Capítulo veintiséis.

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Siempre tuya, Virginia Moreno ―sollozó Carlos, oprimiendo la hoja contra su pecho.

Cerró los ojos, de donde brotaban gruesas lágrimas saladas y amargas. Releyó por encima la carta ya arrugada, y sollozaba todavía más fuerte, más duro, más doloroso.

La dobló a la mitad, la atesoró entre las hojas de su libreta personal y guardó el cuadernillo bajo una almohada.

Estaban liados, embarrados al fondo de la situación.

Su divorcio ya casi cerrado, Viviana tranquila, Cristina asimilando la noticia de la separación de sus padres... Y las noticias lanzan la bomba, así, sin anestesia.

Su futura ex esposa estalló, recordar esa escena tan fatal e incómoda le revuelve los sentimientos y le agujera la conciencia, como si todavía le quedara una. 

Flashback.

Carlos, ¿cómo se te ocurrió hacer semejante bajeza? exclamó resentida, sin importarle que su pequeña hija estaría escuchando del otro lado de la puerta―. ¡Yo sé que eres un maldito infiel, que no mereces nada de lo que tienes! ¡No pensaste en nada, solo en ti y en ella, que seguro debe estar contenta por esto!

Viviana soltaba improperios, lagrimeaba sin poder retenerlas por más de dos segundos.

Si antes se sentía humillada, hundida y depresiva, ahora estaba hecha polvo, de eso no cabía duda.

Perdóname, Viviana, yo...

No me vengas con cuentos, la prensa habla por ustedes dos. ¡Lo pagaran caro en el infierno!

Cálmate, por favor. Carlos, la trataba de sujetar por los hombros, pero ella no quería ser tocada por él―. Me iré, esta misma noche.

Cristina, se tapó la boca con el fin de acallar sus sollozos.

Oh, que considerado de tu parte espetó con sarcasmo―. No quiero verte, no me importa ya.

Viviana, en serio, perdóname todo, realmente no lo mereces intentó conseguir ese perdón, el de la que fue su esposa, la que es madre de su esposo.

La pequeña Cristina, se alejó de la puerta y corrió a encerrarse a su habitación colocándole el pestillo.

Al no tener una respuesta de ella, más que la mirada perdida, tomó la manilla y abrió la puerta.

Carlos lo llamó Viviana. Él se detuvo, y volteó a verle―. Jamás estarán juntos, y ese será su karma.

El aludido suspiró, y salió de la habitación.

Fue al estudio, destapó una botella de tequila, pues no bebía nada más que eso, era un poco masoquista. Tomó asiento, cogió un bolígrafo y lo afincó en su libreta.

Fin del flashback.

Viviana ya no tenía fuerzas para reclamar, puesto que lo peor ya lo había estado sobrellevando.

Carlos se estaba alojando en un apartamento que su asistente consiguió para él, de último momento, por eso era muy pequeño, sencillo, pero le parecía cómodo, dentro de lo que cabía.

Despedirse de su hija, fue lo que más le dolió.

Cristina ni siquiera quiso hablar con él, no le abrió la puerta de su alcoba. Solo le gritó lo mal padre que era, y que lo odiaba.

Palabras que le ocasionaban la sensación de estar siendo apuñaleado.

No tenía forma de seguir recibiendo noticias de Virginia, en la mañana Gisela le entregó la carta y le aconsejó lo mejor que él podía hacer.

H I D D E N ©✔Where stories live. Discover now