Maratón.
𝐉𝐮𝐫𝐚𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨 𝐢𝐧𝐪𝐮𝐞𝐛𝐫𝐚𝐧𝐭𝐚𝐛𝐥𝐞.
Semanas después.
Jacob Zabini.
Sentí alguien rodearme con su brazo por la cintura, hice una mueca mientras abría los ojos y volteaba para un lado, ahí estaba ella acostada casi arriba mío, suspiré.
—Delphini, Delphini.—murmuré moviéndola, ella reprochó pero entre abrió sus ojos.—¿Qué haces en mi habitación?
—No quería dormir sola, Jacob.—los volvió a cerrar pegándose aún más ami, apreté mis labios.
—Pero... hay muchísimas más habitaciones en esta grande mansión, aparte estás casi arriba mío.—dije algo incomodo.
—Ay Jacob, no pasa nada.—me volteo a ver.—Somos hermanos, aparte quiero estar aquí contigo.
—Pues sí, pero es un poco raro que estes muy pegada a mi.
—No tiene nada de malo.—saco su labio inferior mientras fruncía el ceño.—Eso quiere decir que te quiero mucho, y no quiero separarme de ti, nunca.
—Bueno es que...—me interrumpió.
—Por favor.
—Delphini....
—Por favor.
Suspiré y asentí, ella sonrió acercándose un poco a mi dejando un beso en mi mejilla, se volvió a acostar, casi arriba mío de lo pegada que estaba. Yo solo miré hacia el techo.
Cerré mis ojos para tratar de dormir.
Volví a abrir mis ojos, el sol ya entraba por la ventana gire hacia un lado y Delphini ya no estaba en la cama. Me levante para irme a dar una ducha y así cambiarme.
Una vez listo, salí de mi habitación para ir hacia la habitación de ella, toque la puerta antes de entrar y de adentro se escuchó un:
—¡Adelante!
Empuje la puerta para entrar, no estaba por ningún lado, antes de caminar hacia su cama cerré la puerta detrás mío.
—¡Estoy bañándome ahorita salgo!
—¡Está bien!
Me senté en la cama mientras bostezaba, no sabía ni que hora era. Pase mi mano entre mi cabello peinándolo, cuando escuche la puerta abrirse, de ahí salió Delphini con un toalla.
Ella camino hasta su armario abriéndolo, parecía que estaba escogiendo la ropa que usaría cuando la toalla se desplomó hasta el suelo, rápidamente giré muy cara tapándome.
—¡Delphini!
—¿Qué?
—¡Estoy aquí!—dije cerrando los ojos.
—Ya lo sé.
—¿Entonces por qué diablos te quitaste la toalla?
—Oh vamos, Jacob. Ya te dije que te tengo confianza.
—Ya se que me tienes confianza.—dije entre dientes.—Pero no esa clase de confianza, eres mi hermana, Isabella nunca...—me interrumpió.
—Yo te demuestro que te quiero mucho, Jacob. Ya puedes voltear.
—No.
—Ya me cambié.
—Sí me estás mintiendo, Delphini. Me iré a mi habitación y no te hablaré.—dije volteándola a ver, ya estaba cambiada.
—Me gusta esa actitud eh.—sonrió.—Pero como decía, nos tenemos confianza aquí.
—Yo no dejaré que me veas desnudó.—me negué.—Por Salazar eres mi hermanita.
—Yo ya te he visto.
Abrí mis ojos al tope, ella soltó una risita.
—Me he metido en tu cabeza, Jacob. Cuando aparecía en tus sueños y todo eso.
—¿Te metiste a ver mis recuerdos?—pregunte algo molesto.—No tenías ningún derecho de hacerlo.
—Sí, lo hice. Y mira que vi unas cosas que.—arqueó sus cejas mientras movía la boca.–El caso es que lo hice por tu bien.
—¿Cuál bien?
—Tenía que saber dónde estabas, con quienes te juntabas, quienes eran esas personas con las que habías estado viviendo todo este tiempo.—desvió la mirada un segundo.—Lo bueno que viviste con alguien que sirvió a nuestro padre en sus tiempos.
Delphini está mal, muy mal.
Me levante acercándome a ella.
—No puedes ver mis recuerdos, no puedes meterte en mi cabeza, Delphini.—dije duramente.—Habló enserio, no estoy para juegos tuyos.
Ella se me quedó viendo, y asintió.
—Lo que tú digas.–se encogió sus hombros.—Bueno, solo para avisarte que hoy vendrá alguien.
—¿Quién?
—Luego lo verás, no tarda en llegar.—puso su mano en mi pecho, pero la baje.—Ven, vamos a desayunar.
No dije nada más, camine un poco alejado de ella mientras bajaba el piso princípiala para ir al comedor y sentarnos a desayunar.
—Jacob aprovechó que estamos tú y yo para recordarte que si de alguna manera tratas de huir, o de simplemente abandonarme....
—Joder, Delphini. Se bien lo qué pasa.
—Hiciste el juramente, estar conmigo, no dejarme sola, no abandonarme, eso es algo que no puedes romper fácilmente... no sin recibir la consecuencia.
Deje el cubierto de mala manera volteándola a ver.
—Yo ya se todo eso, yo ya se que no tengo que hacer. Ahora cállate y come.
Se que era malo con ella y hasta duro, peor ella me pedía serlo, pedía que fuera así.
Al terminar de desayunar fui hacia una habitación que tenía una chimenea y varios estantes de libros de hace años. Tocaron la puerta.
—Adelante.
Se abrió la puerta dejando ver a Delphini junto con un señor cabello platinado de 67 años aproximándose. Fruncí el ceño y me acerqué a él que parecía emocionado de verme, estrecho su mano con la mía fuertemente.
Delphini se puso alado mío.
—Un placer conocerlo finalmente—sonrió ampliamente.—Mi nombre es Lucius, Lucius Malfoy.
¿Malfoy? ¿Era familiar de Pansy?
—Un gusto, Señor Malfoy.—sonreí cortamente.—Jacob Zabi....—me quede callado cuando sentí como Delphini me pellizcaba el brazo.—Jacob Riddle.
—Joven Riddle.—agitó la mano para después soltarla.—No sabe lo honrado que estoy de estar frente a usted.
—Igualmente.—asentí, me giré señalando unos sofás que habían.—Si gusta tomar asiento.
El no dudo dos veces en tomar asiento, se veía más que nada desesperado. Delphini se recargó en un escritorio que había atrás mío.
—¿Qué lo trae por acá?—pregunte.
—Por ahí había escuchado rumores que el hijo de uno de los señores más poderosos de mi tiempo, había llegado a la Mansión Riddle. En cuanto me enteré, quise venir a hablar con usted.
Me acomode en mi asiento.
—Bueno, aquí estoy.
—Su hermana me estaba comentando que tenía pensado seguir el legado de su padre....—volteé a ver a Delphini.
No estaba enterado de eso, hace poco me enteré de quienes fueron mis padres, pero nunca nada de que yo seguiría el legado.
El al notar las miradas de mi hermana y mío, continuó hablando llamando mi atención.
—Y la verdad, quería decirle personalmente que estoy para usted, para todo lo que tenga planeado, tendrá totalmente mi apoyo. Tal vez... no fui el mejor seguidor de su padre, pero ahora estoy dispuesto a darlo todo para demostrar mi lealtad.
—Yo no estaba que seguiría el legado de mi padre.—comenté, Delphini se acercó a mi sentándose a mi lado.
—Claro que sí, tontito.—acarició mi cabello.—Nadie más que tú lo hará, eres el indicado, eres el que sigue en el árbol genealógico. Mi padre hubiera querido eso.
—Yo no estoy preparado para algo así.—la miré.
—Lo estarás.—sonrió.—Te vamos a ayudar, aprenderás todo, tienes que ser igual o mejor que nuestro padre.
—Conozco varias personas que podrían ayudarnos.—dijo Lucius.—Estarán dispuestos a ser parte de su ejército.
—¡Perfecto!—dijo emocionada Delphini y me miró.—No tienes nada que temer... no debes de sentir nada, Jacob. ¿Como crees que nuestro padre llegó a ser uno de los magos más poderosos y tenebrosos? El no sentía, no tenía mordimiento ni sentimientos por nadie.
—No puedo dejar de sentir de un día a otro.—dije molesto.—Es absurdo, ¿Un ejercito? ¿Para que ocupamos uno?
—Para seguir con el legado, de ser una de las familias más temidas de todo el mundo mágico. Y lo haremos, todos nos tendrán miedo.—pasó su brazo por arriba de mis hombros y acercó su cabeza a la mía.—Los Hermanos Riddle Lestrange harán cosas geniales.
Lucius parecía sumamente emocionado por esta platica, apreté mis labios.
—Tienes que hacerlo, por mi.—murmuró en mi oído Delphini.
Asentí con la cabeza. Y ahí empezó la platica, de todo lo que harían, a quienes reclutarían, sobre mis prácticas, Blah, Blah.
Yo solo podía pensar ¿En que me había metido?
•••
Meses después.
—¡Crucio!
Solté un grito cayendo al suelo, respiraba agitadamente, y estaba sudando.
—Vamos, ¡Arriba Jacob!
La volteé a ver, estaba enojado, demasiado enojado, me levante aún sin quitar mi mirada de ella.
—Eso, ya te estás empezando a enojar.... solo necesitas lanzar la maldición.—ordeno viendo aquel señor que teníamos atado frente a mi, lloraba y me suplicaba con la mirada ayuda.
—¡Yo... y-yo no puedo!—dije desesperado, uno de los amigos de Lucius, Klaus me apuntó con su varita y principio:
—¡Crucio!
Volví a gritar cayendo al suelo, apreté mi varita mientras aguantaba las ganas de soltar el llanto, sabía que si lloraba sería peor. La semana pasado había llorado en las prácticas y recibí golpes con el látigo en mi espalda y manos.
No tenía que sentir.
¡No es muy fácil!
—¡Tu puedes Jacob, no puede ser que siempre hagas lo mismo! ¡Solo necesitas apuntar con tu varita y decir las palabras es tan fácil!—me gritaba Delphini, cerré mis ojos con fuerza.—¡Te volveré a lanzar el maldito Crucio si no te levantas ahora mismo! ¡Es un sangre sucia, no merece vivir!
Me tome el tiempo, me dolía todo el cuerpo, sentía adolorido mi espalda, mi cabeza parecía que me iba a reventar y los gritos de ella y los demás no ayudaban.
—Crucio.
Me removí en el piso aguantando aún más el dolor insoportable que sentía.
Solo termina esto de una vez, Jacob.
Me levante del suelo, ya harto, sudado, y con ganas de terminar con todo, solo apunte hacia el señor que parecía que quería gritar.
—Avada Kedavra.
El destello verde salió de la punta de mi varita, hacia el señor que murió al instante. Respiraba agitadamente, gire a ver a Delphini quien sonrió y aplaudió.
—Bien hecho hermanito.
Se acercó a mi abrazándome, pero yo la separé de mi con desagrado. Ella no le importó, de hecho, hasta gusto la daba que la tratara así. No quería que demostrara nada de sentimientos por nadie, ni lastima, ni afecto.
—No quiero que me abraces, me iré a mi habitación.—dije apretando mi mandíbula, ella asintió.
Salí rápidamente de ahí, subí las escalera entrando a mi habitación cerrando la puerta, fui hasta el baño encerrándome, abrí la llave de la regadera y me metí con todo ropa.
El agua empezó a caer sobre mi, cerré mis ojos, y empecé a llorar, sentía tanto dolor. Me deslicé por la pared hasta el suelo para abrazar mis rodillas.
•••
Salí de la ducha una ves que había terminado, me puse la toalla en mi cintura, me miré en el espejo, tenía ojeras, y estaba más pálido de lo normal.
Fui a mi habitación para empezar a cambiarme y me senté en una silla que tenía frente al escritorio, saqué un pergamino y empecé a escribir.
Jack,
Prométeme que cuidarás a Isabella, que cuando ella esté mal estarás ahí con ella, que cuando llore tú estarás abrazándola, le gusta mucho que le canten, y cuando esta en sus días le gusta comer mucho dulces, más chocolates, le gusta salir a caminar siempre por el bosque o algún lugar abierto, también recuérdale que debe de dejar ganar a mi padre en las trivias por qué se pone mal cuando alguien más gana.... no dejes que nadie le rompa el corazón, y si lo hacen, entonces tú rómpele la cara, pero por favor jamás dejes que alguien juegue con ella o que se sienta sola.
Le gusta mucho ver películas más de esas muggles, tú solo acepta y deja que pidan lo que van a comer, le gustan los días lluviosos así que sal con ella a jugar, de vez en cuando insultala, créeme que la harás enojar y después reír, ella es muy pequeña y tal vez no entienda muchas cosas pero si puedes explícasela.
Lo que hago, y haga, siempre será para protegerlos, por qué son lo que más quiero Jack, son mi familia, y siempre me importaran y siempre me preocuparé por su bienestar, no lo olviden nunca.
Te amo, hermano. Eres una de las personas que más me importan en esta vida, eres mi otra mitad y lamento no estar ahí, lamento haber causado tanto daño.
Siempre recuerda que aun que no esté aquí, siempre estaré contigo. Espero algún día volvernos a encontrar, volver a ser el mismo dúo de antes. Salí en la patineta en el mundo Muggle (aunque no nos caigan bien) pero era divertido, ir de fiesta en fiesta, sentarnos a platicar mientras fumábamos.
Estoy roto, Jack. ¿Si lo entiendes? Tal vez no sepas mucho de mi, tal vez no sepas por lo que vivo día tras día desde que me fui. Pero me estoy rompiendo, me estoy desconociendo a mi mismo, y eso me da jodidamente miedo.
Temo por mi, cada día. Por qué temo que algún día no me de tiempo de despedirme de ustedes, y trato de dar lo mejor de mi, trato de complacerlos. Pero cada vez, siento tanto enojo, siento ganas de golpear a cualquier perdona, no me siento yo... no me siento el Jacob de hace unos meses.
Siempre serás mi hermano; mi chiquita.
Perdón por esta carta, tal vez creías que me había olvidado de ti, pero no. Siempre los tengo presentes a cada uno de ustedes. Los quiero, los amo. Y vuelvo a decirlo, perdón.
—J.
Sentí mis manos temblar, me encontraba llorando pero en esto tocaron la puerta de mi habitación, me sequé las lágrimas y me aclaré la garganta, se abrió dejando ver a Delphini.
Se me quedó viendo unos segundos.
—¿Qué quieres?
—Baja a cenar.
—Ya voy, ahora largo de aquí.
Ella asintió para después salir de la habitación. Volví a ver aquella carta que tenía entre mis manos.