π•πšπ«π£πšπ€ | John Shelby

By pixxxvi

39K 2.7K 448

π‘½π’‚π’“π’‹π’‚π’Œ | ❝Frey, Freya... ΒΏQuiΓ©n eres realmente?❞ κœ°Κ€α΄‡Κα΄€ α΄ α΄€Κ€α΄Šα΄€α΄‹ estaba muerta. Enterrada viva cuando el i... More

π‘½π’‚π’“π’‹π’‚π’Œ
α΄„α΄€κœ±α΄›
Prefacio
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
15
16
17

14

1.1K 85 27
By pixxxvi

—No sé cómo te dejé entrar —refunfuñó mientras firmaba unos papeles de entre el montón que tenía sobre el escritorio.

Estaban en su despacho aunque ya era pasado mediodía, y Freya no recordaba desde cuándo estaba ahí encerrada, leyendo contratos para asegurar la legalidad de algunas ventas. Al menos no había estado sola pues si bien Lance entraba y salía cada tanto, su querido Joe la acompañó en todo momento, contando algunas anécdotas sobre lo que había pasado en América desde su ida.

Lamentablemente Freya no tenía cabeza para oírlo y luego de un largo silencio donde Joe permaneció fumando y bebiendo, ella se desquitó con él. El estrés sobrepasaba su límite y necesitaba descargar las energías de su mal humor.

Alzó la mirada y se fijó en Joe, quien se entretenía moviendo el vaso de whisky entre sus manos, sonriendo mientras pensaba en algo desconocido.

—Debería haberte tachado de impostor, así me habría ahorrado la vergüenza de ser descubierta por ese imbécil.

—Oh, vamos... está siendo divertido.

Pero para Freya definitivamente no. Soltó un suspiro, sintiendo de pronto la tensión en sus músculos. Entonces lo observó seriamente, uniendo sus manos sobre el escritorio.

—Joe... ¿Cómo se te ocurrió hacer tal estupidez? —le preguntó, apretando sus delgados dedos para calmar su ansiedad.— Deberíamos terminar con Changretta y simplemente desaparecer. Pero ahora Frey tiene una cara y...

—¿Tanto te importa que John lo sepa? Le mentiste y ya está. Has mentido a tantos hombres y ahora solo lloriqueas porque cambiaste algunos nombres... a menos que...—se carcajeó.— te gusta John.

—Claro que no —dijo rápidamente.— S-Solo estoy preocupada de que todo se vaya al carajo.

—A mi ni me mires...—se encogió de hombros, permaneciendo indiferente.— después de todo ni siquiera fue mi idea.

—¿Cómo? —soltó, la palabra se le había escapado de los labios.

—Sienna.

Al escuchar el nombre de su amiga tuvo que recostarse en el respaldo de su silla para sentirse contenida. Si se trataba de Sienna, siempre incluía problemas para ella. A aquella mujer le gustaba el drama y vivir la vida de la manera más intensa, y menudo también incluía a Freya en sus planes alocados. 

Como el sexo casual con personajes emergentes del ducado ruso para su cumpleaños número veintisiete. Freya aún se preguntaba qué significaba lo que aquel hombre le había susurrado en su idioma natal mientras cogían en una oficina. A veces pensaba que nada romántico, pero prefería no pensar demasiado en eso.

—¿Vas a explicarme?

—Si, bueno —carraspeó algo incómodo.— el otro día estábamos bebiendo en un club y se le ocurrió esta buena broma.

Freya tuvo que mirarle con seriedad para que borrara esa sonrisa 'inocente' de su cara.

—¿Broma? ¿¡Broma!? —gritó llevándose una mano a la frente, sin poder creerlo. ¿Qué más tendrían planeado ese par de idiotas que tenía por amigos?.— Ustedes dos, están locos...

Joe abrió la boca para defenderse, pero un sonido lo detuvo.

—¿A quien le dices loca?

Se trataba de la voz femenina proveniente de la puerta, la cual al abrirse soltó un crujido. Enseguida vieron entrar a una mujer de cabello corto y rubio. Ella vestía con un largo abrigo de piel blanca, además de portar alguna que otra joyería fina.

Ambos supieron de inmediato de quién se trataba, pero fue Freya quien se levantó para encararla.

—Oh, tú, pequeña rata...—dijo al verla. Se levantó con las manos echa puños, apenas conteniendo la rabia.— debería haberte dejado en américa con esos asquerosos mafiosos para que te mataran.

—Por favor, Freya —se rió, dejando su abrigo y guantes blancos sobre el respaldo de una silla.— no podrías dejarme sola ni un minuto.

Se quedaron viendo, intercambiando miradas de precaución. Freya no tenía nada que decir para combatir ese argumento por lo que terminó soltando un suspiro en símbolo de rendición.

Sienna tenía razón. A pesar de su falta de límites, le tenía un inmenso cariño, y nunca se atrevería a tomar represalias contra ella. Era su única amiga después de todo, y su salvación de tanta testosterona que tenía que soportar estando rodeada de hombres.

—Eres una tonta —negó con la cabeza, sin poder evitar sonreír. Ambas se acercaron cuando se sonrieron, extendiendo los brazos para darse un enorme y apretado abrazo. Entonces se separaron y se dieron otro vistazo, pero esta vez lleno de cariño.

Freya soltó una risa y se separó para ver como sus dos amigos americanos ahora estaban allí con ella.

—Aparecen y desaparecen cuando quieren. Ustedes no tienen control —soltó como si los reprendiera, pero su voz estaba llena de cariño.— ¿Qué haría sin ustedes?

Sienna se miró con Joe, y luego ambos la observaron.

—Muerta seguramente.

—¡Pero de aburrimiento! —soltó Sienna riendo. Los dos la acompañaron con sonrisitas y Freya se sintió mejor de tenerlos a ambos con ella.

—Es cierto —reveló sintiendo repentinamente una pizca de nostalgia.— Mi vida sería tan gris sin ustedes y los chicos.

—Para eso somos tus payasos personales —la consoló Joe, intentando que no cayera en pensamientos negativos. Sienna lo notó también.

—Y asesinos también. No lo olviden. —añadió la mujer, mientras se acomodaba junto a Joe.

—Están dementes...

—Como dice en mi historial —murmuró Joe con gracia, mientras se llevaba el vaso a los labios para beber un gran sorbo.

—Ahora cuéntanos... —llamó su atención Sienna tras recibir un vaso de Whisky. No le importaba revelar que había estado escuchando la conversación.— Dijiste que te enamoraste de ese tal John.

Freya la miró con burla, sentándose también a charlar con calma.

—Nunca dije eso. Solo lo hacemos y ya —aclaró.

—Claro, como Joe y yo, ¿no?

No pudo evitar mostrar su asombro al escucharla.

—Sienna, Joe me besó haciéndose pasar por Frey —lo acusó, recordando cómo la había besado frente a John. Nunca antes se había sentido tan incómoda.

Sin embargo la respuesta no fue como esperaría cualquier persona. Su amiga sólo se encogió de hombros con indiferencia.

—Me da igual, anoche asistí a una orgía.

—Sienna, por Dios...—se rió. Aunque la verdad no fue una sorpresa. Cada vez que la veía salía con algo nuevo.

—Ya te dije que estaban dementes en América —argumentó Joe, mirando a Sienna de manera lasciva a lo que la mujer hizo caso omiso.

—Pero Freya, hablando en serio, solo estás complicando todo.

La escuchó volvieron a su seriedad. Se preguntó si había sido buena idea contarle todo lo que había estado pasando últimamente.

—Deberías decirle la verdad, estoy segura que es mejor que se entere por ti que por otra persona. Podría resultar peor. Además, Thomas Shelby ya lo sabe, ¿no es así? —Freya asintió mirando vagamente a la nada, a lo que añadió:— ¿Entonces de qué te sirve seguir preocupándote? Deberías estar tranquila si no te importa ese imbécil.

—Es que tengo miedo, Sienna —confesó.— Si me aíslan de la Vendetta...

—¿Es eso lo que te preocupa? —alzó las cejas con una mirada inquisitiva.— ¿estás segura?

—¿Por qué metes a John en esto? —dijo ya algo molesta pero la mirada de ambos sobre ella la hicieron suspirar.— No, no es eso.

—Pero si Chagretta se enterara de lo suyo te importaría —soltó Joe, dando en el blanco.— ¿No es solo sexo verdad?

—Chicos, por favor, no me hagan esto..—suplicó, llevándose las manos a la frente que comenzaba a sentirse caliente.— No quiero pensar en eso.

Thomas la tenía agotada, sólo quería deshacerse de Changretta y ahora estaba Joe implicado en el asunto. Odiaba que las cosas no estuvieran bajo su control. Sentía que se le escapaban de las manos, y con eso, todo resultaría mal.

—Pues deberías pensarlo bien —inquirió Sienna.— Por que se que te arrepentirás de mentirle cuando ya sea demasiado tarde, y sufrirás por ello.

Pero Freya se negaba.

Sí. Lo deseaba con tanto anhelo que se volvía loca. Freya quería besarlo, quería sentir su cuerpo pegado al suyo y escucharlo cada vez que gruñera su nombre.

Pero lo que sentía no era amor, no tenía sentimientos por él.

No podía amar a John Shelby. Por lo que era y por que no lo conocía realmente. ¿Cómo querer a alguien que no conoces? El amor a primera vista no existía. Era deseo sexual, y estaba segura de que sólo era eso.

◇◆◇

Era bastante tarde cuando Freya estuvo desocupada. Sus amigos habían salido a un club nocturno y quizás no volverían hasta el día siguiente. Por su parte, había preferido permanecer en casa. Se sentía cansada y atrapada. sin saber qué hacer con Changretta o con los Shelby.

Se había resignado a hacer caso a las palabras de Thomas y mantenerse al margen, sin embargo no podía quedarse sin hacer nada contra su propia Vendetta. Aquel pensamiento la mantuvo hasta la madrugada y solo se detuvo cuando su abuela apareció en bata, preocupada al no encontrarla en su habitación.

Entonces conversaron y para su sorpresa, encontró en ella una zona de confort. Con el pasar de los días, la constante presencia de la señora Edevane dejó de ser molesta y comenzó a recordar todos esos buenos momentos en los que estuvo para ella. Era su abuela después de todo y no podía estar enojada con la poca familia que le quedaba.

También comenzaba a ser más razonable y había descubierto lo injusta que estaba siendo con su abuela. Había perdido tanto como ella en ese día fatídico, y no había hecho más que restregárselo con todo el odio que tenía guardado.

Por lo mismo decidió resguardarse en ella y explicar lo que sucedía con detalle. Su abuela escuchó con atención hasta terminar su discurso, y fue cuando sintió su cálida mano sobre la suya, apretando ligeramente.

—Estás en graves problemas, Freya.

—¿Por ti? Abuela, ya soy una mujer —dijo colocando los ojos en blanco, aunque la señora no se refería exactamente a eso. La había visto intercambiar miradas cómplices con cierto hombre, los había visto interactuar, y no era tonta como para no darse cuenta de que allí había algo más. Pero aún así no dijo nada, y dejó que su nieta hablara. Que se desahogara por completo.

— No puedo quedarme de brazos cruzados y mirar lo que pasa a mi alrededor. Sé que no te gusta que siga los pasos de mi padre, pero es lo único que conozco y es lo único que quiero hacer. Mi propósito es levantar nuestro nombre y nadie me detendrá.

La señora Edevane suspiró. No sacaba nada con llevarle la contraria. Su nieta tenía razón, ya era una adulta responsable de sus actos y no podía interferir en sus acciones. Solo quedaba acompañarla y protegerla cuanto pudiera.

—En realidad no deberías preocuparte por Changretta —dijo sorprendiendo a Freya.— Es un fracaso total. Vino hasta aquí desde américa para matar a Thommy Shelby pero... mírate, nunca pensó que tu, bella mía, le harías frente. No tengo nada que darte, nada más que mi bendición. Sé que hemos estado enemistados por mucho tiempo pero, llevas la sangre de tu padre, un hombre inteligente, y de tu madre quien era una mujer luchadora. No necesitas más para ganarle a ese bastardo.

—Si...—murmuró pensando en sus palabras. Sintió las manos que tomaron su rostro para levantarlo y se dio cuenta, al mirar sus ojos llenos de sabiduría, de que había mucha verdad en lo que decía.

—No debes temer. Si ese hombre hubiera querido matarte también ya estaría aquí.

—Él no quiere matarme, abuela. Él quiere mi mano —confesó a lo que la señora frunció el ceño con disgusto.— Pero primero prefiero cortármela antes de poner un anillo en él.

—Así se habla, niña.

Esa noche durmió bien. Su mente permanecía calmada y su cuerpo, cansado por el trabajo, se sintió más que repuesto al día siguiente. Se levantó sintiéndose perezosa, pero lo suficientemente despierta para comenzar su día.

A primera hora se levantó, cuando aún nadie se levantaba, y se dispuso a preparar un abundante desayuno que la mantuvo ocupada. Pese a sus pobres habilidades culinarias, no se vio corrompida por los malos resultados y su ánimo permaneció radiante.

Más tarde apareció Margaret y ambas colocaron la mesa mientras conversaban sobre lo que había intentado cocinar para ese desayuno. La mujer la ayudó a ver sus errores, pero aún así Freya suplicaba ir a la escuela de cocina Soho en Londres. Era terrible en ello, y aunque no quisiera someterse a los estudios, era consciente de que debía aprender a hacer aunque sea unos huevos sin que queden resecos, o quemados.

—Si me permite, podría ayudarle cuando tenga tiempo libre. Solo si usted lo desea, claro —dijo humildemente la mujer. Freya sonrió con gratitud y accedió. Cuando tuviera una familia propia, aquellas habilidades serían imprescindibles. No podía cocinar con una navaja o un rifle, mucho menos si tenía niños.

Aquel pensamiento la mantuvo confinada en su propio mundo, imaginando como sería la vida tranquila en el campo. Se preguntaba si sería posible tener una familia, un esposo e hijos, que pudieran vivir allí con ella, sin correr el riesgo de ser asesinados con cada segundo que pasara. Sin embargo, el recuerdo de John la golpeó abruptamente, y sus propias palabras le devolvieron la razón:

"Si quieres una vida tranquila en el campo, debes saber que nunca serás completamente libre de esta mierda".

Terminó sentada a la cabecera de la mesa, como siempre acostumbraba a hacer su padre. Allí comenzó a comer huevos revueltos mientras bebía té, completamente en silencio y tranquilidad. No habían pasado más de cinco minutos cuando apareció Lance. Ambos se dedicaron una sonrisa cálida antes de que él besara su frente y se sentara a su izquierda.

Freya se sintió vacía de pronto y un nudo se formó en su garganta. La clase de vida que llevaba le había quitado tantas cosas pero no poder ver a las personas que amaba era lo peor de todo. Su madre, su padre y su pequeño hermano Frey. No quería recordar su muerte porque entonces los echaba en falta, comenzaba a desear abrazarlos y la imposibilidad le destruía más el corazón.

También dolía no tener a Elliot, el más dulce chico que había conocido en toda su vida, que aunque hubiese vivido con ella toda clase de mierdas del bajo mundo, su sonrisa había perdurado hasta su último momento.

Elliot la había amado hasta dejar de respirar...

Más tarde se unió su abuela que la sacó de sus nublados pensamientos y con ella presente se vio obligada a mantener una conversación, al menos, por modales. Aún así no pasó demasiado tiempo para que llegaran dos personas más, que se reían a carcajadas mientras se tambaleaban.

Freya escondió la cara entre las manos cuando Sienna y Joe aparecieron en el comedor, lo que desencadenó el mal humor de su abuela que desaprobaba toda clase de cosas que hacían los más jóvenes.

—Entonces cuando acabé, el muy idiota me preguntó si quería ir a su casa —se burló Sienna, que aún no se daba cuenta de quienes la rodeaban.— ¿y conocer a su mami? Si no hubiese estado drogada cuando me lo cogí n-

El carraspeo de Lance detuvo su parloteo, y entonces se dio cuenta de que hablaba sin filtro de su vida sexual frente a quienes recién comenzaban su día.

—¡Buenos días! —gritó extendiendo los brazos. En sus ojos perdidos se notaba que aún no estaba del todo sobria, así que Freya se levantó para ayudarla a sentarse en la mesa. Allí le sirvió un vaso de jugo que de inmediato comenzó a beber.

Aprovechó que Sienna estaba preocupada de comer todo lo que no había consumido durante la noche para observar con detenimiento a Joe. Este llevaba la camisa medio afuera y ni siquiera tenía la corbata anudada. Estaba más que claro que la noche anterior ambos habían perdido completamente el conocimiento por toda clase de cosas que habían consumido, pero lo que más le sorprendió fue ver que su camisa blanca tenía una mancha de sangre.

—¿Joe? —lo llamó alzando las cejas. Él le dio una sonrisa torcida pero al ver que ella no decía más se fijó donde estaba mirando tan fijamente. Entonces hizo un ademán desinteresado y se dispuso a hablar.

—Tuve que poner a un gusano en su lugar. No te preocupes, sigo vivo.

—¿Y él?

—Sólo Dios lo sabe —soltó con una risa tonta, y cuando vio que Freya iba a replicar entonces la hizo callar chistando.— ¿Quieres saber por qué?

—Ilumíname.

—El imbécil hablaba con otros hombres sobre una pelea. Todos eran judíos.

—¿Y?

—Bonnie Gold va a pelear y los Shelby estarán presentes, pero eso no es todo —dijo con repentina seriedad.— Hablaron sobre unos 'malditos italianos' que fueron circuncidados. 

Continue Reading

You'll Also Like

882K 104K 120
DespuΓ©s de que esa persona se fuera de su vida estaba sola. PasΓ³ toda su adolescencia con ese hecho, y es que su condiciΓ³n la obligaba a no entablar...
120K 2.5K 20
- Tom Riddle - Mattheo Riddle - Theodore Nott - Lorenzo Berkshire - Regulus black - Draco Malfoy ΒΏCuΓ‘l es su favorito? Espero les agraden los one s...
585K 78.8K 46
Una sola noche. Dos mujeres lesbianas. ΒΏUn embarazo? Β‘Imposible!
155K 4.2K 30
la tipica historia de universos viendo otros universos atraves de pantallas flotantes que aparecerΓ‘n en sus mundos aunque tambiΓ©n agregare otras cosa...