Larga espera

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Emily's pov

Si cuando pasaron dos semanas desde que mi rubia estuviera en coma fue agonizante, ahora que estábamos a dos meses era aún peor. Dos tristes, exhaustos, rotos y perdidos meses en los que todavía velaba por que despertara, cada día con más aflicción en el corazón, pero con la fuerza para tirar adelante, por ella, por mí, y por nuestros hijos.

Por mucho que hubieran empezado las clases y no tuviera tanto tiempo para visitarla, seguía yendo todos los días, aunque fuera por media hora, nadie me iba a quitar la oportunidad de pasar el rato con mi rubia. El director del instituto sabía de las noticias, y hasta que Ali despertase y se pusiera bien, contrató una suplente, claro que apreciaba bien la tristeza en la cara de los estudiantes, sobre todo cuando me veían. También significaba que el cole había empezado para los niños, y conocía muy bien que no iba a ser nada fácil para ellos, pero el pensamiento que tenía fue más allá, ya que lo que esperaba que fuera algo melancólico para nuestros hijos, terminó siendo peor: desolador.

Taylor lo llevaba medianamente bien, quizás fuera porque era la mayor, y como tal tuviera que mantener su postura, o tal vez porque se lo guardaba todo para no compartir sus sentimientos. Sus ojos ya no tenían ese brillo que desprendían cada vez que hablaba, ahora eran de un color azul apagado, y me mataba por dentro el echo que tuviera que vivir algo así, y más la fuerza que tenía que sacar por su hermana. Sabía que tenía que hablar con ella, debía hacerlo, no deseaba que toda esa nostalgia se le fuera acumulando cada vez más hasta el punto de explotar, tenía que liberarla, y si la única manera de hacerlo era llorando, entonces ahí estaría yo para consolarla.

Lauren no escondía sus sentimientos, lloraba todos los días, seguía derramando lágrimas cada noche y aún me preguntaba cómo era posible que creara tantas gotas en su cuerpo. Tuve una reunión con su profesora para ver la evolución, ya que a sabiendas de lo de su madre, tenían la atención un poco más en ella. Pero nuestra pequeña se estaba creando una burbuja donde poder estar en su mundo, se apartaba de sus amigos y se sentaba en una esquina sin hablar. Los compañeros conocían la noticia y no querían forzarla, aunque Daniel no se daba por vencido, se sentaba a su lado, con la mano agarrada y estaban callados. Ya ni siquiera veía el bello color en sus ojos, de tanto llorar y frotarse los ojos, lo único que observaba era el color rojizo que lo acompañaba cada día.

Por mucho que Nate fuera pequeño, sabía que el ambiente de casa era diferente, veía a sus hermanas y se las quedaba mirando, incluso a veces intentaba jugar con ellas, donde Tay aceptaba el juego y Lauren se mantenía quieta en su sitio. Muchas veces buscaba el abrazo de Ali, pero ¿cómo le iba a decir a nuestro príncipe que su madre no volvería hasta que despertase?¿cómo le iba a explicar eso a un niño de casi tres años? Por eso, aunque casi estuviera sin alma, hundida en mi miseria, afligida, rota y desbastada, seguía sacando fuerzas por ellos, tenía que ser su escudo, su protección, el hombro al que irían a llorar.

Hoy era viernes y como no tenía que dar clase, podía pasar más tiempo en el hospital, que sería después de dejar a los niños en el colegio. Todas las mañanas eran iguales, nos despertábamos, desayunábamos en silencio, a veces escuchando los ruidos de Nate o incluso teniendo pequeñas conversaciones con la mayor. Tras tener nuestro almuerzo en silencio, salimos de casa camino al cole, Tay a mi izquierda, Lauren agarrada a mi chaqueta en la parte derecha, y Nate sentado en la silla mientras yo la empujaba.

- ¿Cuándo vamos a ver a mami?- preguntó la morena dejándome aturdida.

Me pilló tan de improviso que hablara, que me quedé estupefacta durante unos segundos para contestar. La mayoría de las veces que formulaba vocablos era llorando, y después de tanto tiempo me enardecía volver a escuchar su linda voz sin sollozos.

Mi amor verdadero (Emison)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora