Un calor abrumador

245 16 0
                                    

Emily's pov

Esa felicidad que sentías cuando hacías las maletas para irte de vacaciones, la alegría que te inundaba el cuerpo sabiendo que irías a cualquier parte donde no pararías de hacer cosas que te gustaban, todo ese entusiasmo que te llenaba haciendo que incluso se te viera la cara con otro color. Todas esas sensaciones tenían su fecha de duración porque en cuanto te tocaba recoger y volver a hacer las maletas para volver a tu hogar te venía el efecto rebote; no era que estuvieras en una profunda tristeza, pero sí que mostrabas esa pena, ya que al final eran los momentos divertidos que habías vivido los que te harían recordar más del lugar en la vuelta a la rutina.

Era lo bueno que tenían las vacaciones de verano, mucho tiempo libre y lugares donde poder pasarlo con amigos o incluso la familia. Cada uno tenía sus preferencias en cuanto a vacaciones, aunque quizás las de verano tuvieran ese toque especial porque junto con el buen tiempo y los horarios libres podías hacer infinita de cosas. Disfrutar del sol, de no tener que ir pronto a la cama para madrugar el siguiente día, de poder relajarte sin pensar en las cosas que tenías que hacer, de pasar y gozar todo esos intervalos con la familia, de crear nuevos instantes, de reír, de enamorarse, de jugar, de hacer fiestas....

Razón no faltaba cuando decían que todo lo bueno se pasaba volando, cuando te lo pasabas bien, cuando había motivación ante algo novedoso o incluso cuando estabas muy ocupado veías que las agujas del reloj parecían liebres. La verdad era que pese a pensar que en ciertas situaciones el tiempo fuera a favor o en contra de nosotros, al final la verdadera razón de todo ello era que nuestras emociones eran las encargadas de modular esa percepción, porque el tiempo siempre seguía igual por mucho que no lo pareciera. 

Por eso yo muchas veces decía que lo que no había que hacer era estar constantemente atentos al reloj, sino disfrutar del momento, ya que un simple instante podría marcarte para toda la vida, ya fuera de manera positiva o negativa. Desde que descubrí el concepto Carpe Diem, en cuanto supe el verdadero significado de tal expresión latina, convertí de ello en una declaración personal. Había varias expresiones que se asemejaban bien al concepto, pero a mí me gustaba decirlo tal y como era, "carpe diem", sonaba incluso hasta más culto. 

Habíamos cogido ya el vuelo que nos llevaría a Rosewood, todos sentados de la misma manera en la que fuimos a la ida, por lo que volvíamos a tener a la rubia quejica delante de nosotras esperando a escuchar algún que otro dato jugoso que pudiera compartir con su compañera Cece. Pero su atención se vio volcada en cuanto su hijo le pidió que les leyera un cuento, y fuimos nosotras las testigos de escuchar tal historia inventada de la rubia que contaba a Daniel y Lauren.

- Me suena mucho el cuento, aunque creo que los personajes son diferentes no?- sonreí interfiriendo en sus palabras.

- Estos personajes son mucho mejor que los otros, le dan más vida y ponen más sentimiento- sacó la lengua- shhh, ahora déjame seguir.

- Ahora que lo dice, ¿qué princesas crees que nos asemejemos más cielo?- miré a mi mujer. 

- Aria es blancanieves, de eso no hay duda- sonrió- de tez blanca, dulce, ojos marrón verdosos, es ella. 

- Estoy de acuerdo, es como si fuera la viva imagen- sonreí.

- Spence- se quedó pensativa- la que más me viene a la cabeza en cuanto pienso en ella es bella.

- Eso es porque le gusta los libros no?- comentó Han posando la cara entre los dos asientos.

- ¿Tú no estabas contando una historia?- reí.

- Se ha quedado en pausa mientras dure esto de las princesas, me interesa saber a quienes dices- sonrió.

- Bien- volvió a hablar Ali- como iba diciendo, Spence sería Belle, y no, antes de que digas algo, no, no sólo por los libros,  bella muestra esa pasión que Spence también hace, es muy segura y justa, Spence es la ideal.

Mi amor verdadero (Emison)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora