Así lo hizo y tomó una de las primeras cartas, para después seguir con los demás montones y entregárselas al lector.

―Muy bien ―dijo―. Aquí tienes, cuatro cartas importantes. ―Ordenaba las baratijas, mientras ella fijaba su vista en lo que él hacía―. Lo primero que nos habla, son de viajes. Tú, vas a estar conectada en otros sitios, vas a estar viajando continuamente; o vas a tener nuevos contactos, con nuevos públicos. En 1999, es de viajes.

¿Viajes? Si quiera he ido a grabar algunos promocionales de mi nueva película.

―Febrero, debes tenerlo muy en cuenta ―continuó Salomón―. Febrero va a ser un mes radical, algo cambias e inicias con nuevas perspectivas. El número seis repite, o sea, que el sexto mes, junio, es importante para tu vida. En junio, trasladas, cambias, reformas donde estés viviendo, lo que estés haciendo... Hay un cambio radical en tu vida. Pero, a nivel sentimental.

No. Nada de amor, por favor.

Virginia alzó las cejas, todavía sin emitir sonidos. Ladeaba la cabeza y se dedicaba a observar y a escuchar con suma atención, lo que el hombre frente a ella profería.

―Termina un ciclo de karma que traías, e inicias otro nuevo. Esto es importante que lo sepas, porque la parte sentimental ha sido el talón de Aquiles en este momento de tu vida. Pero, en 1999, te liberas, y te liberas para encontrar algo muy importante. ―Salomón cogió otra carta, y se la enseñó. El corazón de Virginia latía con fuerza―. No sé, pero debes tener muy en cuenta; bigote o chivera. ―Hizo una mueca y entrecerró los ojos―. No sé por qué ―repitió―, pero las cartas del tarot lo dicen. Y, te vas a acordar mucho, cuando aparezca ese personaje dentro de tu vida. Hay bigote o chivera, importante esto. Recuérdalo que es después, o hacia el sexto de mes de 1999. ―Afloró una sonrisa de boca cerrada. Quizá, no todo estaba perdido en su vida amorosa.

― ¿Tienes alguna pregunta para él, antes de salir? ―inquirió la periodista, que hasta ese punto estuvo concentrada en la lectura de su colega.

Virginia se aclaró la garganta, sin subir la mirada y negó con sutileza.

―No. En público, no ―contestó la conductora―. Okey, yo tengo una pregunta. El de la chivera y el bigote, ¿es buen hombre? ¿Tiene buen corazón?

Virginia agradeció mentalmente que esa mujer, indagara en el tema por ella. Entonces, Salomón agarró de nuevo la carta y la mostró, diciendo:

―Sí. Para ella, va a marcar fuertemente. Va a ser una persona que va a acoplar, porque ella en su karma tenía que liberar a nivel sentimental dos etapas. Ya quemó una, viene la que realmente va a ser definitiva para ella ―explicaba Salomón, volteado, pero sin darle la espalda a su cliente―. Empieza un nuevo ciclo.

El conglomerado de personas, comenzaron a aplaudir y Virginia se espabiló, disimulándolo con la primera sonrisa sincera que dedicaba esa noche. Buscó a su madre entre la gente, para luego ver a la periodista. En sus facciones, demostraba una fatiga y confusión. Aparte que, desde que inició el programa solo pensaba en llorar y desahogar su dolor.

―Se nos acabó el tiempo ―comunicó la mujer―. ¿Te cuadra o no te cuadra?

―Totalmente ―respondió, asintiendo.

La conductora dio por terminado el programa, y en menos de cinco segundos dejaron de transmitir.

―Muchas gracias por venir ―agradeció la conductora, volviendo a abrazarla―. Espero que, cuando encuentres a tu hombre, porque sé que será así; me lo traigas acá y me lo presentes.

―Dalo por hecho ―croó, llamando a su mamá. La señora se levantó y caminó con dificultad, hacía ella―. Con esto me he distraído, eres increíble, Saralegui.

Salomón se retiró. Casi que, por arte de magia, había desaparecido. Sino, Virginia estaría preguntándole algunas cosas más.

Salieron del foro, para ir al estacionamiento donde su automóvil aguardaba. Ayudó a subir a su madre y luego se subió ella y dio marcha al apartamento de su hermana.

Cuando hubo llegado, Gisela la esperaba en planta baja. Le abrió el portón del estacionamiento, y se saludaron una vez que desalojaron el coche.

―Ay, mi hermana, tengo tanto que contarte ―le dijo, en cuanto la tuvo en frente y pudo darle un abrazo. Se vieron por la mañana, pero no tuvieron oportunidad para platicar.

― ¿Cómo te fue con Saralegui? ―inquirió Gisela, apretándole la mano a su madre y su hermana, guiándolas al ascensor.

―Bien, mejor hablemos arriba.

Ojearon a los lares, por fortuna no rondaba ningún paparazzi en la zona.

Gisela acostó a su madre, conversó con la señora hasta que se quedó profundamente dormida. Arrastraba las pantuflas a donde esperaba su hermana, que se adelantó con su merienda nocturna, comía un yogurt descremado.

―Entonces, Virginia... ―pronunció, metiendo su regordete dedo en el bote de yogurt y probando un poco.

― ¡Gisela, no! ―exclamó, pegándole un manotazo―. Sabes que eso no me gusta.

―Ya. No es para tanto. ―Se rio―. Cuéntame, que te dijeron.

―Creí que me habías visto ―fingió ofenderse.

―Me ocupé en limpiar la casa ―se defendió, señalando la pulcritud del lugar.

―Bueno, me han leído las cartas...

Y así, Virginia contaba con lujo de detalles a su hermana menor, lo ocurrido en el programa.

Lo que ninguna sabía, es que, cada palabra dicha por Salomón iba a cumplirse. Comenzaba la segunda etapa amorosa, en la vida de Virginia Moreno.


N/A: 

Aquí el prólogo, me gustaría saber que piensan de esto, con solo leer lo publicado. La verdad, me importa mucho lo que piensen, como dije antes; es un impulso increíble. 

Gracias por Miradas Entrelazadas, son lo más. 


H I D D E N ©✔Where stories live. Discover now