó por el cuello, me asusté, las cosas se estaban tornando muy tensas.— Cuidaré de ella así no tienes que preocuparte, no confío en ti. Llévate a tu amiguito y al enano de allá —señaló a Hanako con desprecio.
—¡Hey, ¿Cómo que- —Hanako estaba apunto de refutar sin embargo no pudo hacerlo ya que Yamada le tapó la boca y miró con nerviosismo al rubio, le tenía miedo.
— Y-ya nos íbamos —dijo y arrastró a su hermano y mejor amigo a la salida. Salió despavorido, aún podía escuchar las quejas y gritos de Osano y Hanako, reí, eran todo un caso.
— No tenías que ser así con ellos... —dije y lo miré con un poco de miedo, agradecía que me haya salvado mas no confiaba en el del todo.
— Da igual, no me caen bien esos chicos.
Iba a decir algo hasta que la puerta se abrió abruptamente encontrándome con la mirada de preocupación de Yanagi/Ayato, detrás de él estaban mis padres con el mismo semblante. Les di un intento de sonrisa que salió más como una mueca.
— ¿Cómo estás? ¿Te hirieron mucho? ¿Viste la cara de los bastardos? Los mataré, lo prometo —dijo mi hermano con mucha seguridad que me dio escalofríos.
—Yanagi, cariño —dijo mamá con una voz suave.— Tranquilo, sabes lo fuerte que es nuestra pequeña, ¿No es así, amor? —miró a papá y se apretujó más a él, asintió y se separó de su mujer para acercarse a mi y acariciar mi cabello con delicadeza.
— ¿Cómo te sientes, hijita?
—Un poco mejor aunque me duele un poco el hombro —dije y lo toqué, no medí mi fuerza y lo que hice fue golpearlo. Solté un quejido.
— Ten más cuidado, tonta —por fin volvió a hablar Osoro-kun. Todos lo miramos, mis padres con interrogación y Yanagi enojado.
— Buen día, chico pero ¿Quién eres? —preguntó mamá con amabilidad.
— Soy Osoro Shidesu, voy a la misma escuela que su hija, mucho gusto —dijo con mucha seguridad que admiré, normalmente yo tartamudeaba cuando me iba a presentar.— Y fui yo quién la trajo al hospital.
— ¡Qué maravilla! —exclamó mamá alegre, Yanagi la vio sin entender que hacía.— Muchas gracias, Osoro. Te debemos una.
Osoro sonrió y me miro emocionado... Se veía tan tierno, le regresé la sonrisa.
***
Días después.
Al fin podía regresar a clases, ya me me había recuperado aún así seguía doliendo mi hombro de vez en cuando. Ingresé a la institución, el ambiente se sentía un poco tenso, intenté que eso no rebajara mis emociones y me acerqué a las chicas que me abrazaron con cuidado de no lastimarme. Entramos al patio y me di cuenta que Mido sensei coqueteaba descaradamente con la sensei Rina Fuka , los miré con desgrado y me senté en el pasto.
— ¿Él ya no debería haberse ido? —señalé con disimulo al hombre de ojos rojos.
— Shiori sensei renunció y bueno, el pervertido se quedo con él trabajo —contestó Midori entretenida en su juego. Hice una pequeña mueca y asentí, les di una última mirada y comencé a comer tranquilamente mientras charlaba con las chicas.
— ¡Aya-chan! —gritó Amao-senpai mientras venía corriendo con una canasta de postres, al llegar tomo un poco de aire y recobro la postura.— Me alegro de que hayas vuelto, nos tenías muy preocupados —comenzaron a llegar Aso Rito, Oko Ruto y claramente Kizano Sonubu.
Cada uno traía un regalo en sus manos, algo que los caracterizaba. Amao los postres, Aso rito unas gafas de natación y por último, Kizano con una máscara Venecia, muy hermosa.
— Toma, darling, te quedará espectacular. Mañana iremos a una fiesta —dijo con emoción.— Y no acepto ningún no por respuesta.
Sonreí divertida y acepté.
— Yo te traje esto —Aso me lo dio con mucha dulzura y besó mi mano cuando estaba tomando las gafas, me sorprendí pero sonreí feliz.— Y esto, de parte te todos—mostró un retrato hecho a mano de mí, no era uno como el de los chicos del club de arte pero aún así era el retrato más lindo y tierno que había visto. Lo tomé y quedé maravillada.— temíamos que no despertaras —confesó y agachó la cabeza.— en el poco tiempo que nos conocemos te has ganado nuestro cariño, Aya-chan.
— Eres especial para nosotros —añadió Amao y las chicas sonreímos, que chicos más tiernos.
Mi sonrisa desapareció cuando un fuerte dolor de cabeza atacó. Lleve mis manos a mis sienes y las masajeé un poco. Me levanté lentamente.
— Iré a la enfermería por unas pastillas, ya regreso —iban a pararse para acompañarme sin embargo me negué.— Tranquilos, solo es un dolor de cabeza.
Sin mas que decir emprendí rumbo a la enfermería mientras me aguantaba este dolor. Al entrar me encontré la tierna escena de Mujo abrazando un peluche mientras cantaba una canción infantil, que chico más tierno.
Mujo se dio cuenta de mi presencia y escondió con rapidez el peluche, le avergonzaba que lo viera con él. Se acercó torpemente a mi y me abrazó.
— ¿Te duele algo? ¿Quieres qué llame a tus padres? —preguntó y me analizó de pies a cabeza. Negué.— ¿Entonces... ?
— Me duele la cabeza, nada mas.
Asintió y fue a una estantería por las pastillas, me senté en las camillas y me dediqué a mirarlo, él era tan amable y cariñoso, aunque era un poco torpe eso le daba algo que me hacía interesar por el.
— ¡Aquí están! —chilló emocionado y se acercó a mi con el frasco de pastillas, pero como sabemos terminó por resbalarse y soltar un quejido.
Me acerqué a él rápidamente y levanté su cabeza con preocupación. Me miró sonrojado por la cercanía que manteníamos.
— ¿Te encuentras bien? ¿Te lastimaste mucho? —ahora era yo quién hacía las preguntas, sonreí ante eso y lo ayude a pararse. Me entregó el frasco y fue por un vaso de agua, se acercó con mucho cuidado para que no le pasara de nuevo lo anterior.
— Tomalá y te acuestas a dormir para que de vaya más rápido —acarició mi mejilla y miró mis labios con detenimiento, agaché la cabeza sonrojada.
— Y-yo debo irme al patio con mis amigos —negó y puso sus manos sobre mi cintura.
— Puede que te veas perfectamente por fuera pero a mi no me engañas, ese pequeño dolor que dices tener es muy grande, lo noté por tus expresiones, no soy tan tonto como parezco —dijo y lo miré sorprendida.— Me importas mucho y no saldrás de acá hasta que vea que verdaderamente te sientes bien, así que señorita, toma esa pastilla y a dormir —plantó un beso en mi mejilla, se sentó en la camilla esperando a que hiciera lo que me dijo.
Mi corazón comenzó a latir rápidamente, me habían dicho cosas parecidas a lo que dijo Mujo pero nunca con esa preocupación y amor, con él todo era diferente. Tomé la pastilla torpemente y la tragué para luego beber el agua.
Dio pequeñas palmadas a la camilla para que me recostará pero él aún seguía sentado ahí, no sabía que pretendía. Al recostarme el también lo hizo, los colores se subieron a mis mejillas, ¿Qué estaba haciendo? Nos arropó y me apegó a su pecho, me hizo sentir protegida de una manera inexplicable al hacer esa acción. Sonreí y me di cuenta de que miraba con tanto cariño. El sueño comenzó a apoderarme hasta que por fin se apodero completamente y quedé dormida en sus brazos.
Continuará.